CHAPTER ELEVEN
ELEVEN • THE DEVIL WAS AN ANGEL
BETTY COMENZÓ A LIMPIAR el desorden de la casa de los Byers. A pesar de que recién esa noche los había conocido, no quería que Billy comenzara hacer preguntas donde las respuestas no eran muy de fiar. Ella sabía que no le había creído del todo cuando hablo sobre su fuerza inhumana, después de todo la había llamado loca, ¿no?
Después de juntar los dibujos, ordenar los muebles y barrer los vidrios del suelo, escuchó como un motor se acercaba a toda velocidad. Debían ser los niños y Steve, pensó Betty. Y en efecto, cuando el auto estacionó, vio que era el camaro azul de Billy y los niños y el adolescente bajan de él. —Wow, de en serio ordenaste. —Habló Mike al entrar y observar que todo estaba en su lugar, a excepción de la ventana rota.
—Si, ahora denme las llaves del auto. Llevaré a Billy a su casa, ya casi va a despertar. —Max dudosa se acercó a ella y le dejó las llaves en sus manos.
—Trata de inventar una excusa, ¿si?—Refiriéndose a salvar el trasero de Billy de las manos de su padre. Betty asintió y cargó al rubio como si nada, dejando algo sorprendidos a los demás.
—No abran tanto la boca, hay moscas.
Salió de la casa y dejó a Billy en el asiento trasero del auto, para después ella subirse al del piloto. Steve se acercó a su compañera y ella bajó el vidrio del auto. —Ten. Avísame si pasa algo, ¿si? —Le entregó un papel. Betty lo abrió y vio que era su número. —Gracias por ayudarnos, y perdón por meterte en este lío.
—No importa, Steve. —La pelinegra lo observó con una sonrisa sincera. —Para eso están los amigos.
Los labios del castaño se formaron en una sonrisa. Extrañaba tener amigos, más que nada amigos que si se preocupen por él. —¿Para combatir un perro tridimensional?
Betty rió sacudiendo la cabeza. —Para ayudar.
Steve con una gran sonrisa se despidió y se alejó del auto, para ver cómo este arrancaba su camino hacia la carretera. Se sentía feliz: tenía una amiga y de verdad.
En el transcurso de la casa de los Byers hasta la residencia Hargrove fue en pleno silencio, hasta que unos murmullos provenientes del asiento de atrás acabaron con el. —¿Don...Dónde estoy? —Murmurando por lo bajo, Billy levantó su cabeza del asiento de atrás, sentándose. —¿Es-estás manejando...mi auto?
Betty con un suspiro lo miró a través espejo retrovisor: El precioso Billy Hargrove se encontraba sudando y no de una linda forma, respiraba entrecortado, su cabello rubio era un desastre, sangre seca bajaba por su nariz y en su mejilla se encontraba un moretón enorme. La pelinegra entrecerró los ojos, ella recordaba que Steve le había pegado en la nariz. —¿Quién te hizo ese moretón, Billy?—Su voz fue seria y directa al punto, tan así que un escalofrío recorrió la espalda del nombrado.
—El idiota de tu novio. —Habló entre respiraciones, rodando los ojos. —Harrington.
Sacudiendo la cabeza lentamente, miró por el espejo a Billy y sus ojos se conectaron, los azul cielo tristes y débiles mientras que los castaños severos y comprensivos. —Yo recuerdo que Steve lanzó un puño y fue hacia tu nariz. —Habló susurrando, dejando que la tensión no aumente.
El rubio suspiró y recostó su cuerpo con la espalda del asiento. —Ya sabes qué pasó. —Betty cerró los ojos un segundo, tratando de contener su indignación. —Solo fue un golpe, pero ¿sabes? De todas formas duele. —La pelinegra estacionó, solo para poder escucharlo con más atención. Ella se giró a mirarlo, pero él no. —No fue mi culpa que Max decidiera escapar, digo nadie quiere pasar el rato conmigo más que para su propio beneficio. —Billy suspiró y se giró a ver aquellos ojos castaños, que por alguna razón podían revelar una parte de él que encerraba bajo tumba. —Mi vida apesta, tendré todo lo material del mundo, pero al final de esto yo estoy solo.
Betty, al ver como Billy Hargrove se abrazaba a si mismo para no romperse allí y llorar, encendió el auto de un rugido y a toda velocidad cambio de transcurso. Billy supo que hoy dormiría tranquilo.
Una vez que llegaron a la casa deshabitada de Betty, esta guió al rubio a que vaya a la habitación principal y se relaje allí. Como un dejavú, ella fue a buscar el kit de primeros auxilios al baño y se observó en el espejo. Tenía ojeras y lágrimas secas de haber llorado del miedo y la adrenalina, también tenía un corte en su ceja y los labios secos. Se lavó la cara y recogió sus rulos en una cola de caballo, su apariencia parecía casi normal ahora. Antes de subir llamó a la residencia Hargrove, fingiendo ser la hermana de una amiga de Max, diciendo que iban a tener una pijamada y que se avergonzaba por no avisar.
Subió las escaleras con el kit en mano y abrió la puerta de su habitación. Billy se encontraba sentado en la cama a oscuras, sin su camisa roja ni tampoco pantalones, pero a él no le importaba, solo observaba el cielo minado de estrellas quienes iluminaban su rostro, dándole una apariencia angelical. La boca de Betty se secó por completo. —Umm... —El rubio se volteó a verla, su piel dorada por el sol hacia contraste por la luz de la luna. —Llamé a tu casa, dije que Max estaba en una pijamada. —Billy asintió y prendió la luz de la mesa, revelando la sangre y el moretón en su mejilla, y lo peor: lágrimas que no paraban de caer.
Betty se acercó a él y se sentó en la cama. Lo observó y dirigió sus manos para secar sus lágrimas, pero el rubio se alejó. —Está bien, solo quiero que dejes de sufrir. —De nuevo se acercó, esta vez él no se movió, y cerró los ojos al sentir las manos delicadas de la pelinegra quitar sus lágrimas de dolor. Se sintió tan tranquilo y tan suave. —Voy a limpiar la sangre, ¿está bien, Billy? —Abrió los ojos al escuchar su nombre. Billy. No sabía porque le gustaba que diga su nombre, siempre lo odió. Pero salido de su boca era una caricia para sus oídos, no importaba la forma.
—De acuerdo. —Susurró con aquella voz gruesa que utilizaba para conseguir lo que quería, aumentando la tensión que se había formado desde el día que se conocieron en el estacionamiento de Hawkins. Un escalofrío recorrió la espalda de la adolescente.
Mojó el algodón en alcohol y lo pasó por el labio superior del rubio, dándole un pequeño estremecimiento ante la sensación del líquido frío contra su piel caliente. Pero se dejó limpiar por aquellas suaves y delicadas manos. En ningún momento dejó de observar a la chica que lo ayudaba: se encontraba concentraba, pero totalmente nerviosa. Sus manos temblaban al tocar su piel dorada y caliente. —¿Betty? —Su voz otra vez, parecía terciopelo contra los oídos de la nombrada.
—¿Si? —Lo miró a los ojos, ambos inseguros de lo que pasaría. Pero lo que si era seguro era aquella lujuria que transmitía en los ojos de ambos.
—¿Harrington se molestará? —El rubio se relamió los labios mientras se acercaba hacia el rostro de la morena, su corazón parecía salirse de su pecho en cualquier momento.
Los ojos de Betty se colocaron en los rosados labios del mayor, que lentamente se acercaban a los de ella. —¿De...q-qué hablas?—Trató de murmurar en susurro, demasiado distraída para pensar con sus cinco sentidos.
Billy acarició con suavidad el brazo desnudo de ella, ocasionando que ambos se mirasen a los ojos. —De esto. —Y con eso unió sus labios con los de ella. Por dios, tan solo podía pensar Billy, había deseado esto desde que se conocieron.
Ambos se besaban con tanta pasión y desesperación por el otro que ni siquiera notaron como el rubio se deshacía de la ropa de Betty, tan solo fue instinto. Un instinto que gritaba a todo pulmón que aquella chica, que lo ayudaba a pesar de ser una horrible persona con un montón de horribles problemas, era quien lo iba a guiar a ser mejor persona.
Y eso a Billy le asustaba.
[ author's note! ]
Y GARCHARON EAAAA, perdón por no hacer smut no soy buena en eso y me re iNCOMODA ahre pero leerlo no xd
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