24; CITA
❝CITA❞
Yehyun se encontraba mirando la televisión, mientras cubría su cuerpo con una manta y esperaba a Jungkook.
Podía escuchar su estómago rugir, por lo cual se le hizo algo tierno que el pelinegro en cuanto salió de la ducha fuera a comprarle lo que tanto quería.
Anhelaba que volviera lo antes posible, para poder llenarlo de besos y comer junto a él, compartiendo risas, mirando una película, como siempre solían hacer.
Pasaban los minutos, lo cual la desconcertaba aún más que se tardara, así que le envió un mensaje, pero tampoco le contestó por lo que empezó a preocuparse.
Sólo pasó unas horas desde que salió del hospital y los minutos en los que estaba sin él, no podía evitar sentir miedo de que la llamaran para decirle que algo le había pasado nuevamente. Necesitaba olvidar aquel suceso, porque no le gustaba estar todo el tiempo preocupada por él.
Cuando escuchó el sonido de la puerta abrirse, se dirigió rápidamente hacia esta encontrándose con él, por lo que se aferró sorprendiéndolo provocando que saliera de su trance.
—¿Por qué no me contestabas? —se separa para ver sus ojos, pero parecía estar afectado por algo—. ¿Está todo bien? —pregunta preocupada.
—¿Qué? —sacudió su cabeza reaccionando.
—¿Sucedió algo?
—No.
—¿Y la comida? —frunce el ceño.
— Yo...—mira sus manos vacías—. Lo siento. Necesito descansar —comenzó a dirigirse hacia la habitación.
—¿Descansar? —ríe siguiéndolo—. Dijiste que ya no querías saber nada sobre estar recostado.
—Cambié de opinión, Yehyun.
La castaña lo miró extrañada como este se recostó en posición fetal, y parecía estar perdido en sus pensamientos, lo que le preocupaba.
Se sentó a su lado y comenzó a acariciar su cabello, pero él se alejó sorprendiéndola, pues jamás evitó alguna muestra de cariño, al contrario adoraba eso y cuando pasaban minutos en los que no las recibía las buscaba.
—¿Sucede algo? —apoya la mano en su brazo.
—Sólo quiero descansar, lo siento —responde con un hilo de voz.
—¿Quieres que te deje solo?
—¿Podrías? —se sienta bajando la cabeza porque no se atrevía a mirarla.
—Está bien —murmura no muy convencida—. Si sucede algo llámame. Cuídate, amor —deja un beso en su cabeza, para luego acariciar su cabello como si de un niño se tratara, pero sabía que era algo que este adoraba que hiciera, ya que constantemente se lo pedía.
Al escuchar la puerta de la entrada cerrarse, soltó todo el aire que había retenido sin darse cuenta y sintió su corazón romperse en mil pedazos.
Sus ojos picaban a causa de las lágrimas y se tiró hacia atrás tratando de no romper en llanto, pero los recuerdos llegaban a su mente así como las sensaciones, torturándolo de gran manera, por lo que no pudo evitar soltar el llanto retenido.
Las lágrimas brotaban sin parar y de sus labios escapaban sollozos, mientras se cubría el rostro con las manos, deseando que todo fuese una pesadilla.
(...)
Los días pasaban y la castaña no lograba entender qué es lo que estaba sucediéndole a su novio.
Cada día lo notaba más distante y pensativo, por más que insistiera no parecía estar dispuesto a decirle lo que estaba pasando, lo cual sólo lograba que se desesperara más.
Se sentía angustiada, con miedo porque no sabía qué hacer al respecto, si alejarse o quedarse, si debía ayudarlo o no, y si debía no sabía cómo hacerlo, ya que no quería soltar lo que tanto se guardaba con temor de lo que pudiera pasar.
La fémina estaba junto a Yoongi y Hyewoon, bebiendo café, mientras conversaban animadamente, aunque ella lo intentaba pero sus pensamientos son invadidos por su novio.
—Ya, deja de pensar en eso, Yehyun —reprocha Yoongi.
—No puedo evitarlo —suspira.
—Quizás pasó algo en su trabajo.
—No —dice rápidamente—. Porque comenzó antes de que volviera a su trabajo.
—Jungkook realmente te quiere —habla frustrado—. He visto como te mira, Yehyun.
—Pues, ya no sé si es así...
—Pégale —mira a Hyewoon, y Yehyun lo miró boquiabierta indignada—. Es necesario para que te destrabes.
—No lo entiendes —pasa las manos por su rostro frustrada.
—Hyewoon, dile algo...
Yoongi se frustraba demasiado fácil y más cuando no hacían caso a sus palabras. No le gustaba ver a su amiga de esa forma cuando él estuvo presente en el hospital, y pudo notar que el policía la miraba embobado.
Se le hacía muy difícil creer que actuaba extraño porque no sentía nada por ella, ya que esos sentimientos no podían morir fácilmente, o eso creía él.
—Pues, yo creo que...no es el correcto para ti —murmura Hyewoon, sorprendiendo a ambos.
—¿Que tú crees qué? —alza la voz el rubio.
—Eso —suspira—. Son completamente diferentes, Yehyun.
—Buenas tardes...—dice una voz masculina grave que los hace sobresaltar.
Yehyun volteó rápidamente, encontrándose con unos ojos cafés que la observaban con intensidad, por lo que soltó un suspiro levantándose para tomarlo del brazo, alejándose unos pocos metros de sus amigos, los cuales los miraban entre confundidos y sorprendidos. Más que nada Yoongi, que parecía no agradarle demasiado, mientras que una sonrisa comenzaba a asomarse en los labios de Hyewoon.
—¿Qué quieres, Taehyung? —lleva las manos a su cintura.
—¿Así recibes a todos tus clientes? —pregunta divertido.
—Sólo a los molestos como tú.
—Me lastimas —lleva la mano a su pecho, fingiendo una mueca de dolor.
—No estoy de humor para ésto.
—Hey, ¿qué sucede, moquito? —se acerca mirándola curioso.
—Eso no te importa.
—Aunque no lo creas, sí —sonríe a medias—. ¿Te hizo algo el imbécil de tu novio?
—No le digas así.
—Mira, si provoca que te pongas mal, entonces, es un imbécil para mí.
La castaña no pudo evitar sorprenderse por sus palabras, pues creyó que la molestaría, pero al contrario parecía otro Taehyung, que si no fuese por todo lo que pasaron y una parte de ella creyera que estaba fingiendo, le agradaría y se sentaría a conversar con él sobre lo que sucedía.
Taehyung notó como el brillo de su mirada había disminuido, pero aún así, sostenerle la mirada por una mayor dosis recetada, lograba colmar su alma, y provocaba que una sonrisa eliminara por completo su máscara de amargura que portaba siempre con él.
Por lo que una parte de este rogana que lo sacara de la oscuridad entregándose por completo, que lo recibiera con esa luz que portaba como si de un ángel se tratase. Pero, sabía que más que un ángel era un demonio, porque al igual que él poseía una gran oscuridad dentro de ella, que creía haber eliminado al entregarse a Jungkook.
Sabía que juntos sólo lograrían quemarse, por lo que se pregunta, ¿qué pasaría cuando el fuego los consumiera? Pero eso dejaba de importarle cuando observaba sus labios que los incitaban a entregarse, a correr el riesgo de averiguarlo como ahora.
—¿Por qué estás aquí, Taehyung? —pregunta con tranquilidad, lo cual le sorprendió.
—En realidad, no vine a hablar contigo —sonríe al notar como el sonrojo aparece en las mejillas de la castaña, debido a la vergüenza—. Quiero hablar con Hyewoon.
—Oh, lo siento...
—No te preocupes. De todas maneras, también quería verte —le guiña el ojo.
—Estúpido —la escucha murmurar, mientras caminaba hacia Hyewoon, por lo que soltó una carcajada y al escuchar que ella también lo hizo sólo que por lo bajo, sintió sus latidos acelerarse. Pues, saber que había logrado hacerla reír le hacía sentir bien.
Yehyun se sentó frente a Yoongi, mientras Hyewoon se dirigía a conversar con Taehyung, por lo que estos voltearon por momentos a verlos con curiosidad.
El hecho de ver a su mejor amiga hablar tan bien con él y reír, le hacía preguntarse qué veía Hyewoon en él que ella no lograba, pues sólo le parecía un idiota con aires de grandeza que aprovechaba lo encantador que podía ser.
—¿De qué hablaron? —le pregunta Yoongi a Hyewoon, en cuanto se sentó, provocando que Yehyun volviera a la realidad, mientras veía a Taehyung alejarse caminando despreocupado.
—Sólo me pidió un favor.
—¿Qué favor? —la mira curiosa.
—Eso no es de la incumbencia de ninguno.
—Bien, volvamos a la conversación —suspira el rubio— ¡Es que ni siquiera has visto en la persona que se convierte ella cuando está con ese policía sexy!
—¡Exacto! ¡Ella no es Yehyun cuando está con él!
La castaña frunció el ceño pensando en las palabras que había dicho su mejor amiga, pues tenía cierta razón.
Jungkook era demasiado romántico, mientras que ella no sabía cómo actuar ante eso, pero cuando estaba con él se sentía distinta. Era otra persona y le gustaba la manera en la que la hace sentir, como si sacara su mejor versión, la cual no sabía que tenía.
—¿Y quién crees que es para mí? —pregunta curiosa.
—Pues...—murmura nerviosa—. ¿Taehyung?
—¡¿Qué?! —preguntan exaltados al unísono.
—Sí. Son el uno para el otro —asegura—. Se entenderían a la perfección. Ninguno es romántico y no tienen que fingir ser otra persona, ni cambiar para encajar, además que se conocen hace...
—¡Taehyung le sería infiel todo el maldito tiempo, porque no sabría mantener a su amiguito dentro de los calzones! —habla exaltado —. ¡¿Acaso quieres ver a nuestra mejor amiga sufrir aún más?!
—No es cierto. No conocen a Taehyung—habla molesta—. Él le fue realmente fiel a su exnovia.
—¿De qué hablas? —ríe la castaña y Yoongi miró asustado a su mejor amiga que suspiró para luego mirar a la pelinegra.
—Tú cállate, además, ni siquiera te tomaste el tiempo de conocer a Jungkook. ¿Yehyun? —toma su brazo—. Tengan una cita aquí, en tu restaurante. Prepara algo para ambos, verás como las cosas vuelven a la normalidad.
—¿Tú crees? —pregunta ilusionada.
—Claro — sonríe—. Doy muy buenos consejos, aunque nunca los sigo —ríen.
Hyewoon miró algo preocupada a su amiga, pero sentía la mirada amenazante de Yoongi, lo que le impedía poder seguir dando su opinión.
(...)
La castaña tenía la mesa preparada con velas, vino servido en las dos copas, la comida en ambos platos y puso música lenta para hacer el ambiente más romántico, tal como lo hizo Jungkook cuando le pidió ser su novia.
El policía estaba sorprendido por lo que preparó, la veía con aquel vestido negro que le llegaba unos centímetros arriba de las rodillas, con la espalda descubierta y no pudo evitar sentirse embobado, como también un idiota por sus sentimientos.
—¿Te gusta? —pregunta nerviosa jugando con los anillos de sus dedos.
—Claro que sí —sonrió—. Pero no era necesario que cerraras antes por mí, que hicieras todo ésto...
—Cállate y disfruta —le entrega una de las copas con vino.
Luego de tomar un sorbo, se dedicó a mirarlo, mientras este dejó su celular en la mesa y siguió dándole sorbos a su copa, tratando así de ahogar sus pensamientos y confusión.
Lo notaba demasiado tenso y eso provocaba que ella también lo esté, por lo que se acercó pasando las manos por su pecho.
—¿Estás cansado? —frunce el ceño.
—Puede que un poco —hace una mueca.
—Quizás debiste quedarte a descansar.
—No pasa nada, Yehyun.
—¿Por qué ya no me dices "pequeña" o "cariño"? —trata de sonreír, pero le sale más una mueca.
—Lo siento, pequeña —sonríe a medias.
Acarició su mejilla, mientras observaba sus ojos que parecían desesperados, quiso decir algo al respecto, pero el pelinegro juntó sus labios para impedir que dijera algo sobre el tema. Sorprendida le correspondió, abrió su boca permitiendo el paso de su lengua comenzando una guerra. Este la besa desesperado y dominante, acariciando su espalda desnuda, apegándola a él, mientras ella jugaba con su cabello largo, el cual se volvió molesto para él por lo que siempre le decía que se lo cortaría, pero nunca lo hacía, lo que provocaba que la castaña se burlara porque sabía que le gustaba su cabello largo, tanto como a ella.
Mordió su labio inferior saboreándolo, sin importarle que llevara un labial rojo, haciendo que soltara un gemido y tirara de su cabello, lo cuál lo provocó aún más. Volvió a besarlo mientras este subió su vestido acariciando sus piernas, pero cuando ella comenzó a desprender su camisa negra, se separó desconcertándola por completo.
—Lo siento —su pecho sube y baja a causa de su respiración pesada—. La comida va a enfriarse, ¿no crees? —suelta una risilla nerviosa.
—Pero...—suspira dándose por vencida—. Tienes labial —ríe pasando su dedo por su barbilla.
—Iré a lavarme, ya vuelvo —deja un pequeño beso en sus labios.
Mientras lo veía dirigirse al baño, tomó asiento llevando sus manos a su frente, sintiéndose desesperada por no saber lo que sucedía, hasta que el sonido de un celular llamó su atención.
Al ver la pantalla del celular de su novio alumbrarse, sintió sus latidos acelerarse por los pensamientos que comenzaban a invadirla, aunque sabía que no eran sanos, terminaron ganándole, por lo que estiró su mano temblorosa para tomarlo.
Hyori
¿Podemos vernos?
En verdad necesito hablar de lo que pasó.
Aquel nombre resonaba en su cabeza, por lo que comenzó a recordar cada conversación que había tenido con Jungkook, en las que terminaba afectado, y sintió paralizarse.
—Yehyun, ¿qué haces con mi celular? —inquiere frunciendo el ceño.
—¿Cuándo pensabas decírmelo? —deja el celular bruscamente sobre la mesa mientras se levanta.
—¿De qué hablas?
—Hyori —responde provocando que se estremeciera—. ¿Conoces ese nombre? ¿Provoca algo en ti? —lo enfrenta con la mirada, pero este la desvía mientras tragaba con dificultad.
—Ella se mudó aquí hace unos días porque consiguió traba...
—Vete —exige sorprendiéndolo.
—Escúchame...
—Quiero que te vayas, Jungkook —alza una ceja.
—Cariño...—murmura con sus ojos cristalinos.
—¡No me llames así! —alza la voz, provocando que se sobresalte—. ¡Vete! No me interesan tus estúpidas explicaciones.
Caminó a paso lento hacia su celular, sintiendo la mirada furiosa de Yehyun, que provocaba que sus latidos se aceleraran, mientras se dirigía al perchero donde estaba su chaqueta
Un nudo se formó en su garganta al reaccionar a la situación que había creado, por lo que soltó un suspiro, tratando de mantener la calma para no romper en llanto en ese instante.
—Tarde o tempranos tendremos que hablar, Yehyun —dice antes de salir.
La fémina se dirigió hacia la mesa y soltó un grito tirando una de las sillas. Apoyó las manos en la mesa tratando de controlar su respiración, sintiéndose temblar de la rabia, decepción y dolor que le provocaba saber que quien creyó que podría ser el amor de su vida, no era el hombre que había demostrado ser.
Se había cerrado por años al amor, pero en cuanto vio aquella mirada de Jungkook, que demostraba ternura y lo gentil que era, no pudo evitar entregarse a él, dejando de lados sus miedos. Había cambiado su soledad sin importarle que, quizás, no podría salir ilesa y ahora volvía a sentir aquel dolor que se prometió no repetir.
Siente como una parte de ella volvía a morir y la oscuridad comenzaba a consumirla.
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