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[155] ESTAREMOS BIEN

Cuando Lara condujo hasta las puertas de Hilltop, la dejaron entrar después de anunciarse.

—¡Lara! —dijo la voz de Maggie, y Lara se giró para ver a Maggie y Jesus acercándose a ella—. ¿Qué estás haciendo aquí? No te esperábamos.

—¿Estás bien? —preguntó Jesus, notando su expresión—. ¿Qué pasó?

—Daryl y los demás —dijo Lara, tratando de ignorar la forma en que sus manos temblaban—, ¿están aquí?

—No, ¿por qué estarían aquí? —preguntó Maggie—. Lara, ¿qué pasó?

—Algo malo —respondió Lara—. Bueno, muchas cosas malas... anoche Negan fue a Alexandria. Bombardeó el lugar, pero nos escondimos en las alcantarillas hasta que pasó. Carl... Carl...

—¿Está bien? —preguntó Maggie—. ¿Está con los demás?

Lara negó con la cabeza, cubriéndose la cara con las manos—. Carl está muerto.

El rostro de Maggie se quedó sin color y los ojos de Jesus se abrieron con sorpresa cuando preguntó—: ¿Cómo?

—Lo mordieron —dijo Lara—. Lo mordieron cuando estaba ayudando... ayudando a alguien. Murió esta mañana y lo enterramos y vine aquí y todos los demás están en camino y... se ha ido, Maggie.

Maggie abrazó a Lara—. Dios, Lara, lo siento mucho.

—Se fue —lloró Lara—. Se fue. Lo perdí, lo perdí.

Mientras Maggie sostenía a Lara mientras lloraba, apareció Carol. Fue solo cuando Lara la vio que se dio cuenta de que la gente del Reino también debía estar allí, y esa era la razón por la que se instalaron las tiendas en los alrededores de la casa.

—¿Lara? —jadeó Carol—. ¿Qué pasó? ¿Están todos bien?

—No todos —respondió Jesus, hablando por Lara—. Carl...

No necesitó decir mucho más, porque otro sollozo de Lara y la mirada en los ojos de Maggie fueron suficientes para confirmar lo que Carol creía pero no quería que fuera verdad—. Lara...

Lara se alejó de Maggie y abrazó a Carol, quien abrazó con fuerza a su amiga. Aunque Carl no era el hijo de Lara, era como si lo fuera, y Carol sabía de primera mano cómo se sentía perder a un hijo. Lara lloró en el hombro de Carol cuando el vigía de la puerta gritó que Daryl y los demás habían llegado.

Se separó de Carol cuando las puertas se abrieron de nuevo y entraron los alexandrinos. Daryl estaba al frente, sosteniendo a Judith en sus brazos, y, al verlo, Lara echó a correr y se dirigió directamente hacia él.

Se las arregló para reducir la velocidad antes de correr a sus brazos, desconfiando de su estómago y de Judith, y escuchó a Daryl susurrarle al oído—: ¿Carl?

—Se ha ido —respondió Lara.

Cuando el resto de sus amigos de Hilltop se unieron a ellos y vieron las miradas cansadas en los rostros de los recién llegados, Daryl miró a Carol y Maggie y sacudió la cabeza, diciendo el nombre de Carl en voz baja, todavía luchando por creerlo.

Enid, que había corrido hasta donde estaban, comenzó a llorar y cayó de rodillas cuando escuchó las noticias sobre Carl. Maggie fue a consolarla mientras Daryl guiaba a Lara y a los otros habitantes de Alexandria hacia la casa para contarle a Jesus lo que había sucedido.

Lara se quedó afuera, sentada en los escalones mientras Enid la seguía. Enid seguía llorando en voz baja, y cuando vio a Lara sentada en los escalones, se unió a ella y le ofreció un abrazo. Aceptando, Lara sostuvo a Enid cerca de ella y sollozó levemente.

—¿Como murió? —preguntó Enid—. ¿Fueron ellos?

—No —respondió Lara—. Estaba ayudando a un extraño. En medio de todo esto, estaba ayudando a un extraño.

—¿Dijo algo? —preguntó Enid—. Antes...

—Me pidió que te diera una carta —dijo Lara, metiendo la mano en su mochila—. No la leí.

—¿Te dejó una? —preguntó Enid.

—Sí —respondió Lara.

—Yo... creo que lo amaba —susurró Enid—. Pero nunca se lo dije, y ahora es demasiado tarde.

—Oye, no pienses así —dijo Lara—. Sabía que te preocupabas por él, ¿sí? Lo sabía. Todos podíamos verlo. Fuiste, quizás, la única amiga que ha hecho en todo esto que era de su edad.

Enid se rió—. Todos los demás eran adultos.

—Sí —respondió Lara—. Había un par de niños en la prisión, pero Carl nunca encajó con ellos. Fuiste su primer amiga de verdad.

Enid se limpió la nariz—. Lo siento.

—Está bien —dijo Lara—. Él no querría que estuviéramos tristes.

Alguien se aclaró la garganta detrás de ellas y ambas chicas se giraron para ver a Daryl de pie. Enid miró a Lara—. ¿Quieres que los deje solos?

—¿Puedes? —preguntó Lara—. No tienes que...

Enid sacudió la cabeza—. Iré a leer esto... a algún lugar tranquilo.

—Está bien —respondió Lara, besándole la frente antes de dejar que la chica se vaya.

Cuando se fue, Daryl tomó su lugar y se sentó junto a Lara. Por un momento, hubo una distancia entre ellos, cubierta solo cuando Lara se acercó a Daryl arrastrando los pies para que sus brazos se tocaran y ella pudiera descansar su cabeza en su hombro. Tentativamente, Daryl envolvió su brazo alrededor de sus hombros.

Lara notó su vacilación—. No te pongas tímido conmigo ahora.

—Lo siento —respondió Daryl—. Por todo. Por cómo estuvieron las cosas desde el Santuario, por ser estúpido, por hacer explotar Alexandria, por Carl...

—No lo hagas —susurró Lara—. Sabía en lo que me estaba metiendo cuando me casé contigo. Diablos, la primera vez que te besé supe que esto sería un caos, pero ¿sabes qué?

—¿Qué?

—No cambiaría nada de eso —respondió Lara—. Ya sabes, discutimos como una pareja normal, como si el mundo no se hubiera ido a la mierda, pero al final del día sé que siempre estarás ahí.

—Siempre —dijo Daryl—. ¿Cómo lo llevas?

Lara se encogió de hombros—. Estoy bien. Carl escribió cartas, y leí la mía antes de llegar aquí, así que tuve tiempo de procesarlo, pero aún es tan extraño pensar que se ha ido. Casi espero que cruce esas puertas con ese tonto sombrero que ha sobrevivido tanto tiempo, pero no lo hará.

—Hablando de eso —dijo Daryl, poniéndose de pie—. Espera aquí.

Entró y regresó un momento después con el sombrero de Carl en la mano. Volvió a sentarse y se lo tendió a Lara.

—Estoy seguro de que querría que tuvieras esto. Cuídalo hasta que Judith tenga la edad suficiente para tenerlo.

Lara tomó el sombrero de Daryl y lo sostuvo en sus brazos por un segundo—. Gracias.

—Evitará que acumule polvo —dijo Daryl—. Será como tener un pedazo de él.

Lara asintió—. Sí. Evitará que se pierda.

—Y significa que puedes deshacerte de esa gorra tonta —dijo Daryl, señalando la gorra de Lara—. ¿Dónde encontraste eso?

—En nuestra habitación, aunque no lo creas —dijo Lara—. Sobrevivió a toda esta mierda.

Daryl le dio una pequeña sonrisa—. Bueno, sobrevivirá un poco más.

Por las puertas delanteras salió Judith corriendo hacia Lara y Daryl, y se estrelló contra los brazos de él —. ¡Tío Darry!

Lara miró a su sobrina y donde solía sonreír, Daryl no pasó por alto el hecho de que sus labios ni siquiera se contrajeron. En cambio, solo se veía triste—. Oye, todo va a estar bien.

—¿Lo estará? —preguntó Lara—. Carl está muerto.

—Lo sé —dijo Daryl—. Y es una mierda, pero estoy aquí, ¿de acuerdo?

—Le dije su nombre —dijo Lara—. Le dije que la íbamos a llamar Rosie, y parecía feliz. Él lo eligió.

—¿Qué? —preguntó Daryl—. Pensé que tú lo habías elegido.

—No —dijo Lara, sacudiendo la cabeza—. En la prisión, cuando Carl y yo salimos ese día a explorar el pueblo cercano, encontramos un jardín lleno de rosas. Habían crecido demasiado pero eran hermosas. Estábamos hablando de ellas, y Carl mencionó el nombre de Rosie como una alternativa para Judith, y luego dijo que si alguna vez tenía una hija, debería llamarla así.

—Así que volviste y te llevaste el mérito —dijo Daryl.

Lara se encogió de hombros—. Dijo que no le importaba.

—Lo siento —dijo Daryl nuevamente—. Soy una mierda en esto. No sé cómo consolar a la gente.

Lara suspiró—. Lo estas haciendo bien. Sólo quédate aquí, conmigo, y no te vayas.

Judith se subió al regazo de Lara—. ¿Carl?

Los ojos de Lara se humedecieron—. Carl se ha ido por un tiempo, cariño. Ha ido a un lugar especial para estar con tu mami y el tío Glenn.

—¿Verlo?

—No, cariño —dijo Lara, abrazando a Judith contra su pecho—. Pero él puede vernos. Nos está cuidando.

Daryl la vio interactuar con su sobrina y un sentimiento de preocupación se asentó en su corazón. No estaba acostumbrado a ver a Lara tan triste. Sabía que la muerte de Carl aún estaba fresca en su mente, pero supuso que burlarse de su gorra habría provocado alguna otra respuesta en lugar de la misma expresión de tristeza.

No sabía qué hacer para ayudarla. Desde el Santuario, incluso antes de eso, su relación se había ido deteriorando por su culpa. Él la alejo después de Denise, terminó recibiendo un disparo y no pudo salvarla de Negan. Ahora sentía que no podía ayudarla, porque temía que su relación ya se había roto lo suficiente como para que él intentara arreglar las piezas.

—¿En qué estás pensando? —preguntó Lara.

—En nada.

—No me mientas —respondió Lara—. Tienes esa mirada lejana en tus ojos... ¿en qué estás pensando?

—En nosotros —admitió Daryl.

—¿Qué pasa con nosotros?

—En cómo las cosas eran más fáciles en la prisión, antes de toda esta mierda —dijo Daryl—. Siento que ya no soy lo suficientemente bueno para ti. Siento que te estoy perdiendo.

Lara suspiró—. Yo me siento igual. Siento que, con todo lo que está pasando, no hemos tenido un momento para nosotros.

—¿Todavía me amas? —preguntó Daryl.

Los ojos de Lara se tornaron, si fuera posible, aún más tristes—. Por supuesto que sí.

—Sólo quería saber —dijo Daryl—. No importa.

—Sí, importa —respondió Lara—. ¿Crees que ya no te amo?

Daryl suspiró—. No, no es eso.

Lara volvió su rostro hacia él y lo besó, enredando sus dedos en su pelo y acercándolo más hacia ella. Judith chilló de disgusto y presionó sus manos en sus mejillas, tratando de separarlos. Cuando se separaron, Lara rozó con el pulgar la mejilla de Daryl.

—Nunca me cansaré de amarte —susurró Lara—. Créeme cuando digo eso.

—¿Por qué? —preguntó Daryl—. Ni siquiera puedo consolarte apropiadamente después de Carl...

El labio de Lara tembló—. No. No pienses eso. Lo estás haciendo bien.

—Se siente como si te estuviera perdiendo —admitió Daryl—. Y odio eso, porque no quiero perderte.

—No lo harás —dijo Lara—. Después de todo lo que hemos pasado, siempre volveré contigo. Eres lo único que me mantiene cuerda en este momento, y te necesito más de lo que jamás he necesitado a nadie.

—Yo también —dijo Daryl—. No puedo perderte. Eres demasiado especial para mí como para dejarte ir.

—Entonces no me dejes ir —respondió Lara—. Lo prometo, cuando todo esto termine, nos sentaremos y hablaremos y descubriremos qué es lo que va mal, ¿de acuerdo? Estaremos bien.

Daryl asintió—. Bien.

—Oye —dijo Lara en voz baja—. Estaremos bien.

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