Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2. Capítulo 1.

Hi~ Me dio mucho amor ver cómo le dieron cuerda a una idea tan random y tonta que nació a partir de los promps, muchas gracias, ahora chiquillos, como siempre los primeros 10 capítulos se sienten un poco más lentos en termino de asentar sentimientos y lo que quieran, pero la dinamica se vuelve muy dulce y bonita y suave, lo más fuerte que tenemos acá es el tema del consentimiento y abuso como siempre en BF, pero fuera de eso es muy cotidiana, así que espero que les guste, la hice con mucho amor.

El prologo como les comenté esta a mitad de trama así que hoy partimos con el contexto de cero~

"Para cuando volvimos a la mesa ya estaba medio loco por ella. Eso es lo que tienen las chicas. En cuanto hacen algo gracioso, por feas o estúpidas que sean, uno se enamora de ellas y ya no sabe ni por dónde se anda. Las mujeres. ¡Dios mío! Le vuelven a uno loco. De verdad."

Ash suspira.

Cierra la tercera copia que posee del guardián entre el centeno (la primera se encuentra en su oficina y la segunda la olvidó en la casa de una chica) bambolea sus dedos encima del ordenador como haría un pianista, esto no debería ser difícil, es experto el literatura clásica y el ensayo que le solicitaron es acerca de su autor preferido, además, tiene un vasto entendimiento con el protagonista de la novela puesto que genuinamente cavila que Holden es malinterpretado por la sociedad moderna. Ya habría terminado si fuera cualquier otro tema. Sí. Ya estaría comiendo con Shorter o siendo ligado por algún chico o chica nueva. Pero no. Acá está. Atrapado. Trabajando. Frustrado.

¿Por qué?

Porque el tema es el amor.

Si bien, Holden suele reflexionar cómo los adolescentes crean relaciones en sus mentes al generalizar un encuentro que perciben genuino, no es amor per ce, o no es esa clase que escribieron los antiguos poetas. No de la clase que te debe enamorar incluso de los defectos del otro. O de vislumbrar belleza en donde no la hay. O de sacrificar la vida con tal de asegurar el bienestar ajeno. Ash cree que dichosa visión es reduccionista y está idealizada en los tiempos modernos, él nunca se ha enamorado y posee una vida estable a estas alturas, está sacando su tesis de literatura, imparte clases y coquetea cuando se le da la gana sin conocer el rechazo. ¿Y qué es lo que el amor podría darle y no tenga actualmente?

Nada.

Ash está bien así.

—Deberías dejar de usar mi estudio cuando se te dé la gana. —La suave voz de Max retumba con un eco fantasma dentro de la inmensa habitación, sus jades se separan con pereza del Word que todavía sigue en blanco, sus dedos se crispan en la portada del libro y con una gracia digna de un adolescente resentido con sus padres mira al adulto—. Tengo que escribir un artículo para la facultad.

—Puedes escribir en tu oficina. —Las ruedas de la silla crujen cuando se mueve—. El comedor es un buen lugar también ¿sabes? —Largo, en otras palabras.

—¿Por qué tendría que adaptarme a eso si este es mi estudio?

—Tu estudio y el de Griff. —Resalta—. Estoy usándolo porque él me lo prestó.

—Ajá. —El bastardo no le cree nada—. ¿Qué estás escribiendo de todas maneras? Te ves constipado.

—¿Yo? —Ash arroja una risa seca—. Eso no te incumbe, anciano.

—¿Cómo que anciano?

—Anciano, vejete, momia, polvo seco, abuelo, decrepito, senil, material de asilo, puedes llamarlo de la manera que más te guste, fósil en exhibición.

—¡Ash!

—¿Sí? —El nombrado bate sus pestañitas blancas fingiendo inocencia—. ¿Qué ocurre? ¿Acaso estás tan sordo que necesitas que te lo repita?

—¿Podrías dejar de tratarme como si tuviera cien años? Soy un poco mayor que tu hermano, no una década entera. —Ash tararea sabiendo que el periodista está cursando una crisis de edad, por lo que le mete con aún más malicia el dedo en la llaga, si se atreve a interrumpir su trabajo que apechugue.

—Cien años, un par de años, es lo mismo. —Sonríe con malicia y prepara su lengua como si fuera un gatillo—. El punto es que eres una pasa arrugada que se está quedando calva. —Dispara.

—Te he criado desde los diez años, deberías llamarme papá a estas alturas ¿no lo crees? Merezco tu respeto.

—Si te llamara papá eso implicaría que estás de novio con Jim, no con Griff. —Max no oculta su asco.

—Ya no quiero discutir contigo. —Alza las manos igual que una bandera blanca—. Me rindo, quédate con el estudio hasta que termines.

—Gracias. —Canturrea.

—Pero de todas maneras... —Cantó victoria demasiado pronto al parecer—. La cita que leíste era de Hemingway, eres experto en sus obras ¿qué es lo que te tiene pegado? —Ash cierra el ordenador de un solo golpe, sus dedos se crispan en la carátula brillante hasta que la pantalla cruje. Le da rabia.

—El guardián entre el centeno no es un libro de amor.

—¿No? —Max alza una ceja y se sienta enfrente—. Pero Holden es un adolescente, el tema está ahí.

—Pero no es real. —Se defiende—. Holden busca placer a través de las fantasías que construye, más, nunca es capaz de conectar con nadie, no amorosamente al menos.

—Algo así como tú. —Ash lo patea por debajo de la mesa ofendido—. ¡Mocoso!

—¿Qué? —El adulto lo patea de regreso—. Tú empezaste.

—Te enfadaste porque es verdad, proyectas en Holden en todo sentido.

Tch.

Quizás, más no lo admitirá en voz alta ni aunque su vida dependa de ello, de hecho, preferiría morirse envenenado por las patas de pollo de Shorter antes que darle la razón a ese remedo de cuñado (cabe aclarar que lo ama, pero su lenguaje del amor es la violencia y los insultos), porque le cabrea lo cierto de la premisa. Ash sabe que sus relaciones mueren a causa de sus propias expectativas, aunque si le preguntan lo negará siempre está buscando eso que enloquece a las personas, lo que te hace anhelar estar con alguien, verlo sonreír, sacrificar tu propia comodidad por una mirada y te acelera el corazón y de repente, hace que las cosas tengan sentido. Puff. Solo lo tienen.

Ash quiere eso de lo que Griffin le habla constantemente y lo encontró en Max, no obstante le resulta injusta la comparación, ellos se enamoraron en plena guerra y no vivirá algo así de intenso con nadie.

—Griffin quiere que sientes cabeza. —Casi como si Max le leyera la mente suelta ese comentario, es extraño cómo ya no se pone defensivo cuando este tipo entromete su nariz donde no debe.

—No creo que siente cabeza nunca. —Declara cortante, no está interesado en el tema (o eso le dice a todo el mundo incluyéndose a sí mismo)—. Las personas me aburren en el amor, son agradables y divertidas por un rato, pero pronto se vuelven una carga.

—Sigues en esa fachada de rompecorazones que has tenido desde adolescente. —Max suspira—. Yo creo que deberías superarla, hasta Shorter empezó una relación seria ¿qué te detiene?

—Shorter es un traidor. —Concluye—. Me cambió por un culo.

—Te da miedo la intimidad. —Se burla.

—No. —Y Aslan realmente quiere volverlo a patear porque concibe su cara roja y sus orejas hirviendo por la cólera—. Pero no me agrada el tema de tener pareja o formar una familia.

—Familia. —De pronto el semblante del periodista cambia, le toma menos de un segundo descifrarlo a juzgar por lo entrecortada que se torna la respiración, el sudor que escurre bajo su flequillo o cómo se está aflojando la corbata, está escondiéndole algo y no le gusta—. Ya qué pones el tema...

—Habla. —Ordena—. Sé que tramas algo.

—¿Yo? —Max ríe fingiendo demencia—. No sé a qué te refieres.

—Ya suéltalo. —Insiste—. No me podrás engañar.

—Mocoso. —Max suspira, rendido—. ¿Recuerdas a Shunichi? Mi amigo fotógrafo.

—No. —Sus ojos azules escaldan con un deje de frustración.

—Ya sabes, mi compañero de universidad, te he mostrado imágenes de él en mi anuario. —Pero Ash sigue negando con la cabeza, su cabello se enreda entre sus pestañas por el movimiento tal como el trigo lo hacía en Cape Cod—. ¿Acaso me escuchas cuando te hablo?

—Probablemente no. —Se le sale el pensamiento.

—Es el sujeto que le regaló la fotografía a Griffin para su antología de poemas.

—¡Ah! —Se le prende el foco—. Ya sé quién es. —En parte porque genuinamente lo recuerda, la foto del lago de Cape Cod reflejando las constelaciones como si el cielo estuviera lloviendo a pedazos casi le hace justicia a la prosa inefable de su hermano mayor—. ¿Qué hay con él?

—Tiene algo así como un ¿pupilo? —Ni él sabe cómo llamarlo—. Qué se vino a América para trabajar.

—Ajá. —Alza una ceja—. ¿Y eso me importa por qué...?

—Por esto.

Max desliza su celular encima de la mesa.

—Léelo.

Sus jades repasan con aburrimiento lo que impresiona ser un anuncio de internet, no obstante, capta su atención inmediatamente el contenido porque nunca ha visto algo así ¿acaso está demente? Vaya, lo más probable es que este sujeto no tenga ni una sola pizca de instinto de autoconservación y basta de una sola leída al texto para que lo sepa. Es un problema. Él definitivamente no quiere involucrarse. No. No. Y la respuesta para lo que sea que Max le desee pedir seguirá siendo un grande y gordo "no".

—Anda. —El adulto se escucha incómodo—. Di algo.

¿Pero qué diablos puede responder a esta cosa?

«Se busca voluntario para tener un hijo. No necesitas hacerte cargo ni mantener contacto pero quiero de todo corazón tener un bebé, más aún, no he encontrado a la persona correcta».

—Está demente. —Concluye—. Es un hombre que se puede embarazar. —Deduce por el subtono en el anuncio y eso hace aún más riesgoso el embarazo ¿acaso no debería ser algo preciado? Le da rabia porque ha visto a Griff y Max intentar tener un hijo biológico y fracasar—. ¿Esperas que lo embarace?

—¿Qué? —Max palidece—. ¡No! —Y agarra la copia del guardián entre el centeno para golpearlo en la cabeza (lo que es violencia intrafamiliar, por cierto).

—¿Entonces qué quieres?

—Eiji no tiene amigos todavía, habla con él y hazlo entrar en razón, por favor.

—No necesito más problemas en mi vida. —Concluye—. No estoy interesado.

—Por favor. —Pero Max le toma las manos con fuerza.

—¡Viejo! —Ash gimotea—. ¡No seas asqueroso! Suéltame.

—Hazlo por Maxie. —Usar el apodo que le puso de niño es trampa—. Hazlo por el dulce, adorable y maravilloso Maxie que tanto te ama, vamos, Ashie, piensa en lo que Griffy diría, hazlo por mí.

—Lo haré si te callas. —Gimotea torturado.

—¡Es un trato! —Ni siquiera alcanza a reaccionar, más, Max ya le está dando la mano y queda sellado.

Así que debe ir a conocer a ese tal Eiji.

Si bien, más que nada va para que Max deje de joderlo, hay una chispa de curiosidad sobre el anuncio y el chico que lo publicó, no tiene sentido, en esta sociedad se favorecen con creces a quienes poseen la capacidad de concebir vida, es una cualidad sumamente atesorada y resguardada, es algo que Ash no tiene ni nadie más a su alrededor, se han realizado el examen para saberlo, no es común que pase en un hombre y aun así desearía que le pasara a sus cercanos ¿cuántas velas de cumpleaños ha visto apagar a Griff pidiendo quedar embarazado? No necesita decirlo para que lo sepa, hay una añoranza intensa cristalizando sus ojos cada vez que se atormenta con el tema.

Así que sí, en parte le genera curiosidad conocer finalmente a un chico que se puede embarazar y al mismo tiempo siente una furia desmesurada por estar malgastando dichosa cualidad con cualquiera.

¿Acaso no tiene autorrespeto ni amor propio?

Ugh, inclusive habría sido menos patético tener un acostón en un bar en vez de publicar ese anuncio.

Sí.

Definitivamente ve que lo va a odiar sin siquiera conocerlo, además ¿qué tan feo debe ser para tener que rogar por una pareja en línea? Sin duda debe ser malditamente...

—¿Ash?

Bonito. Es muy bonito.

—¿Eres Ash Lynx? —El chico le pregunta con unos grandes ojos de gacela sentado tímidamente entre las butacas del café, está jugueteando con sus cabellos esponjados y oscuros, Ash presume que es a causa de los nervios y corrobora la sospecha al verlo enrojecer—. Recibí un correo con esta dirección.

—Soy yo. —Se sienta enfrente—. Ash Lynx.

—¡Ah! Hola. —No se esperaba que el desconocido le diera una sonrisa brillante y probablemente de las más bonitas que ha conocido antes de hacer una reverencia e invitarlo a sentar, es cortés y tímido y tiene esa apariencia de chico bueno que te ayudaría con las tareas y te las explicaría pacientemente hasta que las entendieras—. Soy Eiji Okumura.

—Lo sé. —Balbucea medio ido—. Max me habló de ti.

—Qué bien. —Ríe nervioso.

—Sí.

Ash lo analiza desde el otro lado de la mesa, anhela mantenerse suspicaz, es lo que usualmente haría con todos los demás, es desconfiado, fiero e indiferente y por eso, tiene la fama que tiene dentro de la facultad, sin embargo, le es imposible, por más que intenta alzar sus barreras acaba absorto en su acompañante. No tiene sentido. No es especialmente bonito, de hecho, se ve tan normal que pasaría de largo si lo viera en un club. Y aun así. Hay algo en su cabello curvándose hacia su oreja y pendiendo sobre sus cejas espesas. Hay algo en sus movimientos retraídos casi como si se estuviera disculpando por existir. Hay algo en su sonrisa trémula y sincera. En sus manos enrollándose nerviosamente sobre su chaleco y agarrándose con firmeza para mantenerse serio. Hay algo en sus ojos.

Sí.

Son los ojos más sinceros que ha vislumbrado en su vida, no comprende bien el por qué lo cree, pero apuesta su propia alma que es así, ahora ¿debe mantenerse alerta de su franqueza infantil o necesita protegerse antes de salir herido?

—¿Estás buscando candidatos para tener un hijo? —Corrobora y mierda, Eiji se ha ruborizado ¿cómo pudo tener el nervio para publicar ese anuncio y ahora encogerse constreñido?

—Estoy buscando un candidato, no quiero una pareja, tampoco tiene que ver a su hijo, pero de todo corazón quiero quedar embarazado y asegurarme de hacer una elección correcta.

—Bueno, yo no vine a ofrecerme como candidato.

—Oh. —Una desagradable presión se instala en su torso apenas ve una pizca de decepción, en teoría ya es libre, le cumplió a Max y habló con Eiji—. Es peligroso que hagas esto ¿sabes? La gente se suele aprovechar de los ingenuos como tú y no terminarás bien si vas confiando a ciegas.

—Pero realmente quiero un bebé. —Mierda. Mierda. Mierda—. Y no conozco a nadie acá.

Sabe que no debe meterse.

Es una mala idea.

Una pésima idea.

—Contrátame para que te ayude a buscar a alguien. —¿Entonces por qué...?

—¿Eh?

—Yo te ayudaré. —Ash no tiene idea de en qué se está metiendo—. Y así podremos seleccionar a un candidato que sea seguro y lo consideres apto para tu bebé.

—¡¿En serio?! —Los ojos de Eiji brillan como estrellas—. Gracias, Ash.

—Sí. —Ash no tiene ni puta idea de en qué se está metiendo.

Pero la tendrá.

Y maldición, cómo va a tenerla.

¿Ash se acaba de meter en un inmenso problema con ojos cafés y cabello esponjosito? No tiene idea el pobre hombre todavía, este fic es Ash-centric, es decir desde su pov, pero tenemos contexto de Eiji más adelante porque por algo el niño está usando este metodo, no es algo random que se le ocurrió de un día para otro, pero vamos por parte.

Si todo va bien nos veriamos mañanita~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro