Capítulo 3
"Multi famam, conscientiam pauci verentur"
Muchos le temen a su reputación, pocos a su conciencia.
-Caecilius Cilo.
Jimin se mecía tranquilamente en aquella silla, en ese salón que estaba más que bañado en silencio, aunque le era ajeno, puesto que tenía resonando en sus adentros cierta canción, llevaba pequeños trozos marrones a su cavidad bucal donde sus papilas gustativas se bañaban con el placer de tener aquel chocolate.
Tenía una cierta cantidad de cartas regadas en la mesa, eran de las chicas que el día anterior se enteraron de que él había estado en la enfermería y decidieron dárselas para animarlo, junto con dulces y frutas que Jimin no rechazaría, por amabilidad, por supuesto.
Posó su mirada a través de la ventana, la manera delicada en la cual el sol contrastaba con el tono rojizo de la atmósfera, las hojas caían elegantes y difusas ante el suelo, le encantaba esa vista ciertamente atrapante y digna de enmarcar en su mente. Miró su reloj y sólo faltaban pocas horas para que el sol se ocultara, se puso de pie, comenzó a transitar los desolados pasillos con suma paz.
Su rostro poseía una tranquilidad y sus dedos repasaban las paredes dejando ese molesto sonido de sus uñas, rasguñándolas, no apuró su paso para nada, deseaba simplemente mantenerse de esa manera, luego de que la canción acabó se sacó los audífonos y pudo notar que estaba cerca de su objetivo.
Llegó hasta las piscinas de natación, luego de esos momentos de calma antes de la tormentosa destrucción, el sonido a risas y gritos abrieron su camino hasta él. Dio unos cuantos pasos más hasta que divisó dos siluetas. Guardó todo lo que le molestaría para ya girar a ingresar a ese sitio.
— ¡Jeon! — exclamó apenas cruzó el umbral que daba a los sanitarios, el nombrado giró para dar con su mirada, su sonrisa que lejos de desaparecer se acrecentó — ¿Ya te divertiste lo suficiente? — su voz sonaba despreocupada, casi dulce.
Jungkook se movió lentamente hacia un lado — No lo suficiente cómo quisiera, pero ya es algo — se limpió las manos con un trozo de tela, dejando leves tonos carmín envolverlo y mancharlo —, pero ya se está haciendo tarde ¿Verdad? — levanto la mirada, esa misma que se encasillaba en un opaco negro y vió al pelinegro asentir — Mejor espero aquí — Jimin lo observó sin decir nada.
Jungkook tenía el torso cubierto apenas por una remera blanca la cual estaba empapada y se pegaba a su anatomía tan marcada, sus nudillos estaban rojizos, lastimados y bien conocía el porqué, lo vio aproximar su espalda entre los azulejos de ese lugar y cruzar sus brazos fijando su mirada en él.
Jimin aflojó su corbata mientras daba ciertos pasos, mordió levemente sus labios y sus ojos se entornaron ante aquella persona que estaba frente suyo.
Vió cómo ese chico tenía los labios temblando al igual que todo su frágil cuerpo, sus manos estaban puestas frente a su rostro, pudo ver las lágrimas mezcladas con sangre y sudor recorrer su perfecta, pero lastimada piel. Lentamente sus brazos perdieron fuerza y comenzaron a posarse a los lados, sus ojos se abrían lentamente dando una vista a ese hombre que hizo que su corazón se volcara y sus labios resecos quisieran formular su nombre, siendo lamentable el hecho de que incluso haya sido privado de esa posibilidad.
— Jim... — una fuerte punzada en su estómago eliminó todo oxígeno en el, el ser que se hacia pequeño ante él trataba de quedarse quieto, en silencio, sabiendo que esa era la manera de que todo acabara pronto y eso paso, las patadas habían cesado, pero en su anatomía aún dolían. Todo en él dolía.
— ¿Ya no puedes más? ¿Kookie fue muy malo contigo, cariño? — la voz de Jimin lo envolvió en una ceguera de sensaciones y realidad, su palma suavemente se posó en su barbilla haciendo que el contacto visual fuera inevitable — Sabes que te has portado mal ¿Cierto? Fuiste un mal niño, por eso él fue así de rudo ¿Lo entiendes verdad?— su contrario asintió levemente, tratando de mantener la mirada con esos ojos tenues y envolventes. El llanto estaba a segundos de comenzar de nuevo, podía notarlo en su respiración, en su garganta, su escaso autocontrol se estaba desvaneciendo al igual que su conciencia. El lugar se llenó de un silencio ensordecedor por unos instantes. Pudo notar cómo la mirada de Jimin se oscurecía, su errática respiración y la adrenalina corrió por sus venas. Park lo levantó apenas, haciendo que quedara a medias rodillas flexionadas. Sin dar tregua de descanso su rostro fue bruscamente golpeado y un dolor recorrió sus rodillas al sentir una patada descolocarlo — Arriba — escuchó y trató de erguirse rápidamente no quería desatar más furia contra su ser —, vamos que me estás quitando la paciencia — sus lágrimas corrían con más rapidez y ese sabor metálico se colaba sin contar con el dolor que se intensificaban al tratar de mantener la estabilidad.
— L-lo siento.. — pronunció débilmente en un jadeo penoso — lo si-siento mucho Jimin — su voz salía en un tono quebrado a causa de los hipidos lastimeros.
— ¿De verdad lo sientes? — respondió Park tomándolo de ambos brazos, sabiendo que no podría zafarse de ese agarre tan bruto. Enterró sus uñas haciendo que el chico soltara un quejido — Bueno— pausó levemente el agarre — espero que luego de esto aprendas a que no debes de "olvidar" los trabajos que te encargo — su voz se suavizó y el muchacho lo observó un poco más tranquilo. Quizá su tortura había acabado.
Pero inesperadamente Jimin lo arrojó con fuerza contra la cerámica ahora bañada en sus gotas carmín. Su cabeza daba vueltas y su vista estaba completamente empapada en angustia y miedo.
— Perdón — dijo de nuevo la víctima de ambos chicos como tratando de que sus súplicas fueran suficientes para que lo dejasen en paz — n-no volveré a fallarte J-Jimin, lo juro, lo juro — tragó duro al notar que su rostro estaba a centímetros del pelinegro el cual cortó con la distancia entre su borrosa mirada y su latente palpitar.
— Cariño — dijo Park soltando un profundo suspiro —, recuerda que sólo hacemos esto para que nunca, pero nunca me falles pequeño, sabes que esto es porque necesitas mas disciplina ¿Lo entiendes, verdad? — adjuntó mirando al frágil chico de cabellos fuego quién apenas se sostenía contra la pared pero asintió, con sus labios curvados mostró esa dentadura blanca entre esos carnosos y rosados labios — ¡Muy bien pequeño! — exclamó aplaudiendo alegremente — ¿Ves? Todo se soluciona con un poco de mano dura cómo diría Wonho , ahora sé que no volverás a hacerme pasar malos ratos por culpa de tu incompetencia — se pegó un poco más al chico aspirando su casi nulo aroma a vainillas, recorrió su cuello llenándolo de su calurosa respiración, haciendo estremecer al chico, quién oyó muy cerca un —, espero te arregles porque te ves fatal — en susurro, un beso en la mejilla se pasó en su piel maltratada y eso creo el desplome total del chico ante el frío piso, viendo como se limpiaba los labios al final con el dorso de la mano.
Jimin lentamente giró y salió de allí cómo si nada, seguido de Jungkook quién lanzó una mirada a la víctima, se acercó tirándole la toalla que anteriormente él tenía, vio como tembló y de nuevo no sintió nada más que vacío y casi nada de pena, para salir de allí sin mirar para atrás. El pobre chico que tenía la anatomía completamente maltratada buscó su móvil para textear un último mensaje, luego las lágrimas no lo dejaron ver nada más.
Por su parte ambos chicos caminaban amenamente por esos desolados pasillos, con sus respiraciones cómo única arma contra el silencio. El hecho de haber dejado a un muchacho completamente golpeado no causaba ningún tipo de remordimiento en ambos, al menos no uno que demostraran.
— Jimin ¿vienes a dormir a casa hoy? — habló Jungkook sin mirarlo puesto que su concentración estaba en la pantalla de su móvil, realmente no quería pasar la noche solo y si no iba su amigo posiblemente él saldría con alguna chica u colega de ocasión.
— No lo sé, prometí que iría junto a Taehyung, sus padres se acaban de ir a Japón y quiere que lo ayude a organizar una fiesta, entre otras cosas , ya sabes como es de insistente cuando se lo propone— respondió el contrario, con una media sonrisa ante el rostro del menor.
Jungkook levantó su mirada antes de bufar levemente — ¿Me cambias por Taehyung, complejo de príncipe? — cuestionó con una mueca, sin poder distinguir si era de desagrado o algo más.
Jimin rió ya de manera un poco más sonora — Basta Kookie, deja de llamarlo así, la verdad es que celas de él por mí, lo sé — canturreo formando una sonrisa.
— Estas realmente mal Diminie ¿Acaso aun tienes fiebre?— ambos sonrieron calmadamente, pero algo en Jungkook se removió y este se apresuró a ahuyentarlo — Da igual ¿Quieres que te lleve a su casa?
— En serio debes dejar de negarlo y llevarte a Tae a una cita, podrian terminar siendo pareja como cuando...
— Sabes que él me odia — corto el menor, su voz salió dura aunque un poco dañada —, además él, tu sabes — adjuntó cómo si casi se viese obligado a formular palabras tratando de justificarse.
— Bien — Jimin sonrió y posó su palma en el hombro del contrario — Y si, por favor me vendría bien que me llevaras a casa del que tanto evitas.
Ambos no dijeron nada más hasta llegar al automóvil, subieron emprendiendo su camino con rapidez. La música sonaba y apaciguaba el ambiente aunque fuere sereno lleno de preguntas.
¿Quién podría creer que Park Jimin, el perfecto chico hiciera sufrir a otro?
Nadie, simplemente nadie. A veces él mismo se cuestionaba porqué lo hacía, el por que le daba cierta calma crear temor en aquel frágil chico, además de alivianar gran parte de sus deberes, los mismos que él sin problema alguno podría terminar. Cuándo estaba en esa situación no pensaba en nada más que apaciguar su sensación de vacío. Tratando de callar las voces que le decían que si no lo hacía nadie lo respetaría. Suspiró un momento apreciando la caída de las hojas ante el baile insonoro del viento primaveral. Jimin cerró unos minutos sus ojos dejando que sus pensamientos fueran desvaneciéndose. Las imágenes de ese chico suplicante aparecían en su mente, aunque no sintiese nada de pena, un sabor amargo lo recorría.
Park Jimin de diecinueve años, becado y prometedor estudiante, aun cuando iba con un año perdido a cuestas, ya que por politicas y condiciones de la institucion tuvo que perder un año completo al acceder a la beca, no tenía ningún tipo de aflicción ante sus actos recientes.
La verdad en parte le daba risa, para el mundo él era un estudiante excepcional. Aunque nadie sabía que el apreciado Park Jimin en realidad aterraba al más débil, por el simple placer que creaba en su anatomía.
¿Y quién era su víctima más apreciada? Al mismo que en ocasiones llamaba su obra oculta más bella, Jung Hoseok, un estudiante tranquilo y modelo, de notas perfectas, débil, dulce, indefenso, un alma demasiado manejable para su bien. Nadie mejor que él para saciar sus caprichos de no hacer sus trabajos. Él tenía cosas más importantes que unos mandatos tontos de instituto.
Miró al lado y su mejor amigo quien observaba tranquilamente las aceras ya poco transitadas. No recordaba cómo comenzaron con eso, atemorizar a los demás pasó de ser un juego que comenzó Jungkook, tiempo atrás, a ser algo que llenaba algo dentro suyo. Gracioso cómo pasó de evitar esos hechos a ser participe e incluso creador de ciertos escenarios algo atemorizantes. Pero no se arrepentía, le gustaba. Le gustaba ser el chico malo detrás de una fachada de perfección.
— Llegamos — escuchó a la par que su vista entornaba ante esa manzana donde la riqueza no era nada más que algo de cada día. No había casas sino mansiones, algo con lo que él no pudo siquiera soñar en su infancia.
Un giro más y se encontraban ingresando al recinto de los Kim, dónde un guardia les aprobaba la entrada y un chico de fina estructura, cabellos castaños y ropa holgada pero de diseñador lo esperaba.
Jimin descendió del móvil, dejando el confort del asiento del copiloto absorbiendo ese aroma a césped recién cortado y la vista de esa gran mansión apoderándose de su campo visual.
— ¡Jimin! — escuchó y vio más de cerca a su amigo — Creí que no vendrías.— la sonrisa algo singular del chico captó la atención del pelinegro.
— Si, hola también a ti Taehyung — interrumpió Jungkook quién estaba apoyado sobre su automóvil.
— Oh. — los ojos miel del chico se posaron en los negruzcos del contrario — Ya me parecía oler mierda por aquí.
—¿Mierda? — Jungkook lo observó apretando los labios cómo tragándose las palabras.
— Ya chicos, par de niños — habló Jimin evitando una pelea — Gracias Jungkook por traerme, nos vemos mañana — cortó sabiendo que si esos dos seguían, probablemente tendrian cosa que decirse el uno al otro hasta el amanecer.
— Adiós — se despidió Jungkook evitando a Tae quién mantenía una mirada resentida hacia el azabache.
— No sé cómo lo soportas, es un tarado — comentó Tae viendo como Jeon salía de sus recintos, movía sus mechones detrás de su oreja — además de maleducado, un verdadero imbecil — se quejaba.
— Ya entendí ¿le tienes demasiadas ganas a Jungkook? — soltó Jimin, observando las reacciones que se pintaban en el rostro del contrario — ¿Aun sabiendo que soy mejor?— agregó lo último con una risilla escapando de entre sus labios. Tae no responde mas ambas miradas cómplices fueron posicionándose al mismo sitio — ¿Vamos? — cuestiona el dueño de aquella enigmática personalidad, sutilmente su mano se posó sobre la espalda baja de su anfitrion, mientras atravesaban las grandes puertas, las mismas que al cerrarse daban inicio a una larga noche.
;gracias por leer ♡
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