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21; EXPLOSIÓN

EXPLOSIÓN

Taehyung salió de bañarse con un toalla enrollada en su cadera y Dalmi se acercó a él, observándolo deseosa. Este buscaba su ropa, sintiendo como ella dejaba besos en su hombro, subiendo hasta llegar a su cuello.

—No tengo tiempo para ésto —habla con el semblante serio.

—Siempre dices lo mismo y acabas cediendo —murmura en su oído, acariciando el tatuajes de una rosa negra que se encontraba en la parte alta de su espalda.

Cuando este volteó a verla, ella sonrió, para luego juntar sus labios. Taehyung sabía que tenía razón, pues se le hacía demasiado difícil no caer en sus juegos, ya que lo conocía perfectamente, tanto lo que le gustaba como lo que no.
Era la única persona que lo hacía y eso se debía a que confiaba ciegamente en ella, estaba seguro de que era imposible que le fallara porque lo amaba demasiado.
Por eso conocía todas sus debilidades y todos sus demonios, con ella no tenía miedo de mostrarse tal cual era, porque era su único lugar seguro.

Comenzó a bajar sus besos húmedos por el cuello de la pelirroja, sacándole suspiros, pero en eso unos golpes en la puerta provocaron que se separaran.

—¿Señor Kim? —habla la servidumbre detrás de la puerta.

—¿Qué sucede?

—El señor Park Jimin se encuentra abajo.

—¿Qué quiere?

—No lo sé, pero se ve demasiado alterado.

Taehyung salió, sin importarle que sólo se encontrara con una toalla enrrollada en su cadera y su cabello aún húmedo.
Se dirigió a su despacho encontrándose con un Jimin pelinegro, que parecía estar tratando de contener la rabia, caminando de un lado hacia el otro empuñando sus manos.

—¿Qué sucede? —pregunta cerrando la puerta a sus espaldas.

—¡La policía casi nos atrapa! —grita pasando los dedos por las hebras de su cabello—. ¡Si no fuese porque uno de tus hombres vio a la policía entrar a la zona, no sé qué sería de mí ahora mismo!

—¿Y Kyungho? —pregunta confundido.

—¡El estúpido Jefe de policía parece ya no estar de nuestro lado!

—¡Maldición! —grita tirando las carpetas que se encontraban en el escritorio.

—¡¿Qué haremos?!

—Sabía que fue un maldito error volver a este lugar —murmura entre dientes.

—Si ya no está de nuestro lado no nos sirve.

—Encárgate de él —alza una ceja—. Ese imbécil nunca nos fue eficiente y sabe demasiado.

—Nunca deberíamos haber confiado en un maldito y miserable policía.

Jimin salió dando un portazo, y Taehyung se sentó suspirando frustrado.
Park se encargaba más que nada del tráfico de armas, pero a este no le importaba cuánto debía ensuciarse las manos cuando se trataba de su seguridad, porque el miedo de acabar en prisión lo invadía, pero aún así ama la cantidad de dinero que ganana viviendo de esa forma.
Eso le había dado sentido a su vida y estaba realmente agradecido con el castaño por haberle dado la oportunidad de comenzar de nuevo.
La adrenalina, el miedo y la violencia que se veía con esa vida, de cierta manera le recordaba a la de niño, pero esta vez no sentía ganas de escapar.













(...)












Jungkook estaba demasiado nervioso, movía su pierna de arriba abajo, mientras miraba por la ventanilla del coche, una florería.
El miedo era parte de él, y aunque no quisiera demostrarlo, era demasiado obvio para su novia que lo conocía cada vez más con el tiempo.

—Hey, tranquilo —Yehyun apoyó la mano en su pierna.

—Hace meses no la veo —suspira.

—Lo sé —toma su mano—. Ahora debes bajar...

—¿Y si vuelve a rechazarme? —frunció el ceño, mirando a su novia lleno de inseguridades.

—¿Y si te ha extrañado?

—¿Y si me abrazas?

Yehyun no pudo evitar sonreír, mirándolo tiernamente, para luego pasar los brazos alrededor de su cuerpo, mientras este apoyaba su cabeza en su pecho tratando de que sus nervios desaparecieran.

—Todo saldrá bien —trata de sonar confiada.

—¿Lo prometes? —se aferra más a ella.

—Lo prometo —besa su cabeza.

Se separó lentamente de ella y dejó un pequeño beso en sus labios antes de bajar. Una brisa cálida desacomodó su cabello que había tirado hacia atrás y ahora se encontraba a sus costados. No le dio importancia y tomó una bocanada de aire, antes de comenzar a caminar hacia la floreria.
Mientras más se acercaba más rogaba que todo saliera bien esta vez, aunque sus esperanzas eran pocas.

Al entrar vio una mujer pelinegra, que llevaba un vestido azul,y estaba acomodando unas flores.
De repente estaba completamente paralizado, no sabía cómo actuar aunque sentía ganas de abrazarla, decirle cuánto la había necesitado,  extrañado y llorar hasta desahogarse, pero temía cómo reaccionaría.

—¿M-Mamá? —titubea y traga con dificultad.

La mujer pelinegra volteó y lo miró sorprendida, pero rápidamente cambió a indiferencia como siempre solía hacerlo. Apesar de estar acostumbrado seguía doliéndole más que nada, por lo que no podía evitar recordar cuando Jeon Jiyu era una mujer alegre, que a pesar de no ser tan apegada a su hijo, le daba la atención necesaria. Le gustaba planear salidas junto a su familia, le gustaba cocinar lo que a su marido e hijo tanto les encantaba, compartía sus momentos con ellos, reprochaba cuando hacían algo que no era de su agrado y se preocupaba por ellos. Pero ahora que había perdido a su amado, demostraba cuánto le desagradaba volver a ver a su hijo, el cual era idéntico a cuando su marido era joven.

—¿Qué haces aquí?

— Hace meses no nos vemos...—murmura desviando su mirada, pues no podía soportar aquella indiferencia.

—Lo sé —dice comenzando a regar algunas plantas.

—¿Te está yendo bien aquí? —no podía evitar seguir preocupándose.

—Algunas veces —responde en seco.

—¿Sigues recibiendo el dinero?

—Ya te he dicho que no lo necesito —se cruza de brazos.

—Sabes que lo necesitas...

—Sólo sientes culpa por lo que le hiciste a tu padre...

Jungkook vio como su madre dejaba de hablar, desviando la mirada a un costado de él, por lo que volteó desconcertado creyendo que podía tratarse de un cliente, pero al ver a su novia se sorprendió.

—Mamá, ella es Lee Yehyun, mi novia
—se acerca a la castaña pasando la mano por su cintura, mientras tragaba en seco, tratando de desaparecer el nudo en su garganta al haber escuchado sus crueles palabras.

—Hola —hace una reverencia y sonríe nerviosa.

La mujer se mantuvo en completo silencio, provocando que la tensión creciera aún más.

—¿No dirás nada? —pregunta dolido.

—Vete, Jungkook —camina hacia su escritorio.

—Pero...

—¿No entiendes que no puedo verte?
—pregunta con un hilo de voz—. Me recuerdas a tu padre, al daño que nos hiciste —sus ojos se cristalizan—. No fuiste capaz de ayudarlo con la empresa para que no quebrara, aunque él te lo rogara. Fuiste un maldito caprichoso que lo quería todo, sabiendo que no contábamos con el dinero necesario, sólo pensabas en ti...

—Mamá, por favor...—su voz se quiebra.

—¡Vete! —alza la voz provocando que se sobresalten.

Estaba completamente herido por sus palabras, por un momento se había ilusionado con que lo recibiera con los brazos abiertos, y ahora se sentía un idiota por haber tenido esperanzas.
Yehyun tomó su mano para salir de aquel lugar, ya que sabía que este era incapaz de moverse.

Una vez que se subió en la parte del acompañante, ella le cerró la puerta, para luego subir del lado del conductor, ya que el pelinegro que no estaba en condiciones de conducir.

—¿Jungkook...? —murmura al verlo con la cabeza gacha, mientras trataba de tomar su rostro entre sus manos.

—Lo prometiste...

—Lo siento —suspira mirándolo con culpa.

Trató de mirarlo a los ojos, pero desvió la mirada y rápidamente supo que quería evitar que sus miradas se encontraran, porque no quería que viera la tristeza que se ocultaba en sus ojos oscuros, pues para él no había nada peor que el rechazo de su madre.
Eso lograba destruirlo por completo, pero no quería romperse frente a su novia, no quería que lo viese de aquella manera.

—Voy a ir a hablar con el Jefe de policía. Necesito volver al trabajo, no puedo estar tres días más sin hacer nada.

—Está bien. Te llevaré allí e iré a trabajar.

Jungkook besó su mejilla para tranquilizarla, para luego colocarse el cinturón de seguridad cuando Yehyun comenzó a conducir.
Su mirada estaba perdida, sentía unas terribles ganas de llorar, pero no quería romperse frente a su novia.
Quería mostrarse fuerte, sin saber que ella en ese momento sólo deseaba ser su apoyo. Anhelaba quitarle toda la tristeza, porque era la mejor persona que había conocido, no podía soportar verlo así cuando este la hacía completamente feliz y borraba toda su tristeza.












(...)










Jungkook entró a la estación de policía, llevándose la mirada de todos sus compañeros de trabajo, hasta de su mejor amiga, la cual corrió hacia él tomándolo del brazo. No lo esperaba aún, ya que sabía que le quedaba días, por lo que verlo despertó su curiosidad.

—¿Qué haces aquí? —pregunta confundida.

—Necesito volver.

—Jungkook, sólo faltan tres días para que regreses —suspira—. No lo hagas molestar más.

—Ya, sé lo que hago.

Retomó el camino y una vez que entró a la oficina, vio a Kyungho sentado mirando a la nada, con varios expedientes sobre la mesa sin darles la más mínima importancia.

—¿Qué haces aquí, Jeon? —lleva las manos a la nuca, mirándolo con una sonrisa burlona—. Sabes que no puedes estar aquí, estás suspendido por una semana.

—Lo sé, carajo —suspira—. Pero necesito volver, necesito retomar...

—Vete, aún tienes más días de suspensión.

— ¿Qué haré en esos días? —pregunta confundido.

—No lo sé. Beber algo, salir a cenar, ¿yo qué sé? —habla molesto—. Ócupate un rato de tu vida, Jungkook —se levanta tomando el celular de su escritorio, para luego agarrar la chaqueta que se encontraba en un perchero.

—Yo no soy como usted —murmura entre dientes—. No puedo tener muchos expedientes frente a mí y hacer como si no existieran...—lo mira molesto.

—Ten mucho cuidado con tus palabras —alza una ceja mirándolo amenazante.

—¡Pues, haga su maldito trabajo! —grita furioso.

—¡A mí no me levantes la voz! —lo empuja—. ¡Yo soy quien manda aquí!

Cuando voltearon se dieron cuenta que los demás estaban mirándolos entre sorprendidos y asustados, porque nadie era capaz de enfrentar al Jefe de policía, aún así Kyungho salió como si nada con Jungkook pisando sus talones.

—¡¿Por qué no hace bien su maldito trabajo?!

—¡Cállate! ¡Cállate de una maldita vez! —salen de la estación de policía—. No me hagas despedirte.

—Sabes muy bien que este lugar ha dejado de pertenecerte.

—¿Y a quién le pertenece? —pregunta burlón—. ¿A ti? —frunce el ceño—. Sólo tienes veintiocho años.

—Y aún así hago un mejor trabajo que usted.

Aquellas palabras habían desatado la furia de Kyungho, pero aún así no se arrepentía de decirlas porque se las había guardado por demasiado tiempo.

—¡Recoge tus cosas y te largas de este lugar! —apunta mirándolo amenazante—. Ya no trabajas más aquí.

El pelinegro se sintió completamente paralizado, jamás se había esperado que el Jefe de policía se atreviera a despedirlo, cuando sabía que su trabajo era su vida y lo único que tenía.
Lo vio subir a su auto y cuando quiso acercarse, ya que sólo lo separaban unos pocos metros, este encendió el motor provocando una explosión.
La onda expansiva logró llegar a Jungkook provocando que cayera hacía atrás, golpeando su cabeza contra el pavimento, mientras todos salían asustados a ver qué había sucedido.

A lo lejos Park Jimin salió de un garaje, acercando la radio de comunicación inalámbrica a sus gruesos labios, que tenían una gran sonrisa perversa al ver el caos que se formó.

¿Qué sucedió? —pregunta Taehyung.

—Está hecho —alza una ceja—. El Jefe de policía está muerto.

Buen trabajo, Jimin.

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