Capítulo 20.
8am.
— ¿Dónde estabas anoche? — le pregunto a Martha en cuanto cruza la puerta.
— ¿Puedes dejar que llegue bien por favor? — dice sarcásticamente.
—Ya me conoces. ¿Dónde estabas? Ya sé que lo de Judith es mentira. — llamé a Lisa hace unos minutos y me dijo que Judith no está en la ciudad.
Resopla.
—Estaba visitando la tumba de varias personas. — se sienta en el sofá. Su vista está perdida. Como si estuviera recordando el momento. — La de Frank, la de Bilson...y la de tu padre. No hace falta que me expliques cómo murieron. Me informé lo suficiente de internet. Menos mal que te dejó esta casa. — la observa.
—Richard estaba muy arrepentido de todo lo que nos hizo, pero tú también eres tan culpable como él. Quizás las cosas habrían sido diferentes. — me siento a su lado.
—¿Todavía me preguntas por qué? ¿Acaso no viste todo el peligro que corriste desde que saliste de casa? Solo bastó con que descubrieran quién era tu padre para hacer de tu vida un infierno. — saca su cigarrillo y empieza a fumar. Esto es uno de los hábitos de Martha, mi madre. — Quería darte una vida tranquila, lejos de todo eso y estoy orgullosa de haberlo logrado. De lo contrario te hubiera entrenado para ser como él y era lo último que me faltaba. — parece muy molesta.
—¿Qué te hizo odiarlo tanto? — su expresión cambia y ahora parece triste. — ¿Fui consecuencia de una...violación? — me duele pronunciar estas palabras, pero necesito saber la verdad.
—No, tú fuiste creada con amor. Amaba a ese bastardo porque parecía ser mi única solución. Mis padres no me querían, no tenía trabajo ni dinero y me sentía...muy enferma. Las voces en mi cabeza...no me dejaban en paz y solo con su ayuda pude mantenerme en control.
—Hasta que te embarazaste de mí. Fue el momento exacto en el que huiste. ¿Por qué? — se queda en silencio, como si estuviera pensándolo.
—Fue un choque tan grande de emociones que... — hace una pausa. — No puedo recordar con mucha claridad lo que pasó después. Solo desperté con cinco meses de embarazo en una casa y mi hijo.
—¿En nuestra casa? — frunzo el ceño.
—Sí.
—Entonces, quizás otra de tus personalidades sobrellevó la situación.
—Todo esto es tan extraño. — parece que está a punto de entrar en crisis.
—Hey, tranquila. No importa. Ahora ya estamos aquí y estamos bien, ¿sí? No pienses más en ello. — recuesto su cabeza en mi torso mientras trato de tranquilizarla.
—Soy una madre terrible. No hay castigo humano que sea suficiente para mí. — las lágrimas caen por sus mejillas.
—Ya eso quedó atrás, ahora solo enfoquémonos en el presente ¿de acuerdo? — quiero arreglar la situación.
—Eres una bendición. Has sido la salvación de la familia Cross. — me mira a los ojos.
—No importa lo que pase, yo seguiré viendo por ustedes. — cada vez me convenzo más de ello.
—Toda tengo una duda. — se aparta y se seca las lágrimas. — ¿Qué pasó después que llegaste al bar? ¿Qué te dijo Judith? — cambia de tema.
—Es una muy larga historia. Fue donde Frank apareció después de creer que estaba muerto.
— ¿Ella te ayudó?
—En cuanto le dije que venía de tu parte, aceptó, a cambio de ser una empleada más. Dijo que, para quedarme, tenía que limpiar los baños, las habitaciones y me pareció justo. A pesar de todo se portó muy bien conmigo.
— Menos mal, es lo mínimo que podría haber hecho.
—Cambiando de tema, es mejor que empieces a buscar algún trabajo decente porque ya no me queda nada de la herencia que Richard me dejó y hay muchos gastos que cubrir. El sueldo del restaurante no me alcanza para todo. Ni siquiera sé cuánto tiempo podría quedarme ahí. También pagaré tu médico así que...me gustaría que me ayudes a ayudarte.
—Ya te dije que no necesito ningún médico. Tengo todo bajo control.
—Hicimos un trato, espero que no se te olvide. Solo dame algo de tiempo para cobrar mi primer sueldo y empezar a buscar a uno que se encargue de tu enfermedad.
— ¿Tan poquito dinero te dejó de la herencia?
—No, era bastante. Aparte de esta casa y el auto, tuve que pagar todas las deudas de mi irresponsable familia.
—Es cierto. Y no te preocupes, algo buscaré por ahí.
—Genial.
Minutos después.
Lisa me está esperando en su casa, así que conduzco a su dirección. Siempre tomo las calles más alígeras y despejadas para llegar más rápido. En una de estas, veo a un hombre parado en frente que me hace frenar de golpe. ¿Qué demonios? Cuando el susto se me va, lo observo y me doy cuenta de que es... Jacob.
¿Qué demonios hace aquí? ¿Me está siguiendo o qué?
Salgo del vehículo muy enojada para ponerlo en su lugar. No le tengo miedo.
— ¿Qué diablos estás haciendo? ¿Querías provocar un accidente?
— ¡Uy! ¡Qué modales! Así no se saluda a un cuñado. — sigue siendo el mismo idiota.
Ya no soy su cuñada, pero tampoco tengo el valor de decírselo.
—¿Qué quieres? — cruzo los brazos.
—Por precaución, deberías cambiar las rutas, son muy predecibles y para ser la novia de uno de los mejores agentes de la ciudad, no es muy inteligente de tu parte.
—¿Quieres ofenderme con eso? Tendrás que hacer un mejor esfuerzo. Y otra cosa: ya no soy la novia de tu hermano. Así que ahórrate los consejos. — revelo.
—Me alegra que hayan terminado. Merece a alguien mejor. Alguien que sí pueda aceptarlo como es y defenderlo cuando sea necesario. — ¿qué dice? Sus palabras, por más que intente evitarlo, me duelen.
—¿Te interpusiste en mi camino solo para decirme esto? — mantengo la cordura.
—No. Todo fue casualidad. — se sube a la cera.
El coche aún está encendido en medio de la calle.
—Pensé que te habías quedado en Filadelfia. Quizás deberías haberlo hecho. No le haces falta a nadie. Jack y Karol están mejor sin ti.
—Si Jack no tuvo la confianza de explicarte nuestro plan, entonces queda más que claro una cosa... — acerca su mala cara. Sus ojos son tan azules como los de Jack. — Nunca has sido, ni eres, ni serás parte de su vida por mucho que hayan estado juntos. — cada palabra que sale de su boca es más dolorosa que la anterior. Como siempre, puedo contener que el dolor se exprese mediante mis lágrimas, así que aprieto los puños fuertemente controlando las ganas de golpearle la cara o gritar.
—No quiero verlos nunca más, a ninguno de los dos. — siento mucha rabia.
— ¿Te gusta el tango? — cambia de tema como si no le acabara de decir nada. Es tan insoportable. — Esta noche hay un baile de tango en esta dirección. — entra una tarjeta en mis bolsillos sin que pueda evitarlo.
—Invita a tu ridículo pretendiente, ¿Javier? Y dile que trate de coordinar una buena coreografía para que baile contigo. Me muero por ver la cara de Jack.
¿Qué? ¿Habla de Jasper y yo?
—Su nombre es Jasper y... ¿por qué dices eso? ¿Cómo sabes de él?
—Soy el rey de la investigación. Lo sé todo de todos. — su voz siempre tiene un tono burlón muy desagradable. Apenas lo conozco de hace casi una semana y no lo soporto. Es muy fastidiosa su manera de actuar.
—Entonces, si eres el rey de la investigación, ¿eso quiere decir que estás tratando de engañar a Jack con el cuento de tu regreso? — juego con sus cartas a mi favor. Sé que quizás, después de haber roto con Jack, no debería de meterme en estos asuntos de su vida personal, pero ya que está aquí hablando conmigo pues, me interesa saber más sobre el tema.
—Sé que quieres saber más y que puedo confiar en ti, pero este no es un buen sitio para hablar de estas cosas. Ve al baile, ponte algo sexy y estaré allí para darte todas las respuestas que quieras. — se da la vuelta, cruza la calle mientras enciende un cigarro y expulsa el humo de su boca.
¿A qué quiere jugar ahora?
5pm.
—¿Crees que éste me quede bien? — pregunta Lisa, sacando uno de sus pocos vestidos elegantes del armario. Le he contado todo y resulta que también asistirá al evento. Dudé mucho en saber qué hacer ya que Jack también estará allí.
¿A quién llevaría? La curiosidad me está matando.
Iré. Por muchas razones. Necesito que Jacob me cuente todo lo que sepa, aclarar lo de Jasper y ver cómo está Jack, (al menos cómo sobrelleva las cosas) después de nuestra última conversación.
—Todo lo que te pongas te queda bien. Tienes un cuerpo espectacular. — la alago. Está muy emocionada por ir a este baile, por Eric y porque es una fiestera de por sí.
—Quiero que Eric se excite cuando me vea entrar y no se aparte de mí en toda la fiesta.
— Te encanta torturarlo, ¿verdad?
—Un poco sí. Se lo merece. Está loco. — se ríe.
— ¿Y cómo van las cosas entre ustedes?
—Bien. Ya sabes, siempre está trabajando con Jack, pero la mayoría del tiempo me lo dedica y es algo que valoro, ya que también tengo un horario muy pesado.
— ¿No han tenido ni un problemita desde que están juntos?
—Sí, cuando deja todo tirado en mi apartamento al irse. Es muy desordenado. — coloca el hermoso vestido azul oscuro que me ha mostrado sobre una silla.
— ¿En serio? Es que, siempre dicen que todas las relaciones tienen sus bajas y veo que, a pesar del tiempo ustedes nunca se separan. Siempre... están felices y me da curiosidad saber cuál es el secreto. — mi voz se entristece. Ya sabe de mi situación con Jack, así que ya no tengo que decirlo.
Se sienta a mi lado y me rodea los hombros con su brazo.
—No todas las parejas funcionan igual. No trates de seguir reglas para que algo funcione. Constrúyalas ustedes mismos y respétenlas. Por más que quiera darte un buen consejo, tomando como ejemplo mi relación con Eric, no puedo, porque puede que lo que funcione en nosotros, en ustedes no y tendrán más problemas. No quiero sentirme culpable de eso. Además, ya tomaste tu decisión, ahora, déjalo ir, Melanie. — tiene muchísima razón. Como casi siempre, pero es más fácil decirlo que hacerlo.
Al menos lo intentaré.
—Entonces, ¿con cuál vestido irás tú? — abre una caja con muchos vestidos más. Seguramente se emocionó tanto que compró todo esto para tener varias opciones y sinceramente, me viene bien.
9:30pm.
No sé ni cómo, pero he convencido a Jasper de venir al baile conmigo. Como es pública, invitó a otros más de sus amigos para que fueran y con tal de que viniera, no tuve de otra que aceptarlo. Aseguró ponerse algo bonito y adecuado para la occisión. Muero por verlo en traje. Su estilo siempre es muy sport y no le gustan las camisas. Todo lo opuesto a Jack.
¿Por qué siempre los comparas? ¡Deja de hacerlo, Melanie! Me digo a mí misma.
Cuando llego a casa, ver a Martha con un hermoso vestido escotado rojo, acompañado de lindos accesorios y unos guantes hasta los codos, me deja impresionada.
¿A dónde va?
— ¿Y tú ahora, a dónde irás vestida así? — tiro las llaves en la mesa.
—Al mismo lugar que irás tú. Jasper me comentó hace unos minutos sobre eso y por supuesto que no me la perderé.
— ¿Jasper? ¿Ustedes ya se conocen?
—Vino esta tarde buscándote. Como no estabas, lo conocí mejor y con mi presión psicológica hice que me dijera el porqué de su visita.
— ¿Qué? ¿Qué le dijiste? Él no me dijo nada de esto.
—Le pedí que no lo hiciera. — sigue arreglándose en el espejo.
— ¿Cuándo te dijo de la fiesta?
—Hace 10 minutos.
— ¿Y en 10 minutos tuviste tiempo de arreglarte así?
—Deja de buscarle vueltas a todo y mejor cámbiate. Nos iremos juntas. Esta noche será muy agradable. Prometo portarme bien. — se arregla el labial.
Respiro profundo.
Esta noche será la peor de todas, lo presiento. No discutiré con ella otra vez, así que mejor me doy un baño y me arreglo.
Hago todo brevemente.
Martha me ha dejado un hermoso vestido rojo sobre la cama con guantes parecidos a los que tiene y algunos accesorios mientras me bañaba. Aparentemente está más emocionada de ir que yo. Lisa me ha prestado uno de los vestidos que ha comprado, pero debo de admitir, que el de mi madre se ve muchísimo mejor. Más a mi estilo.
Minutos después, ya estoy lista.
Solo falta ponerme algo de delineador, lo cual, se me está dificultando. No soy nada buena con el maquillaje. Martha entra despacio hasta colocarse detrás de mí. La miro a través del espejo. ¿Qué quiere ahora?
Me acaricia las ondas de mi largo cabello y me gira la cara hasta su dirección.
—Veo que necesitas algo de ayuda. — pasa su suave dedo por mi parpado, limpia el desastre que tengo y lo hace ella misma. Es extraño. Nunca la había sentido tan cerca de mí y no hablo de físicamente. Estos son los momentos de madre e hija que jamás pensé que viviría con ella.
Su delineado quedó perfecto, justamente como lo quería. Me miro al espejo y sonrío. Me ha salvado la noche. Da una tierna sonrisa, pero en su mirada, puedo ver lo cansada que está. Se ve agotada. La luz de sus ojos no brilla tanto como antes.
—Gracias. — ser tan cordial entre nosotras es vergonzoso, pero por algo tenemos que comenzar si queremos mejorar.
—Eres hermosa. Jamás me había detenido a notarlo. Sacaste los ojos de tu padre. — me acaricia las mejillas con una de sus delicadas manos. Sonreímos. Recordar a mi padre, me da cierto estremecimiento.
—No quiero que te sigas culpando. Quiero que estés bien. — agacha la cabeza. — ¿Algún día me contarás de los abuelos, quizás? — aparte de querer entablar una conversación, deseo que me cuente más de su pasado.
—Era muy mala en clase. Mis notas eran una decepción. Mis padres siempre fueron muy estrictos y cuidaban mucho su reputación. Cuando veían mis calificaciones, me castigaban pegándome. — me sorprende que sí quiera contarme su historia. — Uno de esos años escolares, llegó un nuevo profesor. Era muy guapo y siempre notaba cómo me miraba. Una de esas tardes, quería que me quedara con el pretexto de darme una retroalimentación y subir mis calificaciones, pero eso no era lo que realmente quería. — la sonrisa se desvanece en mi rostro al darme cuenta de lo que está a punto de contarme. —Se acercaba a mí, tocaba mis piernas y las hormonas de adolescente se me dispararon. Prometió darme las mejores notas y lo hizo, pero a cambio de entregarme a él. Lo hice y me gustó. Fue mi primer encuentro sexual y desde entonces, me volví una ninfómana. — hace una pausa.
—Lo que no sabíamos era que la escuela estaba siendo remodelada y había una cámara de prueba en el aula donde lo hacíamos. Un día la revisaron y descubrieron la terrible verdad. Fue una explosión. Llamaron a mis padres, detuvieron al maestro, cerraron la escuela por unos meses y antes de que mis padres me castigaron. Me obligaron a ver una película egipcia porque sabían que las odiaba sin parar durante días. Sin agua, ni comida y pegándome cada vez que podían.
—Pero no tenías la culpa.
—Ellos no lo entendían. — ha sufrido tanto. — Y no lo sé, simplemente... tampoco puedo recordar con exactitud lo que pasé.
—¿Cómo supiste de tus otras identidades?
—Después de esos días, me susurraban sus nombres.
—¿Cómo si fueran fantasmas?
—No, como si estuvieran en mi cabeza o justo detrás de mí. Al principio creí que me estaba volviendo loca, pero después nos entendíamos y llevábamos un control.
—¿Cuándo?
—Cuando estuve en ese centro psiquiátrico.
—¿El de Walter?
—¿Cómo sabes su nombre?
—En el departamento me dijeron todo esto. Dicen que lo clausuraron cuando descubrieron que mantenías una relación con él.
—Son ellas. Ellas son las responsables de todo este caos. Yo era la primera interesada para que controlaran mi enfermedad, pero ellas no lo permitían.
—Después de esos días, ¿qué es lo que recuerdas?
—Huí de mis padres, de Walter y de todos. Luego me refugié en el bar de Judith. Y desde entonces he tenido la vida que ya conoces. — definitivamente me imaginaba que había pasado por muchas cosas, pero nunca algo como esto. Ahora más que nunca necesito ahorrar lo suficiente y pronto para que un especialista pueda ayudarla con esta rara y tenebrosa enfermedad.
—Siento mucho todo lo que has pasado. — tengo un millón de preguntas más, pero llegaremos tarde al baile.
—No te preocupes. Esas cosas ya no me afectan. — trataré de cuidar de ella como sus padres nunca lo hicieron. Como nunca lo supo hacer conmigo. No tengo corazón para ser mala con ella después de decirme todo esto.
Ya tenemos que irnos.
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