13
Mayo de 2010
KyungSoo había recibido una paliza de su última pelea, lo que le valió una leve cojera y una ceguera parcial en su ojo izquierdo debido al párpado inflamado. Hacía varios meses que no tenía un rival tan difícil de vencer, era un joven como él, con el doble de su peso, fuerte pero lento, lo que finalmente se convirtió en su única ventaja sobre el cuadrilátero.
Cuando Kim SeonHo, su amigo, lo vio entrar al pequeño apartamento que compartían, hizo una mueca de dolor como si hubiese sido a él a quien golpearon.
—Al menos dime que el otro tipo quedó peor.
KyungSoo, de 19 años, rodó los ojos y dejó caer sobre la mesa el fajo de dinero que había ganado en el encuentro. Intentó sonreír pero había un corte en su labio que se lo impedía.
—Nada mal —dijo su amigo contando el dinero—. Con la atención médica que necesitas más los medicamentos, probablemente te quede... uhm ¡Nada!
KyungSoo se irritó y negó con la cabeza. Siempre era lo mismo con SeonHo, se llevaban 5 años de diferencia y constantemente estaba cuestionando sus entradas de dinero, como si las de él fuesen mejores o las más legítimas.
—No necesito ir al médico —contestó en un tono que denotaba su molestia—. Estoy bien.
—Díselo a tu ojo morado. —Su amigo se acercó a su rostro para evaluar sus heridas—. Es una suerte que aún conserves todos tus dientes, mocoso —agregó con una sonrisa juguetona—. Uno de estos días, tu cara ya no será tan linda como ahora.
KyungSoo comenzaba a exasperarse.
—Entonces, ¿qué sugieres? ¿Qué me una a tu banda de criminales? —enarcó una de sus cejas y sus manos se cerraron.
—No, no hace falta. —SeonHo había descendido la mirada. KyungSoo odiaba esa expresión en el más alto—. Con lo que yo he ganado, más lo de SeulGi, podríamos vivir bien los tres... Cuatro. Podrías ir a la universidad, KyungSoo, pagaría tu educación.
Había tenido tantas veces esta conversación, en la cual SeonHo defendía su trabajo en las calles, siendo solo un peón para criminales que no dudarían en darle la espalda para su conveniencia. Siempre llegaban al mismo punto, por lo que esta vez ni siquiera insistió y decidió cambiar de tema.
—No he visto a SeulGi en estos días, ¿está todo bien con ella? —preguntó, genuinamente curioso.
—Está fortaleciendo lazos con su hermano menor, ahora que fue admitido a la Universidad de Seúl... y tenga que ocultarle su trabajo —indicó con una mueca esto último.
Sabía que SeulGi era de Incheon y supuso que no tenía familiares, ya que desde que se conocían, jamás lo había mencionado, por lo que a KyungSoo le resultó toda una sorpresa enterarse de la existencia de un hermano.
—Una razón más para que dejen ese negocio —opinó dándole un par de palmadas sobre su hombro—. De seguro ChangMin no lo notará —murmuró de camino al baño.
ChangMin era quien se encargaba que las pandillas de ese distrito, incluyendo a la que pertenecía amigo y su novia, acataran todas las órdenes; era un hombre sin escrúpulos que asesinaba a sangre fría a quien se le diera la puta gana o a quien le ordenaran. Claro que el verdadero líder de esas bandas criminales era Jung YunHo, quien rara vez era visto en las calles, y no necesitaba hacerlo, ya que todas las veces, su mano derecha, era quien se encargaba del trabajo sucio.
Para KyungSoo los dos eran una misma escoria, un daño a la sociedad, así que intentaba mantenerse alejado, aunque ganar dinero producto de peleas callejeras hacía que un par de ojos no deseados estuvieran siempre puestos sobre él, vigilantes. Él nunca estuvo interesado en hacer parte de una pandilla o de alguna transacción criminal, contrario a lo que pensaba SeonHo o SeulGi.
Se miró en el pequeño espejo del baño, se veía terrible pero al menos había conseguido dinero por su propia cuenta; tomó el botiquín y empezó a desinfectar las heridas. Algún día tendría lo suficiente como para salir de ese hoyo de degradación, empezar de cero lejos de ese mundo. Había corrido con la mala suerte de nacer en el lado malo de la ciudad, pero en unos tres años podría estar del otro lado, aplicar a una universidad y tener un empleo decente. Esperaba que, para ese tiempo, SeonHo lo pudiera acompañar.
Un par de días después, KyungSoo estaba fumando a las afueras del bar en el que había estado las últimas dos horas. Luego que varios miembros del grupo más cercano a ChangMin llegaran, el ambiente se había puesto pesado y no estaba de humor para pelear con alguno de ellos.
Su cabeza era un jodido lío, estaba a punto de estallarle desde su última confrontación con SeonHo unas horas atrás. Su amigo había llegado con manchas de sangre en su camiseta y calzado, había perdido color en su rostro y respiraba agitadamente, tanto que KyungSoo pensó que se desmayaría en cualquier momento.
SeonHo le confesó, con cierta dificultad, que había tomado el arma y apretado el gatillo, acabando así con la vida de uno de sus supuestos compañeros, todo porque no había acudido a un par de reuniones presididas por el líder. Ahora SeonHo ya no podría salir, nunca podría dejar ese agujero, había demostrado lealtad a YunHo y a toda su maldita organización y eso era lo que esas ratas querían, doblegarlo para que de esa manera ni se atreviera a considerar huir.
KyungSoo, frustrado y enervado al escuchar a su amigo, había golpeado su rostro, esperando tal vez una reacción igual a la suya, pero el otro hombre estaba quebrado, mentalmente deshecho, con una culpa en su conciencia que solo se borraría con otros actos iguales al anterior, hasta que estos no significaran nada para él. El menor de los dos no pudo verlo así, por lo que salió de allí con lágrimas en sus ojos que nunca salieron.
Ahora, en medio de la oscuridad y con la capa de neblina mezclándose con el humo de su cigarrillo, intentaba pensar con claridad, qué debía hacer, encontraría una forma de salvarlo. KyungSoo se recostó sobre la sucia pared maloliente, dando una última calada a su cigarrillo. Una sonrisa entristecida asomó en sus labios, luego de minutos en los que su cerebro prácticamente se había apagado; su mamá apareció en su mente, ni siquiera recordaba su rostro, ella debía sentirse culpable por abandonarlo antes de que pudiera defenderse por sí mismo. Por lo que siempre fueron SeonHo y él, los dos buscando la manera de escapar, y ahora estaba solo de nuevo.
Escuchó un forcejeo que lo sacó de sus pensamientos y lo puso alerta. Su frente se arrugó con el par de murmullos de lo que parecía ser una discusión. Dio un par de pasos hacia la esquina, se asomó brevemente y pudo distinguir, a unos metros de allí, a SeulGi, y de espaldas a él, a una figura mucho más alta. Ese debía ser ChangMin.
Solo escuchaba un par de palabras al azar, no sabía si todo esto era sobre SeonHo. ChangMin sujetaba el brazo de SeulGi con fuerza y ella parecía molesta por la forma en la que miraba al criminal, hasta que ChangMin exasperado, gruñó y la empujó haciéndola tropezar.
Desde donde estaba KyungSoo, podía ver su cuerpo estremeciéndose y sollozando, mientras ChangMin le seguía reclamando, sujetándola nuevamente.
Llevó una mano a su frente, parte de sobrevivir era no meterse en los asuntos de otros, pero era SeulGi, lo más cercano a una familia, por lo que salió de su improvisado escondite, caminando con firmeza. Era extraño que ChangMin no estuviera rodeado por algunos de sus matones.
—Hazlo, sino quieres que tu pequeño... —murmuraba ChangMin amenazante cuando KyungSoo apareció en escena con una expresión fría—. Oh, mira quién llegó, el maldito lobo. —Se burló tras notarlo con una sonrisa torcida.
El aspecto del otro hombre podía pasar fácilmente por el de una celebridad perdida en un barrio de clase baja. Su traje negro, camisa blanca y su cabello bien peinado le daban un aspecto de clase, que por supuesto no tenía. Nada en su apariencia podía borrar completamente lo repugnante de esa persona, pensaba KyungSoo.
—Suéltala —masculló con fuerza, cerrando sus manos mientras se acercaba a la figura más alta, quien parecía entretenido con su presencia allí.
—KyungSoo, no te metas. —La mirada de SeulGi era desafiante, sin rastro de lágrimas.
No podía creerlo, pero eso se ganaba por ser un entrometido. Un idiota.
—Ya escuchaste a la dama —ChangMin apretó el agarre, provocando que SeulGi gimiera de dolor—. Regresa por tu camino, lobo solitario.
—Te dije que la soltaras, maldito imbécil.
Estaba a punto de arremeter contra él, su sangre parecía hervir.
—Como digas... — bajo una mirada amenazante, el criminal empujó a SeulGi.
KyungSoo evitó que cayera, mientras ChangMin estallaba en escandalosas carcajadas, aplaudiendo en dirección a él.
—Eres todo un caballero, Do KyungSoo. Pero mi paciencia tiene un límite... —sentenció sin una gota de diversión.
—No te tengo miedo —masculló irritado.
—Qué fácil es hablar, KyungSoo —le dijo con una extraña expresión—. Y tú, SeulGi bonita, no olvides lo que hablamos. —Se despidió con aire despampanante, acariciando la mejilla de la mujer, quien tembló repudiada ante el gesto.
—Dime qué está pasando, SeulGi. —Una vez quedaron fuera de la presencia de ChangMin, inquirió con un gesto hostil.
—No es de tu interés.
Empezó a caminar, pasando por un lado. KyungSoo se irritó aún más, tenía mala espina con lo que había pasado con SeonHo.
—Puedo ser bastante persistente —insistió.
—Es mi trabajo, KyungSoo. No te metas —mencionó intentando restarle importancia.
—Te amenazó. —Se puso delante de ella. Un pliegue se formó en su frente al apreciar la cara de la mujer—. Ese malnacido te ha estado golpeando —repuso irritado.
Para nadie era un secreto que desde que llegó a ese distrito, SeulGi había captado el interés de ChangMin.
—No son golpes. —Ella esquivó su mirada.
—No me tratas por un idiota —replicó—. Vas a decirme que está pasando, si no quieres que le cuente a tu hermano a qué te dedicas.
Sabía que había dado en el clavo, SeulGi tembló y su rostro palideció, y algo sorprendente pasó, ella estaba llorando.
KyungSoo la llevó a su apartamento, SeonHo no se encontraba, le preocupaba no encontrarlo allí. SeulGi se había calmado, aun así le preparó un té, siendo consciente que estaba comportándose demasiado amable.
—¿Sabes lo que pasó con SeonHo? —preguntó con un dejo de irritación, luego de entregarle la bebida.
Ella tembló de inmediato, asintiendo brevemente. KyungSoo recién reparaba en su vestimenta.
—¿Estás acostándote con ChangMin?
—No, diablos no —negó velozmente.
KyungSoo estrechó la mirada.
—¡Maldita sea! Habla de una vez. ¡¿En qué jodida mierda están metidos para que ChangMin te esté agrediendo?! Y ahora SeonHo...
—YunHo necesita que le demuestre mi lealtad... —SeulGi le confesó, intentando lucir indiferente.
KyungSoo sabía que había algo más.
—Estás vestida como una puta, como si fueras de su propiedad —observó.
—Solo estoy atrayendo a las personas que desea YunHo para sus reuniones. Tampoco es tanto escándalo, KyungSoo.
Sabía de la fijación de YunHo por las mujeres u hombres jóvenes. ChangMin se encargaba de reclutar y llevarlas a estos festines sexuales; por lo que le sorprendió que ahora fuese SeulGi quien se encargara de esto.
KyungSoo aún recordaba que ChangMin se la había acercado, dos años atrás y en nombre de su jefe, con una propuesta de ese tipo y con la promesa de dinero fácil, a la que felizmente había rechazado. Pese a la insistencia de formar parte de su grupo de criminales, KyungSoo siempre había tenido clara su respuesta.
—Desagradable —comentó con un tono mordaz—. Sabes que no se detendrá allí, ¿verdad? Uno de estos días serás tú a la que pedirán para que complazcas a esos bastardos.
La mirada de SeulGi se fijó en él, antes que su labio inferior temblara, y sus ojos se llenaran de lágrimas. A KyungSoo no le complacía la reacción que había despertado en ella, pero se sintió con un peso menos al lograrlo.
—YunHo solicitó que yo estuviera... —habló luego de unos minutos con voz temblorosa, negando con la cabeza antes de continuar—: no puedo hacerlo. Él sigue sospechando de mí, KyungSoo —confesó con un rastro de desesperación—. YunHo sigue pensando que soy una traidora... pero no es cierto, KyungSoo. Tú lo sabes.
—¿De dónde carajos salió con esto? —preguntó con evidente molestia. SeulGi llevaba casi dos años trabajando con ellos.
—¡Eso es lo de menos! ChangMin le contó a YunHo sobre la visita de mi hermano, y si yo no asisto a una de sus asquerosas fiestas, quiere que.... —resopló con una expresión derrotada.
KyungSoo sintió una punzada de pena por ella e irritación, la situación era bastante mala.
—Quiere que lo lleve conmigo —continuó—. Mi hermano no merece esto, es un buen chico y recientemente pasó a la Universidad. Él no tiene la culpa de mis errores.
—Lo estás haciendo para protegerlo. —KyungSoo sintió la necesidad de tomar las manos de SeulGi, en un intento de confortarla.
—Ni siquiera sé por qué te estoy diciendo todo esto, KyungSoo —dijo con una sonrisa rota—. Así que ahora tendré que ir con YunHo, no tengo otra opción —agregó con un encogimiento de hombros—. Ni siquiera le he comentado esto último a SeonHo. Él está ahora lidiando con sus propios demonios.
El teléfono los sacó del silencio espeso que se había formado entre ellos tras su última declaración.
—Es mi hermano, no puedo.
KyungSoo tomó el celular en su lugar y contestó:
—Habla con el novio de SeulGi, estaremos ocupados toda la noche, no llames. Adiós.
Ni siquiera esperó alguna contestación, colgó y en seguida apagó el celular.
Su mente seguía navegando en un solo pensamiento, ¿por qué YunHo creería que SeulGi era una clase de traidora? Tal vez algo en su pasado en Incheon era lo que había despertado dudas en él.
Despertó con las voces de SeulGi y su amigo resonando por todo el lugar, frotó sus ojos y se puso de pie, acercándose lentamente hacia la pequeña sala. No había visto a SeonHo desde su discusión de ayer, por lo que se alivió de verlo allí, aunque por su aspecto, se le notaba agotado y con más años de los que en realidad tenía. KyungSoo apretó los ojos fuertemente, descansando la frente sobre la pared por un par de segundos, pensando en lo impulsivo que había sido la tarde anterior al reaccionar de esa manera y golpearlo.
—Esto nunca va a terminar.
Escuchó decir a SeulGi con un rastro de urgencia en su voz.
—Tiene que haber alguna forma —intervino SeonHo hablando en voz baja—. No permitiré que esos bastardos los toquen —agregó acercándose a su novia para dejar un casto beso sobre su frente.
KyungSoo negaba con la cabeza. ¿Cuántas veces no les advirtió de las consecuencias? ¿Por qué él podía vivir una vida sin estar recibiendo órdenes de criminales?
—¿Te parece muy divertido todo esto, KyungSoo?
SeulGi, quien se dio cuenta de su presencia, le miraba con fiereza, dispuesto a atacarlo si fuera necesario. En tanto, SeonHo rehuía su mirada.
—No, al menos no del todo —agregó acercándose a la pareja con un semblante serio—. Solo es malditamente curioso cómo se han tornado las cosas para ustedes.
—KyungSoo, por favor —intervino su amigo en tono conciliador, tomando la mano de su novia.
—¿Qué, SeonHo? —exclamó molesto—. SeulGi está aterrada por lo que esos estúpidos pueden hacerle —agregó dándole una mirada acusadora—. Y tú, hombre, estás hecho una mierda desde ayer... ¿Aún piensas en lo que hiciste? ¿Aún crees que vale la pena? —continuó juzgándolos, elevando la voz en cada pregunta.
Vio el semblante sombrío de su amigo y se detuvo, apretando los labios. Las uñas de sus manos se enterraron en sus palmas. Se sentía irritado e impotente, tal vez había sido muy duro, pero era porque él también estaba aterrado, y le costaba comprender que ellos estaban en esa posición.
—¡Eres un maldito hijo de perra! —exclamó ella enfurecida.
SeulGi estaba a punto de golpearle de no ser porque SeonHo la detuvo.
—Suéltame —le gritó histérica a su novio.
KyungSoo permaneció en su lugar.
—SeulGi... no —soltó SeonHo derrotado.
—¡Este bastardo tiene que saber!
KyungSoo no había reparado en las lágrimas que en silencio derramaba SeonHo,
—¿Saber qué? —cuestionó, frunciendo el ceño.
—Nada, KyungSoo —le respondió su amigo.
—Él tiene que saberlo, SeonHo —advirtió SeulGi—. Tiene que salir de esa burbuja en que lo has puesto.
—Habla —Su corazón latía aceleradamente a la espera de una respuesta.
—Eres un ingenuo —respondió ella con una sonrisa de medio lado—, al creer que podrías liberarte tan fácil del grupo de YunHo. ¡Abre los ojos! —exclamó— SeonHo salvó tu trasero.
—¡¿Qué?! Estás mintiendo.
KyungSoo negaba con la cabeza. Se sentía ahora molesto con sus palabras vacías, mientras SeulGi reía burlonamente y su amigo permanecía sin emitir palabras, aunque su rostro era sombrío.
—Ve con tu hermano —susurró—, después hablamos.
SeonHo le dio un corto beso en sus labios, antes que SeulGi a regañadientes abandonara el lugar.
KyungSoo, entre tanto, tenía mucho qué decir, pero ninguna palabra salía de su boca. ¿Su amigo lo había salvado de YunHo? Todo este tiempo...
—Lamento que te enteraras así...
—¿Así que es cierto lo que dijo SeulGi? —preguntó incrédulo, sentándose en el piso.
SeonHo lo acompañó a su lado, asintiendo en silencio.
—¿Decidiste trabajar para ellos por mí? —concluyó con sus ojos humedecidos con las lágrimas que atentaban salir.
Su amigo volvió a asentir con la cabeza y le contó lo que había hecho por él para mantenerlo fuera de las garras de YunHo, para mantenerlo protegido y él nunca supo hasta ahora.
Todas las veces en las que KyungSoo le pidió que se saliera, renegando sus decisiones y juzgándolo por pertenecer a esa organización, sintiéndose mejor consigo mismo por haberse negado todas las veces en que ChangMin le insistió, cuando realmente nunca tuvo opción y su amigo había guardado silencio, sacrificando tanto por él. KyungSoo estaba llorando sin siquiera ver a su amigo.
—Eres como un pequeño hermano para mí, Soo. No iba a permitir que esos bastardos pusieran un dedo encima de ti —explicó con una media sonrisa, como si con ello realmente fuese suficiente.
Su cuerpo temblaba y su amigo pasó un brazo sobre su hombro, como si fuera un pequeño, se sentía tan indefenso.
—Podrías habérmelo dicho... No soy de crista.l —Su voz salió trémula.
—Te habrías negado, KyungSoo. Era algo a lo que no podía arriesgarme.
Su culpa iba creciendo, mortificándolo.
—Lamento todo lo que te he dicho. Si hubiera sabido, yo...
—Sé que fue tu manera de mantenerme a salvo, lo entiendo Soo, no tienes que sentirte culpable —SeonHo hablaba con tranquilidad, mientras KyungSoo solo asentía entre lágrimas—. Siempre me he sentido orgulloso del hombre en el que te has convertido. Ahora, escúchame con atención, las cosas no están en el mejor momento, probablemente sea mejor que tengas esto, solo en caso de que todo se complique verdaderamente.
KyungSoo, con los ojos llorosos, aceptó la libreta rectangular que le entregaba.
—Esto es una cuenta en un banco —manifestó confuso, mirando a su amigo.
—Es tuya, KyungSoo, vas a estudiar y salir de este lugar —afirmó, mirándolo directamente a sus ojos—. Aquí también están los ahorros de SeulGi para su hermano, entrégale la mitad a él.
—¿Por qué me das esto ahora? —preguntó, temeroso de su respuesta honesta.
—Porque nuestro futuro es incierto, Soo. Tú siempre tuviste razón —complementó con una pequeña sonrisa enmarcada en su rostro sombrío.
—Realmente nunca hay forma de salir de esto —replicó KyungSoo sombrío..
—Te quiero, Soo.
—Yo también te quiero, hermano.
SeonHo no había regresado a casa al día siguiente, sabía que YunHo lo estaba exprimiendo para demostrar su lealtad, luego de pasar al siguiente nivel en la organización; mientras SeulGi intentaba limpiar su nombre. El festín de YunHo era esa misma noche, por lo que no tendría escapatoria.
KyungSoo subió lentamente las gradas hacia el cuarto piso donde se encontraba el apartamento, luego de un par de peleas que lo mantuvieron con la mente ocupada, en esas horas solo quería descansar. Estaba decidido a hablar directamente con YunHo al día siguiente y llegar a un trato; no deseaba que su amigo siguiera sacrificándose por él, no lo permitiría más.
Antes de llegar al apartamento, sintió un revoltijo en su estómago, la puerta se encontraba levemente abierta. El agotamiento se esfumó en un segundo, subió velozmente las gradas restantes y, con el corazón acelerado, ingresó. Sus ojos se abrieron gravemente, todo estaba puesto de cabeza, muebles y libros arruinados sobre el piso; mantas y ropa sobre el piso rasgadas, hacían un camino a la única habitación. Corrió hacia allí, en donde encontró el colchón hecho pedazos. KyungSoo no salía del shock inicial, sus manos temblorosas se acercaron hacia una de las tablas sobre el piso que escondía un espacio que usaba para guardar sus ahorros, para su horror descubrió que no había nada, ellos tomaron todo su dinero.
KyungSoo deseaba gritar, llorar de la impotencia, pero nada de eso sucedía, su cuerpo parecía no querer responderle. Como pudo, intentó marcarle a SeonHo a su celular, pero estaba apagado, lo mismo sucedía con el de SeulGi.
Hubo un momento cuando su vista se oscureció y su cuerpo se debilitó, olvidó las náuseas y, con una fuerza renovada, salió del apartamento directo a las calles que se encontraba extrañamente tranquilas. KyungSoo se detuvo por un momento en una esquina, luego de haber estado corriendo como un maníaco; en cada bocanada de aire que tomaba, sentía arder sus vías respiratorias.
Sabía lo que esto significaba, siguió insistiendo a los celulares de ellos, pero no había respuesta y esto solo hacía crecer su ansiedad. Luego de pensarlo, se dirigió a la habitación en alquiler donde SeulGi se hospedaba, pero en eso, vio a un par de compañeros de oficio de su amigo, así que se acercó a ellos, ocultando la incertidumbre bajo una máscara de frialdad y una mirada amenazante que barrió las caras de aquellos maleantes.
—¿Dónde está SeonHo y SeulGi? —preguntó con una valentía superficial.
Los tres hombres, más altos que él, le regalaron miradas divertidas, ninguno dispuesto a hablar.
—¿Dónde carajos está? —insistió con ahínco.
—Regresa a tu cueva, gnomo. —Se burló uno de ellos, provocando risas entre el par.
KyngSoo gruñó antes de susurrar:
—Realmente no quería hacer esto.
De manera sorpresiva, atacó a uno de ellos haciéndolo caer, se sentó sobre su pecho y lo golpeó repetidamente mientras sus amigos intentaban alejarlo, pero no lo lograban. Era tal su furia que no medía sus golpes.
—Maldito, ¡responde!
En el rostro del maleante se dibujaban moretones alrededor de sus ojos, probablemente KyungSoo había roto su nariz, debido a la sangre saliendo a borbotones. Toda su rabia salía en cada golpe que daba, sus dientes se apretaban con fuerza, hasta que los otros dos hombres lograron alejarlo.
KyungSoo intentaba desajustarse, podría lograrlo.
—ChangMin los estaba buscando, a él y a su novia —dijo uno de los que lo retenía—... Probablemente.
—Los llevó a los límites del distrito —interrumpió el otro—. Vete ahora. No queremos estar involucrados en sus mierdas.
KyungSoo sentía que todo el aire se iba de sus pulmones, la adrenalina que sintió un momento atrás desapareció, corría pero no podía mantener el ritmo. El límite del distrito, donde el reinado de YunHo desaparecía. Negó con la cabeza, con las lágrimas saliendo y el viento frío golpeando su cara; había una bodega en esa zona, el lugar donde ChangMin ultimaba a quienes creía eran merecedores de su condena.
El silencio era aplastante cuando ingresó a la bodega, la luz de las farolas afuera proveía un poco de luz,
—SeonHo... —murmuró temeroso, volviendo a repetir su nombre, al tiempo que se adentraba entre los pasillos.
Caminaba despacio, alerta a cualquier sonido. Sus manos estaban frías, la angustia lo estaba carcomiendo.
—SeonHo —dijo nuevamente sintiendo el nudo en la garganta a medida que pasaban los segundos—. ¡SeonHo! —Su expresión se convirtió en una de terror en un grito que rasgó su garganta—. SeonHo... —repitió su nombre entre hipidos acercándose a su amigo quien yacía alrededor de un charco de sangre. ¡Su sangre!
—KyungSoo —murmuró con dificultad, cuando estuvo a su lado.
—Aquí estoy, n-no hables, voy a llamar a una ambulancia. —Sus manos temblaban mientras buscaba su celular, y con la otra intentaba controlar la sangre que salía de su pecho.
—Lo subestimamos, ustedes son fuertes, pero no me arrepiento. Te quiero —expresó débilmente.
—Yo también te quiero, resiste un poco más. —Su voz se quebró, fruto de la agitación en su corazón.
Acarició el rostro de su amigo mientras se contactaba con una ambulancia
—La ayuda ya estará aquí —dijo con un hilo de voz.
SeonHo hizo un breve movimiento con su cabeza y con dificultad habló nuevamente:
—Encuentra a SeulGi, protégelos.
KyungSoo se resistía a dejar a su amigo, quien empezó a convulsionar, expulsando sangre de su boca. Sus manos estaban cubiertas de su sangre.
—No me puedes dejar, SeonHo. Te amo —dijo con la voz ronca. Podía sentir como todo sobre él se desmoronaba.
Su amigo exhaló y KyungSoo entre lágrimas sabía que se había acabado todo. No tardó mucho en encontrar a SeulGi yaciendo sobre el frío suelo, la imagen era igual de desgarradora a la que había dejado con cierta renuencia en la habitación anterior.
—Nini, ¿e-res tú? —preguntó ella en un hilo de voz.
KyungSoo se acercó hasta quedar a su lado.
—Sí, soy yo —respondió entre lágrimas.
—Te amo. —Y ella se fue.
KyungSoo se llevó sus manos a su boca, ahogando un grito. En ese momento no supo qué hacer y la presión en su pecho era demasiado para soportar; el dolor abriéndose paso lo estaba asfixiando, sus lágrimas salían descontroladas entre gimoteos y espasmos que sacudieron su cuerpo. Los había perdido a los dos de la manera más cruel y fría.
En algún momento, recibió un golpe en la cabeza de alguien que sigilosamente se había acercado y provocado que cayera inconsciente.
Al despertar, el dolor en más de un sentido lo intoxicó, se sentía enfermo y sin energías para respirar, pero aún lo hacía. Estaba sobre la banca de un parque, sus pertenencias seguían allí con él, incluyendo el obsequio de SeonHo en su chaqueta... Pensar en él hacía que su corazón se quebrara, una ola de llanto llegó y lo sucumbió por un momento.
Llegó a la bodega solo para encontrarla vacía, sin rastro de sus cuerpos, no había sangre, como si no hubiese pasado nada, todo seguía en su lugar. El mundo seguiría igual, y solo KyungSoo llevaría la carga de esas muertes. Solo sería él quien recordaría a su amigo...
No tenía nada, se dio cuenta en ese momento, ya no podía regresar, aunque las ganas de matar con sus manos a quienes acabaron con ellos era una idea que pululaba en su mente, y por eso le costó tanto levantar la cabeza y no mirar atrás. Una vida rodeada entre criminales era lo que los había llevado a ese punto, regresar sería retroceder, este era su momento para escapar, aunque eso significara que las personas que le habían causado tanto daño siguieran respirando.
SeonHo le había dado la oportunidad para ser libre, no la desaprovecharía y viviría para que, donde quiera que estuviera su amigo, se sintiera orgulloso.
.
Espero les haya gustado este flashback; sé que no era lo que esperaban pero era necesario hacer este paréntesis, para comprender de dónde viene el odio de KyungSoo por YunHo y ChangMin.
Nos leemos en el siguiente!
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