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Capitulo 23

Quería hundir su mano en el dolor y agarrarlo como a un objeto próximo y estático y oprimirlo y expulsarlo de su cuerpo fatigado.

— Alejandra Pizarnik

El reloj marcaba apenas las cuatro, cuarenta y cinco a.m. y Jinsoul se removía hasta quedar fuera de los brazos de Jimin, que plácido descansaba en los brazos de Morfeo. Ella sentada gira un poco y se encarga de cubrir mejor el cuerpo del chico antes de alejarse de la cama, sabía que Jimin había pasado por mucho en los últimos días, muchas emociones para tan poco tiempo, y ella lo conocía tan bien que era consciente de que eso era todo menos bueno para el, Jimin siempre había demostrado ser de aquellas personas que no funcionaban de manera correcta ante el estrés, por eso siempre se encargaba de mantenerlo todo listo con anticipación, pero no pudo prever lo que pasaría con Taehyung e incluso con el amante desconocido, del que ella sabía había estado durante la noche pasada, de manera que ante todas sus soluciones previas debía de rehacerlas, buscar opciones para poder anteponerse a cualquier cosa de ahí en adelante.

Sus pasos la conducen aquella puerta, con su tiempo termina con pasar por el umbral del baño y se inclina para abrir los grifos, dejando que el cálido líquido llene la tina, necesitaba relajar los músculos y esa era la manera más rápida de hacerlo, luego de haber estado con Jimin siempre repetía la misma rutina. Vuelve a salir de allí y busca un par de ropa y su pequeña bolsa en donde se encontraban los productos que normalmente usaba. Lo lleva todo y lo deja sobre el lavamanos, y lo primero que busca es el pequeño peine de finos dientes y lo segundo es una de sus cremas favoritas, dejando pequeñas gotas de ellas sobre cada uno de los chupones que el mayor había dejado en su cuello y en parte de su hombro, luego pasa el peine una y otra vez sobre la zonas, hasta asegurarse de que la sangre había vuelto a circular y ya no habían ni rastro de los pequeños coágulos de sangre, siendo así un fácil de disimular con casi nada de maquillaje, no miradas acusadoras, debido a qué la mayoría de personas si, tenían sexo, pero parecían aún en esos tiempos escandalizarse ante vestigios así, la verdad qué mantener su fachada a veces conllevaba ofrecer opciones a su propio cuerpo, sus dedos pasean sobre su piel, sus ojos azules van por cada rastro que ya estaba esfumado, y al volver a observar su rostro solo desvía la mirada.

En cuanto termina va en camino a la tina, cerrando los ojos y repasando mentalmente todo lo que tenía que realizar para lo que restaba de la semana, muchas actividades, pocas horas, siempre terminaba siendo lo mismo. Y ese momento, en el que se encontraba sola era puro oro para ella, un momento a solas era todo lo que quería muchas veces cuando todo la sobrecargaba.

En pocas horas debía de estar junto con su madre en el salón de alta costura favorita de la misma, para que sean tomadas las medidas para el vestido que ella quería que vista para la fiesta, su aniversario se encontraba ya muy cerca y eso hacía que todo sea más alborotado, como todos los años. Se encontraba fatigada, esa era la manera más simple de explicar su estado en esos momentos, es por eso que había disfrutado mucho los últimos días, era como unas cortas vacaciones para ella, unas de las que no quería que hubiesen terminado tan pronto, pero lo habían hecho.

Y en cuánto siente sus músculos relajarse, e ir adentrándose en el agua, mientras el líquido va cubriendo su tersa piel, un fugaz pensamiento provoca que sus ojos se abran a la par, se levanta tan rápidamente como puede dirigiéndose y entre sus objetos personales busca la muy pequeña cajita, la abre y termina poniendo dentro de su palma ambas pastillas, y estas son ingeridas mientras ella vuelve al agua, reprimiéndose el casi haberlos olvidados, para cuándo ya los ha tragado vuelve a su posición inicial.

Cierra los ojos nuevamente, esperando disfrutar de los escasos minutos de paz que, sabía perfectamente bien que eran los pocos que tendría en todo lo que restaba de semana, pero no lo lograba, su mente se encargó que aquellos pocos instantes que poseía, le recuerde cada uno de los motivos, en especial uno que hubiese sucedido si no tomaba las pastillas, por esos pensamientos en los que sería catastrófico el hecho de quedar embarazada, así que de alguna manera deja de rehusarse a ello y los repasa mentalmente, justo cuando toma aire tanto como le es posible y se adentra al agua por completo, con los ojos abiertos, sosteniéndose de los bordes para que su cuerpo no salga a flote, y logra ver de forma distinto desde ese ángulo.

El agua distorsionaba todo lo externo y ella se sentía bien viéndolo así, era una forma distinta, como siempre intentaba hacerlo sobre todo en su vida. Por qué mucho no le quedaba, era eso, o volverse loca en el transcurso de los días, sinceramente se acostumbró a buscar alternativas siempre a su paz mental, sabía qué era privilegiada según las miradas ajenas, pero no era así del todo, el dinero no compensaba todo aquello que ella callaba.

Y hacer aquello de alguna manera le ayudaba a relajarse, pero con el paso del tiempo comenzaba a sentir la presión del agua, era casi la misma que sentía todo el tiempo, la sensación de no poder respirar en ella era constante, el dolor en el pecho también, y los segundos seguían corriendo, hasta que sus pulmones ardían por la necesidad de recibir oxígeno. Sus ojos se cierran y su mente se queda en blanco unos segundos antes de que su cuerpo salga a flote, y el aire volvía a golpear dentro suyo, el agua corría por todo su rostro levemente enrojecido, sus pulmones hambrientos de oxígeno, hacían que su pecho subiera y bajara con suma prisa y la calma llegaba a su cuerpo lentamente, haciendo que ella recuerde que seguía viva, respiraba, su corazón aún era joven y seguía bombeando alocado, deseoso de continuar. Jinsoul sabía que era fuerte, que era lo suficiente como para tolerar la presión, ella sabía que podía manejarlo.

Porque debía de manejarlo.

Luego de las horas veía su propia imagen mientras ella terminaba por recogerse su rubia melena, y desde su punto podía ver cómo las mujeres se movían detrás suyo, cada una haciendo lo que le correspondía, todas estaban tan ocupadas, que intentar hablar con ellas era en vano. Solo las instrucciones de su madre sobre el tipo de tela, corte y forma es lo que se oía, y se apreciaba la forma en la que, quien era la modista encargada asentía mientras introducía los datos a tu pequeña tableta. Ella suelta un poco el aire volviendo la vista al espejo, donde podía observar su silueta y rostro se exponía, la misma que aunque la cuidase y se mantuviese perfecta carecía de brillo que ni el maquillaje lograba disimular a sus ojos.

Una de las jóvenes se acerca a ella, con una leve sonrisa tímida pero aun así podía notar que era sumamente amistosa, Jinsoul apenas y la notó, cuándo ya su voz la alcanzó, para ese momento su mirada había recorrido con suma prisa su perfil y pareciese al menos a su percepción qué se trataba de alguien que era amable y agradece bastante si así fuese el caso, porque estaba algo agotada de todas las charlas y también palabras hirientes y duras de su madre.

— Buenos días ¿podría levantar los brazos, por favor?— el tono cordial, pero la mirada dulce que tenía le confirma a Jinsoul lo que sospechaba, era una chica agradable.

—Claro— responde cuando ya sus brazos van en ascenso, a la medida de su mentón— ¿Cómo te llamas?¿Eres nueva aquí?

Sacar un poco de plática era lo que mejor le salía, su forma tan interesada de manera genuina de aparente forma hacía qué quién estuviese a su lado siempre se sintiese a gusto, siempre fuese tan ameno y cálido.

—Si, apenas hoy estoy comenzando, estoy solo como pasante— responde casi en un murmullo, como si quisiera ocultar el que ambas estaban entablando una conversación, la platinada decide no preguntar, no quería que su contraria se sienta incomoda, y le gustaba que una persona de su edad sea quien trate con ella y no una de las mujeres mayores que solo tironeaban de ella como si no fuese más que una pequeña muñeca de plástico —¿Vienes siempre aquí?— agrega la joven mujer que pareciese casi de su mismos años por sus sutiles facciones y ojos claros.

Jinsoul ladea el rostro, buscando poder mirarla mejor, y como estaba a sus espaldas no podía, levanta la vista hacia el espejo que tenía enfrente para así poder ver nuevamente su rostro, pero cómo siempre le gustó liderar las conversaciones de manera tan natural su suave voz sale de modo de una pregunta como respuesta —Tú me resultas familiar ¿Te conozco de algún lugar?

—Vamos al mismo instituto, soy un año mayor— responde, con su sonrisa nuevamente, para ya tener unas de las medidas listas y mirándola por el espejo.

Jinsoul asiente, sintiéndose levemente avergonzada por no reconocerla y que ella sí lo haya hecho, además había sido más que amable con ella, pero también la rubia veía tantas personas a diario que a veces se le pasaba nombres y rostros.

—Deberíamos almorzar algún día juntas ¿Te parece?— pregunta Jinsoul por último al verla caminar hacia las mujeres, a lo que deduce que ha ido a decirle las medidas que ha tomado, cuando vuelve lo hace asintiendo

— Dalo por hecho— y en ese momento sabía que ella había hecho una nueva amiga.

Decir que Jinsoul se esforzaba mucho en formar amistades sería mentir, pero realmente si se esforzaba en conservarlas, incondicional, atenta, detallista y comprensiva, trataba siempre de serlo con todos, a ella le agradaba, le gustaba la verdad que cuando caminaba por cualquier lugar las personas le sonrían, la observen con simpatía, eso hacía que se sientiese bien consigo misma. Se había esforzado toda la vida por ser como se supone debía, la perfección era alcanzable para quien tenga la fortaleza necesaria.

Solía repetirse eso cuando las cosas no salían como ella quería, por eso era casi perfecta en todo lo que hacía, porque sabía cómo hacerlo, realizar todos los deberes y cumplir con todas las actividades, seguir de pie a cabeza todo lo que tenía en su agenda era muy difícil, por eso usaba la simpatía, recibía ayuda cuando en ocasiones lo necesitaba y lo brindaba siempre que conocía a alguien nuevo. Por qué fue todo lo que conoció, pero aún a ese punto los pequeños despliegues de las grietas de ese estilo de vida no eran tan notorias, en realidad se las ingeniaba para satisfacer a todos, qué ciertas cosas le eran pasadas por alto, porque nadie era tan lineal siempre, pero en el caso suyo, al menos y agradece que su nivel de encanto fuese similar a su nivel de perfección, casi irreal en un mundo tan superficial y agotador, dónde las horas parecían faltar cada vez más y mucho más en su agenda.

Cuándo la muchacha se inclina tomándole las medidas de sus piernas, puede ver como su madre se acercaba a ella con una mueca de impaciencia y ella sabe lo qué significa.

—¿Que ocurre?— alcanza a preguntar, pero es apenas oído ya que su voz se tambalea cuando la mujer la toma de los hombros, haciendo que queden de frente. Sus hombros se intentan zafar, y sus labios forman una mueca de disgusto por la forma en la que había llegado. Y mucho no tarda en apartar a la joven de manera casi maleducada a causa de su presurosa personalidad.

—Tus caderas están mucho más anchas— la mujer ladea y ladea el rostro, viendo a su hija desde distintos ángulos. Jinsoul siente como una pequeña bola se forma en la boca de su estómago, no necesitaba girar el rostro para saber que las estaban observando, tragaba con dificultad a causa de la incomodidad —¿Estás embarazada? Tus medidas nunca cambian— dice sin importarle mucho quiénes estaban allí o si comenzarían a hablar.

Y a los segundos los ojos de Jinsoul se encontraban picando, el tono en lo que lo dijo, su expresión, todo en los últimos treinta segundos hicieron que todo su cuerpo se sienta lleno de vergüenza y una incomodidad que hacía que sus dedos presionen sus palmas, formando así puños por la rabia que sentía, tratando de mantener la compostura qué tanto la caracterizaba.

— No, no estoy embarazada— alcanza a decir, y el nudo que le dificultaba hablar era el mismo que ayudaba a que no rompiera en llanto, era demasiado orgullosa como para dejar que semejante escena le haga sentir aún más humillada.

Suspira y lo suelta tratando de convencerse de que no debía de fomentar más habladurías sobre esa escena tan molesta, puede ver como su madre deja también salir el aire, la que se supone era quien debía ser maldito ejemplo a seguir, ante su respuesta exhala una amarga risa, el suspiro ni siquiera fue remotamente cercano a uno de alivio, fue uno que demostraba lo frustrada que se sentía.

—Deberías, a este punto ya debías...— niega, dejando la oración al aire —Hubiese puesto feliz a tu padre.— niega levemente y vuelve a alejarse, dejándola como si nada hubiera ocurrido, pero lo había hecho, ocurrió y ahora tenía una capa de sudor en su nuca, producida netamente por la rabia.

Retomando el aire, trata de mantenerse en sus estribos, sin salirse de sus perímetros, sabiendo que posiblemente la muchacha aún se encontraba parada a su lado. Despabila y levanta el rostro, ya con una sonrisa en la cara, tratando de que lo que paso quede atrás, la chica le sonríe de vuelta una tímida sonrisa que denotaba comprensión antes que nada.

—¿Jimin sabe sobre esto?— pregunta, y eso era lo último que deseaba oír, era evidente que si la conocía a ella también conocería a Jimin pero de todas formas que lo haya confirmado ponía la dulce cereza sobre el pastel. Jinsoul siente como toma su mano, presionándola levemente, y sabe que esa es su forma de darle apoyo, pero no deseaba eso, no quería apoyo ni palabras en ese momento, sabia que pasar el día con su madre iba a ser duro, pero fue mucho más que para lo que ella estaba preparada. Baja del escalón en donde estaba parada, apartándose de la contraria, ignorando completamente lo que había dicho y hecho.

— ¿Vemos luego cuando podemos salir, o algo? Debo irme, ha sido un gusto, nos vemos— y sin dar nada de tiempo a respuestas más que un asentimiento de parte de la mayor se dirige a la salida, a espaldas de su madre a quién con el rabillo del ojo había visto dirigirse a la puerta.

En silencio suben al automóvil, el chófer arranca y Jinsoul se limita a mirar a través de la ventanilla polarizada.

—A la clínica— ordena su madre y ella rueda los ojos, los cierra y piensa en cómo explicaría a su madre el aumento de peso sin mencionar que se trataba del efecto secundario de las pastillas—. Es mejor que te hagamos un chequeo, debemos aprovechar que aún tenemos tiempo, quizás lo estás y es por eso que...

—No estoy embarazada— la interrumpe antes que siguiese, con un tono certero y filoso pero leve—, mamá. No lo estoy, no lo estaré, no entiendo esa insistencia, aún soy joven ¿No piensas en eso?— dice manteniendo su característico tono sereno, aunque ácido, mirándola directo a los ojos

—¿Cómo lo sabes?— cuestiona, la mano de su madre termina sobre su cabeza, acariciando sus mechones— A tu padre le pondría feliz, sabes que es necesario.

—¿Necesario? — murmura sarcástica— ¿Es una necesidad ahora?

—Sabes que te lo hemos dado todo, te apoyamos en todo Jinsoul, te brindamos todo lo que deseas y aún más, incluso cuando perdiste la cordura hicimos hasta lo imposible para que en los estrados tú salgas limpia y tu padre necesita de un hombre que pueda mantener el apellido de la familia ¿Como no puedes entenderlo? Jimin es un partido excelente ¿Algo en él no te gusta? Podemos encontrar a alguien más de ser así— su voz es mucho más dulce — Es una manera de agradecernos, ahora que tus hermanos no están... — por cada palabra que decía, su hija se ceñía volviendo a sentir aquella sensación de ahogo, de tristeza qué iba llenándola y el oír aquella referencia hace que un sollozo involuntario se escape de la menor y su madre se apresura a secar la lágrima que se desliza por su mejilla, dándole una sonrisa, tratando de amenar la situación, pero prosigue hablando —Jinsoul, esto no es malo, las mujeres somos criadas para eso ¿Porque es tan difícil para ti complacernos en lo único importante que te pedimos?— en ese instante Jinsoul piensa ver algo de cariño no interesado en su madre pero al notar cómo ella pincha levemente sus mofletes buscando que las mejillas de su única hija se vean sonrojadas, sabe qué todo es siempre de la misma manera pareciendo una sátira de mala escritura y luego la ve acomodarse sobre el asiento, arreglando el saco negro que traía puesto— Tu no, no piensas ser como tu hermana ¿Cierto? Una cobarde que apenas sintió la responsabilidad terminó huyendo.

Ella muerde sus labios y trata de alguna manera buscar aquella comprensión que siempre le es negada, qué siempre le es estirada y manipulada sin llegar a ser realmente.

—Soy tu hija, mamá, mírame, soy Jinsi, aún soy tu pequeña Jinsoul, mamá— murmura buscando un poco de empatía, pero en la mente de la mujer no había nada que pudiera ser cambiado —No una muñeca...

—Eres una mujer Jinsoul— corta la mujer algo molesta ante la situación, al notar la insistente negativa que para ella era innecesaria, de su hija—, a tu edad yo ya había dado a luz a tu hermano, es tiempo de que lo aceptes— murmura ya un tanto enfadada, también agobiada por el tema— Iremos a la clínica y veremos qué podemos hacer.

Suelta, sin que su mirada se desvanezca del rostro de su hija, dándole a entender que nada de lo que haga sería concedido, al menos en ese ámbito.

—Sigo cuidándome, es inútil— escupe, completamente cansada —No quiero, no quiero y no lo voy a hacer.

Para ese instante ya la paciencia y leve dulzura de la mujer se estaba desvaneciendo de allí — Lo harás, lo harás si sigues apreciando el estilo de vida que tienes Jinsi, y el tiempo se te va acabando— es todo lo que escucha que su madre dice, ya que había girado el rostro, evitándola— Las pastillas se terminan hoy, sé que sabes como hacerlo, no por nada dejo que salgas todos los días y noches que quieras con tu pareja, y el tema termina aquí.

Y allí Jinsoul sabe qué no podría más discutir, porqué tampoco tenía fuerzas de hacerlo, aunque no lo dejase ver, lo agobiada de su propia vida hacía que sus ideas fuesen nulas, solo se posiciona mejor, viendo por la ventanilla cómo el clima iba luciéndose ante la ciudad de Incheon, la manera en la cual todo pareciese tan lleno de vida, tan ajeno a ella misma, la cual a duras penas deseaba estar ahí y más al lado de la mujer qué se suponía debía de ser sus alas y se estaba convirtiendo en sus grilletes. Pero aún en esos momentos no deseaba darse por vencida, porque vería la manera en la cuál mejorar todo, debía de verlo porque no tenía más opción.

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