16
Abril de 2010
Kim JongIn suspiró al cerrar la puerta tras él, recostó su cabeza sobre esta por unos segundos, antes de terminar sentado en el frío suelo, intentando alejar su mente del caos fuera de la antigua habitación de su hermana. Ese cuarto era su refugio en esa casa de locos.
Cuando JongIn apenas tenía 14 años, sus padres fallecieron en un accidente en la vía, y ya que no tenía otros familiares, salvo su media hermana, Kang SeulGi, quien había crecido con él, pasó a convertirse en su tutora legal. JongIn debió presenciar todo los sacrificios que hacía ella, trabajando horas extras para que él pudiera terminar sus estudios.
Ninguno de los dos había esperado que sus padres tuvieran una gran deuda con la casa, por lo que debieron ponerla en alquiler, exceptuando una habitación, pues nadie quería comprar una casa con semejante deuda. Así que, JongIn y SeulGi dormían en el mismo cuarto, sin tener demasiado contacto con los inquilinos.
Cuando JongIn cumplió 16 años, su hermana decidió mudarse a Seúl en busca de mejores oportunidades, había llorado inconsolablemente durante semanas luego de que ella se marchara, aunque hablaran prácticamente todos los días. JongIn se sentía solo conviviendo con extraños en su propia casa.
Luego de estar minutos enteros sobre el piso, finalmente JongIn se puso de pie y se dirigió a la cama, con su material de estudio. No tenía tiempo que perder, estaba rindiendo los exámenes finales de su último año, y aunque era el número uno de su clase, JongIn se estaba esforzando extra para obtener una beca en la prestigiosa Universidad de Seúl. El mes anterior habían sido los exámenes, solo estaba a la espera de los resultados. Durante esas semanas había pedido un permiso temporal en la tienda en la que trabajaba como cajero, era bastante bueno con los números y el dueño del local era alguien muy considerado y amable que siempre le regalaba vitaminas y chocolates para que, según él, ganase energía y rindiera en los exámenes.
Toda esa presión extra era necesaria, incluso cuando había días en los que se sentía fatal y su cuerpo enfermara, JongIn quería hacer sentir orgullosa a su hermana y que ya no lo viera como una carga. Lograría esa beca y así SeulGi no tendría que preocuparse por él.
Dos semanas pasaron para que obtuviera una primera respuesta de la Universidad de Seúl, se encerró nuevamente en el cuarto y ajustó sus lentes sobre el puente de la nariz. Un largo minuto después, una enorme sonrisa apareció en su rostro y sus pies empezaron a moverse presa de su felicidad, leyó la lista de admitidos una y otra vez, JongIn había sido aceptado en la universidad de sus sueños.
—¡Pasé a la universidad! —Fue lo primero que JongIn le dijo a su hermana cuando ella atendió su llamada.
—¡Nini! ¡Es increíble! Sabía que lo lograrías, tu hermana está muy orgullosa.
JongIn asintió con las palabras que le dedicó ella, manteniendo una sonrisa radiante.
—Podremos vivir juntos y repartirnos los gastos, yo conseguiría un empleo parcial —JongIn exponía apresurado sus planes a su hermana—. Podemos vender la casa.
—Hey, con calma. —SeulGi señaló entre risas—. Primero tienes que graduarte.
—¡Claro que sí! La ceremonia es la próxima semana. —JongIn dudó por un segundo—. ¿Crees que podrías venir?
—Por supuesto, Nini, allí estaré. ¡Es más! Estaré toda la semana, empezaré los trámites para vender la casa, es un buen momento para deshacernos de esta. Oh, ya tengo que colgar, mi jefe me necesita. Estoy muy feliz por ti. Te amo, Nini.
JongIn respiró aliviado, deshacerse de esa casa era lo que necesitaban, le había estado ocultando a SeulGi sobre el par de inquilinos. No era estúpido, sabía a qué tipo de actividades se dedicaban los nuevos huéspedes, pero al menos eran puntuales con el pago, no era como si pudiera ser exigente a esas alturas.
SeulGi estuvo allí con él cuando recibió su diploma, vestía un traje negro y se veía tan bella, JongIn prácticamente se abalanzó sobre ella, abrazándola fuertemente. Sus ojos se habían humedecido derramando un par de lágrimas, no sabía lo mucho que la había extrañado en esos más de dos años en los que no se habían visto.
—Te extrañé —comentó JongIn con sus mejillas ruborizadas.
—Dios, yo también, JongIn. Y ahora estás tan alto —exclamó ella cuando se separaron.
Había estado creciendo en estos últimos años, ahora con 18 era bastante alto. SeulGi revolvió el flequillo castaño que caía hacia un lado de su frente.
—Vamos a casa, JongInnie. Te traje un par de regalos.
Le mostró una sonrisa radiante a su hermana, tras despedirse de sus compañeros de clase, tomaron camino hacia la casa de sus padres. Aunque JongIn hablara emocionado de lo que estuvo haciendo en ese tiempo, pudo notar rápidamente el cambio en SeulGi, que caminaba a su lado, con un semblante serio y un leve pliegue que se formaba en su frente, mientras asentía con la cabeza.
—¿Sucede algo? —preguntó el menor un tanto inquieto.
—No es nada, solo es que este vecindario parece haber cambiado un poco, ¿no lo crees?
JongIn suspiró antes de asentir. Había nuevas personas allí, mayormente jóvenes queriendo ganar dinero fácil y rápido; lo había visto, esa también era una razón para salir de allí, y pronto así sería. Pasó su brazo alrededor de los hombros de su hermana quien sonrió ante el gesto.
—¿Esta habitación era así de rosada? No lo recordaba —comentó SeulGi impresionada una vez entraron al cuarto que ahora era de JongIn.
Su hermana miraba sorprendida su antigua habitación de paredes rosadas y que JongIn había mantenido casi intacta desde que se marchó, como una forma de sentir a su única familia cerca de él.
—¿Es broma? —pregunta sin poder creerlo—- Tú misma la decoraste. Fuiste con papá a escoger personalmente la pintura rosada.
—Es mi color preferido —indicó SeulGi con una sonrisa risueña y un encogimiento de hombros—. ¿Recuerdas cuando les dije a mis papás que me pintaría el cabello de rosado?
JongIn estaba riendo, por supuesto que recordaba, fue durante su etapa de adolescente rebelde.
—Siempre he creído que el rosado me hará ver peligrosa —comentó.
—Definitivamente llamarías la atención. —Se burlaba JongIn.
Pasaron una agradable tarde, conversando entre anécdotas, riendo y haciendo planes una vez se mudara a Seúl para iniciar sus estudios. JongIn podía notar que había algo que a SeulGi le incomodaba, había notado que no hablaba demasiado sobre su trabajo, ni cómo había conseguido el dinero para pagar casi por completo la deuda de la casa; solo le decía que estaba prosperando en su trabajo.
Al siguiente día, su hermana fue al banco y a su regreso le comentó sobre las buenas noticias, la deuda estaba un 90% saldada y podrían poner en venta próximamente la casa, una vez se hiciera todo el papeleo. Habían ido por helado a una tienda cercana, como una forma de celebrar las buenas noticias. Estaban en el local conversando, cuando alguien se acercó a su mesa.
—Oh, JongIn, qué bueno que te encuentro ahora, así me evito ir a tu casa —le saludó jovial el chico rubio, KiBum.
JongIn lo saludó mostrando una pequeña sonrisa. Lo había visto un par de veces en su lugar de trabajo y en su casa, ya que era amigo de uno de los inquilinos, además de ser familiar de su compañero en el trabajo de medio tiempo.
—Supe que te graduaste, felicidades. Taemin te envía esto. —KiBum le entregó un regalo envuelto en papel dorado metalizado con un moño rojo.
—Oh, vale —dijo completamente sorprendido—. Dile que gracias, pronto iré a saludarlo.
No se atrevió a abrir el obsequio cuando su hermana, quien había sido prácticamente ignorada, le miraba seriamente. JongIn se sintió mal de repente.
—¿Quién era esa persona? —preguntó estrechando la mirada.
—Es familiar de Taemin —explicó levemente nervioso—. Te lo mencioné el otro día, él también trabaja en la tienda conmigo, además, es el sobrino del dueño del local.
—Mantente alejado, no me da buena espina.
JongIn se sentía extraño.
—KiBum también frecuenta nuestra casa, ya que es amigo de uno de los inquilinos —añadió metiendo una gran cucharada de helado a su boca.
—¡JongIn! ¿Qué clase de personas estás dejando entrar a la casa? —cuestionó enfurecida—. ¿Acaso eres estúpido?
La primera discusión con su hermana ocurrió justo después de salir del local. JongIn prácticamente le reclamó por haberle abandonado, así que no podía culparlo del todo, sí, había tomado malas decisiones al permitir que personas extrañas ocuparan su casa. Los dos estaban molestos y eran orgullosos, así que no darían su brazo a torcer.
Los siguientes días siguieron bajo una tensa convivencia. SeulGi se había encargado de hablar con los inquilinos y comentarles las novedades, tendrían una semana para que desocuparan la casa. Pese a los temores de JongIn, toda la situación se manejó en buenos términos.
No había nada por lo que debiera preocuparse; sin embargo, conforme llegaba el día de su mudanza a Seúl con su hermana, sentía que algo no estaba bien, ya no era una sospecha, sabía que su hermana le ocultaba algo.
—Nini, lo siento. —Su hermana se veía realmente arrepentida durante el viaje—. Yo exageré, no debí decirte esas cosas. Lo siento, sé que te sentiste solo este tiempo, pero ya no será así, nos tendremos los dos de ahora en adelante —agregó entrelazando sus manos.
JongIn se sintió conmovido ante el gesto.
—Yo también te debo una disculpa —añadió arrepentido—, soy consciente de todos los sacrificios que has hecho por mí, para mantenerme seguro. Yo... prometo que te lo compensaré.
Su hermana lo abrazó, y por esas horas de viaje las cosas parecían que irían realmente bien.
JongIn sabía que su hermana no vivía en uno de los mejores distritos de Seúl, pero tampoco esperaba que lo hiciera en un lugar que se veía sumamente peligroso, y no era que él no pudiese adaptarse, solo que no dejaba de pensar en que SeulGi había estado sola viviendo en un sector vulnerable todo este tiempo. Enterarse de esto solo hizo que su resolución por trabajar a tiempo parcial y estudiar arduamente se volviera más fuerte; no quería ser más una carga para ella, haría que su hermana viviera en un lugar agradable. JongIn también estaba esperanzado en obtener esa beca que le aseguraría su primer año en la universidad.
Los siguientes días, tras mudarse con su hermana, fueron bastante desafortunados para su relación, JongIn no lidiaba muy bien con la idea de que SeulGi le estuviera mintiendo respecto a su trabajo, prácticamente se iba desde la tarde y no regresaba hasta cerca del amanecer, con un aroma a alcohol y nicotina que se impregnaba en su ropa. No era estúpido, había hecho un par de cálculos en su cabeza, los ingresos que debió haber obtenido su hermana a lo largo de dos años no obedecían a las supuestas ocupaciones que tenía, ni a sus turnos nocturnos.
JongIn había ido a la universidad para ultimar los detalles de su admisión, en donde le informaron que ese viernes saldría la lista de los becados, en caso de no ser así, JongIn pediría plazos para el pago, él había ahorrado, no quería que SeulGi financiara sus estudios. Al regresar, decidió dar un par de vueltas por el lugar, ya que una de las advertencias de su hermana era que no saliera, y prácticamente había estado encerrado esos días. Tenía 18 años, podía cuidarse solo, aunque su hermana lo siguiera viendo como un mocoso adolescente.
Escuchaba una algarabía a unos bloques de allí, se acercó curioso. Detrás de lo que parecía un bar, se encontraba un improvisado ring de boxeo, las personas a su alrededor estaban apostando. JongIn contagiado con la emoción quiso apostar.
—¿Quiénes están peleando? —preguntó con cierto aire de confianza.
—Mira, ese sujeto de allí —señaló a un joven bastante fornido de rostro amenazante que estaba sentado al otro lado del ring—. Y Dyo, pero no lo veo —indicó el sujeto que lideraba las apuestas—. Es bajito, delgado, grandes ojos.
JongIn no debió pensarlo demasiado.
—¡Genial! Apuesto por el grandulón.
La pelea estaba a punto de iniciar, JongIn estaba hablando con un par de espectadores jóvenes como él, que mencionaban las habilidades del contrincante del grandulón. Ya no estaba muy convencido de apostar por él.
—Kim JongIn, maldita sea, ¿qué haces aquí? —escuchó a SeulGi detrás de él, reprendiéndolo.
Al voltear encontró a su hermana con una expresión furiosa. JongIn también se molestó.
—¿Qué crees que estoy haciendo? —preguntó con evidente ironía.
SeulGi lo sujetó de su brazo, llevándolo a la fuerza, caminando entre las calles como si los persiguieran. JongIn no se resistió, no quería hacer un espectáculo con su hermana mayor.
—¡Te dije que no salieras, JongIn! —exclamó cuando llegaron al pequeño apartamento.
—No me dices lo que está pasando —espetó amargamente—, y así quieres que me quede encerrado como si fuera un delincuente.
—No lo entiendes, JongIn. Es peligroso, no debes salir. Solo hazme caso y no me cuestiones.
—¿Tampoco debo cuestionar tus misteriosos trabajos? —cuestionó a cambio.
Ella lucía sorprendida y su rostro se había enrojecido.
—¡¿Qué?!
—Vamos, SeulGi, no me ocultes más las cosas. ¡No soy un crío! Puedo manejarlo -–habló enfurecido.
La mujer negó con una extraña sonrisa.
—Actúas como uno, JongIn.
Luego de eso, ella se fue a quién sabe dónde; JongIn estaba demasiado furioso como para importarle en ese momento. Pese a que le molestaba, no volvió a salir del apartamento. Tenía que hacerse la idea de que su hermana ya no era la misma que se marchó una vez de Incheon.
JongIn y SeulGi se habían vuelto distantes, sin hablar demasiado en las pocas oportunidades que se veían durante los siguientes días, ya que SeulGi solo aparecía por el apartamento durante un par de horas antes de salir sin decir a dónde. Había notado que casi no comía lo que preparaba, tan solo le daba algunos bocados; a estas alturas, estaba preocupado por su salud. Una vez conociera los resultados de la postulación a la beca, hablaría seriamente con ella, mudarse a un lugar más agradable. La casa ya estaba a la venta, así que podrían conseguir un lugar mejor que ese.
Esa noche estaba leyendo un libro, cuando escuchó golpes en la puerta que se iban intensificando. JongIn, alertado, corrió hasta allí; era la voz de un hombre que preguntaba por su hermana.
—Ella no está —indicó con firmeza.
Los golpes se detuvieron por un momento, JongIn pensó que el otro hombre ya se había ido.
—Soy SeonHo.... Eres JongIn, ¿verdad? SeulGi me habló de ti —comentaba desde el otro lado de la puerta—. Pasaste a la universidad de Seúl, ella estaba muy feliz cuando me lo contó. ¿Puedes abrirme la puerta?
JongIn se armó de valor y abrió la puerta, frente a él estaba un hombre pelinegro, de aspecto descuidado y con una expresión que le hizo recordar a la de su hermana en esos días.
—Te dije que ella no está —dijo luego de que el otro hombre permaneciera en silencio mirando a su alrededor. JongIn se cruzó de brazos observándolo.
—Lo siento, JongIn. Detesto que nos hayamos conocido de esta manera, habíamos planeado una cena y... —negó con la cabeza bajo una expresión melancólica—. Soy Kim SeonHo, el novio de SeulGi.
Le tomó por sorpresa enterarse que su hermana tenía una pareja.
—Veo que ella te contó de mí, lo siento, no puedo decir lo mismo —repuso fastidiado.
—¿Has hablado con ella desde esta tarde? —le preguntó.
—No, ¿por qué? ¿Ocurre algo?
SeonHo lucía más mortificado ahora, conforme los segundos pasaban y permaneciera en silencio. JongIn frunció el ceño, tensando su cuerpo.
—Respóndeme de una maldita vez —vociferó molesto.
Estrechó la mirada, notando recién algunas manchas de sangre en su camiseta. JongIn lo empujó totalmente iracundo hasta que su espalda se estrelló contra la pared. No era una persona agresiva, pero ya había sobrepasado el límite y sabía que esto era mucho más serio.
—¿En qué mierda está metida mi hermana? —exigió saber.
—Lo siento —contestó con sus ojos a punto de las lágrimas—. Primero llama a SeulGi, necesito saber que esté bien.
Lo soltó y marcó su número. Su llamada fue respondida, pero fue una voz masculina la que atendió su teléfono. Frunció el ceño de inmediato con lo que escuchaba y no tuvo tiempo de replicar cuando la llamada fue cortada y su celular apagado.
—Está con otro hombre, ¿contento?
—De seguro está con YunHo —murmuró SeonHo bajito.
—¿YunHo? ¿Quién se supone que es?
SeonHo suspiró pesadamente antes de indicarle que YunHo era el jefe de su hermana, un hombre poderoso que no tenía las mejores intenciones. JongIn pasó una mano por su cabello oscuro que caía en su frente, con lo que escuchaba.
—¿Cómo es que sigue trabajando para una basura como esa?
JongIn tenía ganas de golpear algo, o alguien, estaba enojado con su hermana y con el estúpido de su noviecito.
—Mira, SeonHo, ¡dime qué cojones está pasando! No descansaré hasta descubrirlo.
Su intimidación pareció remover algo en el otro hombre, quien empezaba a temblar.
—No soy yo quien debe contarte esto —indicó visiblemente nervioso—. Solo no juzgues a tu hermana, ella te ama y lo hizo por el bienestar de los dos.
JongIn negó.
—Pudo haber confiado en mí si tenía problemas, no soy un inútil.
—SeulGi es una gran mujer y la amo, y no quiero que siga trabajando para ese jefe, Ella... aún pueden vivir lejos, tienen que hacerlo. Soo, SeulGi y tú, JongIn deben establecerse lejos de aquí, yo ya no puedo. Quise protegerlos, pero... no. —Su voz se quebró.
—SeonHo... —Su bravuconería se desvaneció, cuando el otro hombre se fue tan inesperadamente como llegó, dejándolo en un mar de dudas y preocupaciones.
No durmió en las siguientes horas, estaba a punto de llamar a la policía cuando su hermana entró al apartamento en la mañana. JongIn en ese instante sintió una gota de alivio y la abrazó fuertemente.
—¿Dónde has estado? Estuve muy preocupado por ti. Te quiero, hermana.
Sintió cómo ella se aferraba a él, su cuerpo estaba temblando y escuchó un par de sollozos.
—Todo va a estar bien, los superaremos los dos, juntos —JongIn dejó que se tranquilizara por unos minutos—. Sabes que tenemos que hablar. Nada de ocultarnos las cosas —expresó suavemente.
—Sé que SeonHo estuvo hablando contigo, Nini —dijo ella—. Lamento que se conocieran de esa forma, no era nuestra intención. SeonHo y yo cocinaríamos para ustedes...
JongIn sonrió brevemente antes de guiarla hacia la habitación. Allí, más calmada, SeulGi le reveló todo lo que había estado haciendo en esos dos años, trabajando para YunHo y ChangMin, cosas de las que estaba arrepentida, a pesar que SeonHo nunca quiso que trabajara para ellos, especialmente para YunHo que era él más temible.
—Si ese tal YunHo cree que eres una infiltrada es porque... —JongIn estaba sufriendo en su interior, se mantenía fuerte para que su hermana no se sintiera peor. Estaba asustado—. Es mi culpa.
JongIn lo había pensado a medida que ella le revelaba la verdad. Los inquilinos que ocuparon su casa, sabía que no eran buenas personas y ahora había metido a su hermana en problemas.
—Nini, no, no es tu culpa. Son mis decisiones las que nos han metido en esto, no te sientas culpable, yo no debí hacer lo que hice en primer lugar.
—Y vas a ir con ellos... para protegerme. —No podía imaginar las cosas horribles por las que pasaría su hermana con esos animales—. No, yo iré a esa fiesta, estaré bien.
—Tú tienes un futuro brillante fuera de aquí, si vas es como si todas las cosas por la que he atravesado no hubieran servido de nada. Asistiré y cuando me vean allí se darán cuenta que no soy una soplona y las cosas se aclararán.
JongIn esperaba que fuera así. Sería demasiado optimista si esperaba que las cosas se solucionaran fácilmente. Solo deseaba que esa semana pasara rápido.
—Me has tenido en una burbuja, hermana, protegiéndome. Nunca te lo agradeceré lo suficiente.
SeulGi lo abrazó.
—Pronto podemos empezar de nuevo en otra parte, irás a la universidad y te graduarás. Además, JongIn... Estoy embarazada. Serás tío.
JongIn estaba inquieto y no era para menos, SeulGi había salido en la tarde, ya que la requerían para un trabajo de último minuto. Ella le había asegurado que vendría antes de irse a aquella fiesta; aún no se hacía la idea, le hervía la sangre al pensar en ello. Eebía ser él, no podía dejarla ir.
La había llamado a su celular pero no contestaba, lo mismo que con el de su novio.
El cielo ya había oscurecido y no había señales aún de ella. Su celular timbró haciéndole dar un pequeño brinco, su desilusión fue grande al leer en la pantalla el nombre de TaeMin. No había hablado con él desde que se mudó, y por alguna razón, que lo llamara ahora le hacía tener un mal presentimiento, y pronto lo averiguó.
—JongIn, lamento llamarte para darte malas noticias.
Hubo una ligera pausa, en lo que se sentó y apretó su celular entre sus manos y aguardó.
—Es la casa. Unos vándalos entraron y le prendieron fuego. L-Lo lamento, apenas nos dimos cuenta, hicimos lo que pudimos, pero ya era demasiado tarde para-.
JongIn colgó, su respiración quedó entrecortada, su mano seguía apretando fuertemente el celular y sus ojos permanecían abiertos con una expresión vacía. Lentamente salió de su letargo y salió despavorido del apartamento.
SeulGi. Tenía que encontrarla.
Las calles estaban solitarias, era extraño ver tanta tranquilidad. No sabía hacia dónde ir, a quién llamar, cuando las dos únicas personas que conocían no respondían. Llevó sus manos a la cabeza mirando hacia los lados, cual desesperado. Como una especie de milagro, vio cerca de una de las esquinas a un par de chicos, JongIn se acercó a ellos, sin mucho que perder, uno de ellos se encontraba gravemente herido.
—¿Conocen a SeulGi o a SeonHo? ¿Los han visto pasar por aquí? —preguntó presuroso.
—En la bodega, se los llevaron a la bodega. —El hombre herido fue quien habló señalando a una dirección—. No me hagas daño —pidió.
Los otros dos hombres negaron. JongIn agradeció extrañado, y corrió velozmente en dirección a donde habían apuntado. Su corazón latía aceleradamente, estaba desorientado por completo, no sabía hacia dónde ir, quería encontrar a su hermana y llevarla lejos, si tendría que presentarse en una fiesta y dejarse hacer por hombres mayores, lo haría, lo haría todo para que ella estuviera bien. Derramó un par de lágrimas y cuando estuvo a punto de tomar otro camino, divisó lo que podía ser una bodega.
Cada paso que daba le hacía sentir que su corazón saldría de su pecho, estaba temblando, la bodega estaba oscura y silenciosa cuando ingresó. Sintió un nudo instalándose en su estómago, su pie tropezó con una pieza metálica, JongIn la tomó entre sus manos, la usaría como un arma en caso tal.
Susurró el nombre de su hermana, quería marcharse, no era posible que su hermana estuviera aún allí. Con su otra mano sacó su celular y la volvió a llamar, aún nada, no había respuesta. Escuchó algo, los vellos en su nuca se crisparon, era algo suave, un murmullo. Sigiloso, se movió hasta allí, acercándose, y vio a su hermana tirada en el piso, con la luz que entraba pudo ver la silueta de una persona al lado de SeulGi. JongIn apretó lo que tenía en sus manos y, movido por la adrenalina, golpeó a esta persona, quien cayó inconsciente.
Velozmente se acercó a su hermana y, horrorizado, notó la sangre a su alrededor que mancharon sus dedos.
—SeulGi, no, no, despierta, por favor. —JongIn tomó el cuerpo de su hermana, esperando que reaccionara, pero no lo hizo, sus ojos permanecieron cerrados—. No me dejes, te lo suplico —pidió entre sollozos.
No supo cuánto tiempo estuvo allí, llorando desconsolado aún abrazado a su cuerpo, esperanzado a la mínima posibilidad de que ella despertara o que tal vez él lo hiciera.
Alguien tocó su hombro, JongIn se removió inquieto.
—Soy yo, JongIn, tranquilo.
Encontró un rostro afable que no esperaba ver, su confusión reinó en sus rasgos ahogados por el dolor.
—S-Señor Kim. —Reconoció el rostro del dueño del local en el que trabajó en Incheon.
—Lamento profundamente lo ocurrido, Taemin me comentó lo sucedido, así que imaginé que estabas en problemas.
JongIn volvió a llorar.
—Hay otro cuerpo sin vida en la otra habitación, ¿puedes ir a verlo?
Apenas se daba cuenta que habían más personas a su alrededor, pero no le hicieron nada, estaban moviéndose por el lugar, pero él apenas lo notaba. Entró a la otra habitación, JongIn reconoció a SeonHo allí, todos estaban muertos.
JongIn regresó y le dijo al señor Kim.
—¿Qué hay de esta persona? —señaló el mayor a la persona que había golpeado antes—. ¿Quieres que nos deshagamos de él?
—No quiero más muertes por hoy —murmuró cabizbajo.
JongIn no comprendía en ese momento todo lo que sucedía alrededor, ni por qué el señor Kim estaba siendo tan amable con él, ni mucho menos por qué había tantas personas que parecían obedecer sus órdenes.
No fue hasta el otro día, cuando despertó en una amplia habitación, el señor Kim estaba allí con un té que le entregó apenas despertó. Todo el dolor se arremolinaba nuevamente y la comprensión de que realmente estaba solo, no tenía familia y ni un lugar donde vivir.
—No tienes por qué estar solo, JongIn —indicó suavemente.
Era como si el señor Kim le hubiese leído la mente.
—Hemos traído tus cosas y las de tu hermana. No es prudente que regreses a ese lugar —explicó.
JongIn permanecía en silencio, mirando la taza humeante.
—Puedes pertenecer a nuestra familia, podrás estudiar, y cuando lo desees, puedes abandonar el nido. Te doy mi palabra.
—Usted sabe quién la mató, ¿no es así?
Era todo lo que en ese momento le importaba. Podía sobrevivir al dolor, porque JongIn solo quería una cosa y no descansaría hasta lograrlo.
Vengaría sus muertes.
Con este capítulo cerramos el recorrido por el pasado del Kadi, este capítulo se conecta con el 13, que es desde la perspectiva de KyungSoo 😔
Espero les siga gustando esta historia. 💜
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