Capítulo 14.
Me pongo las sandalias y bajo a la cocina por unos analgésicos que quizás puedan ayudarme. Mientras voy echando el agua dentro del vaso, el ruido de una puerta abrirse lentamente me asusta. Martha ya debe estar dormida, así que no puede ser ella.
Tomo un cuchillo y camino hasta la puerta que creo que se ha abierto.
Antes de que pueda acercarme más, alguien me sujeta fuertemente la mano con la que llevo el cuchillo y me cubre la boca para que no pueda gritar. Intento zafarme, pero es más fuerte que yo. Es un hombre. Me pega dócilmente contra la pared y cuando lo escucho hablar, me doy cuenta de que es Jack.
¿Qué demonios hace aquí?
— ¿Qué diablos haces? ¿Por qué no tocas la puerta como una persona normal? — tengo los nervios de punta y no es para menos.
— ¡Perdón! Si lo tocaba, la loca de tu madre nunca me dejaría entrar. — respiro profundo. Al menos agradezco que sea él y no otro loco que quiera asesinarme.
—Será mejor que empieces a respetarla. — la defiendo. — Pensé que me querías lejos de tu vida. — recuerdo sus palabras. Solo me mira y agacha la mirada.
—Melanie, yo...
—Ya no importa. — lo interrumpo. Lleva un chaleco antibalas encima de su camisa. Nunca lo usa a menos que sea para alguna operación peligrosa. — ¿Por qué vas vestido así? ¿A dónde vas? — intento marcar la distancia, pero no dejo de preocuparme por él.
—Tengo que averiguar si lo que dice Jacob es verdad. Aun no entiendo nada, pero unos sujetos intentaron dispararnos esta mañana. Venían desde Filadelfia, así que allá iremos. — contesta.
— ¿De verdad vas a confiar en él?
—No confío en él, confío en mi instinto.
— ¿Y tú instinto te dice que debes confiar en él después de todo lo que hizo?
—En él no, pero en lo que dice quizás sí. — Jack Connor, el hombre más desconfiado y precavido del mundo piensa dejarse llevar por los juegos de su desquiciado hermano. — Mi equipo estará en comunicación conmigo todo el tiempo, no tienes nada de qué preocuparte. Por eso, quiero que te quedes en casa con mi madre mientras no estoy, si quieres. Estarás más segura allá hasta que nos encarguemos de esto.
—Este es mi hogar Jack. Además, ahora que Martha está aquí, debo mantenerla vigilada.
—Lo entiendo. — guardamos silencio por algunos segundos. — Perdóname, por cómo te hablé allá. Estaba desesperado. Sabes que nunca te había alzado la voz de tal manera.
—Sé que todo este...tema familiar te vulnera. Creo que estamos en las mismas. — sabe que me refiero a Martha. — Tú me adviertes sobre mi madre al igual que yo de tu hermano y ninguno nos hacemos caso porque al final, la familia pesa más y está bien, puede entenderse. — baja la mirada. — Ahora te perderás en un viaje peligroso junto al psicópata de tu hermano y yo junto a la trastornada de mi madre. Y hasta que no cerremos estos problemas, no podremos estar...en paz.
—¿Estás terminando conmigo? — su voz se quiebra. Se me hace un nudo en la garganta que no me deja hablar. Juego con la punta de mis dedos para controlar mis nervios, pero no sirve de nada.
—No quiero esto, pero creo que es necesario. — dejo salir las lágrimas de mis ojos. — Las cosas han ido mal y lo sabes.
—Mis problemas con Jacob y con tu madre no tienen por qué afectarnos. Podemos seguir juntos y afrontar cualquier situación.
—No me refiero solo a ellos, sino a nosotros. — estas palabras me están hiriendo más a mí que a él. — Desde que te fuiste a Filadelfia las cosas han estado... diferentes. La pasión y el amor siguen ahí, pero...algo está fallando. — me seco las lágrimas.
—Sí. Algo está fallando: tú. Tus sentimientos ya no son los mismos. — niego con la cabeza. — Pero está bien, está bien. Si deseas irte no te detendré. Desde lo que pasó solo has estado conmigo, quizás sientes la necesidad de experimentar cosas con alguien más. — se aleja de mí.
—Esto no tiene que ver con terceros, solo con nosotros. Sigo amándote como el primer día, solo intento hacer que las cosas mejoren.
—¿Alejándote de mí? No pensabas eso antes de sacar a tu madre de la cárcel.
—¡Esto tampoco tiene que ver con ella, entiéndelo! — intento bajar la voz para no despertarla.
—Pero pronto lo será. Me sorprende mucho que hayamos pasado por peores cosas y ahora por algo tan simple quieras irte. — por más que intente explicarle, no entenderá. — Pero repito: puedes estar tranquila. Si de verdad quieres hacer esto, si de verdad quieres alejarte de mí, no haré nada para impedírtelo. Ya tenemos suficientes problemas. — camina hasta la puerta.
Corro hasta él y lo detengo.
—No quiero que te vayas así. No quiero estar mal contigo, pero...no me odies. — sostengo sus mejillas en mis manos.
—Jamás podría odiarte. — coloca sus manos sobre las mías. — Y sabes que siempre estaré ahí para ti. — sus ojos están llorosos. — Pero quizás tengas razón. Esto no funciona y necesitamos un respiro para equilibrar las cosas. — quita mis manos de su cara.
Que ahora lo diga él me destroza el corazón aún más.
—Buenas noches, señorita Cross. — esto se siente horrible. Pasamos de nena, baby, Melanie, amor, a simplemente señorita Cross.
Abre la puerta y simplemente se marcha.
Jack Connor.
Cuando salgo de la casa, recuesto mi frente en la puerta del vehículo y cierro los ojos para controlar mi dolor. El dolor que me causa saber que ya no quiere seguir conmigo y que ya no quiero estar cerca de mí. No debí haberle dicho esas cosas. Fueron el detonante de que todo esto pasara.
—¿Problemas en el paraíso? — suena la irritante voz de Jacob. A penas recuerdo que también ha venido conmigo.
—Nada que te importe. — le doy una mala mirada y entro al auto. Hace lo mismo y conduzco hasta al aeropuerto. No le he dicho nada de esto a mi madre, no quiero preocuparla más. Solo cree que este es uno de mis tantos otros casos sin resolver y que estaría fuera de la ciudad por un par de días. He preparado un buen equipaje para este intenso viaje y llevo todo tipo de armas. Me gusta ser prevenido. No sabemos lo que podríamos encontrar.
Lo noto algo nervioso y ¿asustado? durante el camino. Aún lleva la misma gabardina de los videos de cámaras de seguridad y por alguna razón que desconozco, me molesta.
— ¿Necesitas algo de dinero para ropa? No te has quitado esa estúpida gabardina desde que pisaste la ciudad, al parecer.
—Esta estúpida gabardina es lo que me ha mantenido seguro en estos días. — frunzo el ceño. Lo sacude y me muestra lo que tiene en el interior. Es una especie de alambrada que solo se usa para interferir y desviar la señal de algo o de alguien. — Gracias a esto no pueden rastrearme. Todo lo que quieren, lo consiguen, pero estoy tres pasos más delante que ellos.
—Tan listo no eres si estás en esta situación. — estoy cabreado. — ¿Por qué no me dices lo que pasa de una buena vez? — insisto.
—Porque no seré yo el que te lo diga. Será la misma persona que me convenció de venir a buscarte.
—Sabes que esto se oye terriblemente sospechoso, ¿verdad?
—Sí, lo sé. Pero no te pasará nada, lo prometo. De momento te necesitamos con vida.
—No tengo miedo de lo que me pase, no por nada estoy arriesgándome a venir aquí contigo. Preocúpate más por lo que te sucederá si todo esto, me resulte una mierda.
—De acuerdo. — contesta como si nada le importara.
Me enfoco en la carretera.
—¿Y a qué te dedicas? ¿Eres mafioso, trabajas para alguien? — rompo el silencio.
—¿Por qué cuando ven a un chico guapo, con tatuajes y una apariencia de ser adinerado piensan que es mafioso? Es ridículo.
— ¿Y no lo eres?
— ¡Por supuesto que no! Soy un cazarrecompensas. — detengo el jeep bruscamente al costado de la carretera. Pongo mis dedos en la raíz de mi nariz mientras trato de no reírme.
¿Cómo que cazarrecompensas? ¿Me está tomando el pelo?
— ¿Tú? ¿Un cazarrecompensas? ¿Y quieres que te crea?
— ¿Por eso detuviste el coche tan dramáticamente? — no responde mi pregunta y vuelvo a conducir con más velocidad. El camino es algo extenso y no quiero perder más tiempo. Ya quiero aclarar toda esta mierda y que acabe como tenga que acabar.
Horas después.
Hemos llegado. A mi dulce Filadelfia. La ciudad donde nací y pasé mis peores momentos. La rara sensación y los recuerdos dominan el momento y sé que, por la forma en que nos miramos, nos pasa lo mismo. Estamos parados justamente delante de nuestro antiguo hogar. Está muy abandonada y tiene muchos papeles y otras cosas por todo el alrededor. Aparentemente, después de todo lo que pasó, nadie se atrevió a cuidarla y mucho menos a entrar en ella.
—¿Listo para escuchar la historia que sigue? — pregunta Jacob sin apartar la vista de la casa.
—Lo estoy. — contesto sin más. Aunque no estoy seguro de soportar revivir la historia que tanto me costó superar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro