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20. Capítulo 19.

Hi~ Ayer fue un capítulo bien intenso ¿verdad? Como que estos dos tenían harta tensión acumulada, pero chiquillos, hablando más en serio, ya vamos por 2/3 de la dínamica, ha sido toda una experiencia escribirla y más considerando que tenía muy poquito avanzada esta trama cuando partí porque estaba convencida de que subiría a otra, pero acá estamos y finalmente vamos aterrizando conflicto a conflicto.

Gracias por tanto.

Eiji está tarareando alrededor de la cocina.

Sí.

Ash queda totalmente embelesado con la imagen y ¿acaso existe otro motivo para despertar además de Eiji? Asegura que no.

No cree que nada valga la pena sino tiene que ver con Eiji, porque Eiji, joder, realmente está pasando.

Te amo, Aslan Jade Callenreese.

Ash se toma su tiempo para memorizar cada detalle del momento sabiendo que al igual que las fotos durará solo un minuto pero anhelará que ese minuto se convierta en toda una vida, apoya su espalda desnuda contra el marco de la puerta, entornando en sus jades la silueta de Eiji, lo único que esconde su desnudez es la parte de arriba de un pijama demasiado grande para ser suyo porque tal vez y solo tal vez, Ash haya comprado un pijama con el mero objetivo de que su amado se lo quitara y con justa razón puesto que luce de maravilla. La tela azulada apenas le cubre los muslos dejando a la vista sus piernas torneadas y trabajadas, está arremangado y aun así, las mangas de vez en cuando le impiden moverse con la facilidad que acostumbra, el botón del cuello deja a la vista su clavícula, si la talla era grande para un lince lo es aún más para un conejito. Se mira deslumbrante, como solo Eiji sabe serlo.

Hermoso. Extraordinario. Cálido. Hogareño. Terco.

Eiji Okumura, damas y caballeros.

Así que Ash se queda con una sonrisa calma vislumbrándolo balancearse en la punta de sus pies ante los estantes de la cocina hasta que ansía alcanzar algo de una gaveta superior y por más que se estire no lo consigue, es bajito y necesita ayuda.

—¿Estabas tratando de alcanzar algo? —Aslan se apoya encima y le consigue su preciada salsa de soja.

—Ash. —Adora cómo el japonés pronuncia su nombre adormilado—. Pensé que seguías durmiendo.

—Me desperté porque no te sentí a mi lado.

—Eres tan... —No deja que termine su frase, sus palmas se acomodan sobre sus caderas y de un solo movimiento lo sienta sobre la encimera, de pronto Ash está encima y le gusta demasiado la situación.

—¿Tan qué? —Ronronea con coquetería—. Termina la frase.

—Tan genial por ayudarme con el desayuno. —Arregla lo que sea que haya estado a punto de soltarle con un pestañeo inocentón y una sonrisita maliciosa, pequeña mierda, cree que se saldrá con la suya.

—Sí, bueno. —Pero Ash no dejará que gane—. Si actúas como una damisela en apuros debo salvarte.

—¿Me salvaste de la cocina?

—Exactamente. —De repente, la conversación impresiona mucho más irracional en voz alta que ante sus propias neuronas.

—Mi héroe. —Pero Eiji le sigue el juego extendiendo sus brazos ¿y cómo podría negarse a un abrazo?

Simple.

No se lo niega, deja que los brazos de Eiji lo arropen igual que una manta, se inclina hacia la encimera, hunde su nariz contra el cuello del moreno liberando un suspiro que se embrolla con un ronroneo y se permite morir acá, todavía no parece real que sea correspondido, que finalmente se haya atrevido a cruzar esa línea, el tema de la paternidad aún lo tiene malditamente asustado, es diferente para el viejo y Griffin por ejemplo, ellos tienen estabilidad económica, emocional (cree), nociones acerca de cómo debe funcionar el mundo real y un plan concreto sobre la parentalidad, ellos no, aún son niños.

Son niños jugando a ser adultos, lo sabe.

Niños que tendrán un bebé.

Todavía hay mucho que arreglar, sigue el tema de las fotografías, Dino aún acecha en la facultad ante los hombres de Arthur, su carrera se encuentra incompleta y ¿para qué empezar con la familia? Tanto Eiji como él cargan traumas generacionales gigantes, es una mala idea por dónde se vea, el embarazo masculino no es un juego, no uno que puedan jugar y aun así, ama a Eiji y aunque sea alguien racional se permite ilusionar, porque hoy amar a Eiji se siente como suficiente y ya.

—Despertaste regalón. —Eiji se mofa, lo hace con una risa que se hace brisa contra su oreja, poco a poco se aparta, no lo hace mucho, sino lo suficiente para que sus narices se rocen y un adorable rosa las espolvoree—. ¿Qué ocurre? ¿Ash?

—Esto no se parece en nada a lo que tenía trazado para mi vida, tú solo llegaste de sorpresa e hiciste lo que se te dio la gana.

—Oh. —El moreno baja la cabeza en un regaño—. Lo siento.

—No. —Ash no lo deja, desliza sus dedos debajo de su mentón asegurándose de que lo mire, es muy importante que lo haga porque así como los ojos de Eiji son puertas a su alma, Ash asegura que tiene sus emociones escritas cuando se trata de este terco—. Es mucho mejor, me has hecho feliz, tan feliz que no sabía que tenía derecho a serlo y aunque estoy un poco asustado, estoy acá.

—Estás acá. —Entrelazan sus manos—. Conmigo. —Eiji se restriega igual que un conejo mimoso ante su palma exigiendo caricias. Adorable. Bonito. Directo. Joder.

—Contigo. —Le promete—. Para siempre.

—Ash... —Pero de repente el ambiente cambia—. ¿Qué somos?

—¿Eh?

—Ya sabes. —Lo escucha tragar duro—. ¿Qué somos?

—¿Qué somos? —La pregunta sin duda lo descoloca, es decir, es cosa de ver literalmente la situación en la que se encuentran para llegar a un veredicto—. ¿Acaso no es obvio, onii-chan? —Canturrea divertido.

—No. —El moreno tensa el agarre al borde de la encimera—. No lo es.

—Pues somos gays.

—¡Ash! —Y claro que el desgraciado lo patea indignado en la espinilla y duele como el infierno, ¿Max se habrá sentido así cuando hacía berrinches para no dejar su oficina?—. ¡Te lo pregunto en realidad! No te lo tomes como si fuera un juego, es frustrante.

—¿Qué quieres que te diga? Somos novios.

—¿Lo somos?

—¿No lo somos? —Ash frunce las cejas confundido por el barullo—. Pensé que lo éramos después de habernos acostado tantas veces.

—Oh. —Eiji se encuentra absolutamente ruborizado, los racimos de pestaña revolotean desde arriba hacia abajo hasta que finalmente sus ojos se conectan, esa mirada es un universo nuevo—. Creo que me gustaría ser tu novio, no lo había pensado así.

—A mí también me gustaría ser tu novio. —Reafirma todavía pisando entre cáscaras rotas de huevos.

—¿Entonces somos novios?

—Así parece.

—Vaya. —Ríe—. Tengo un novio.

Alto, se supone que estos instantes deben ser especiales, si bien no posee mayores referentes acerca del romance más allá que Griff y Max (quienes se enamoraron literalmente en medio de Irak) y quizás Shorter, está seguro que entrar en una relación con quién ama debería ser un hito fundamental entre el caos que llama vida y no se aprecia de esta manera, Eiji va a querer romper, maravilloso, ni siquiera lleva un día de pareja oficial y el moreno ya quiere patearlo por ser un romántico de pacotilla, supone que lo merece, se tardó una eternidad en tener las bolas para preñarlo y su primer acto de pareja lo ha arruinado, vaya talento, quizás los candidatos habrían sido...

La catástrofe no sigue escalando.

Porque Eiji está riendo.

¿Riendo? No, más bien carcajeando, ha apretado su vientre con tanta fuerza que la camiseta se plegó entera, ha tirado su nuca para atrás, tiene los párpados cerrados pero de estos corren lágrimas, hasta sus piernas crepitan hacia la encimera y de pronto, su rostro se torna rojo y el rojo es contagioso ¿de dónde viene semejante descaro? Pretende enfadarse, más, Eiji carcajea y carcajea, es molesta la risa.

—¡Para! —Gimotea ruborizado aunque no le corresponda—. ¡¿Qué es tan gracioso?! Ya basta.

—No es nada. —Eiji se agarra el pecho recuperando aire—. Haces que todo sea sencillo.

—¿Eh? —Eso no se lo esperaba—. ¿Sencillo?

—Sí, eso me gusta de ti, las cosas se sienten fáciles contigo, solo pasan.

—Oh. —De pronto, sus mejillas arden pero no es más por la cólera—. Tú igual, me haces sentir como si no te estuvieras esforzando mucho para amarme.

—Porque amarte es lo más fácil que he hecho en mi vida, Ash. —Su corazón se salta latidos ante esa confesión porque eh ahí la dualidad con Eiji que dice esta clase de cosas puesto que es honesto y ya pero es incapaz de medir el peso que tienen para su alma tan lastimada—. No me tengo que esforzar para amarte, te amo y ya.

—Eiji. —El lince se esconde contra su hombro—. Joder, Eiji.

—¿Eh? —El moreno se tensa—. ¿Acaso dije algo malo?

—No. —Sus orejas queman.

—¿Entonces?

—Ni siquiera tienes idea del efecto que tienes en mí ¿verdad? Esa es la peor parte. —Ash toma a Eiji una vez más, sin embargo, esta vez lo acomoda encima de su hombro para arrastrarlo a su habitación y tumbarlo sobre la cama, Eiji pierde la respiración apenas lo ve subírsele encima.

—¿Ash?

—En serio eres increíble. —Con un pulgar delinea la línea de la mandíbula del moreno, aunque existe grasa de bebé que le da una apariencia aún más aniñada también tiene las facciones marcadas, Aslan se inclina para presionar sus labios sobre el cuello del japonés, para hundirse ahí, quedarse, ahogarse y renacer ahí—. ¿Cómo es posible que haya pasado tanto tiempo separado? No tiene sentido alguno.

—A veces me pregunto lo mismo. —Eiji le sonríe con tanta dulzura que el mundo se desmorona ante sus ojos y alrededor de la cama pero nada más importa—. Pensé que me habías rechazado, no quería pero sabía que mi enamoramiento por ti era obvio y cada vez que insistías con otros candidatos creía que era tu forma de amablemente declinarme, por eso me enfadé con Blanca, por fin me decidí para dejarte ir y me acabó rechazando, se sintió como ser pateado contra el piso.

—Tengo miedo de tener una familia. —Entonces lo clarifica y el universo se termina de derrumbar a su alrededor—. No sé si quiero ser un papá.

—Lo siento.

—No. —Todo el eco muere a menos que sea la voz de Eiji o el latido de su corazón—. No me obligaste a nada, elegí estar por mi propia cuenta, porque estoy dispuesto a intentarlo si es contigo y así como quiero amarte con todo mi corazón como tampoco me han amado a mí, quiero amar a nuestro bebé.

—N-No me digas eso. —Sus grandes ojos de gacela se cristalizan—. No quiero llorar antes de ir a mis clases.

—Te prometo que amaré a Holden o Holdena con toda mi alma. —Bromea.

—¡Ash! —Y funciona porque Eiji ya no anhela llorar, está riendo—. ¡No te dejaré ponerle ese nombre tan feo!

—Tenemos tiempo para decidir eso todavía. —Canturrea deslizando sus dedos dentro de la camiseta del moreno, tocando su piel desnuda y despertando las llamaradas del infierno—. Aunque creí haber escuchado de tu boca que no querías mis genes de Holden.

—Ni los quiero. —Bufa el terco—. Pero te quiero a ti, amaría mucho que nuestro hijo se pareciera a ti, me hace ilusión que sea tuyo.

—Eiji.

—Y al final. —El aludido le da una sonrisa de comemierda—. Tendrás a un pandillero panzón al medio de los chicos ¿cómo se siente nunca tener la razón? —Ofendido hasta la médula lo único que anticipa que puede hacer para ganarle es apretarle las mejillas y pellizcarlas—. ¡Ash!

—Pequeña mierda. —Gruñe y de pronto, de pellizcarlas pasa a besarlas—. Te amo tanto, Eiji, te amo.

—Ash.

—Estoy tan enamorado de ti.

—¿Qué tanto? —Le pregunta con coquetería—. ¿Qué tan enamorado estás?

—¿Quieres que te lo muestre?

—Por favor, lince.

Entonces lo besa.

Pero no solo lo besa, se deshacen en esa caricia, Aslan lo ha empujado contra la cama acomodándose encima del moreno con sus manos acunando el marco de su rostro, presionando su boca lentamente ante el paraíso prohibido, saboreando los bordes de sus labios, su ternura, su suavidad, esforzándose por degustarla y progresivamente explorar con su lengua, Eiji se sobresalta con la intromisión, más, ansía que sigan y se lo hace saber al enredar sus dedos entre los mechones dorados, la atmósfera se calienta, ambos desean alargar los besos como si fueran los últimos que se fueran a dar. Ash lo toca. Lo adora. Lo ama. Lo memoriza. Lo besa por todas las veces que no pudo.

Puede escuchar a su corazón contra sus orejas acompasado de los sonidos húmedos que inundan su habitación, el colchón rechista, las manos se han colado debajo de la camiseta para apretar la cintura del japonés igual que un artista moldeando cerámica, quiere que su toque quede grabado ahí, nunca de una manera brusca, él no quiere arrancar a Eiji sino que anhela verlo desprenderse de sus pétalos poco a poco hasta que se pierdan al aire. Sus besos son dulces. Pacientes. Azucarados. Y aunque Ash ha besado antes, nunca ha besado así.

—A-Ash. —Es el turno de Eiji de sostenerlo de la cara y demandarle más, lo toma por sorpresa sentir su lengua fundiéndose a la suya.

—Eiji, mierda.

Ruedan por la cama como los tontos enamorados que son, sus jadeos se ahogan en su garganta, Ash no quiere separarse de esto ni ahora ni nunca, joder, realmente podría pasar días besándolo, asume que así debe sentirse el amor, que el amor te hace delirante, te vuelve un poco loco, te incita a ansiar tu mejor versión y te convierte en un imprudente.

Pero es tan feliz.

Así que besa a Eiji y lo besa como nunca lo ha besado antes.

Eiji ríe sobre sus labios.

Ríe. Ríe. Lo besa.

Ash se embriaga en esa risa presionando el labio inferior de su amante para respirar el aire que brota de sus pulmones, beber de su boca y devorar su esencia al mismo tiempo que acaricia su estómago por debajo de la camiseta, lo hace lento y aterciopelado provocando que sus vellos se ericen, prende centímetro a centímetro su silueta, lo desnuda mirada a mirada, ojal por ojal, palabra de amor contra orejas rojas.

—Voy a llegar tarde a la universidad por tu culpa. —Se queja en un puchero que no es en serio—. Ni siquiera te importa ¿verdad?

—Tendrás más clases.

—Tendremos más besos.

—Tal vez. —Él tararea sintiéndose especialmente infantil—. Pero quiero besarte ahora. —Y engancha los bordes de la camiseta hasta dejar totalmente expuesto su vientre y el bóxer que se puso—. Estoy ansioso por ver tu pancita abultada. —Ash presiona besos de mariposa encima de su estómago.

—Me pone nervioso.

—También estoy nervioso. —Y deja reposar su rostro ahí, envuelve sus brazos igual que gato mañoso y decide que se echará en ese preciso lugar—. Recién retomaste la pértiga ¿es un buen momento el tenerlo ahora? Te lo pregunto porque sé lo mucho que te costó volver a saltar.

—A diferencia de antes ya no salto porque quiera ir a las olimpiadas o algo así. —Le explica paseando sus dedos entre los mechones de trigo con suma suavidad y acá lo sabe, efectivamente Eiji tiene una segunda naturaleza destinada a amarlo—. Salto porque me hace feliz y ya, no quiero dejarlo e incluso después del embarazo tengo la esperanza de retomarlo.

—Estoy seguro de que podrás. —Lo alienta dejándose mimar, toda la tensión abandona su cuerpo y le bastó un simple roce al moreno.

—Además salto para que pienses que soy genial. —Confiesa apenado—. Me haces sentir como si no fuera ordinario.

—No hay nada ordinario en ti, Eiji Okumura.

—Es raro que lo digas, toda mi vida me dijeron lo contrario.

—Porque esas personas no supieron verte. —Sus ojos brillan como una galaxia al conectarse puesto que ese es su tipo de belleza. Solo para el espectador correcto. A simple vista. Pero escondida. Calma. Quieta. Apasionada. Lo deja sin aliento. Un tipo de belleza Eiji Okumura—. Porque cualquiera que te vea en realidad es capaz de vislumbrar lo extraordinario, maravilloso y deslumbrante que eres.

—Ash.

—No digo que seas así siempre, también te he visto ponerte mal y muy mal. —Le explica—. Tampoco espero que te mantengas así durante nuestra relación, pero lo que trato de decirte es que estás bien siendo solo tú, independiente de tus altos o tus bajos, te amo a ti por ser tú.

—Aslan. —Eiji tiembla—. ¿Incluso si soy un irracional que anda publicando anuncios en busca de un candidato para quedar embarazado?

—Inclusive si estás completamente chiflado. —Eiji ríe en respuesta—. ¿Por qué querías embarazarte de esa manera? Existen otros métodos como los bancos de esperma o la adopción.

—Es que creí que se parecería al amor. —Explica—. Antes de conocerte creía que el sexo era especial sin importar con quién lo tuviera, realmente quería sentirme amado pero mientras más me acercaba a otras personas, más entendía que no sería de esa manera, que cualquier cosa que hiciera y que no fuera contigo me lastimaría y ahí entendí que estaba enamorado.

—Eiji. —Lo llama con ternura—. Amor.

—Y tener un bebé que no fuera tuyo de repente se empezó a sentir horrible, fue una lucha horrenda, por un lado, no quería renunciar a mi sueño y por otro no quería una familia sino era contigo, perdón.

—No te disculpes. —Junta las frentes—. Es lo mismo para mí, yo no soportaba la idea de que tuvieras una familia con alguien que no fuera yo, en el club exploté, tiré a la mierda la racionalidad, mi corazón no pudo tolerar más.

—¿Por qué somos así? —Ríe con melancolía—. Somos tontos.

—Vaya que somos tontos. —Le confirma.

—Y por eso somos perfectos el uno para el otro. —Entrelazan sus manos—. Te amo, Aslan, te amo y te amo mucho.

—Vaya que somos empalagosos. —Se mofa para no lidiar con el rubor acrecentándose sobre su cara.

—Espera a que los chicos nos vean.

—Joder, eso les encantará.

Se quedan un rato más besándose antes de ir a la universidad.

Por supuesto, Eiji llega tarde a clases y no ayuda que se demoren dos horas en separarse no obstante la mera idea de pasar separado de Eiji se ha vuelto inconcebible, probablemente ya esté cargando a su futuro hijo y eso despierta aún más su instinto protector, por ende, Aslan alarga el abrazo la mayor cantidad de tiempo posible enfrente de la facultad de fotografía, presiona sus labios contra el cabello encrespado y entintado de su amante, admirando y memorizándolo, aprecia cómo laten en sincronía sus corazones, parecen a punto de estallar y deberían manejarlo con cuidado por lo mismo.

—No quiero irme. —Eiji gimotea aferrándose con la misma intensidad—. Debería faltar a clases, creo que daría lo mismo si ya falté toda la mañana.

—Debes ser responsable. —Lo regaña, más, tampoco lo deja ir—. Eres el mayor y deberías darme el ejemplo, onii-chan.

—Lo sé.

—Pero podríamos ir a la biblioteca por un perrito caliente y...

—¡Ya paren! —Yut-Lung interrumpe—. No se van a morir por mantenerse apartados una clase, dejen de ser tan asquerosos.

—¿Cómo sabes que no me moriré si lo tengo lejos? —El chino lo fulmina con la mirada. Frío. Malvado y cruel—. Podría morirme de amor.

—Ojalá te mueras, en ese caso. —Entonces escupe.

—¡Yue!

—¿Qué? Tú dijiste que debía intentar ser más honesto y no puedes enojarte porque soy más honesto con el remedo de novio que te conseguiste.

—Ya vamos. —Eiji engancha su brazo al de la víbora—. Te estaré esperando a la salida. —Y se alejan.

—No entiendo por qué deben tener una clase compartida.

—Los amigos usualmente comparten electivos, Ash. —Shorter enfatiza visiblemente ofendido—. No como otros traidores.

—Lo dice el que me abandonó por un culo.

—No me cambies de tema. —Finge estar ofendido y le sale natural—. Nunca tomamos clases juntos.

—Bueno, si mi mejor amigo no fuera tan lento...

—Bastardo. —Ríe empujándolo del brazo—. Vamos, los chicos esperan para la reunión.

Ash lo sigue sin embargo de repente no es tan terrible estar caminando dentro de la universidad, no porque lo hayan dejado de reconocer, al contrario, es más consciente de las miradas y los cuchicheos más que nunca y aun así, se siente más llevadero estar acá. Sonríe. Probablemente sea por Eiji. Como lo hizo con las fotografías seguramente resignificó la universidad, sí, en vez de pensar en el flash o el clic de la cámara, en Dino o Arthur, evoca cabello esponjado de pájaro bebé, nombres que se vuelven estornudos, ojos que lo son todo. Es que Eiji. Dios. Sin duda el amor lo dejó noqueado sobre el suelo.

—Alto. —Shorter lo frena en medio del camino—. Estás feliz.

—Así es.

—Demasiado feliz. —Enfatiza plantándose enfrente, quitándose los lentes de sol como si con el gesto pudiera mirarle el alma—. La pusiste.

—¡Shorter! —Le pega en el hombro.

—¿Qué? —El histérico se agarra el brazo como si estuviera a punto de caérsele, vaya, ya ve el motivo por el que se lleva tan bien con Yut-Lung—. Es la verdad, la pusiste ¿cierto?

—¿Poner qué? —Sing pregunta con ojos grandes y luminosos—. Se estaban demorando, por eso los vine a buscar.

—Ah.

—¿Poner qué? —Insiste—. No entiendo.

—Mira, cuando un Ash quiere mucho a un Eiji lo que él hace es que... —Le cubre la boca previniendo que suelte alguna otra idiotez y acabe traumatizando de manera inevitable al más pequeño y ¿acaso Nadia sabrá la clase de influencia que es su hermano? Lo duda en demasía.

—Dile otra palabra y te corto lo de abajo.

Tch. —Se libera—. No eres para nada divertido.

—¡No se vale! —Sing gimotea—. ¡Yo no entiendo todavía!

Por supuesto, no le explican nada a Sing y se van a la reunión, el tema principal es Arthur y la manera en que interpretó esa riña en el club como una agresión, saben que es una excusa, tarde o temprano los iba a atacar, no obstante, ahora tiene la libertad de hacerlo "bajo fundamento", la culpa se vuelve una piedra entre las tripas de Ash, no volvió para ser un líder de mierda, necesita pararlo, no es solo por el terrorismo que sus hombres imparten en Down Town sino que el tema de Dino, las fotografías y Eiji lo tiene mal ¿para qué lo niega? Fue un idiota en develar su talón de Aquiles y no tiene derecho a llorar si su Patroclo muere en el campo de batalla.

Mierda, es complicado.

—Yo podría ayudarte con Eiji. —Sing se ofrece con el pecho inflado, conteniendo el aire igual que lo haría un palomo para verse más grande—. Sé que el tema es delicado y que te preocupa.

—Eiji odiaría tener una niñera.

—Tal vez. —Sing tararea al mismo tiempo que se balancea en la punta de sus pies—. Pero él disfruta mucho de mi compañía.

—Tú... —Entrecierra la mirada—. ¿Qué tramas?

—Quiero ser de utilidad. —No hay mentira en su voz y esa es la cosa con los niños, sí, Ash comprende que Sing no está libre de pecado y así como es su caso también ha dañado y aun así, no es capaz de ocultar una mentira, se cuestiona si eso pasa con todos los niños y si le pasará con su bebé—. Shorter me sobreprotege y no me deja hacer nada, dice que soy su sucesor pero siempre me deja fuera.

—Oh. —Poco a poco el carácter energético de Sing le hace sentido—. Pero eres el sucesor de Shorter ¿no es así?

—Lo soy. —Musita—. Quiero serlo.

Y es lo lógico, desde que posee memoria ha visto cómo Shorter a su forma lo ha preparado para que dirija Chinatown, no es un secreto la admiración que el mocoso siente por el mayor, sus ojos rebosan asombro cada vez que relata una de sus hazañas diciendo que es "el más cool del mundo" y que le gustaría parecerse a él, pero ahora que piensa, es cierto, Sing debe sentir una carga inmensa con un título de sucesor porque lo quiera o no deben compararlos. Probablemente quiera cuidar a Eiji a raíz de eso, si bien, son amigos, ha visto lo protector que son Shorter y él con Eiji.

—También espero poder ser el tuyo. —Lo toma por sorpresa tan inocente confesión—. No como lo soy con Shorter, Alex tiene tu terreno y está bien eso, pero...eres genial y espero poder aprender un poco de eso si no te molesta.

—Sing.

—Por eso quiero ayudarte con Eiji. —El más bajo se rasca la mejilla sin poderlo ver a los ojos—. Y yo te prometo protegerlo con mi vida, no te fallaré, confía en mí.

Y claro que Ash confía en Sing.

Asume que a Sing en más de una ocasión le ha tocado ser comparado o ver si está a "la altura", sabe disimular lo mucho que le afectan esos comentarios, si bien, Ash odia la idea de delegar la protección de su amado a alguien más también entiende que sería irresponsable mantenerlo cerca con Golzine, Arthur y los rumores todavía corriendo, un embarazo de por sí es delicado, Eiji no debe estar lidiando con situaciones estresantes si quieren asegurarse dentro de lo que pueden. Así que sí. Ash toma una decisión en este segundo. Este es el momento. Acá ambos lo saben. Elige a Sing. Cree en él.

—Te estoy confiando algo más valioso que mi vida.

—Lo sé. —Y por cómo lo dice sabe que es en serio.

—Pronto tendré que encargarme de Arthur y de Dino, eso será peligroso, necesito que lo mantengas a salvo en ese entonces y lejos del peligro. —Lejos mío—. ¿Podrás hacerlo?

—Es una promesa. —Sing le extiende una palma para sellar el trato.

—Es una promesa. —Ash la toma.

Está hecho, queda escrito.

Nos vamos a quedar un ratito en dos cosas: en Arthur y esta riña que se armó y en los conflictos familiares antes de pasar al bebé que es el plato de fondo por así decirlo, así que tenganme paciencia con el tema, como siempre, estoy muy agradecida por el apoyo que esto recibió a pesar de los altos y bajos que ha tenido.

Se les quiere caletaaa, son la luz en mi miseria laboral/estudiantil.

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