Capítulo 22.
El odio que Jasper le tiene a Jack se amplificó. A pesar de los fuertes golpes que le dio, repite constantemente que lo volvería a hacer una y otra vez. No tiene nada que ver conmigo, aunque me use como razón. Esta riña viene desde antes de conocerme. Al volver de la fiesta, intentamos regresar a la normalidad. Cosa que todos logran, menos yo. No he llorado, eso es una buena señal, pero la mente es mi peor enemiga al traer los recuerdos más dolorosos a mi cabeza.
He seguido trabajando en el restaurante hasta poder llevar las bandejas a las mesas sin que se caigan. De vez en cuando, le ayudo a Jasper a preparar bebidas exóticas y compartir muchos momentos con Javi. Que, por cierto, con el tiempo, ha aprendido a aceptar mis decisiones, aunque no las entienda. Así que ya estamos bien de nuevo. Me he acostumbrado a ellos, a su forma de vivir y a sus locuras. De hecho, vengo casi todas las noches al lado oscuro del restaurante. Ver a personas bebiendo, fumando y teniendo sexo delante de todos, ya es normal para mí. Dexter ha estado muy ausente. Me gustaría verlo pronto, pero según Jasper, cuando tiene sus problemas de política, suele desaparecer. Es un señor muy misterioso.
Poco después, Martha también venía conmigo y aunque suene extraño, la pasábamos muy bien, era la única manera en que me olvidaba de mi situación con el otro bando (Jack, Lisa, Eric) y no me sentía mal. Son muy diferentes y extraños, quizás las cosas que hacen no estén bien, pero logro entenderlos. Les da paz. Aquí es donde entiendo, por milésima vez, que todos consiguen lo que quieren de diferentes maneras.
He visitado a Junior y gracias a Dios, está mejorando. Sé que le cuesta, se nota en su rostro el sacrificio, pero vale la pena y lo sabe. Quería paz y la estoy consiguiendo, aunque eso signifique perder a muchas personas que una vez fueron importantes en mi vida.
La situación entre Jasper y yo, es algo extraña. A pesar de que Jack ni siquiera esté cerca, seguimos actuando como si quisiéramos mostrarle a alguien más que somos más que amigos. Tenemos nuestros momentos, la mayoría, en las noches del restaurante, pero cada vez que intentamos hacer algo más, siempre pasa algo o simplemente nunca estoy dispuesta. Quisiera hacerlo, quisiera dar este paso con él, pero algo dentro de mí no siente esa seguridad que necesito.
En unas de nuestras tantas salidas, me lleva a un especialista en piercings para hacerse uno más en su labio inferior. La chica que se lo hace está llena de ellos también, pero de una forma exagerada.
Me siento en una esquina esperando a que termine.
Hay muchas revistas sobre la mesa a mi lado, saco una de ellas y veo lo que contiene para entretenerme. Es un libro con más ejemplos de piercings, tanto en mujeres como en hombres. Una fotografía en particular de una chica con casi los mismos rasgos físicos que los míos, llama mi atención. Tiene un lindo arete en la parte que divide las fosas nasales.
Se ve muy bien y podría imaginarme con uno de esos. No me quedaría tan mal.
—Te quedaría precioso. Prometo que no dolerá demasiado. — dice la especialista como si pudiera leer mi mente. Ha terminado con Jasper.
— ¿Tú crees?
—Arriésgate y descúbrelo tú misma. — indica el sillón y con mucho miedo, dejo que lo haga. Jasper parece estar disfrutándolo y antes de que pueda arrepentirme, el arete ya está atravesado en mi piel.
Me miro en el espejo y me gusta lo que veo. Muy diferente al concepto que tengo sobre mí pero me encanta. Este detalle me hace sentir, de alguna manera, parte de su mundo y no me desagradaba en lo absoluto.
Todo va muy bien y poco a poco, voy actuando con naturalidad como uno de ellos. Mi forma de vestir cambió. Pasé de ser la chica que usaba cosas finas, vestidos juveniles, colores pastel y lindos diseños, a solo usar pantalones cortos, faldas y pantalones ajustados en piel de cuero negro, junto con blusas escotadas pero, de todas formas, verme decente.
Las cosas han cambiado.
Algunos meses después...
Cuando alguien les diga que acostumbrarse a algo o alguien, podría ser lo peor que te pase, créanlo, porque es verdad. Me acostumbré a Jasper, a la vida que llevaba, al lado oscuro y peligroso de la vida junto a él. No hablo del riesgo que pudiera correr por culpa de otros, sino al que les causamos a los demás. Les ha robado a muchas personas en las calles y como no tengo de otra, he tenido que ayudarle a esconderse o a cubrirlo en ciertas ocasiones. Le he pedido de todas las maneras posibles que pare, pero está vinculado con un grupo de tipos peores que él. Parecidos a los que Junior les debía dinero.
No he visto a Jack en todo este tiempo, ni siquiera he sabido nada de él en las noticias ni en los periódicos. Y sinceramente, me ha ayudado mucho. Lo último que supe por Javi fue que un grupo de agentes habían salido de la ciudad por un caso confidencial pero no sé (nadie sabe) si Jack está dentro de ellos.
De Lisa y los demás, tampoco sé nada. A veces me siento mal por haberla golpeado en la fiesta aquella noche pero se me hacía necesario. La relación con Martha está cada vez mejor y ella seguramente sería un problema entre nosotras. Me recordaría constantemente las cosas que permitió que me pasaran y he decidido (hace meses) dejar todo eso atrás. Además, pude contratar a un psiquiatra que puede llevar su trastorno y mantenerla bajo control con fuertes medicamentos y terapias. No sé cómo lo hace pero funciona. Tampoco puedo estar muy pendiente de sus citas porque a veces trabajo turno doble para ganar más dinero.
Actualidad.
Estamos en el banco central.
Jasper me pidió que lo acompañara para sacar una fuerte cantidad de dinero de su cuenta, (la que no sabía que tenía hasta hoy) y no le vi problema. Trajo una gran mochila. Supongo que necesitaba algo grande para guardarlo.
Me siento en la sala de espera, junto a una señora mayor.
—Las hojas están comenzando a caer y el frío se acerca. — dice cuando menos lo espero. Su voz es dulce y relajada. La miro unos segundos y sonrío. Tardo en entender que se refiere a la estación del año. Estamos en octubre. El otoño ya está aquí. A tan solo una semana para Halloween.
— ¡Oh, sí! Asegúrese de tener muchas mantas calientes para estas fechas.
—Seguramente que sí. Igual tú. — sonríe. Cómo desearía tener a una abuelita con quien pasar mis tardes, comiendo galletas y escuchando viejas historietas.
— ¿Y usted...viene sola? — curioseo.
—No. Mi hijo está retirando dinero. Su hermana, mi hija menor, vendrá a visitarnos después de 6 años. La extrañamos mucho y le queremos dar una fiesta de bienvenida.
—¡Vaya! Qué bonito. Espero la pasen muy bien.
—Muchas gracias. ¿Y tú...vienes con alguien?
—Sí, con un amigo. También está retirando dinero.
Todo está muy tranquilo hasta que un grupo de hombres cruzan la puerta principal al mismo tiempo. La forma en la que observan todo en el interior, es sospechosa. Los demás se separan y cuando se ponen máscaras negras, me doy cuenta de que vienen a robar. El que se queda en el centro, saca su arma y dispara al techo.
Todos nos agachamos y lanzan un grito de terror, incluyéndome.
Busco a Jasper entre la multitud y cuando logro reconocerlo con la capucha y un arma en manos, me quedo anonadada. ¿Qué demonios hace? Al verme se acerca, mientras los otros le apuntan a algunos trabajadores del banco y demás.
— ¡¿Qué diablos estás haciendo?! — le reprocho de inmediato. Estoy muy nerviosa.
—Solo quédate quieta y no llames la atención. Esto terminará pronto. — dice como si nada, sin ni siquiera mirarme a los ojos. No quiere que los demás se den cuenta.
—Están robando un banco, ¿tienes idea de cómo estos casos terminan en Washington? — intento bajar la voz.
—No solo vinimos a robar, estamos levantando una manifestación en contra de los policías corruptos de toda la ciudad.
— ¿Qué? ¡Están locos! Cuando lleguen los matarán. — lo creí ser capaz de muchas cosas, menos de esto.
—Tranquila, eso no pasará. Connor no está en la ciudad y no creo que seas lo suficientemente importante para él como para hacerlo llegar hasta aquí. — lo que ha dicho, me ha afectado lo suficiente para dejarme completamente callada. —Ven conmigo. Actúa como un rehén. — indica.
Me levanta del brazo y me apunta con el arma mientras me lleva a otra dirección.
— ¿Y ella? ¿Quién es? — le pregunta el líder de la pandilla. El que ha disparado al techo.
—Dijo que quería ir al baño, la acompañaré. Solo dame 15 minutos. — parece que le quiere hacer creer que tendrá sexo conmigo para sacarme de aquí, supongo.
—Un momento, yo te conozco. Tu cara se me hace muy familiar. — me observa como si fuese un objeto valioso.
— ¡Eso es imposible! ¡Vamos viejo, no me arruines la diversión! — Jasper protesta, pero sigue viéndome de la misma forma.
—Te vi en las noticias con el agente Connor. Eres su novia. — un intenso escalofrío pasa por mi estómago y se me dificulta respirar.
—Está equivocado, yo no...
—Estás confundido, viejo. Es mi novia. — interrumpe Jasper.
—Una cara así es difícil de olvidar. — me hala del brazo bruscamente y me apunta en el cuello con el arma.
Jasper se alarma y también le apunta, ordenándole dejarme ir.
—Esto es un error, se lo juro. Solo déjeme ir, por favor. — estoy asustada. El frío material de su arma rosando mi cuello es aterrador.
—Déjala ir. No lo repetiré. — le exige.
—Así que también trataste de mentirme para ayudarla a escapar, ¿no es así? Mala elección. — antes de que pueda defenderse, otro de sus peones le pega con el arma en la cabeza, dejándolo inconsciente en el suelo.
— ¡No! ¡Jasper! — grito con desesperación.
—Tú me serás muy útil esta noche. — me repite el imbécil, llevándome hasta la puerta principal del banco central a las malas.
Todo está cerrado, pero como las paredes son de cristal, la gran cantidad de patrullas, policías armados y periodistas se ven con claridad desde dentro. Las luces azules y rojas de las patrullas resaltan en la oscuridad de la noche. Todo parece una película de terror.
— ¿Qué es lo que quieres? Si quieres robarle al banco, simplemente hazlo y dejen ir a todas estas personas. — me atrevo a decirle. Miro a la señora mayor con la que he hablado. Está acurrucada en una esquina, rezando.
—Robarle al banco es lo menos importante. Lo que queremos, es venganza.
— ¿Venganza? ¿Venganza de qué? — su arma en mi cuello sigue dándome escalofríos.
Comienza a reírse como desquiciado.
—Hace un año y algunos meses, vine a este mismo banco a robar. Le había quitado la casa a mi madre por deudas que pudieron haberse saldado de muchas maneras, pero no les importó. Solo quería recuperar lo que de alguna forma entiendo que es nuestro. — me sorprende que me esté contando. — Y el imbécil de tu noviecito tuvo que llegar y joderlo todo. Pudo contenerme por un tiempo y ahora es momento de venganza. — suena como un completo desquiciado.
—Y cuando sales del encierro lo primero que haces es repetir la historia. No te estás ayudando mucho que digamos. — me atrevo a contestarle.
—No salí, me escapé y quiero arrebatarles la vida de los suyos de la misma forma que me arrebataron la dignidad. — está completamente loco y obsesionado. Algo me dice que no tendrá un buen final.
—Si quieres vengarte de Connor, estás perdiendo el tiempo. No vendrá. No está. Volverás a condenarte y será mucho peor.
—Justamente por eso estoy haciendo esto. No quiero que venga. ¿No lo entiendes? Él lo arruina todo siempre. A donde sea que va, solo deja destrucción a su paso. — da mucho terror saber que incluso un hombre tan peligroso como aparentemente lo es él, le tenga miedo a Jack. Al Jack que conozco.
¿Por qué todos le temen de tal forma? ¿Acaso todos saben su historia? ¿Todos lo sabían menos yo?
Trato de ver a Jasper, pero con tanto movimiento no puedo.
— ¡Baje el arma y deje ir a los rehenes ahora! ¡Tenemos toda la zona rodeada, no tiene escapatoria! — le vocifera uno de los policías a través de los altavoces. Tiran una radio y otro de los bandidos se lo dan.
— ¡Solo estoy aquí para darles un mensaje: la ciudad no olvida! ¡Sé que muchos de ustedes hacen lo correcto, pero otros no! ¡Usan su poder para hacer lo que se les da la gana sin importar que los de clase baja sufran las consecuencias! — les dice a través de la radio.
—Las cosas se pondrán peor para usted si alarga el proceso. Sabemos que es un fugitivo. Suelte a los rehenes y le daremos lo que quiere.
— ¿Lo que quiero? ¿Y qué suponen que es lo que quiero?
— ¿Reducir su condena, dinero, llamar la atención? — se ríen. ¿De verdad se están riendo ante esta situación? No quiero justificar las acciones de este fugitivo pero veo que los policías no colaboran.
—¡Arrodíllense ante mí! ¡Eso es lo que quiero! Háganlo y dejaré salir a los rehenes. — los policías se ven entre ellos.
— ¿Quiere que nos...arrodillemos? ¿Solo eso? ¿Dejará ir a los rehenes? ¿Nos da su palabra?
—Les doy mi palabra. Soy la representación de toda esa gente a la que una vez humillaron. Es hora de que recuperen el honor. — definitivamente está loco. Todo esto solo por "recuperar" un honor que nunca tuvo.
Dudan en hacerlo los primeros segundos, pero es la solución más pacífica del momento y posiblemente de toda la historia. Bajan las armas y lo hacen. No puedo creer que se han arrodillado ante un delincuente, asesino y fugitivo, pero es comprensible. El fugitivo se ríe, aun apuntándome al cuello.
Su risa disminuye cuando centra su vista en alguien de pie, entre tantos arrodillados.
— ¡Al parecer alguien no ha entendido muy bien lo que tiene que hacer! ¡A-rro-dí-llese! — le exige. Pega la pistola más en mi cuello. Quiero pegarle fuerte y salir de aquí, pero recuerdo que hay más de ellos en todo el banco y están armados también.
—Me temo que eso jamás pasará. — su voz retumba en los altavoces. Conozco esa voz.
Da pasos lentos hasta salir de la oscuridad que no nos dejaba verlo con claridad. La gabardina negra que lleva se extiende hacia atrás tras cada una de sus pisadas mezcladas con el viento que sopla en su dirección. Todas las miradas, incluso la de los policías arrodillados, voltean a su dirección. El corazón y mis ojos se congelan al verlo.
Jack. Es Jack Connor.
Va todo de negro y su cabello ha crecido más. Tiene una linda barba que le queda muy bien. Se ve muy diferente al de hace unos meses. Se ve más maduro, más elegante, más oscuro, más peligroso.
—Hola, Luis. ¿Te acuerdas de mí? — entonces así se llama: Luis. Puedo sentirlo temblar detrás de mí.
—Si no te arrodillas, le dispararé. — pega más el arma en mi cuello.
—Hazlo. Dispárale. — responde sin más. No puedo creer que después de todo ya no le importe mi vida. ¿Pero qué iba a esperar? Han pasado meses y ninguno de los dos quiso saber del otro. Si tuve los pantalones para escoger mi camino lejos de él, lo mantendré.
Cuando escucho el seguro del arma desbloquearse en mi cuello, lo empujo con todas mis fuerzas, haciéndolo chocar con la pared que nos quedaba detrás. Le aprieto la mano con la que sujeta el arma y dispara por accidente dos veces al suelo. Logro quitársela y la arrojo lejos. Me agarra del cuello fuertemente y con todas mis fuerzas le doy una patada entre las piernas. Me suelta y antes de que pueda atraparme de nuevo, le pego fuerte en la cabeza con una computadora portátil de los trabajadores.
La policía entra, empiezan a disparar contra los demás ladrones y las personas corren hacia afuera con mucho miedo.
— ¡Jasper! ¡Tenemos que irnos ahora! — me acerco a él y se levanta. Tiene una fuerte herida en la frente.
—Vete tú. Tengo una ruta de escape segura. Estaré bien.
—Estás herido, no te dejaré solo.
—Fuiste una rehén, sigue con esa pantalla y te dejarán libre. No te condenaré más al permitir que vengas conmigo. — caminamos hasta las escaleras traseras. — Ten esto. — me da una pistola. De tan solo sentir su peso, me da escalofríos. —Úsala si es necesario. Ahora vete por aquí y llega a casa. Te alcanzaré después.
—¿Seguro que estarás bien?
—Estaré bien. — asiento con la cabeza y le doy un abrazo.
Nuestra relación es confusa. Nos volvimos como una especie de amigos con derechos los primeros meses y luego solo fuimos buenos cómplices de locuras. Jamás me ha tocado, excepto por las veces que intentamos tener sexo y algo siempre se interponía. Esta cercanía me ha enseñado a quererlo.
—Cuídate, por favor. — rompo el abrazo y sonrío.
—Ya vete. La policía llenará el lugar en unos segundos. — le hago caso y bajo las escaleras hasta llegar al estacionamiento.
Me apoyo de la puerta con mis manos en las rodillas, tratando de calmar mis nervios. El sonido de varios pasos, por instinto, hace que me esconda. Por suerte, no me han visto. Cuando siento silencio, corro hasta la puerta metálica de salida. Todo tranquilo. He podido escapar del banco con éxito. Todo el movimiento está delante.
¿Jasper habrá podido escapar? Espero que sí.
Al ver a mi derecha, doy tres pasos hacia atrás del susto. Jack está parado, observándome en silencio y no parece tener buena cara.
Saca unas esposas de sus bolsillos y se acerca. Doy cortos pasos lejos de él.
— ¿Qué harás con eso? ¿Esposarme?
—Eres parte del crimen. — su voz suena relajada, sin sentimientos.
— ¿De verdad ibas a dejar que me disparara? — no sé si quiera saber la respuesta, pero dejo que se acerque más.
— ¿Qué cambiaría mi respuesta? — baja la mirada. — Solo hago mi trabajo.
— ¿Me llevarás a la cárcel? — no sé porqué estoy tan sorprendida.
—No me dejas otra opción. — preocuparme es inevitable. Sé que lo nota en mi rostro. —Estarás bien. — añade. Lo miro a los ojos y extiendo mis manos hacia delante para que lo haga. Se acerca lo suficiente hasta que puedo oler su delicioso perfume.
Es frustrante desear tanto a alguien que ya no puedes tener.
—Date la vuelta. — me ordena. No entiendo para qué, pero lo hago. Acaricia mis brazos hasta llevarme las manos a la espalda. Me da un leve empujón, colocándome boca abajo sobre el capó de un auto clásico que estaba aparcado detrás de mí. Me cachea todos los bolsillos para asegurarse de que no porte ningún arma. ¿Qué tan peligrosa cree que podría llegar a ser? Me toca cerca de los senos, la pelvis y el trasero. Sé que lo está haciendo a propósito. La seducción es algo natural en él y el contacto de su piel con la mía me hace alucinar sobre cómo sería volver a tenerlo dentro de mí.
Calma, Melanie. No dejes que tus hormonas arruinen la barrera que tanto te ha costado construir.
El frío del metal y el ruido del cierre de las esposas, me hacen saber que ya me las ha puesto. No pelearé más. Aceptaré cualquier consecuencia. Todo esto me recuerda el principio, cuando todo comenzó. Es como si la historia se repitiera, pero esta vez, de una manera invertida.
¿Es eso bueno o no?
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