[145] COMIENZA LA PELEA
En la mañana, Jadis y su gente llegaron para proporcionarle más refuerzos a Alexandria.
Lara estaba instalada en una de las azoteas, dos rifles detrás de ella mientras intentaba evaluar qué ángulo sería el mejor. Desde donde estaba podía ver la mayor parte del lado oeste del pueblo, cubriendo la mayoría de los edificios y las calles. Decidió que ese edificio era tan bueno como cualquier otro.
Agarró otro melocotón de la lata que descansaba a su lado. Lo masticó pensativamente mientras se pasaba una mano por el estómago.
—Hoy es el día, Ro —susurró Lara—. Mamá y papá van a patear traseros, así que sé una buena niña y no molestes demasiado.
Agarró uno de los rifles, llevándolo al otro lado del techo, donde lo colocó en un soporte para que estuviera listo para usar. Tenía más rondas de municiones de las que pensaba que necesitaba, pero Rick había dicho que era mejor prevenir que curar.
Al revisar el visor, Lara vio a Daryl, Rosita y Aaron trabajando en preparar una explosión en un camión que se usaría para inhabilitar a la mayoría de las fuerzas de Negan antes de que siquiera pusieran un pie en el pueblo.
Escuchó pasos en las escaleras detrás de ella, volteándose para ver a Tara aparecer con una sonrisa en su rostro.
—¿Todo listo? —preguntó Tara.
Lara asintió, mirando alrededor de la habitación—. Solo un punto de entrada, así que veré si viene alguien. Ambos rifles están cargados y tengo una buena vista desde aquí. Aunque me preocupa un poco la distancia. Nunca disparé desde tan lejos, y mucho menos un objetivo en movimiento.
Tara sonrió—. Te tengo. Establecí algunos objetivos en las calles porque supuse que estarías enloqueciendo. Echa un vistazo.
Efectivamente, cuando Lara miró a través de la mira del rifle en el lado oeste del edificio, vio que Tara había manipulado algunos objetivos. Había botellas de vino vacía cerca de la entrada del cementerio, y algunas latas colgando de los porches de la calle más cercana a ella.
Lara retrocedió con una sonrisa—. Eres genial, Tara.
—Practica un poco —sugirió Tara, señalando el rifle—. Tienes la munición.
Lara falló la primera botella, pero acertó en la segunda. Escuchó el cristal romperse desde donde ella y Tara estaban mirando, y luego encontró su ritmo. Botellas rotas cubrían el camino, y las latas que colgaban de cuerdas ahora rodaban por los porches.
—Si le das a la botella de vino a la primera, te daré mi último Twizzler —dijo Tara.
Lara sintió una punzada en el pecho ante la mención de la golosina. Le recordó a Glenn en Atlanta, cuando Lara se vio obligada a renunciar a su último Twizzler porque Glenn ganó su apuesta.
Forzando una sonrisa, Lara miró por el visor—. Fácil.
Golpeó la botella a lo lejos, la bala la hizo añicos, y Tara le entregó los dulces de mala gana—. Maldición.
—Encontraremos más —dijo Lara, mientras colocaba el Twizzler en su boca—. Será mejor que te unas a los demás.
—¿Estarás bien aquí arriba? —preguntó Tara.
—Sí —dijo Lara.
Estaba agradecida de no ser Michonne, que estaba de pie en un balcón a unas cuantas casas más abajo que ella y un par de pisos más abajo. Estaba con una de las personas de Jadis, ambas observando los puntos ciegos en la visión de Lara.
Menos de diez minutos después de que Tara se fuera, Lara vio los camiones rodando hacia las puertas. De pie en uno estaba Eugene, con un megáfono en los labios. Lo vio conversar con Rick por un momento, y luego vio a Rick agacharse detrás de la pared, protegiéndose de la explosión de Rosita.
No pasó nada y los ojos de Lara se abrieron con sorpresa—. Mierda, mierda.
Mientras miraba por la mira, vio que los Carroñeros apuntaban con sus armas a la gente de Alexandria, y Lara apuntó con su rifle a Jadis, quien se encontraba apuntando un arma a la cabeza de Rick.
—No, no lo harás, perra.
Deslizó la mira de su arma por los cuerpos de sus amigos, viéndolos a todos a merced de Jadis y su gente. Lara ansiaba empezar a disparar, pero sabía que no podía arriesgarse. Había demasiada de su gente, y no podría salvarlas a todas si abría fuego a ciegas.
Uno de los Carroñeros abrió la puerta y Lara se moría por apretar el gatillo cuando vio a Negan salir de su camión. Su sangre hirvió al verlo, pero giró el arma para mirar hacia otro lado, calle abajo, donde Michonne estaba siendo retenida a punta de pistola. Lara quería disparar el arma y salvar a Michonne, pero si los Salvadores escuchaban los disparos, comenzarían a disparar, al igual que los Carroñeros.
Mirando a través de la mira de su arma, Lara vio que los Salvadores colocaban un ataúd de lado, y su corazón se encogió cuando se preguntó quién estaría dentro. Rezó para que no fuera Sasha, pero la sensación de inquietud en su estómago le dijo que no le gustaría lo que había en el interior.
Negan se subió a la camioneta y se paró junto al ataúd. Lara tenía un tiro claro. Tenía la oportunidad de matarlo, pero si Negan caía, también lo harían todos sus amigos. La situación era tortuosa, y Lara ansiaba eliminar hasta el último Salvador.
Escuchó pasos en las escaleras detrás de ella, y sin pensar, sacó su cuchillo de su funda, giró sobre sus talones antes de lanzarlo hacia la Carroñera que corría escaleras arriba. La mujer había sido colocada abajo en caso de que alguien intentara entrar para llegar a Lara, pero nadie se dio cuenta de que la pusieron justo donde tenía que estar.
Su cuerpo cayó al suelo con el cuchillo en el pecho y luchó por alcanzar el arma que se le había caído de las manos. Tenía una mirada de sorpresa en su rostro, pero Lara no le prestó atención mientras caminaba hacia ella y recogía el arma de la mujer.
—Movimiento equivocado, perra —dijo Lara, golpeando la cara de la mujer con la culata del rifle.
Sacó el cuchillo del pecho de la mujer y vio cómo su cuerpo se quedaba inmóvil y la sangre le empapaba la parte delantera de la camisa. Sin rastro de culpa o remordimiento en su rostro, Lara apuñaló a la mujer en la cabeza, impidiéndole reanimarse, antes de volverse al balcón hacia el rifle.
Negan seguía hablando y Rick seguía siendo retenido a punta de pistola. No podía escuchar lo que estaba diciendo, pero lo vio haciéndole un gesto a Daryl.
No había manera de que Lara dejara que Daryl regresara al Santuario. Moriría antes de permitir que eso sucediera.
Negan se volvió hacia el ataúd y lo abrió.
Todo sucedió muy rápido.
Primero, Sasha salió del ataúd, pero no estaba viva. Estaba muerta y atacó a Negan, tirándolo hacia atrás del lado del camión.
Luego comenzó el caos, y Lara escuchó los disparos cuando la gente de Alexandria comenzó a luchar contra los Carroñeros.
Sus amigos lo tenían controlado, pero Rick todavía estaba a merced de Jadis. Lara vio a Jadis dispararle a Rick y patearlo desde la torre de vigilancia, y soltó un grito antes de dispararle a la mujer en el hombro. Su visión estaba nublada por las lágrimas, lo que oscurecía su puntería, pero estaba agradecida de haber herido a Jadis.
—¡NO! —gritó Lara, mirando a su hermano a través de la mira de su arma—. ¡RICK!
Vio el caos que se desarrollaba abajo y supo que no podría detenerlo por sí misma. Sin embargo, Lara podría ayudar, y mientras disparaba a Salvadores y Carroñeros por igual, vio cómo caían sus cuerpos, casi feliz de verlos morir. Vio que Jadis conducía a Rick por la calle, vivo pero herido, y vio a Carl arrodillado en el césped rodeado de Salvadores, Simon de pie al frente y Dwight detrás de él.
Lara no perdió el tiempo al dispararle a algunos de sus hombres, y la expresión de Simon, incluso desde donde estaba Lara, estaba llena de sorpresa. Levantó la vista y vio el rifle en el techo, Lara de pie detrás de él.
Lara maldijo cuando los vio correr hacia el edificio—. Mierda. Hora de irse.
Agarró su rifle y corrió hacia las escaleras. Bajó con cautela el primer tramo, escondiéndose detrás de cada puerta que encontraba. Cuando escuchó los pasos corriendo por las escaleras, supo que la superaban en número. Disparando una ráfaga de balas a través de la placa de yeso, escuchó caer a los Salvadores del otro lado, antes de escuchar el clic y sentir un arma contra su cabeza.
—Suéltala —dijo una voz fría—. Ahora.
Lara soltó el arma a regañadientes y levantó la mano en señal de rendición—. ¿De verdad vas a dispararle a una mujer embarazada?
—Solo si me obligas —respondió el hombre—. Muévete, perra.
Lara se preguntó cómo se las había arreglado para escabullirse detrás de ella, pero luego recordó la escalera de incendios en el exterior del edificio. Se maldijo a sí misma por no elegir una mejor posición, pero obligó a sus pies a moverse mientras bajaba las escaleras a punta de pistola.
Salió a la calle y vio a Rick siendo obligado a arrodillarse por Jadis, arrodillándose junto a Carl. Lara quería correr hacia ellos y ayudarlos, pero no podía hacer nada porque podría en riesgo a su bebé. En cambio, la hicieron marchar por la calle, a la vista de todos los Salvadores, y se detuvo cuando llegó junto a Simon.
Sus labios se estiraron en una sonrisa—. Bueno, hola, cariño. Te hemos estado buscando por todas partes.
Lara apretó los dientes antes de golpear a Simon en la mandíbula como lo había hecho con Dwight la noche anterior. Los Salvadores que la sujetaban a punta de pistola la agarraron del pelo, tirando de su cabeza hacia atrás antes de presionar el arma contra su sien. Simon se rió mientras se ponía de pie, frotándose la mandíbula.
—Bueno, ese no era el saludo que esperaba —rió Simon—. Voy a necesitarte de rodillas, cariño.
—Vete al infierno —dijo Lara.
—¿Eres la responsable de que mis hombres estén muertos? —preguntó Simon, señalando a sus hombres—. ¿Tú sola, allá arriba en esa azotea? No te consideré una francotiradora. Espero una disculpa después de esto... si sobrevives.
—Solo lamento no haber matado a más de ustedes —espetó Lara.
—Vaya, vaya, Lara —dijo otra voz—. ¿Así le hablas a otro ser humano?
Vio a Negan acercándose a ella, Lucille balanceándose en su mano, y lo miró fijamente—. ¿Preferirías que lo golpeara de nuevo?
—Yo no diría eso —respondió Negan, parándose peligrosamente cerca de Lara—. Déjala ir, Jared.
Jared soltó a Lara y ella miró a Negan—. Será mejor que corras mientras puedas.
—¿Y perderme todo esto? —preguntó Negan, señalando la escena frente a él—. No lo creo. Perdiste, cariño —se acercó más—. Extrañaba tenerte cerca.
Lara hizo una mueca—. Vete al infierno.
—Tú primero —respondió Negan—. Te necesito de rodillas, justo al lado de Carl y tu hermano mayor, ¿sí?
Todo era dolorosamente familiar.
Lara se arrodilló en el suelo, rodeada de Salvadores, y por primera vez desde que estalló la pelea, estaba asustada.
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