Capítulo 32.
Jack Connor.
Dejamos el coche a una cuadra y nos acercamos sigilosamente a la parte trasera del restaurante. Notamos que los demás vándalos también aprovecharon la situación para armar una guerra contra los policías. De ahí la explicación de porqué tanto tiroteo.
—Agente Connor. Es un gusto tenerlo aquí. — dice uno de los agentes mientras agoniza en el suelo.
— ¿Mario? — lo reconozco. — Tranquilo. La ambulancia llegará pronto, resiste. — lo animo. Sostengo su mano. Su pulso está cada vez más lento.
—Nunca pierda...la fe... en la...humanidad. — tartamudea. Intento alentarlo pero poco segundos después, ya no tiene pulso. No. Esto no es justo. Paso mi mano por sus ojos hasta cerrarlos. Los paramédicos llegarán el cualquier momento. Si ya estaba furioso, con esta muerte, empeoro más.
Seguimos recorriendo los pasadizos del restaurante, disparándole a quien sea que se interponga hasta que llegamos al escondite del presidente. Lo hombres de Jacob y la policía, se encargarán de los que están delante.
En cuanto derribamos la puerta, los guardias del presidente nos apuntan.
—¡Bajen sus armas e identifíquense! — nos ordena uno de ellos.
—Bájenlas ustedes primero. — respondo sin humor alguno.
—Bájenlas, son los hermanos Connor. — el presidente les indica.
—¿Qué pasó aquí? — hay un guardia muerto y Dexter está golpeado.
—Tres hombres entraron y tuvimos una pequeña pelea. Los chicos se fueron con un agente rubio para ponerlos en un lugar seguro y luego vendrían por mí pero no han regresado.
—¿Qué chicos? ¿Qué agente rubio? — espero que no sea lo que estoy pensando.
—Melanie, Javi y Jasper se fueron con su compañero. — responde Dexter. — Los tres hombres nos atacaron después pero luego simplemente se fueron. Como si lo que estuvieran buscando no estuviera aquí.
—¿Algo más importante que el mismísimo presidente? Estoy sorprendido. — dice Jacob con ironía. — Pero no estamos aquí para eso. Estamos aquí para negociar. — baja el arma.
—No creo que estén en posición de negociar conmigo.
—Oh, sí. Yo creo que sí. Todo el lugar está rodeado de muchas personas que quieren matarlo. Los soldados furiosos de nuestro padre, los protestantes y cualquier loco que tenga la oportunidad. Williams Connor lo seguirá hasta la eternidad si es necesario para asesinarlo y me temo que somos los únicos que podemos hacer algo para detenerlo. — parece dudar en confiarse de nosotros. — ¿Ve todo ese caos de ahí afuera? Es solo él. jamás podrán detenerlos.
—¿Está dudando de la capacidad de toda la seguridad de Washington?
—Toda la seguridad de Washington está ahí afuera y no han parado nada.
El presidente mira a Dexter.
—¿Qué es lo que quieren? ¿Cuál sería el trato? — comienza a acceder.
—Ahora sí nos estamos entendiendo. — no sé a dónde quiere llegar este chico pero confío en su poco juicio. — Pero primero me gustaría escuchar cuál es su propuesta.
—Necesito que detengan a su padre, tendrán el apoyo de todas las organizaciones. — respira hondo. — Entendí...entendimos el mensaje que dieron. Queda claro que los necesitamos y yo ya no puedo tolerar más pérdidas. Así no era el país, no era la ciudad de la que me enamoré a la hora de postularme como presidente. Así que toda la nación necesita su ayuda para arreglarlo. — continúa. ¿Debería sentir pena por él? No. Si su dolor se comparara con el que llevo años sintiendo dentro de mí, le daría vergüenza.
—¿Dónde está? ¿Lo saben? — pregunto.
—Desde que empezó el asalto no hemos salido de aquí. El protocolo de seguridad es muy exigente en cuanto a mis decisiones.
— ¿Usted dio la orden de dejarnos en libertad?
—Sí. Y el ministro tuvo mucho que ver en ello.
—¿Y por qué si nos libera no confía en nosotros?
—Porque si son capaces de sacrificar a su propio padre por una buena causa, ¿qué no podrían hacerme a mí? — parece que también nos tiene miedo.
—No moveremos ni un solo dedo por ustedes a cambio de nada. — interviene Jacob.
¿Qué hace?
—Ya lo veía venir. ¿Qué quieren a cambio?
—La libertad absoluta de mi hermano. Eliminarán todos los cargos en su contra y lo dejarán en paz. — ¿Qué? No puedo creer lo que acabo de escuchar. — Aunque les cueste admitirlo, es el mejor agente que jamás tendrán. Ha salvado el trasero de media ciudad y por unas malditas fotos quieren condenarlo a prisión. No parece justo. Aun así, fue capaz de salvar la vida del juez que lo estaba condenando sin importarle los argumentos que lo defendieran. — se acerca más a él. — Dicen que nuestra familia tiene una maldición. Así que evite que la historia de Williams contra el estado se repita con uno de nosotros. — lo amenaza.
¿Jacob me está defendiendo? ¿Está poniendo mi libertad sobre la suya?
— ¿Y usted? ¿No tiene nada que pedir? — veo la cara de resignación del presidente.
—No. Aceptaré las consecuencias de mis actos. Después de esto, solo pido 24 horas. Tengo que despedirme de alguien. — el arrogante Jacob no tiene nada de orgullo en este momento y me cuesta creerlo.
—¿Qué crees que haces? — le pregunto en voz baja. Evita el contacto con mis ojos y se centra en el presidente.
—De acuerdo, les doy mi palabra. ¿Qué necesitan para detenerlo?
2am.
Estamos de camino al escondite de Williams. Nada más y nada menos que nuestro antiguo hogar en Filadelfia. Seguimos su rastro a través de las cámaras de seguridad. En cuanto vio el video que Jacob montó, hirió su ego y prefirió huir de la ciudad, aparentemente. Cosa que no me sorprende. Ha huido de los problemas desde que tengo uso de razón. También se informó que el tío Charles escapó del hospital, pero es nuestro problema menor comparado con detener a Williams.
He intentado localizar a Eric y a Melanie, pero ninguno de los dos responde por ningún medio. Lo que me preocupa bastante. Está bien, si está con Eric estará bien. Trato de convencerme a mí mismo. Vamos en coches diferentes y completamente solos. Ahora está solo. Ya no tiene a sus soldados, ya no tiene a gente que pueda comprar después de conocer su verdadera historia. Del monstruo que es.
Luego de muchas horas conduciendo, finalmente llegamos.
La casa está exactamente como la dejamos la última vez: sola, oscura y abandonada. Cuando cruzamos la puerta nos dividimos para inspeccionar y al entrar a la habitación que era de mi madre, ahí está. Sentado en una esquina oscura sin preocupación alguna.
Cada vez entiendo menos la bipolaridad de esta familia.
—En esta casa hay muchos recuerdos. — dice. No me ve, pero sabe que estamos aquí. No quiero más drama, solo quiero meterle un tiro en la cabeza.
Me acerco y pego la boquilla de la pistola en su cabeza luego de desbloquear el gatillo.
— ¿Cuántas veces me vas a apuntar con esa arma? — me mira.
—No habrán más veces, te lo aseguro. Estoy harto de ti. — se ríe. — Antes me sentía mal por haberte disparado, pero ahora me arrepiento de haber fallado y no haberte matado de una maldita vez. — pero antes de que pueda disparar me golpea el brazo, haciendo que el arma caiga al suelo.
Me enredo con unas mugrientas cortinas, pero me libero de ellas rápidamente para esquivar sus golpes. Intenta dispararme, pero lo bloqueo con las manos y apuntando al suelo, salen tres ruidosos disparos. Le quito el arma y lo golpeo con ella. Golpe tras golpe, logro dispararle en un lado del abdomen.
Como puede, corre hasta la sala y el fuerte golpe con un palo de golf de Jacob, lo derrumba. Finalmente lo tenemos ahí, tirado, herido y arrastrándose como la basura de padre y ser humano que es. Aunque sale sangre de su boca, sigue riéndose cínicamente.
— ¿Recuerdan que les dije que tenía muchos planes por si alguno iba mal? — apenas puede hablar. — Dime una cosa... Jack, ¿cómo están tu amigo el rubio y tu dulce novia? — su pregunta me hace entrar en pánico.
— ¿Qué hiciste? — tengo miedo de su respuesta. — ¡¿Qué hiciste?! — lo levanto del cuello.
—Es fácil. En ese sobre... — lo señala y Jacob lo toma. — Hay dos direcciones. En una está él y en otra, ella. A la misma hora, alguien les disparará. La cuestión es... ¿a quién de los dos salvarás? ¿A quién dejarás morir primero? — lo dejo caer de golpe y doy dos pasos hacia atrás con mi vista perdida en el suelo.
¡No! ¿Qué demonios ha hecho?
— ¿Y tú, hijo mío? ¿De qué lado te quedarás? — le pregunta a Jacob. Lo miro expectantemente, dándome cuenta de que estamos en la misma posición de aquella noche cuando accidentalmente le disparé.
—¿Estarás del lado del hermano que te abandonó para salvar a una ciudad que no conoces o me ayudarás a enaltecer el nombre de la familia Cross? — lo quiere corromper. Observo a Jacob y su rostro me dice muchas cosas. Ninguna de ellas muy buenas que digamos.
— Creo que ya está muy claro cuál es mi decisión. — cierro los ojos al sentir decepción y toco la empuñadora de mi pistola por si tengo que dispararle. Da un paso hacia mí y voltea rápidamente para darle otro fuerte golpe en la mandíbula. Está muy herido, pero aun así no deja de moverse mientras pueda.
—Uste... — antes de que haga otro movimiento en falso, le meto un balazo en la cabeza sin más. Debería sentir culpa, tristeza o algo de pena, pero no puedo. Al contrario, es una tranquilidad más asegurarme de que lo he matado finalmente. Que he matado a mi propio padre.
No tengo tiempo para más mierda, ahora debo salvar a dos personas fundamentales en mi vida, pero solo tengo una oportunidad. ¿Por quién iré? ¿A quién salvaré? Solo tendré tiempo para ir tras uno mientras el otro recibe un disparo. No puedo creer que me encuentre en esta situación.
Respiro profundo y pienso.
Ya tengo claro por quién iré primero.
Para llegar a tiempo, acelero a mi máxima velocidad. Mi frustración y descontrol me están volviendo loco. No puedo concebir perder a ninguno de ellos.
Eric, ha sido el hermano que se supone que debía de haber tenido naturalmente en Jacob. Desde los tiempos más difíciles, ha estado ahí para mí. Hemos sido amigos, hermanos, compañeros de trabajo y familia. Es el único ser leal (después de mi madre) que ha permanecido en mi vida.
Y Melanie, la vida no ha sido justa con nosotros. Cuando recientemente se alejó de mí por meses, me perdí y entendí que no podía seguir dejándome manejar por las emociones. No podía permitir que la inseguridad de no tener a alguien que no quiere estar en mi vida provocara mi perdición. Por eso seguí mi camino, a mí manera, pero a pesar de todo eso, no podría vivir en un mundo donde ella ya no esté. Siempre será esa parte débil de mí, esa parte humana que nunca nadie me había mostrado. Sin importar qué pase siempre buscaré la manera de protegerla.
Llego a una dirección.
Es una cabaña abandonada en las afueras de Washington. Tumbo la puerta de madera de una patada y le disparo instantáneamente al peón que Williams había dejado aquí. La sangre que hay en el suelo me hace temblar de miedo y al entrar, el corazón se me congela.
Miro su cuerpo colgado de gruesas cadenas atadas a las maderas del techo. Tiene muchos moretones en el torso y sale sangre de las comisuras de sus labios. Abre los ojos lentamente y sonríe al verme. Este escenario me está quemando por dentro. Debí estar más atento para evitar que esto pasara.
Disparo a los candados de las cadenas y sostengo su débil cuerpo en mis brazos para que no caiga de golpe al suelo y se lastime.
—Aquí estoy, Eric. Iremos a casa. — le aseguro.
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