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Capítulo 11

Si quieres paz, prepárate para la guerra.

La lluvia había ido de caprichosa contra su destino, según Taehyung, él mismo había tramado un complot con la mala suerte en torno a sí, solo de aquella forma se explicaba esa vuelta de incomodidad en la cual se enredó.

Siendo las siete con treinta y dos minutos las carreteras de la ciudad de Incheon estaban repletas de automóviles y transeúntes aún con el cielo vestido de una negruzca melancolía, las nubes danzaban opacas y lloraban gotas insaciables. Unos minutos atrás Taehyung y Jimin habían subido al automóvil del primero, pero Jungkook era quien conducía en dirección al instituto. Tae había intentado protestar cuándo Jimin prácticamente lo aventó al asiento del copiloto, de cierta manera que no fue difícil notar que no intento en lo más mínimo ser amigable. Lo había jodido y aunque seguía sin poder asegurar en qué momento lo había hecho, estaba seguro que actuó de manera incorrecta . De no ser así, Jimin no lo habría estado ignorando de tal cruel forma.

Incluso cuando Jungkook se detuvo, en inmediaciones del hospital, como Jimin le indico y terminó descendiendo unos minutos más tarde, no se había tomado siquiera un pequeño segundo en despedirse de ellos. No lograba dejar de pensar en ello, no dejaba de preguntarse el porqué Park se había molestado tanto con él.

Tae observaba la lluvia descender a través de la ventanilla templada, las bocinas exigían atención de manera imperiosa, siendo aquel sonido lo único que apaciguaba un mortal silencio dentro del pequeño espacio interior del deportivo, que rápidamente había empezado a ponerlo nervioso. 

El ambiente era pesado y filoso, temía decir cualquier cosa puesto que sentía que sus palabras se romperían si siquiera deseaban salir de sí, miró de reojo a Jungkook, teniendo quizás una pizca de esperanza de que hablase de cualquier cosa, pero el menor mantenía la mirada fija sobre el frío y húmedo asfalto y su semblante se mostraba imperturbable. De aquella forma transcurrieron los angustiantes minutos y dio como resultado una incomodidad enorme dentro del pecho de Tae por lo que terminó por tomar su celular, debía distraerse o le daría un ataque de ansiedad enorme el seguir en tal abrumador mudismo. Considerando que para Taehyung era horrible el silencio, el mismo le era despreciable, él prefería cualquier sonido de por medio que la ausencia de la misma.

Por contra parte Jungkook adoraba el silencio, él no deseaba romper con una de las pocas oportunidades dadas de mantener el silencio entre ambos, la verdad era que Jeon era más propenso a guardarse las palabras a diferencia de Tae. Él apreciaba más el permanecer en cierta tranquilidad, incluso podría pasar un día completo sin emitir ninguna oración audible.

Jungkook observó de reojo cuándo oyó a Tae suspirar, vio como él mismo se achicó en el oscuro asiento, con sus manos ocupadas en su móvil, sus labios eran mordidos sin conciencia pura y Jeon sólo lo contemplaba por pocos pero reiterados segundos.

A veces se cuestionaba, y aún más en ocasiones como aquella, el cómo habían llegado a ese punto en el que siquiera dirigirse la mirada de manera cordial les era posible, de esquivarse, maldiciéndose el uno al otro, discutiendo sin un fin. Ese mismo hombre con quien compartía aire ahora era el mismo que lo ignoraba hasta el punto de preguntarse sobre su propia existencia, era el mismo con quien antes le faltaban las horas de risas y pláticas para sentirse satisfecho, si antes eran miradas inocentes y llenas de cariño ahora todo se teñía en aspereza. Ya habían pasado años, pero seguían en el mismo punto de inicio.

— Falta poco — habló Jungkook, sabía que Tae llegaría con retraso y eso sería un problema — llegaré contigo y hablaré con tu rector, no debes de llevar una nota por llegada tardía, si es mi culpa.

— No lo haré — respondió seco Taehyung — y de ninguna maldita manera bajaras e ingresaras conmigo al instituto, olvídalo Jeon.

— No está en punto de discusión, se que tu madre te regañará si tienes algún tipo de llamada de atención — Jungkook permaneció en una posición autoritaria que molestaba demasiado a Tae.

— Te he dicho que no pedazo de imbécil ¿acaso no entiendes la palabra no?

— Deja de ser tan terco bambi ¿no entiendes que no quiero que tú madre se enfade por nada contigo?

— ¡Ja! Sí claro cómo si te importase lo que me pasara y lo que siento gorila imbécil, si fuese siquiera mínimamente verdad ¿¡Porque mierdas tuviste que tomar mi auto!? Ahora dirás que nadie pudo llevarte el tuyo, que todos los malditos taxis de la ciudad estaban ocupados ¿Cierto? Bien, si es verdad que tanto te preocupas por mi ¿¡En que pensabas cuando se te ocurrió llamarme en medio de la madrugada para ir buscarte estando drogado hasta la maldita coronilla!? Oh, claro es que estabas muy preocupado por mi, es cierto, pedazo de orangután.

Jungkook tragó sus palabras puesto que era imposible acabar esa discusión sin más que miles de palabras ofensivas. No diría nada y esperaría a llegar y así hacer lo que creía mejor aunque eso molestase a Taehyung, quién él sabía que por lo bajo le agradece ya que su madre era una mujer un poco difícil de tratar.

Al llegar Jungkook ni bien apagó el motor Taehyung cuál rayo descendió de su automóvil dispuesto a perderse del contrario.

— Bambi espérame — exigía Jeon apresurando su paso para alcanzar al mayor—¡Bambi!

— ¡Deja de decirme así y deja de seguirme, mierda!

Exclamó Taehyung apretando su mochila con rabia, ni siquiera volteó a mirar al menor puesto que no faltaba mucho para llegar a su salón y no quería detenerse por nada, faltaban menos de veinte pasos y al fin se libraría del menor.

Apenas llegó giró un poco bufando, Jungkook seguía allí.

— Vete —habló con su mano en la perilla.

— No — contestó Jeon ya posicionándose con leve proximidad — hablaré con tu maestro de turno y luego me iré — sentenció.

— Haz lo que quieras imbécil — agregó Taehyung rindiéndose. Abrió la puerta, los estudiantes y el maestro lo observaron, acribillándolo con su atención — disculpe la demora.

Jungkook se mantenía sereno detrás suyo con su porte serio.

— Espero que esté consciente de que llevará una nota ante esta falta, señor Kim — dijo el hombre que estaba impartiendo esa clase.

Taehyung ingresó avergonzado, odiaba que todos en ese instante se centrasen en él, gran parte suya ya había hecho el trabajo de recordarle lo despreciado que podría llegar a ser y no le hacía falta que todos lo mirasen y especulasen sobre él, como lo hacían por todo lo que realizaba, todo el tiempo, por cada paso que daba tenía media docena de miradas juzgándolo además de una incrementación descomunal en su lista de cosas por las que debería de arrepentirse.

— En realidad — esa voz desvío la atención de todos — ¿Podría hablar con usted? — Jungkook ingresó haciendo que todos comenzaran a murmurar, era imposible no saber quién era él.

— Señor Jeon — habló de nuevo el maestro — claro — dejó su marcador y se acercó a él — Taehyung puede ir a sentarse y los demás resuelvan el ejercicio dos, esto no tomará mucho.

El maestro hizo un gesto haciendo que Jungkook retrocediera y el mayor cerrase la puerta detrás suyo. Sin muchas vueltas Jungkook le explicó al hombre del porqué llegaron tarde, el ser lo oía atentamente.

—¡Disculpe maestro Wang! —el joven que habló parecía cansado —tuve que ir al ala C por las copias.

—No te preocupes Minjae, sólo déjalas sobre el escritorio y toma asiento.

''Minjae'' ese nombre resonó en la mente de Jungkook. Observó cómo él ingresaba y se dirigía directamente al lado de Taehyung y en su interior resonaron las palabras en el mismo momento en el que vio perfectamente cómo Tae se mordía el labio y comenzaba a jugar con sus mangas, eso sólo lo hacía cuando estaba coqueteando o nervioso -Hijo de puta- fueron las únicas palabras que surcaron su mente. Luego su sonrisa apareció haciendo que Jungkook comenzase a tener una molestia en su interior ¿Porqué Taehyung no sonreía así con él?

Sacudió su cabeza y le agradeció al hombre que le dijo que sólo porque se trataba de él no podría hacer ninguna nota ante Tae.

Jungkook salió de allí sin nada más, cuándo iba a marcharse observó por última vez hasta donde daba al salón de Tae, él sonreía y jugaba eso fue lo que pudo apreciar sus tristes orbes negruzcos.

—¿Porqué me sigue doliendo que no puedas siquiera dirigirme una sonrisaTaehyung?

Sus ojos reaccionaron a antiguos recuerdos que estaban acercándose de nuevo a su alma, cómo pequeñas cuchillas que lo dañarían, le recordaban del porque él se merecía esa culpable necesidad de añorar un cariño que él mismo creyó haber destruido.

Aquel pensamiento rondó su mente la mayor parte del día volviéndolo tan nostálgico y desolado, a diferencia de Jimin, que consideraba que las horas habían pasado mucho más rápido de lo esperado, faltaba poco para las 9 y él se sentía nervioso, pero lo peor es que no se explicaba el porque, estaba esperando a que Jungkook pasase por él. Miraba su reloj ansioso, apenas llegó su amigo ingresó a su móvil saludándolo tranquilo aparentemente.

— Así que...—Jungkook sonreía sutilmente quería molestar a Jimin ya que lo veía levemente nervioso —¿te verás con ese tal Suga?

Su tono algo burlón ingreso en el mayor cuál palabras innecesarias y demasiado molestas.

—Sí—respondió de forma seca—y no quiero oír ninguna broma sobre eso que suficiente tuve que aguantar con Taehyung.

—No iba a decir nada malo —se defendió Jungkook riendo levemente en burla—solo iba a...

Jimin no lo dejó acabar.

—No—lo cortó —por nuestra amistad no digas nada—Jimin suspiró —además ese Suga está siendo una molestia en el trasero, sólo espero que mi automóvil esté intacto o lo asesinare.. además ¿Quién lo odiaba tanto como para darle semejante apodo? ¿Fue él mismo? ¿Quiso que al presentarse todos sepan que la definición de estupidez humana nació consigo?— niega con molestia, encogiéndose de hombros

Jungkook se guardó sus palabras y todas las ganas de reír que cargaba dentro suyo tratando de apaciguar el temperamento algo explosivo de su amigo.

Al llegar Jimin se despidió de él sin muchos rodeos e ingresó al bar. Sus ojos trataban de divisar todo lo que veía, le gustaba el ambiente, tenía unos toques rústicos típicos de un bar y aun conociendo la mayoría de las instalaciones que eran parte de la gran red del Günah, no los conocía todos, puesto a que la mayor parte del tiempo se mantenía en las inmediaciones en las que se realizaban las carreras y el club nocturno que daba a la par de la misma, así que caminó al interior hasta que un joven lo interceptó.

—Disculpe—hablo—¿tiene alguna reservación? —su sonrisa era amable, sus ojos celestes lo revisaban con curiosidad tranquila hasta que cambia a una de sorpresa — Hola Jimin.

—¿Reservación?—cuestionó Jimin algo sorprendido también, más aún cuando lo reconoce, se endereza un poco más — Hola Minhyunk ¿Desde cuando debo de tener yo una reservación para poder entrar?

—Sí, bueno ya sabes, el bar Günah es un lugar ''especial'' y sólo quienes posean una reservación pueden ingresar.

—Si, sé que tan especial podría llegar a ser —suspiro una vez mas, pensando en que apenas tuviese oportunidad de hablar con Hyungwon le encargaría el hecho de que cosas como esa no volviera a ocurrirle — Suga me citó —agregó cruzándose de brazos.

El joven asintió y miró su tableta electrónica tecleando el nombre.

—¡Oh! si, hizo una reservación, por favor acompáñeme lo llevaré hasta dónde él —pronunció tranquilo —Si necesita algo no dude en pedírmelo, estoy a sus órdenes— agregó con un tono suave, pero un tanto automático, lo normal cuando es la misma frase dada durante el trabajo.

Jimin no dijo nada siguiéndolo y asintiendo, pensando en que no estaba al tanto de que la pareja de Jooheon ahora estaba trabajando como recepcionista en el bar, mientras pensaba en aquello pudo notar la forma en que las personas lo observaban con interés y una que otra mirada lasciva se deslizaba ante su anatomía, era muy normal, él siempre atraía ojos curiosos y deseosos. Bien era consciente de su atractivo pero en esos momentos lo último que le importaba era ser el centro de los pensamientos pecaminosos de los que se hallaban allí.

Caminó por un pasillo que le pareció extraño, no le dio miedo pero le pareció algo atípico. Los colores carmín y negros eran algo tétricos pero elegantes, además habían toques plateados en las decoraciones y puertas, algo singular sin duda. Llegaron al que dedujo era el lugar dónde se hallaba el tal Suga ese.

—Aquí está—el joven abrió levemente la puerta— disfrute de su estancia en el Günah, señor — hizo una leve reverencia y la puerta fue abierta, mientras el joven se marchaba.

Unos tonos rosáceos mezclados con azules entre otras luces titilando le dieron goce a su campo de visión. Observó los detalles con quietud, el piso era marmolado de un color blanco que reflejaba las luces, había un sofá que formaba casi un círculo gigante, pero le faltaba un espacio de aproximadamente dos metros para que la figura se formase por completo y enfrente del mismo una especie de telón de seda, algunas plantas artificiales, todo tenía un toque exótico y oscuro, parecía cómo el de un bar de strippers de alta calidad, sin contar con la melodía que de fondo anticipaba ese ambiente, eran melodías graves y de beats fuertes, era cómo si todo estuviese puesto para seducirlo.

—Has llegado precioso —esa voz le causó un involuntario escalofrío.

Dirigió su mirada hasta dónde creyó estaba el dueño de ese timbre vocal, tragó casi imperceptiblemente y algo en su vientre bajo vibro.

La vista que ese despreciable hombre según él le regalaba era muy a su pesar– bastante sexy. Estaba detrás de la barra de tragos, traía una camisa negra remangada hasta la mitad, en sus largos dedos se situaba aquella copa que contenía un tono celestino al igual que su cabello, su mirada lo penetraba muy hondo. Jimin contuvo levemente la respiración, trató de situarse en la realidad y no abrumarse con esos ojos que lo inducían a perder los estribos.

—¿Sólo te quedarás allí? —el tono burlesco del contrario le dio un pequeño pinchazo a su oasis de lascivia —vamos, acércate que no muerdo—Suga tomó de una todo el contenido de su copa —a menos que me lo pidas, claro — su sonrisa ególatra condujo a Jimin a soltar esa imagen que lo tentaba al lado.

— Ya déjate de líneas clichés — habló aproximándose no negaría que Suga lo ponía, pero antes de eso él también tenía su orgullo y claro que él no sería cómo cualquier tipo que seguro caía por él. Tenía bien conocidas esas líneas, él también era hombre , las usó en su momento al igual que muchos de sus amigos.

—¿No te gusta lo cliché precioso?— Suga se enderezó levemente, observando lo que poseía detrás de la barra.

—No—habló Jimin—pero eso es irrelevante ahora— se aproximó hasta quedar a una distancia prudente de Yoongi —vine por otra cosa, no trates de desviarme.

El peliceleste rió ronca pero suavemente.

—No pensaba en desviarte, en realidad... —se acomodó y tomó un vaso — tengo aquí las llaves y te las daré, pero luego de que compartamos una velada, he pagado mucho por este lugar y desperdiciarlo sería malo.

—No me importa que hayas gastado el dinero del mundo, quiero las llaves de mi automóvil, no pienso pasar una velada contigo.

—¿Por qué tan a la defensiva, precioso? Yo sólo quería un poco de compañía ya que mi amigo ha viajado y pues pensé en ti.

—Pues que mal, yo sólo vine a recuperar lo mío.

—Lo tendrás, soy un hombre de palabra— Yoongi rebuscó en sus bolsillos — para que me creas aquí están las llaves — saco las mismas y las sacudió haciendo a Jimin centrarse en ellas, luego el pelinegro lo miró algo enfadado y agotado, le cansaba tanto ese juego —mira te las daré, pero primero bebamos algo, disfrutemos del pequeño show y luego te daré las llaves, así de simple.

Jimin pareció dudar, pero aceptó, quizá seducido por la idea de la anestesia pasajera o la mirada de Suga.

—Bien— respondió sin tantas vueltas.

—Bien, pero antes de servirte un trago y de que empiece el entretenimiento creo que debería de presentarme cómo es debido—extendió su palma—. Me llamo Min Yoongi ¿Y tú precioso?

Jimin lo miró detenidamente — Park Jimin — respondió dudoso de si extender su palma o no.

Pero lo hizo y apenas se rozaron sintió de nuevo una corriente pasear por su espina dorsal y llegar hasta los dedos de sus pies, sus miradas mantenían una charla algo peligrosa, Jimin no podía desviar su atención. Era cómo si ese hombre tuviese un imán con su persona, era como una peligrosa pasión que lo absorbía en un oasis de deseos reprimidos, de ganas, de lujuria que necesitaba liberar.

Yoongi le dio a elegir el trago que deseaba degustar, Jimin optó por lo básico en su lista, vodka con cerezas. Ambos hacían comentarios alusivos y de doble sentido. Causando que una brecha enorme de deseo se extendiera por sus cuerpos.

Luego de unos minutos Yoongi salió al fin de ese leve cubículo y pidió que Jimin lo acompañase a sentarse en ese sofá. Park pensó que lo ideal sería acomodarse a una distancia muy prudente.

Pero se equivocó un poco.

Ambos estaban uno frente al otro, Yoongi se acomodó cruzado de piernas, su brazo derecho reposaba a la altura de su cuello al igual que el otro, una risa pícara se coló entre ambos.

Disfruta —llegó a oír Jimin antes de que las luces descendieran por completo alertándolo.

Pero al instante los colores de neón y el telón de seda se abrieron reflejando unas siluetas, en medio del gran sofá reposaba una mesita de vidrio donde dormía su trago, una melodía algo conocida comenzó a resonar en el cuarto.

Dirigió su mirada a Yoongi y lo vio concentrado en el show que se explaya en frente suyo. Decidió mirarlo también. Observó una figura femenina y algo que descifró era un tubo, la mujer ascendía y descendía de una manera provocativa, no veía nada más que su silueta, pero sus movimientos eran certeros y sexys.

De un momento a otro apareció otra silueta, era de un hombre, casi de su misma contextura para no decir un poco más delgado, también se movía sugestivo, desvío sus ojos a Yoongi quien también lo miraba y se mordía el labio ¿Qué rayos pretendía con todo eso? La canción cambio aunque mantenía el mismo estilo, volcó su atención y vio como las siluetas se volvían más nítidas, la mujer y el hombre quienes traían máscaras gateaban hasta dónde ellos. Yoongi se removió un poco y tomó su vaso que estaba en la mesa, lo bebió lentamente observando las reacciones de Jimin.

Le gustaba cada mueca que el contrario hacía, era un verdadero deleite a su ego.

La mujer gateó hasta dónde Jimin y él la observó, ella se levantó lentamente, moviendo sus caderas al compás de esa canción, sus manos se movían por toda esa anatomía tan sexy. Jimin tragó duro en cuanto la mujer se subió al sofá y más explícitamente quedó sobre sus muslos.

Yoongi por su parte, tenía sus manos sobre el trasero del chico. Algo dentro suyo le quemó, el joven se balanceaba sobre Min quién Jimin divisó que mantenía la cabeza hacia arriba. Pronto sus sentidos comenzaron a atontarse, su piel ardía, el calor en ese cuarto aumentaba, la mujer paseaba sus palmas sobre su cuerpo y lo único que Jimin acertaba a imaginar que era Yoongi el que hacía eso.

Se mordió el labio cuando la dama comenzó a rozar su hombría levemente. No entendía cómo estaba dejando que sus instintos tan primitivos le estuvieran ganando la partida ante esa escena tan vergonzosa. Soltó un gemido cuando sintió una lengua viajar desde su quijada hasta su lóbulo, estaba ardiendo y sudando.

Yoongi... — susurró ya con los ojos cerrados, aferrándose a la piel expuesta de la mujer.

Echó su cabeza para atrás, encontrandose con un gran espejo el cual reflejaba por completo el espacio y notando que Yoongi se encontraba mirandolo con lujo de detalle desde su posición. Eran miradas retadoras, de un contrato demasiado peligroso de dos pieles deseando poseerse con demasiada necesidad. Jimin se mordía el labio y Yoongi lo delineaba con su mirada de fiera, estaba dopado de esas sensaciones, el placer corroía cualquier pensamiento coherente.

Jimin reaccionó de pronto despertando de toda esa oleada de ardiente locura en la que lo expuso Yoongi y empujó a la mujer haciendo que se sentara bruscamente a su lado.

—¡Mierda! Dame mis malditas llaves—exigió incorporándose —¡ahora! —eso despertó a ambos de ese trance.

Yoongi lo miró sonriente, ese chico era difícil y eso le gustaba. Susurró algo al contrario, el mismo se fue y se acercó a la mujer quedando ambos juntos y lejos de ellos.

—Bien, te las daré afuera — respondió sin dejar que Jimin dijese nada más.

Salieron ambos sudorosos y sonrojados. Quizá más que nada creció esa necesidad entre sus cuerpos. Jimin estaba algo molesto consigo mismo y con Yoongi ya que él jamás pensó que caería en tal bochornosa escena, considerando que el contrario era un desconocido. Ambos salieron del local, Jimin se mantenía detrás de Yoongi observando su camisa negra cernirse en esa esbelta figura y pegarse levemente a él a causa del sudor.

—Aquí están tus llaves—dijo de pronto Yoongi arrojándolas. Las mismas que impactaron contra el suelo y Jimin rápidamente recogió — Nos veremos muy pronto precioso, no te masturbes tanto pensando en mí— soltó, sin esperar ninguna respuesta, retirandose de allí.

Jimin no pudo decir nada, ingresó a su automóvil sin creer aún lo que había sucedido. Pero en su mente y su cuerpo rondaban sólo una idea, la de odiar y desear a un punto tonto a ese tal Min Yoongi.

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