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19. Capítulo 18.

Hi~ Les subo el capítulo tempranito porque en el centro donde trabajo se corto la luz~ y sin luz no se pueden atender a los pacientes, so, toco mandarlos a la casita y yo aprovecho mientras las cosas se ordenan, si tengo que advertir algo es que basicamente hay mucho contenido adulto así que ojito si se sienten comodos para leerlo.

Mil gracias por el apoyo.

Ash entierra sus manos en el cabello de Eiji, no es brusco, se contiene a pesar de esa urgencia visceral que lo atañe para explorar cada rincón de su compañero, lo trata con dulzura y gentileza deslizándose entre los mechones esponjados y entintados mientras sus labios se devoran en medio del pasillo, no han llegado a casa, aunque el club no estaba tan lejos tuvieron que ir a un motel y mierda, en realidad está pasando, está besuqueándose con Eiji, está tocándolo, arruinó su amistad, cruzó la línea que no debería haber cruzado y ambos saben que no hay vuelta atrás.

Esto está mal, se dice a sí mismo.

Celoso de mierda.

Sin embargo, las palmas de Eiji deslizándose por su cuello como si fueran seda, enmarcando su rostro para exigirle que lo bese con mayor profundidad son un deleite mortífero, Ash no sabe si siempre se sintió tan lindo besar a alguien más, Dios sabe que ha hecho esto y visitado estas piezas muchas más veces de las que se enorgullece, no obstante con sus otros acompañantes se apagaba, dejaba que le hicieran lo que querían y hacía lo que ellos esperaban que hiciera, nunca siendo él mismo, daba igual porque ellos tampoco querían a Ash, querían el papel que Ash sabía interpretar, por eso se esforzaba en que se acabara lo más pronto posible entrando en un estado de supervivencia...con Eiji es distinto.

Besar a Eiji se siente como si estuviera besando por primera vez.

Caliente. Urgente. Torpe. Dulce. Bonito. Inocente. Sexy.

Especial.

Sí, hacer esto con Eiji es especial.

Desea aferrarse a este sentimiento lo que más pueda y grabarlo con sangre en su corazón, no mitigan la intensidad de los besos, al contrario, la temperatura sube hasta que Ash a tropezones ciegos puede abrir la puerta de la habitación, intenta retroceder para tomar aire o decir algo, ¿estás seguro?, ¿esto es lo que realmente quieres? Más, los labios de Eiji persiguen los suyos, es todo, si ha de respirar que sea el aire en la boca de Eiji y si ha de decir algo que sea un jadeo amortiguado por su lengua así que arremete con aún más intensidad en las caricias sacándole un suspiro placentero al nipón. Joder. Ash nunca lo había escuchado usar esa clase de voz y ahora quiere escucharla mucho más. Necesita más.

Lo quiere absolutamente todo de Eiji.

Abandona su boca tironeándole el labio inferior, haciéndolo jadear su nombre, temblar en sus brazos y suplicarle por más. Ash sonríe como un depredador hambriento. Desliza sus labios por el cuello de su compañero con suma lentitud, parte con roces superficiales hundiendo levemente su nariz debajo de su mentón bronceado y aspirando aquel aroma que lo trae loco. No era el perfume, ni el shampoo ni el suavizante de ropa. Eiji. Es la esencia de Eiji. Siempre lo ha sido. Así que aspira con descaro antes de besar con hambre sus zonas erógenas, provocando que estire la nuca para atrás, lame observando cómo los vellos se erizan y la piel se le pone de gallina. Muerde. Besa. Marca. Llega a su manzana de Adán y la succiona. Eiji gime su nombre.

—A-Ash. —Maldición, qué sonido más erótico—. Mis piernas se sienten débiles.

Quiere ir a la cama, en otras palabras.

—Enrédalas a mi cadera.

—Pero...

—Te llevaré a la cama.

Eiji se aferra a la espalda del lince antes de obedecerlo y enredar sus piernas a su cintura tras un solo salto, Ash no puede resistirse, la fricción entre sus caderas es simplemente deliciosa y tenerlo encima es una tentación así que baja sus manos para apretar, amasar y masajear su trasero, aunque sin duda el pantalón es un estorbo el cuerpo del nipón se deshace en espasmos de placer que se funden a un par de gemidos entrecortados, el candor de su respiración le golpea el cuello y de pronto, sus piernas son las que empiezan a fallar. Lo deja sobre la cama. Se queda encima. Está duro. El dolor en su pene se hace insoportable cada segundo que pasa lejos de Eiji, es extraño, cree, no suele excitarse estando en estas situaciones, de hecho, su placer es algo que prefiere dejar aparte. Pero Eiji.

Es que con Eiji...

Eiji. Eiji. Eiji.

Lo ama tanto que duele. Mata. Destruye. Lo hace renacer.

—Ash. —Es que Eiji, Dios, Eiji es tan especial que de repente una ola de culpa lo vuelca y lo sofoca al fondo de la catástrofe y ¿qué está haciendo? No es digno. Un cuerpo como el suyo. Un corazón como el suyo. Una cara. Un alma. Una reputación—. ¿Qué ocurre?

—Alto. —Se aparta, no mucho, pero sí corta el contacto entre sus cuerpos, yace arriba utilizando sus brazos como si fueran muros—. ¿Estás seguro? Estamos en un motel, esto no es bonito, mierda, no...

—Aslan. —Sin embargo, Eiji siempre encuentra manera de callarlo, aunque Ash se ha rodeado detrás de espinas Eiji las sobrevuela igual que un diente de león—. Estoy seguro.

—No quiero que te sientas obligado.

—¿Obligado?

—Parecías realmente cómodo con el otro tipejo y la jodí, perdón, no quería importunarte pero actúo como un irracional cuando se trata de ti, no puedo pensar, solo sé que me duele imaginarte teniendo el bebé de alguien más, deseo quedarme a tu lado, mentí, te mentí cuando te pedí un solo por ahora.

—Vaya, eres denso. —Lo dice entre frustrado y divertido—. Y te lo diré lo más explícitamente posible.

—Por favor.

—Aslan. —Eiji enreda sus brazos alrededor de su cuello y lo acerca, sus labios quedan contra su oreja y sus palabras se sienten como un susurro, un hechizo, un secreto—. Hazme un hijo, tiene que ser el tuyo.

—Eiji. —No necesita verlo para saber que el nombrado está rojo, puede sentir a su cara entibiarse al lado de la suya—. Soy un pésimo candidato, deben haber mejores.

—Eres el único que ha habido. —Le asegura—. Solo puedes ser tú.

—¿Por qué?

—Te lo dije esa noche en el bar ¿cierto? —Eiji se afloja del agarre, no es abrupto, solo anhela que se puedan mirar a la cara y sus ojos de gacela, mierda, ¿alguna vez alguien lo ha mirado así? Como si él fuera el sol, los planetas, cada estrella y su universo entero, Ash pierde el aliento porque es inevitable guardar esperanzas si...—. Aishiteru, Aslan.

—¿Eso qué significa?

—Te amo. —Su corazón deja de latir—. Te amo, Aslan Jade Callenreese.

—Eiji.

—Te amo y quiero que me preñes.

Y ya no puede más.

Pone sus manos a cada lado de la cara de Eiji y con suma lentitud traza órbitas encima de sus mejillas, sí, de esas mejillas que tanto adora verlas sonrojarse y que en secreto cree que se asemejan a las de un hámster glotón atiborrándose de semillas, la metáfora lo hace sonreír y de repente esa habitación de mala muerte que están compartiendo se derrumba el segundo que sus labios se rozan, la luna se baja, las estrellas llueven, el mundo se para y nada más importa además de lo bien que se siente esa caricia como si finalmente encajara algo que siempre debió encajar, Ash se toma su tiempo y procura hacerlo con adoración, se pierden en aquel beso y se encuentran en esa locura de estar enamorados.

Eiji ríe nervioso, es novato en el tema del amor y está bien, Ash también lo es.

—Relájate, abre la boca. —Susurra inclinándose más y más sobre la cama, Eiji finalmente cae encima del colchón—. Confía en mí.

—Con mi vida.

Eiji abre la boca, hunde sus dedos en los hombros de Ash mientras se deja llevar restregándose sobre las caderas del rubio casi por instinto, Ash deja escapar un suspiro de placer dándole en el gusto, usa sus manos para colarse debajo de la camiseta, Eiji trepida por la sorpresa, más impresiona encantado ante la idea de ser tocado, la lengua de Eiji ni siquiera sabe a alcohol, si bien, existe un regusto dulzón que le evoca al caramelo, asume que es la esencia de Eiji. Todo un afrodisíaco. Una droga. Es adictivo.

—Voy a quitarte la ropa. —Ash le susurra en la oreja, sabe el efecto que esa voz grave y aterciopelada puede tener en Eiji y efectivamente acierta.

—Nunca antes... —Eiji impresiona muerto de miedo—. Nunca nadie lo ha hecho, pero tú puedes.

—Te trataré bien. —Le promete—. Dime si algo te gusta o no te gusta.

—Lo haré. —Traga duro—. Puedes tocar.

—Eiji.

—Quiero que me toques, Aslan.

—Voy a desnudarte entonces.

Eiji asiente y Ash rápidamente toma el dobladillo de su camiseta para sacársela de un tirón, sus jades recorren con hambre el torso desnudo del nipón, sus pezones se encuentran erectos sin que los haya tocado directamente y la reacción le resulta adorable, Ash sonríe con malicia, clava sus ojos, no ansía perderse ni un solo detalle así que se aventura a besarle el pecho, parte en sus clavículas bronceadas, se detiene en su abdomen marcado por el deporte, muerde las curvas pronunciadas sobre su cintura y lo ilusiona besando por encima del pantalón arrancándole un gemido que debe contener utilizando el dorso de su palma, nunca le quita la mirada de encima, puede ver que eso le pone la piel de gallina igual que una presa a punto de ser devorada y Ash disfruta en demasía de esa sensación. Mierda. Es surreal estarlo tocando. Obsceno. Lindo. Primerizo. Todo al mismo tiempo.

¿El sexo siempre se sintió así de bien?

No, esto es por Eiji.

Eiji se ruboriza de miles de colores cuando finalmente va a sus pezones para besarlos, parte con unos toques dulces y apenas perceptibles, luego estimula sus areolas con lamidas circulares que las ponen aún más duras que antes y finalmente succiona sin vergüenza alguna. Muerde. Besa. Chupa.

—¿De acá saldrá leche para nuestro hijo? —Se mofa succionando hasta que el rojizo se hace morado.

—N-No me estés molestando.

—No te estoy molestando, no. —Miente con descaro—. Pero me gusta lamer acá. —Ash mete dentro de su boca los dolorosamente estimulados pezones del japonés hasta que sus pies se crispan a causa del placer en la cama y su pene se siente aún más duro contra la propia erección de Ash—. Vaya eres impaciente, onii-chan.

—A-Ash. —Eiji ruega con los ojos vidriosos por el éxtasis.

—Todavía no te he tocado bien y mira cómo estás. —Ash mete una mano dentro del pantalón de Eiji y roza su pene—. Estás tan mojado.

—¡A-Ah! —Ash presiona el glande con una sonrisa malvada.

—¿Quieres que te toque más? —Le abre las piernas—. Pídemelo entonces. —Eiji lo mira con el rostro rojo por la vergüenza y la frustración—. Pídemelo o no lo entenderé.

—Tócame. —Susurra—. Tócame más.

Las manos de Ash juguetean alrededor de la hebilla hasta desabrocharla junto al pantalón, Ash se lo saca y lo tira a algún lugar del cuarto, sus jades no demoran en repasar la exquisita imagen que posee enfrente, Eiji semi desnudo empapado por el sudor, totalmente erecto y necesitado, traga duro, poco a poco baja el elástico del bóxer hasta sacar la erección y empezarla a tantear, parte con movimientos suaves desde el prepucio al glande, no obstante los gemidos tan eróticos de Eiji lo incitan a empujarlo mucho más allá, por ende, aumenta la estimulación. Es rápida. Intensa. Salvaje. Joder. El pene de Eiji crece en su palma deseoso por más y más. De pronto Ash está restregando sus caderas hacia el nipón porque esto es malditamente caliente y su propia erección es sofocante.

—Dime si esto se siente bien.

Aslan se vuelve a acomodar encima, saca su propio pene, empieza a masturbarlos juntos, se sostiene con una mano apoyada en el colchón para no aplastar al moreno y con la otra marca el ritmo, aunque el japonés impresiona nervioso y al borde del éxtasis envuelve su pene y diablos, la mano del moreno se siente tan bien envolviendo su caliente, grande y palpitante miembro. Sus respiraciones se funden en sonidos húmedos, sus besos se tornan desesperados, sus mentes están nubladas.

Más.

Quiere mucho más de Eiji y se lo hace saber restregando su hombría aún más en su palma, no tendría que sentirse tan erótico, está con un primerizo y sus estimulaciones son endebles y temerosas y pese a esto no existe placer más mortífero que tener a los largos y suaves dedos de Eiji deslizándose sobre su prominente pene hasta sus bolas. Mierda. El dolor es insoportable, nunca ha estado más excitado.

—Ash, voy a correrme. —Le advierte apretando aún más su erección, intensificando su estimulación.

—Hazlo. —Ash recorre con sus dedos tortuosamente hacia la base—. Córrete.

Ash atrapa suavemente la oreja de Eiji entre sus dientes, lame, baja besando a lo largo de la línea de su mandíbula para volverle a morder el cuello, Eiji no se resiste más, sus toques son audaces, salvajes y hambrientos, es un depredador, Eiji se derrite en su mano corriéndose, jadeando su nombre contra sus labios hinchados y desmoronándose en la cama con el semen en su vientre, el sudor cristalizando su piel de caramelo y su rostro ruborizado por el ardor del momento.

Ash observa satisfecho el resultado de su trabajo.

Eiji está hecho un desastre. Caliente. Pegajoso. Excitado. Deseoso. Carajo, es la imagen más candente que ha vislumbrado en toda su vida.

—Y-Yo también quiero. —Dice intentando recuperarse, dando bocanadas inmensas de aire—. Sigues duro y con la ropa puesta.

—No es necesario. —Ash se suaviza—. Estoy bien.

—Quiero que ambos... —Eiji intenta articular, más, sus ojos se hayan ennegrecidos a causa del placer y la lujuria—. Quiero que disfrutes tú también, por favor.

¿Y cómo podría decirle que no a Eiji?

No se puede.

Así que se sienta a la orilla de la cama, deja que las temblorosas manos de Eiji le arrebaten cada una de las prendas, se muerde la boca, no puede quitarle los ojos de encima, está maravillado, pese a su vasta experiencia sexual, sus múltiples parejas y lo reiterados que son los moteles...es la primera vez que lo tocan así, es distinto, las caricias de Eiji no son urgidas y al igual que sus fotografías no necesita de una idealización de Ash, no, acá lo toca como si pudiera tocarle el alma y acunarla, lo acaricia casi como si fuera digno, hermoso y merecedor de compasión. Con roces suaves. Besos dulces. Y palabras de amor tan honestas que podría llorar, no lo hace, pero lo deja desnudarlo ojal por ojal.

Eiji está completamente desnudo enfrente y aun así Ash se siente terriblemente expuesto cuando la camisa cae y Eiji lo ama como nunca lo han amado antes.

—¿Así está bien?

—Joder, Eiji, así está bien.

Se sorprende a sí mismo por el gemido que deja escapar no obstante los besos del moreno alimentan un deseo de ser amado que ni siquiera sabía que tenía, las manos de Eiji trazan constelaciones sobre la palidez de su piel, enciende su corazón, lo limpia, lo quema, lo hace cenizas y de las cenizas resurge otra vez, sus toques bajan hasta desabrochar su pantalón, aunque están completamente sumergidos en la oscuridad puede ver los nervios titilantes en esos intensos ojos cafés, asiente y le da permiso para continuar, Eiji le quita el jeans y la ropa interior mostrándole el desastre que ha hecho, un fuerte rubor colorea su rostro, joder, parece un adolescente teniendo su primera vez.

Está totalmente erecto, mojado y necesitado de Eiji.

—Vaya. —Eiji se ha arrodillado frente a la cama, dejándolo con las piernas a cada lado, Ash se aprecia paralizado—. Wow.

—¡No te quedes mirándolo fijo! —Gimotea apenado—. Me pone tímido.

—¡Ah! —Eiji sale del trance—. Lo siento, es que incluso acá abajo eres rubio.

—¿Qué diablos...? —Ash se cubre el rostro, puede jurar que sus orejas arrojan humo y su cara es un volcán a medio explotar—. En serio eres increíble, debes ser el único ser humano así de desquiciado.

—¿Puedo? —Eiji traga duro—. ¿Puedo tocarte?

—¿Eh?

—¿Puedo tocarte? —Y algo en la manera que Eiji se lo pregunta, como si su respuesta genuinamente le importara lo mata—. Puedes decirme que no y estará bien.

—Tócame. —Lo invita—. Puedes tocarme.

Está bien si eres tú, te amo.

Te necesito, te deseo.

Y entonces Ash explota cuando Eiji besa sus muslos internos, su corazón pierde latidos mientras gana ansias, sus manos aprietan las de Eiji, probablemente leyó sus nervios y para calmarlo se las tomó, ja, no tiene sentido, no tiene ningún motivo para estar nervioso si ha hecho esto antes, no obstante, es suficiente que Eiji bese su prepucio para que se dé cuenta que todo lo otro no era sexo, no era amor, no era nada y que esto... esto lo es todo. Así que, cierra los ojos, arroja la cabeza hacia atrás y permite que Eiji haga y deshaga como quiera.

Porque a diferencia de los demás, Eiji lo quiere a él, solo a él.

Ash deja escapar un gruñido cuando Eiji mete su pene dentro de su boca, al principio le duele porque es inexperto y necesita guía.

—No uses los dientes. —Jadea—. Hazlo suave.

Eiji asiente y obedece.

De repente, hay una presión insoportable alrededor de su polla, un escalofrío de placer lo nubla por completo, sus piernas empiezan a tiritar a medida que Eiji utiliza su lengua y sus manos para estimular su erección, se hace más y más grande dentro de su boca, un gemido amortiguado muere contra sus labios pecaminosos, las palmas de Ash se han enredado entre los mechones oscuros para marcar el ritmo, se ha perdido por completo, es todo, está ardiendo, se derrite bajo la lengua de Eiji, el sudor los moja igual que una segunda capa de piel, el aire es fuego, la electricidad es insoportable y la presión es exquisita en la punta de su polla, va a correrse si sigue así, apenas puede mantenerse coherente. Jadeando. Excitado. Hambriento.

—P-Para.

Entonces Eiji alza esos racimos de pestañas para verlo a la cara y es todo.

Ash se corre con una mirada.

Eiji tose ahogado por el semen.

—Lo siento, no sabía que estaba tan excitado. —Se agacha para ayudarlo sin embargo Eiji impresiona divertido con la situación.

—No pasa nada. —Ríe limpiándose la comisura de la boca—. Perdón si es un poco aburrido hacerlo conmigo.

—¿Eh? ¿Aburrido?

—Sí. —Eiji agacha la cabeza—. Tú tienes experiencia y yo soy tan torpe.

—Eiji. —Entonces debe acunarlo de las mejillas—. Tú eres incomparable, ¿cómo explicarlo? No sabía lo muerto que estaba hasta que me regresaste la vida, tu toque es diferente, casi como si me tocaran por primera vez, es delicado pero candente y se siente bien, se siente bonito, me gusta que tú tengas ese poder, haces que las cosas se sientan bien, lo hiciste con las fotografías, lo haces con esto y deseo que lo puedas hacer para siempre, lo prometiste.

—¿Por qué? —Sus ojos se cristalizan y Ash tiene la sensación de que falta algo por aclarar—. No creo estarte entendiendo ¿por qué yo?

—Porque te amo. —Así que lo dice por si aún no queda claro—. Estoy perdidamente enamorado de ti, Eiji Okumura.

—Tú... —De pronto, hay lágrimas corriendo por las mejillas de Eiji—. ¿Me amas?

Plic. Plic. Plac.

—¿Me amas? ¿A mí?

—¿Qué clase de pregunta es esa? Claro que te amo, pensé que era obvio.

—¡No lo era! —El nipón niega cubriéndose la cara con las palmas, escondiendo la vergüenza, Ash no lo deja, es gentil cuando entrelaza sus dedos y los retira lentamente—. No era obvio.

—Te amo y ansío ser tuyo. —Los ojos cafés brillan como si fueran el reflejo de su alma tan frágil, solo acá Ash entiende que nunca lo han mirado, no así, no en realidad, no a él—. Eiji, estoy aterrado, pero te amo y estoy acá y no me iré, no puede ser alguien más, eres tú.

—Yo igual, no hay nadie más. —Ash lo carga entre sus brazos igual que un caballero lo haría con una damisela y lo recuesta sobre la cama—. Por eso ningún candidato funcionó, debías ser tú.

—¿Puedo? —Pregunta acomodándose entre sus muslos, abriendo lentamente las piernas del nipón.

—Hazlo.

—Eiji.

—Préñame.

Ash agarra el lubricante del velador para empezarlo a estimular, aunque los ojos de Eiji develan terror por lo que está sucediendo también hay anhelo e incondicionalidad. Confío en ti. Puedes hacerlo. No quiero que sea nadie más. Te amo. Te amo solo a ti Ash. Así que muerde sus muslos, lo besa, los lame esperando que se relaje, los pies de Eiji se crispan progresivamente en la cama, su erección despierta a causa de la excitación, Ash sonríe con malicia, le gusta verlo expuesto y vulnerable, de hecho vuelve a sus pezones solo porque puede y quiere, Eiji gime arrojando la nuca hacia atrás. Joder. Es que Aslan no sabía que sus labios tenían sentido hasta que lo besó, su cuerpo estaba paralizado hasta que tocó el de Eiji, su corazón no latía hasta que encendió la palidez de su corazón con un toque. Una sonrisa. Una simple mirada. Ni siquiera sabe el efecto que tiene ¿no es así?

Esa es la cosa, desde la primera vez que lo vio sentado con timidez a pesar de haber publicado aquel anuncio para encontrar a un donador supo que la vida tenía colores y que antes solo había visto gris, blanco y negro. O quizás es el filtro del enamoramiento hablando. De cualquier forma, se quema en los labios de Eiji. Muere. Revive. Dura una hora. Tal vez una eternidad. Tal vez una vida o incluso más.

—A-Ash.

Shh. —Ash le presiona una serie de besos sobre su frente, las lágrimas son un cóctel dulzón al que se han entregado—. ¿Duele mucho?

—Es soportable. —Jadea.

—Relájate, concéntrate en otra cosa, no en mis dedos. —Ya ha metido dos dentro—. Te besaré, trata de concentrarte en eso. —Pero entonces la expresión de Eiji da cuenta de una melancolía desmedida que no sabe cómo interpretar—. ¿Qué pasa?

—He querido besarte desde hace mucho tiempo. —Confiesa con las mejillas rojas, el cabello pegado y su respiración en ráfagas—. Esto se siente cómo un sueño, me amas, en serio me amas, alguien así de maravilloso me ama y... eso hace que me duela un poco el corazón.

—Eiji. —Y de repente están respirando el mismo aliento y sus corazones pulsan a la misma velocidad.

—Se siente como un sueño.

—¿Recuerdas lo que me dijiste cuando te pregunté acerca del bebé? —El japonés niega aferrándose a las manos de Ash, tratando de contener la incomodidad y el dolor por la intromisión—. Dijiste que querías tener un bebé para amarlo con todo tu corazón porque nunca nadie te ha amado así.

—Sí. —Aprieta un poco más fuerte—. Lo recuerdo.

—Pues yo te amo con todo mi corazón. —Se asegura de mirarlo a los ojos al decirlo, su cuerpo quema y su corazón corre igual que un caballo desembocado—. Yo seré esa persona.

—Ash.

—Yo te amaré con mi corazón, mi cuerpo y mi alma, te amaré con todo lo que tenga para ofrecer, te amaré con absolutamente todo lo que soy esperando que lo quieras.

—Lo quiero. —Eiji lo abraza enrollando sus piernas a su cadera—. Es mutuo, Aslan.

Ash mete el pene dentro de Eiji, parte con movimientos suaves que aumentan la intensidad a medida que la atmósfera se calienta, vuelve a besarlo para calmar el dolor, es que estar dentro de Eiji, mierda qué se siente bien, es como estar en un paraíso infernal, la presión es deliciosa y estimulante, es casi como si de repente toda su piel necesitara físicamente estar tocando a Eiji, tocarlo quema, ¿pero no tocarlo? Eso quema aún más.

Probablemente no lo sabía, pero llevaba esperando a Eiji toda su vida.

Ash arremete dentro del moreno una, otra y otra vez hasta que los quejidos amortiguados en contra de su lengua se convierten en jadeos de goce, Eiji incrusta sus uñas en la espalda de Ash, enreda sus piernas y le exige mayor profundidad, más que satisfecho lo obedece, por supuesto, Aslan se asegura de expresar la pasión que desborda en su interior en cada beso, toque, estocada, mordida y reclama a Eiji como suyo, no en un sentido celoso, esto es transcendental.

—A-Ash. —Eiji presiona sus labios contra su hombro—. Y-Ya no puedo. —Sus piernas apenas pueden mantenerse aferradas a la cadera, están trepidando a causa de la excitación.

—Yo también voy a correrme. —Ash gruñe intentando mantenerse en sus cinco sentidos, más, siente que está totalmente abrumado por el éxtasis y la calidez sofocante de su compañero.

—Aslan. —Lo llama—. Te amo, Aslan.

Se miran a los ojos en esta última oleada de placer, lo observa, lo memoriza y joder, no existe imagen más erótica que ver a Eiji alcanzar el clímax, eso lo arrastra a un placer surreal, es un orgasmo intenso y diferente a todo lo que ha sentido antes, Eiji se aferra a él, de pronto, se siente pegajoso, incómodo e incluso tibio pero ninguno se quiere separar del otro.

—Me amas. —Eiji se deja caer sobre el pecho de Ash—. Todavía no puedo creerlo.

—¿Por qué? —Lo cuestiona con genuina curiosidad puesto que debería ser al revés.

—Porque eres hermoso, eres la persona más hermosa que he conocido, no solo me refiero a tu cara.

—Lo sé. —Ash le besa la frente—. Es correspondido.

—Es correspondido. —Repite en una risa—. Entonces...

—Entonces... —Ash se vuelve a acomodar encima.

—¿Qué haces?

—Quieres quedar embarazado, ¿verdad? —Susurra con coquetearía—. Tendremos que hacerlo toda la noche para asegurarnos de que quedes preñado. —Espera que eso sea lo suficiente para intimidar al moreno y devolverle el control.

—¿Crees que le puedes seguir el ritmo a un deportista? —Por supuesto, el tiro le sale por la culata.

—Creo que podemos intentarlo.

Pero no importa, nada más importa en estos momentos además de Eiji.

Eiji. Eiji. Dios.

Un hijo entre Eiji y él.

Vaya, es correspondido en realidad.

¿Esto significa que la ambivalencia sobre tener un bebé queda ahí? Nop, pega más fuerte que nunca porque de nuevo, es una desición complicada y merece que le den vueltas al tema con la seriedad que corresponde, pero ya llegaremos a eso, por lo menos el AshEiji finalmente se hizo canon luego de toda la espera y se vienen cosas bien bonitas por lo mismo.

Nos vemos mañanita~

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