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43; PERDIDAMENTE ENAMORADO

PERDIDAMENTE ENAMORADO

Yehyun miraba a su madre, la cual dejaba notar lo devastada que estaba por todo lo sucedido. Sus ojos estaban enrojecidos, no llevaba maquillaje por lo que su piel se veía pálida como la porcelana, su cabello estaba atado en una coleta y llevaba ropa holgada.
Su hija estaba sorprendida por verla de aquella manera, pues siempre solí llevar maquillaje y lucir arreglada, llamando la atención de todas las personas. Hacía notar que era una mujer de las familias privilegiadas, pero esta vez no podía fingir que estaba todo bien, porque la situación iba más allá de ella y no sabía qué hacer al respecto.

—¿Lo has visto?

—Claro que no. No quiero salir de esta casa —sorbe su nariz—. He perdido a todas mis amistades.

Su hija al escucharla arrugó su nariz, pues sabía perfectamente que aquellas personas nunca fueron realmente sus amigos. Todo era falsedad y hablaban mal de los demás por el mínimo defecto. Para ellos todo era demostrar quién tenía más dinero y hacer amistades por conveniencia, como también arreglar los matrimonios.

—Tu padre nos ha arruinado —lleva las manos a la cabeza lamentándose—. ¿Qué vamos a hacer ahora, Yehyun?

—No deberías estar aquí sola —suspira—. Tengo mi restaurante y mi casa, puedo ayudarte mientras consigues un trabajo. Ven a vivir conmigo —medio sonríe acariciando su hombro.

—¿Y soportar a tus amigos? —hace una mueca de desagrado—. ¿Al imbécil de Taehyung?

—No hables así de él —dice molesta.

—Oh, lo defiendes —soltó una risa amarga—. ¡Desde que volvió a nuestra vida mira lo que nos ha pasado!

—¡No es su culpa que papá nos haya ocultado que era un maldito narcotraficante!

Su madre al escucharla gritarle de esa manera, no pudo evitar quebrar en llanto, pues sentía  que su hija estaba siendo demasiado cruel, mientras que Yehyun al verla de esa manera comenzó a sentir culpa, pero le parecía injusto que intentara culpar a Taehyung, por algo que sólo era culpa de Baek.

—No puedes seguir viviendo en esta casa, mamá —trata de sonar calmada—. Hay que venderla. No te hace bien seguir aquí.

—Tu padre construyó esta casa para mí —solloza.

—¿Estás segura de que no quieres venir a casa, mientras las cosas se calman y tratas de conseguir trabajo?

—No voy a soportar ver a ese...

—Ya, está bien —se levanta frustrada, deicidida a no escucharla más para no discutir—. Nos vemos otro día, mamá.

Se sentía realmente mal por ella, pero no sabía cómo ayudarla ya que era demasiado fría y muy orgullosa, lo cual detestaaba, a pesar que también era así. Salió de aquella casa soltando un suspiro de frustración, y al ver a Taehyung, envolvió los brazos en su cadera, apoyando la cabeza en su pecho, aspirando su aroma que de a poco le hacía perder la cabeza.
Este se sorprendió, pero sonrió envolviéndola en sus brazos, apoyando la barbilla en su cabeza, pues a pesar de que fue inesperado se le hacía muy tierno pensar que ella necesitaba aquel abrazo de su parte.

—¿Está todo bien? —pregunta acariciando el cabello de su novia.

—Me frustra demasiado que no se deje ayudar por su maldito orgullo.

—Sólo tienes que darle tiempo —asegura—. Aún es todo muy repentino.

—Quiero que empiece su vida en otro lugar, porque aquí está en la mira de todos —se separa unos centímetros, para poder conectar sus miradas—. Ahora que mi padre no va a mantenerla con su sucio dinero, quiero ayudarla aunque sea por un tiempo.

—Eres muy linda —sonríe mirándola tiernamente—. Y si lo necesitan, también puedo ayudarlas.

El castaño hablaba en serio, a pesar que la detestaba y le guardaba demasiado rencor, por Yehyun era capaz de ayudarla si le faltaba dinero.
Ella bajó la mirada sintiendo sus mejillas arder, pero Taehyung llevó la mano a su barbilla haciendo que volviera a mirarlo.

—¿Qué sucede? —ríe al ver sus mejillas, pues está seguro que no dijo nada para que eso suceda.

—¿Qué me estás haciendo? —frunce el ceño, conectando su mirada con la de él. Aquellos ojos cafés que la miran con intensidad, provocaron que sienta un cosquilleo en su estómago.

—¿A qué te refieres? —pregunta curioso.

—Me estoy enamorando de ti, Taehyung —responde en un murmuro casi inaudible.

—Y yo estoy perdidamente enamorado de ti.

Llevó la mano a su mejilla, mientras la miraba con una sincera sonrisa cuadrada que estaba provocando calidez en ella, y comenzó a acercarse lentamente hasta unir sus labios. A la castaña se le hacía muy tentador el sabor de sus labios y tan adictivo, mientras sentía que estaba cayendo peligrosamente ante él.
Sentía que estaba cayendo alto en su mirada, su cabello, sus labios, su sonrisa. Cada cosa de Kim Taehyung, empezaban a enloquecer a su pobre corazón.
Tenía miedo, pero a la vez estaba aliviada porque estaba segura de que podría olvidar a Jungkook con él. Iba a poder sacarlo de una vez de su corazón, y ahora lo ocuparía quien jamás imaginó, pero la hacía sentir segura, hasta más segura de lo que alguna vez la hizo sentir el policía.
















(...)
















Jungkook llevaba puesta una camisa de a cuadros blanca y negra sin abotonar, una camiseta negra abajo, un jean desgastado y una gorra negra. Fingía caminar tranquilamente, mientras tomaba las correas de su mochila negra, por momentos levantando su mirada ya que no quería perder de vista al hombre que estaba siguiendo.
Al darse cuenta que este apresuró su paso entre la multitud, empujándolos con sus hombros cuando se metían en su camino, supo que lamentablemente, había sido descubierto, por lo que también apresuró su paso, llamando aún más su atención hasta que ambos comenzaron a correr.

El otro hombre corría como si su vida dependiese de eso, aunque de cierto modo era así, pues no quería ser atrapado por la policía, por lo que tiraba cajas en el camino y canastos, los cuales Jungkook saltaba y esquivaba sin ningún problema.
Los minutos pasaban y ninguno parecí cansarse, mientras las personas los miraban asustados, haciéndose a un lado para no ser empujados, mirándolos asombrados.

El pelinegro lo vio doblar donde casi cayó, por lo que hizo lo mismo encontrándose con un callejón. Se quitó su mochila tirándola a un costado y frunció el ceño desconcertado al no verlo, mientras trataba de controlar su respiración y se sentía algo exhausto luego de tanto correr.
Volteaba a sus costados pensando cómo pudo haber escapado, hasta que dobló para adentrarse más en el callejón, pero en eso recibió un gran golpe en su espalda que le hizo perder el equilibrio y soltar un quejido. Cuando quiso volver a golpear al policía, este fue más rápido dándole una patada en el estómago, lo cual provocó que soltara la varilla de metal con la que lo había golpeado. Con su pie lo corrió por lo que fue directo bajo el bote de basura, lo que asustó al hombre, pues era su único método de defensa. Aún así trató de golpear a Jungkook, que tomó su puño rápidamente llevando su brazo detrás de su espalda al igual que el otro.

Lo hizo recostar en el suelo, sacándole la mochila, para después sacar sus esposas del bolsillo de su pantalón, mientras el hombre en el suelo gruñía de dolor.

—Te crees muy hombre por golpear a tu exesposa, ¿no es así? —pregunta burlón, llevando su pie a su espalda haciendo presión lo que provocó que solloce.

—¡Está loca! Yo jamás la golpee...

—Fue a la estación de policía con su rostro destrozado por un maldito drogadicto —dice entre dientes.

—¡Es mentira!

Agarró la mochila del hombre y al abrirla vio paquetes de metanfetamina, por lo que tiró uno a un lado del rostro de este.

—¿Qué decías? —alza una ceja—. Además de un golpeador y drogadicto, te dedicas a vender —ríe cínico—. Haré que te pudras en prisión, para que jamás vuelvas a acercarte a tu exesposa y a tus hijos.

Jungkook guardó nuevamente todo en aquella mochila  para luego colgar ambas en sus hombros, y tomarlo del brazo haciendo que se levantara, así comenzaban a caminar hacia su coche.

















(...)


















Yehyun tocó la puerta de la entrada de la casa del castaño, pues le había enviado un mensaje sobre que estaba trabajando en su despacho, y ella decidió darle una sorpresa.
Esperó impaciente por unos minutos hasta que volvió a tocar, sin entender porqué se demoraba tanto. Eso se le hacía desesperante, por lo que volvió a tocar hasta que abrieron la puerta, pero al encontrarse con un pelinegro que detestaba, frunció el ceño.

—¿Qué haces aquí, Jimin?

—¿Olvidas que trabajo para tu novio?

—Déjame pasar...

—¿Él te dijo que está aquí?

—Sal. Eres insoportable —lleva la mano a su pecho para empujarlo—. Y mantén la distancia de mí.

—Tranquila. Tú no te me haces nada interesante, ni atractiva. Sólo eres una molestia, en cambio, Hyewoon...

—¡Eres un imbécil! ¿Te atreves hablar así de ella cuando estás con Yoongi? —empuña las manos—. Quiero matarte ahora mismo.

—Ya, como sea —rueda los ojos―. Me das sueño.

—¿Taehyung está en su despacho?

—Está trabajando, así que vete.

Yehyun comenzó a dirigirse hacia el despacho del castaño, sin importarle los llamados de Jimin, pues estaba cansado de escucharlo y que sólo lograra sacarla de sus casillas. Estaba dispuesta a entrar, pero el pelinegro la tomó bruscamente del brazo.

—¿Eres sorda o qué? Ya te he dicho que no puedes pasar.

—¡Suéltame! —vuelve a empujarlo.

—Espéralo en la habitación o donde sea, ¿para qué quieres entrar?

—¡Ya déjame en paz! Pareces que tratas de ocultar algo y soy su novia.

Jimin siguió tironeando bruscamente su brazo, para que no se dirigiera al despacho, por lo que la castaña sacó fuerzas para empujarlo. Realmente su odio por él creció aún más, por lo que no entendía cómo su mejor amigo podía estar tan enamorado de un patán como lo era para ella Jimin.
Anhelaba que de una vez abriera los ojos y se diera cuenta que merecía mucho más que alguien que no lo valoraba para nada.

Al entrar se sorprendió al no ver a nadie más que un maletín en el escritorio, y volteó viendo a Jimin suspirar, tomando el puente de su nariz.

—¿Dónde está, Taehyung?

—Está...está trabajando.

—Él me dijo que lo haría desde aquí.

—Sí, pero ha pasado algo en el negocio.

—Eres tan mal mentiroso que no entiendo cómo Yoongi puede tragarse tus asquerosas mentiras —lo mira disgustada—. Realmente, debe amarte demasiado como para querer creérselas.

—¡Mira, maldita estúpida...!

Yehyun no lo dejó terminar y cerró la puerta su rostro, colocándole rápidamente llave, por lo que este comenzó a gritar exigiendo que abriera, pero aún así se sentó donde lo hacía siempre Taehyung, para sacar su celular. Decidió llamarlo, pero al darle el buzón soltó un suspiro de frustración dando vueltas en la silla, y al quedar nuevamente frente del maletín, su curiosidad creció.

Trató de distraerse por unos minutos, los cuales se le hicieron eternos, hasta que sin soportarlo más se levantó lentamente y llevó las manos temblorosas al maletín. Sabía que no era correcto dejarse llevar por la curiosidad, porque era algo privado de su novio, pero no podía evitarlo.
Lo abrió lentamente y al ver una gran cantidad de dinero allí, abrió los ojos a la par. Estaba boquiabierta.

—¿Qué diablos es ésto?

—¡Yehyun, abre la puerta! —escucha la voz grave de su novio y como golpea con fuerza la puerta con la palma de su mano.

Tragó en seco dirigiendo la mirada a la puerta, sintiéndose incapaz de moverse, mientras seguía escuchando los golpes, hasta que tomó una bocanada de aire y caminó rápidamente para abrir la puerta.
Taehyung la miró por un momento con el ceño fruncido, pero cuando volteó a ver el maletín abierto, sintió como la sangre abandonaba su cuerpo.

—¿De dónde has sacado tanto dinero, Taehyung? —inquiere alzando una ceja.


















(...)
















Luego de unas dos horas, Jungkook algo adolorido por el golpe en su espalda, se sentó frente a la Jefa de policía, la cual lo miraba con una gran sonrisa de satisfacción en su rostro, lo que le hacía saber que estaba feliz por su trabajo bien logrado.

—Acabo de llamar a Heekyung, nos agradeció por haberlo atrapado —comenta juntando las manos—. Ahora estará tranquila con sus hijos. Felicitaciones, ha hecho un gran trabajo, Oficial Jeon —sonríe.

—Muchas gracias —medio sonríe, pero la mira con curiosidad—. ¿Ahora qué sigue?

—Hace años los policías de Asia intenta atrapar a este narcotraficante, pero es demasiado inteligente para escapar. Si de algo estoy segura sobre este hombre, es que debe comprarle toda la mierda a V.

—Dime de quién hablas —la observa curioso, inclinando su cuerpo hacia adelante.

—Lo que tenemos fácil de él es que sabemos cómo es su rostro —le enseña una fotografía de un hombre que aparenta unos treinta años, cabello castaño oscuro, que estaba parado frente a una bodega, vistiendo un traje gris, lentes de sol y con un maletín en su mano—. Su nombre es Jung Hoseok, alias Jhope.


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