"De corazones, caras y mentiras rotas" [Capítulo 3, parte 2]
♦Zen Morimoto♦
Hikari abrió las puertas para todos y la luz del gimnasio detuvo nuestro paso un momento, para luego entrar dispuestos a recibir nuestro nuevo incentivo.
Lo primero que noté fue la alegre música de carnaval, todo el gimnasio estaba decorado con serpentinas de rojos y amarillos, globos de colores azules, verdes y morados y muchos Monokumas alegres, tenían disfraces de circo, leones y otro montón de cosas, aunque no eran más que figuras de cartón para decorar, pero su utilería parecía muy realista, que susto, alguien podría lastimarse con eso.
Luego llegó el olor a palomitas y dulces, era fantástico, se sentía... Inocente. Las luces con los sabores y olores hacían que todo fuese más que maravilloso, no se sentía como un incentivo, era más como un premio que nos daba el oso.
El verdadero Monokuma nos esperaba en la tarima con un sombrero de copa de color rojo brillante y un bastón, como un maestro de ceremonias de algún circo, se sentía alegre y sin la menor intención de lastimarnos.
— ¡Acérquense, acérquense! No tengan miedo que en esta feria no existe tal palabra~ — Se escuchaba amigable, y no era fácil contradecirle si se portaba así y decoraba el gimnasio de una manera tan alegre.
— ¿Qué mierda con este incentivo, Monokuma? — Preguntó Akira a la defensiva sin creer lo que Monokuma decía, y sin querer acercarse a la tarima tampoco, aunque el resto de nosotros lo hiciese.
— ¡Si no te acercas a la maldita tarima te aseguro que morir será el menor de tus problemas! — Exclamó Monokuma en un arranque de ira en contra del estafador, para luego recuperar la compostura. — Ajem... ¡Vamos, que les tengo algo emocionante preparado!
Akira abrió sus ojos de par en par y obedeció a regañadientes al mandato de Monokuma, y se incorporó a nosotros que ya nos encontrábamos a una distancia especialmente cercana a Monokuma.
— ¡Prueben su suerte y fuerza en el medidor de hombría! O bueno, yo lo haré. — La juguetona voz del oso antecedió sus palabras y bromeó un poco, pero algo de todo esto me parecía muy extraño.
Una máquina salió del suelo acompañada de humo, un típico juego de feria de varias luces y colores, el medidor de fuerza, pero no poseía ningún valor numérico, los niveles que se encontraban coloreados con el arcoíris tenían nuestros nombres y una imagen nuestra hecha con pixeles, como la de las puertas de las habitaciones.
— Claro que la que estará a juego será SU suerte, upupu~
Suponiendo que Monokuma no tiene tanta fuerza y para cumplir el incentivo ciertas personas sufrirán más que otras yo estaría perdido, mi nombre era el que más abajo estaba, por estar en orden alfabético.
— ¿Qué buscas con nosotros Monokuma? — Preguntó Hikari, se escuchaba un tanto alterada, y su ceño estaba algo fruncido, podía ver que sus hombros se tensaban un poco.
— Pues claro, incentivarlos a matar, duh. — Respondió sin importancia con esa voz chillona el oso, mientras que caminaba detrás de la máquina y sacaba un martillo que lo doblaba en tamaño, y me asusté. — Y bueno, ¿Por qué así? ¡Porque el azar es el motor de la adrenalina de mi alma, upupu!
Retrocedí un par de pasos empezando a asustarme, algo saldría terriblemente mal de todo esto, me estaba arrepintiendo de sentirme a gusto con los olores del sitio, que seguían muy presentes, pero ya no me hacían igual.
— Entonces, el primer alma en desgracia es... — El oso subía el grado de emoción a su voz con cada palabra que decía, y con ello venía su alzar del martillo gigante como si fuese una pluma, dio un par de pasos hacia atrás y golpeó el centro de la plataforma del juego, para que subiese hasta el color rosa, Aaron — ¡Aaron Nowak señoras y señores! Felicitaciones, suertudo.
Todas las miradas se fijaron en el cleptómano, se encontraba confundido, y no sabía qué hacer o a dónde mirar, solo se hallaba ahí en silencio, cuidando sus ojos de un lado a otro por donde el oso estaba y por nosotros, pidiendo ayuda en silencio.
— Pero bueno, la estrella aquí soy yo, y mejor continuar la función, así que... — Monokuma demandaba nuestras miradas y atención al volver a levantar el martillo y golpear con menos contundencia que antes.
En lugar de llegar hasta un puesto tan alto con los colores cálidos del arcoíris, se quedó en el más frío de todos, el azul cian, Miuna.
— ¡Esto ya se puso interesante! Pero necesito algo más de acción, hmm... — Monokuma se nos quedó mirando un momento, y nadie se atrevía a contestarle con algo, estábamos petrificados en miedo y angustias.
Y me daba a entender que esto no tenía nada de azar.
El oso volvió a sostener el martillo en el aire sin decir nada para meterse en personaje y con los mismos gestos y acciones volvió a golpear el martillo, con la misma fuerza, o casi la misma, el azul oscuro que estaba justo debajo de Miuna quedó seleccionado rápidamente, el cual era Namine.
— Así, mis queridos estudiantes, es como nace el drama dentro de una escuela. — El comentario del oso me dejó algo fuera de lugar, ¿Drama por Namine? Ella es muy amable y siempre está conmigo, y aunque es un poquito chismosa no veo que sea algo como para irse a extremos.
— ¡Monokuma, detente un momento por favor! — Mirai rompió el ambiente raro que se sentía en nosotros por el miedo y por el no saber qué estaba pasando. — ¿Qué estás haciendo con los seleccionados? ¿Qué es este incentivo? ¿Para qué el ambiente?
— ¡Sí Monokuma, qué mierda con todo esto! — Yuuki se unió a su causa con el ceño fruncido, estaba algo tenso, y su postura estaba a la defensiva, aunque no entiendo la razón.
— ¡Me asusto y ni siquiera sé de qué debo hacerlo! — La confesión de Aaron se sintió un poco extraña, reclamaba a gritos pero su voz se quebraba un poco por el miedo.
No hubo respuesta, el oso se quedó quieto en su sitio, tal vez pensando un poco en las preguntas y protestas, pero no movió ni un fragmento de su cuerpo al hacerlo.
— ¡Muy bien, última persona! Quiero que tenga más estrellato, porque tiene mucho que dar, ¡Upupu! — Exclamó de la nada y volvió a alzar su martillo en el aire, con la misma pose y de la misma manera, con la misma fuerza y demás.
El medidor subió un poco más y quedó en el verde pantanoso, Mirai.
— Llegó mi parte favorita, la explicación esencial para la desesperación secundaria, ¡Que emoción! — El oso dejó en el suelo de la tarima el gran martillo y se acercó a nosotros, con un aire de estrella de rock dirigiéndose a su público o algo por el estilo. — ¿Han oído hablar del instinto animal?
Namine a mi lado se estremeció de repente, asustándome a mí también, se veía nerviosa de un momento a otro, divisé a Miuna y a Mirai un poco lejos, y ellas también se veían así, aunque Aaron mantenía cierta calma, pero estaba claro que también estaba asustado.
— ¡Pues bueno! Hay algo que ciertamente no inventé con propósitos desesperantes que trata de algo parecido, ¡El instinto humano oculto! Los pensamientos callados de una persona, lo que piensa y nunca manifiesta, lo que le gustaría hacer, no hacer, decir, ¡Lo que sea! — Monokuma giraba de un lado al otro mientras daba su pequeño discurso, y me hacía preocupar por mis amigos, aunque... No creo que hagan cosas terribles, ¿No? — Y ahora ellos cuatro serán testigos de los efectos de liberar ese instinto, solo tardará en aparecer un par de minutos, y bueno, obvio desaparecerá cuando alguien muera...
Tragué saliva algo nervioso y suspiré, mirando cómo Namine se asustaba más, luego de darse cuenta de lo que implicaba estar elegida, me pregunto qué hará ella estando como está, o qué haría yo estando en su sitio... Tal vez llorar más, o algo así.
— ¡Disfruten de este sitio todo lo que quieran! El soccer me aburrió... ¡Y el laboratorio de física no le importa a nadie Zen! — Luego de ese pequeño comentario Monokuma desapareció bajando por la tarima al igual que la horrible máquina aquella y el gran martillo, y nos dejó a nosotros sin nada que decir.
Namine con su rostro preocupado abandonó el gimnasio con prisa, sin dejarme decirle nada o preguntarle por qué corría, solo se fue, y parecía no querer que la siguiera, posiblemente iría a llorar o solo escapar para no caer en los impulsos.
— Que curioso... De seguro tiene algo que ver con el laboratorio de física, Monokuma específicamente habló de que no importaba, y eso lo hace muy importante. — Mencionó Hikari rompiendo alguna clase de silencio nervioso que se había formado entre nosotros. — ¿Había algo especial ahí, Zen?
— Pues no mucho, todo estaba desordenado y habían cosas faltantes, como el componente que sin querer Umito derramó, y me dediqué a ordenarlo todo.
Hikari asintió y guardó algo de silencio, estaba pensando, aunque no podría decir lo que pudiese llegar a ser, teniendo tanto material para trabajar podía traer miles de posibilidades, ella era como una detective de verdad.
— ¡Es de lo que no está! Zen, tienes que volver y revisar ahora qué falta, esa es la respuesta. — Umito había dado una respuesta que me convenció mucho, se escuchaba más interesado ahora, y no sonaba tan estúpido como solía ser. — Iremos todos por si encontramos alguna pista allá, ¿Suena bien?
— Ahora intentas sonar inteligente, no sirves para nada, no deberías ni intentar seguir manteniéndote con vida, idiota sin cerebro. — Me desconcertó un poco el hecho de que Miuna haya maldecido así a Umito de la nada, tenía los brazos cruzados y su mirada era un tanto inexplicable, no era como Akira o Yuuki, ellos usan el sarcasmo, Miuna es... Irreverente.
— ¡No le hables así! — Interrumpí compadeciéndome un poco por él, bueno, es mi amigo y merece ser tratado como tal. — ¿Por qué eres tan brusca con él?
— Avísame cuando tengas la edad suficiente como para contribuir a una conversación sin sonar como marica, niñita llorona. — Me espetó y me miró con soberbia, para luego caminar hasta la puerta del gimnasio.
Mis ojos se aguaron un poco, no entendía muy bien la razón, pero ciertamente me dolió en el pecho, como un ataque al corazón.
— Miuna, ¿Qué te pasa? — Hikari intentó detenerla para conversar, pero abrazándome luego de darse cuenta de las lágrimas en mis ojos, como una madre, se sentía bien.
— No me rebajaré a tu nivel para responderte, muerta de hambre. — Los ojos de Miuna se posaron una última vez en Hikari y luego abandonó por la puerta, sonriendo con suficiencia.
El cuerpo de Hikari se tensó y sus dientes rechinaron, era mi turno de abrazarla a ella para calmarle, o empezaría a gritar y se molestaría más.
Nadie decía nada, Akira no parecía divertirle la situación aunque también sea muy tosco con nosotros, sus puños maldecían con fuerza y su ceño fruncido hacía parecer que una vena de la frente le explotaría, estaba lleno de impotencia, al igual que Emiko, que parecía mostrar una emoción luego de ser tan neutral por todo este tiempo que llevamos juntos.
— ¡Todo está bien, todo está bien! Nadie está herido ni a punto de morir, ¡Sonrían, tenemos una feria a nuestro alrededor! — Aaron se escuchaba animado y saltaba de un lado a otro con una sonrisa, repartiendo abrazos y optimismo, era el único feliz.
— Aaron, no es momento... — Mirai no se veía afectada por aquellos impulsos que Monokuma mencionó, estaba tensa al igual que todos. — Si no vas a ayudar puedes retirarte.
— ¡Pero eso no es divertido, no va a hacer feliz a nadie! — Aaron hizo un puchero y abrazó a Umito sin previo aviso, se comportaba como un niño. — Vamos a jugar, todo está bien, y todo va a estar bien.
Umito intentó separarse del abrazo forzado que Aaron le daba, pero le fue más que imposible, y se tuvo que resignar a tenerlo pegado a su cuerpo.
— Zen... Vámonos por favor... — Hikari susurró a mi oído con penumbra, su rostro estaba triste y su mirada gacha, la impotencia ya había pasado, y solo quedaba la melancolía.
Asentí entendiendo la situación y le dediqué la mejor sonrisa que pude esbozar, le avisé al resto que ambos iríamos al tercer piso y nadie se opuso, pudimos salir del gimnasio sin preocupación del todo, y de la mano caminamos hasta el tercer piso, intentando no encontrarnos con Miuna.
— Hikari... Sabes que Miuna solo lo dijo porque sí ¿Cierto? Es tu amiga, no lo decía enserio.
— No intentes consolarme Zen... Ella lo dijo de corazón, y lo tuyo igual, antes sólo nos estaba mintiendo...
Vi cómo los ojos de Hikari se cristalizaban y luego agachó la cabeza para que no la viese de frente, faltaba muy poco para que empezase a llorar, sentí cómo su corazón se rompía de a pocos por pensar en ello, eran cómplices en todo, e iban juntas a todo lado... Sé cómo se siente, y también me hace querer llorar.
Detuve mi paso y la tomé por los hombros, su mirada seguía gacha y trataba de evitar mis ojos a toda costa, pero haría cualquier cosa por verla sonreír nuevamente, era mi amiga, y es lo que los amigos deben hacer.
— Hikari, mírame a los ojos. — Exigí sin titubear, concentrándome en ella y cómo negaba con la cabeza en pesar. — Hazlo, por favor.
Hikari volvió a negar, y la primera lágrima escapó sus lindos ojos.
— ¡Hikari, por favor! — El eco de mi grito se escuchó por toda la segunda planta, no había absolutamente nadie allí, y se sentía triste, justo como Hikari.
— E-está bien... — La voz tenue de Hikari me recordaba a Emiko, pero con las lágrimas de por medio. Levantó su rostro lentamente y me pude fijar en sus ojos verdosos llenos de lágrimas, su nariz roja y la tristeza en sus labios. — ¿Qué?
— No tienes que entristecerte, siempre habrá un hater o a alguien que no le guste lo que hagamos, ambos lo sabemos perfectamente, piensa en Miuna como eso, esa mala crítica entre un mar de buenas, o ese dislike en una canción de Vocaloid... No es importante si muchas personas te apoyan, ¿No crees? — Intenté calmarla un poco, hablaba lentamente y en un tono de voz suave, secando las lágrimas que bajaban por sus mejillas y riendo un poco cada vez que sorbía sus mocos.
Hikari suspiró de manera pesada, calmando su llanto de a pocos, e intentando sonreír, lastimosamente no podía siquiera cambiar la mueca lastimera, pero estaba bien, por lo menos la había consolado... A mí manera.
— Tienes razón Zen... Lo lamento, no debí reaccionar así.
— Está bien Hikari, a todos nos pasa.
Le di un leve abrazo y volvimos a caminar para llegar al tercer piso, teníamos que investigar, con los otros o sin ellos.
♦Hiro Takemiya♦
El desastre que había traído el nuevo incentivo de Monokuma le dio nuevo material a mi filme, y con mi confiable cámara filmé desde la salida de la señorita Namine hasta el cómo Aaron actuaba de una manera más positiva a lo que acostumbra, pero el hecho de que la señorita Mirai continúe como siempre me desconcierta un poco, pero no preguntaría en el asunto.
— ¡Vamos, vamos! Siguen con esas caras largas, la vida es demasiado esperanzada como para no sonreír. — El optimismo en la voz de Aaron iba acompañado de un observar curioso, intentaba llevarse pertenencias de todos sin que nos diésemos cuenta, como buen cleptómano que era.
— No Aaron, no es momento para eso, tenemos que encontrar una manera de solucionar esto, o por lo menos detenerlo un poco. — Yuuki se escuchaba calmado, intentando buscar una solución, reemplazando el papel de Hikari, ya que ella no estaba del mejor humor ahora.
— Pero Miuna está... Mal de la cabeza, olvida eso Akigawa. — Negó Akira rápidamente, se cruzó de brazos y caminó hasta una de las pequeñas cabañas de feria que decoraban el gimnasio, tenía varios dulces y algodón de azúcar.
Akira ingresó a la fuerza a la pequeña cabaña roja llena de dulces, y preparó cuatro algodones de azúcar y unas palomitas acarameladas, y de la misma manera que entró volvió a salir, teniendo cuidado con los dulces en sus manos, yo lo grababa en silencio, pero claramente podía escuchar conversaciones entre los demás en el gimnasio, resaltando la efusividad de Aaron, no cesaba por más que le dijesen.
— Nowak, ven un momento. — Llamó el de cabello negro, su semblante era confusamente astuto, y se limitaba a sonreír de una manera un tanto extraña.
Aaron se acercó atentamente al estafador, olvidando completamente a Umito, que se quedó viendo un tanto anonadado. Los otros seguían conversando, creo que Emiko y Yuuki están tratando de reconocer los nuevos instintos de Mirai, si es que posee unos.
— ¿En qué puedo ayudarte Akira? — La gran sonrisa en su blanca piel era de pura y solemne inocencia que Akira notó para abusar a su favor, y yo lo sabía perfectamente.
El estar cerca le dio la oportunidad de arruinar los rizos albinos con un algodón de azúcar, y luego otro directo a la nariz, no evité reír un poco, intentando que no se escuchase en la exquisita grabación que estaba haciendo.
El mismo bromista se carcajeó de su hazaña, y Umito le siguió después, Mirai y Yuuki luego, pero la reacción de aquel albino no fue mayor a que tomar otro de los algodones de la mano del estafador y llenarlo de baba, para luego proceder a depositarlo en los cabellos negros de Akira mientras sonreía de una manera inocente.
— ¡Europeo idiota! — Akira ardió en furia tras aquello, viéndolo bien se podría decir que era muy minucioso cuidando su cabello, y se notaba de lejos. Luego prosiguió a darle un puñetazo en la mandíbula.
La sonrisa en los labios de Aaron ahora era de abierta pillería, y sin importar el dolor propinó al estafador un golpe en el estómago.
Toda la comida en los brazos de Akira se esparció por el suelo, pero no le importó, continuó golpeando sin titubear.
Nadie detenía la batalla, simplemente por no poder, o no querer.
♦Zen Morimoto♦
— ¿Y éste para qué es?
— Ese... Puede dormir a la gente.
Hikari y yo llevábamos unos buenos diez minutos haciendo el mismo procedimiento una y otra vez, era un proceso lento que podría hacer solo, pero no podía dejar pensar a Hikari, tenía que mantener su mente distraída de alguna manera, porque el dolor es mejor olvidarlo que sentirlo hasta que se fuese, y ese simple comentario hirió muchísimo a mi buena amiga.
— Hikari, no toques esos cuatro, podrían producirte un sarpullido — Advertí alejando su mano de esa gaveta, aunque... No tengo nada y yo toqué eso sin protección alguna... Bueno, no importa mucho, es mejor prevenir~
— Zen... No creo que esté funcionando muy bien este sistema.
— Creo que hay una lista con los químicos en la bodega, revisa por favor. — La miré a los ojos y lo pedí con el tono más feliz que pude poner, pero no fingía nada porque de verdad estaba muy feliz, ella asintió y yo le sonreí, luego se retiró.
Fruncí mi ceño levemente y mi mirada revisó todo el suelo del laboratorio, no había rastro alguno del frasco, o del líquido en cuestión que Umito derramó hace unas horas, supongo que Monokuma lo limpió, o eso quiero creer, todavía no entiendo nada, se supone que lo había derramado hace poco para cuando entré al laboratorio por primera vez.
Di una ojeada rápida al tercer almacén.
— ¡Hikariii, lo encontré! — Le anuncié desde donde estaba, y ella llegó de inmediato.
— ¿Tan rápido? Zen, relájate un poco.
Sonreí con levedad y mis ojos se achinaron, le vi acercarse y luego le mostré el evidente espacio que había entre todos los frascos, evité tocarlos por lo frágiles que eran, no quería causar un estrago otra vez como Umito había hecho.
— ¿Y hacía lo que Monokuma dijo que haría? — Me preguntó observando cuidadosamente, ya se veía mucho más animada que antes, y eso es bueno.
— No, de hecho no hace mucho, Monokuma debió mezclarlo con otra cosa que sí le ayude, pero no tengo idea de con qué puede ser, Miuna debe saber, pero... — Evité el tema y corté mis palabras inmediatamente, sin arriesgarme a nada.
— ¿Y cómo crees que aplicó esa mezcla para que se desenvolviese así? — Sentía que nuestros roles se habían invertido, ahora yo podía responder, me sentía inteligente.
— No lo sé... Supongo que lo haría la mente maestra...
— La persona a quien ayudaba M.I-S...
— Supongo que sí, que susto... Eso me hace desear quedarme en el juego así y nunca develar a la mente maestra... — De solo pensar en ello sentía nervios, pero confesarlo me apenaba también, soy joven y tengo la vida por delante, pero no puedo evitar pensar en ello, se siente muy extraño.
Hikari me dio un rápido abrazo y revolvió mi cabello, volvía a actuar en cierto papel de madre conmigo, y eso estaba muy bien, me gustaba muchísimo.
— Ahora que lo pienso Hikari... Namine se fue antes del efecto del incentivo, ¿Estará bien? — Ese pensamiento me molestaba desde hace un buen rato, y no podía quitármelo de encima con nada de nada, era mi amiga después de todo.
— Vamos a ver cómo está. — Hikari concordó conmigo y ambos salimos del laboratorio camino a la habitación de Namine.
El camino hasta allá fue algo silencioso, ninguno de los dos quiso decir algo aprovechando el tiempo, sentía que Hikari ya estaba un poco más curada y yo estaba feliz de ello, y pues bueno, no creo que haya habido necesidad de hablar, lo único importante era no toparse con Miuna por accidente.
Llegamos relativamente rápido hasta la habitación de Namine, era una de las del medio junto con la de Umito y Yumiko, la extraño un poco...
Di tres golpes a la puerta de Namine y esperé una respuesta, luego noté el letrero en la puerta, escrito en afán y colgado a duras penas, "Sin importar lo que diga, no quiero salir" Curioso, considerando que son los impulsos de Namine, ella querrá salir, o lo que sea, no entiendo esto.
Hikari y yo esperamos un poco, y luego de aquello Namine abrió la puerta con energía fervorosa, con el solo hecho de verme se abalanzó a abrazarme y apretarme el torso como una peligrosa serpiente, sentía que mi respiración se iba de a pocos, necesitaba ayuda.
— Namine, ¿Cómo estás? — Hikari estaba siendo muy cordial con Namine, intentando no hacer algo que resulte peligroso, nadie sabe cómo funciona una persona con esos nuevos instintos, parecían animales más que todo, que susto.
Namine ni siquiera ojeó a Hikari, y solo se quedó pegada a mi cuerpo, no creo que nada que ella diga le hará hablar, en este punto ya tengo muy claro que Namine solo habla conmigo la mayoría del tiempo.
— Hola Namine, ¿Estás bien? — Le pregunté yo con una sonrisa, no podía pensar nada malo de ella aunque estuviese robando mi oxígeno y me sintiera morir, estaba bien realmente, la quiero mucho.
— ¡Zeeen~! No te alejes de mí, no te vayas, cuéntame todo, estoy aquí para ti. — Se escuchaba especialmente extraña, era como estar ¿Borracha, supongo? Seguía pegada a mí y no creo que fuese a dialogar en lo absoluto con Hikari, parecía ignorarla completamente o algo por el estilo.
Quería pedir ayuda, pero sentía que no sería lo mejor en esta situación considerando que Namine pueda salir y atacar a todos como loca solo para estar conmigo, como toda una yandere o algo así... Tengo miedo.
No evité sufrir con una mueca y pedir rescate a Hikari con mis ojos, ella inmediatamente intentó separarme de Namine, misión cumplida exitosamente, ahora Namine recaía atacada en los brazos de Hikari intentando separarse para volver a abrazarme, y lo veía aterrador.
— ¿Qué tienes Namine? — Pregunté asustado, intentando cubrir mi cuerpo de alguna manera, me sentía desprotegido y a merced de lo peor.
— Quédate conmigo Zeniii, prometo que estará todo bien. — Namine dejó de forcejear y se limitó a pucherear para verse adorable, pero como lo decía el incentivo de Monokuma, no estaba mintiendo en lo absoluto.
— ¿Hikari puede acompañarnos?
— ¡No! Solo los dos, ahora y para siempre.
— Lo lamento Hikari, quiero ver cómo resultan ser las cosas con Namine estando ella así... — Me disculpé con mi otra amiga y ella entendió de inmediato, soltando a Namine, quien no hizo nada por volver a darme otro abrazo.
— Iré a mi habitación, hasta luego Zen. — Hikari me dedicó una sonrisa algo lastimera y se fue hasta su habitación, que no estaba tan lejos de ahí.
Ahora estoy a merced de lo desconocido, y nada me aterra más en este momento.
— Muy bien Namine... Hagamos lo que quieras.
Ambos entramos a su habitación y ella cerró la puerta tras de ella, era la primera vez que entraba al cuarto de alguien más, y era especialmente lindo, tenía varias bibliotecas con cristal y habían varios libros gordos sin título visible, su cama era rosa y su escritorio estaba lleno de libros y papeles.
♦Hiro Takemiya♦
Hubo una ciertamente acalorada pelea entre ambos, y luego todos los presentes terminamos en la enfermería con cierta extrañeza, ambos se veían igual de lastimados, era claro que era un empate, y el simple hecho de que Aaron en lugar de detener cualquier cosa hubiese empezado la batalla me desconcertaba un poco, pero bueno, así funcionaba el incentivo de Monokuma.
— Ustedes dos son bastante idiotas. — Esta vez por falta de candidatos Yuuki era quien reprendía al par, recostados en camillas separadas una de la otra, por si las dudas.
— Y mira quién habla, el otro idiota. — Akira chistó y luego se retorció de cierto dolor en el estómago, Emiko y Mirai los atendían, y yo me dedicaba a grabar todo como acostumbraba, Umito se había ido en busca de Miuna.
Yuuki consideró golpearlo, ya había alistado su puño para comenzar otra pelea, pero Emiko fue lo suficientemente atenta como para detenerlo silenciosamente y luego volver a Akira, teniendo cuidado con sus lentes.
Sería mucho más rápido con la científica presente.
— Como decía, será mejor que te detengas Akira, esto hubiese terminado peor si Aaron no se hubiese resbalado con tus dulces de porquería.
— Repréndelo a él, parece un niño. — Alegó Akira con cierta molestia y apuntó con su dedo índice al albino, este solo le mostró la lengua.
— Idiota, él no sabe lo que hace, tú sí.
— ¡Cuando recupere la moralidad y el sentido común le partiré el cerebro!
Se escucharon pequeñas risas de Mirai en el fondo, pero solo continuó terminado de vendar la cabeza de Aaron, tenía mucha sangre de golpes y moretones, Akira también se veía como traído del infierno, pero en el rostro no tanto.
— Pero bueno, supongo que ya ambos aprendieron su lección y si los dejamos libres no volverán a golpearse, ¿Cierto Akira? — Ahora Yuuki solo se aprovechaba de su posición y jugaba con el ambiente, burlándose de Akira en el proceso, no había reparo en hacerlo de Aaron, no eran tan cercanos.
— A ti también te partiré el cerebro Akigawa...
— Espero que lo intentes cuando ya no te duela la muñeca, gracias.
Y Akira volvió a quejarse del dolor en su estómago.
♦Umito Hori♦
Después de la curiosa pelea entre Aaron y Akira salí del gimnasio, excusándome de ir en busca de Miuna, y claro que a eso iba, no tendría alguna otra oportunidad para preguntarle, suponiendo que bajo el efecto del incentivo tampoco podría mentir.
— ¡Miuna Ishida, te estoy buscando! — Me la había pasado gritando lo mismo por todas partes mientras la buscaba, era como el juego del gato y el ratón, pero intentando llegar a una discusión civilizada.
Ya había pasado por todo el primer y segundo piso, no quería terminar haciendo otra torpeza en el tercer piso y preferí no subir más, además de que no era tan probable de que Miuna estuviese allá arriba.
Volví a revisar en el segundo piso, y me fijé mejor en el primer piso también, al final la encontré en la cafetería comiendo helado a más no poder, sin gracia alguna y ni un sentimiento al hacerlo, era algo gracioso.
— Miuna, te busqué por todos lados, ¿Por qué no respondías?
— Eres un inútil, ¿Por qué debería hacerlo? — Me espetó antes de meterse otra cucharada de helado de vainilla en la boca sin pudor alguno, tal vez aguantaba el dolor de cabeza por consumir helado o algo así.
— Ese no es el tema, ¿Puedo hablar contigo de algo? — Tomé asiento frente a ella, pero me ignoró y continuó con su helado, estaba más que molesta. — ¿No? Perfecto, hay algo que quiero preguntarte.
— Nunca acepté a esta conversación intento de Scooby Doo, fuera de mi vista.
Debía mantenerme fuerte si quería sacarme la duda de la cabeza, y quizás así ayudar en algo a todos, como debí haberlo hecho desde el principio.
— Está bien... Es solo una pregunta, y espero que me respondas con claridad, ¿Sí? — Intentaba ser algo suave al hablar y no provocar una discusión que terminaría conmigo en la enfermería al igual que Aaron y Akira, me encantaría mantener todos mis dientes en su lugar. — ¿Eres M.I-S?
Miuna me miró un momento y luego del silencio obligatorio antes de una respuesta llena de verdades se carcajeó estruendosamente sin gracia, acompañado del helado de veía como un acto de despecho sin razón, pero supongo que es lo que quiere hacer.
— ¿No lo has resuelto? Sí que eres un idiota, ojalá y alguien te asesine pronto. — Hablaba con cierto cinismo al juzgarme y molestarme, no pude hacer más que fruncir mi ceño. — Pero bueno, no te lo diré porque eso sería hacer maldita trampa, aunque te daré una pista.
Mejoré mi postura en el asiento al escuchar la palabra "pista", no había nada mejor para un detective que tener una herramienta más para resolver el caso, todo era tan emocionante.
— Pero con una condición. — Tentó dejando de lado su helado de vainilla y sacando su Manual del Estudiante, lo manejaba especialmente rápido y sabía cómo usarlo muy bien, a diferencia mía. — Tendrás que humillarte.
— ¿¡Qué?! ¿Por qué debería hacerlo?
— Porque tu vida es una desgracia.
Bufé y me crucé de brazos aceptando su condición sin más, ella ingresó a su aplicación misteriosa y sonrió con malicia, yo no hacía más que observarla hacer un montón de cosas y oprimir yo no sé qué otras cosas.
Luego de esperar un poco ella puso su Manual en frente mío y me observó con ansias, en la pantalla había un pequeño texto y un botón blanco, sencillo y sin gracia, ¿Qué se supone que era?
— ¿Qué es esto? — Le pregunté señalando su Manual, me niego a hacer algo riesgoso.
— El texto que hay ahí es un pequeño... Juego de palabras, tienes que leerlo oprimiendo el botón, y si te equivocas tendrás que repetirlo... Claro que te electrocutará si fallas. — Explicó de una manera curiosa que me aterraba, ya no sabía qué pensar de Miuna si actuaba así de ahora en adelante, pero no podía hacer nada al respecto.
— Pensé que tu Manual tendría una aplicación misteriosa más... Coherente.
— Oh, la tiene, este es el Manual de Yumiko, se lo robé de por ahí~
— Ya sabía que estabas loca.
— No estoy loca, idiota, usa tu cerebro un momento si es que posees uno, le harías un favor a todos aquí.
Rodeé los ojos y me encogí de hombros, luego me dispuse a participar de la tontería de Miuna si me respondería con lo que necesito, era bastante obvio que ella podría ser la ayudante de la mente maestra detrás de nuestra horrible matanza, pero no podía confirmar nada por ahora.
Recité sin problemas el pequeño juego, no era complicado, solo era un tanto vergonzoso, era hecho a la medida para mí, se burlaba de mi orientación sexual y mis decisiones en la vida, tener que recitarlo fue algo un poco tortuoso.
— ¡Genial! Ahora podré chantajearte con esto y burlarme de tu vida todo el tiempo, intentaré reproducirlo cada oportunidad que pueda. — Miuna se carcajeaba observando el que parecía ser su Manual, tal vez y lo había grabado todo, era bastante zorra así.
— Ya, ¿Podrías ahora cooperar con escapar de aquí?
— Sí, sí como sea... — Miuna se acomodó mejor en su asiento y puso los pies sobre la mesa de una manera un tanto masculina, se traqueó el cuello y los dedos y luego prosiguió. — Los signos de puntuación son solo decoración y las letras no son siglas.
— ¿Eso es todo?
— ¡Eso es más de lo que necesitas, idiota, que desgracia de detective eres!
Miuna se levantó de la mesa de golpe y acompañada de su helado se fue a la cocina sin dirigirme la palabra otra vez, suponía que debía irme ahora si no quería ser mandado a la enfermería.
Aunque por otro lado, podía verse mezquina y como una zorra, pero se veía bastante inofensiva, no quiso dañarme en algún momento, tampoco atentó contra mi persona... Además de humillarme, pero eso no era tan malo ahora, quizás Miuna es buena por dentro después de todo.
No era el momento de hablar con alguien, la mente maestra debe estar por ahí escuchando todo, el simple hecho de que Miuna lo haya dicho a la nada sin problema ya era riesgoso, debía escribirlo y manifestarlo cuando fuese el momento, y ese no era ahora.
Me dirigí a mi habitación para anotarlo y tal vez decirle a Aaron cuando el efecto del incentivo termine, del mismo modo no quiero que nadie muera tampoco, pero no hay nada que hacer al respecto.
♦Zen Morimoto♦
*Bing Bong, Ding Dong*
— ¡Vaya, el incentivo ha funcionado mejor de lo que esperaba! Hoy pasaron cosas muy locas pero ya es hora de dormir~ — El anuncio de la Hora Nocturna que Monokuma daba era un poco raro, siempre personalizaba uno y eso era algo muy atento, pero también muy extraño.
*Bing Bong, Ding Dong*
Me despedí de Namine un tanto apenado y caminé hasta mi habitación algo cansado, en el camino me encontré con Hiro y ambos nos deseamos buenas noches antes de entrar a nuestras habitaciones, tal vez y mañana me pueda librar de Namine, pero por ahora solo dormiré.
Estaba especialmente cansado después de todo lo que hice, ya no me sentía triste ni preocupado, ya no sentía mucho al cerrar los ojos, solo era cuestión de dormir.
*Ding Dong, Bing Bong*
— ¡Muy buenas mañanas estrellitas del horror! No se queden en cama que es un gran día, Umito no derramó nada hoy, upupu. — El anuncio de Monokuma hoy no fue tan estruendoso como siempre, tal vez la mente maestra estaba ocupada.
*Ding Dong, Bing Bong*
Estaba igual de cansado y solo quería quedarme en mi habitación, observar a mis Vocaloid y quizás volver a dormir, pero podría perderme de algo importante, y de verdad quería estar con todos y reír un poco, tal vez Hikari estaría un poco mejor.
Salí de mi habitación y fui con cierta tranquilidad a la cafetería, solo Akira estaba cuando entré y fue un poco extraño, no lo saludé, solo fui a la cocina por mi desayuno, se veía muy lastimado, como si hubiese terminado en una pelea... Con Yuuki tal vez, era lo más probable.
Hikari y Umito llegaron un poco después, Yuuki, Emiko y Hiro siguieron, pero no había rastro alguno de los afectados con el incentivo, tal vez porque ya no veían necesidad de reunirse y realmente no querían hacerlo.
— Akira... ¿Qué te pasó? — Preguntó Hikari rompiendo el silencio entre los pocos presentes, ahora Akira y Emiko se sentaban en la misma mesa con nosotros y eso era bueno, no se sentía tan vacío.
— Me peleé con Nowak ayer, aunque fue estúpido. — Bufó molesto, tenía vendajes por el rostro y las manos, porque el resto de su cuerpo no era visible por la ropa, pero supongo que debajo de todo eso tendrá más vendajes, y Aaron debe de estar igual.
Guardamos silencio luego de aquello, y cada uno tomó caminos separados, Umito dijo que iría a investigar el tercer piso y nadie quiso acompañarle, Emiko iría a jugar soccer acompañada de Hiro grabándola por la espalda, Yuuki y Akira se quedaron organizando el comedor y Hikari y yo salimos a la biblioteca juntos.
— Hikari, ¿Te sientes un poco mejor? — Pregunté de la nada subiendo al segundo piso tranquilamente, tal vez Miuna estaría rondando por ahí, pero no creo que esté en la biblioteca.
— Sí Zen, perdón por preocuparte, ya no tienes que hacerlo. — Se disculpó con su mano derecha y me sonrió levemente, me sentía aliviado, no me gusta ver a la gente triste.
Llegamos un poco después, le había preguntado a Hikari si quería leer algo conmigo y ella aceptó con gusto, nos pusimos a buscar algo bueno que leer que no fuera suyo, buscamos mucho y casi por todos lados, la biblioteca era bastante grande, pero después de tanto buscar encontré algo.
— Hikari, encontré uno interesante. — La llamé hasta el librero de novelas gráficas, ella llegó sin reparo y yo le mostré el libro, era alemán, se titulaba "Bang!" y era de espías.
Ella solo sonrió a mi decisión y ambos nos sentamos en una de las mesas de lectura que había en otra parte de la biblioteca, encendimos una luz en la mesa y nos pusimos a leer en silencio, era divertido.
Las hojas se pasaban rápido y entre intervalos de texto había pequeñas historietas, todo se movía rápido y quería saber qué le sucedía al espía al final, todo era tan emocionante y mágico.
*Bing, Bong, Ding, Dong*
— ¡No lo puedo creer~! Un cuerpo ha sido encontrado, después de cierto tiempo haremos el tan ansiado Juicio de Clase, ¡Upupupu! — Monokuma se escuchaba mucho más emocionado que de costumbre, esto debe ser horrible...
*Bing, Bong, Ding, Dong*
— ¡¿Qué?! — Hikari se vio totalmente alterada con el anuncio de Monokuma, al igual que yo, ¿Dónde se suponía que estaba el cuerpo? ¿Y los otros? ¿Quién murió?
Hikari y yo escuchamos a alguien correr con prisa hasta la biblioteca, era Emiko, se veía apurada y su rostro estaba algo rojo, intuía que no hablaría por lo que Hikari y yo nos limitamos a seguirla.
Fuimos hasta el tercer piso, pasamos por las puertas hasta llegar al laboratorio, todo estaba silencioso, hasta que Emiko nos permitió la entrada, estaba nervioso y mis manos temblaban sin control, Hikari se veía especialmente seria ahora, y no podía culparla, un asesinato nunca es bienvenido.
Lo primero que logré divisar fue el desorden en los estantes, todo estaba destruido en el suelo, frascos destrozados, cortes en las paredes, parecía que hubo una pelea en la habitación, todo era un verdadero desorden.
Aaron estaba en el suelo estático, Yuuki y Mirai igual, todos estupefactos por lo que acontecía, la cabeza de Umito en el suelo, ojos abiertos y expresión nula, puesto con orgullo sobre un armario caído, su sangre se mezclaba con todos los líquidos de frascos en el suelo, y todo era manchado con su sangre.
El olor era extraño, no podía decir que olía a sangre, pero tampoco que oliese a flores, todos los químicos le daban cierto olor a maquillaje podrido, el olor era vomitivo pero aun así todos estábamos ahí, observando el asesinato de Umito, de quién lo habíamos esperado pero nunca pensamos que llegaría, yo lo quería de verdad como un gran amigo.
— Sarashi-Kubi... — Mencionó Hikari acercándose a la cabeza de Umito, su voz se escuchaba vacía, al igual que sus pasos al ingresar, estaba impresionada.
— ¿Sarashi... qué? — Preguntó Aaron, al no ser completamente japonés no entendía lo que nosotros sí, porque todos sabíamos lo que estaba pasando, y me apenaba un poco.
— Sarashi-Kubi, era un modo de castigo en la época Edo, le cortaban la cabeza al humillado y la colocaban sobre un podio en la plaza, pero había dejado de hacerse hace mucho. — Mencionó Yuuki desde su sitio en el suelo, observando sin más la cabeza de Umito, muerta, como Yukine.
Hikari ni se atrevía a pasar por el gran charco de químicos sangrientos, no podíamos tocar de ninguna manera al asesinado, y bueno, necesitábamos hacerlo si queríamos descubrir al culpable.
— Miuna... ¿Estás llorando? — Preguntó Emiko con aquella voz neutral que le caracterizaba, Miuna estaba recargada contra una pared cercana a la puerta, callada, y su cuerpo no decía estar tan feliz.
— N-no, solo es la luz, es muy brillante... — Se excusó, pero claramente su voz se escuchaba rota, el efecto del incentivo había terminado, y los cuatro afectados habían vuelto a la normalidad.
— Vamos Miuna, todos ya conocemos la verdad tras tu pequeño teatro, deja de fingir. — Acusó Hikari, ni siquiera se había dignado a verla de frente, de verdad que estaba dolida, su amistad ya había terminado.
— Piensa lo que quieras, pero a mí me duele mucho todo esto. — Mencionó la científica, se escuchaba tan deprimida a cuando Yuuki confesó el suicidio de Yukine, y ver a alguien así simplemente me rompía.
Aaron dejó de observar la cabeza del detective y fue a darle un abrazo a Miuna, él también se veía especialmente triste, después de todo, Aaron y Umito hacían casi todo juntos, incuso si no era muy útil.
— A todo esto, ¿Y el cuerpo de Hori? — Interrumpió Akira, él estaba casi al otro lado de la habitación viendo la cabeza desde atrás, pero parecía ser lo mismo que desde el frente, o eso supongo yo.
— En la bodega, Namine y yo lo vimos por error... — Mirai se escuchaba algo apenada, o tal vez también estaba entristecida por la muerte de Umito, podía haber sido de aquella manera pero yo sabía que en el fondo todos lo queríamos.
También quise ver el cuerpo de Umito, por lo que acompañé a Hikari y a Akira a revisar, la investigación había comenzado, y no quería quedarme atrás.
En la bodega el cuerpo de Umito estaba sentado sobre otro montón de frascos rotos, al igual que su cara tenía muchos moretones y de más de un lugar sangre manchaba y se mezclaba con todos los líquidos del alrededor, había un machete incrustado en el abdomen y claro que su ropa estaba especialmente manchada de sangre, pero estaba rasgada, rota y quemada, como si hubiesen vertido algo sobre él.
— Hikari, esto es muy extraño, no podemos ni acercarnos un poco... — Mencioné preocupado, no había forma de poder investigar si no podíamos ni tocar el cuerpo, y la escena del crimen podría dañarnos a nosotros también.
Hikari tomó mi mano y la apretó con fuerza, ese choque de seguridad inmediato que me proporcionaba mi amiga era lo que necesitaba para salir adelante un poco, pero de la misma manera preocupado por todo.
— Esto no es un drama, dejen sus cosas de enamorados para después del juicio, tenemos un cuerpo muerto en frente de nosotros. — Akira se escuchaba disgustado, y no podía juzgarlo, después de lo que me dijo en el segundo piso hace un buen rato me era casi imposible.
— Está bien, intentemos vengar a Umito, ¿Sí? — Pidió Hikari con cierta seguridad, quedaba en nosotros de ahora en adelante, porque aunque Umito fuese muy inútil seguía siendo el detective, y algo debía tener.
— ¡Sí! — Exclamé emocionado, no es que me gustase la muerte de alguien, pero si no queríamos morir teníamos que hacer esto.
— Como sea...
Ahora solo quedaba descubrir al culpable, aunque realmente siento que todos somos verdaderos amigos, que estamos unidos y en armonía, ¿Alguien verdaderamente lo hizo? Todo esto me da mucho miedo, porque no sé qué es lo que el futuro me esperará, a mí o al resto de mis amigos, espero que la esperanza esté de nuestro lado, desde ahora y para siempre.
[♠Capítulo 3, parte 2: Terminada]
[♦Estudiantes 10/15]
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