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CHAPTER SEVEN

SEVENNIGHTMARE

CON GUANTES Y UN BATE EN MANO, la pelinegra rezongó mientras caminaban por las vías del tren en el corazón del bosque. —¿Adoptaste algo obviamente peligroso solo para impresionar una chica? Y yo creía que los chicos de aquí no podían ser más estúpidos. —Dustin la fulminó con la mirada mientras tiraba carne cruda al suelo. Steve solo rodó los ojos.

Eso está demasiado simplificado.

Además, ¿Por qué ella apreciaría una babosa inmunda? —Steve habló mientras tiraba carne cruda de un cubo. Betty solo admiraba la arboleda.

¿Una babosa tridimensional? Porque es cool. —Ambos mayores se miraron cuestionando los razonamientos del pequeño preadolescente.

El chico del cabello extravagante hablo. —Aunque ella le pareciera cool, lo cual no pasó...—Betty se rió un poco, ganándose una mirada fruncida del pequeño. —No lo sé, siento que te estás esforzando demasiado.

Dustin suspiró. —No todos tenemos tu perfecto cabello, Steve.

El nombrado soltó un rezongo. —No se trata del cabello. —La pelinegra enarcó una ceja. —La clave es actuar como si te diera todo igual.

A Betty le dieron ganas de golpear Steve por el horrible consejo que acaba de dar. —¿Aunque no sea así? —Dustin preguntó.

Exacto. Las vuelve locas. —La pelinegra no podía creer las estupideces que decía el mayor, parecía un tomate de lo roja que estaba.

Y luego, ¿que?

Si, y luego ¿qué, Steve? —El cambio de voz de Betty sorprendió a Dustin.

Después esperas, hasta que...hasta que lo sientas.

¿Sentir qué?

Es como antes de una tormenta. La puedes sentir, pero no la ves. —Steve tiró otros pedazos de carne, y el enojo de su compañera aumentaba. —Es como...electricidad, ¿sabes?

¡Ah! Como en el campo electromagnético cuando las nubes de la...

Betty rió por lo bajo al ver lo nerd que era Dustin, lo hacía ver inocente. —No, no, no, no. Como una electricidad sexual. —Dustin exclamó un "¡Oh! de haber entendido. —Cuando la sientas: avanzas.

¿Ahí la besas?

Wow, wow, wow. Más despacio, Romeo. —Steve se detuvo, provocando que ambos compañeros imitaran su acción. —Algunas chicas: si, quieren que seas agresivo, fuerte, pasional y pesado, como no sé...cómo un león. —Retomaron el paso. Y por alguna razón Betty se acordó de Billy con la descripción de Steve. —Pero con otras debes ser lento, sigiloso como un ninja.

Okay, voy a detenerte aquí, karate kid. —La pelinegra se paró en frente del mayor, provocando confusión y molestia en él. —Nosotras no somos objetos, somos personas. Así que deja de aconsejar a este niño las diferentes maneras de "conseguirnos" como si fuéramos mercancía, porque no lo somos. No nacimos para estar a disponibilidad de ustedes, como ustedes tampoco con nosotras. —Si las miradas mataran, Steve estaría tres metros bajo tierra. —Y tu...—Miró a Dustin, que observaba la escena asustado. —Si tanto quieres llamar la atención de Max sólo sé tú mismo, no eres una persona que cae mal, eres cool tal y como eres. Sin babosas alienígenas. —El pequeño le sonrió, demostrando lo que él llamaba "sus perlas". Betty le devolvió la sonrisa para volver a mirar al mayor. —Deja de dar consejos, nos haces un favor.

Después del regaño, el trío siguió hablando de otros consejos, mucho más saludables de los que daba Steve. El único buen consejo que pudo dar fue revelar los productos que usaba para su cabello. —Le dicen a alguien de esto y los muelo a palos.

Tranquilo, no le diremos a nadie que usas laca de Farrah Fawcett. —Ambos compañeros estallaron de risa.

Cállense, es ardiente.

Una vez que llegaron a un baldío con autos y chatarra oxidada, el trío arrojó la carne cruda en un punto medio del lugar. —¡Dije que la quería bien cocida! —Una voz se escuchó y los tres se giraron a observar a un niño de tez oscura y una niña pelirroja, Betty la reconoció como la hermana de Billy.

¿Quién es ella? —Steve preguntó y ambos adolescentes miraron a Dustin, quien sólo se mantuvo callado. Haciéndolos saber que ella era Max.

Los dos niños se presentaron y comenzaron a preparar el lugar para que sea más seguro. Así que comenzaron a tapar las ventanas del enorme autobús oxidado. Pero solo Max, Betty y Steve ayudaban, Dustin y Lucas se habían escondido.

La pequeña pelirroja cogió una placa, pero era demasiado pesada. —Déjame, te ayudo. —La mayor agarró la placa de metal con facilidad, sorprendiendo a Max, para después colocarla en una ventana.

Ambas chicas se quedaron en silencio y evitaban mirarse, pero la curiosidad de la pelirroja le ganó. —¿Es verdad que...?

¿Le rompí la nariz a tu padre? Si. —Max la miró y pudo notar que estaba molesta.

Neil no es mi padre, es mi padrastro. —Betty le devolvió la mirada, con compresión. —Billy es mi hermanastro. —Ambas se observaron a los ojos, tratando de descifrarse. Pero solo Max cedió a una sonrisa. —Gracias, por romperle la nariz.

Betty sonrió, y la niña comprendió el porqué su hermanastro no dejaba de hablar de ella. No sólo era linda, pero era amable con todos.

¡Vamos adentro! ¡En 40 minutos oscurece!

Una vez todos adentro del autobus, la pelinegra se acercó a Steve. —Hey.

El adolescente la miró y sonrió levemente. —Hey.

Ten. —Le entrega el bate que anteriormente se lo habían dado. —Lo necesitarás más que yo.

Steve largó una risa por lo bajo. —No, Betty, tu lo...

La nombrada lo interrumpió. —Por dios, Steve, deja tu caballerosidad a un lado y tómalo. —El castaño cogió el bate. —Sé que pidieron mi ayuda porque soy fuerte y porque confían en mi, así que confía en que no voy a necesitarlo.

De acuerdo, she-hulk.

Después de eso, se formó silencio y el cielo se oscureció, dándole paso a la niebla para que los rodeara. Lucas se instaló en el techo para vigilar, mientras que los demás esperaban a bajo: Steve con su bate en mano jugando con un encendedor, Betty usando sus poderes en secreto para detectar cualquier movimiento cerca del baldío, Dustin vigilando entre los agujeros de las ventanas tapadas y Max solo suspiraba sentada en uno de los asientos del autobús. Esta última decidió romper el silencio. —¿Así que te enfrentaste a uno de estos anteriormente?

Steve asintió y Betty frunció el ceño. —¿Cómo que anteriormente? ¡¿Esto ya había pasado?!

Dustin y el castaño se miraron nerviosos. —No exactamente. —Habló el menor. —Era mucho más grande.

¡¿Más grande?!

Max rodó los ojos. –¿Están completamente seguros de que no fue un oso?

Dustin la miró feo. —Mierda, no seas idiota. No fue un oso. —La pelinegra alzó las cejas sorprendida. Max lo miraba indignada. —¿Por qué estás aquí si no nos crees? Vete a casa.

Que mal humor tienes. —Se levantó de su asiento y se dirigió a las escaleras. —¿Ya pasó tu hora de dormir? —Y con eso subió al techo del autobús.

Muy bien, muéstrale que no te importa. —El mayor habló refiriéndose a niño de rulos castaños.

Dustin y Betty lo miraron mal. —No me importa. —El nombrado guiñó el ojo. —¿Por qué me guiñas el ojo, Steve? Basta.

Betty sintió un escalofrío trepándose desde su cuello hasta su columna, algo se acercaba. —Ya están aquí.

El niño la miró confundido. —¿Cómo lo sabes? —Pero un rugido fuera de lo normal respondió su respuesta. El trío se aproximó a las ventanas y observaron el perímetro. —¿Lo ven?

No. —Contestaron al unísono

Lucas, ¿Qué está pasando? —Dustin habló fuerte hacia arriba.

¡Aguarden! —Se escuchó su voz ahogada por el techo. —¡Contacto visual! ¡A las diez en punto!

El trío dirigió la mirada hacia esa dirección y Betty no podía creer lo que se veía a través de la niebla, parecía un perro deforme.—No muerde la carnada, ¿por qué no muerde la carnada?

¿No tiene hambre? —Contestó el preadolescente.

Creo que se cansó de comer vaca. —Con eso Steve se alejó de la ventana, provocando que sus compañeros lo imitaran.

Vieron como el mayor tomaba su bate y se acercaba a la puerta. —Steve, ¿qué haces? —Preguntó la chica.

El nombrado le arrojó el encendedor, que lo atrapó sin problema. —Prepárense. —Y con eso abrió la puerta con un chirrido y salió afuera.

Steve comenzó a chiflar, acercándose al perro. —Hora de cenar, pequeño.

Pero unos ruidos en las escaleras sorprendieron a Dustin y a Betty, era Max bajando. —¿Qué es lo que está haciendo?

Dustin con la cara pegada a la ventana, murmuró: —Expandiendo el menú.

Pues expandámoslo más, entonces. —Le dejó el encendedor a la pelirroja y abrió la puerta para salir afuera. Se acercó a Steve, y pudo observar mejor al perro deforme.

Algo en él le resultaba familiar.

¿Qué haces aquí? Deberías estar adentro. —Susurró el muchacho.

Necesitas mi ayuda, créeme.

Los escalofríos volvieron y con eso Lucas gritó: —¡Chicos! ¡Cuidado!

¡Estamos un poco ocupados! —Betty notó como los nervios de Steve aumentaban.

¡A las tres en punto! —Ambos giraron hacia a dirección que Lucas gritó: dos perros alienígenas habían aparecido.

La puerta del autobús se abrió de un chirrido y Dustin comenzó a gritar. —¡Chicos! ¡Aborten!

Ambos adolescentes se distrajeron y le dieron tiempo para que el perro los atacara, pero ambos lo esquivaron y Steve pudo golpearlo. Este último corrió hacia adentro del autobús, mientras que Betty rodeó un auto para distraerlos. —¡Betty entra! ¡Betty por dios! —Se escuchaban gritos desde adentro.

La pelinegra contra la pared del autobús observó a los cinco perros que la miraban hambrientos. Sentía miedo, mucho miedo. Porque lo habían logrado, habían logrado abrir el portal después de que ella misma detectara vida en otra dimensión, vida que no valía la pena investigar. —Betty, por favor entra. —Escuchó como Steve hablaba a través de la ventana.

Hay muchas cosas que no sabes de mi, Harrington. —Posicionó sus pies fuertemente en la tierra, parándose derecha mientras miraba atentamente a su amenaza. —Y es no solo tengo fuerza.

Y con eso alzó los puños hacia arriba para después estrellarlos contra el suelo con fuerza mientras gritaba. Aquel golpe provocó una explosión en la tierra, haciendo volar a los perros tridimensionales. Pero eso no los mató. Así que Betty alzó los brazos, haciendo que los cinco perros se elevaran de su lugar, y comenzó a cerrar sus manos mientras que cerraba los ojos y sentía como la sangre bajaba por su nariz. Los perros rugían y largaban alaridos de dolor al igual que ella, hasta que la pelinegra cerró las manos de repente y los perros explotaron en mil pedazos, manchándola de sangre alienígena.

Se dirigió hacia el autobús, abrió la puerta y observó a cada uno: estaban asustados, sorprendidos y confundidos. Betty se limpió la sangre que caía de su nariz. —¿Quién eres en realidad? —Preguntó Dustin blanco del susto.

Se los diré si me explican que mierda está pasando, porque eso no era un perro.

Los niños y Steve se miraron entre sí, pero un ruido no los dejo hablar. La pelinegra cerró la puerta rápidamente y vio como los perros alienígenas golpeaban con fuerza las paredes del autobús, provocando que este se tambaleé. Los niños comenzaron a gritar y Steve atacaba a todo lo que trataba de entrar, pero hubo silencio absoluto cuando pasos se escuchaban en el techo: había uno ahí. Los adolescentes se aproximaron lentamente hacia la escotilla, pero cuando quisieron atacar, los perros se fueron como si nada.

Se quedaron en silencio y Steve abrió la puerta lentamente aún con el bate preparado. Todos salieron del autobús sigilosamente. Lucas habló. —¿Qué ocurrió?

¿Betty los asustó? —Respondió Dustin aún en la puerta.

No. —Habló la nombrada mirando el terreno en busca de amenaza. —Van a otro lado.

Vámonos.— El grupo comenzó a avanzar, saliendo del terreno y adentrándose en el bosque.

Betty quería pensar que esto era tan solo un sueño, pero en realidad era peor: era una pesadilla hecha realidad.

[ author's note! ]

vIERON STRANGER THINGS 3?? ESTOY RE TRISTE

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