49; DESAPARECIDO
❝DESAPARECIDO❞
Luego de unos días Yoongi tuvo el valor de llamar a Yehyun, la cual no dudó en ir a su departamento, para saber qué le había sucedido en la boda como para que se fuese de aquella manera.
El hecho de que no contestara sus llamadas y por mensajes le dijera que cuando estuviese listo hablaría la había desconcertado y preocupado, pero que le dijera que se encontraba bien simplemente pensando, logró tranquilizarla para no buscarlo de manera desesperada.
Al llegar a su departamento este la esperó con un café, mientras jugaba con sus manos preso de los nervios. Ella lo miraba con curiosidad y tratando de no mostrarse desesperada por saber lo que sucedió.
—Besé a Saha —musitó antes de cubrirse la boca con las manos.
—¡¿Que tú besaste a quién?! —pregunta sorprendida.
—Besé a Saha —repite conmocionado—. Yo la besé...
—¡¿Por qué?! ¡¿Cómo?! ¡¿Cuándo?!
—Estábamos bailando tan juntos y yo...no sé —suspira pensativo—. La vi más linda de lo normal y no pude evitar preguntarme cómo sería probar sus labios. Simplemente, la besé.
—¡No puedo creerlo! —ríe—. ¿Qué sentiste? ¿Qué hizo ella?
—Me correspondió —sonríe tímido—. Y me gustó —se cubre el rostro con las manos.
—¡Oh, Yoongi! —chilla emocionada—. ¿Te gusta Saha?
—¡Claro que no! —la mira molesto—. Eso es imposible. Soy gay.
—Pero te ha gustado...
—¿Y qué? También te he besado a ti y me ha gustado.
—¡Es distinto!
—No lo es...
El rubio estaba completamente confundido, pues era cierto que había besado a su mejor amiga en alguna fiesta ―ambos estando ebrios―, pero eso fue por diversión y por experimentar, con Saha fue muy distinto.
Cuando estaban bailando sintió como los latidos de su corazón se aceleraron ante la atenta mirada café de ella, concentrándose en sus labios rosados esponjosos, y no pudo evitar caer en la tentación de querer probarlos, por lo que creyó que pudo ser por haber bebido, aunque no se sintió ebrio.
Al hacerlo creyó que no sentiría nada, pero un cosquilleo apareció en su estómago como las ganas de profundizar aquel beso, lo cual lo asustó de gran manera al punto que decidió huir, dejando a la pelinegra completamente desconcertada.
—Yoongi...
—Quiere verme, Yehyun.
— Normal. La besaste y huiste, cobarde.
—Estoy muy nervioso —
suspira pasando sus dedos por las hebras de su cabello—. Todo es culpa del alcohol.
—No creo que sea eso —presiona los labios, sabiendo que este terminaría reprochándole por sus palabras—. Nunca quisiste ser amigo de una mujer que estuviera enamorada de ti, ¿por qué de ella sí?
—No lo sé. Al principio la sentí algo loca, pero cuando la fui conociendo más se me hizo realmente agradable y divertida —medio sonríe—. Me gusta pasar tiempo con ella porque me hace muy bien, pero eso no quiere decir que me guste —la mira molesto y se levanta—. Además, sabes que estoy enamorado de un imbécil, infiel, patán y enano que sólo ha jugado con mis sentimientos.
—Creo que puedes estar enamorado de una persona y a la vez puede atraerte otra —murmura nerviosa—. Y sobre lo de enano, si no mal recuerdo el innombrable es sólo un centímetro más bajo que tú.
—Ese es tu caso —la señala acusatoriamente—. No el mío.
—Hablando de ese imbécil —carraspea la garganta sintiéndose nerviosa—. ¿Sabes algo de él?
—¿Por qué me preguntas por ese idiota? —frunce el ceño.
—Sólo por saber.
— No. No sé nada de ese maldito infiel desde que lo llamé para insultarlo y me colgó —suspira, pero luego la mira acusatoriamente—. ¿Qué sucede? Sé que en realidad, no quieres saber de él.
—No es nada...
—Dime, Yehyun.
La fémina pasó las palmas de sus manos por su jean al sentirlas húmedas, sintiéndose algo incapaz de decir lo que estaba pasando realmente, porque ni siquiera ella podía comprenderlo o creerlo.
Aún así tomó una bocanada aire, decidiendp soltarlo, sabiendo que a él no le agradaba para nada y ahora tendría más razones.
—Taehyung ha desaparecido —dice en casi un murmuro inaudible, desviando la mirada.
—¿Qué? ¿Hablas en serio?
—Luego de la boda he tratado de comunicarme con él, pero desde entonces, no contesta mis llamadas y me da el buzón. He ido a buscarlo a su casa y Dalmi siempre me dice que no está —pasa las manos por su rostro—. No entiendo qué sucede. Simplemente, desapareció.
—Ese imbécil —chasquea la lengua—. Me gustaría ayudarte, pero no quiero saber nada de Jimin.
—Lo entiendo —le regala una sonrisa tranquilizadora—. Además, no es justo para ti.
Yehyun luego de terminar de conversar con Yoongi, el cual le hizo olvidar por unos momentos la situación por la que estaba pasando, salió de su departamento dispuesta a volver a llamarlo.
No dejaba de mirar las tres llamadas perdidas que recibió durante la madrugada después de la boda, preguntándose qué hubiera pasado si se hubiera despertado y contestado.
Intentó llamarlo tres veces más, pero al no recibir respuesta ―sólo el buzón de voz―, soltó un suspiro de frustración. No podía creer que Taehyung de un día para el otro decidiera desaparecer, y tampoco quería seguir humillándose frente a Dalmi, yendo todos los días a su casa, pero estaba comenzando a angustiarse y más al extrañarlo demasiado.
(...)
Una semana había pasado. Una semana en la que lo llamaba más de diez veces por día esperando alguna respuesta o señal de que estaba bien, pero nada pasaba. Seguía dándole el buzón, lo cual la desesperaba cada segundo porque estaba cansada de escuchar esa maldita voz.
Se encontraba frente a la estación de policía, lo que hacía que un cosquilleo apareciera en su estómago, por lo que tomó una bocanada de aire y comenzó a caminar hacia la entrada.
Al entrar vio algunos policías conversando, y cuando volteó se encontró con Saha, que llevaba una carpeta en su mano.
—¡Yehyun! —se acerca sorprendida.
—Hola, Saha ―sonríe a medias tratando de esconder sus nervios.
—¿Qué haces aquí? ¿Te sucedió algo? —la preocupación se hace presente en su mirada.
—No...
—¿Cómo está Yoongi?
—Está bien. ¿Está Jungkook?
—Sí, justo su turno ha acabado.
Al voltear se encontró con Jungkook, el cual llevaba un suéter blanco, un pantalón negro y zapatillas blancas.
Su cabello oscuro caía sobre su frente y como siempre cuando salía del trabajo llevaba los aretes, los cuales resaltaban demasiado y le encantaba a la castaña.
—¿Yehyun? —frunce el ceño dejando notar su desconcierto.
—¿P-Podemos hablar? —titubea desviando la mirada.
—Claro, salgamos.
Al salir Yehyun soltó un suspiro tratando de dejar ir sus nervios, pero se sentía completamente intimidada bajo su mirada intensa y oscura.
—¿Te sucede algo? —pregunta preocupado.
—¿Recuerdas que dijiste que quieres ser mi amigo? —comienza a jugar con sus manos, lo cual nota rápidamente el pelinegro, pero aún así asiente—. Podemos serlo.
—¿En serio? —trata de sonreír, pero no puede evitar dolerle aquella palabra que decidió que fuese el título de ambos con tal de tenerla cerca. Yehyun presiona los labios y asiente—. Está bien. Amigos.
—Jungkook —murmura nerviosa y este la mira atento—, ¿podrías hacerme un favor?
—Claro, dime.
—¿Podrías llevarme a la prisión donde está mi padre?
—¿Estás segura?
—Sí, estuve semanas pensándolo y estoy segura.
—Bien. Vamos, pequeña.
Durante el largo camino este pudo notar su nerviosismo, muchas preguntas aparecían en su cabeza, como el porqué Taehyung no era el que la acompañaba en una situación tan importante.
Sentía que recurrió a él por la desesperación de no tener a nadie, lo cual lo desconcertaba, pero a la vez estaba agradecido que se apoyara en su persona en una situación así.
Pues, eso podía significar que confiaba, y que a pesar de no formar parte de su vida como quisiera, seguía siendo importante para ella.
Yehyun necesitaba de Taehyung en aquel momento difícil. Llevaba semanas pensando en volver a ver a su padre, y había esperado tanto con la ilusión de que volviera para poder acompañarla, pero el día anterior Jungkook la había llamado informándole que en tres días Baek sería transferido a la prisión de Busan al ya haber recibido su condena de treinta años, por lo que al saberlo decidió verlo antes de que sea tarde.
(...)
Al entrar se registraron y a pesar de no ser horarios de visita, Jungkook al ser Oficial logró convencerlos de que la dejaran pasar. Yehyun luego de llenar unos papeles, comenzaron a caminar por un largo pasillo.
Antes de entrar a la habitación donde un policía abrió la puerta para que entrara, la fémina se paralizó, por lo que Jungkook, se acercó rápidamente.
—Hey, ¿qué sucede? —la toma de los hombros.
—Tengo miedo —admite mirándolo fijamente.
—Todo saldrá bien. Podrás quitar todas tus dudas y saber su historia —habla con suavidad, acariciando su cabello—. Yo estaré aquí esperándote.
—Está bien.
No podía evitar pensar en que deseaba que fuese su novio quien estuviera a su lado, dándole palabras de aliento y la abrazara, pero la presencia del pelinegro también era realmente agradable, pues la hacía sentirse apoyada en ese momento.
Antes de entrar, Jungkook dejó un beso en su frente, lo cual la hizo sonreír y sentir que podía con aquella situación.
Se encontró con varias mesas y sillas, paredes blancas con algunos carteles que tenían palabras de aliento para los prisioneros, lo cual le hizo rodar los ojos. Tomó asiento empezando a jugar con sus manos, mientras esperaba que llegara su padre.
Luego de unos segundos la puerta se abrió, dejando entrar a un hombre con una vestimenta naranja. Al ver que se trataba de su padre, el cual tenía grandes ojeras y una cicatriz en su mejilla, se sorprendió, sintiendo como sus latidos se aceleraban.
El policía que lo acompañaba le quitó las esposas, informándole que sólo tenían veinte minutos para hablar. Luego se dirigió hacia un lado de la puerta donde los observaba para asegurarse que nada sucediera.
—¡Hija! —dice emocionado con la intención de abrazarla.
—No te acerques —exige levantándose y este la mira dolido—. Sólo toma asiento.
Algo dudoso sintiendo un dolor en su pecho, tomó asiento al igual que ella, la cual no era capaz de verlo a los ojos. Se sentía completamente decepcionada de quien le creó muchísimas inseguridades, sólo por pensar que manchaba el apellido de su familia.
—¿Y tu madre?
—Aún no quiere saber nada de ti, a pesar de saber que ya no estarás en esta prisión. Por si te lo preguntas, está mejor y trabaja en una cafetería, también se ha decidido por vender la casa.
—Pero yo construí esa casa para ella —habla molesto.
—Y ahora sólo le trae malos recuerdos —enfrenta su mirada y este bajó la suya, pasando las manos por su rostro sintiéndose frustrado—. ¿Por qué nos hiciste eso, papá?
—La empresa estaba acabada, no teníamos dinero —suspira—. Íbamos a perderlo todo, tu madre me culpaba y tú sabes que no está acostumbrada a la pobreza. Nuestro matrimonio iba a acabarse también, así que por miedo me contacté con alguien que sabía que iba a poder ayudarme. Pero también sabía que una vez que entrara en eso, no iba a poder salir.
—¡Podrías haber buscado otra forma! —grita furiosa, sintiendo sus ojos arder por las lágrimas acumuladas.
—¡Iba a tardar años en recuperar todo el dinero que perdí en una inversión!
—¡Siempre te importó más el dinero que tu propia familia!
—No es cierto —niega con la cabeza, mirándola indignado—. ¡Si decidí meterme en ese mundo fue por ustedes, maldita sea! Para que tuvieran una cama donde dormir, para que tuvieran comida y no les faltara absolutamente nada, pero sólo fueron unas malagradecidas conmigo...—escupe furioso— ¡cuando les di todo!
—Y terminaste arruinando nuestras vidas —solloza.
Su padre sin poder evitarlo rompió en llanto, pues creyó ser el hombre más fuerte y frío, pero el ver la mirada de decepción de su hija le dolía más de lo que se imaginó. Siempre había querido ser un hombre ejemplar, pero ahora no era más que alguien que pagaba por sus errores y perdió todo por eso.
—Fueron quince malditos años donde arriesgué mi vida para que ustedes estuvieran bien —solloza—. ¿Todo para qué? Para que terminaran dejándome solo, pudriéndome en prisión...
—Tú siempre me odiaste.
—No es cierto, hija. No es cierto —limpia sus lágrimas, tomando una bocanada de aire temblorosa—. Sólo he querido lo mejor para ti, que fueras una mujer que lo tuviera todo y no tuvieras que preocuparte por el dinero.
—Sólo necesité sentirme querida por ti, papá —solloza dolorosamente y se levanta mirándolo decepcionada—. Pero a ti sólo te importaba tus malditos negocios y el maldito dinero.
—Hija...
Se levantó rápidamente para tomarla del brazo, sin importarle mostrarse débil y desesperado, pero ella fue más rápida saliendo bajo la atenta mirada del policía.
—¡Aléjate de Taehyung, hija! ¡Él no es quién crees! ¡Yehyun...!
Al escuchar sus gritos rompió en llanto, porque no podía creer que aún estando en prisión quisiera manejar su vida. Salió de allí con Jungkook, pisando sus talones, completamente preocupado.
Cuando sintió la brisa fresca chocar contra su rostro, despeinando su cabello ondulado, miró al cielo oscuro y solloza, mientras este se alumbraba al tronar, lo que les hacía saber que pronto la lluvia empezaría a caer.
—Yehyun...
—Lo único que quería era su atención y sentirme amada —voltea a verlo, mientras más lágrimas caen—. Pero a él sólo le importaba conseguir dinero, creyendo que eso nos hacía feliz —escupe dolida.
—Ven aquí, pequeña.
Sin soportarlo más, envolvió con los brazos su pequeño cuerpo, a lo que ella comenzó a sollozar desconsoladamente, mientras este quería desaparecer todo rastro de tristeza que retuvo por tanto tiempo. La castaña se aferró a él, dejando salir todo el dolor, dándose cuenta que por más que ya no formara parte de su vida, seguía siendo su lugar seguro, su refugio y quizás eso nunca cambiaría.
(...)
La lluvia comenzó a caer, por lo que ambos se subieron al coche y este condujo hacia la casa de la castaña, la cual durante el camino fue con su cabeza apoyada en la ventanilla, perdida en sus pensamientos.
En cuanto llegaron volteó a verla, tenía los ojos cerrados, pero sabía que no estaba dormida. Sólo estaba cansada de llorar y cansada de las situaciones que trataban de hundirla.
—Llegamos —informa suavemente.
Abrió los ojos soltando un suspiro, pero no dijo ninguna palabra mientras miraba su casa de manera desganada.
—Vamos a bajarnos...
—¿Bajarnos?
— No te dejaré sola, Yehyun. No ahora.
―Pero...
―Déjame quedarme aunque sea unos minutos contigo, ¿sí?
A pesar de no estar del todo de acuerdo, se bajó juntó a él y entraron a su casa. Este miraba a su alrededor dándose cuenta que extrañaba pasar el tiempo allí, donde cocinaba junto a ella, donde se recostaba sobre sus piernas para ver las películas, mientras ella acariciaba su cabello.
Los recuerdos se habían instalado en su mente, provocando que su corazón diera un vuelco al querer revivir aquellos momentos.
—Iré a cambiarme.
—Yo te cocinaré algo —sonríe.
—No es necesario...
—Lo haré. Tienes que mantenerte saludable, pequeña.
Jungkook preparaba kimchi jjigae, mientras por momentos se acercaba al umbral de la puerta para ver a la castaña, la cual se encontraba con un short negro y una camiseta blanca que le quedaba algo grande, pero era su preferida para dormir, lo que hizo sonreír al pelinegro. Estaba sentada en en el sofá abrazando sus piernas, con la mirada perdida, por lo que este trató de apresurarse con la sopa, ya que sentía su pecho arder porque necesitaba urgentemente abrazarla, para así tratar de desaparecer su tristeza.
En cuanto la comida estuvo lista este sirvió en un cuenco blanco, para después acercarse a Yehyun, la cual lo miró sorprendida.
—La probé y está deliciosa.
—¿Tú no comerás? —pregunta confundida.
— La preparé para ti.
—Si no comes tampoco lo haré —advierte alzando una ceja.
Rápidamente se sirvió en otro cuenco, para luego sentarse a su lado, listo para comenzar a comer porque aunque lo negara tenía hambre, ya que pasó su horario para comer.
Comía algo apresurado, mientras que por momentos miraba a la castaña que lo hacía desganada y al notar que más que comer se perdía en sus pensamientos, dejó su cuenco sobre la mesa de cristal de al frente y tomó el suyo para dejarlo a un lado.
Frunció el ceño desconcertada y él la envolvió en sus brazos, soltando un suspiro.
—Prometo que el dolor irá desapareciendo —acaricia su hombro, mientras ella lo mira con los ojos cristalinos.
—Quiero que lo haga de una vez —admite con la voz rota—. Después de como me ha tratado toda mi vida, creí que no me afectaría tanto ésto, pero realmente duele.
Sabía que tenía muchas cicatrices en el alma como heridas en su corazón, por lo que deseaba ser capaz de poder salvarla del caos en el cual estaba encerrándose.
La mantuvo en sus brazos durante unos pocos minutos, hasta que sus miradas se conectaron, detestando ver sus ojos avellanas apagados.
—Sucede algo más, ¿cierto? —acaricia su mejilla.
—Taehyung no contesta mis llamadas —rompe en llanto—. Cuando voy a su casa, simplemente, dicen que no está y ya no sé qué más hacer —habla desesperada sorprendiéndolo por sus palabras—. No entiendo qué hice mal. Lo extraño demasiado.
—No digas eso —limpia sus lágrimas con sus pulgares—. Tú no has hecho nada malo...
—¿Por qué sigo aferrándome al amor cuando sé que no es para mí? —pregunta molesta—. ¡Soy una idiota!
Su corazón sentía tristeza al darse cuenta que la persona que más queríay la enamoró cada día, la abandonó sin más, sin ninguna explicación dejándola llena de dudas y ahogada en la desesperación.
Jungkook estaba completamente sorprendido, pues Taehyung le había demostrado que no iba a alejarse de Yehyun, que estaba dispuesto a lo que sea, pero saber que la dejó sola, sin importarle nada, y sin explicación, despertaba su enojo porque había comenzado a creer, que quizás él realmente la amaba como se merecía.
Entre lágrimas la castaña se quedó dormida, por lo que la tomó en sus brazos y comenzó a dirigirse a su habitación, recostándola en su cama para luego acurrucarla.
Le dolía demasiado verla de aquella manera por alguien a quien detestaba demasiado, ya que de cierta manera le arrebató al amor de su vida.
Cuando estaba dispuesto a irse, lo tomó de la mano sin abrir sus ojos, por lo que se sorprendió, pero a la vez quedó enternecido. Se sentó en el suelo, observando como sus ojos hinchados por el llanto y sueño lo miraban por unos pocos segundos.
—Quédate conmigo un poco más, por favor —murmura con algo de dificultad por el sueño.
—Me quedaré siempre contigo, mi pequeña —dice suave y acaricia su cabello con su otra mano.
—Gracias, Jungkookie —se aferra a la mano del pelinegro, llevándola a su pecho.
Al escuchar ese murmuro casi inaudible y sentir sus latidos tranquilos, no pudo evitar sonreír. Aunque dentro suyo deseaba poder recostarse a su lado y aferrarse a ella como si no existiese un mañana, mientras aspiraba su aroma que tanto lo enloquece, pero con verla dormir le bastaba.
¡Hola!
¿Qué creen que haya pasado con Taehyung? ¿El team Jungkook está feliz con este acercamiento?
Espero que les haya gustado el capitulo que quizás no fue tan interesante, pero les prometo que el próximo lo será
No se olviden de votar y comentar, amores
¡Nos leemos pronto!
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