[41] LA DECISIÓN DE BETH
Lara estaba de pie en la cocina de Hershel, escuchando a Beth y Maggie gritándose en el dormitorio de enfrente. Beth había robado el cuchillo de la bandeja de comida que Lori le había llevado, y estaba tan claro por sus intenciones que pretendía hacerse daño. Lori la detuvo antes de que pudiera hacer algo, tomó el cuchillo e informó a Maggie sobre lo sucedido.
Andrea y Lori estaban de pie con Lara, y cuando los gritos aumentaron aún más, Lara suspiró—. ¿Dónde está Hershel?
—Maggie no quiere que se entere todavía —respondió Lori—. Es un asunto familiar. Deja que lo resuelvan.
—¿Eso está funcionando? —preguntó Andrea con escepticismo.
—Cuando Beth deja de pelear, es hora de preocuparse —dijo Lori.
—Esto podría haberse manejado de mejor forma —dijo Andrea.
—¿Cómo? —preguntó Lori.
—No deberías haberle quitado el cuchillo —respondió Andrea.
Lori se volvió hacia ella, con una mirada estupefacta en su rostro, como si no pudiera creer lo que Andrea acababa de decir—. ¿Disculpa?
—Te equivocaste —dijo Andrea—. Igual que Dale quitándome mi arma. No era tu decisión.
—¿Y qué, se suponía que tendría que haber dejado que Beth se suicidara? —preguntó Lara.
—Ella tiene que elegir vivir —insistió Andrea—. Tiene que encontrar sus propias razones.
—¿Quieres que le pona la soga al cuello? —preguntó Lori.
—Si habla en serio, encontrará la forma —dijo Andrea.
—No significa que no pueda detenerla o hacerle saber que me importa —respondió Lori.
—No tiene que ver con eso, Lori —respondió Andrea—. Tiene muchas opciones frente a ella, y cree que la mejor es el suicidio.
—Esa no es una opción —dijo Lori.
—Por supuesto que lo es —respondió Andrea—. No necesita que le griten ni que la traten como a una niña.
—Necesita un arma cargada, ¿verdad? —preguntó Lori—. Entenderás por qué no te envío allí.
—Yo pasé por eso —dijo Andrea.
—Y te convertiste en un miembro muy productivo del grupo —respondió Lara sarcásticamente—. Deja que Maggie maneje esto a su manera.
—Yo contribuyo —argumentó Andrea—. Ayudo a mantener este lugar seguro.
—Sí, realmente nos salvaste de Daryl —se burló Lara—. Nunca escuchas a nadie porque crees que eres mejor que los demás. Los hombres pueden encargarse de eso. No necesitan tu ayuda.
—¿Y tú? —preguntó Andrea—. Te vi por ahí con un arma tratando de encontrar a Sophia.
—Todo el mundo estaba buscando a Sophia —respondió Lara—. Y tomé el arma porque sé cómo dispararla. Y escucho cuando la gente me dice que no dispare.
—Lo siento, ¿qué preferías que hiciera? —preguntó Andrea.
—Hay mucho trabajo por aquí —respondió Lori.
—¿Hablas en serio? —preguntó Andrea—. Todo se desmorona, ¿y me echas en cara que me salto el lavado?
—Es una carga para el resto de nosotras —replicó Lori—. Para mí, Carol, Lara, Patricia y Maggie. Cocinar, limpiar y cuidar de Beth. Y tú... no te preocupas por nadie más que tú. Te sientas en esa casa rodante, trabajando tu bronceado con una escopeta en tu regazo.
—No, estoy vigilando si hay caminantes —espetó Andrea—. Es lo que importa, no las hojas de menta fresca en la limonada.
—Y nosotras proporcionamos estabilidad —contrarrestó Lori—. Estamos tratando de crear una vida que valga la pena vivir. Y tú te sientas todo el día y lo único que has hecho desde que estás allí fue dispararle a uno de los nuestros.
—Sobrevivió —replicó Andrea, antes de lanzarle una mirada sucia a Lara—. Y me perdonó.
—Bueno, felicidades por recibir el perdón del hombre al que le disparaste. ¿Quieres que vaya a recogerte unas flores y me disculpe por cómo reaccioné? —espetó Lara—. Porque, créeme, puede que Daryl te haya perdonado, pero yo no lo he hecho. Y ese no es el punto. ¡Nunca escuchas!
—Mira, fui tras Rick —admitió Lori—. Derribé a dos caminantes.
—Después de chocar el auto de Maggie —interrumpió Andrea—. ¿Ya te disculpaste por eso?
—Chocar su... estás loca —suspiró Lori.
—No, tú lo estas —replicó Andrea, mirando entre Lara y Lori—. Las dos. Y ustedes son las únicas egocéntricas por como dan todo por sentado.
—¿Por sentado? —repitió Lara, acercándose a Andrea—. No olvidemos que mi hermano, el esposo de Lori, salió por centésima vez. Le dispararon a mi sobrino. No te atrevas a decirnos que damos todo por sentado.
—No lo entiendes, ¿verdad? —preguntó Andrea—. Rick volvió de la muerte. Carl también, y ahora tienes un bebé en camino. El resto de nosotros acumulamos pérdidas. Yo, Carol, Beth, pero tú continuas jugando a la casita, actuando como la abeja reina, dictando reglas para todos menos para ti. ¿Sabes qué? Adelante. Ve ahí dentro y dile a esa chica que todo va a estar bien, tal como lo ha estado para ti.
—Será mejor que te calles —advirtió Lara.
Andrea no tenía intención de detenerse—. Que tendrá un esposo, un hijo, un bebé, un novio —Lori miró a Andrea cuando esas palabras salieron de sus labios, y Lara sintió una oleada de ira cuando Shane entró en la mezcla—. Solo tiene que mirar el lado positivo.
—Eres una perra —respiró Lara, sacudiendo la cabeza.
Cuando Andrea salió furiosa, Lori y Lara compartieron una mirada, y la primera se pasó las manos por el cabello—. Dios, no la soporto.
—Yo tampoco —respondió Lara—. ¿Por qué nos dice que deberíamos dejar que Beth se quite la vida?
—Exacto —dijo Lori—. ¿Está mal que la detengamos?
—No —dijo Lara—. Quiero decir, tenemos que convencerla de que no es la opción.
Pasaron la siguiente hora limpiando la cocina, lavando los platos y guardándolos, antes de escuchar a Maggie gritando desde la habitación de al lado. No era lo mismo que antes; esta era Maggie sonando desesperada, sus súplicas cayendo en oídos sordos. Lara dejó caer la toalla que sostenía y corrió por la casa, encontrando a Maggie tratando de pasar por la puerta del baño, sin éxito.
Los ojos de Lara se abrieron cuando Lori entró corriendo—. ¿Maggie?
—Está ahí —respondió Maggie, probando la manija de la puerta de nuevo—. Escuché vidrio.
—¿Beth? —preguntó Lara, acercándose a la puerta—. ¿Estás bien?
—No hagas esto, Beth —suplicó Maggie—. No hagas esto. Abre, por favor —miró a Lara—. La dejé con Andrea.
—Por el amor de Dios —dijo Lara, apretando los dientes—. Voy a matarla.
—¿Dónde está la llave? —preguntó Lori.
—No sé —respondió Maggie—. Beth, cariño, abre la puerta, por favor. No estoy enojada.
Lori agarró un atizador, lo metió en la cerradura y abrió la puerta. Beth se volvió hacia ellas cuando se dio cuenta de que la habían atrapado, con una mano sujetando su muñeca mientras la sangre se derramaba por debajo de sus dedos. Maggie corrió hacia ella, ejerciendo presión sobre la herida y ayudando a su hermana a salir del baño.
Mientras Lori fue a buscar a Hershel, Lara se quedó con Beth y Maggie, asegurándole a la chica que iba a estar bien. Cuando llegó Hershel, le explicaron lo que había sucedido y no perdió tiempo en buscar su botiquín de primeros auxilios para coserle la muñeca a Beth. Una vez que estuvo segura de que Beth estaba en buenas manos y que estaría bien, la preocupación de Lara fue reemplazada por ira y salió de la habitación.
—¡Lara, espera! —gritó Lori, mientras ella y Maggie la perseguían fuera de la casa.
Andrea corría hacia ellas, con una mirada de preocupación plasmada en su rostro cuando se detuvo junto a los escalones. Lara, Lori y Maggie se dirigieron hacia ella. Lara llegó a ella primero, aterrizando un fuerte golpe en la cara de Andrea. La cabeza de Andrea se inclinó hacia un lado mientras jadeaba, girándose para mirar a Lara con una expresión de asfixia en su rostro.
—¿Dónde diablos estabas? —espetó Lara, mientras Lori la apartaba del brazo para evitar que hiciera más daño.
Andrea tenía una mano en su mejilla, y Lara ya podía ver su piel pálida enrojecerse bajo sus dedos—. Lo escuché, ¿está bien?
—Lo estaría si te hubieras quedado con ella —replicó Maggie—. ¿Dónde estabas?
—¿Qué tan mal está? —preguntó Andrea.
—No fue profunda —respondió Lori.
Andrea suspiró—. Quiere vivir. Tomó su decisión.
—Intentó suicidarse —espetó Maggie.
—No, no lo hizo —respondió Andrea.
—¡Mi padre le está cosiendo la muñeca ahora mismo! —gritó Maggie.
—Vivirá —dijo Andrea, dirigiéndose hacia la casa.
Maggie se interpuso en su camino y le impidió moverse—. Mantente alejada de ella. Y de mí. No te atrevas a poner un pie en esta casa de nuevo.
Cuando Andrea se fue, Lori se volvió hacia Maggie—. No voy a decir que tenía razón, pero Beth tomó su decisión. Quiere vivir, y ahora lo sabe. Y a veces tienes que cruzar la línea.
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