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El futuro de un simple soñador

Desde pequeño existe una obsesión en mi mente que nunca he podido saciar, un objetivo sin cumplir de mi larga lista de sueños y deseos, y ese es el de tener una de las colecciones más ostentosas y únicas que jamás pudo existir.

¿Qué es más valioso que los autos, las reliquias o las obras de arte? Los uniformes. No cualquier tipo de uniforme, los uniformes manufacturados por la Hope's Peak Academy son los que mayor precio tienen en el mercado, debido a estar hechos exclusivamente para los estudiantes, teniendo como mero propósito ser el emblema de tan prestigiosa academia.

Sin embargo, hay algo que los hace mucho más invaluables, y eso es definitivamente el hecho de sus componentes, es curioso, pero están hechos de una forma similar a los trajes anti-balas, simplemente que con otras funciones, las cuales son desconocidas para el público.

Actualmente, poseo cinco de estos uniformes de estudiantes ya graduados, todos fueron alterados y por lo tanto únicos en el mundo, y cuando me gradúe tendré tres más, el mío y el de mis dos amigas de la infancia, que también acuden a la escuela conmigo este año.

En la mañana del lunes de agosto en el que iniciamos clases me fue difícil prepararme por esta misma razón, mas lo hice con ayuda de quienes trabajan para mí en mi gran casa, despidiéndome también cuando fue hora de marcharme.

Tanto Evy como Akari son amorosas muchachas, los caminos a la escuela cuando estudiábamos juntos en la primaria eran los mejores, y ahora repetir tan lindos momentos me devolvía la paz, y me aseguraba que dentro de mi esperanza de chico raro estaría bien, porque todo iba a estarlo.

Los tres entramos hombro a hombro con sonrisas en los rostros al gran edificio principal de la academia, el cual se puede observar a bastantes kilómetros de donde se encuentra, lo que lo hace mucho más popular entre la población. Una vez adentro, me di cuenta que el exterior tan lujoso no era nada a comparación de su interior.

Sería fácil perderse, si es que soy sincero, aunque el equipo de maestros y demás ayudantes colocó letreros para la nueva clase de estudiantes, a falta de personal profesional además del director en la ceremonia de entrada. Por lo cual estoy agradecido.

Los tres ingresamos al gimnasio en donde habían solamente unas cuantas personas, las cuales no me sorprendían mucho por ser talentosos como yo, simplemente era curioso leer que por su sola apariencia me podía dar una idea de su talento.

Rápidamente una chica de cabello corto y curiosa mirada se acercó a mí con libreta en mano y mucha calma, siendo lo que más destacaba de su apariencia la bata de laboratorio que traía encima.

— Disculpe colega, lamento interrumpirle. — Me llamó ella, su voz al igual que su aura eran serenas, y sus palabras bastante elegantes, simplemente atendí anonadado. — Como parte de mi labor, estoy haciendo un estudio a todo aquel que ingrese por la puerta identificado como estudiante.

Asentí levemente sin entender mucho el vocabulario que usa, temo que aunque lo conozco no logro procesar todo a la velocidad a la que me habla – la cual es, bueno, la velocidad promedio para hablar con alguien.

— Antes de que le entreviste, mi nombre es Sasaki Mika, ¿Y usted?

Parpadeé unos cuantos segundos antes de responderle, sin entender mucho lo que sucedía a mi alrededor.

— Yo me llamo Take Arata, encantado. — Respondí en un titubeo, queriendo guardar mi capacidad mental para las preguntas, las cuales deseo entender a la primera.

Ella me sonrió levemente, siendo ese suave gesto lo suficientemente amable como para calmarme, Sasaki denota ser alguien que transmite mucha serenidad, lo que a mí me parece un gran beneficio.

— ¿Cuál es su talento, Take?

— Ah, yo soy el súper coleccionista, aunque lo considero más un pasatiempo.

Ella anotó rápidamente la información en la libreta que traía en sus manos, me daba mucha curiosidad el que lo hiciese en primer lugar, aunque no dije absolutamente nada.

— ¿El color de su cabello es natural?

— ¿Eh? Esa es una pregunta muy rara... Sí, lo es. — Fruncí el ceño al responderle e inmediatamente me sentí incómodo, ahora su presencia no era igual de serena a lo que me pareció en primera instancia.

Retrocedí un paso atrás, queriendo escapar un poco de su desbordante presencia, aunque con sus ojos fijos en mí sentía que estaba mal hacerlo, y que por lo tanto debía continuar cerca suyo, respondiendo a sus preguntas, como un niño obediente.

— No voy a tomar mucho más de su tiempo, debe encontrarse nervioso por la ceremonia así que esta será mi última pregunta. — Sentenció, haciéndose un poco para atrás para dejarme respirar, sin embargo, la distancia entre nosotros ya era grande. — ¿Qué busca con su graduación?

Luego de su pregunta, Sasaki coloreó en su rostro una sonrisa que no podría llegar a describir, era algo burlona, pero también apacible y feliz, llegaría incluso a mencionarla como si estuviese en completa paz consigo misma y con la humanidad.

Me quedé absolutamente estático, petrificado, incapaz de reaccionar a sus palabras, era sorprendente cómo es que había leído mi esencia con solo tres preguntas, y aunque estoy seguro de lo que busco, también me hace pensar en cosas que alguna vez quise.

— ¿Y por qué no lo averiguas por tu cuenta? — Preguntó alguien de la nada, y su voz masculina contrastante con la de Sasaki me expulsó del trance.

Volví en mí, y cuando lo hice un muchacho alto, rubio y de piel caucásica americana estaba abrazando de costado a Sasaki, y ella sonreía sin malicia en su presencia, contrario a como lo había hecho conmigo.

— Temo darte la razón Hunter, es apasionante investigar psicológicamente. — Contestó Sasaki con cierta emoción, incluso una chispa de algo a lo que no llega mi entendimiento. — Ah, por supuesto, Hunter, este es Take Arata.

Me presentó con el muchacho, yo solo di una reverencia esbozando una algo incómoda sonrisa, sin entender mucho de las cosas, ni la familiaridad que se profesaban a pesar de ser completamente distintos, lo único que tenían en común era la bata de laboratorio sobre sus uniformes.

— Un placer Take, yo soy Hunter Konishi, espero compartir de ahora en adelante contigo. — Se presentó él con una reverencia, respondiendo a la mía, ya no había nada más pendiente del saludo con este todavía extraño.

— Ya puedes retirarte, tengo asuntos por discutir y personas por entrevistar. — Me respondió Sasaki con calma, retomando mi primer pensamiento de ella, aunque ahora me asuste.

Simplemente me despedí con fugacidad y me retiré al gran espacio que había a mi disposición, no conozco a mucha gente y quienes conozco ya están divirtiéndose con una chica que supongo que también hace parte de nuestra clase, es bajita y muy musculosa, da algo de miedo.

Caminé hasta el fondo del gimnasio y me recosté contra una pared, esperando a la ceremonia para que pudiésemos retirarnos al recorrido por todo el edificio, que es algo que me gustaría mucho más.

Cerré los ojos y esperé, sabiendo que la espera sería larga si todos demoraban en llegar, y el director en aparecer.

— Disculpa.

Sentí que alguien me tomaba del uniforme, pequeños tirones sin mucha malicia que me hicieron reaccionar de nuevo, abriendo los ojos con cuidado para acostumbrarme a la luz, aunque no fuera algo tan drástico como al despertar.

Frente a mí estuvo entonces un niño bajito, de cabellos negros y una complexión curiosa no tan asiática, como Konishi, pero este niño no era caucásico – su piel era totalmente pálida, blanca, como si no tuviera vida en lo absoluto y fuera un invento de mi mente.

— ¡Hola, no te conozco! — Exclamó alegre, y dudé de él, debía ser el hijo del director si es que estaba aquí, porque se veía demasiado joven e inmaduro como para tener que estar con nosotros. — Aunque no es que conozca a mucha gente... Bueno, eso es lo que me trae aquí.

— ¿Viniste a Hope's Peak para conocer gente? — Inquirí, bastante dudoso de él, no me podía creer su uniforme de estudiante, de seguro y solo estaba realizando bromas como el niño que es, todos son así.

— No, eso suena tonto, sólo pensé que podría encontrar personas con las cuales compartir. — Explicó, sin quitar su muy cálida sonrisa, que contrario a la de Sasaki, me invitaba a estar cerca suyo, e inspiraba confianza.

Asentí lentamente, sin entender demasiado su existencia, simplemente me dejé llevar por lo que afirmaba para ello.

— ¿Cuántos años tienes? — Le pregunté, siendo algo que no me podía sacar de la mente viendo su apariencia frente a mí.

— Tengo catorce – o bueno, trece y medio, en unos meses cumplo catorce. — Explicó subiendo sus ánimos, haciendo gestos vagos e inexpertos mientras hablaba. — ¿Y tú?

— Eso no es importante, solo quería saber tu edad.

— Pues ahora yo quiero saber tu edad.

No me pude creer el tono autoritario que estaba usando el niño para dirigirse a mí, y hasta dudé que lo hubiese usado en primer lugar, su apariencia no me dio ninguna pista, y eso empezaba a molestarme, ¿Todos son malos en este lugar, o soy yo muy paranoico?

— Tengo dieciséis. — Respondí a regañadientes, y el niño solo sonrió complacido, con cierta dulzura.

— Ah, ¡qué lindo! — Exclamó una chica que también se acercó, a quien tampoco conocía. — Yo también tengo dieciséis, me tranquiliza encontrar a alguien de mi edad.

La chica, al igual que este niño, era bajita y parecía una niña, su rostro era pequeño y su cabello rosa no le ayudaba demasiado para verse más adulta, sin embargo, su voz lo era, no era un tono infantil, ni tampoco la manera en la que se refería al mundo, su apariencia simplemente me decía muchas otras cosas, a las que sí asociaría al niño.

— ¿Es que acaso los otros no tienen esta edad? — Pregunté, intentando entender la razón de esta chica de acercarse hablar conmigo y a este niño, que mucho no teníamos en común.

— Hice una pequeña entrevista al igual que Sasaki, y por quienes han llegado hasta ahora aterricé en la conclusión que no es común la edad de dieciséis en nuestro grupo. — Concluyó ella, hablaba seriamente y con pruebas al hacerlo, de cierto modo me hacía confiar en ella.

Asentí a sus palabras, y el niño molesto comenzó a comentar cosas a las cuales no les prestaría atención ni porque me pagasen hacerlo, y aunque la chica estaba atenta a su conversación, prefería yo omitirla, no quería recordar cualquier tontería que dijese.

— ¡Casi olvido presentarme! Estoy apenada, no suelo ser así de olvidadiza, mucho menos en una situación así. — Exclamó la chica para que retomase la atención en la conversación, seguía sonando vigorosa y cortés.

El niño detuvo de inmediato cualquier movimiento que denotase su aura infantil y permitió la palabra, era el momento de las presentaciones después de un buen rato de conversación entre ellos dos.

— Bueno, mi nombre es Hanamiya Momoka, y me identifican en la escuela como súper lexicóloga. — Se presentó con una muy leve reverencia, yo quedé sorprendido ante su seriedad en su presentación, y su falta absoluta de desdén por su talento, me es imposible concebirlo en mi propio caso.

— Genial, tu título se escucha muy divertido, yo quiero uno así. — Respondió el niño animadamente, y ante el comentario Hanamiya no respondió nada, solo sonrió. — Como sea, es mi turno. Yo soy Seiya Volkov, encantado de finalmente presentarme, cuiden bien de mí.

El niño, Volkov, terminó su presentación con una reverencia que terminó de explicarme quién es, y qué es lo que busca, simplemente podría ignorarle y nada cambiaría demasiado, porque no parece que en su vida algo lo haga, razón por la cual llama la atención.

— Y bueno, yo soy Take Arata.

Respondí finalmente ante las miradas curiosas de ambos jóvenes, y sonreí livianamente, sin buscar parecer alguna clase de amargado, porque realmente no lo soy, simplemente prefiero no acudir a mi temperamento obsesivo.

— Entonces me retiraré, tengo a alguien más por conocer. — Inició Volkov a despedirse, sin dejar su actitud o la sonrisa en su rostro. — Ara, Hana, hablemos en el recorrido. Adiós.

El niño comenzó a alejarse de nosotros mientras se despedía con su mano izquierda, y no quedó más de repetir su gesto para no verse descortés de ninguna forma, y tampoco amargado, porque no me gusta ser percibido así.

Al desaparecer Volkov del grupo, solo quedó silencio entre Hanamiya y yo, ninguno de los dos parece ser del tipo conversador y ella no parece querer alejarse de mí. Simplemente, de una manera un poco incómoda, nos quedamos juntos en la grandeza del gimnasio, sin que otros se acercaran a nosotros.

Ahora,solo faltaba esperar la llegada del director, quien, a pesar de ser también demucho renombre, parece llegar tarde a las reuniones importantes, como esta.Simplemente no espero que tantos jóvenes se descontrolen a la más mínimaoportunidad de libertad por falta de adultos.

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