Capítulo 13
"Necesito de toda mi inocencia, de toda mi maldad para sobrellevar mi desnudez ardiente."
-Alejandra Pizarnik
Jimin observaba por la ventana los dijes de gotas incoloras que se deslizaban cuáles niños juguetones por lo polarizado del cristal. Habían pasado días desde lo ocurrido con Yoongi, pero en sus labios permanecían aun remembranzas de ese momento, de las luces, esa oscuridad que lo absorbió y de esa palpitante adrenalina exorbitante, del peligro lujurioso que jamás pensó en experimentar. Su visión viajó por todo ese lugar rectangular, el gran ruido lo sacó de sus pensamientos. Recostado por sí estaba Jinsoul quién entretenida bromeaba con Jooheon, mientras él se cernía en su realidad actual. Ellos estaban situados al final de aquel bus escolar, se dirigían a Busan dónde comenzarían las eliminatorias de básquet, el cuál duraría una semana y la verdad él no estaba muy emocionado pero como era su deber, ameritaba el cumplirlo, Jimin permanecía sin emitir ningún sonido, se dedicaba sólo a delinear a sus compañeros en su hábitat natural cómo decía él.
Oyó a Jeon reír, cuándo su presencia a su lado lo desestabilizó, lo buscó con sus orbes marrones, era extraño que no estuviese a su lado, ellos siempre fueron uña y mugre desde que habían entablado aquella fuerte relación de hermandad, el bus no era tan grande de manera que con un poco de esfuerzo lo encontró, delineó el cuadro presente del menor mirar de reojo a Hoseok sin descaro de infundirlo en pánico de quién sabe que luego le tocara la peor parte de la fiesta. Viéndolo así una pregunta se formuló en su ser ¿Por qué ambos actuaban así con Hoseok?
Por naturaleza sabía que Jungkook no poseía más rencores ni remordimientos que aquello de los fantasmas que acechaban a su corazón, si es que aún tenía uno. Muchas veces se cuestionaba el porqué Jeon era así de rudo con Hoseok, bien sabía él sus propias razones y las tenía argumentadas pero ¿Y el menor?
Jimin viajó en sus recuerdos, cuándo el susodicho lo volteó a ver con nada más que un vacío malvado en sus ojos ¿Cuándo cambió tanto? Se cuestionó, él podía dar detalles de cómo comenzó a hablar con Jungkook, bien podía definir sus primeras palabras, gestos, ellos junto con Tae se conocían desde ya muchos años, ya que Jeon era hijo de uno de los altos líderes de la ciudad y en una de las pequeñas charlas de ayuda a los barrios más pobres lo vio, jugando solo con el peligro acechándolo, sin nadie para cuidarlo, su padre sobre el palco dando su discurso, despreocupado estando bien escoltado por su madre y guardias y a él jugar con los globos que habían ido volando hasta unos metros más, peor estando a merced de las almas sin escrúpulos. Su abuelo le había dicho que no debía de importarse con nadie más que consigo mismo, pero no podía siquiera pensar en que él podría convertirse en una tragedia más de los periódicos, además de que era muy bonito, era un peligro andante el que estuviese solo. Se alejó de su hermana y caminó rápidamente hasta él, apenas llegó se agachó y le habló.
— No digas nada y solo acompáñame —dijo previniendo el asombro del pequeño — no deberías de jugar sin alguien que te cuide, aquí no es un barrio bueno, sígueme si quieres volver a tu casa — pronunció certero rozando su mirada en dirección de dos hombres mayores que los observaban directamente.
Jungkook asintió y lo siguió sin siquiera cuestionarlo, mirando a su vez sobre su hombro aquellas figuras de aura podrida, con el sigilo de una serpiente ambos lograron perderse en la multitud zafándose de esos hombres, para tranquilidad de ambos, en nada llegaron de nuevo hasta detrás del palco donde se suponía Jeon debía de estar aguardando. Apenas pisaron por completo ese lugar ingresaron a una de las carpas siendo interceptados por uno de los guardias.
— Vete de aquí niño — dijo uno de los uniformados queriendo ahuyentar al mayor, al solo reconocer al pequeño Jeon.
— Vuelves a hablarle de esa manera a mi amigo y hago que te despidan — hablo Jungkook sin siquiera pestañear, asombrando a los contrarios, tomó la mano del desconocido y lo llevó más al interior del lugar, hasta quedar ambos sentados en los enormes sofás — desde ahora serás mi amigo —sonrió el menor, observando alegre al contrario.
Jimin lo miró divertido, él nunca tuvo amigos — Ehm... claro — pronunció riendo ¿así se suponía que se hacían amigos?
—Bambi dice que si alguien me cae bien debo de hacerlo mi amigo y tú me caes bien.
—Oh, uh... pues sí, pero nunca te dijeron que no tienes confiar en personas que no conoces, puede que sean unos hijos de puta.
—Es cierto — dijo el menor balanceando sus pies balbuceando leves palabras inaudibles como buscando algo certero para decir —, pero — continuó levantando la mirada — tú me salvaste de lo que sea que tenían planeado esos extraños conmigo.
— ¿Cómo sabes que yo no quiero ganarme tu confianza para luego traicionarte? —lo miró con algo de recriminación leve. Ese niño parecía muy inocente.
— No serías capaz — replicó con una sonrisa.
— ¿Por qué estás tan seguro? — ladeó su cabeza curioso.
— Tú también temías de esos hombres y si fuesen tus conocidos pues ¿Por qué hubieses temblado y mirado así?
Park lo observó con leve sorpresa — ¿Cuántos años tienes? — cuestionó liberando su curiosidad.
—Tengo diez ¿Porque? — respondió el chico algo desorientado por la pregunta.
—Eres muy inteligente, por eso — agregó fijándose en su manga izquierda que parecían pintarse de un leve carmín, apreciando a su vez que llevaba guantes negros de terciopelo, hacia frio pero no tanto para usarlos, aunque era un niño de familia rica, tampoco entendería muchas cosas.
—A veces debemos crecer de golpe — comentó riendo nervioso escondiendo su muñeca — soy Jeon Jungkook — recalcó pasándole su mano derecha —¿y tú?
—Park Jimin — respondió sonriente — pero no te darán líos por ser mi amigo, digo tú eres de una buena familia y yo...
—Me vale una mierda — sonríe con calma interrumpiéndolo sabiendo a lo que se referiría — siempre me dijo mi tío que si te dejas guiar por los prejuicios de las personas, perderás mucho, entonces yo también lo creo así, hubiese sido sencillo el simplemente gritar cuando te me acercaste, pero prefiero no arriesgarme a perder a alguien que podría llegar a ser mi amigo.
— Pues creo que tienes razón — ríe a su par — entonces ¿Podríamos ser amigos Jungkookie? — observó una pequeña mueca al decir eso.
—Si, eso creo Jiminie... pero solo dime Kookie — esa sonrisa tan naturalmente inocente era de la sutileza de un alma buena que aparentaba ser pura.
Una sonrisa se entorno en sus ojos, al recordarlo, al mantener en su memoria ese día en que todo comenzó con Jeon, desde ese día fueron inseparables, Park podría decir que conocía todo de Jungkook incluso aquello que los demás odiarían o tacharían, también de sus más profundos pesares, después de todo más que amigos eran como hermanos, unos que juraron estar para el otro ante lo que sucediese. Pero algo lo inquietaba, si bien conocía a Jeon no lo hacía con la totalidad de la palabra, por que Jungkook era un misterio, era como esas cajas de pandora, sutil engaño de la percepción y gran manipulador de la imagen mostrada al mundo, porque nunca llegaba a conocerlo al punto de tenerlo en su entero poder.
Ahora todo se desvanecía, esa mirada, sonrisa dulce de niño lentamente se fundía con sus facciones de un joven de dieciocho años que reía con malicia con una porrista entre sus piernas ¿Qué hizo que esa sonrisa suave llena de esperanza se pudriera en su alma y lo convirtiese en el hijo de puta que era a solo nueve años más tarde? Jimin solo conocía una de las razones que marcaban el compás de la mente empleadora de desastres que era la del menor.
Siguió en su tenue silencio mientras todos a su alrededor jugaban y reían, en su cerebro varias preguntas se creaban explotando en encrucijadas de incomprensión. Las horas pasaron con velocidad y a sus oídos llegaron las palabras del entrenador diciendo que habían llegado y que debían de descender, lo hicieron en orden y casi sin prisa por que si bien no tenían miedo del hombre, si que lo tenían de Jeon y Jooheon, quiénes era muy estrictos con los tumultos innecesarios.
— Al fin — dijo Jeon descendiendo del bus estirando sus músculos, luego de esas horas eternas, una chica se arrimó a su brazo y él solo la tomó por la cintura, observó su rostro y rápidamente pudo notar que se trataba de Soojin, quien no perdía oportunidad de acercarse a él. Observó a Jimin descender con Jinsoul de la mano —, oigan vamos a beber luego del acondicionamiento, ya pronto será de noche — agregó sonriente, mientras todos tomaban sus maletas y se dirigían al interior del gran hotel Leogsyeoli Han Joe.
— Kookie apenas llegamos y de nuevo tú con beber — comentó Jinsoul negando mirando al chico con reproche — deberías de no sé... — contuvo las palabras sabiendo que hablar con Jeon era lo más próximo a entablar una conversación con una pared.
— Jinsoul si me conoces ¿Para que te enfadas? — sonrió en burla sabiendo que la chica se tragó sus reprimendas debido a su personalidad, caminó siguiendo a los demás hasta ingresar al hotel — además quién me acompañará será Park ¿O no? — cuestionó observando al absorto de su amigo.
— En realidad voy a esperar a que llegue Tae — suspiró respondiendo y viendo al menor tratando de descifrar sus emociones a través de sus muecas — necesito ir a un sitio con él y pues no podré ir a beber Kookie, lo siento — se disculpó esperando el brote de ira del menor.
— Yo podría hacerte compañía... — se ofrece Soojin, manteniendo una mirada bastante insinuante hacia el mayor sin romper el contacto físico en ningún momento, dando a entender sin vergüenza alguna las intenciones que traía entre manos.
Soojin, siempre fue parte del círculo de amistad que habían conformado Jimin y Jeon, como amiga cercana de Jinsoul le había resultado fácil el acercarse a Jeon, quien desde el principio pasó a ser diana de sus pretensiones. Era conocida por siempre estar detrás suyo y aunque todos parecían notar que estaba porcentualmente obsesionada por él, Jungkook no se daba cuenta o de hacerlo ignoraba por completo ese hecho.
A Jeon no le molestaba su presencia pero tampoco lo valoraba, le daba completamente igual y prefería mantenerlo de esa forma, estaba levemente consciente de la predisposición de la menor hacia su persona pero también sabía que se trataba de una de las mejores porristas, una de las alumnas con mejor posición respecto al dinero y lo más importante, era allegada de Jinsi y si terminaba acostándose con ella luego deberían de apartarla, puesto que a él no le gustaba mantener contacto de ningún tipo con quienes llegaba a follar y cambiar eso no estaba en sus planes.
— ¿Qué no debes de hablar con tu padre?— pregunta Jinsoul habiendo sido ella misma quien tuvo que verse en la situación de hablar con aquel intimidante hombre para que ella pudiese formar parte del torneo en aquella ciudad — Si, fue lo que prometimos que debías de hacer, condiciones son condiciones y lo sabes...— La rubia le da una sonrisa forzada y suelta la mano de Jimin para ir a tomar la de ella, alejándola de Jeon, pues lo ultimo que deseaba era tener problemas con su familia y mucho menos por algo tan tonto.
— Pero...— fue todo lo que alcanzo a decir para luego bufar, pues ya ambas iban en dirección a la entrada, Jinsoul casi la arrastraba, dejándola sin opción.
Jeon, quien estaba preste a decir algo pero prefirió callar, viendo todo pasar con su semblante desinteresado, apenas entraron cambió su mueca por completo a uno más inexpresivo— Bien —soltó exhalando aire —, iré a preguntarle a Jooheon si quiere ir conmigo, así que nos vemos luego— habló haciendo un ademán con su mano para salir de allí, levemente molesto porque Park eligió a Tae sobre él.
Pero mucho no podía decir, ya que Park era amigo de ambos, fatídico destino que une las vidas de las personas por aquellas razones que luego que el dolor apresa lo entendemos. Si bien Jeon estaba enfadado decidió disipar un poco esos pensamientos mientras se dirigía a su recinto, sentía una presión en su pecho. La verdad poco le importaba el odio que podía generar su persona, pero al tratarse de Tae la historia era diferente, sus ojos oscuros le mostraban su reflejo dentro de ese cubículo que ascendía, ese elevador poseedor de su más grande enemigo. Los espejos. Si bien Jeon conocía perfectamente de su efecto en las personas debido a su físico, instantes como ese le redefinen la palabra desagrado, en su vasto vocabulario, una vez sintió que llegó al piso espero que las personas salieran y lo hizo él a su vez también.
Sus pasos dieron hasta su cuarto compartido, dejó sus maletas, se tiró a la cama boca abajo, suspiró y miró su móvil, tenía muchos mensajes pero eran solo de chicas y chicos que lo invitaban a fiestas, pensó en llamar a Jooheon pero luego lo dudó, tiró el teléfono a un costado y se levantó, pensó que quizá mirar el cielo lo ayudaría a despejar ese amargo escozor que lo aturdía en el pecho. Fue hasta el ventanal, allí observó un móvil negro parar redirigiendo su mirada hacia abajo y para su mala suerte vio la silueta de Taehyung alegre, correr hasta Jimin, un gruñido salió de sí, cerrando con violencia las cortinas.
Se mordió el labio y se lanzó de nuevo a la cama, observó la soledad con que se cernía el mismo y decidió cerrar sus ojos y dormir un poco para evitar cualquier recuerdo o situación que lo hiciese sentir más miserable que ese momento, la verdad él estaba levemente irritado, creyó que nada podía empeorar, pero la vida era una experta en crear situaciones de deleite para el pesar de su alma, en los pasillos oía la risa de Taehyung era inevitable no reconocer ese pequeño sonido, se tapó con las almohadas, maldijo el momento en que su habitación fuese compartida, ya que la puerta se abrió y todo fue de mal en peor.
— Kookie, mira quién llegó — dijo Park con un tono alegre característico suyo cuándo se trataba del contrario, viéndolo escondido debajo de la almohada — ¿Kookie? — llamó de nuevo con un tono ameno.
El contrario a su lado hizo una mueca y se cruzó de brazos advirtiendo quién estaba allí — Suerte que dormiré en otro cuarto no aguantaría estar cerca de tanta mierda.
Jeon solo gruñó e intentó ignorarlo tapándose aún más con el acolchado pedazo de tela, no tenía ganas de discutir innecesariamente.
—Ya deja de ser así Tae — suspiró en un regaño Park a medida que miraba al menor — la verdad no veo el porque no puedes simplemente sentarte y hablar con él como una persona normal, Taehyung — enfatizó el nombre mirándolo — seguro y acabamos esta guerra de forma pacífica, porque ya me tienen realmente harto — prosiguió el mayor cruzándose de brazos.
—Jamás dejaré de odiar a Jeon y bien sabes del por qué, además no tengo putas de ganas que me siga poniendo de mal humor, me voy de aquí — dijo Taehyung, sin permitir al mayor protestar, salió dirigiéndose a su cuarto.
Jungkook solo permaneció con la rabia en su lengua, se levantó de golpe, no dijo nada y a su vez se marchó azotando la puerta muy molesto, dejando a Park allí.
Jeon conocía bien la ciudad por lo que salir no presentaba ningún problema, simplemente que no deseaba estar solo, por lo que al mantenerse por completo fuera del hotel miró a los lados buscando a alguien — ¿Jooheon? — se dijo cuando vio al rubio chico recostado por la pared fumando, por lo que le venía como anillo al dedo, caminó hacia él y le sacó el cigarro.
— ¡¿Pero qué?!— soltó sorprendido pero al alternar en sus iris, con la silueta del pelinegro suavizó su voz — idiota... — sonrió y lo abrazó por el hombro, despeinando sus cabellos.
— Ya para Jooheon — respondió en leves risas Jeon, apenas el mayor lo hizo, él se arregló las prendas y a la vez los cabellos — oye, salgamos no quiero quedarme en la habitación, necesito ir a beber o a hacer algo.
El contrario lo miró fijamente — Claro, y... ¿Qué ha pasado con esa sanguijuela? Oh, lo siento digo Park — prosigue con el veneno punzante en sus palabras — Ya que no lo veo pegado a ti cómo de costumbre, bueno — manifestó soltando una risa burlona.
— No, él está con bambi —suelta gruñendo el menor, pasando por alto su comentario— ¿Por qué crees que quiero irme de aquí?
— Ya veo — Jooheon pausó mirándolo con tranquilidad —, pues bien, deja que le aviso a Minhyuk y ya nos vamos, habíamos quedado en que lo llamaría apenas pudiese — dice sacando su móvil, comenzando a teclear con rapidez.
— En serio no entiendo como sigues con él — dice Jeon cruzándose de brazos — además ¿Cómo sobrevives sin sexo de verdad? Nunca había pensado que tú estarías con alguien así.
Jooheon exhaló una risa, lejos de tomárselo a mal, solo reía — Jeon, cuándo te enamoras es diferente creo, Minhyuk me hace muy feliz, bueno o lo hacía tampoco lo sé muy bien, es decir no me quita el sueño no follar, pero es tan extraño, siempre rehúye a ese tema o me evita cada que quiero tocarlo, da excelentes orales y todo pero no me gusta saber que solo soy yo quien reciba algo, es muy raro siempre lo fue.
— Es extraño sinceramente, tomando en cuenta que somos jóvenes y aunque no lo quieran admitir el sexo es algo muy importante, no digo que todo pero si es parte de la relación, quisiera decir que esta nervioso por su primera vez pero tampoco parece ser eso, además siempre me pareció un chico un poco raro — prosigue Jungkook notando como Jooheon se rascaba la nuca y soltaba ciertos suspiros.
— Lo sé... últimamente incluso está más cambiado, como que su humor varia gradualmente, a veces está muy alegre otras jodidamente irritable, es agotador — susurra e ingresa las manos en sus bolsillos — pero tienes razón aunque no lo quiera admitir realmente necesito follar, ya no es divertido.
— Entiendo, pero solo no lo engañes, sacando lo que sea es un buen chico, déjalo si ya no da la relación no sé, porque luego también está el hecho de que te traerá muchos problemas — Jungkook lo miraba de reojo, mientras ambos caminaban.
— Ya veré que hacer, pero basta de hablar de falta de sexo, busquemos un taxi y vamos a alguna tienda a hacer de las nuestras — pronunció tomándolo del brazo y prácticamente aventándolo hacia los automóviles.
Jeon permaneció ensimismado en su limbo de pensamientos a medida que miraba por la ventana las luces al acabar el día, las palabras de Jooheon lo dejaron pensando y dando vueltas, su vista negruzca se alternaba ante las centelleantes luces de neón. Él entendía sólo dos cosas. Una era que la vida era una perra y la segunda que pocas personas valen la pena mantener a tu lado. Y aún así había una sola palabra que lo hacía envolverse en rojos y dañinos hilos de dolor; el amor. Algo que él no parecía con ganas de palpar ante sus manos cansadas y dañadas de vida nuevamente.
— Jeon ¿Qué pasa? Pareces algo perdido — cuestiona Jooheon, a lo que Jungkook observó a los lados y vio que se encontraban no solo fuera del automóvil, sino que frente a una tienda de conveniencia — Vamos, necesitas un poco de adrenalina, no sé qué ha pasado pero, no eres el Jeon que conozco y viene de semanas, este tú no me agrada.
Jungkook no dijo nada y lo siguió ¿No era el que él conocía? Pero al final del día ¿Conocíamos realmente a la otra persona que está a nuestro lado, ya sea pareja, amigos, o quién fuese? No, o al menos eso pensaba, porque nadie sabía quién era Jeon Jungkook, menos él mismo, la introspección no era lo suyo y menos con tantos demonios rondando los pasillos de su inconsciente. Los deseos reprimidos al final del día aparecen de la manera menos conveniente, decían los textos de Freud cuando los leía. Pero si le preguntaban quién lo conocía a la cabalidad de la palabra quizá, sólo quizá, sería Park Jimin, o al menos conocía a la persona en la que se convirtió luego de volver. Y la palabra quizá denota la duda de poder sorprenderlo con sus pensamientos. Jungkook era imposible de domar o de predecir. Todos los que lo conocían lo sabían. Podía pasar de ser el verdugo a ser el salvador, pero claro nadie lo creería ya que en sí él, era un chico malo destinado al odio y admiración.
Él no se conocía, si íbamos a abarcar la palabra en sí. Jeon era el típico chico ardiente que deseabas solo al verlo, el chico que veías pasar y te quedabas sin aire por no saber si era real o solo una ilusión, siendo un imán en todos los aspectos. Encantador, desde su tono de voz, pasando por su palabras perfectamente ordenadas de ese tipo que te endulza por su atípicas léxicas utilizadas, un caballero de esos que te abrían la puerta de los automóviles o que te daban su chaqueta si tenías frío. En sí Jeon era del tipo que; o amas u odias, pero nunca podrías olvidar. Él no tenía pelos en la lengua ante absolutamente nada, Jeon era así cómo un enigma de esos que de tan complejos que eran te daban ganas de descifrarlos, al hacerlo quedabas sin habla y aunque intentaras borrarlo de tu paladar era imposible. Era más que cualquier cosa un misterio y la adicción de quien tenía el infortunio de conocer sus palmas.
Pero en esos instantes deseaba internarse en una de sus mayores adicciones, la adrenalina. Observó a Jooheon y él le sonreía desde el otro extremo, no había mejor anestesia para sus pesados dolores que el de ignorarlos con adrenalina, dirigió su mirada hasta divisar todo lo del pasillo, ese edificio era enorme, más que una tienda de conveniencia era un gran supermercado, el pasillo estaba siendo transitado por pocas personas y él decidió calmar su sed de emoción por leves segundos, ni bien las personas dejaron ese lugar, hizo una seña a Jooheon, su mirada oscurecida en querer tapar su vacío con emociones fuertes lo cegaban. A su costados habían estantes llenos de vinos, el mayor sonrió y extendió su mano, él copió la acción sintiendo la adrenalina inyectarse en su sistema dándole esa descarga eléctrica que tanto anhelaba, miró a su izquierda y comenzó a tirar los vinos de manera abrupta y veloz, rompiéndolos sin piedad entre risas mezcladas con los vidrios estrellándose contra las cerámicas del piso derramando lo carmín creando un caos de sonidos y destrucción en sí. Jooheon lo miró haciendo lo mismo.
— ¡Deténganse! — exclamó la autoridad de ese lugar, Jooheon reaccionó tomando de las pocas botellas sin destruir y se la lanzó, lo mismo hizo Jeon, cruzándose y dando en medio de sus piernas sobresaltando al hombre, ambos maldijeron y el mayor se aproximó a Jungkook mirándolo cómplice.
—¡Intenta atraparnos imbécil! — exclamó el menor sacándole el dedo del medio de ambas palmas echándose a reír y con Lee tomándolo del cuello de la chaqueta guiándolo a la salida — ¡Mierda! — chilló al ver que los guardias cerraron la primera puerta —¡Por aquí Jooheon!— agregó desesperado en excitación de no ser atrapados, mientras el mayor lo seguía y tiraban lo que encontraban tratando de que los uniformados no los atrapasen.
Jeon sentía la epinefrina descargarse contra su astucia de buscar una salida, sus tenis derrapaban debido a la velocidad y giros bruscos que daban, las personas gritaban y ellos reían con entusiasmo, esquivando a todos y tratando de no ser encrucijados, Jooheon tomó las típicas canicas negras que traía y las tiro haciendo que los guardias perdieran la estabilidad, eso les dio más tiempo de correr y perderse en la sección de peluches, el tiempo y sus respiraciones agitadas iban en contra reloj.
— ¡Jeon aquí! — escuchó al mayor señalando una salida de emergencia, los guardias estaban a solo veinte metros de ellos, los minutos eran la traición, sus miradas planearon lo que en sus cadenas de recuerdos de movimientos anteriores permanecía, aquellos reflejos que les recordaban lo debían hacer.
Ambos patearon la puerta y esta se abrió de manera violenta y no dudaron en escapar de ahí. Hechos un rayo de velocidad, las risas, fuego en sus almas los animaban a seguir. Llegaron a la autopista, donde detuvieron otro taxi , lo apresuraron y salieron antes de ver a los policías llegar.
— ¡Ya necesitaba eso! — ríe desenfrenado Jooheon mirando al menor, notando la mirada del chofer, a quien indicaron que los llevara a cierto punto.
Este le dirigió una mirada cómplice.
— ¡Wow, estuvo genial!
La voz de Jeon se mezclaba entre alegría y emoción. Eso era lo que le hacía sentir bien, lo que lo animaba a seguir entre los que no se ahogaban entre tanta autodestrucción, porque claro, todos nosotros somos productos de la adicción a aquello que nos haga sentir un poco menos vacíos y miserables. Y para Jeon la adrenalina era eso, ya sea de cualquier tipo, él lo necesitaba para no caer en el pesar que se escondía detrás de esa fachada de galán, rompecorazones, bad boy como lo adjudicaban, sabía que era más que lo que los demás percibían, pero tampoco perdería la cordura por demostrarlo. Jooheon reía y le contaba cosas que sustituían el ardor leve de sus demonios rondando su mente, hablaron y dijeron que irían al hotel de nuevo, era tarde y aunque en la mañana siguiente solo podrían flojear ya que no entrenarían mucho algo cambió los planes.
Su móvil vibró y observó la pantalla.
— Padre — decía en letras pequeñas en su pantalla. No contestó y Jooheon lo miró con tranquilidad aparente. Dedujo por las muecas del contrario la molestia. Vio también de quién se trataba, suspiró y marcó a alguien.
— Gracias. Nos vemos allí, si llevaré a Jeon — habló con calma el rubio cortando la llamada — le hablé a un amigo, tiene ahora una fiesta en una de las bodegas del sur, ya sabes, aprovechando lo de mañana — Jooheon reía divertido y lo codeaba intentando cambiar la expresión del contrario.
— Vayamos a beber. Quiero desfallecer de hacerlo — necesitaba ahora, como siempre el desaparecer su conciencia de la realidad.
Jeon siguió el rumbo. Sabía que ahogarse en alcohol y drogas no era la salida. Pero si algo conocía de su ser, era que no toleraba el dolor.
Y buscaría cualquier tipo de placer para suplirlo, por que al final ese era Jeon Jungkook, el chico de los estereotipos marcados y quien se creó tal fachada para creer que su odio propio no era nada y seguir viviendo con aparente escasez de del escozor de su pasado.
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