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O2; REENCUENTRO

REENCUENTRO

La joven sólo podía sostenerse con fuerza de los hombros de Taehyung, gimiendo entrecortadamente, mientras el placer la embargaba por las embestidas de Taehyung.

—Mírame —exige tomándola del rostro con una de sus manos.

Le gustaba ver como sus cejas se contraen, sin ser capaz de mantener su boca cerrada por los gemidos, dejándose llevar cuando este aumentaba el ritmo, golpeando con más fuerza perdiéndose en el calor de estrechez. Este arremetía contra su punto más sensible, provocando que ella arqueaba la espalda, clavando las uñas en sus hombros, mientras soltaba un grito ahogado y su cuerpo temblaba.

—T-Taehyung, voy a...—intenta hablar, pero este no se lo permitió.

Juntó sus labios en un beso descuidado, sintiendo ella intentaba cerrar sus piernas, aprisionándolo, bajando las manos a sus brazos enterrando las uñas, provocando que un gruñido escapara de la garganta de este.
Una fina capa de sudor cubría sus cuerpos, este tenía el brazo en su cintura, arremetiendo con dureza, escuchando un como ella gritó aferrándose más a él.

Aún así volvió a juntar sus labios en un beso descuidado y desesperado, siendo envuelto también por el placer, sintiendo como el cuerpo de ella se estrechaba más con él suyo, para no permitir que se fuera.

Aún así luego de un rato este se salió de su interior, recostándose a su lado, aún con la respiración pesada. A Dalmi no le importó para nada que ambos estuvieran sudados, porque apoyó la cabeza en su pecho.
Susos bajaron por el cuello de él, mientras con la mano acariciaba su abdomen, y este simplemente, miraba a la nada sin moverse. Subió los besos hasta llegar a sus labios a lo que la tomó del brazo, por lo que lo miró entre sorprendida y asustada.
Al darse cuenta de eso delicadamente hizo que se acostara apoyando la cabeza en su hombro. Ella se relajó y comenzó a acariciar su pecho haciendo dibujos sin sentido con su dedo índice.

—¿Te encuentras bien, Tae? —pregunta algo nerviosa sin querer que se notara.

—Sí, no te preocupes, Dalmi —suspira.

Se encontraba perdiéndose en sus recuerdos, reviviendo cada tortura por la que había pasado en su vida. La mayoría del tiempo cuando no estaba ocupado le sucedía lo mismo, entraba en un trance en el que se volvía vulnerable y Dalmi tenía que estar allí para él.
Detestaba su vida porque en vez de ayudarla la había arrastrado a una donde corría demasiado peligro.
No podía evitar sentirse demasiado culpable por eso, porque había querido ayudarla, pero eso no fue lo que hizo. Siempre cuando se da cuenta que está inmersa en sus pensamientos se preguntaba porqué no se iba de su lado a tener una mejor vida. Pero lo que no sabía era que para ella no había una mejor vida que estar a su lado y hacerlo sonreír, escuchar su risa que hacía brincar su corazón de emoción.

Este se levantó rápidamente al darse cuenta que estaba dejándose llevar, por lo que entró al baño dando un portazo para luego mirarse en el espejo.

—¿Amor...? —la pelirroja no había dudado en seguirlo y tocar la puerta.

—¡Estoy bien! —alza la voz, mientras se mira fijamente en el espejo tratando de convencerse.

Había decidido darse una ducha para así también ayudar a que esos pensamientos se fueran. En cuanto salió pidió comida para ambos, pero cuando se sentaron a comer una gran tensión comenzó a formarse. Como siempre Dalmi trató de hablar para que la tensión se fuera, pero Taehyung no colaboró. También quería que se fuera y volvieran a estar cómodos con la presencia del otro, pero su cabeza lo traicionada y no podía evitar pensar en que no estaba siendo justo con ella, ni tampoco con él, aunque claro, eso le importaba una mierda.

Unos toques en la puerta se escucharon, por lo que fue a abrir encontrándose con Jin, sintiéndose aliviado.

—¿Qué haces aquí? —inquiere con el ceño fruncido.

—Vine a sacarte de aquí —responde con una sonrisa—. Vamos a tomar un café o a comer algo.

—Acabo de almorzar.

—Entonces, acompáñame a mí. No te la puedes pasar encerrado, vamos.

—Bien —suspira agarrando la chaqueta que se encontraba en el sofá, para luego caminar hacia la salida.

—¿A dónde vas? —Dalmi llama su atención.

—Saldré con Jin.

—Voy con ustedes.

— Debemos hablar. No salgas, recuerda que debo cuidarte.















(...)















En el camino hablaron de cosas triviales, en realidad, Jin fue quien más habló, mientras el castaño lo escuchó tratando de no perderse en sus pensamientos como siempre.
Eran amigos desde que este tenía dieciocho años donde arruinó su vida. Antes eran un grupo de cuatro, hablaban acerca de todo, sabían los secretos de todos —al menos la mayoría—, pero de pronto no sólo una vida se arruinó, sino dos, y en ese momento se dividieron, siguiendo con sus vidas, olvidándose casi por completo todos sus momentos juntos y la gran amistad que tuvieron.

El primero en alejarse había sido Taehyung. Este no pudo soportar todo lo sucedido, lo que lo llevó a alejarse de todos con miedo de que pudieran descubrirlo, ya que lo conocían demasiado. Pero jamás se separó de Jin y al poco tiempo conoció a Jimin, quien también se hizo su amigo, aunque no lo era como el mayor. Pues, a veces era algo inmaduro, y su tiempo libre la pasaba en fiestas, derrochando dinero, terminando la mayoria de veces casi inconsciente.
Eso se le hacía demasiado molesto, ya que con la vida que llevaban aún tenía ciertos comportamientos de adolescente. Raras veces se mostraba como alguien maduro de veintiséis años, por lo que aprovechaba aquellos momentos.

Al llegar al restaurante tomaron asiento en una de las mesas que se encontraban afuera, disfrutando de la calidez de ese día.

—Tengo demasiada hambre, así que yo comeré —explica Jin—. Tú puedes pedirte un té o lo que quieras.

—Buenas tardes —saluda una voz femenina llamando la atención de ambos.

—Oh, buenas tardes, amor —sonríe Jin, y inclina hacia adelante para juntar sus labios, por lo que Taehyung rueda los ojos al verlos tan tiernos.

—Hey, ha pasado mucho tiempo desde que no te veo y te la pasas robando a mi novio —finge estar molesta y ambos ríen aunque este lo hace falsamente—. Me alegra que estés de vuelta aquí —le da un pequeño abrazo que no corresponde.

El castaño estaba acostumbrado a los abrazos de Hyewoon, cada vez que lo veía no deja de hablar lo que al principio lo frustraba, pero con el tiempo comenzó a seguir las conversaciones.
Se le hacía una mujer bastante agradable y leal, pero eso no quitaba que lograba irritarle por momentos lo parlanchina que era, y como se ponía Jin cuando se contraba a su lado.
El amor provocaba que se irritara fácilmente, por lo que comenzó a pensar qué podría hacer para irse.

Luego de que tomara la orden y a los pocos minutos se la trajeran comenzaron a hablar de los negocios sin interrumpciones.

—¿Jang Dohyun sabe que me encuentro de vuelta aquí? —pregunta tomando un sorbo de té.

—Claro, apenas pisaste Seúl lo llamé. Está muy contento con tu regreso y ya tiene algunas propuestas listas para hacerte.

—Perfecto —asiente satisfecho—. Necesito encontrar buenas tierras lejos de aquí para el cultivo.

Al voltear se encontró a unos metros una joven que atendía una mesa. Era de baja estatura, cabello castaño algo ondulado, tez blanca, con una sonrisa que se le hacía demasiado dulce.

—Hey, ¿quién es ella? —pregunta con curiosidad.

—Es mi mejor amiga —responde con una sonrisa al verla—. Es Lee Yehyun...

—Espera, ¿ella es...?

Esta al sentir unas miradas sobre ella, volteó encontrándose con su mejor amigo, que seguía teniendo una sonrisa en su rostro al verla.

—Hey, imbécil... —dice acercándose—. ¿No saludas y aún así te atreves a venir a mi restaurante? —frunce el ceño fingiendo estar molesta.

Este ríe al verla acercándose con esa agresividad tan característica de cuando lo veía, pero aún así la abrazó elevándola unos centímetros.

—También te extrañé, pequeña malhumorada —ríe apretando su mejilla.

—Quítate —golpea su mano—. Hyewoon no me dijo que estabas aquí...

—Oye, te presento a mi nuevo compañero de trabajo...

— El que te roba de los brazos de Hyewoon —repite las palabras de su amiga y ríe, pero al verlo deja de hacerlo.

—Ese mismo —ríe—. Kim Taehyung, te presento a la pequeña malhumorada de mi amiga.

El castaño se levantó y bajó la mirada encontrándose con unos ojos avellanas que capturaron toda su atención, pero aún así comenzó a recordar pequeños momentos.

—Un placer volver a verte, moquito —sonríe.

Ambos se miraban sorprendidos, aunque en ella un leve sonrojo apareció al saber que aún seguía teniendo intacto ese recuerdo que deseó poder borrar de su memoria.

—No esperaba volver a verte —hace una mueca de disgusto—. Y ya supera eso.

Lo miró de pies a cabeza, ahora tenía el cabello castaño más largo y rizado que caía por su frente. Estaba más alto y vestía de una forma elegante.
Lleva una casaca café, una camisa blanca, un pantalón de vestir negro y zapatos del mismo color.
Antes se le hacía alguien atractivo y ahora aún más, pero podía notar que sigue siendo el mismo patán de antes, pues su sonrisa cínica, su mirada café y el apodo que usaba antes se lo hacían saber.

—Esperen, ¿ustedes se conocen? —pregunta completamente confundido, Jin.

—Debo seguir trabajando. Nos vemos luego —golpea el brazo de su amigo.

—No entiendo —voltea a ver al castaño que no dejaba de verla—. Ni te atrevas, aunque no sepa la historia de ustedes.

—Algún día te la contaré —asegura—. Aunque no entiendo cómo luego de tanto tiempo no he llamado su atención.

—No te acerques a ella con esas intenciones —toma un sorbo de su jugo.

—¿Por qué?

—¿Para que quieres tener su atención? —pregunta molesto—. No quiero que Dalmi le busque problemas por tu culpa —apoya sus brazos en la mesa inclinándose hacia adelante—. Hablo en serio.

—Ya, calmate —le resta importancia—. Vamos a lo importante.

El de cabello rizado entendía perfectamente que quería protegerla, pero no era como si él tuviera que seguir sus órdenes. Era todo lo contrario.
No era capaz de entender que a Yehyun le molestara su presencia, cuando luego de tanto tiempo había capturado nuevamente la de él aunque sólo fuese un juego de seducción nuevamente.
Aquel reencuentro hizo que se diera cuenta que todo seguía igual entre ellos, pero seguramente luego de unos minutos ya no le interesaría llamar su atención.

Además, sólo le crearía problemas con Dalmi y era lo que menos quería volver a soportar, porque podían discutir por horas e incluso días hasta que se sentía culpable.


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