Capítulo 37.
Estoy en casa de Jack después de pasar varias horas pensando en muchas cosas. Lía está muy feliz de estar aquí y se lleva muy bien con Freddy. Mientras ellos juegan en la cocina, ayudo a Karol a doblar la ropa de Jack. Son muchas camisas, trajes y pantalones. Parece que ha hecho una gran compra hace poco.
—¿Está usted bien? Lo pregunto porque...sé que al fin al cabo todo lo que ha pasado ha sido en su familia. — rompo el silencio.
—Me siento bien. He experimentado numerosos momentos de tensión, pero he aprendido a manejarlos.
—Comprendo.
—Aunque...cuando vi a mis hijos esposados de tal manera yo...sentí mucha impotencia. A veces me culpo por no haber hecho más por ellos. Eran solo niños y yo...no hice nada para defenderlos de su padre. — veo la tristeza en su rostro.
—No se culpe por eso, no es justo. — me acerco a ella. — Usted también ha pasado por mucho.
—Esa noche...sabía que quien me golpeaba no era mi hijo, era un jovencito maltratado bajo los efectos de las drogas y el alcohol. Pero de no ser por la valentía de Jack, hoy ni siquiera estuviera aquí. — su vista se pierde en el vacío de una esquina, como si estuviese recordando. — Fue un caos. Quedé en shock, no podía pensar y así estuve desde entonces. No asimilaba nada y luego Jack me sacó de esa casa. Mientras él se enfrentaba al hambre, al frío y al peligro de las calles, yo estaba en casa de Eric.
—Me dijo que vivió solo desde niño. ¿Fue cuándo huyó?
—Sí. Nunca tuvo oportunidad de ser un niño. Ninguno de los dos. Por eso tienen el carácter que tienen. Al menos tú...sacas el lado más humano de Jack. Las pocas veces que lo he visto sonreír, ha sido solo cuando está contigo. — los ojos se me llenan de lágrimas, pero las retengo. — Sé que a veces es difícil, pero te ama. Tenle más paciencia. — sonríe.
—Lo intento. — escuchamos algo del piso de abajo.
—Parece que ya llegó. — acomodamos todo y bajamos los escalones. Es él. Karol lo abraza y luego me saluda con un beso. Está contento de verme aquí, al parecer. Nos sentamos en la mesa y mientras cenamos, nos ponemos al día con todo lo que va pasando.
—Charles fue condenado a 30 años de prisión. No tiene manera de salir antes. — Jack dice mientras cena.
—¿Y Jacob? — pregunta Karol.
—Parece que prefiere ir a prisión antes que ser guardaespaldas del presidente. Es un imbécil. No hay manera de hacerlo entrar en razón. — hermanos tenían que ser.
—¿Entonces irá a prisión?
—Todos quieren eso, incluso él mismo, pero yo no, por Lía. Haré todo lo que esté en mis manos para buscarle otra salida. Eric me está ayudando con el departamento y al menos también cuento con el respaldo del ministro de defensa.
—No paran de hablar de eso en las noticias.
—El sistema ha colapsado. Se enfrentaron todos con unos esa noche. El cuerpo de la policía está sufriendo crisis internas porque también muchos de ellos se revelaron contra los suyos. Todo se volvió una mierda. Empiezo a creer que Williams, a pesar de que le jodimos los planes, lo que quería provocar lo consiguió.
—¿Y el Departamento Federal también sufrirá algún daño?
—No del todo. Tiene mala fama de por sí, mucho más después de esto, pero nada alarmante. — menos mal.
Continuamos hablando de una variedad de temas, incluidos Lía, Jacob, Filadelfia, los daños a la ciudad, nuestros planes a futuro y otros, hasta que llegamos al final, y como ya es algo tarde, todos se van a descansar menos nosotros.
Mientras miramos las estrellas, estamos sentados en el balcón con mi cabeza recostada en su torso. Me relaja tanto silencio. Necesito tomarme unas vacaciones así.
—¿Todo está bien con tu madre? — rompe el silencio. — Me dijiste que tenías que acompañarla al doctor esta mañana.
—Sí. Llevé a Junior conmigo para que se enterara de todo.
—¿Y cómo se lo tomó? ¿Volvió a ponerse agresivo?
—No, de hecho me sorprende mucho la madurez con la que está enfrentando los problemas. Ese centro de rehabilitación cambió su vida. Me devolvió a mi hermano.
—Sí, son muy buenos allí pero no fue solo el lugar, sino él. Puso de su parte y por eso hoy está aquí. — asiento con la cabeza porque tiene mucha razón.
—Por cierto, tengo que pedirte un favor. — levanto la cabeza para verlo de frente.
—Claro, dime. — presta atención.
—¿Qué sabes de los padres de mi madre?
—Más que tú, seguramente no. Lo único que supe fue que...su madre había muerto en su propio hogar, creo. Esa información la obtuvimos cuando también supimos que padecía del trastorno.
—¿Cómo fue que murió?
—Bueno, se supo que había sido apuñalada en el abdomen y había fallecido. Se dice que pudo haber sido un ladrón. En realidad, no tenemos mucha información sobre el caso porque fue hace mucho tiempo.
—¿Hace cuánto?
—Según las fechas...como un año después de que nacieras. No lo tengo muy claro.
—¿Y sobre él? ¿El padre?
—No tengo idea. ¿Por qué preguntas eso? ¿Qué sucede?
—Es que el doctor cree que están ocultando algo. Faltan piezas en el rompecabezas y ninguna quiere completarlas. Pensamos que tal vez si... lo encontramos podremos tener más información.
—¿Pero información de qué? ¿Qué pasa con los padres de tu madre?
—La maltrataba y esa fue la causa de su enfermedad. Es algo extenso de explicar, pero si vas conmigo a la próxima sesión, el doctor podrá explicarte con mejores palabras.
—Ok, entonces ¿quieres encontrarlo para interrogarlo?
—Sí. Quería saber si de alguna forma tú, Eric o Paul pueden ayudarme con ello.
—Si está vivo, Paul podrá localizarlo sin problema alguno. Pero si tengo la mínima sospecha de que sea alguien peligroso, no te dejaré ir sola.
—Está bien, iré con Junior.
—Junior no puede ni defenderse él mismo. Iré contigo o le pediré a alguien que vaya por mí.
—Está bien. Cuando sepas algo, avísame. — sostengo sus mejillas en mis manos y lo beso. Sé que está muy cansado con todo este alboroto y me gustaría quedarme, pero tengo una familia muy peculiar de la cual cuidar. Estos inconvenientes están causando más distanciamiento entre nosotros, pero espero que algún día podamos estar más tranquilos.
—¿Tienes que irte, verdad? — es como si pudiera leer mis pensamientos. Me conoce tan bien.
—Me gustaría quedarme, ¿lo sabes verdad? — toco los botones de su camisa como si quisiera arrancárselos.
—Lo sé. — hunde su cabeza en mi cuello. — Tú eres la única razón de mi tranquilidad después de tantas tormentas. — me hace sonreír.
— Te prometo que cuando resuelva el misterio de mi madre, pasaré mas tiempo contigo.
—No tienes que prometerme nada. te daré el tiempo que necesites. Pero solo no me alejes de ti otra vez. Siempre te pasan cosas malas cuando no estoy cerca.
—Es humillante, pero tienes razón. — sonrío.
—Ten. — me da una tarjeta de débito. — Con esto podrás comprar y pagar lo que sea.
—No puedo aceptarla. — me niego de inmediato.
—Sí, sí tienes que. Sé que te quedaste sin trabajo y hasta que puedas vivir de algo, puedes quedártela. — la coloca en la palma de mi mano y la cierra con la suya.
Lo miro a los ojos.
—Sin compromisos. Solo...que sigas adelante. — vuelve a decir.
—Te amo. — uno sus labios con los míos.
—También te amo. — responde cuando cortamos el beso.
8am.
—¿Hola? — Lisa contesta el teléfono.
—¡Hola, Lisa! Soy yo, Melanie. — estoy en mi jardín, tomando un poco de sol.
—¡Melanie! ¡Dios! Perdóname, en serio. He tenido días terribles en el bar. Mucho papeleo, multas y problemas. — suena muy agitada.
—Lo sé, tranquila. Todos tenemos nuestros problemas. ¿Estás en el bar ahora?
—No, estoy haciendo algo de ejercicio. Ya sabes, hay que mantener el cuerpo. — nos reímos. — ¿Necesitas algo?
—No, solo quería saber cómo estabas. Espero poder reunirnos algún día.
—Ese día llegará, tenlo por seguro. Ahora como gerente del bar trabajo día y noche, y con los recientes incidentes las cosas empeoraron para nosotras. Judith también regresará para dar la cara, supongo.
—Comprendo. Espero que resuelvan esos asuntos pronto.
—¿Sabes qué necesito? Una buena fiesta como en los viejos tiempos. Tanto estrés y seriedad me está quemando las neuronas.
—Pensándolo bien, creo que no estaría nada mal. Hemos tenido demasiada tensión en estos meses.
—Pues ya veré qué nos inventamos. Te avisaré cualquier novedad. — me parece perfecto. — Oye, ¿y qué harás ahora? Supe que cerraron el restaurante donde trabajabas. ¿Piensas buscar empleo en otro lugar? — cambia de tema.
—Sí y me alegra que lo hicieran.
—¿Por qué? ¿Pasó algo más?
—Tengo muchas cosas que contarte, así que espero que de verdad salgamos una noche de estas.
—Cuenta con ello. ¿Qué te parece esta noche? Puedes venir al bar. — el chisme le levanta el humor.
— No te prometo nada, pero ya veremos. — Junior me hace señas para irnos, ya que Jack me envió la dirección donde supuestamente vive el padre de Martha (mi abuelo). — Ya tengo que dejarte. Te llamo más tarde, chao. — cuelgo el teléfono.
Mientras camino hasta la salida de mi casa, recibo una llamada de Jack.
—¿Amor? — contesto.
—Nena, ¿cómo estás?
—Bien, ya voy saliendo. Me llegó tu dirección. — puedo ver su Cherokee en la puerta. — ¿Por qué me llamas si estás aquí? — sonrío.
—No, no soy yo. Estoy en la oficina.
—¿Qué? ¿Entonces quién es este? — Cuando Jacob sale del vehículo con su egocéntrico rostro estúpido, mi pregunta se responde sola. — ¿No podrías enviar a alguien más? ¿Por qué él?
—Estoy demasiado ocupado en el departamento, aún hay muchos temas que cerrar y él no tiene nada que hacer porque no puede salir de la ciudad. Al menos me sentiré más tranquilo de que vaya contigo.
—¿Más tranquilo? Lo único que hará es molestarme todo el camino.
—Es insoportable, pero estarás segura. Lo sé. — respiro hondo.
—Muy bien. Gracias por conseguirme la dirección. — siento cabeza.
—Nos reuniremos más tarde y me darás los detalles. Llámame si algo va mal, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. Cuídate. — cuelgo. Paciencia Melanie, paciencia.
Tomo mi bolso y cierro la puerta al salir. Junior también está aquí.
—¿Él es el hermano del señor Connor? — me pregunta.
—¿De verdad le llamas señor Connor? Qué horror. — Jacob y sus expresiones.
—¿Qué haces aquí Jacob?
—Porque Jack me lo pidió, supongo.
—¿Y por qué ahora haces todo lo que te pide?
—¿De verdad crees que yo quiero estar aquí? ¿Ves esto? — muestra el brazalete electrónico que lleva en el tobillo. — Era esto o ser el lamebotas del presidente. ¿Tuve opción? No. Ahora estoy bajo la supervisión de mi hermanito menor, ¿podría ser más humillante?
—No te pareces en nada al señor Connor. — me gusta que Junior se refiera a Jack con tanto respeto.
—Gracias a Dios, al diablo y a todos los dioses. — este hombre es el mejor ejemplo de lo que significa ser "insoportable".
—¿Nos podemos ir, por favor? — estoy perdiendo la paciencia.
—Cuando usted guste, señorita. No tengo nada más interesante que ser su chofer. — me abre la puerta cínicamente. Pongo los ojos en blanco y abro otra puerta por mí misma, mientras que Junior entra por la que Jacob ha abierto para mí. Esto es surrealista y chistoso al mismo tiempo.
Sube y conduce hasta la dirección.
Es una zona urbana común y corriente. Hay niños jugando en las calles y muchas agrupaciones de personas. Hay cuatros tipos fumando en una esquina y mirándonos sospechosamente. Saben que no somos de por aquí.
Tocamos la puerta de la casa, que creo que es, y tres toques después, un hombre nos abre. En el lado izquierdo de su rostro, tiene una cicatriz gigante y extraña. ¿Cómo se la habrá hecho? Junior y Jacob se quedan unos centímetros lejos de mí (como guardias).
—¿Quiénes son ustedes? — es un señor mayor pero fuerte todavía.
—Soy Melanie Cross. Su nieta. — siento mucha rabia.
—No tengo nada que hablar con usted.
—¡No, espere! — evito que me cierre la puerta en la cara. — Si quiere obvie que soy la hija de su hija, pero necesito hacerle un par de preguntas y será todo. No volverá a verme, lo prometo. — intento convencerlo.
—¿Cómo me encontró? ¿Y quiénes son esos tipos? ¿Policías? — mira a Junior y Jacob.
—No, no son policías. Pero si no colabora conmigo le irá peor. — por su cara, creo que lo estoy amansando.
Me abre la puerta y me deja pasar.
—Junior, ¿quieres entrar conmigo? — parece dudarlo.
—No, ya me contarás después. Tengo el presentimiento de que si entro le haré lo mismo que a Dexter. — puedo entenderlo. Si es por eso es mejor así.
—Entra, estaremos aquí. Si no sales en media hora tumbaré esa puerta. — me dice Jacob.
—Bien. — le doy una mala mirada y entro. Me indica el sofá y nos sentamos. Al menos parece ser un hombre ordenado.
—No te ofreceré nada de tomar porque posiblemente pienses que te envenenaré. — se ríe.
—Estoy bien así, gracias. — me siento incómoda. No tiene fotografías ni nada donde pueda identificar a Martha o a la abuela. Parece vivir solo aquí.
—Dijiste que tenías preguntas...adelante. — recuesta la espalda en el sofá.
—Creo que ya supone de quién vengo a hablarle. — me mira sin decir una palabra. — Quizás a usted no le importe mi madre, pero a mí sí y por eso estoy aquí. Estoy pagándole a un buen especialista para que trate su enfermedad, pero me temo que incluso él necesita más información para poder ayudarla.
—Es una pérdida de tiempo.
—Yo sé lo que le hizo. Yo sé cómo la maltrató en lugar de darle protección. — mira hacia otra parte. — ¿Qué clase de padre hace algo así?
—Tal vez actué mal, pero eso no quita que sea una demente, una rebelde.
—Era solo una niña.
—¡Una niña que fue capaz de hacerme esto! — señala su cicatriz. — Desde ese momento dejó de serlo.
—¿Y no cree que usted fue el principal responsable de su agresividad? Yo solo alego que se estaba defendiendo.
—Estaba loca y no me sorprende que hoy todavía lo esté.
—¿Y por eso la abandonó?
—No. Aún con mi cicatriz, su madre y yo buscamos ayuda.
—¿Cómo? ¿Encerrándola en un manicomio? — respira hondo.
—¿Qué es lo que quiere saber...señorita?
—Todo sobre la mujer que me trajo al mundo. Cualquier detalle que sea importante para poder controlar a sus personalidades.
—¿Sus personalidades? ¿Tú lo sabes? — parece sorprendido.
—¿Por qué cree que estoy aquí? ¿Usted ya lo sabía?
—Eso fue lo que Walter nos dijo. — recuerdo ese apellido. Este tema parece afectarle más de lo que pensé. — Beatrice tenía problemas para embarazarse. Como éramos cristianos hicimos muchas cosas para que Dios nos bendijera con un hijo y cuando lo conseguimos, prometimos educarla con nuestros principios. Los primeros años fueron hermosos, era la niña perfecta. Todos admiraban su belleza. Hasta que creció y dejó de ser buena en clases, a meterse en muchos problemas y todo lo bueno que habíamos logrado en ella se desvaneció. Lo de su profesor fue la gota que derramó el vaso. Así que pensé que encerrarla a reflexionar durante tres días sería la solución.
—Fue un grave error. — agacha la cabeza. — ¿Qué pasó después?
—Notaba un comportamiento más extraño en ella y cuando entré a la habitación, me golpeó la cara con algo muy filoso. No solo escapó de esa habitación, sino de la casa y de nosotros. No sé dónde estuvo durante esas 48 horas, pero cuando la encontramos, ya Beatrice y yo estábamos muy mal. Teníamos diferentes veredictos y nuestro matrimonio acabó. Seguíamos viviendo en la misma casa solo por Martha, pero de nada sirvió.
—¿Pudieron notar que a veces era como otra persona?
—Intentó matarnos como tres veces mientras dormíamos. Sabíamos que esa no era nuestra hija, así que pensábamos que estaba poseída. Incluso consideramos realizarle un exorcismo.
—Pero no se trataba de algo paranormal, ¿cierto?
—Nunca lo fue. Siempre fue solo ella y las voces en su cabeza. El doctor Walter le hizo muchas sesiones y descubrió muchas cosas. En el primer mes nos informaba de todo pero ya luego no nos decía nada más. Después entendimos cuál era la razón.
—Walter también tenía una aventura con Martha. — afirmo. Esta parte ya me la sabía.
—Ella es así. Juega con las personas, manipula a todos a su alrededor, incluyendo a mi hija. Sabía que seguía ahí dentro pero nunca volvería.
—¿De qué personalidad estamos hablando? ¿De Perséfone? — frunzo el ceño.
—¿Perséfone? Ya no recuerdo muy bien sus nombres pero lo que sí sé es que sea como sea, Martha no debe estar en libertad. Es muy peligrosa y seguirá haciendo daño si no la detienen.
—Ella está tranquila. Todo está controlado. Mi madre sigue ahí y está más fuerte que nunca.
—No lo entiendes. ¡Esa no es Martha! ¡No es nuestra Martha! Es la asesina fingiendo que sí lo es para llevar a cabo sus más oscuros planes.
—¿Qué pasó después? — me centro en lo importante. No en sus suposiciones sin sentido. — ¿Qué pasó después de Walter? ¿Cuántos años tenía cuando eso pasó?
—Tenía 19 años. Después de eso solo sé que huyó al centro de la ciudad, hizo su vida y ya no sé qué más. Beatrice y yo nos separamos y desde entonces vivíamos en casas diferentes. Cuando supe que había muerto, fui a su funeral y seguí viviendo con mi soledad. Sin hijos, sin esposa y sin nadie, solo yo. Y la verdad es que...no cambiaría nada.
—Efectivamente hizo su vida porque nos tuvo a Junior y a mí. Dos hijos que adoran a la desquiciada de su madre. — juego con las palmas de mis manos. — No ha sido muy buena madre y mujer que digamos pero al menos, sean quienes sean han dado todo para que nada nos falte durante 20 años.
—¿Tienes 20 años?
—No, ya tengo 22. Pero todo ha empeorado después de los últimos dos años. No le daré muchos detalles porque entonces no saldría de aquí en todo el día y tengo algo de prisa. Y antes de irme, quiero dejarle algo muy claro: aunque Martha haya sido una pésima hija nada justifica todo el daño que sus estúpidas creencias le obligaron a hacerle. Si ella hoy está enferma, es gracias a usted y aunque pudiera, ya no voy a denunciarlo por ello. Con la culpa de su consciencia tendrá más que suficiente. — me levanto del sofá.
Me detengo antes de salir.
—Por cierto, ¿sabes dónde vivía la abuela? ¿Dónde está su tumba al menos? — pregunto. Se queda en silencio, se levanta, toma su libreta y anota varias cosas.
—Aquí tienes ambas direcciones. — me entrega el papel.
—Gracias. Que tenga buen día. — guardo el papel en mis bolsillos y salgo de la casa. Jacob y Junior sigue aquí todavía.
— Listo. Vámonos.
—¿Cómo estuvo? — Junior pregunta.
—Muy conmovedor. — me sorprende que ni siquiera se hayan acumulado lágrimas en mis ojos con sus declaraciones.
—¿Lo grabaste todo para el doctor?
—Sí, aquí lo tengo. — saco la grabadora encendida que tenía en mis bolsillos durante toda la conversación.
—Perfecto. Si ya terminaron, larguémonos de aquí. — Jacob nos dice y le hacemos caso. Esta zona no es muy segura que digamos.
9pm.
Después de entregarle la grabación al doctor y enviarle una copia a Jack para informarlo de todo, regreso a casa y después me reúno con Javi, Jasper y Junior para conversar de nuestras nuevas oportunidades de empleo, las cuales no son muchas, excepto porque emprendamos algo nosotros mismos. Por haber sido una diseñadora momentánea que tuvo mucho éxito en aquellos tiempos, sigo teniendo cierto poder en el mundo del marketing. Así que abrí esa libreta llena de contactos importantes que pensé que jamás volvería a usar.
Saber que se trata de mí los motiva a ponerse a mi disposición. Aunque hubo otro pequeño grupo que se negó a volver a tener contacto conmigo por abandonar el proyecto tan repentinamente y por los recientes inconvenientes en los que me he visto involucrada.
Puedo entenderlos, de todos modos son más lo que están de mi lado.
Luego de finalizar la idea principal y el hermoso esquema que he hecho para explicárselo a Jasper y los demás después, me doy una relajante ducha y me coloco una linda pijama para descansar pero alguien toca el timbre y cuando abro, es Jasper.
—¿Jasper? ¿Qué haces aquí a estas horas? — lo dejo pasar.
—Dijiste que tenías cosas que decirme así que aquí estoy. No pude esperar hasta mañana, lo siento. — es directo.
—Ya veo. Te lo explicaré con lujos y detalles. Sé que a ti y a los demás les encantará todo lo que tengo en mente. — estoy muy ilusionada por todas mis ideas.
—Soy todo oídos.
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