Capítulo 03
⋇⊶⊰❣⊱⊷⋇ ⋇⊶⊰❣⊱⊷⋇
⋇⊶⊰❣⊱⊷⋇ ⋇⊶⊰❣⊱⊷⋇
"𝘗𝘢𝘤𝘪𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘢 𝘴𝘢𝘭𝘵𝘢𝘮𝘰𝘯𝘵𝘦𝘴, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘣𝘶𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘭𝘦𝘴 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘯 𝘢 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘳."
Como nadie hablaba, prefería mirar por la ventana del carro.
Aferraba mi mano a la de mi hermano Seung, a simple vista parecíamos no ser los tipos de hermanos que se toman de las manos, pero lo hacíamos en momentos especiales y necesarios, como ahora, tomarlo de la mano me hacía sentir segura, disminuía mi terror, él lo sabe, por eso no se queja.
Mi terror aumentó cuando vi el hospital a unos cuantos metros.
—Todo va a estar bien... —Habló mi hermano cuando ya estábamos fuera del auto, nos encontrábamos frente al edificio.
Mientras nos acercábamos a la entrada, mi corazón latía tan rápido que podía escucharlo en mis oídos, me recordé respirar pausadamente. Mi padre me sostuvo por la cintura para ayudarme a caminar.
Esperamos unos minutos en la sala de espera antes de poder ver a mi doctor, un buen hombre con sonrisa amable, no me gustaba cuando me miraba de esa manera, mamá decía que solo era amable.
Nos condujo hasta su consultorio...
— Te agradecería si te acostaras en la camilla... —Me dice, cuando ha cerrado la puerta del consultorio.
Sin decir nada, camino a la camilla tiesa de ahí y de un salto me subo. El doctor checó mi pulso y otras cosas que no quise prestar atención.
—Está un poco acelerado, ¿te encuentras bien?
—Es el hospital —Le digo.
—Ha Neul, comprende que es aquí donde podemos ayudarte, en donde hay posibilidades de curarte y no estamos para empeorarte...
Rodé los ojos.
—No pone de su parte. A veces no toma su medicamento y se niega a usar el inhalador cuando es necesario, no la entiendo... —Expresó mi madre con angustia.
—¿Podrías decirnos por qué? tu familia está tratando de ayudarte, pero tú pareces querer empeorar todo... —El doctor me observa.
—¿Realmente creen que esto es ayuda?, ¡he pasado casi toda mi vida de esta manera y no han podido hacer nada y yo ya no estoy dispuesta a seguir así, no más! —No pude controlar el volumen de mi voz.
El hombre de blanco me miró sin decir nada, llamó a mis padres para hablar afuera, dejándome excluida de todo.
Me acomodé mejor en esa camilla mientras miraba el techo con la mente en blanco. Esto ya me volvía loca, me estaba cansando y ellos solo querían que siguiera metiéndome pastillas y más pastillas solo para controlarme, pero no para mejorar ni para curar absolutamente nada y vivir así, sintiendo que no avanzas es como no vivir nada.
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Normalmente en las clases solía ser una de las que no participaban, pero que entregaban todo, se podría decir que era inteligente a mi manera. La escuela no era un martirio para mi así que no tenía que preocuparme demasiado por ella, ahora mismo estábamos en clases de deportes y era la única materia en la que no podía hacer nada.
—¡Bien, los equipos ya están listos! —Exclamó el hombre. Nuestro maestro de deportes.
Y yo como siempre, tenía que quedarme sentada. Observando.
En el pasado, solía amar la clase de deportes, pero cuando mi enfermedad se pronunció y fue detectada, ya no pude seguir con ninguna clase de ejercicio. Ver a esos chicos y chicas poder hacerlo solo me hacía sentir que yo también podía, que aun podía hacerlo.
Basquetbol, uno de mis favoritos.
El maestro lanza la pelota al aire para que cada uno de los integrantes la tome, pero mucho antes de que alguno de ellos reaccionara, yo corro, salto y la tomo entre mis manos, rebotándola contra el suelo.
—¡Ha Neul, suelte esa pelota! —Me señala el maestro, pero prefiero ignorarlo.
Veo a mi hermano y el mismo me mira con preocupación mientras que con sus ojos me suplica que deje la pelota y me siente de nuevo, pero me niego a estar más tiempo sobre esa banca y decido que quiero encestar.
Solo una vez.
Pero antes de que pudiera hacerlo, unas fuertes manos tomaron con firmeza mis caderas, manteniéndome quieta en mi lugar.
—Deja de hacer preocupar a las personas que te aman... —Susurró en mi oído, provocando que mi cuerpo se tensara de pies a cabeza.
Me zafé de su agarre de un tirón y lo encaré.
—No te metas en donde no te incumbe... —Jadeé.
Me alejé de él para saltar y encestar la pelota, caminé unos pasos, pero un fuerte mareo atacó mi cabeza haciendo que colocase las manos en mis rodillas, cierro los ojos con fuerza y trato de recobrar el aire, pero parece casi imposible.
—¡No necesito esa mierda! —Grito cuando veo a Seung tratar de entregarme mi inhalador. Sabía que podía recuperar el aire por mí misma, solo debía encontrar la manera de hacerlo.
Tal vez solo buscaba una razón, una razón para acabar con todo esto, pero nunca sucedía, era molesto, era molesto seguir siendo una molestia para todos, para mis pobres papás, para mi hermano, para cualquier persona a mi alrededor. Odiaba ver la preocupación en sus ojos y la esperanza en sus cuerpos, quería que se dieran cuenta que siempre sería de esta manera hasta que un día simplemente cayera al suelo, muerta.
Jungkook, nuestra "amistad" no pasaba más allá de palabras dirigidas de él hacia mi persona. No quería ser la carga de alguien más...
Había huido de la cancha, los pasillos estaban en silencio porque las demás personas estaban en clases, eso me hacía sentir segura y tranquila, hasta que escuché a alguien correr hacia mí, pronto sentí a alguien tomarme de un brazo.
—¿¡Qué crees que haces!?
—¿Qué quieres decir? —Fruncí mi ceño.
—No puedes buscar simplemente acabar con todo, piensa bien las cosas...
—Ya las pensé bien...
Y me fui, antes de que pudiera decir algo más...
Horas después, Jungkook y yos nos dirigíamos a casa, mi hermano había decidido molestarse conmigo e irse con sus amigos y llegar a casa por su cuenta. No iba a obligarlo a venir con nosotros, sin embargo, era más incómodo caminar sola con el de cabellos negros llamado Jungkook.
Exhalé por quinta vez en todo el camino, Jungkook hablaba de no sé qué cosas que ni siquiera lograba procesar.
Hice una mueca al sentir una punzada en el pecho, fingí bastante bien, hasta que se hicieron constantes, tuve que detener mis pasos mientras jadeaba de dolor, coloqué mi mano sobre el área, fue cuando mi acompañante me miró preocupado y se acercó con rapidez.
—¿Estas bien?
—Si, es solo una punzada... —Varias.
—¿Segura, pequeño saltamontes?
Sonreí al escucharlo decir eso, ahora me llamaba de esa manera, según él, yo era como uno.
Ignorando, al menos tratando de ignorar la molestia, intenté dar otro paso, pero mis pies perdieron fuerza y equilibrio y terminé en el suelo, sintiendo las frenéticas punzadas, comencé a toser, el aire no llegaba muy bien a mis pulmones, mi corazón comenzaba a volverse lento. Jungkook no tardo nada en entregarme mi inhalador, sin embargo, no me ayudaba en nada, solo me sentía empeorar. Escuchaba a Jeon decir cosas, no podía entenderlas del todo bien, sentía miedo y desesperación.
Lo vi ponerse frente a mí, me llamaba, pero era como si estuviera a mil metros lejos de mí, de repente todo se puso negro. Aún era capaz de escuchar a mi alrededor.
—¡Ha Neul...! —Jungkook gritaba, desesperado.
Distinguí el sonido de la ambulancia.
Sentí mucho movimiento a mi alrededor, tenía miedo...
—Estaré a tu lado pequeña saltamontes, no tengas miedo... —Escuché que me susurraron en mi oído.
Y no supe más de mí.
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Cuando tienes una enfermedad, es normal tener días buenos y malos, en ocasiones todo puede ir mal, o a veces todo pareciera ir bien, pero lo malo de tener días buenos es que cualquier cosa, por mínima que sea, puede empeorarlo todo.
Habíamos llegado de emergencia al hospital, yo había perdido el conocimiento, de nuevo, pero no había pasado a mayores.
Ya habían pasado unas cuantas horas de que había despertado, mis padres no habían pronunciado palabra desde entonces. Jungkook estaba afuera de la habitación.
Minutos después, mi doctor ingresó a la habitación, supe que lo que iba a decir no sería lo mejor del mundo, eran los tipos de noticias que vuelven tus días malos, también me lo decía las caras de mis padres.
Me explicaron mi situación con delicadeza, pero esa delicadeza no ayudo mucho, pues de igual forma, mi mundo se vino abajo en cuestión de segundos. Mi enfermedad no solo había empeorado, si no que se había desarrollado algo más en mí y no sabía si podría salir de eso...
—Tienes que relajarte, cariño... —Mamá intentó tocarme, pero me alejé al instante.
—¡No, no es verdad! —Bramé. Todo lo que habían hecho ellos por mí, todo ese dinero que habían gastado en mí con la esperanza de que mejorara y que por fin esta endemoniada enfermedad desapareciera de mi vida y de la de todos de mi familia porque, quisiera o no, todo lo que me pasara dentro de este hospital influenciaría a toda mi familia. Pensar que esto ya era como finalmente acabar con la minúscula esperanza que teníamos, era condenar a mis padres, más de lo que ya estaban. No quería seguirles haciendo eso...
Me quité la intravenosa de un jalón y me bajé de la camilla...
Me sentía llena de impotencia, me sentía estúpida y me sentía engañada...
—¡Ey, ey. ¿Qué haces?
Mis esperanzas estaban muertas. Y ellos también debían perder esas esperanzas porque si seguíamos manteniéndolas, saldríamos heridos, muy heridos.
Salí corriendo de esa pulcra habitación blanca.
Huir era la mejor opción.
—¡Iré por ella! —Escuché a Jungkook.
¿Cómo vivir así, como seguir viviendo así?
Salí del hospital y corrí y corrí. Me adentré al bosque que estaba frente al edificio y seguí huyendo de todos los demonios que me seguían desde pequeña. No tenía pensado parar, pero la falta de aire comenzaba a jugar en mi contra. Escuchaba que detrás mío me llamaban, pero no me detendría, no hasta sentir que era suficiente, no hasta sentir que finalmente me iría. Cuando mis piernas no aguantaron más, caí al suelo mientras el dolor en mi pecho y el dolor en mi corazón me atacaban y lloré como una niña, lloré como si no hubiera un mañana. Lloré porque nada me salvaría.
Un cuerpo se tiró detrás mío y me abrazó con fuerza, muy fuerte. Podía sentir el latir de su corazón en mi espalda y su agitada respiración en mi nuca.
—T-toda una corre caminos... —Habló él, agitado, mientras una risita tierna hizo sacudir su cuerpo.
Me obligó a dar la vuelta y cuando notó que mi rostro estaba empapado por las lágrimas, se dedicó a limpiarlas con delicadeza.
—Por favor, no llores... —Me miró a los ojos.
—N-no lo entiendes, nunca podré mejorar... —Susurré, sintiéndome ahogar por las lágrimas y por mi maratón de antes —N-nunca podré tener cosas buenas.
No me dijo nada, solo me escuchó, volvió a limpiar mis lágrimas y me dedicó un tipo de mirada que nadie más, a parte de mi familia, me había dado, una mirada de ternura.
—Paciencia pequeña saltamontes. Creo que las cosas buenas les llegan a esos que tienen la habilidad de esperar.
Y me regaló la sonrisa más hermosa que pude haber visto en mi vida.
Mis ojos se estancaron en los suyos, ya ni siquiera lloraba, ni siquiera recordaba por qué lo había estado haciendo, solo podía concentrarme en su mirada, esa mirada segura que me aseguraba que todo estaría bien, que ya no tenía que tener miedo...
Decidí que, si tenía que perderme, entonces lo haría en sus ojos oscuros, iba a dejarme perder por esos oscuros ojos como jamás me dejé perder en otros. Sus ojos se alternaron para mirar los míos, mientras sus pulgares acariciaban mis mejillas con una delicadeza que logró tranquilizarme, sin dejar de mirarme.
Y, entonces, fue allí.
Ahí fue cuando mi corazón latió de una manera extraña, sin dolor y sin punzadas molestas, solo latió...
¿Fue allí?
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Ha pasado un tiempo ya, pero tal parece que volverá Dangerous Beats con más frecuencia, al menos tengo pensado eso, pronto dejaré un mensaje en mi tablero, explicando mejor lo que tengo pensado.
Como siempre, muchas gracias por leer, y lamento la demora para aquellos que esperaban esta historia.
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