
EPÍLOGO
SEÚL, COREA DEL SUR
20 DE JUNIO DE 2021
Yehyun se miraba en el espejo, mientras se acomodaba el vestido negro que llevaba puesto, las mangas oscuras llegaban a sus entrebrazos y era largo hasta las rodillas.
Observó su rostro que lucía más pálido de lo normal, con grandes ojeras bajo sus ojos enrojecidos e hinchados, sus labios carnosos estaban de un rosado pálido, y lucían resecos por lo que se puso bálsamo. El maquillaje no la ayudaba para nada por lo que suspiró.
De sólo recordar lo que había pasado en el último tiempo, sus ojos volvieron a cristalizarse. Llevaba días y días de llantos, pero aún así las lágrimas no parecían acabarse jamás.
Llevó la mano a su vientre, acariciándolo, el cual había comenzado a crecer, y sin poder evitarlo, rompió en llanto.
Al escuchar unos pasos, tomó una bocanada de aire, limpiando rápidamente sus lágrimas, porque no quería que la siguieran viendo de esa manera y trataran de consolarla.
Estaba cansada de sus miradas de pena, la hacían sentirse reventar.
—Ya es hora, hija —puso las manos en sus hombros, mirándola comprensiva.
—Yoongi me acompañará —volteó a verla.
—Creo que esta vez te vendrá bien el apoyo de tu madre —acarició su cabello castaño ondulado—. Las anteriores veces no pude acompañarte, pero hoy siento que puedo hacerlo.
—Todo ésto te recordará a papá y no...
—Lo sé, pero quiero estar para ti.
—¿Estás lista? —pregunta Hyewoon, entrando a su habitación.
—¿Estás segura de que no quieres que también te acompañe?
—Estoy segura. Gracias.
Yehyun le dio un pequeño abrazo, aspirando el aroma a colonia de su madre, sintiéndose como una niña pequeña que necesitaba el consuelo de su madre por haberse lastimado.
Goeun acarició la espalda de su hija, mientras le susurraba palabras de aliento, por más que quería estar a su lado para ese momento difícil, sabía que le recordaría a su exmarido. Sería volver a revivirlo lo que se le haría difícil, por lo que no insistió porque también sabía que los mejores amigos de ella, le darían un buen apoyo.
Yehyun se dirigió al living con el brazo entrelazado con el de Hyewoon. Yoongi al verla desvió la mirada, sintiéndose aún culpable por más que ella lo había perdonado luego de tantas discusiones, en las que ambos terminaban a los gritos y llorando.
(...)
Abrió ambas puertas entrando junto a Yoongi y Hyewoon, encontrándose con abogados, jueces y más testigos que la vez anterior. Miraba a su alrededor hasta que sintió cómo se paralizaba, y su corazón se detenía por un momento.
Quería romper en llanto allí mismo, quería gritar, quería que todo sea una pesadilla, y poder despertar encontrándolo frente a ella, mirándola embobado con esa sonrisa cuadrada que era tan particular. Pero no podía ser, al contrario, otra vez observaba al de cabello ondulado que se encontraba vistiendo de naranja, con sus muñecas esposadas, y su mirada hacia el frente donde se estaba el Juez hablando.
Una vez que tomaron asiento, los minutos comenzaron a pasar de manera lenta y tortuosa para Yehyun, hasta que llevaron horas. Taehyung pasó al frente jurando decir la verdad, para responder todas las preguntas hechas por otro abogado.
La castaña no pudo evitar romper en llanto al escuchar como sus respuestas seguían siendo tan sinceras y frívolas, como si no tuviese una pizca de remordimiento, de sentimientos. Estaba más que segura que ese no era el Taehyung de quien se había enamorado perdidamente, porque jamás hubiese hecho todas las cosas que estaba admitiendo, mientras había una pantalla que mostraban algunas filmaciones y fotografías.
Sentía como las náuseas se volvían más que intensas, mientras se estremecía y sus amigos la miraban más que preocupados preguntándole si no quería salir, pero ella estaba negada porque quería escuchar y ver con sus propios ojos a ese Taehyung del que le habían hablado la mañana que iba a casarse.
Esta vez más de cincuenta personas habían dado su testimonio en contra de Taehyung, entre ellos, Jungkook. Este al conectar su mirada con la de Yehyun, se sintió paralizado y su corazón dio un vuelco, mientras ella sollozaba deseando que todo sea una mentira. Una maldita pesadilla.
El castaño volvió a subir para que otro abogado le hiciera preguntas mostrando vídeos, fotografías que le sorprendieron, aunque era de esperarse, ya que habían inspeccionado cada vivienda y bodega consiguiendo así más cargos en su contra.
Yehyun al verlo bajar y caminar con dificultad a causa de su pierna, se dirigió nuevamente hasta donde había estado sentado anteriormente, frente al Juez. Estaba sorprendida de que siguiese sin ser capaz de mirarla, porque estaba segura de que la escuchaba, y a Eunji también, pero este parecía no importarle para nada. Pues, seguía manteniendo un semblante completamente neutro, sin demostrar algún tipo de sentimiento.
—Kim Taehyung es declarado culpable con más de doce cargos de...distribución internacional de cocaína, heroína, metanfetaminas, marihuana, entre otras drogas, como también de elaborarlas y distribuirlas internacionalmente.
Yehyun al escucharlo comenzó a sollozar devastada, mientras Yoongi y Hyewoon la abrazaban, sintiendo su profundo dolor.
—Tráfico y uso de armas de fuego. Conspiración para lavar dinero proveniente del narcotráfico. Vinculación en tráfico sexual, y vinculación en decenas de muertes —habla el Juez—. Kim Taehyung es condenado a cadena perpetua.
El castaño al escuchar el grito ahogado de Yehyun, como sollozaba desconsoladamente, sintió como se estremecía y tuvo el impulso de voltear a verla, pero prefirió no hacerlo.
Tragó en seco aceptando su final, que envejecería en una prisión, y daría su último suspiro allí. Todos sus sueños habían sido rotos al querer hacer la última entrega. Sentía su sangre hervir y ganas de destruir a Seokjin junto a Soohyun, pero ya no había forma de hacerlo.
Se preguntaba si él no hubiera decidido dejar esa vida, Jin lo hubiera protegido de Soohyun, y esa pregunta provocaba que se odiara por haber sido tan débil, porque el amor que sentía por Yehyun lo volvió débil.
Volteó encontrándose con Jungkook que abrazaba a Eunji, la cual sollozaba aliviada de saber que quien mató a Namjoon, pasaría el resto de su vida encerrado. Se encontró con la mirada oscura del pelinegro, que lo miraba lleno de odio y rencor, mientras que él lucía neutral.
—¡Todos de pie! —exclama el Juez, levantándose para bajar los escalones e irse.
Dos policías se acercaron rápidamente a Taehyung para tomarlo de los brazos, ya que debían llevarlo a prisión, donde pasará el resto de su vida, mientras este caminaba a paso lento por su pierna, escuchando los gritos de Yehyun, y sin poder evitarlo más, volteó a verla permitiéndose sentir. Su alma dolía al ver el profundo dolor, y decepción en aquellos ojos avellanas que no dejaban de brotar lágrimas. Sintió como un nudo se formaba en su garganta y sus latidos se aceleraban a causa de la desesperación, porque comenzaba a sentirse impotente, como un niño pequeño que no sabe qué hacer.
Jamás le provocó tanto dolor, ya que siempre había evitado que supiera quién era realmente, que lo viera como él se veía, pero aquellos oscuros secretos habían salido a la luz.
Tomó una bocanada de aire tembloroso y salió por la puerta, escuchando su último grito de desesperación que lo hizo romper en llanto, lleno de culpa.
Yehyun se separó de sus amigos quienes la habían tomado de los hombros para mantener su peso, y así evitar que cayera al suelo. Se sentía asfixiada y no podía seguir soportando las náuseas, por lo que comenzó a correr dirigiéndose hacia la salida.
Al ver un bote de basura comenzó a vomitar, tomando su cabello para así evitar ensuciarse.
En cuanto terminó, sollozó buscando un pañuelo en su pequeño bolso para así limpiar sus labios, pero mientras lo hacía, escuchó unos pasos acercarse que la hicieron voltear. En cuanto vio la mirada intensa y oscura de Jungkook, se sintió estremecer.
Quería derrumbarse frente a él, porque podía notar que sus ojos la observaban acusatoriamente con rencor, muchísimo peor de lo que lo hicieron cuando había roto su corazón.
—¿Tú sabías? —inquiere con la respiración pesada y tomó una bocanada de aire—. Tú sabías que él es V, ¿cierto?
—Jungkook...—las lágrimas volvían a brotar, y ella se sentía incapaz de formular una oración.
—¡Todo este tiempo supiste que me había arrebatado a las personas que más amé, y yo como idiota te hablaba de mi dolor! —grita lleno de rencor con sus ojos cristalinos—. ¡¿Cómo pudiste hacerme eso?! ¡¿Alguna vez me amaste realmente?! ¡¿Quién Diablos eres, Lee Yehyun?!
—No —niega con la cabeza desesperada, tomándolo de la chaqueta—. ¿Cómo crees que hubiera podido estar con él sabiendo quién es realmente? —solloza bajando la cabeza, sin poder creerse que fuera capaz de pensar eso.
—Mírame —la toma del rostro mirándolo esperanzado. En las anteriores audiencias del juicio no se había atrevido a enfrentarla, ni a mirarla, pero en esta que hubo sentencia, no pudo seguir soportando aquella intriga—. Júrame que no sabías que es V.
—Te lo juro. Jamás creí que él podría llegar a ser ese asesino, ese monstruo
—un sollozó desconsolado escapó de sus labios, por lo que se alejó, mientras se cubría la boca con la mano—. ¿Con quién demonios iba a casarme?
Su corazón dolía, la sensación de haberlo perdido todo, y del vacío que se instaló en su pecho, la asfixiaban. Le aterraba el futuro, porque comenzaba a darse cuenta que estaba completamente jodida, y esperando un bebé del mismísimo V.
Jungkook al verla de esa manera soltó un suspiro, sintiendo como su corazón se encogía al haberla acusado. Se sentía un imbécil, porque con sólo ver sus ojos, podía darse cuenta que no sería capaz de algo así.
Intentó acercarse, sintiendo sus brazos arder por las ganas de tenerla entre ellos y calmar su llanto, pero esta se alejó negando con la cabeza.
—Lo siento —murmura arrepentido—. Nunca quise acusarte de algo así, pero tú ibas a casarte con él y creí...
—No sé cómo seguir —admite desesperada llevando su mano a su vientre.
Jungkook bajó la mirada, sintiéndose estremecer al ver como acariciaba su vientre algo crecido. Rápidamente supo lo que significaba, sintiendo sus latidos acelerados.
—¡Estoy embarazada de V! ¡De ese asesino! —admite cayendo de rodillas al suelo, cubriéndose el rostro con las manos.
Al escucharla sintió como todo a su alrededor se detenía. El dolor, la rabia y la decepción se apoderaron de él, como las ganas de buscar a Taehyung, y acabarlo con sus propias manos.
Los recuerdos de las conversaciones sobre sus sueños, casarse, tener hijos se instalaron en su cabeza, rompiendo por completo su esperanza.
El castaño seguía arruinando su vida, aún siendo llevado a prisión para pasar el resto de su vida allí, por lo que quería gritar para así liberar toda su rabia, pero sabía que no serviría de nada porque al acordarse se sentiría devastado.
Yehyun no podía dejar de llorar llena de arrepentimiento y dolor, sintiéndose una estúpida por haber creído en Taehyung, por haber hecho tantos planes, por haber querido formar un futuro con él aunque se sintiera insegura. Se sentía tan agobiada por todo lo que sucedía, por como los recuerdos atacaban su mente, que comenzaba a creer que todo era irreal.
Jungkook a paso lento e inseguro se acercó a ella arrodillándose, pasando su mano temblorosa por su cuerpo envolviéndola, ya que en la otra llevaba una férula al tenerla fracturada, mientras las lágrimas comenzaban a caer también por sus mejillas.
—Todo va a estar bien —murmura tratando de sonar seguro.
—¡Nada va a estar bien!
—Lo estará, porque yo me mantendré a tu lado aunque ese bebé no sea mío —apoyó la frente en su hombro, mientras un sollozo escapaba de sus labios.
La castaña estaba completamente devastada, tanto así que no tenía fuerza para mantenerse, por lo que Jungkook se aferraba a ella tratando de que no cayera hacia adelante. Ambos sollozaban presos del dolor, pero Yehyun lo hacía de manera desgarradora.
Estaba negada a creer que el amor de su vida la engañó de una manera tan cruel, prefería cegarse y pensar que todo era un mal sueño, que cuando despertara iba a prepararse para la boda, y lo tendría en frente vistiendo un traje blanco, observándola con aquellos ojos cafés que derrochaban amor.
A pesar que ya habían pasado tres meses, para ella era menos doloroso volver a vendarse los ojos, que aceptar que Taehyung había destruido su vida con sus mentiras.
Mientras Jungkook sollozaba, deseando que todo por lo que estaban pasando sea mentira. Pues, pensó que en cuánto supiera que encerraron a quien le arrebató a su padre y a su mejor amigo, sentiría paz. Pero al contrario, se sentía destrozado sin saber cómo continuar, porque de cierta manera, le dolía saber que Taehyung, que además de hacerlo enojar lo había hecho reír, era el asesino que arruinó su vida por completo.
SEÚL, COREA DEL SUR
25 DE JULIO DE 2021
Jungkook se dirigía hacia una pequeña mesa cuadrada con dos sillas, volteando a ver a quienes se encontraban también de visita. Al menos ellos parecían alegres de volverse a ver, mientras este sentía como el rencor seguía avanzando como una enfermedad, pero en vez de su cuerpo pasaba en su alma.
Tomó asiento empezando a mover su pierna de arriba a abajo, y empuñó las manos, pero al darse cuenta de cómo sus nudillos se volvieron blancos por la fuerza ejercida y una punzada apareció en la muñeca que había tenido fracturada, pasó las palmas por su pantalón como si se encontraran húmedas.
Al escuchar unos pasos, volteó rápidamente encontrándose con la mirada café de Taehyung, el cual levantó la cabeza provocando que las hebras de su cabello se sacudieran, aún así volvieron a caer los rizos en su frente. Estaba algo pálido, con grandes ojeras debajo de sus ojos y su labio inferior lastimado, lo que le hizo saber rápidamente que era seguro que se haya metido en alguna pelea.
Llevaba las muñecas esposadas y aún caminaba con dificultad, lo que provocó una amarga sonrisa en el rostro del policía.
El pelinegro se levantó rápidamente tomando una bocanada de aire, hasta que lo tuvo frente a él, lo que hizo que sus facciones se endurecieran, mientras que el castaño no demostraba emoción alguna.
—Tienen veinte minutos —informa el policía quitándole las esposas a Taehyung, para luego dirigirse a la puerta para mantener vigilados a los prisioneros que estaban también allí.
—Siéntate —ordena Jungkook, para luego volver a sentarse.
El castaño se acarició las muñecas y tomó asiento lentamente, para luego volver a observar al pelinegro, que llevaba su cabello más largo, liso, con el flequillo dividido.
—¿Qué haces aquí, Jungkook? —su voz suena ronca.
—Vine cada semana esperando poder verte al fin —admite dando toques con los dedos en la mesa—. Cuando despertaste a los días, intenté hablar contigo, pero no me dejaban entrar a tu habitación en el hospital, y entiendo perfectamente el porqué. Aún así, cuando recibiste tu condena, quise venir y hasta hoy no se permitían las visitas para ti, ¿acaso tú lo pediste así?
—¿Crees que te tengo miedo y por esa razón no quería verte? —soltó una pequeña risa amarga y luego frunció el ceño—. ¿O acaso crees que realmente siento algo de arrepentimiento por todo lo que hice?
—Eres un maldito enfermo —dice entre dientes, apoyando los brazos en la mesa para inclinarse hacia adelante.
—Tú lo eres al no dejar el pasado atrás —alzó ambas cejas—. ¿Acaso crees que el venir aquí, y verme pudriéndome tras las rejas, hará que los que te rodeaban vuelvan a la vida?
Al escuchar esas palabras, Jungkook sintió su sangre hervir. Empuñó las manos queriendo golpearlo allí mismo, pero sabía que no debía hacerlo si quería hablar sobre todo lo sucedido para acabar con sus dudas, dolor, rabia y resentimiento.
—Intentaste acabar conmigo una y otra vez, Taehyung —vuelve a mirarlo fijamente—. Pero en todas fallaste.
—¿En verdad crees que quise matarte? —pregunta irónico.
—Tú causaste la explosión, mi accidente y cuando supe que eres V, no dudaste en querer dispararme.
—Sigues olvidando mi marca —rueda los ojos—. ¿Tan imbécil me crees? Si hubiera querido matarte, te hubiera disparado en la puta frente que es lo que hago siempre —dice entre dientes, señalando su frente.
—Dijiste que lo harías —murmura sorprendido—. ¿Por qué no lo hiciste?
—¡Porque tenía la ilusión de que me mataras! —alza un poco la voz haciéndolo sobresaltar—. ¡¿Por qué no lo hiciste?! ¡¿Por qué no me mataste?! ¡¿Por qué fallaste?! —los ojos de Taehyung se cristalizaron, mirándolo lleno de resentimiento y rabia, mientras que Jungkook parecía sorprendido y los recuerdos se instalaban en su mente—. Tuviste que darte cuenta que seguía respirando y no me mataste como prometiste. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué no lo hiciste?!
—Porque me di cuenta que sólo te haría un gran favor. Me di cuenta que realmente estabas más que jodido —sonríe amargo—. Yo no le hago favores a asesinos.
—¡Pero maté a tu padre y también a Namjoon! —su respiración se vuelve pesada—. ¡Yehyun me prefirió a mí! ¡Te lo he estado arrebatando todo, maldición!
—Y ahora pasarás el resto de tu vida tras las rejas, torturándote con los recuerdos de tus crímenes. Lo has perdido todo y tendrás que vivir con eso, Taehyung.
—Lo menos que siento es remordimiento por haberte arrebatado todo —suelta una risa amarga.
—Sé que mientes. Si te alejaste de mí cuando mataste a mi padre es porque no eras capaz de mirarme. Namjoon siempre me decía lo jodido que estabas por como era tu vida —se humedeció los labios, desviando la mirada por un momento—. Luego te vi destrozado cuando enterramos a Namjoon. Es por esa razón que terminaste fracasando como V. Tienes muchos sentimientos, Taehyung, más de los que te gustaría. —alza una ceja—. Seokjin, al contrario, pudo escapar y es porque está realmente muerto por dentro. Disfruta de esa vida.
—Cállate...
—¿Y sabes qué? —se levantó tomando una bocanada de aire, mientras acercaba sus rostros, observando sus ojos inyectados de sangre y cristalinos—. Te perdono. Te perdono por haberme arrebatado a las personas que más amaba, porque ellos me enseñaron eso. Me enseñaron a ver más allá del daño que me causen, me enseñaron lo que es la nobleza, lo que es el perdón, lo que es vivir sin culpa y ser mejor persona siempre —humedeció sus labios mientras sus ojos se cristalizaban—. Lamento que nunca hayas tenido una buena vida, lamento por todo lo que has tenido que pasar. Y que de cierta manera, eso te convirtiera en la persona que eres ahora, porque sé que siempre buscaste seguir el buen camino como Namjoon, a quien tanto admirabas —Taehyung tomó una bocanada de aire, mientras las lágrimas caían por sus mejillas y su labio inferior temblaba—. Así que espero que al saber que te perdono, dejes ir un poco todo el remordimiento que llevas allí —señala su pecho—. También lo hago porque no quiero llegar al día en que me mire al espejo y, vea que aquel remordimiento, me ha consumido por completo —se limpió rápidamente la lágrima que caía por su mejilla—. Adiós, Taehyung.
Comenzó a caminar hacia la salida, escuchando como el castaño rompía en llanto desconsoladamente, haciendo notar todo el dolor que reprimió para así demostrar ante él, que era fuerte, y no dejar ver su vulnerabilidad.
—¡Jungkook! —grita tratando de llamar su atención, pero este siguió su camino—. ¡Lo siento tanto! ¡Yo no quería! ¡En verdad lo siento! —se cubrió el rostro con las manos, sollozando.
Jungkook al escuchar su disculpa soltó un suspiro de alivio, porque sentía como todo su resentimiento desaparecía, como aquella enfermedad de su alma iba desapareciendo.
Por un momento temió que llegara el día en que se diera cuenta que no tenía sanación, ni salvación, que aquel rencor lo destruyera y matara lentamente, pero haber hablado con el castaño le hizo ver que llegó a tiempo.
SEÚL, COREA DEL SUR
30 DE SEPTIEMBRE DE 2021
—Te esperaré aquí —habla decidido, Yoongi.
—No creo que sea necesario...
—Te esperaré.
El coche de Yoongi se encontraba frente a la prisión, ya que Yehyun decidió ver a Taehyung, y saber realmente toda la verdad aunque la lastimara.
Por más que sentía que no podía verlo al rostro después de saber la verdad de quién era, saber que este era quién había ocasionado tanto dolor a Jungkook, y que además, había intentado matarlo sabiendo de que eso la mataría a ella por dentro. Pero cada noche soñaba con él, con lo que fueron, con quién era realmente lo que llegaba a asustarla, y con la vez que vio como caía al suelo al ser disparado por Jungkook, causando que se despertara en las madrugadas gritando y llorando.
También sabía que a causa de su embarazo no podía pasar por ciertas situaciones porque podrían llegar a complicarlo, por lo que trataba de estar tranquila. Además que había comenzado a ir a terapia por el gran estrés con el que carga, pues la obstetra le había advertido lo que podía suceder si seguía así.
Volteó a ver a su mejor amigo, el cual llevaba el cabello negro algo largo, con sus costados rapados.
Sus vidas en los últimos meses habían tenido grandes cambios, Yoongi se preocupaba demasiado por su embarazo y una de las razones es porque Saha también lo estaba, lo cual fue una sorpresa para todos y apenas llevaba dos semanas de embarazo.
Este al principio se encontraba asustado, sin saber si era algo bueno porque no se sentía preparado para ser padre. Aún cargaba con el peso de haber perdido al amor de su vida, pero al igual que su amiga comenzó terapia, ya que lo necesitaba demasiado.
El hecho de que este haya causado el fin de V, ya que Jin lo había ayudado a amenazar con un arma a uno de sus trabajadores para que le dijera la dirección a los policías, lo hizo sentir culpable porque le causó un gran dolor a su mejor amiga.
Así fue como comenzó a ver nuevamente las cosas buenas y se llenó felicidad por el embarazo, aunque seguía sintiendo algo de miedo al pensar que podía no ser un buen padre.
Pero imaginarse un mini Yoongi y Saha, lo hacía ilusionarse, como también el hecho de pensar que su bebé tendría alguien que lo acompañara, y ese sería el bebé de su mejor amiga. Este tendría apoyo, así como Yoongi tenía el de su mejor amiga.
—Eres fuerte, Yehyun —apoyó la mano en el brazo de ella.
Esta asintió, para luego tomar una bocanada de aire y comenzar a caminar hacia la prisión.
En cuanto tomaron sus datos sintió como los nervios iban aumentando, y se daba cuenta que no estaba tan preparada como creía, por lo que quería salir corriendo de allí. Pero en cuanto la llevaron al lugar de visitas, y vio a más personas allí, se sentó llevando la mano a su vientre acariciándolo.
—Todo estará bien, mi amor.
Al escuchar unos pasos, se levantó encontrándose con un policía y Taehyung, el cual llevaba barba de unos días, sus muñecas esposadas y como desde que estaba encerrado, vistiendo de naranja. En cuanto sus miradas se conectaron, y pudo ver como sus ojos cafés se iluminaban observándola llenos de ilusión, sintió como un escalofrío recorría su espina dorsal.
—Pueden darse un abrazo como saludo y otro al despedirse —informa el policía, mientras comenzaba a retirarle las esposas, y Taehyung lo miraba con desesperación.
En cuanto lo hizo y comenzó a alejarse, el castaño tuvo el impulso de abrazarla después de no verla por meses, pero esta se alejó rápidamente, llevando la mano a su vientre, provocando que este bajara la mirada allí.
—¿Cómo está nuestro bebé? —pregunta en casi un murmuro, tratando de no demostrarse dolido por su reacción—. Está muy grande...
—Tengo seis meses, así que su tamaño es similar al de un coco —comenta con una media sonrisa al ver su vientre, mientras toma asiento.
Taehyung al sentarse, apoyó la barbilla en la mano, mientras por primera vez desde que estaba encerrado, una sonrisa apareció en su rostro al ver su barriga crecida.
Quería llevar las manos allí, acariciarla y hablarle. Deseaba que juntos pensaran un nombre y hablaran sobre sus sueños, pero sabía que eso era imposible.
—A veces siento como algunos aleteos y mi espalda suele doler —vuelve a hablar esta vez observándolo—. Ha comenzado a moverse hace apenas unas dos semanas. La primera vez me asusté tanto que fui a ver a mi obstetra —admite tímida—. Pero desde que hablé con ella, cada vez que siento eso, me emociono porque eso significa que está bien.
—¿Ya sabes qué va a ser? —pregunta ilusionado.
—Aún no, porque creo que no quiero saberlo hasta que nazca.
—¿Has elegido nombres?
—Tampoco.
—Si en algún momento piensas alguno, me gustaría saberlo —comenta con timidez.
—Está bien.
Ella sabía que él tenía el derecho de también decidir algún nombre, y sobre si quería saber el sexo del bebé, pero no sabía cómo hacerlo parte de eso encontrándose en prisión. Tampoco sabía cómo harían para que pudiera estar presente en los momentos más importantes, lo que la hacía romper en llanto cada vez que lo pensaba. Pues, recordaba como este se había llenado de felicidad al saber del embarazo, y estaba segura que al saber que ya no podría ser el padre ejemplar que tanto había querido lo devastaba, porque en lo único que creía que no había mentido era en la felicidad al saber que sería padre. Luego no sabía en qué más había mentido, lo cual la desesperaba.
—Estoy feliz de que hayas decidido verme luego de tanto tiempo.
—Creo que he cometido un error al venir.
Aquellas palabras provocaron que su corazón diera un vuelco, pero aún así trató de no demostrarse afectado porque trataba de ponerse en su lugar.
—No he recibido visitas, sólo una de Jungkook.
—Lo sé.
La sangre de Taehyung comenzó a hervir al saber que estaba enterada de esa visita, pues significaba que se veían y eso lo llena de celos e inseguridades, porque estaba seguro de que el pelinegro no dudaría en recuperarla, aprovechando que él se encontraba en prisión.
—¿Lo ves? ¿Estás con él? —pregunta rápidamente, mientras sus facciones se endurecen.
—Jungkook está siendo un gran apoyo para mí...
—¡¿Un gran apoyo?! —alza la voz, golpeando la mesa—. ¡Él sólo quiere llevarte a la cama!
Uno de los policías comenzó a acercarse al ver a la castaña llena de temor y como Taehyung parecía furioso, por lo que este al verlo, bajó la cabeza, disculpándose con temor de que lo llevaran nuevamente a la celda.
—No quiero que sigas viéndolo —alza una ceja—. Ni quiero que lo haga nuestro hijo, porque no permitiré que él actúe como su padre cuando es mi hijo —hace énfasis mientras habla entre dientes.
—¿Intentarás nuevamente matarlo si sigo en contacto con él? —lo mira con los ojos cristalinos.
—Yehyun...
—¡¿Quién diablos eres?! —inquiere alterada con la respiración pesada—. Porque el Taehyung dulce, buen hombre, y el que me enamoró, claramente, nunca existió.
—Tú me convertías en esa persona —asegura—. Jamás fingí...
—¿Por qué, Taehyung? —pregunta dolida con voz más aguda de lo normal—. ¿Por qué me mentiste así?
—Tú jamás me hubieras aceptado si te decía quién soy realmente. Ya estaba perdidamente enamorado de ti, así que decidí que era mejor no decírtelo —explica con los ojos cristalizados—. Quería decírtelo, no sabes cuánto, pero cuando vi cómo actuaste al saber lo de tu padre, supe que no debía si quería seguir manteniéndote a mi lado...
—Espera —desvía la mirada perdida en sus pensamientos—. ¿Tú...tú sabías quién era realmente mi padre?
—Cuando éramos adolescentes le pedí ayuda a tu padre porque necesitaba dinero y él me habló acerca de un hombre que podría ayudarme —dice con un hilo de voz—. Ese hombre me amenazó con matar a mi familia si decía una palabra cuando me di cuenta de lo que se trataba. Desde ese momento comencé a hacer el trabajo sucio de ese hombre y también el de...tu padre, Yehyun.
—Oh, Dios —rompe en llanto cubriéndose el rostro con las manos—. ¡¿Por qué nunca me lo dijiste?!
—Porque me tenían amenazado.
—No, no, no...
—Aunque no lo creas también fui una víctima...
—¡Eres un asesino! —grita furiosa—. ¡Mataste al padre de Jungkook, a Namjoon, y quién sabe a cuántos más!
—¡Sólo te importa ese maldito imbécil! —grita golpeando nuevamente la mesa, y pasa sus dedos por las hebras de su cabello tirando de este, tratando de mantener la calma—. Yo no maté a su padre...
—¡Mientes! Es lo único que has sabido hacer ―escupe furiosa―. Jugaste con la vida de Yoongi, con la de Hyewoon, te atreviste a hacerlo con la mía y la de nuestro bebé ―solloza desconsoladamente―. Querías construir nuestra vida a base de mentiras, pero todo se derrumbó, porque eres un maldito hijo de puta que ahora está pagando por sus errores.
—Por favor, perdóname ―rompe en llanto―. Te amo tanto que no supe cómo hacer las cosas bien, cómo decirte la verdad sin perderte, porque si lo hacía sentía que moriría, pero ahora estoy diciéndote la verdad. Seokjin mató a su padre, Yehyun. Tienes que creerme.
—¡No es cierto!
Cuando Yoongi le había confesado que Jin era la mano derecha de V, no podía creérselo. Todo parecía una maldita mentira para derrumbarla y no permitirle ser feliz, pero cuando Hyewoon se lo confesó, supo que todo era verdad. No podía imaginarse a Jin haciendo algo así, y lo que más le sorprendía era que Jungkook no se lo hubiese dicho cuando se vieron, por lo que no podía creer en las palabras de Taehyung.
—Yo no podía hacerlo, estaba lleno de miedo y llamé a Seokjin para que lo hiciera —explica recordando esa tarde—. Pero el maldito se lo confesó a mi Jefe y él...mató a mis padres mientras dormían —rompe en llanto nuevamente—. Los mató porque no fui capaz de matar al padre de Jungkook.
—¡Cállate! ¡No quiero escucharte, Taehyung!
—Por favor, ayúdame a salir de aquí —solloza cubriéndose el rostro con las manos.
—¡Cállate!
Se levantó completamente histérica, llamando la atención de los policías que no dudaron en acercarse.
—¿Se encuentra bien?
Al ver como tomaban a Taehyung bruscamente, apoyando su rostro en la mesa provocando que este soltara un quejido, mientras lo esposaban llevando sus manos a su espalda, chilló por el susto y la preocupación.
Yehyun al sentir un fuerte dolor en el vientre soltó un grito de dolor, llevando su mano a su entrepierna al sentir caer un líquido tibio, y en cuanto vio sus dedos, rompió en llanto.
—¡Yehyun, mi amor! —grita preocupado Taehyung, tratando de forcejear con el policía.
—¡Vámonos!
—¡Suéltenme! ¡Nuestro bebé!
—¡Mi bebé! —solloza asustada.
—¡Yehyun! —grita exaltado siendo llevado por dos policías.
(...)
Un policía había ayudado a Yehyun a salir de la prisión, Yoongi sin dudarlo condujo rápidamente hacia el hospital, lleno de preocupación al ver a su mejor amiga de esa manera. Lo menos que necesitaba la fémina era otra desgracia en su vida que la hundiera por completo.
Cuando los minutos pasaron la castaña estaba en la camilla del hospital completamente nerviosa, sin dejar de acariciar su vientre, mientras algunas lágrimas caían por sus mejillas, y su mejor amigo se encontraba en el sofá jugando con sus manos, tratando de calmar los nervios de la castaña.
Al escuchar unos pasos rápidamente, voltearon a ver hacia la puerta con la esperanza de que fuese el doctor, pero al encontrarse a un Jungkook agitado por haber corrido, se sorprendió.
—¿Jungkook? ¿Qué haces aquí?
—Yo le conté lo que sucedió —responde tímido, Yoongi.
—¿Cómo estás? —se acerca tomando su mano—. ¿Ya vino el doctor?
—Aún no —solloza—. Tengo tanto miedo.
—Todo va a estar bien —la envuelve en sus brazos, dejando un beso en la coronilla de su cabeza.
—Si lo pierdo moriré...
—No digas eso. Eso no va a pasar—asegura acariciando su cabello.
—Buenas tardes —llama la atención el doctor.
Rápidamente se separaron y Yehyun limpio sus lágrimas para así escuchar con atención las palabras del doctor, aún siendo presa del miedo, pero el ver la mirada de su mejor amigo y sentir como Jungkook apretaba su mano, mirándola con una media sonrisa tranquilizadora, tuvo un poco de esperanzas.
—Tuvo un desprendimiento prematuro de placenta.
—¿Es muy grave? ¿Tendrá que hacerle cesárea? —interviene sorprendiéndolos, Jungkook.
—Tranquilo, futuro papá —le regala una sonrisa tranquilizadora.
—Yo no...
—¿Entonces? —interviene Yehyun.
Jungkook estaba sorprendido de que la castaña no le dejase negar sobre que no era el padre, lo cual lo quiso hacer sonreír, pero trató de que no sucediera ya que la situación no era la mejor.
—Lo recomendable es que haga reposo hasta que sea el momento del parto.
—Pero mi restaurante... —mira a los demás preocupada.
—Hyewoon y yo podemos hacernos cargo —habla decidido, Yoongi.
—Y yo —Jungkook aprieta el agarre, acariciando dorso con el pulgar—. Puedes decirme todo lo necesario que necesito saber para ayudarlos.
—Es necesario que haga reposo, y si nota algo extraño, no dude en venir. Por el momento se quedará aquí —informa—. Pues, en las próximas horas le haré más controles para quedarnos más tranquilos, ¿sí?
—Está bien —sonríe a medias.
En cuanto el doctor salió de la habitación, Yoongi se acercó a abrazar a su mejor amiga. El miedo había desaparecido, aunque no por completo.
Este al separarse, acarició el cabello de su amiga observando a Jungkook, el cual no dejaba de mirar sus manos.
—¿Yoongi? —la castaña voltea a verlo—. Necesito que me hagas un favor.
—Claro, dime.
Necesito que vayas a decirle a Taehyung...
—¡¿Qué?! ¡¿Te volviste loca?! —grita molesto—. Y desde ahora quiero que sepas que no te permitiré que sigas viendo a ese imbécil. Por los nervios que te ha hecho pasar mira lo que acaba de suceder...
—En realidad, el desprendimiento de la placenta no ha sucedido por eso —interviene Jungkook—. Hay muchas causas, pero ninguna se debe a los nervios...
—¿Y tú cómo sabes? ¿También eres médico? —pregunta molesto.
—Por si lo olvidas en unos días seré tío y averigüe sobre los riesgos —explica con una media sonrisa—. Y ahora que Yehyun también está embarazada seguí informándome, pero ya no hablemos de eso —murmura avergonzado.
—Iré por un café antes de que me vuelvan loco —Yoongi sale de la habitación.
—Diablos —Yehyun pasa las manos por su rostro, suspirando frustrada.
—Tranquila, yo iré.
—¿Qué? No creo...
—Lo haré. Él es el padre y necesita saber que el bebé estará bien.
—Gracias, Jungkook —sonríe con sus ojos cristalinos.
—Pero antes déjame quedarme cinco minutos más aquí —sonríe.
Yehyun no podía creerse que Jungkook por ella sea capaz de ver a Taehyung. Pues, sabía que era demasiado difícil para él luego de todo el daño que le ocasionó. Pero el pelinegro por más que detestara saber que este era el padre, sentía la necesidad de hacerle saber que el bebé estaba bien, porque de sólo imaginar la desesperación que sentía al no tener manera de saber cómo se encontraba, provocaba que tuviera empatía por él.
(...)
Taehyung no sabía cuánto tiempo llevaba, no sabe si minutos u horas, pero se siente enloquecer.
Luego de que los policías lo sacaran mientras este gritaba preocupado por la castaña, lo habían llevado a una habitación donde sólo había una puerta, no había ventanas, ni luz, sólo oscuridad.
Por más que había gritado y golpeado la puerta una y otra vez, no recibió respuesta alguna, más que un golpe que lo hizo asustar y volver a su lugar, pues ya no quería pasar por otra situación donde abusaran de su poder.
El pensar en que Yehyun pudo haber perdido a su hijo, le provocaba mucho dolor, por lo que las lágrimas brotaban sin parar, mientras sollozaba silenciosamente, deseando recibir alguna señal que le hiciera saber que todo estaba bien.
—¿Kim Taehyung? —preguntan dando un ligero golpe a la puerta.
—¿Qué sucede?
Este al escuchar su voz gateó rápidamente hacia la puerta, al saber que era el único policía que lo trataba bien, con el que suele conversar algunas veces y el que lo defendía cuando lo golpeaban. Por lo que se sintió aliviado de poder hablar aunque sea por unos segundos con alguien.
Su nombre era Hong Seulki, era más alto que él, cabello castaño oscuro corto, rapado los costados, tez canela y con sólo verlo al rostro se podía notar que era alguien de confianza.
—Un hombre acaba de venir, quiso verte, pero como no se puede me dejó un recado para ti.
—Dime —sorbe su nariz, escuchándolo con atención, porque estaba desesperado por saber si era algo acerca de su bebé.
—Dice que su bebé está bien.
—¿En serio? —sonríe aliviado, limpiando sus lágrimas—. ¿Está bien?
—Eso dijo.
—Espera, ¿qué hombre? —frunce el ceño—. ¿Quién vino?
—Creo que dijo llamarse Jeon Jungkook. Es un policía retirado —responde no muy convencido—. Debo irme antes de que venga el otro policía. Haré lo posible para que mañana te saquen de aquí. No los hagas molestar.
Taehyung sintió como el dolor comenzaba a penetrar su corazón hasta llegar a su alma.
Un grito lleno de rabia escapó de sus labios, mientras golpeaba la puerta una y otra vez. Quería escapar de allí, quería hacerlo para tomar el lugar que a él y nadie más que a él le correspondía.
La puerta fue abierta al poco tiempo y cuando este sollozando quiso escapar, fue tomado de los brazos por dos policías quienes lo lanzaron contra la pared, provocando que soltara un gemido de dolor.
Como si eso fuese poco, Taehyung tuvo la intención de arrastrarse hacia la puerta, pero sin dudar estos empezaron a golpearlo con los garrotes, sin piedad alguna.
Las marcas no tardaron mucho en aparecer, en su rostro y cuerpo, por momentos sentía que se quedaba sin aire, mientras gritos y gemidos escapaban de sus labios. Pero el dolor que estos le provocaban, no eran nada comparado al saber que había perdido a su mujer y a su bebé, quien nunca llegaría a llamarlo papá, el cual era su mayor deseo, junto a poder casarse con el amor de su vida.
El aceptarlo mientras su vista se nublaba y sentía como cada vez se le dificultaba más respirar, estaba siendo el momento más doloroso de su vida.
Era como si lo estuviesen cortando por dentro.
Vio a los policías salir dando un portazo para luego echar seguro, mientras este respiraba con dificultad arrastrándose en al suelo hasta volver a la esquina.
Las lágrimas brotaban sin parar, mientras clavaba las uñas en el suelo, sollozando desconsoladamente entre cortado a causa de respirar con dificultad, luego de haber recibido tantos golpes en su estómago y espalda.
Sentía que estaba recibiendo el castigo más cruel, y aunque quisiera, no podía decir que no se lo merecía, por lo que ya no sentía ganas de continuar.
Estaba decidido a dejarse morir, porque ya lo había perdido absolutamente todo.
SEÚL, COREA DEL SUR
2 DE DICIEMBRE DE 2021
Yehyun gritaba por el dolor consumidor, las venas de su cuello y frente se marcaban, mientras las gotas de sudor recorrían su frente hasta bajar por su cuello. Estaba enrojecida y las lágrimas brotaban, mientras la obstetra junto a una enfermera trataban de animarla.
—¡Puja, logro ver su cabeza! —grita con una sonrisa animadora—. ¡Puja, Yehyun!
—¡Eso intento! —grita furiosa, hasta que escuchó una risa, por lo que volteó a verlo sintiendo su sangre hervir.
—¡Puedes hacerlo, Yehyun! —trata de animarla, sintiéndose nervioso al notar su mirada.
—¡Juro que te mataré, Jungkook! ¡Lo juro por Dios!
—Bien, cuando crezca no podrá ver ésto —guarda su celular en el bolsillo de su pantalón—. He visto que es bueno tomar mano de alguien, así que toma mi...
Jungkook no pudo terminar de hablar cuando Yehyun se aferró a su mano, mientras un grito escapaba de sus labios al pujar. El pelinegro estaba sorprendido por la fuerza que tenía la castaña, pues siempre la había visto como alguien a quien debía proteger, pero al sentir como podía llegar a ser capaz de romper su mano, soltó un gemido de dolor tratando de soportarlo, ya que estaba seguro que el que estaba experimentando ella era muchísimo peor.
Este estaba agradecido de haber decidido visitarla durante la mañana para saber cómo estaba, pues a los pocos minutos cuando decidió prepararle el desayuno, porque ella se encontraba agotada en el sofá, escuchó un grito de su parte. Sin dudar preocupado corrió hacia el living, dándose cuenta que había roto bolsa, por lo que ella le gritó que buscara el bolso con todo lo del bebé que se encontraba en la habitación.
En cuanto lo hizo, la ayudó a caminar hacia su coche, sintiendo que estaba mucho más alterado que ella en ese momento.
—¡Por favor, puja más, Yehyun! —pide la obstetra—. Vamos menos de la mitad.
—¡No puedo más! —solloza—. ¡No puedo más, lo juro!
—Pero...
—Hey, pequeña...—apoya su frente en la suya sin importarle que estuviera sudada—, claro que puedes. Puedes hacerlo porque eres la mujer más fuerte del mundo.
—No puedo, no puedo...—murmura entrecortado por la respiración pesada.
—Sólo imagina ver a la pequeña o al pequeño corriendo a tus brazos y diciéndote mamá. Claro que puedes —besa su frente, colocando su otra mano sobre la de ella—. Vamos a hacerlo juntos, ¿sí?
—Jungkook...—solloza.
—Vamos. Puja, pequeña —sonríe.
—¡Hazlo, Yehyun! —la ánima la doctora.
Yehyun sorbió su nariz y comenzó a pujar, mientras un gruñido escapaba de sus labios, hasta que sintió como el dolor aumentaba. Era como si sus huesos se rompieran, lo que hizo que apretara el agarre y soltara un grito desgarrador, acompañado del grito de Jungkook, quien trataba de apoyarla, aunque también era provocado por el dolor de su mano.
Al sentir como salió por completo y escuchar un llanto, rompió en llanto, derrumbándose completamente exhausta y adolorida.
—Lo hicimos, Jungkook —murmura entrecortado—. Lo hicimos...
—¡Lo hiciste! —ríe emocionado y besa su frente—. Tú lo hiciste...
—¡Es un pequeño hombrecito! —grita la enfermera en cuanto lo cubrió con una manta—. Es un hermoso niño, Yehyun —lo entrega en sus brazos—. Felicitaciones, mamá.
—Oh, Dios —solloza al verlo, y luego mira conmocionada al tatuado—. Mi bebé, Jungkook. Es mi hijo.
—Lo has logrado, pequeña —sonríe acariciando su cabello.
El bebé sollozó, mientras la castaña también lo hacía sin dejar de acariciar su pequeño rostro hinchado y enrojecido, mientras tenía sus pequeñas manos en forma de puño. Sabía que en ese momento no podía encontrarle un parecido alguno a ella o a Taehyung, pero si de algo estaba segura, era que ante sus ojos sería el bebé más hermoso.
—¿Cómo lo llamarás? —pregunta curiosa la obstetra.
—Lo llamaré...—lo observa sorbiendo su nariz, mientras se pierde en sus recuerdos por unos segundos—. Taehyung. Lee Taehyung —solloza abrazándolo.
No sabía si sería correcto para los demás, pero para ella lo era, porque cuando recordaba a Taehyung, no podía evitar recordar al hombre que había sido con ella. Quizás fue la peor persona en su tiempo con la mayoría de la gente, pero con ella fue el mejor hombre que conoció, el cual siempre pensó más en sus sentimientos que en los de él mismo. Siempre la puso primero y le demostró cuanto la amaba.
No podía evitar recordar como sus ojos cafés brillaban al verla, su forma de admirarla, su sonrisa cuadrada tan encantadora que parecía sincera sólo cuando ella estaba en frente, como tomaba su mano con delicadeza, como sus dedos finos y largos recorrían su piel como si de una rosa a punto de marchitarse se tratara.
Él le había hecho saber que era el amor de su vida, y si de algo estaba segura además de eso, era que también hubiera dado su vida por su hijo. Que ambos serían el amor de su vida y hubiera hecho hasta lo imposible por hacerlos felices. Hubiera sido el padre que ninguno tuvo, por eso y más motivos, se le hacía correcto que llevara su nombre.
SEÚL, COREA DEL SUR
30 DE DICIEMBRE DE 2021
Yehyun se encontraba impaciente esperando, moviendo una de sus piernas de arriba abajo, hasta que al escuchar unos pasos, volteó encontrándose a Taehyung, al cual le sacaban las esposas.
Sus latidos se aceleraron, y la preocupación comenzó a crecer al ver su labio inferior roto y con un gran hematoma en su ojo. Se levantó sin dudar, mientras el policía se retiraba, y lo abrazó sintiendo su calor corporal, aspirando su aroma. Extrañaba su colonia, pero sin dudas el aroma a su piel la enloquecía, aunque pudo percibir también el del jabón.
—Feliz cumpleaños, Taehyung.
El castaño estaba completamente sorprendido por el abrazo, y de que se haya acordado de su cumpleaños en la situación que se encontraba. Pero sin dudar, envolvió a su cintura aspirando su dulce aroma a coco que tanto había extrañado. Acarició su cabello largo deseando no separarse jamás de ella, pero tuvieron que hacerlo y se sentaron frente al otro.
—Tu vientre —lo señala sorprendido—. Es raro ya no verte...
—¿Gorda? —ríe—. Aunque no creas, extraño acariciarlo y hablar con él.
—¿Él? —pregunta sorprendido—. Lo sabía, es un niño...
—Lo es —asiente con una sonrisa—. Mi instinto materno no funcionó, creí que sería una niña.
—¿Cómo...cómo decidiste llamarlo?
—Se llama Taehyung —responde tímida.
—¿Taehyung? —el brillo de ilusión apareció en su mirada—. ¿Se llama como...yo?
—Cuando lo tuve entre mis brazos, comencé a recordar todos nuestros momentos —explica con voz baja, llevando un mechón de cabello detrás de su oreja—. No pude evitarlo, lo único que vino a mi mente fue tu nombre.
—Quisiera verlo —admite con los ojos cristalinos—. Realmente quisiera verlo.
—No es como verlo en persona, pero traje ésto para ti —saca del bolsillo de su chaqueta una fotografía—. Sorprendentemente, me dejaron entrar con ella.
—Oh, Dios...—la toma rápidamente entre sus manos.
Al ver un bebé sobre una manta, tez canela, con un poco de cabello castaño, ojos cafés y como tenía su mano en su boca, rompió en llanto cubriéndose la suya con la mano.
—Mi hijo. Oh, Dios, mi Taehyung —sollozs llevando la fotografía a su pecho, sintiendo sus latidos acelerados.
Yehyun al verlo de esa manera desvió la mirada limpiando rápidamente la lágrima que comenzó a caer, pues verlo de aquella manera lograba destrozarla. Deseaba tanto que él pudiera compartir sus momentos con su hijo, que pudiera ser el padre que tanto deseó. No era capaz de imaginarse todo lo que estaba sintiendo.
Mientras Taehyung sollozaba desconsoladamente, sintiendo como la culpa de sus errores llegaba a ahogarlo, deseando poder ser capaz de atrasar el tiempo para no haberlos cometido. Pero ahora le tocaba pagar cruelmente y no podía hacer nada para evitarlo. Era demasiado tarde para ser un hombre nuevo y el padre que tanto necesitaba su hijo.
—Aún es muy pequeñito, pero en cuanto pueda lo traeré conmigo —asegura dándole una sonrisa tranquilizadora.
—No puedes traerlo a este lugar —sorbe su nariz, negando con la cabeza—. No quiero que cuando crezca vea dónde está su padre y porqué. Es humillante.
—Taehyung...
—Soy un maldito hijo de puta...
—Ya basta —lo interrumpe mirándolo con las facciones endurecidas—. Te creo.
—¿De qué hablas? —pregunta desconcertado.
—Te creo sobre que no mataste al padre de Jungkook —lo mira fijamente demostrando su seguridad.
—¿Por qué me crees?
—Porque cuando vi cómo miraste aquella foto, yo...no lo sé —suspira—. Sé que no eres ese hijo de puta que trataste de demostrar ser durante el juicio. Ese que no tiene sentimientos. Recuerdo la última vez que nos vimos cuando éramos adolescentes, quedó grabado en mí porque me pedías ayuda y no fui capaz de escucharte —admite angustiada—. La muerte del padre de Jungkook fue en ese tiempo y tú no pudiste haber sido capaz de matarlo —Taehyung bajó la mirada sollozando silenciosamente—. Lo que no entiendo es porque Jungkook aún piensa que tú lo hiciste.
—No tiene que saber que no fui yo —levanta la mirada rápidamente.
—Pero...
—Al fin ha conseguido la paz, Yehyun —limpia sus lágrimas—. Si le dices que ha sido Seokjin, volverá a atormentarse buscándolo, y créeme que no sobrevivirá. Jin no tiene remordimiento alguno, es demasiado peligroso, por algo ha logrado escapar. Tiene a la persona más peligrosa a su lado, Jungkook no será capaz de acabar con ellos —asegura—. Si quieres que Jungkook siga con vida, no le digas la maldita verdad.
—Aún no puedo creer que Seokjin sea alguien así.
—Me traicionó nuevamente, Yehyun —dice entre dientes—. Si tan sólo te dijera todo lo que ha hecho, te darías cuenta que es un maldito psicópata.
—Hyewoon sigue buscándolo...
—No debería hacerlo. Lo peor que le puede pasar es volver a verlo.
―¿Sabes algo de él, Taehyung? ―se inclina hacia adelante, buscando su mirada, pero este la desvía―. Taehyung...
―Sólo dile que ya no lo busque más, que no se convierta en un problema para él.
Yehyun no toleraba escuchar aquello de Jin, no cuando ella tenía otra imagen de él, otra descripción completamente distinta. El tiempo pasaba y no podía evitar seguir echándolo de menos, aunque en el último tiempo este le había demostrado no sentir nada por ella, ni un poco del cariño que antes le había demostrado al ser mejores amigos.
Luego de la última entrega en la que traicionó a Taehyung, desapareció de la faz de la tierra. Lo buscaron donde había vivió anteriormente, pero no había nada sobre él y el dueño del departamento tampoco sabía nada.
La castaña no quiso entrometerse de más luego de que le dijeran la verdad, pero Hyewoon seguía buscándolo desesperada por saber algo de él, porque lo extrañaba tanto que su alma dolía, mientras que sus amigos trataban de convencerla sobre que lo dejara ir.
—Taehyung, ¿qué te sucedió? —lo observa preocupada por sus golpes.
—Estoy pagando por mis errores —humedece sus labios—. Cuando era V, un joven no podía pagarme, ni tampoco quería hacer lo que le pedí...
—¿Qué le habías pedido? —pregunta con algo de temor.
—Necesitaba que firmara un documento de la propiedad de un terreno.
—¿Por qué querías eso? —frunce el ceño.
—Para cultivo ilícito —traga en seco desviando la mirada.
—¿Qué sucedió con él?
—Lo maté, tal como hubiera hecho Soohyun —confiesa enfrentando su mirada.
—Taehyung...
—Su padre me buscó por un tiempo, convirtiéndose en una verdadera molestia —presiona los labios por un momento, tomando el valor para continuar, aunque sentía miedo de que volviera a odiarlo—. Hice que lo encerraran en prisión por ventas de drogas, y otras cosas más que su hijo me había pedido ayuda para que desapareciera sus pruebas —suelta una risa amarga—. Pero como dije, estoy pagando por mis errores, así que me lo he encontrado aquí.
—Taehyung...
—Todos me odian aquí, así que junto a muchos hombres cada vez que pueden me dan mi buen merecido.
—Pero los policías...
—Me odian, Yehyun —toma una bocanada de aire—. Arruiné demasiadas vidas...
—Hay que hacer algo —habla desesperada.
—Recibo dinero para contratar a hombres que me cuiden, pero son demasiados los que me odian y ellos no pueden estar al pendiente de mí. Me matará. Juró que va a hacerlo, pero primero va a torturarme —sus ojos se cristalizan y la mira desesperado—. No sé cuánto tiempo más pueda aguantar aquí, Yehyun.
—Taehyung...—solloza.
—Ya pasaron los veinte minutos —informa un policía.
—¿Tan rápido? —pregunta levantándose, Yehyun.
—Despídanse.
Sin dudar la castaña se aferró a Taehyung, el cual intentó envolverla con sus brazos, pero ella lo sorprendió juntando sus labios.
En ese momento ambos sentían que no estaban en la prisión, sino en un lugar donde sus almas se conocían. Este la besaba con tanto fervor, saboreando sus labios que sabían a frambuesa por su brillo labial, a lo que ella no pudo evitar sentir como quemaba todo en su interior, mientras él parecía no saciarse. Pero se separó en un jadeo, deseando poder tenerla nuevamente en sus brazos y no dejarla ir jamás.
—Taehyung, tengo miedo —se aferra a él, escondiendo su rostro en su pecho, sintiendo sus latidos acelerados.
—Yo también —admite envolviéndola con sus brazos—. Estoy terriblemente asustado, mi amor.
—Ya es hora, Kim —interviene el policía.
SEÚL, COREA DEL SUR
16 DE MARZO DE 2022
—¿Hoy si podré ver a Kim Taehyung? —pregunta desesperada.
—Hoy si puede pasar.
La castaña soltó un suspiro de alivio, mientras se acercaba a donde se encontraba Jungkook con su bebé en los brazos, por lo que lo tomó.
—¿Qué sucedió? —pregunta curioso el pelinegro.
—Hoy sí me dejarán verlo —responde acariciando la cabeza de su bebé, mientras este observa a la nada llevando uno de sus dedos a la boca, lo cual hace sonreír a Jungkook que acaricia su pequeña espalda—. No entiendo porqué no me han dejado verlo durante todo este tiempo.
—Cuando hables con él lo sabrás —le regala una sonrisa tranquilizadora y apoya la mano en su hombro—. Tranquila.
—¿Me esperarás aquí? Sabes que no es necesario.
—Te esperaré afuera.
—Está bien. Gracias por traernos —sonríe tímida.
—No te preocupes. Los veo luego —acaricia el cabello de Yehyun y deja un beso en la cabeza del bebé, para luego tomar su pequeña mano por un momento, mientras le sonríe tiernamente.
Yehyun no pudo evitar observar aquella escena con ternura, pues Jungkook cada vez que los veía demostraba cuanto cariño le tenía a su bebé, lo cual lograba conmoverla, porque jamás se había esperado que actuara de aquella manera al saber sobre su embarazo. Pero al contrario, este le había demostrado que no era esa persona que se había imaginado, porque quería seguir formando parte de su vida aunque sea sólo como un amigo.
Al ver a un policía esperando, comenzó a caminar hacia donde se encontraban las demás visitas aquella tarde. En cuanto notó que su hijo no era el único bebé, soltó un suspiro de alivio, pues había una bebé que parece de unos seis meses y luego un niño de no más de cuatro años, el cual parecía visitar a su padre que trataba de hacerlo reír.
Espero pacientemente mientras acomodaba la campera azul de su bebé, el cual miraba a su alrededor con curiosidad haciendo sonreír a la castaña que dejó un pequeño beso en una de sus mejillas regordetas, las cuales causaban ternura en cualquiera.
Al escuchar el sonido de las esposas, volvió a sonreír imaginando cómo actuaría el castaño al verlos.
—Conocerás a tu papá —murmura emocionada levantándose.
En cuanto volteó viendo pasar al policía y se encontró con Taehyung, sus ojos se abrieron a la par por el susto, mientras sus latidos se aceleraban y un chillido escapa de sus labios. El castaño desvió rápidamente la mirada, tragando en seco, sintiéndose un monstruo.
—Taehyung...—rompió en llanto acercándose. Intentó tocar su rostro, pero este apartó su mano— ¿Qué te sucedió? ¿Qué te hicieron?
Se mantuvieron unos segundos en silencio, realmente incómodo, pero al escuchar el balbuceo del bebé, Taehyung fijó su mirada en él rápidamente.
—¿Quieres cargarlo?
—No...—la observa tímido por un momento—. No quiero lastimarlo.
—No lo harás, cariño —se acerca con una sonrisa tranquilizadora.
Taehyung con sus manos temblorosas lo cargó, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta y las lágrimas se acumulaban, por lo que quebró en llanto.
—Mi hijo...—solloza abrazándolo, aspirando su dulce aroma a bebé—. Oh, Dios, mi hijo. Me había convencido que jamás podría cargarlo, jamás podría sentir su aroma...
El tenerlo en sus brazos le daba temor de que pudiera caerse, pero a la misma vez le daba sentido a su vida. Comenzó a observar cada centímetro de su pequeño rostro, sus pequeños ojos cafés con largas pestañas, su pequeña nariz redonda y sus labios gruesos carmesí. Una sonrisa apareció en su rostro y las lágrimas seguían brotando de la felicidad, pues jamás creyó poder tener la suerte de verlo y tenerlo en sus brazos.
Este volteó a ver al castaño con curiosidad haciéndolo reír, pero al comenzar a llorar hizo que dejara reír sintiéndose pésimo, porque sabía que su rostro no era el mejor en ese momento por lo que supo que le tenía miedo.
Yehyun se acercó tímidamente, tomándolo para así empezar a calmarlo, lo cual logró con facilidad, lo que hizo que Taehyung hiciera una mueca mientras ambos tomaban asiento.
—Es hermoso.
—Cada día le veo más parecido a ti —confiesa con una sonrisa.
—¿Tú crees? —pregunta sin poder evitar sonreír mirándola con ilusión—. Yo lo veo más parecido a ti, hasta tiene tus mejillas regordetas.
—Pero él se ve tierno con ellas...
—Tú también te ves tierna y hermosa con ellas —murmura con una tímida sonrisa.
—¿Me dirás que te sucedió?
Taehyung tragó en seco desviando la mirada al recordar mientras sus ojos se cristalizaban. Sabía que era normal que Yehyun se encontrara preocupada, pues tenía una gran cicatriz que iba desde arriba de su ceja sin tocar su ojo hasta llegar por debajo del pómulo.
Recordaba como aquel grupo de hombres que lideraba el hombre al que le había arrebatado la vida de su hijo, se habían metido al baño en cuanto este había salido de la ducha con la toalla enrollada en su cadera.
Dos de ellos lo habían tomado de los brazos, para luego comenzar a golpearlo sin piedad alguna hasta dejarlo en el suelo respirando con dificultad.
Dakho —a quien le había arrebatado a su hijo—era de cuerpo robusto, bajo de estatura, calvo y tez canela. Se acercó a él tomándolo del cabello, mientras Taehyung escupía sangre, sacó una navaja del bolsillo del pantalón y cuando el castaño lo vio comenzó a gritar lleno de miedo, causando la risa y burlas de los demás.
Le repitió que lo mataría haciéndole pensar que ese sería su final, pero al contrario comenzó a cortar su rostro haciéndolo gritar de dolor, que si no fuese porque logró correr su rostro hubiese perdido su ojo.
—Dakho me hizo ésto —Yehyun lo mira desconcertada—. A quien le arrebaté la vida de su hijo —murmura incómodo, observando al bebé con miedo de que pudiese entenderle, pero este no deja de mirar a las demás personas—. Me encerraron en el baño. No sé si planeaba matarme allí mismo, porque cuando me hizo ésto, entraron policías —suspira—. Si no hubiesen llegado a tiempo, no sé qué sería de mí...
—Taehyung, ésto no puede seguir pasando —limpia sus lágrimas—. Debemos hacer algo...
—Nadie hará nada por mí —asegura y relame sus labios—. Este es mi maldito destino, lo quiera o no, lo merezco.
—Piensa en nuestro bebé, por favor —solloza.
Taehyung limpió sus lágrimas sintiendo el impulso de abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero no podía acercarse a ella y había decidido rendirse. Miró a su hijo el cual balbuceó dejando escuchar su dulce y tierna voz, llevó su mano a su boca y el castaño al verlo no pudo evitar ahogar un sollozo.
— Escúchame —toma una bocanada de aire volviendo su mirada a la castaña—. No quiero volver a verte...
—¿De qué hablas, amor? —inquiere asustada.
—No vuelvas aquí —observa al bebé sintiendo doler su corazón—. Ni tampoco te atrevas a volver a traerlo.
—No digas eso...
—Sigue tu vida, Yehyun —enfrenta su mirada sintiéndose desvanecer—. Por favor, sigan su vida sin mí.
—¡¿Estás loco?! —se levanta indignada.
—Nuestro hijo no merece un padre como yo, ¿acaso crees que no lo molestarán en el colegio? ¿Que no lo molestarán en su vida diaria? No permitiré que mi hijo tenga una vida miserable por la persona que fui —habla entre dientes—. No quiero que él sepa que soy su padre. Por favor, continúen sin mí...
—Cállate, por favor, cállate —pide sollozando.
—Sé que Jungkook será un buen padre para él y un buen apoyo para ti, porque debe amarlos tanto como yo —admite entre sollozos—. Él puede darles todo lo que yo no puedo por mis errores.
—No lo queremos a él, te queremos a ti, Taehyung. Sólo a ti.
—En todo este tiempo sé que él estuvo a tu lado ayudándote, siendo un mejor esposo de lo que pude haberlo sido yo, como también ha hecho un mejor trabajo de padre del que yo no puedo hacer desde aquí —asegura con un hilo de voz y toma una bocanada de aire tembloroso—. Si vuelves aquí rechazaré cada visita, Yehyun.
—¡No puedes hacernos ésto!
El bebé comenzó a llorar, por lo que ella volvió su concentración a él tratando de calmarlo, pero nada parecía funcionar, lo que hizo que Taehyung sintiera que entendía lo que sucedía, y el sólo hecho de pensarlo provocaba que su corazón diese un vuelco.
—Adiós, mi moquito —dice con voz algo aguda y se acerca a ella juntando sus labios—. Adiós, mi Taehyung —deja un beso en su mejilla, la cual se encuentra húmeda por sus lágrimas.
—¡Taehyung! —solloza desesperada.
—Sé feliz, Yehyun, por favor, es lo único que pido —solloza—. Sean felices. Los amo tanto que decido dejarlos ir para sean felices, y espero que algún día puedas entenderlo.
Esas fueron sus últimas palabras, mientras un policía lo esposaba para llevarlo y ella no dejaba de sollozar desconsoladamente. Este tomó la decisión más difícil, hasta se atrevía a decir que había sido más difícil que la de elegir su libertad pero estando atado de por vida a Soohyun, o pudrirse en prisión. Era su último gesto de amor, porque como decían, a veces no hay acto más verdadero de amor, que dejar ir a quien tanto amas, ya que sabía que él era su propio peligro y para cualquiera. Los amaba demasiado como para hacerlos miserables y que corrieran peligro toda su vida. Era un arma letal y veneno del que todos debían escapar, pero ¿cómo podía escapar de sí mismo?
Sentía demasiado miedo por lo que pudiese suceder. Estaba aterrado y comenzaba a buscar la manera de escapar de su terrible destino, así que comenzó a rezar. Nunca antes había creído en Dios, aunque su madre lo hacía. De pequeño siempre antes de dormir lo hacía ponerse a un costado de la cama y rezar junto a ella, hasta que creció y decidió tomar la decisión de ya no hacerlo, lo que a su madre le costó un poco comprender. Pero ahora que estaba terriblemente asustado necesitaba aferrarse a algo.
Necesitaba creer que había alguna posibilidad de que pudiese ser perdonado y salvado de su cruel destino que lo aterrorizaba de gran manera.
Mientras tanto Yehyun no dejaba de pensar en cuanto lo amaba. Estaba jodida por él, porque no le importaba su pasado en ese momento. Sólo lo quería a él. Quería volver a estar entre sus brazos que le sonriera y le hiciera saber que era todo lo que necesitaba para estar bien, porque no sabía cómo seguir sin él, lo cual la desesperaba de gran manera.
Si bien, era difícil verlo una vez al mes, pero pensar en que no volvería a verlo la destrozaba. Por lo que al salir, aún mientras las lágrimas y sollozos seguían saliendo, subió al bebé en el asiento trasero en donde estaba la butaca para él.
Jungkook al ver los ojos del bebé enrojecidos y su pequeño puchero, se preocupó, pero cuando quiso decir algo al respecto, Yehyun se aferró a él dejando salir todo su dolor y decepción.
—¡Taehyung no quiere saber más nada de nosotros! ¡No sé qué haré! —exclama exaltada arrugando su camisa entre sus manos—. ¡Ayúdame, por favor!
SEÚL, COREA DEL SUR
10 DE JUNIO DE 2022
Yehyun se encontraba en su restaurante esperando a Jungkook. Estaba decidida a pedirle que enseñara su placa y que obligara a los policías que la dejaran ver a Taehyung, aunque este siguiera negándose. En cuanto vio el coche del pelinegro estacionarse frente a su restaurante, corrió hacia él.
—Hey, cuánta emoción —bromea riendo—. ¿Cómo está el pequeño Tae?
—Está bien —asiente con una sonrisa, pues como siempre lo primero que hacía el castaño era preguntar por su bebé, lo cual le agrada—. Lo dejé con Hyewoon.
—Acabo de venir del hospital de ver a Eunyeong, es preciosa. Es la bebé más hermosa, claro contando también a Jukyung, porque sino Eunji va a molestarse —ríen.
—Oye, necesito pedirte un favor —confiesa por lo bajo de manera tímida.
—Claro, dime.
—Necesito que me acompañes a prisión...
—No permitirán que lo visites si él no quiere. Es una pérdida de tiempo —asegura haciendo una mueca.
—Escucha, tú puedes ejercer tu poder como Oficial, ¿cierto? —lo mira esperanzada—. Aunque sea necesito que tú hables con él, que lo convenzas para que quiera verme —un nudo se forma en su garganta y arruga entre sus dedos la camisa gris del pelinegro, el cual la observa angustiado—. Por favor, Jungkook, estoy desesperada. Tú no sabes el infierno que vive allí. Necesito tu ayuda.
Jungkook estaba alegre luego de haber conocido a la bebé de su mejor amiga, pero el ver a la castaña aún sufriendo y desesperada por Taehyung, quitaba toda esa alegría. No era capaz de negarse porque adoraba al bebé y sabía que aunque su padre estuviera en prisión, lo necesitaba.
Al no tener un padre y sentir su ausencia cada día aunque los años pasaran, no quería que el pequeño pasara por lo mismo aunque el suyo estuviera vivo.
—Está bien. Vamos.
Tomó su mano para comenzar a caminar, pero en cuanto lo hizo el celular de la castaña comenzó a sonar llamando su atención.
Esta al ver que era un número desconocido, sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—¿Quién es?
—No lo sé...
—Contesta.
Yehyun con su mano temblorosa aceptó la llamada llevando el celular a su oreja, tratando de respirar con tranquilidad.
—¿Hola?
—¿Nos comunicamos con la señora Lee Yehyun? —pregunta una voz masculina.
—Sí, soy yo.
—Soy del servicio médico forense.
—¿P-Por qué me llama?
—¿Quién es? —pregunta preocupado el policía.
—Lamento informarle que necesitamos que venga a reconocer el cuerpo de Kim Taehyung.
—¿Q-Qué? —titubea llevando la mano a su boca cayendo al suelo devastada.
—Hey, ¿qué sucede? —Jungkook se coloca de cuclillas mirándola preocupado.
—¡No, no puede ser!
(...)
Antes de entrar a la morgue el pelinegro se puso frente a la puerta donde la esperaba el médico forense, por lo que lo observaba confundida mientras las lágrimas seguían brotando y él la miraba apenado.
—¿Qué haces? Tengo que pasar...
—No permitiré que lo veas así. Sé lo que se siente y no quiero que pases por eso. Déjame todo el trabajo a mí.
—Jungkook...
―Por favor, Yehyun...
―Tengo que reconocer si es él. Déjame pasar, Jungkook.
El notar la firmeza con la que hablaba, soltó un suspiro doloroso, porque quería más que nada impedir que lo viera de esa forma, pero a la vez entendía que necesitaba confirmar con sus propios ojos que era él. Jungkook por una parte rogaba que se hayan equivocado, lo cual era muy poco probable, pero no podía creerse que haya sucedido algo así, que siguiera pasando por situaciones tan dolorosas y su hijo de unos meses también.
Asintió presionando los labios y se hizo a un costado, lo cual Yehyun agradeció, mientras entraba sintiendo el frío calar sus huesos. Su corazón latía con fuerza golpeando su pecho al ver como el médico forense se dirigía a una camilla mortuoria, donde había un cuerpo que estaba cubierto por una sábana blanca.
Se acercó a paso lento, llena de temor, rogando que no se tratara de Taehyung, que no se tratara del amor de su vida, pero cuando comenzó a bajar la sábana enseñando su rostro, sintió como el mundo se le venía encima.
Su rostro lucía pálido, con cicatrices y hematomas. No se parecía para nada su Taehyung, pero sabía perfectamente que lo era porque podía ver el tatuaje en su pecho y podía ver otro en su hombro.
Rompió en llanto aferrándose a su cuerpo frío, apoyando la cabeza en su pecho, mientras las lágrimas brotaban y sollozos desconsolados escapaban de sus labios, sin notar como el hombre decidía dejarla sola.
―¿Qué has hecho, Taehyung? ―pregunta entrecortado y abre sus ojos por un momento notando el hematoma alrededor de su cuello que había dejado la soga, lo cual la hace sollozar aún más mientras cierra los ojos con fuerza―. No, no, no. No pudiste tomar esa decisión. No pudiste dejarme a mí y a tu hijo ―se aferra a su cuerpo―. No puedes estar muerto. No.
Había creído experimentar el peor de los dolores, pero ahora se daba cuenta que nunca lo hizo hasta ese momento donde tenía el alma destrozada. Su rostro se contrajo de dolor, mientras su corazón se negaba a aceptar que el amor de su vida se había suicidado. Se negaba a aceptar que ya no iba a ver sus ojos cafés donde se reflejaba su amor y se reflejaba ella, donde se reflejaba el peligro. Jamás iba a volver a ver su sonrisa cuadrada tan encantadora que la alumbraba, jamás iba a volver a sentir el calor corporal cuando la abrazaba y como su colonia embriagadora le hacía perder la cabeza, jamás iba a volver a escuchar la melodía de su risa.
―¡¿Cómo voy a poder vivir sin ti?! ¡¿Cómo?! ―se separa abriendo sus ojos y acariciando su cabello rizado que ya no volvería a verlo sacudir―. Te necesito, mi amor. Me has enseñado tanto, pero no a cómo vivir sin ti...
El sentimiento de darse cuenta que ya no estaba y no volvería jamás era abrumador. Podía compararlo con miles trozos de vidrios perforando cada parte de su cuerpo, principalmente, su corazón. Sólo quería despertar de una vez, verlo y sentir como sus brazos la rodeaban, pero se encontraba aterrada porque ahora no sabía cómo sobrevivir con su ausencia.
Entonces, deseaba poder morir a su lado para volver a encontrarse con él y vivir la historia de amor que nunca pudieron por la vida que llevaba Taehyung.
SEÚL, COREA DEL SUR
13 DE JUNIO DE 2022
Yehyun se encontraba recostada mientras las lágrimas caían por sus mejillas, brotaban sin parar y sollozos escapaban de su boca, la cual cubrió con una de sus manos, mientras la otra la tenía en su pecho sintiendo un profundo dolor.
Anhelaba despertar con amnesia para ya no sentir dolor por su ausencia tan devastadora, y poder sentir sus brazos envolverla con calidez haciéndola olvidar de todo dolor.
No sabía cómo continuar sin el castaño, aún no se había acostumbrado a saber que estaba encerrado en prisión y ahora debía entender que había dejado de luchar, que había decidido suicidarse.
¿Cómo podía aprender a vivir con ese dolor? ¿Cómo iba a aceptar que ya no vería al amor de su vida y padre de su hijo?
—Hey, pequeña...—escucha una suave voz masculina, pero cierra sus ojos sollozando silenciosamente—. Acabo de cambiarle el pañal.
—Gracias —su voz sale más aguda de lo normal.
—Tienes que ser fuerte...por tu hijo —intenta acercarse, pero el timbre llama su atención—. Iré a abrir. Seguro debe ser Yoongi que dijo que vendría a verlos también.
Cada día que pasaba desde que se habían enterado de la muerte de Taehyung, intentaban no dejarla sola.
Si no estaba a su lado Yoongi, era Hyewoon o Jungkook que iban a su casa a visitarla para intentar consolarla, pero era imposible.
Lloraba cada minuto, casi no comía, pero aún intentaba cuidar de su hijo, a pesar de que el dolor era insoportable.
Al escuchar unos pasos volteó a ver a Jungkook, que cargaba a Taehyung y parecía nervioso.
—¿Quién es? —pregunta sentándose mientras limpia sus lágrimas.
—La mujer...—junta sus cejas desviando la mirada como si estuviese recordando algo—. La mujer que solía estar con...Taehyung.
—¿Dalmi?
Esta se levantó rápidamente limpiando aún sus lágrimas. Pasó por el lado de Jungkook y al ver a Dalmi, sintió como se paralizaba. Ya no está pelirroja, ahora tenía el cabello negro y corto hasta los hombros, pero seguía manteniendo el flequillo.
Parecía desesperada, sus manos temblaban y caminaba de un lado hacia el otro, por lo que rápidamente supo que estaba enterada de lo sucedido con Taehyung.
—¿Dalmi? —llama su atención.
—Dime que no es cierto, Yehyun —pide dejando de caminar y voltea a verla.
—Yo...me llevaré a Tae a dar una vuelta, ¿sí? —informa Jungkook, caminando hacia la salida.
—¿Tae? —pregunta desconcertada.
—Es el hijo que tuve con Taehyung ―responde acercándose a Jungkook y a su hijo para depositar un beso en su mejilla regordeta—. Cuídalo, Jungkook.
—Con mi vida —asegura para luego salir.
Volteó a ver a Dalmi, cerrando la puerta a sus espaldas y esta parecía atónita, mientras las lágrimas caían por sus mejillas.
—Taehyung no puede estar muerto...
—Lo está. Se suicidó, Dalmi —explica con un hilo de voz—. En prisión querían matarlo, estaba aterrorizado...
—¡Taehyung no le tenía miedo a nadie!
—asegura exaltada—. La única persona que podía hacerlo temblar era Soohyun.
—Cada vez que iba a verlo estaba más lastimado. La última vez tenía una cicatriz en su rostro, me admitió que estaba asustado y que iba a morir. No me dejó verlo por meses y hace unos días me llamaron para avisarme que se suicidó —rompe en llanto cayendo sentada al sofá-. Taehyung se ahorcó, Dalmi. ¡Se ahorcó!
—¡No, no, no! —rompe en llanto—. ¡No es cierto!
—Tuve sus cenizas en mis manos. Es cierto, Dalmi.
—¡No! ¡Le pidió a Suni que lo busque pase lo que pase con él! —explica exaltada caminando de un lado hacia el otro—. ¡Si se lo dijo es por algo!
—¿Qué quieres decir? —pregunta desconcertada.
—Taehyung está vivo, yo lo sé —solloza—. ¡Estoy segura! Él no se hubiera dejado morir así como así, mucho menos teniendo un bebé contigo, Yehyun.
El hecho de verla tratando de convencerse que estaba vivo le dolía, pero la entendía porque nadie había amado tan profundo y sinceramente a Taehyung como ella.
Quería ser capaz de también convencerse para así tratar de disminuir su dolor, pero ella misma vio el cuerpo de Taehyung y tuvo las cenizas en sus manos antes tirarlas al mar, como hubiese deseado el castaño.
Su alma nunca había sentido un dolor tan profundo como el saber que ya no vería al amor de su vida. Había dejado un vacío en su pecho y su corazón hecho pedazos. Sentía que todo en ella sangraba, su alma, su corazón, que clamaban por su regreso a más no poder.
—Vi su cuerpo, aunque su rostro estaba casi irreconocible por los golpes...
—¡¿Lo ves?! —pregunta sorbiendo su nariz.
—Tenía sus tatuajes.
—¡No! Taehyung está vivo, yo lo sé —lleva la mano al pecho—. Algo aquí me dice que mi amor está vivo, que quizás Soohyun o Jin lo necesitan.
—Eso es imposible. Ellos lo traicionaron. Taehyung está muerto, Dalmi. Muerto.
—Lo buscaré, sé que él quiere que lo encontremos...
Dalmi se sentía enloquecer y sollozaba desconsoladamente, mientras buscaba convencerse, hasta que Yehyun la abrazó y se permitió derrumbarse cuando la castaña comenzó a decirle que ahora Taehyung había dejado de sufrir, que al fin había conseguido la paz que tanto había necesitado desde adolescente.
(...)
SAN FRANCISCO, ESTADOS UNIDOS
3 DE ENERO DE 2029
Jungkook se encontraba realmente ansioso. Caminaba de un lado hacia el otro en su departamento, mientras esperaba escuchar el sonido del timbre.
Cuando pasó, acomodó su camisa negra y tomó una bocanada de aire dirigiéndose a la puerta, donde al ver a Yehyun con un vestido azul, su cabello ondulado, quedó boquiabierto, y al mirar sus ojos la sintió resplandeciente lo que hizo su corazón brincar de emoción.
—Pasa —sonríe haciéndose a un lado.
—Vaya...—murmura nerviosa al mirar a sus lados, sorprendiéndose de notar las velas encendidas, las copas de vino y en los platos había solomillo de cerdo, lo cual la hizo sonreír.
—¿Y el pequeño Tae? —pregunta nervioso cerrando la puerta a sus espaldas.
—Lo dejé en casa de Yoongi —responde jugando con sus manos—. Aunque disfruta quedarse allí, a mí me pone algo nerviosa no tenerlo conmigo. No acurrucarlo, darle un beso de buenas noches y verlo descansar, ya sabes.
—Entiendo —la mira comprensivo—. Aún no tengo hijos, pero logro entender ese sentimiento, de cierta manera.
—Lo sé...
—Bien, toma asiento —se dirige hacia la silla para hacerla hacia atrás.
—Gracias —sonríe a medias sentándose.
—¿Sabes? A pesar de que llevo un año viviendo aquí, aún me cuesta acostumbrarme a sus comidas o a hablar todo el maldito tiempo inglés —confiesa riendo mientras toma asiento—. Por eso me emociono al hablar con Saha, Yoongi o contigo. Bueno, contigo siempre me pasa —suspira, dándose un pequeño golpe en la frente—. Olvídalo.
—Lo sé. Al principio para mí también fue difícil, pero como llevo años aquí ya me acostumbré —se encoge de hombros y ríe.
Comenzaron a comer tranquilamente mientras conversaban sobre sus trabajos, pues Jungkook es un instructor policial, mientras que Yehyun tenía una pequeña cafetería a la cual le iba muy bien y también es conocida por sus maravillosos pasteles de chocolate.
A ambos les había costado demasiado adaptarse a su nueva vida, pero Yehyun había conseguido la paz en aquel lugar en los cuatro años que llevaba, mientras que al pelinegro seguía costándole su nueva vida, pero no soportaba estar lejos de Yehyun, como tampoco de Saha, aunque su corazón se había roto al tener que dejar a Eunji, a pesar de que trataba de visitarla cada vez que podía.
Eunji aún así solía mandarle videos y fotos de la pequeña Jeong, la cual adoraba al pelinegro. Este la veía como su sobrina y había veces donde la extrañaba demasiado.
Se había encariñado demasiado, pues cuando vivía en Seúl solía visitarla todos los días y llevarla a tomar un helado mientras conversaban.
Jungkook al notar que la tensión se había ido, sonrió, ya que algunas veces cuando estaban solos podían sentirla. Era demasiado evidente que sus sentimientos aún estaban vivos, mientras que ella le había dejado claro que no podía pensar en eso, por lo que mantenían una relación de amistad que había ido creciendo con los años.
Se sentían cómodos con la presencia del otro y siempre solían hablar sobre los giros inesperados que había dado la vida, pero jamás tocaban el tema de la relación que tuvieron, pues no querían incomodarse.
—¿Y sabes algo de Hyewoon? —pregunta curioso terminando su copa de vino.
—Hace meses no sé nada de ella. Supongo que sigue buscando a Jin.
—Debería dejarlo de una vez por todas —hace una mueca—. Cada vez se habla más acerca de él, así que es realmente peligroso que lo encuentre.
—No lo sé. Hyewoon es el amor de su vida.
—Mira, a quienes tengo de alumnos hablan demasiado de ellos, hasta ha sobrepasado lo que hizo...V —explica nervioso al nombrarlo—. Ahora son quienes están haciendo el mayor tráfico de drogas...
—También he escuchado hablar de ellos y de la forma en la que Jin los mata cortando su cuello. No puedo imaginármelo haciendo algo así —admite tensa y suspira—. Algunas cosas que he oído me recuerdan a...Taehyung, como el hecho de que a veces les dispara en la frente...
—Es normal. V trabajó para Soohyun mucho tiempo y luego Jin para él.
—Es como si lo recordaran o quisieran decir algo...
—No, Yehyun —suspira—. ¿Sabes? Algunas veces deseo volver a ser policía y buscarlos hasta llegar a tenerlos frente a mí.
Yehyun al escucharlo no pudo evitar sorprenderse. Había veces donde quería gritarle la verdad sobre que Jin había matado a su padre, pero si había veces donde él deseaba poder tenerlo en frente, no quería imaginarse si le decía la verdad. La llenaba de temor pensar en lo que Seokjin podía llegar a hacerle.
Había comenzado a hablarse acerca de Seokjin en cuanto V fue encerrado, luego de un tiempo su nombre se dio a conocer por todos lados, al punto que todos saben quién era Adrem.
Era realmente peligroso y traicionero, todos los sabían, había sido capturado haciendo lavado de dinero, como entregas en distintas partes del mundo, pero era demasiado inteligente como para acabar tras las rejas.
La castaña al ver esas fotos se sentía estremecer, pues no era el mismo Seokjin. Su cabello lo llevaba negro, largo y algunas veces atado en una coleta.
Siempre llevando lujosos trajes y su mirada gritando peligro, era tan profunda y vacía que no soportaba verlo, por lo que trataba de ya no saber más nada de él, pero era imposible ya que las personas murmuraban.
—No lo hagas, por favor —suplica tomando su mano—. Tuviste demasiada suerte de salir vivo, con Jin no creo que la tengas...
—Lo sé, créeme que sé que con Seokjin no tendré la misma suerte. Además, quiero vivir en paz, quiero ver crecer a Jeong, Eunyeong y a Taehyung —le regala una sonrisa tranquilizadora.
—¿En verdad? —pregunta ilusionada.
—Por supuesto.
Suspiró aliviada y no pudo evitar mirar sus manos, sintiendo las caricias del pulgar del pelinegro, el cual la observaba con intensidad provocando que sintiera sus mejillas arder, pero aún así enfrentó su mirada.
—Ya no puedo reprimir más lo que me haces sentir —murmura suave—. Aunque hayan pasado siete años, sigues acelerando mi pobre corazón, sigues instalándote en mis pensamientos y sé que la vida no ha dejado de dar giros inesperados, pero en cada uno de ellos me aseguré de mantenerme cerca de ti —confiesa soltando una pequeña risa—. Y seguiré haciéndolo porque por alguna razón me vine aquí a Estados Unidos. No puedo estar lejos de ti, no lo soporto aunque me dejes en claro que no buscas una relación, ni nada por el estilo.
Nuestro amor alguna vez fue puro y extraordinario, brillamos como el sol y la luna. Quiero eso de nuevo contigo. Quiero seguir formando parte de tu vida y la del pequeño Taehyung. Quiero estar para ustedes, protegerlos, compartir risas, compartir llantos. Lo quiero absolutamente todo —asegura. Al ver las lágrimas caer, tomó su rostro entre sus manos, limpiando las lágrimas con los pulgares—. No hubo ningún momento en el que haya dejado de amarte. Te amo y te amaré ahora y siempre, porque como dije una vez; el destino se encargará de volver a juntarnos y nada podrá separarnos.
—Jungkook...—toma una bocanada de aire tratando de no sollozar—, tú sabes que Taehyung...
—Sé que Taehyung sigue estando en tu corazón y créeme que no quiero sacarlo. Él es el amor de tu vida
—sonríe a medias—, pero quizás yo soy el amor para tu vida.
—Aún sigues acelerando mi corazón —murmura entre sollozos y este no puede evitar sonreír mientras acaricia su mejilla.
—Jamás pudimos olvidarnos por completo —lleva un mechón de su cabello detrás de su oreja, mirándola ilusionado—. Por eso te pido que nos demos otra oportunidad donde esta vez nos amemos sin temor, sin nada ni nadie que trate de separarnos. Quiero ser parte de tu familia, Yehyun.
—Está bien —sonríe limpiando sus lágrimas.
—¿En serio?
—Sí, Jungkook —asiente observando su sonrisa—. Quiero que nos demos otra oportunidad.
El pelinegro soltó una risa y comenzó a servir rápidamente vino en sus copas vacías.
—Por nuestro amor, pequeña —alza la copa—. Y por la familia que seremos.
Sus copas chocaron levemente y dieron un gran sorbo sin quitarse la mirada de encima. Ambos tenían sus latidos acelerados, no sabían si es a causa de la emoción o lo que siempre habían logrado causar en el otro, porque Jungkook siempre la había amado intensamente, mientras que Yehyun logró amar a Taehyung, pero jamás había logrado superar del todo al pelinegro.
No sabía si era el destino como había dicho él, pero siempre lograron reencontrarse y estar para el otro, con el paso de los años seguían siendo su apoyo. Sabía cuánto adoraba a su hijo, como intentaba protegerlos a pesar de que sólo eran amigos. Notaba el amor en sus ojos y esas eran unas de las tantas razones por las que decidió dejarse amar nuevamente.
Jungkook al dejar su copa lentamente, humedeció sus labios bajo su atenta mirada, para luego levantarse y estirar su mano. Lo miró algo dudosa, pero la tomó permitiendo que la ayudara a levantarse y pasara su mano por su cintura, apegándola a él.
—No puedo creer que pueda volver a besarte —murmura acariciando su labio inferior—. Muero por volver a hacerlo luego de tantos años.
—Hazlo, Jungkook —pide en un murmuro casi inaudible, sintiendo un cosquilleo en su estómago.
Al sentir los suaves y esponjosos labios de la castaña chocar con los suyos, siendo correspondido, no pudo evitar jadear apegándola aún más a él.
Introdujo su lengua lentamente para luego envolverla con la suya, sintiendo como tiraba de su cabello, por lo que comenzó a caminar a pasos torpes hasta que Yehyun chocó con la mesa, donde la tomó de los muslos para sentarla allí.
Ambos estaban cegándose por el placer, ansiaban volver a sentirse de una vez, por lo que sintió los dedos torpes de ella comenzar a desprender su camisa a lo que no dudó en ayudarla.
Al ver su cuerpo aún más trabajo y como tatuajes nuevos ahora reposaban en su otro brazo, como también uno a un costado de su abdomen, no pudo evitar pasar su mano por allí soltando un jadeo.
Este volvió a juntar sus labios en un beso desesperado subiendo su vestido, acariciando sus suaves piernas, llegando a sus muslos donde dio un leve apretón hasta que encontró el borde de sus bragas. Las comenzó a bajar lentamente hasta sacarla por completo, dejándola a un costado.
Su mano volvió a subir por su pierna hasta llegar a su feminidad, donde pasó su dedo por sus pliegues sintiéndola húmeda lo que lo hizo sonreír, pues con sólo besarla había provocado eso.
Comenzó a hacer pequeños movimientos circulares escuchándola jadear, mientras ella con una mano se aferraba a su cabello.
Sabía perfectamente que ella no tenía una vida sexual activa y por eso se encontraba desesperada por sentirlo, por lo que iba a asegurarse de esa noche complacerla hasta que quedara exhausta. Dejó un beso voraz en sus labios e introdujo dos de sus dedos con mucha facilidad en su interior, por lo que lo besó profundamente en forma de agradecimiento.
Sus dedos entraban y salían mientras ella mueve sus caderas siguiendo sus movimientos.
Gimió aferrándose a la espalda y hombro del pelinegro que estaba completamente fascinado, por lo que este acercó los labios a su oreja, jadeando para ella, sabiendo que eso iba a provocarla más y así fue.
Sacó sus dedos logrando que lloriqueara, pero se arrodilló frente a ella levantando su vestido, para luego sorprenderla enterrando su rostro entre sus piernas.
Su lengua había comenzado a buscar su clítoris hinchado, hipersensible, haciendo que se aferrara a los bordes de la mesa soltando un grito ahogado.
Sentía como su temperatura corporal aumentaba y sus sentidos estaban dispersos por el placer que le generaba como succionaba su clítoris, mientras sus dedos habían vuelto a introducirse buscando su punto sensible.
—Más, Jungkook, por favor —gimió llevando una mano a su cabello corto, tirando con algo de dificultad.
Su cuerpo comenzó a llenarse de espasmos al sentir sus movimientos maravillosos, hasta que sus paredes se contrajeron y un grito escapó de sus labios, tirando con fuerza del cabello de Jungkook que soltó un gruñido.
—¿Te gustó, pequeña? —su voz sonó profunda e introdujo sus dedos a su boca, observando como su rostro se encontraba enrojecido y su pecho subía y bajaba a causa de lo agitada que estaba.
—S-Sí.
—Aún no terminamos, lo sabes, ¿cierto? —sonríe juntando sus labios.
—Creo que me parece bien —jadea pasando su mano por su creciente erección que comienza a resultarle más molesta cada segundo.
—Vamos a la habitación.
La tomó de las piernas haciendo que las enredara en su cadera y mientras juntaba sus labios, empezó a caminar hacia su habitación.
Se besaban con desesperación saboreando los labios del otro, hasta que la dejó a un lado de la cama para bajar el cierre de su vestido y sacárselo repartiendo besos húmedos sobre su hombro.
Entre besos fueron deshaciéndose de la ropa del otro, el pelinegro estaba maravillado de tenerla frente a él completamente desnuda.
Yehyun se puso sobre él rozando su miembro con su húmeda feminidad viendo como sus cejas se juntaban y abría su boca soltando un jadeo.
Volvió a juntar sus labios tomando su miembro entre sus manos, para luego comenzar a introducirlo lentamente en ella, ahogando un gemido.
Esperó unos segundos hasta acostumbrarse a su tamaño, este se sentía enloquecer al sentir como sus paredes lo apretaban de una manera sublime. Sus manos recorrían su cintura hasta llegar a su trasero ayudándola con sus movimientos, ya que la castaña se movía con algo de torpeza por lo que se sentía oxidada a causa del tiempo.
—Sigues volviéndome loco —murmura en su oído escuchándola gemir, mientras tira su cabeza hacia atrás.
Un gruñido escapó de sus labios al sentir como succionaba su miembro pese a la manera tan rápida y dura en la que entraba y salía de ella.
Regresó sus manos a su cintura, pero ella lo empujó levemente provocando que cayera de espaldas a la cama.
Lo montaba como si de un juguete se tratara, a lo que este al ver sus pechos moverse y como no podía mantener la boca cerrada a causa de los gemidos que salían al sentir como el clítoris rozaba su piel, este arrugó el acolchado entre sus manos ahogando un gemido mientras cerraba los ojos por un momento.
Con sus manos comenzó a recorrer su cuerpo nuevamente notando como su rostro había enrojecido y el sudor cubría su frente.
—Sigue así, cariño —habla entusiasmado apretando su trasero entre sus manos.
Un grito escapó de sus labios al sentir sus paredes contraerse, derrumbándose sobre el cuerpo del pelinegro que sonrió satisfecho. Aún así la hizo voltear quedando arriba de ella, la cual parecía exhausta, pero aún así no había terminado para él.
Jungkook comenzó a arremeter con ferocidad dentro de ella, tanto así que se le hacía imposible completar una oración porque gemidos ahogados salían de sus carnosos labios. Nunca antes había pasado por su cabeza que este podría actuar de esa forma, pero le encantaba, sus sentidos estaban dispersos y alborotados. La llenaba de placer.
Su grande cuerpo la tenía aprisionada, llevando su mano a su clítoris empapándose los dedos de sus fluidos que la sobreestimulaban, pero aún así haciendo los movimientos circulares, mientras su miembro la tenía a su merced. Gruñía y gemía en su oído escuchando el golpeteo de sus cuerpos, sintiendo el de la castaña temblar con cada embestida lo que lo hizo sonreír al saber que estaba llegando al borde del extasis.
Ella gritó retorciéndose mientras enterraba sus uñas en su ancha espalda, y este gruñía por el dolor y placer que le causaba.
Un par de embestidas más bastaron para que Jungkook llenara el condón, gimiendo de placer mientras las venas se marcaban en su cuello y rostro enrojecido, como también sudado.
Este jadeando se recostó a un lado, pasando la mano por su frente sudada, tratando de controlar su respiración, mientras la observaba aún temblar. Su pecho subía y bajaba, sus ojos estaban cerrados y su boca entreabierta jadeando.
—Te amo, Yehyun —murmura aferrándose a ella.
—Gracias por todo lo que haces por mí, Jungkookie —deja un beso en su barbilla.
—Prometo que cuando despertemos te haré el amor —sonríe.
—Eso también estaría bien —ríen.
(...)
Jungkook miraba nervioso a su alrededor como la gente entraba y salía de la cafetería, hasta que volvió a ver al pequeño que tomaba satisfecho de su batido de fresa, mientras balanceaba sus piernas en la silla la cual era alta para él. Una sonrisa se dibujó en el rostro del pelinegro, para luego tomar su taza de café y darle un sorbo.
―¿Cómo la estás pasando, pequeño? ―pregunta curioso.
―Bien ―sonríe volviendo su vista a él―. ¿Por qué mamá no pudo venir con nosotros?
―Porque hay algo que quiero hablar contigo...
―¿Conmigo? ―frunce el ceño y toma un bocado de su pastel de chocolate―. ¿Qué es?
Este sonrió al verlo tierno con sus labios manchados de chocolate, por lo que tomó una servilleta riendo.
―Ten, pequeño ―le estira la servilleta y este la toma sonrojado limpiando sus labios―. Sabes que quiero mucho a tu madre, ¿cierto?
El castaño asintió rápidamente y tomó otro sorbo de su batido, mientras miraba a su alrededor con curiosidad.
―Bien...―rasca su nuca con nerviosismo sin saber cómo debería hablarlo―. También sabes que te quiero a ti.
―Yo también te quiero, Jungkook ―sonríe tiernamente con sus mejillas sonrojadas.
―Lo sé ―revuelve su cabello ondulado haciéndolo reír―. Bien, sucede que...quiero formar parte de su familia.
―¿Cómo es eso? ―indaga confundido.
―Pues, tu madre y yo nos queremos mucho, así como el tío Yoongi y la tía Saha ―murmura nervioso.
―¿Cómo los que se dan besos y esas cosas? ―hace una mueca de disgusto sacando su lengua, lo cual lo hace reír.
―Sí, pequeño.
―Pero si mami y tú se quieren así, ¿tú serías mi papá? ―pregunta tímido―. Así como el tío es padre de Eunyeong.
El niño estaba completamente confundido, no lograba entender bien las palabras del pelinegro, por lo que Jungkook soltó un suspiro mientras pensaba las palabras correctas.
―Tu padre siempre será Taehyung ―aclara tranquilo, corriendo su silla para estar más cerca del niño.
―Lo sé, mamá me dijo que me cuida desde el cielo ―desvía la mirada mientras juega con sus manos―. Y siempre lo llevaré aquí ―lleva su mano a su pecho.
―Así es. No busco ocupar el lugar de tu padre, pero aún así quiero protegerte, cuidarte, jugar contigo, llevarte al colegio o recogerte...―explica algo nervioso―. ¿Lo entiendes?
―Sí, mi padre Taehyung me cuida desde el cielo y tú desde aquí ―sonríe provocando la de Jungkook―. Entonces, ¿puedo decirte papá?
Jungkook al escucharlo se sintió estremecer, pero al ver sus pequeños ojos cafés brillar de ilusión sintió como un nudo se forma en su garganta.
―Claro que puedes, pequeño Tae.
El niño chilló de emoción aferrándose al pelinegro que limpió rápidamente sus lágrimas que habían escapado, para luego corresponder a su abrazo. Si bien sabía que era imposible ocupar el lugar de Taehyung, y no era lo que buscaba, pero veía al niño como el hijo que siempre habúa deseado, por lo que quería cuidarlo y protegerlo.
Saber que este quería llamarlo papá provocaba que su corazón brincara de emoción.
―Ahora no se burlaran de mi en el colegio ―se separa sonriente.
―¿Quién se burla de ti?
―Un niño tonto ―suspira―. Se burla porque digo que mi papá no está aquí conmigo, pero él me cuida desde el cielo. Ahora puedo decirle que tengo otro papá que está aquí conmigo ―asiente emocionado―. ¿Puedes buscarme mañana así nos ve?
―Claro, le diré quién soy ―revuelve su cabello―. Ese niño no volverá a molestarte nunca más, lo prometo.
―Gracias, papá Jungkook ―lleva su mano al rostro del pelinegro―. ¿Por qué lloras? ¿Dije algo mal?
Al ver el reflejo de preocupación en sus pequeños ojos, negó rápidamente limpiando sus lágrimas, para luego tomar una bocanada de aire tratando de mantener la calma.
―No, es sólo que estoy emocionado, hijo ―explica volviendo a abrazarlo―. Ahora tu madre y yo estaremos para protegerte.
―Te quiero ―murmura tímido.
―Y yo a ti ―asegura apoyando su mejilla en su cabeza―. Mucho, mucho.
SAN FRANCISCO, ESTADOS UNIDOS
30 DE NOVIEMBRE DE 2030
Yehyun observaba a su hijo jugar con Bam, el cachorro doberman que había adoptado Jungkook hacía poco menos de un año. Todos se habían encariñado con el, ya que era demasiado juguetón y el pelinegro era el que más lo cuidaba y le enseñaba.
Yehyun levantó la mirada hacia a las demás casas, sorprendiéndose al ver a unos metros una silueta de un hombre vestido de negro, observándolos.
Frunció el ceño dispuesta a acercarse ya que se sentía estremecer, pero una voz la hizo voltear nuevamente.
―La princesa ya está lista para irnos ―informa Jungkook, cargando a la pequeña.
Yehyun al ver a su hija de dos años con un vestido rosado, sonrió.
Su cabello oscuro lo tenía ondulado corto hasta los hombros, su tez blanca, sus ojos rasgados y oscuros contenían el mismo brillo que el de su padre, su pequeña nariz llevaba un lunar, el mismo que tenía ella, sus labios rosados eran delgados y sus mejillas regordetas resaltaban haciéndola ver más tierna.
―¡Bam me quitó mi peluche, papá Jungkook! ―grita Taehyung, haciéndolos reír.
―Permíteme ―Jungkook le entrega la pequeña a Yehyun, la cual la carga con una sonrisa.
―Bam, ¿qué hablamos? ―pregunta el pelinegro colocándose en cuclillas, pero en eso Taehyung se colgó de su espalda, provocando que este soltara un pequeño grito y cayeran al césped. El cachorro sin dudar se acercó a ellos lamiendo a ambos, haciendo que carcajearan.
―Ahora deberán bañarse si quieren que vayamos a cenar ―informa Yehyun, tratando de reprimir la risa.
―Yo no me bañaré ―el pelinegro se sienta acariciando al cachorro.
―Si papá Jungkook no se baña yo tampoco ―el pequeño se levanta sacudiéndose para acariciar a Bam, el cual mueve su cola feliz.
―¿Esa es es enseñanza que le das a Tae? ―pregunta indignada y ambos sueltan una carcajada.
Yehyun bajó a Misuk, la cual comenzó a caminar con algo de torpeza hacia Taehyung, enseñándole el juguete de goma que llevaba en sus pequeñas manos.
Jungkook sin dudar se levantó caminando rápidamente hacia Yehyun, tomándola de las piernas levantándola, provocando que soltara un chillido.
―Te amo, pequeña ―sonríe.
―Te amo, Jungkook ―apoya sus manos en sus hombros y acerca sus rostros, juntando sus labios―. Demasiado.
Este correspondió a su beso escuchando a Taehyung que finge vomitar, lo que causó la risa de ambos, por lo que la bajó para luego envolver el brazo en su cintura. Esta volteó a ver riendo hacia donde antes había visto la silueta y al no ver nada, volteó a ver nuevamente a sus hijos que jugaban con Bam, el cual estaba recostado en el suelo feliz de recibir cariño.
La vida había dado demasiados giros inesperados, lo que les hacía darse cuenta que a pesar de todo, ambos cumplieron sus sueños.
Jungkook además de ser instructor policial había vuelto a pintar y vendía algún que otro cuadro, lo cual le hacía feliz, pero nada lo llenaba más que tener a la mujer que ama intensamente a su lado, siendo su esposa y madre de su hija.
Mientras que Yehyun se había dedicado a la pastelería en la cafetería que alquilaba y le iba más que bien.
Años atrás no había tenido ningún sueño, hasta que al estar en una relación con Jungkook, había comenzado a soñar.
Su vida había sido una montaña rusa llena de aprendizajes, había amado con locura, había sufrido demasiado, sintió que no sabía cómo seguir luego de perder a Taehyung, pero su ahora esposo se mantuvo a su lado ayudándola a seguir y ahora tenían una hija.
Taehyung era el amor de su vida, a pesar no tenerlo a su lado, siempre iba a ser importante para ella e iba llevarlo en su corazón, porque le enseñó demasiado y la había hecho vivir con una gran intensidad. De todas maneras, sabía que Jungkook era el correcto para ella. La persona que siempre había imaginado, el amor para su vida, aunque jamás podría olvidar a Taehyung, y mucho menos todo lo que vivió por su amor peligroso.
¡Hola!
¿Qué les pareció el final?
Sólo quiero decirles a quienes eran team Taehyung, que en estos días estaré publicando el final alternativo, el cual es junto a él que era el que tenía pensado realmente.
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