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Capítulo 21

El placer más seguro es el menos placentero.

— Ovidio poeta en lengua latina

El gran juego al fin había llegado, con él estaban aquellos nervios a flor de piel, el partido, tenía a los jugadores exhaustos, pero ansiosos de la victoria, el marcador tenía la numeración que marcaba acerca de que los del instituto contrario ganarían y eso era algo que realmente nadie de ellos dejaría que sucediese, Jimin estaba consciente de qué sólo faltaban minutos y su jugada debía de ser certera, fuera de sí los gritos estaban presentes, la muchedumbre alentaba sus respectivos equipos y de esto dependía gran parte de su vida.

Él no era cómo los demás que tenían sus vidas resueltas en grandes empresas heredadas o apellidos de peso sobresaliente, él debía de irónicamente sudar, para conseguirlo, por eso cada pérdida era aún más peligrosa para él. Veía a todos atentos, y él hace un pase certero a Jooheon y este con gran destreza encesta, todos comenzaron a gritar y ellos respiraron levemente, antes de volver, fue hasta el contrario y le dio leves palmadas en su hombro en signo de felicitación, ya que con ese pase y acierto lograron emparejar el juego y sólo dependería de un tiro más para ganar.

Yoongi acompañado de su colegas maldijeron, debido a que en ellos no estaba el perder, menos en Min y por si fuera poco contra Jimin, dejó salir un gruñido, para que todos vuelvan a posicionarse. Los pases iban y venían, sin detenerse, bloqueos, gritos y exaltación por sobre todos.

Jimin tenía el balón entre sus manos, su mirada buscaba sólo a Jeon, sabía qué de sus ágiles manos podría depender su ganancia o la pérdida.

— Piensa rápido Park — escucha detrás suyo al estar bloqueado, la voz de Yoongi lo desconcentró, pero no lo suficiente, por lo que logra divisar al fin al menor libre, solo para terminar viendo como lo bloqueaban y los segundos corrían.

De eso dependía su futuro y no sólo eso sino también el hecho de que Min Yoongi sea derrotado y a ser sinceros mucho más que la copa, la mayor victoria suya sería sin dudas el ver como el mayor se caía en el trecho de entender que ante todo él le daría batalla fuese lo que fuese. Jimin vio un espacio y con su habilidad de escolta, fue contra el jugador, lo que no advirtió fue el hecho de que el contrincante lo terminaría empujando y ante esa acción el pitido del árbitro resonó. Todo fue lento para Jimin, quien por instinto cierra los ojos, y luego todo comenzó a expandirse cómo la tinta

— ¡Falta! — exclama el juez, apenas ve al chico caer, ante lo que con rapidez Jeon y Jooheon van instintivamente a socorrer al mayor.

— Diminnie — habla veloz Jungkook tomando su cabeza —, hey, hey del cero al diez — prosigue, poniendo el cuerpo del mayor contra su regazo, cuidando su cabeza, eso era algo muy de ellos, el nivel de dolor, peligro o lo que sea se marcaba en esa batuta.

— P... puta ahg, siete, siete joder, no lo vi — dice Jimin y su rostro reflejaba la aflicción del escozor en sus ligamentos. Jimin levanta la mirada, los murmullos y gritos no se detienen, supo que no podría jugar más, ya que el sólo mover sus extremidades ya lo molestaba en gran manera. Divisa a Yoongi, él sólo atina a mirarlo, Jungkook nota y gruñe, pero mantiene silencio. Ve a Tae correr hasta su mayor y hablarle para que los enfermeros vayan llegando con la camilla y suben al chico —. Cuando cobren la infracción sabes qué hacer, no dejes que estos hijos de puta nos ganen Kook — murmura Jimin, tomando al menor de la remera y susurrándole al oído, para ir con rapidez a los bastidores, acompañado de Tae a que lo revisaran, el juego que se había pausado levemente se retomaba.

Jungkook miraba a Jooheon, quién con su sonrisa leve mostrando sus hoyuelos para posicionarse desde una línea situada a 4,60 metros del tablero y a 5,80 de la línea de fondo, y a pesar de que cada lanzamiento de tiro libre anotado, otorgaba sólo un punto al equipo eso en él y en sus posiciones resultaba extremadamente importante en la resolución del partido. Debía de lanzarlo antes de cumplirse 5 segundos desde que el árbitro le entregó la pelota y él sabiendo que no podrá pisar la línea hasta que el lanzamiento no haya tocado el aro o haya atravesado el mismo, si es que encestaba ganaban, y si no, confiaba en que sus compañeros podrían ser lo suficientemente capaces como para poder encestar de igual manera. El resto de jugadores se posicionan en los laterales de la zona alternativamente, esperando el posible rebote.

Jooheon tomó aire levemente y todo dependía de él, en realidad no era muy de querer ganar no le hacía falta, pero el hecho de derrotar al ahora rubio de Min Yoongi si le gustaba, más debido a que aunque no le iba a tiro certero, él tenía algo qué Jooheon le arrebataría y la victoria sería sólo el inicio. Se posicionó, tomando aire y lanzó el balón.

Todos mantuvieron la mirada sobre el mismo, los nervios a flor de piel además de la rabia, cansancio y frustración, en cámara lenta se podía ver la manera en que el balón iba en círculos ante la gravedad ingresando en el aro, los gritos no se detuvieron y en el milisegundo en que pareciese que la pelota naranja iba a caer al piso, Jungkook se desvía de su bloqueador para levantarla de nuevo y pasándola a Jooheon de para que este vuelva a encestar, dando el partido por terminado como también anunciar su victoria.

El campeonato se daba por acabado de forma victoriosa y no sólo eso, sino dejando a Yoongi rabioso de haber perdido.

Jooheon lo sigue con la mirada a pesar de que lo estaban cargando y ve cómo furioso iba con su equipo a los vestidores, pero les pierde el rastro mientras siente los labios de su novio sobre los suyos y su mirada se apaga de la misma forma que su cerebro, solo quedaría la entrega oficial de los trofeos y de nuevo a Incheon, nada podía ser mejor.

Con el paso del tiempo nuevamente se encontraba Jeon Jungkook con la dermis bañada en el leve brillo del sudor, que relucía entre las parpadeantes luces de neón del sitio, alternados entre lo rosa, violeta, con su pelo desordenado y húmedo, con el torso expuesto, moviéndose de manera tan sugestiva, cómo solo él sabía hacerlo, sus caderas desplazándose sobre el cuerpo de quién esa noche estaba a su lado, su pierna entrelazada con la de cabellos tan rojos cómo el fuego, su rodilla estaba entre los muslos de la mujer, rozando sus pieles, ya en ese movimiento que sin ropa era la perfecta definición de sexo, del tipo que desearías repetir de nuevo, la mirada suya va hasta lo alto, cómo sacudiendo su cabeza tratando de mantener la levedad de la situación, con sus yemas repasándola, la chica a su vez, sube su índice desde la cadera del mayor, trazando su v tan marcada, pasando por sus relieves de abdominales, dejando que sus largas uñas lo recorriesen enviando un leve cosquilleo, para quienes miraban aquello podían casi apostar a que comerían el uno al otro, mas aun por la forma en la que ella se encontraba entre sus brazos sintiendo cómo se iba poniendo duro y deja salir un suave gemido, casi inaudible con sus labios siendo apresados por sus dientes.

Mientras las manos del mayor, se encargan de recorrer su cintura, acercándose aún más hasta quedar sobre su cuello — Te mueves muy bien, Soojin — jadea, dejando que su cálido aliento choque con su dermis, pega a su vez su pecho contra la muchacha y así el rozar hace que su ser palpe las ansias de la chica y una ronca risa nace de él, al notar lo duro de los pezones de ella, la que dejaba verlo, debido a que tenía ese vestido de seda rojo ceñido a sí, que no era corto pero sí muy atrevido, iban a la par ante la melodía y ella se restregaba ante él, sintiendo a su vez también el calor. No podía negar que la chica lo ponía, porque sería mentir. Sus labios son mordidos, si debía tomar más medidas lo haría debido a que él debía pasar desapercibido y aunque las miradas de todos se centraban en él, lo hacían de la forma que lo necesitaba, estaba solo siendo un chico ebrio como todos los demás.

Mientras su cuerpo y la de su acompañante se aproximaban aún más, él se mantenía atento ante cierta silueta a la cual no le había quitado el ojo en toda la noche, aquel hombre que seguía en el mismo lugar hacía hora y media, el mismo hombre que había llevado a Taehyung la noche anterior, él se encontraba sentado en el mismo sitio y por su rostro sabía que planeaba su jugada, podía verlo casi por completo desde la posición en la que se encontraba, lo divisaba recorrer la mirada a los demás invitados, como se relamía los labios mientras miraba las piernas de las mujeres y guiñaba a los muchachos, con cada movimiento, gesto que realizaba solo se incrementó la rabia, la ira y la furia de Jungkook, que apresaba con las fuerza los dedos por sobre la piel que se encontraba en su mano, a lo que Soojin, solo reía atontada, y si, ella había bebido lo suficiente como para pasar desapercibido lo que él estaba haciendo, y aunque no lo hubiese hecho, tampoco lo hubiera notado, Jungkook era demasiado bueno fingiendo, lo había hecho toda su vida y unas horas más no le representaba ningún problema.

La chica comienza a poner sus manos cerca de su cuello, subiendo mientras ríe levemente — Vamos a un sitio más privado — murmura la misma y roza sus labios con los del contrario, mientras él piensa cómo deshacerse de ella y mantiene su mirada en el hombre mientras seguía el sonido que retumbaba en el lugar sumido en sus pensamientos.

La gira, sintiendo su cuerpo palpitar que era casi del mismo nivel que el cuerpo de Jinsoul, la que en ese instante, también sudaba por la excitación, al estar sentada sobre las piernas de Jimin, ambos sobre uno de los puff que allí se encontraban. Ella se movía, entretenida por la música, sobre su novio, el que tenía sus manos sobre sus caderas, moviéndolos a su ritmo. Ambos se encontraban demasiado drogados cómo para preocuparse por lo que ocurría o no a su alrededor, la euforia los acorralaba y sólo se dejaban llevar. Las desorbitantes sensaciones que los abordaban acallaban lo demás, Jinsoul estaba con las pequeñas risas al aire y Jimin mantenía sus manos serpenteando por la silueta de la contraria, haciendo que cada toque se sintiese como fuego al dejar su rastro, todo un cóctel de percepciones muy alusivas a lo que se conoce, por desenfreno y placer entremezclados, dados de primera mano por el efecto de la metanfetamina que habían consumido.

Conforme la tensión subía ellos iban aumentando el contacto, Jimin se encontraba duro y Jinsoul estaba ya húmeda para ese momento, con sus cuerpos que se friccionaban tan excitantemente que los volvía locos. No había cómo negarlo, ya que la menor para ese instante ya estaba con la boca semi abierta dejando salir suspiros y con el calor nacer en su bajo vientre, haciéndola estremecer por la necesidad que estaba experimentando.

Park sube las manos por debajo de su blusa, jugueteando por sobre su sostén, para momentos después haberlo desabrochado, ya que no era la primera vez que lo hacía y contando con la agileza de sus manos no eran un reto demasiado complejo, con Jinsoul encargándose de quitárselo por completo de manera sumamente discreta, con una risa ladina surcando sus rojos labios, Jimin pasa los dedos por sobre sus pezones, amasando sus pechos como si fuesen suyos, haciendo que ya no fuesen sólo pequeños remolinos de aire los que salen sino eran gemidos sutiles, pero debido a lo alto de la música no importaba mucho, nadie oiría, y es que realmente en ese momento eran cómo todos los que estaban allí y connotaban un acto sexual, no sólo eran simples vistazos era que realmente estaban follando donde sea que se podía , la fiesta se había descontrolado y realmente a nadie le importaba demasiado. Jimin seguía con sus movimientos y podía sentir lo duro de la piel de la chica contra sus pulgares y lo hinchados que estaban por la estimulación. Él se endereza y atrae aún más cerca el cuerpo de la menor contra la suya, ella podía sentir su dura erección entre sus nalgas, y no podía controlar la sonrisa ida que tenía para esos momentos.

— ¿Se siente bien Jinsi? — habla Jimin, con sus embriagantes palabras yendo a su oído, ella no sabía si era la droga o las bebidas que ingirió además de la excitación, pero todo era más intenso — ¿Te gusta, cierto? — prosigue el chico, su voz iba justo a los tímpanos de ella ya que su ser se estremecía al sentir su cálido aliento contra su cuello y se limita a asentir, ladea el rostro hasta poder besarlo, de forma casi necesitada, con su pecho subiendo y bajando, con su piel ardiéndole —. Voy a hacer que te guste aún más, abre las piernas bebé, mantenlas ahí, así... — dice mientras sus manos ya se encontraban sobre sus piernas, abriéndolas un poco más.

La menor se muerde los labios al sentirlo, sosteniéndose de sus rodillas, con los labios separados tratando de que los gemidos se escapen con menos levedad, cuándo él ya se había acercado demasiado, su mano acariciaba su centro y lo hacía de una forma que lograba hacerla sentir demasiado bien. Su dedo sobre la tela podía sentir lo húmedo de la chica. Jimin sabía cada uno de los puntos del cuerpo de su novia, desde los pies hasta sus cabellos, la conocía a la perfección, los había encontrado, analizado, había aprendido cómo y cuándo hacer cada cosa. Siempre había sido excesivamente complaciente con ella, y ambos sabían que no lo había sido por unas semanas, y Jinsoul pensaba que era su forma de disculparse.

A veces eso sucedía y sabía que no era la manera, pero al final del día, simplemente importaba que él estuviese de su lado y que sean ellos dos siempre, por eso dejaba muchas cosas pasar por alto. Las sensaciones no se detenían y eran círculos lo que dibujaba sobre su clítoris y estando la fina tela de su ropa interior separando sus pieles hacía que lo sienta de manera diferente, la manera precisa que le gustaba. Jimin besaba su cuello, y la mano que se encontraba en su cintura seguía guiándola según la canción, desde el momento en el que Jimin se dio cuenta que con tan poco era suficiente para poder dejarla desorientada.

Y él aún podía ver todo lo que ocurría, ver a los demás bailar, fumar, beber incluso drogarse en la pista, en las esquinas, y nadie, ninguno de entre la multitud se detenía más de medio segundo a verlos, a nadie le importaba, porque así eran todos, demasiados ocupados cómo para perder el tiempo en la pareja que se encontraban tirados en uno de los puffs. Porque en eso se resumía todo círculo en sus vidas, drogas, música, sexo, dinero, y todos los placeres momentáneos qué se pudiesen dar el lujo de poseer, sea de la manera en qué fuese, y claro si alguno no te ofrecía alguna de esas alternativas pasaba a no importar, pero toda regla, toda, tiene una excepción. Todos lo sabían, pero había quiénes cómo Jimin sabía cómo doblar esas reglas para que en vez de ser perjudicial sea benéfico, cuándo estuviste tanto tiempo en la brecha de los juegos de la muerte y placer aprendes a que si tus hilos se tensan de la manera correcta simplemente tú ganarás.

Mientras la platinada mujer se encontraba a poco de llegar al orgasmo, la excepción de Jimin comenzaba a sonreír desde dónde se había encontrado durante toda la noche, la única persona que si se había quedado observándolo entre la oscuridad y las pequeñas ráfagas de luces neón, empinaba su copa, deleitando su arduo sabor lentamente. Sus labios fueron relamidos, sus ojos conectados a ese punto de lanzar chispas, no podía definir nada demasiado bien al punto fijo, pero si veía cómo el menor le devolvía la sonrisa, sabiendo qué quién ganó fue él hace mucho, o eso creía él.

Jinsoul pensaba que era su forma de disculparse, pero se equivocaba, ella no sabía lo que en realidad estaba pasando en ese momento, ella no sabía que Yoongi se encontraba a solo pocos metros suyo, mirándolos desde la segunda planta, tampoco sabía que la mirada de aquel chico fue el que logró calentar tanto a Jimin que con solo mirarlo lo había puesto duro, y mucho menos que solo estaba formando parte del espectáculo que él estaba dándole a aquel que aún, sin Jimin quererlo, podía ofrecerle todo lo que deseaba en ese momento. Yoongi lo había seguido con esos preciosos ojos durante toda la noche y ambos habían conectado miradas desde ya horas atrás, Jimin había bailado con su chica toda la noche mientras que hacía que Yoongi entienda que se trataba de él, a quien tocaba era a él. La manera en que el pelinegro jugaba con Min a través de solo gestos hacía que él no perdiese el interés, Jimin era todo un juguete nuevo y demasiado maravilloso para dejarlo ir, ya qué Yoongi no se había esperado que aquel chico al que había follado unas horas atrás, aquel que había gemido y sollozado su nombre podía llegar a tanto, pero mentiría si dijese que no le había gustado, que no lo había excitado hasta el punto en el que su pantalón le molestaba y que sus manos no picaban por querer tocarlo.

Cuando ladea el rostro sabe que ya se habían acabado los juegos, sacaría a ese chico aunque sea un momento lejos del bullicio y se encargaría de que esas manos estén ocupadas en algo más interesante para sí. Entonces le hace un gesto y sabe que él lo entendió, para así poder desaparecer en el gentío.

Jimin detiene sus dedos y cuando los espasmos en el cuerpo de la mujer que se encontraba a su merced se detienen. Ella se había mordido los labios con fuerza, recostado su pecho por el de su amado novio y había sido tomada por el placer del orgasmo por completo, lo único que podía ser oído era el bajo sollozo que eran provocados por el esfuerzo que debía realizar para poder contenerse. Dejando su cuerpo entregarse en esos brazos, con ojos cerrados. Y unos minutos después ya sentía nuevamente la energía tomarla. Jimin ve como Yoongi iba en dirección a las habitaciones luego de habérselos indicado con la mirada. Jimin toma la cintura de Jinsoul y la hace girar, besando sus labios de forma calmada, separándose de ella luego.

— Quiero que vayas a bailar ¿Bien? — la levanta y ella gira hacia la pista tomada de su mano, con su sonrisa completamente radiante, al llegar cerca de dónde veía a su amigo la detiene y besa su hombro de forma fugaz — Ve tú, te alcanzo en un momento, hazlo como te gusta — ríe y ella asiente, sonriendo con la emoción en su rostro.

—Lo haré, no tardes ¿Si? Iré junto a Kookie— besó sus labios para luego dejarlo ir.

Jimin se pone en camino a la planta superior mientras arregla su camisa y sus mechones. Yoongi se encontraba esperándolo con la copa casi vacía a su lado y una sonrisa coqueta en sus labios, ambos se siguen por el pasillo, con unos cuantos pasos de distancia, hasta que encuentran una habitación vacía y ordenada, el mayor lo guía y en cuánto Jimin cierra la puerta a sus espaldas toda la distancia desaparece para fundirse en un beso fogoso y necesitado, con sus manos buscando sacar lo molesto e aquellas telas, ambos empiezan con su danza, recorriéndose como si fuesen sus pistas predilectas.

Y de la misma forma se encontraba Jinsoul, bailando en medio de su mejor amigo y su compañera, sacudiendo su cuerpo sin detenerse, con su cabello yendo a todas direcciones pero ni por un segundo es motivo de preocupación. Dejando solo que la canción los mueva haciendo que ellos sean los reyes de la noche cómo siempre, porque dónde sea que estuviesen no había manera de sacar el hecho de que sus presencias hacían la fiesta más divertida y llevadera al punto del mayor auge. Jeon sigue su paso hasta que hace que ellas cambien de posición, pudiendo hablar con Noora, una de sus compañeras. Soojin había tenido que irse y Jungkook consiguió otra pareja de baile muy rápidamente y esta parecía menos pegajosa que la pelirroja y eso le gustaba más.

— ¿Me harías un favor, dulzura? — dice el chico, junto a su oído de manera profunda y alta debido a que la música resonaba hasta por los pisos, ella asiente mientras ríe, haciendo que sea notorio su ebriedad.

— Claro, todo menos algo que tenga que ver con sexo — responde y lo mira con sus profundos ojos verdes —, eres lindo pero yo encesto hacia mi canasta — agrega y en medio de todo, del mal día, de la tensión y la rabia a Jeon se le escapa una risa, y niega, haciendo qué un aire de más calma se desplace de sí.

— Yo también, tranquila — comenta mientras su risa cesa, este se acerca a su oído mientras la mantiene en un punto fijo —. Quiero que me ayudes a que ese chico salga hasta el estacionamiento ¿Podrías?

Él pone su mejilla contra la suya y así la mueve mejor hasta que puede verlo. Ella asiente, gira y se comienza a alejar, volviendo a mirarlo, para darle una sonrisa, Jungkook camina y toma de la mano a Noora de nuevo, para ir hasta dónde se encontraban anteriormente, entre los movimientos, alcanza a tomar la mano de la pequeña platinada y de forma casi a rastras la lleva detrás suyo, hasta que pide a uno de los chicos que las ayuden a subir sobre la mesa que se encontraba ahí, aunque Jinsoul no entendiese bien, había algo que sí sabía y es que si tendría atención la tendría por completo a lo que toma a la contraria y una vez que ambas están arriba comienzan nuevamente a bailar pero de forma, casi dos veces más erótica. Ambas haciendo lo que debían ser las estrellas de la noche.

Jeon va hasta la barra, para tener una mejor vista de todo lo que sucedía, a pocos metros divisa al hombre al que ve caer bajo la mirada de la pequeña castaña, la que baja de la barra para caminar hacia él. Cuándo el contenido de su copa se desliza por su garganta ya veía cómo el sujeto se encaminaba en dirección a la salida, tomado de la mano de su anterior compañera, él se dirige hacia la misma salida, no sin antes dar una última mirada a su amiga, que aún se encontraba sobre el mueble, pero tan absorta que ni siquiera se había dado cuenta que se encontraba sola sobre ella, eso no era decir que le hacía falta refuerzos, podía ganar la atención de todos ahí sola, y lo había hecho.

No por nada Jinsoul era la mejor distracción de todos, verla moverse de manera sensual, atrevida y desinteresada de su realidad, lograban ser el complemento de todo allí, pero antes de dejarla allí, dirige una mirada rápida a Dongkyun, quien también lo estaba observando, como dejándosela a su cargo y como el chico no estaba tan alcoholizado y menos aún drogado y así al menos no tendría que preocuparse por ella durante la noche ya que no divisó a Jimin desde hacía largo rato, vuelve a aclarar su objetivo y suspira para comenzar a caminar lo más lejos de todo y al fin sale de ese lugar.

Cuándo el fresco viento choca por su cuerpo, envía un mensaje a Jooheon, quién no estaba más en la fiesta pero se encontraba atento a todo y en contacto con él, su mirada repasa todo el lugar y ya había vuelto a encontrar al tipo, más bien a la pareja que se encontraban besándose en medio de los autos. Jungkook se da cuenta que ella sabía cuál era su vehículo, ya que estaba justo recostada por él. Ella abre los ojos y en ellos se podía ver el disgusto que le transmitía. Jeon desbloquea el auto y ella amaga a llevarlo dentro, y cuándo se da la vuelta, abriendo la puerta, ella sale corriendo de ahí, como si supiese que lo mejor era alejarse, pasando de largo, no sin antes dedicarle una mirada que decían más que palabras a Jeon y volviendo a la fiesta.

El hombre gira al notar lo ocurrido y frunce el ceño al verla desaparecer, comenzando a caminar por dónde había venido. Gruñendo, y yendo de nuevo por ella, no dejaría que se escape. Cuando solo dos pasos lo separan de Jeon, a quién no había reconocido, este lleva su puño tan fuerte como le es posible contra su mentón, haciendo que el rubio caiga a brazas contra el pavimento, totalmente inconsciente. Dándole a Jungkook el momento y tiempo perfecto para comenzar a levantarlo y llevarlo a su automóvil.

Jooheon por su parte ya estaba esperándolo, había pasado aproximadamente una hora ya desde que se encontró con Jeon en una de las carreteras, habían cambiado de auto al hombre que se mantuvo inconsciente y minutos más tarde encontró el lugar y ordenó todo como el pelinegro le encargó, para ese momento estaba ya a dos caladas de acabar su cigarro, recostado contra la pared observando el cielo, levemente estrellado, con el tintineo de las mismas siendo opacadas por la luz artificial de la ciudad. Saca su celular y mira la hora, se pregunta cuánto más debería de aguardar, era alguien con una paciencia de oro, pero también tenía algo más que hacer, pero debía de estar ahí y algo le decía que esa noche, sería larga y que no podría hacer nada más.

El sonido tan característico de aquel Bugatti La Voiture Noire, lo detuvo de hacer una llamada más, da otra larga calada mientras ve como Jeon bajaba de ese automóvil, que era de sus favoritos, él podría contar con miles pero nada reemplazaría a ese en especifico. Se acerca mientras repasa sus facciones, algo estaba mal, mucho y tampoco fue cómo la nulidad de sus conocimientos lo que lo tenían así, más bien era esa expresión tan conocida en su menor.

— Al fin llegas — dice Lee, atento ante los movimientos del menor, lo ve ir al asiento trasero, tomar cosas, mientras tira su cigarro acabado, dejando que el cerillo impacte contra el piso, mientras se acercaba a él tomando unos cables, con su vista sin despegarse del contrario.

— Ya sabes, tuve que ir lo necesario — contestó el pelinegro, con una sonrisa ladina paseando en sus facciones, Jooheon no pudo constatar en realidad de que iba esa sonrisa, sabía que se encaminaba más allá que una simple, sí conocía a Jeon y claro que lo hacía, esa noche sería una de las cuáles no olvidaría nunca.

Jungkook, termina por sacar lo necesario y comienza a caminar ingresando al lugar, el aroma a humedad, los escombros, además de la poca iluminación denotaban lo abandonado del sitio, el olor pútrido, lo que llevaría a deducir que se debía a cadáveres de animales o algo en descomposición, se tapó con el puño de su chaqueta y alumbrado por la luz del celular de Jooheon se dirigió a las escaleras, subiendo y mientras a su paso iba dejando su rastro sin ellos parar su caminar, ambos siguieron hasta dar al punto donde vieron al ser, el cuál estaba colgado, con las muñecas atadas, con los alambres de hierro, que iba desde lo que parecía un gancho en el techo hasta dar a su altura, sus pies a su vez estaban tomados por el mismo material juntos y sujetos a pequeños ganchos del piso, todo perfectamente enmarcado para que no escapase o hiciese un movimiento demasiado brusco.

Saben ambos que el hombre aún no reaccionaría así que mientras Jeon pone el bate en su hombro y toma asiento en una de las sillas que había allí, Jooheon se ponía contra la pared de nuevo dejando que los minutos pasen, hasta que ambos notan que el hombre está consciente, Lee enciende otro cigarro, debido a que solo eso podría calmar sus ansias, se acerca al menor y le pasa el mismo, sabiendo que de los dos él sería el que guardaba más ansiedad además de furia. El joven toma el cigarro y comienza a dar suaves caladas, viendo el rostro de ese tipo iba tomando partido en la realidad y de nuevo Jooheon se aleja, prendiendo otro cigarrillo, sin dejar de observar.

— Al fin — dice Jungkook al verlo batir las pestañas, permanece sentado frente suyo con el cigarro entre sus labios y observando. Podía oír su chillido, sabiendo que el efecto estaba pasando y suelta el humo, constatando que pasarían segundos antes de que realmente entendiese de que iba al estar ahí—, debes saber que nadie se mete con mis amigos— agrega no dejando que despierte de manera correcta, mientras le regala una sonrisa cínica, el hombre trata inútilmente mover sus manos pero nota que con cualquier movimiento brusco. las púas que lo sujetaban se enredarían aún más e incluso podrían llegar a incrustarse a tal punto de rasgarse los músculos si se movía. Sólo podía llevarlo más arriba pero no bajarlo.

La mirada de Jungkook se mantenía a la par de su calmada respiración. Cuál cazador acechando su presa camina alrededor suyo, pasa su bate entre sus manos, hasta pararse y arrastrarlo, mientras se aproximaba el rubio que era casi completamente desconocido comenzaba a reír de manera burlona, a lo cual Jooheon solo negó.

No cuestionaba casi nunca a Jungkook, normalmente él era quién lo llevaba a esas cuestiones y bien sabía que era serio, ya que de los tres uno no saldría vivo, no le importaba cargar con eso, él le daba la lealtad a Jeon y viceversa, además en parte eso le parecía levemente divertido y nada ajeno a sí, Jooheon era como un cubo rubik, si no entendías como solucionarlo, nunca lo lograrías

— Será una noche corta — se dijo a sí mismo, en voz baja, antes de ver el rostro tan neutro de su amigo, dándole escalofríos, eso no era nada bueno, pocas veces había visto a Jungkook mal y realmente entre Jimin y él, quién llegó más cerca de ver ese lado suyo fue él. Tomaría medidas si es que era necesario pero ahora, aunque quisiera pararlo no podría, si Jeon lo quería lo haría.

— ¿Se puede saber qué es lo gracioso? — cuestiona Jungkook, lamiendo sus labios y levantando su bate a la altura del rostro del hombre, ante la mirada del contrario, quien no dejaba que la curvatura de su sonrisa se viera ofuscada por nada.

— Me río del papel de lástima que están dando — habla el hombre mirando fijamente a Kook, carcajeando—, viniendo cómo matones ¿Acaso es por Rosé? Bueno esa perra no era tan buena, era un manojo de quejas y pocas caderas, ni tenía pechos era casi un chico y gemía horrible, como si a la muy puta no le gustase ¿No que estaba muy feliz con ese imbécil? ¿Cómo se llamaba?¿Era Hyungwoo.. Hyungwon? — Jungkook sostenía con fuerza la base de su bate de madera a cada palabra que salía de ese hombre, hacía que su furia incrementase aún más—, aún así no saben con quién se están metiendo, los mataré a todos, si me sueltan al menos seré un poco más compasivo con ustedes, así que sean buenos niños y suéltenme.

Habían en esas palabras dos puntos que hicieron más en Jeon que en Jooheon un sendero de mayor desprecio, el primero fue que dijo el nombre de Rosé, quién era la novia de uno de sus mejores amigos quien efectivamente era Hyungwon y que él pensase que venían por eso, a causa de ella, le daba una alerta de que sus sospechas eran más que bien fundadas y además habían más razones por las cuáles justificaría sus acciones, siendo que daba por hecho que no fue su primer intento de lo que sospechaba.

Lo segundo era la maldita frase, la del niño bueno, tronó sus dedos mientras lo miraba y empujó su lengua contra su mejilla, si ya de por sí sus ojos reflejaban un vacío, ahora allí había un abismo tan profundo que con sólo observar causaba desesperación.

Por su parte Jooheon quedó en silencio al oír el nombre de la chica, ella había dicho que se cambió el nombre debido a problemas anteriores y esto sólo le daba vueltas a laberintos, que ni Jungkook o el mismo entendían pero no importaba, si la vida no tomaba justicia por si, ellos lo harían. Jooheon se acercó a él y le dio una sonrisa, aún ninguna palabra había salido de sus belfos, sus hoyuelos sobresalían y sus ojos se clavaron en él, antes que siquiera dijera algo, Jungkook expulsó su humo directo en la cara del hombre, haciendo que el mismo tosiese además de que soltase ciertas maldiciones, pero el menor aprovechó para darle un golpe seco en el estómago, para luego acercar su cerillo a su cuello quemándolo sobre su piel oyendo su grito.

— Yo que tú no hago ningún sonido— habla mirando de mala gana al tipo — a veces despierto de mal humor y empeorar la situación, no creo que te convenga— agrega Lee.

El hombre comienza a toser sin control para lo que Jeon da una minúscula sonrisa y se dedica a levantar su bate, rodeándolo, va a su alrededor haciendo que el bate lleno de púas vaya deslizándose por el piso, cuándo se vuelve a quedar frente suyo, de una, lo golpea en las rodillas, no dejándole tiempo a siquiera quejarse tanto. Lo ve ladear la cabeza y sus manos no las puede mover mucho debido a que si la bajaba los metales que forman el círculo se incrustarían en su piel a tal punto de rasgarlo, y él aprovecha.

— Pagarás maldito infeliz— susurra Jungkook, oyendo el suplicio del hombre toma con fuerza el bate y en un golpe limpio lo embiste. Dos, tres, cuatro veces lo golpea sin detenerse desatando toda su furia contra el cuerpo sudoroso y bañado en sangre que era la del contrario. Los golpes iban y venían, entre que Lee, observaba desde lejos y en silencio, cuándo Jeon voltea, lo ve y sabe el destino del tipo, no había siquiera manera de sobrevivir. o moría desangrado o algo peor, por qué generosos no serían y si algo había que Jooheon nunca podría perdonar, era que dañarán a las personas de su alrededor y no había mejor limpiador de rastros que él, en el mismo instante en que el celular comenzó a sonar, se alejó solo un poco para tomar la llamada.

— Hola — dice con un siseo observando su ropa con salpicaduras de sangre, con una mueca de desagrado, observa a su amigo y se aleja hasta dónde los gritos son menos audibles, llegando a bajar al primer piso de ese sitio.

— Jooheon hola, conseguí lo que querías, tienen diez minutos y nada más, deben apresurarse— la voz suena calmada pero de fondo se oye los gritos de una especie de fiesta.

—Bien, gracias, te debo una cariño— responde el rubio, chasqueando su lengua, de su bolsillo saca lo que parece una píldora y vuelve su mirada hasta el segundo piso de ese sitio aún oyendo a esa distancia los jadeos y súplicas o contra ataques del hombre y él sólo se detiene a pensar, lo frágil que puede ser la vida y lo mal que les pegaría el karma algún día.

Por qué toda causa, tiene consecuencia y de eso no se salvaba, absolutamente nadie, bien lo entendía y aún ante todo eso, una parte suya decía qué debían detenerse, no era alguien supersticioso, pero todo era una maldita rueda y aunque él pudiese zafarse por un tiempo, no sería por mucho, levanta la mirada y luego ante la llanura observa todo a su alrededor, la nada misma se expandía y el viento traía el olor a muerte por donde quisiese observar.

— Me debes muchas guapo— escucha desde el otro lado de la llamada, volviendo a la realidad—. Nos vemos y recuerda quemar la ropa apenas lleguen.

—Claro que lo haremos, nos vemos— finaliza Jooheon, suspira, volviendo a encender su último cigarro, encaminándose al sitio donde estaba anteriormente. Cuándo llega, se detiene a mirar a su amigo quien estaba mirando al hombre, el cual sólo escupía sangre, sin parar. Se acerca a él lo suficiente como para que lo escuche sin hablar muy fuerte — ¿Suficiente diversión?— musita, con la mirada recorriendo al ser qué estaba más que magullado, arrodillándose para verlo mejor.

— Acábalo, iré a traer lo necesario — murmura el Jungkook pasando a su lado, sin mucha alegría, había algo en él qué le daba mala espina, no por las personas, sino la situación, sentía que algo venía con el silencio, ese silencio que parecía querer calarlo.

Jeon sabía que él no daría la última estocada, siempre era así. Jooheon tampoco era como que le importaba, pero Jungkook sabía que eso no tendría un fin simple. Prefirió ir al automóvil, para tomar sus ropas. Tenían una muda exactamente similar a la que llevaban puesta. Quizá eran jóvenes, pero no eran tontos y mucho menos Lee.

Por su parte, Jooheon se queda pensativo, de su bolsillo saca unas pastillas mientras camina levemente cerca del hombre, el cual apenas si podía abrir los ojos, por los golpes que tenía, entre las lágrimas y sudor qué iban mezclados — Tienes suerte, posiblemente esto acabe menos lento de lo que debía, ya que no tengo tiempo — lo toma de la mandíbula y le pone una pastilla en su lengua — yo que tú me lo trago, si no quieres sentir el infierno en tu propia piel — la voz del chico era fría y carente de emociones, su mirada estaba vacía y toma de su bolsillo una navaja al instante en que el hombre le escupe la píldora y él gruñe, guía el filo y le corta la aorta para separarse y ver a Jeon acercarse, sin decir nada comienza a tirarle la gasolina, que tenían en los recipientes.

El hombre sentía aún, debido a que el corte sólo lo hacía desangrarse pero no perder por completo la conciencia.

— Toma — lo mira Jooheon — tú ropa, tírale el cerillo cambiémonos y volvamos, no nos queda tiempo.

Lee asiente. ambos se desnudan por completo, sin mirarse y apenas se ponen todo la muda nueva, Jeon camina hasta que el hombre enciende un cigarro y da una calada manteniendo aquella frialdad. Tira las ropas al piso y ríe.

— Nos vemos en el infierno, maldito — susurra Jungkook y le tira el cigarro, viendo como el fuego comenzaba a consumir aquel maltratado cuerpo, movió sus ojos y volteo, sin mirar de nuevo atrás, salieron de allí.

Ambos suben hasta el automóvil, para salir sin nada más. Jooheon jugaba con su celular completamente ajeno a lo sucedido. Como si hubieran ido de fiesta de nada, y lo que ocurrió simplemente nunca pasó. A veces a Jungkook le inquietaba aquella reacción, aunque ahora solo le importaba llegar, fingir bailar, e irse con alguna mujer como manteniendo la coartada y ya de nuevo a la rutina, ya qué el remordimiento aparece tras la culpa o el pensar qué hiciste algo malo, pero para ambos no era nada malo, sólo hicieron lo que el destino no se atrevió.

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