42; JEON SUHYEOK
❝JEON SUHYEOK❞
La lluvia resonaba en el techo de la casa de la castaña, también podía escucharse por momentos el cielo tronar, mientras ella se abrazaba así misma pasando sus dedos por su suéter rosado, ya que el frío parecía haberse instalado en el living.
Jungkook estaba frente a ella con el cabello algo húmedo al igual que su uniforme de policía, ya que cuando se dirigía a su casa la lluvia comenzó a caer, pero aún así no quiso dar la media vuelta. Realmente necesitaba verla y una lluvia no sería un impedimento para hacerlo.
—¿Qué sucedió con él? —pregunta tratando de sonar desinteresada.
—Fue llevado a la prisión Seodaemun, aquí en Seúl, se estima que muy pronto será el juicio, pero las cosas están complicadas, Yehyun —explica haciendo una mueca de desilusión—. El suicidio del joven que trabajaba para él, lo ha complicado más. Aún no entiendo cómo pudo haber pasado eso y que nadie haya visto nada. Pero estoy seguro que si alguien lo provocó, no buscaba para nada ayudar a tu padre —presiona los labios por un momento, mientras juega con las manos—. Los cargos que hay por el momento en contra de tu padre son distribución de drogas en toda Asia, cargamentos de armas de fuego y cultivo ilícito —suspira mirándola algo temeroso por su reacción—. Allanaron sus viviendas y encontraron al menos siete armas de fuego y diez kilos de cocaína —dice en casi un murmuro—. Sabemos que ha hecho muchísimas cosas más, pero aún no hay pruebas suficientes. Y lo mejor para él sería que no las tuviéramos.
—¿Y cuántos años crees que puedan llegar a darle? —pregunta con un hilo de voz.
—No lo sé, por las pruebas que hay por el momento, quizás...¿unos veinte? —frunce el ceño—. Hasta que no sea el juicio no lo sabremos, pero claramente, pasará varios años y sólo queda a esperar a ver si se suman más cargos o no.
Yehyun comenzó a masajear sus sienes, mientras desviaba su mirada al sentir que se nublaba por las lágrimas. Quería no sentirse tan afectada, pero era demasiado para ella, y podía sentir su corazón romperse al imaginarse a su padre tras las rejas varios años.
No entendía cómo habían llegado a esa situación donde su vida había sido una mentira, donde a quien debóa admirar estaba tras las rejas por ser un narcotraficante. Quería borrar todos los recuerdos con su padre, para ya no sentirse tan decepcionada de él y que no le doliera el alma de sólo pensar en el tipo de persona que realmente era.
— ¿Pueden llegar a ser veinte años?— suelta una risa cínica—. Ya no quiero tener que ir a contestar más preguntas sobre él, y sé que mi madre tampoco. Estamos agotadas. No sabíamos nada de lo que ocultaba, por Dios.
—Tranquila. Eso ya se acabó —le regala una media sonrisa tranquilizadora—. Ya he hablado con la Jefa de policía.
—Está bien.
—Puedo acompañarte a verlo...
—No quiero verlo —lo mira fijamente, dejando notar el desagrado que siente por esa idea.
—Él te quiere, me ha pedido que te proteja.
—¿Por qué te pediría eso a ti?
—Porque al parecer confía en mí para hacerlo.
—No necesito que nadie me proteja. Además, tengo a Taehyung —responde notando el dolor en los ojos del pelinegro, por lo que trata de no sentirse afectada.
—No confío en otra persona más que en mí para protegerte —admite—. Yehyun, por favor...
—No quiero saber más nada de ese hombre, Jungkook —se acomoda en el sofá—. Ya te he dicho que para mí está muerto.
—No digas eso —suspira—. Tu padre quizás no sea el mejor hombre, pero eso no quita que te quiere y necesita verte —desvía la mirada—. Tú no sabes lo que es realmente perder a un padre.
Yehyun al escucharlo tragó con dificultad, dándose cuenta de su error y de lo afectado que estaba porque probablemente estaba recordando.
—Jungkook, lo siento, yo...
—Nunca te lo dije...—la mira fijamente dejando notar sus ojos cristalinos—, pero el día que mi padre falleció, yo lo vi. Lo vi muriendo y no pude hacer nada por él. No pude hacer absolutamente nada para evitarlo.
Luego de haber pasado la tarde y parte de la noche con Namjoon, Jungkook decidió hacerle una visita a sus padres, pues al otro día se iría y no sabía cuándo volvería. A veces, cuando estaba en Busan no podía evitar extrañarlos y necesitarlos, más que nada a su padre, ya que su madre seguía molesta por su decisión de ser policía, y por como su padre seguía cumpliendo sus caprichos, a pesar de sus deudas.
Al bajar del auto se dio cuenta que la puerta de la entrada estaba abierta, por lo que soltó un suspiro. Su padre nunca era de prestar atención y solía dejar la puerta abierta o sin llave por las noches, lo cual le preocupaba demasiado por la inseguridad.
—¡Papá, ya estoy en casa y dejaste otra vez la puerta abierta! —grita cerrando la puerta detrás de él, y al no recibir respuesta frunció el ceño—. ¡¿Mamá?!
Comenzó a caminar hacia el pequeño despacho de su padre y al ver la puerta entreabierta decidió entrar, pero en cuanto lo hizo, sintió como su corazón dejó de latir por un momento y como se paralizaba por completo.
Su padre se encontraba en el suelo, tratando de hablar, pero sólo podía balbucear, mientras la sangre seguía brotando de su abdomen, extendiéndose en el suelo de madera, por más que este tenía su mano allí.
—¡Papá! —su voz se quiebra, mientras corría hacia él dándose cuenta de que le habían disparado. Llevó sus manos rápidamente allí haciendo presión, pero la sangre sangre brotando manchando casi por completo sus manos, escuchándolo gemir de dolor, mientras las lágrimas caían—. ¡Papá, por favor, aguanta!
Rompió en llanto lleno de miedo, sacando su celular del bolsillo sin importarle que lo manchara de sangre, pero el débil agarre tembloroso de su padre, evitó que llamara a la ambulancia.
— Es V...él—tose manchando sus labios de sangre, mientras su rostro se enrojecía y una vena se marcaba en su frente.
—¡Papá! —solloza cerrando los ojos, aferrándose a él, escuchando su respiración pesada. No podía creer que su padre estuviese muriendo en sus brazos y de esa forma—. No hables. No hables, tenemos que salvarte. Por favor, aguanta...
— V es...
Al sentir como soltaba su muñeca, abrió los ojos dándose cuenta que dejó de respirar, por lo que comenzó a sacudirlo, mientras gritaba desesperado, lleno de miedo. Aún así llevó las manos a su esternón, comenzando a presionar.
―¡Despierta, papá! ―grita histérico, siguiendo con las compresiones con la ilusión de que despierte―. No me dejes, no me dejes, no me dejes. Quédate conmigo, por favor.
Cuando los segundos pasaron, volviéndose minutos y ya no sabía que más hacer al ver que no reaccionaba y la sangre seguía brotando, se aferró a su cuerpo sin vida. No podía dejar de sollozar desconsoladamente, sintiendo como su rostro se contraía de dolor y una parte de él también moría, sabiendo que nunca iba a volver a recuperarla.
—¡No me dejes, papá! —apoya la mejilla en su frente—. Tú no...
Jungkook no era capaz de entender como una persona tan honesta, tan buena como lo era su padre se tenía que ir. Lo peor era la forma en que lo hizo, con llanto y dolor.
En ese momento no sabía cómo iba a seguir sin él, porque lo era todo, además de ser su padre, era su mejor amigo, la persona en la que más confiaba y a quien siempre necesitaba a su lado.
Se sentía morir junto a él en aquel llanto devastador al saber que nunca volvería a escucharlo reír. Nunca volvería a escuchar sus sabios consejos, ni volvería a sentir sus abrazos que llenaban su alma y le hacían saber que todo iba a estar bien, mientras lo tuviera a su lado.
Ese día no sólo mataron a su padre, sino también una gran parte de Jeon Jungkook.
—Esas fueron sus últimas palabras —limpia sus lágrimas—. Yo...me juré que acabaría con esas personas, principalmente con V. Haré hasta lo imposible para tenerlo frente a mí.
—Estoy segura de que lograrás atraparlo —dice con sus ojos cristalinos―. Merece pasarse el resto de su vida tras las rejas, pudriéndose como el gran hijo de puta que es.
—Lo mató por dinero como si eso le hiciera falta —su voz se quiebra—. Y yo haré que se pudra en prisión, arrepintiéndose de todo el daño que ha causado.
Yehyun no soportaba verlo de aquella manera, por lo que se sentó a su lado, envolviéndolo en sus brazos. Quería acabar con su tristeza, mientras que este cerraba los ojos con fuerza como si quisiera exprimir todo ese sentimiento. Hasta podía sentir un zumbido en sus pulmones como si cada inspiración quisiera acabar convertida en un sollozo, porque al recordar sentía que estaba reviviendo aquel momento doloroso que casi acabó con él, que lo llenaba de miedo.
—Estoy seguro que tu padre tenía tratos con V —toma aire tembloroso tratando de mantener la calma.
—¿Cómo dices? —lo mira asustada.
—Me habló un poco sobre él y estoy seguro de que por eso me pidió que te protegiera —suspira—. Por eso te pido que me dejes hacerlo.
—Jungkook...
—Por favor, no puedo perderte a ti también por culpa de ese desgraciado —la mira desesperado—. Es muy peligroso, Yehyun.
Al notar sus ojos que acumulaban lágrimas y parecían desesperados, no pudo evitar aceptar, aunque eso significara que él siguiera formando parte de su vida. La mayor parte de ella le gritó que aceptara, ya que sentía que lo necesitaba en su vida y así se iba a sentir protegida, porque el hecho de saber que uno de los narcotraficantes más buscados tuvo tratos con su padre, la asustaba de gran manera. Pero la otra pequeña parte le seguía gritando que se negara, porque el sólo hecho de tenerlo cerca la estremecía y le hacía sentir que jamás iba a poder olvidarlo.
El policía al escuchar que aceptaba, suspiró aliviado aferrándose a ella, prometiéndose que iba protegerla con su vida si era necesario, porque no confiaba en nadie que pudiera hacerlo como él.
(...)
Taehyung trataba de borrar las palabras que habían escrito en la pared de su casa que decían: Arderás en el infierno.
Pasaba la esponja por aquellas letras negras en un intento en vano de tratar de desaparecerlas, aunque ya no estaban tan oscuras como antes sabía que no lograría borrarlas.
Una parte de él estaba seguro de que fue uno de los hombres de Soohyun, pero otra parte pensaba en que podía ser una de las tantas personas que lo seguían culpando por la muerte de sus padres.
Soltó un grito de frustración tirando el balde y la esponja a un costado para luego entrar a su casa, donde se encontró con Dalmi, riendo en el sofá mientras tecleaba en su celular.
—¿Por qué diablos desapareces cuando quieres? —pregunta molesto.
—Porque tú te vas y me dejas sola —se levanta furiosa—. ¡Si no me iba con Suni, quién sabe lo que me hubiese hecho la persona que escribió eso!
—¡Tienes que pedirme permiso para salir!
—¡No soy una maldita niña y ya ni siquiera te intereso! —comienza a subir rápidamente las escaleras.
—¡Dalmi, ven aquí! —ordena furioso—. ¡Dalmi!
Suspiró frustrado tirando de su cabello, mientras trataba de mantener la calma, y no subir para gritarle aún más, porque sólo empeoraría las cosas entre ellos, lo cual no quería para nada.
Unos golpes en la puerta llamaron su atención, por lo que se acercó a abrir y al encontrarse con Jhope, se sorprendió demasiado.
Entró riendo y le dio un pequeño abrazo como solía hacer siempre, a lo que este le dio una palmada en la espalda.
—Vaya, que feo lo que te han escrito en la pared —se quita los lentes de sol—. ¿Sabes quién ha sido?
—Aún no.
—Aquí te traje el dinero —le enseña su maletín—. Puedes contarlo si quieres.
—No te preocupes. Confío en ti —medio sonríe—. El camión llegará con las ciento veinte toneladas de cocaína y metanfetaminas mañana por la noche.
—Perfecto. Me alegra que nos sigamos llevando tan bien —lo mira satisfecho—. Sírveme algo de Whisky, ¿no?
Taehyung asintió acercándose a la pequeña mesa de cristal donde estaba la botella. Puso cubos de hielos en ambos vasos y sirvió la bebida, para luego caminar hacia su despacho, así empezaban a hablar sobre sus negocios, pero de su mente no salía lo que estaba sucediendo últimamente.
Lo tenía demasiado nervioso y le preocupaba lo que pudiera llegar a pasar con él.
—¿Qué sucede? Te noto algo tenso, ¿es por tu novia? —pregunta divertido.
—Más bien el exnovio de mi novia —suspira—. Es un maldito policía que no quiero tener detrás de mí, al igual que esa Jefa. Es un puto dolor de culo, ¿sabes?
—Pues, no te conviene para nada —apoya los brazos en el escritorio, inclinándose hacia atrás—. ¿Quieres un consejo? —sonríe con malicia, y Taehyung asiente algo dudoso—. Tienes que desaparecerlo.
—¿Desaparecerlo?
—Matarlo —responde obvio y rodea los ojos—. ¿No me digas que no lo has pensado? ¿Cómo se llama ese policía?
—Jeon Jungkook, ¿por qué?
—Puedo ayudarte si así lo deseas —asegura interesado—. Es más, averiguaré todo lo necesario sobre él para saber cuál es su punto débil, ya sabes, para hacerlo sufrir un poco antes de hacerlo a un lado.
—Olvídalo. De todas maneras ya averigüé todo sobre el.
—¿Qué sucede contigo, V? —se levanta suspirando, para luego acabar su vaso de un gran sorbo—. O acaba con los dos. El amor sólo te traerá problemas con tus negocios y quizás tu propia destrucción, porque tener a un policía atrás es demasiado peligroso. Si sigues así nadie va a querer seguir haciendo negocios contigo, y sería una pena ―hace una mueca―. No quieres perderlo todo, ¿cierto?
―Claro que no.
Taehyung sabía que Hoseok tenía toda la razón, que quizás debería hacer a un lado a Jungkook, porque ya estaba resultando ser bastante molesto con su novia, y aún más con sus negocios. También sabía que no debería estar tan metido en la relación que tenía con Yehyun, porque estaba desconcentrándolo de su trabajo, como también estaba provocando que su corazón se ablandara, lo cual lo asustaba demasiado. Pero sentía que ya no podía alejarse, que ya era demasiado tarde porque estaba enamorado y no podía imaginarse una vida donde ella ya no formara parte.
―Piénsalo. En verdad puedo ayudarte en darle en su punto débil y luego matarlo ―sonríe.
Su punto débil. Su maldito punto débil.
Los recuerdos comenzaban a aparecer en la cabeza de Taehyung, provocando que tragara con dificultad y sintiera una punzada en su pecho.
Taehyung se encontraba en el despacho de la casa de la familia Jeon. Estaba apuntándole con un arma al hombre que le debía una gran cantidad de dinero a Soohyun, que no podía devolver con intereses, pero tampoco quería hacer lo que le pedían.
No quería matarlo, pero tampoco quería que mataran a su familia por no cumplir. Se sentía entre la espada y la pared.
—Taehyung, ¿cierto? —pregunta Jeon Suhyeok—. Tú eres del que están comenzando a hablar. Tú eres V...
—¡Cállate! —grita histérico, mientras sigue apuntándole.
—No es necesario que hagas ésto
—levanta las manos—. Juro que el mes próximo les pagaré...
—¡Tengo que hacerlo!
Jungkook había invitado una vez a sus amigos a la casa donde vivían sus padres, por lo que Taehyung estuvo allí y conoció a Jeon Suhyeok.
Rápidamente sintió envidia por la relación que tenían de padre e hijo, pues siempre quiso tener la misma relación con su padre, pero de su parte sólo recibía rechazos y miradas de desprecio que le hacían sentir que sólo había sido un maldito error que arruinaba su vida.
Otra razón por la que no le agradaba el pelinegro era porque lo veía como un niño de papi, tan débil porque era demasiado unido a él que actuaba como si todo fuera de color de rosa. Pero el saber que tenía que acabar con eso, le hacía sentir temor como también culpa, ya que por más que le desagradara, de cierta manera, no quería ser quien destruyera su vida. Mucho menos luego de la noche anterior en la que se juntaron los cuatro.
—¡No puedo hacerlo! ¡No puedo hacerlo! —lleva las manos a su cabeza sollozando al sentirse enloquecer.
—Eres un buen chico, Taehyung —lo mira comprensivo—. Por eso no tienes que hacer ésto, tú...
—¡Cállate! —vuelve a apuntarle sobresaltándolo—. ¡Es tan estúpido como su hijo! ¡Viven en un puto mundo de fantasía donde no hay maldad, pero no es así! No es así porque he dejado de ser un buen hombre, ¡porque han envenenado mi alma!
—Pequeño, escúchame...
—¡Cállate! ¡Tengo que cumplir o matarán a mi familia! ―toma una bocanada de aire tembloroso―. Prefiero destruir sus vidas, antes que lo sigan haciendo con la mía.
Llevó su mano libre a su chaqueta, donde sacó su celular y marcó torpemente el número de la persona que sabía que podía ayudarlo en ese momento, como pasó en anteriores veces, aunque luego se llevara muchos gritos como algún que otro golpe.
—N-necesito que vengas...—titubea.
—¿Dónde estás ahora, idiota? —pregunta frustrado.
—Ven a la casa de Jungkook. Ven rápido, por favor.
Al colgar la llamada algo aliviado de saber que estaba cerca de allí, siguió apuntándole, mientras el hombre seguía tratando de convencerlo con que no era necesario que lo hiciera, porque podía ayudarlo a salir de esa vida. Eso le partía el corazón porque él también sabe que no era necesario, que al igual que su Jungkook, era un hombre de palabra, honesto y con buen corazón.
No pasó mucho cuando escuchó unos pasos que lo asustó e hizo esconder el arma, pero cuando vio que se trataba de quien había llamado, soltó un suspiro de alivio mientras que este tragaba en seco.
—¿Seokjin? —pregunta sorprendido—. ¿Por qué hacen ésto? ¿Acaso mi hijo no es su amigo?
—¡Cállate! —ordena Jin, sobresaltándolo—. ¡¿Por qué diablos me llamas a mí?! —toma al adolescente del brazo sacudiéndolo, mientras este lo miraba lleno de miedo—. ¿Acaso no sabes que he estado más aquí que tú?
—N-No puedo hacerlo —solloza—. No puedo matarlo, pero si no lo hago Soohyun matará a mi familia. Por favor, ayúdame —ruega desesperado.
—¡Pagaré la próxima semana, lo juro! —grita Suhyeok.
—Lo siento.
Jin le arrebató el arma a Taehyung, y sin dudarlo le disparó en el abdomen a Jeon, el cual cayó al suelo en un golpe en seco, provocando un grito de parte del más joven que cubrió sus oídos, sintiéndose ensordecido, como también cerró los ojos con fuerza tratando de que esa imagen no quedara grabada en su cabeza. El más alto lo tomó con fuerza del brazo para sacarlo de aquella casa, y subirse a su coche vigilando que nadie los viera.
Taehyung no dejaba de sollozar y lamentarse por lo que pasó, mientras temblaba y se hacía pequeño en el asiento, deseando poder tener otra vida. Una vida normal donde a sus dieciocho estaría en las clases de canto que sus padres le prohibieron, saliendo con sus amigos o teniendo una cita, pero no.
Se encontraba dentro de un coche, repitiendo la imagen del padre de Jungkook, cayendo al suelo con el disparo en su abdomen y también repitiéndose el sonido del disparo como el del estruendo cuando su cuerpo sin vida cayó al suelo, o al menos eso creía él.
Sus piernas estaban apoyadas en el asiento y cubría su cabeza con sus brazos, escondiendo el rostro, mientras sollozaba desconsoladamente, rogando que aquellos momentos desaparecieran de su cabeza. Hasta que luego de unas cuadras, el mayor estacionó el coche.
—¡¿Por qué carajos me llamaste a mí?!
—lo golpea una y otra vez en el brazo, provocando que suelte quejidos—. ¡¿Y tú quieres ser V?! ¡No lo mereces! ¡No eres más que un marica!
El adolescente no era capaz de defenderse, sintiendo aquellos golpes que quería que pararan de una vez. No podía dejar de sollozar desconsoladamente, lleno de dolor, lamentando que Jungkook tuviera que pasar por eso, por su culpa y la de Jin, quienes supuestamente, eran sus mejores amigos y lo ayudaban a olvidarse de sus problemas.
¡Hola!
¿Esperaban que fuera Jin el que mató al padre de Jungkook? ¿Qué les pareció el capítulo?
Espero que les haya gustado, no se olviden de votar y comentar, amores
¡Nos leemos pronto!
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