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Interludio 04: Asfixia

Volvemos a lo mismo una y otra vez: usa tu cerebro, no dejes que tu cerebro te use a ti. La rabia en la carretera es un ejemplo de lo que ocurre cuando tu cerebro te utiliza, pero también lo son los recuerdos nocivos, las heridas de viejos traumas, los malos hábitos que no puedes dejar y, lo más trágico de todo, las adicciones descontroladas. Este es un tema muy importante al que debemos prestar atención.

— Deepak Chopra

Sus ojitos permanecían fijos en la puerta, sus manos sujetaban su remera con ansias y fuerza, habían pasado dos días desde que su padre no se encontraba en la casa y en todo ese tiempo se la pasó llorando, con las constantes pesadillas y miedos, había deseado ir con él pero no pudo, sabía que por su trabajo no era posible, por más que suplicase que no sea así, por lo que no le quedaba mucho más que el sentarse en el último escalón superior con su mirada esperanzada fija en la puerta, esperando a verlo atravesar la puerta.

Ya era domingo y seguía siendo bastante temprano para cuando la ama de llaves le había dejado su yogurt y galletas a su lado, además de envolverlo con la manta, porqué no había manera de poder quitarlo de aquel sitio.

Desde lejos lo miraba la mujer de su padre, siempre preocupada por él, pero sabía que no podía acercarse, debido que a él no le gustaba su presencia aunque no era una mala mujer, la verdad era una madrastra que cualquiera desearía, se comportaba como una verdadera madre, pero eso no era suficiente, no para él.

Aseguraba que le robaba la atención de su padre, y al principio lo vio como algo normal pero luego todo se volvió preocupante, ella no pudo decir mucho, tampoco el niño, debido a que faltaban pocas semanas para su unión completamente legal y nadie podría impedirlo, por más que esa dama en ocasiones quiso dejar al hombre porque notaba la incomodidad del menor, pero fue su pareja quien la detuvo, argumentando que eran cosas de la edad, por lo que se le pasaría, aunque para ese entonces ya habían sido casi cinco años y no vio ningún progreso por más que ella deseaba solucionar las cosas simplemente para el joven hijo no era permitido.

El hombre había llamado para decir que se retrasaría un poco más y eso la hizo suspirar, porque las cosas en la casa no eran precisamente tranquilas, más bien eran un poco incómodas por parte del menor, su humeante café se dispersaba a la vez que lo hacían los pensamientos del chico, que pensaba que todo era culpa de esa mujer, de la misma que al llegar le había quitado, lo que él decía que le pertenecía por derecho, que era la atención y amor de su padre, pero claro esa era solo su percepción, tan nublada de necesidad y apego por un amor.

Los pensamientos del niño iban muchas veces muy lejos, mientras aguardaba que su padre le dijese qué abandonaría a esa mujer y todo estaría bien con ellos, como antes, de nuevo sólo los dos, claro estaba su hermana, pero no le importaba ser solo los tres, eso podría llegar a ser lindo pero que siga con esa mujer no, eso si que no le gustaba.

Su hermana había estado siempre allí y su padre los había tratado de igual forma a ambos, haciendo que su mente no la vea como amenaza, porque era su hija, y era su niña mientras él era su niño y eso hacía todo sencillo porque así ninguno tendría más o menos. Mientras que con esa mujer era todo distinto, ella lo tenía de noches, incluso sabía que hacían cosas que él por su corta edad no podría describir completamente, sabía que era algo a lo que no podría llegar, su padre le había dicho 'son cosas que hacen los adultos' , lo besaba y salían juntos, y por más que su padre tratase, se notaba la diferencia de trato y la manera en que la miraba, eso le daba repulsión.

Sus oídos captaron de pronto un sonido, era el de la puerta abriéndose y allí vio a su amado padre y no pudo contenerse de chillar de alegría, bajando por las escaleras tan rápido como podía para terminar por saltar a sus brazos.

— ¡Papi! — su voz se volvió más dulce, y también era sumamente alta, más de lo que acostumbraba, buscando acurrucarse mucho más en su pecho.

El hombre se tambaleó por el impacto pero no lo sorprendió, era lo mismo siempre al llegar a casa así que solo acrecentó su sonrisa, una vez tuvo al menor entre sus brazos, y mientras le daba pequeños besos sus ojos fueron a parar sobre su prometida, la cual se mantenía de pie, con su abrigo dejando expuesta parte de su piel del hombro y sus manos juntas tomando su café, su mirada era angustiosa y observo una pequeña marca rojiza en su mejilla y rápidamente se alarmó, pero antes siquiera de decir algo ella lo detiene, bastando una mirada para comprender.

— Me alegra que hayas llegado amor, la comida ya va a estar lista, iré a prepararte un baño mientras te acomodas, así podrás estar más cálido, hace frío afuera.

Al hablar todo con esa melodiosa voz, pasa por su lado y solo le toca su hombro, notando como el menor le gruñía y el hombre suspira asintiendo, para seguido verla desaparecer y en eso mira a su hijo.

— ¿Ha pasado algo en estos dos días que no estuve? — pregunta y ve al joven mascullar algunas cosas y acaba por negar.

— Nada, no paso nada y lo que te digan es mentira papi ¿de verdad no podríamos irnos solo lejos? Ella es mala papá, es mala — dice él tratando de persuadirlo, para de esa manera evitar tratar de dejarse en evidencia, pero el hombre sólo alcanza a sonreír.

— Hablaremos luego, ahora debo ir a dejar mis cosas, nos vemos en el almuerzo pequeño — y antes siquiera que su hijo diga algo él sube las escaleras camino a su habitación.

Truena su cuello mientras va llegando y al estar ahí ve a su mujer sentada en el borde de la cama con sus brazos abiertos esperándolo, y su corazón late con calidez para ir y se sienta a su lado dándole el abrazo. unos minutos permanecen de esa manera, hasta que se separa.

— ¿Te lo hizo él? ¿Qué pasó?

La mujer sonríe y niega — No, solo... debes ir a darte la ducha amor, seguro tienes tensos los músculos.

El joven que había seguido al hombre, estaba oyendo la conversación, esperando que la mujer lo delatase, ante lo que había hecho, pero grande fue su sorpresa al oír algo completamente diferente.

— Hablé con un colega, a partir de mañana vendrá, es psiquiatra y sé qué nos ayudará, esto no puede volver a suceder, esto sobrepasa todo y si seguimos podría hacerte mucho daño o al bebé y eso no puedo permitirlo.

Y ante eso el joven en un cúmulo lleva todo el aire dentro , no solo por lo que dijo su padre de traer a un psiquiatra sino que ella estaba embarazada y si su odio no era ya grande se acrecentó debido a que sabía que fue ella la que dijo a su padre de traer a tal persona y seguro fue para alejarlos y mascullaba maldiciones y maneras de hacerla desaparecer y por consiguiente de alejarse no acabó de oír todo debido a que solo escuchaba lo que le convenía.

— ¿Pero lo crees necesario? Digo, tengo miedo pero quizá un psiquiatra es mucho.

— No lo es, pero nos ayudará no puede seguir así, solo me fui dos días y te hizo quien sabe que, no voy a arriesgarme más ahora que estás así.

—Está bien amor, yo de verdad amaría que él entendiese que no deseo ocupar el puesto de nadie y menos de sacarte de él pero es tan difícil.

Y lo era, porque a veces cuándo ya tú mente tanto tiempo se mantuvo en una idea, es difícil volver a resetearla, y no importa cuánto traten de hacerte ver que eso está mal o que tus acciones están haciendo daño, simplemente no lo verás.

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