18. Capítulo 17.
Hola mis bonitos lectores, uy, vengo de un fin de semana pero quemado a morir, a veces hay personas sumamente transgresoras que confunden relaciones interpersonales con centros de terapia y la cosa es que eso drena un montón, ¿no les pasa que de repente hay gente que te drena energía? Ya, vengo recuperandome de eso, de hecho, por lo mismo contestare los comentarios en un ratito, pero no quería seguirles aplazando esta parte del fic, sé que la esperan de un rato~
Mil gracias por leer.
—¡No puede estar hablando en serio! —Eiji avienta su teléfono a la cama, la carcasa con el horroroso rostro de Nori Nori plasmado en ella rebota cayendo directamente a la alfombra—. ¿Qué le dije para que me rechazara por mensaje? No entiendo, las cosas iban tan bien.
—El tipo es un idiota, no hay nada que entender.
—¡Ash! —Lo mata con la mirada—. Estoy hablando con seriedad.
—Y yo también.
—¡Ah! —Eiji se tira de espaldas a la cama—. Esto apesta.
—¿Qué te puedo decir? —Ash se encuentra sentado al borde de su propio colchón con una inocencia digna de un Óscar, si bien, el nipón tiende a ser impredecible esta es la primera vez que lo ve enojado.
—Nada. —Gimotea con la mirada clavada en el techo y las palmas sobre su vientre—. Es todo, asumo que soy imposible de querer, sí, debe ser eso, llevamos meses en busca del candidato... correcto, no puede ser que cuando finalmente elija a alguien rompa conmigo por mensaje, no éramos nada y aun si lo hubiéramos consumado solo nos atañería el bebé y yo podía criarlo solo.
—Eiji. —Ash no sabe si acercarse o mantenerse distante en su propia comodidad, podría clarificar lo que sucedió esa noche con más detalles y no obstante eso implicaría delatarse y si se delata pero las cosas no funcionan entre ellos ¿está dispuesto a renunciar a Eiji?—. Ya llegará alguien apropiado, no hemos terminado de ver a todos los postulantes y ¿quién sabe? Podría haber alguien más adecuado.
—No. —El moreno se para de golpe—. No seguiré con esto.
—¿No tendrás al bebé?
—Sí, sí lo tendré.
—¿Entonces...? —Ash traga duro—. ¿A qué te refieres?
—A que lo tendré de una forma más tradicional.
—¿T-Tradicional? —Si antes estaba ansioso ahora el alma se le va del cuerpo, tiene el presentimiento de que Eiji se lo pedirá, es decir, es lo lógico, Ash es su mejor amigo, su compañero de piso, la persona que tiene de confidente y confianza, están prácticamente casados—. ¿A qué te refieres?
—Ya sabes. —Eiji esquiva su mirada y Ash entra en pánico, no tiene idea de qué diablos le responderá porque la chance de ser papá aún es malditamente intimidante, Ash no tiene la madera ni estabilidad ni los recursos para hacerse responsable—. Como relatan que lo hacen los americanos.
Acá viene, se dice a sí mismo.
Me lo propondrá.
—Iré a conocer a un extraño a un bar o un club.
—¡Sí! —La respuesta lo descoloca—. ¿Qué?
—Me escuchaste. —Eiji se agacha de hombro como si fuera poca cosa—. Me acostaré con la persona que me llame la atención en el club, tenías razón, este método fue muy engorroso.
—No. —Lo frena todavía procesando lo que está ocurriendo ¿qué sucedió con el Eiji cauto y obsesivo en relación al bebé?—. No quería decir eso, es una pésima idea.
—¿Por qué no? Tú dices que enrollarte con desconocidos no es la gran cosa.
—Sí, pero ese soy yo. —Ash se levanta de la cama para encararlo—. Contigo es diferente.
—¿Por qué?
—Eres virgen ¿verdad? —No es necesario que le responda, sus mejillas sonrosadas lo delatan—. Una primera vez debe ser valiosa o al menos, eso dicen.
—¿La tuya lo fue?
—No estamos hablando de mí.
—¿Lo fue?
—Eiji.
—Respóndeme si tanto quieres encararme, ¿lo fue?
—No. —Suspira—. Ni siquiera recuerdo el nombre de la chica pero me arrepiento de no haber tenido una primera vez con alguien que amara.
—¡Puff! —El resoplido de Eiji le encrespa el cabello—. Si espero que alguien me ame moriré de vejez.
—¿Qué? —Semejante crueldad llama su atención—. ¿Por qué crees eso?
—Mira, Ash. —Eiji se aparta con una zancada antes que lo pueda tocar—. Soy un adulto y aun si eres mi amigo y aprecio todo lo que has hecho por mí, la decisión es mía y ya la tomé.
—Terco. —Ash refunfuña entre dientes—. Jodidamente tozudo, me sacas de quicio cuando estás así.
—Entonces quédate y no me acompañes, no te lo estoy pidiendo ¿o sí?
—¿Por qué estás tan enojado?
—¡No estoy enojado! —Eiji se encierra en el baño de un portazo—. ¡Y te he dicho que bajes la tapa del inodoro!
Pero obviamente está enojado.
Lo entiende, es lo esperable, todas las relaciones humanas requieren de trabajo (y más si se relaciona a la comunicación) todavía son jóvenes y existen picos de estrés que no pueden manejar, no obstante la furia de Eiji lo desconcierta, es distinta a su lengua afilada como un cuchillo o sus miradas ardientes de hielo seco que cortan cada extremidad de quien lo enfrenta hasta dejarlo cercenado, no, inclusive en estos casos Eiji no gruñe, ni es frío ni calculador. Al contrario, Eiji es impredecible e impulsivo a su manera y Ash no tiene idea de cómo manejar dicho desastre natural, de repente su campo de dientes de león se ha visto envuelto por un tornado y no tiene pista de porqué pasó.
Mentira.
Sí la tiene.
Debió inferir que el rechazo de su candidato ideal afectaría su autoestima, puede que Eiji no muestre explícitamente su complejo en relación a su apariencia pero Ash lo ha notado, lo ha visto, cuando se esfuerza en sincerarse sobre las cosas que le fascinan de Eiji le cuesta tanto aceptarlas y es casi como si creyera que las dice por amabilidad u obligación y no porque genuinamente le resulta precioso, lo más precioso que jamás ha existido o existirá. De pronto se siente estúpido por no anticiparlo, piensa que la frustración de Eiji es más que comprensible, debe haber llegado al límite para desbordarse de esa forma.
—Eiji. —Aslan golpea la puerta en reiteradas ocasiones—. Iré contigo, yo conozco mejor Nueva York.
—No tienes que venir sino quieres. —Le advierte entreabriendo la puerta.
—Quiero. —Se sincera—. Te dije que estaría a tu lado. —Dijimos para siempre.
Espera que Eiji le dé una sonrisa deslumbrante, sin embargo su mirada triste le hace trizas el corazón.
¿Qué diablos?
No tiene tiempo para preocuparse por eso, ambos se arreglan lo más rápido que pueden para colarse a un club, Ash está hastiado de esta clase de ambientes y puede ver que Eiji también, no es estilo de ninguno de los dos, aun así, acá están, parados frente a otro edificio con olor a orines, un gran letrero de neón ante el techo y un dj mal pagado intentando ganarse la vida. Patético. La cantina es patética.
—Alto. —Ya recuerda por qué—. Este es territorio de Arthur, puede estar por acá. —Ash lo toma del hombro, no es brusco ni tampoco demandante, lo único que desea es protegerlo.
—Dijiste que este era el club más popular de Downtown ¿cierto?
—Sí, pero es peligroso.
—No me trates como un bebé. —Eiji se libera del agarre—. Además, Arthur no me busca a mí.
—En serio estás enojado. —Se le sale el pensamiento.
—Enojado no. —Eiji lo mira con las lágrimas contenidas—. Cansado.
—¿Cansado?
—Estoy cansado de sentirme estúpido, Dios, soy un tonto. —Eiji se obliga a cerrar la boca y así dejarlo fuera, ya no le está sosteniendo la puerta ni invitándolo a entrar, lo está sacando a empujones puesto que no es bienvenido en su intimidad—. Solo entremos.
Obedece.
Piden tragos para aligerar el ambiente ya que estar juntos se siente como caminar entre cáscaras de huevo sobre la punta de los pies balanceándose entre los ínfimos espacios entre las grietas y rezando para no pisarlas, le bastaría un simple movimiento en falso para hacer mierda el cascarón, eso da un poco de miedo, se pregunta si el repentino cambio de actitud se debe por el rechazo de Blanca, si se acumularon muchas cosas o si quizás descubrió cómo se siente Ash por él, pero inclusive si lo supiera y si existiera la mínima posibilidad de ser correspondido, eso no los llevaría a ninguna parte, ah, pero bien lo estaba celando cuando eligió a un candidato. Joder. Eso es un desastre. Él es un desastre. Eiji es un desastre aún más grande, ¿qué podría salir mal de esta noche?
—No tomes tan rápido. —Ash le pide con gentileza, teme alterarlo, sabe que Eiji esconde tras su cara de bebé un espíritu implacable y feroz—. Entiendo que quieras hacer esto rápido pero no dejaré que te lleve alguien si vas a quedarte inconsciente.
—No eres mi niñero.
—Eiji.
—Lo siento. —El moreno impresiona reflexionar—. No quiero desquitarme contigo, sé que estoy...no soy yo mismo, lo siento si estoy siendo grosero.
—¿Pasó algo? —Eiji asiente con una angustia palpable—. ¿Puedes contarme?
—Hace poco hablé con mi familia. —Los dedos del japonés aprietan aún más el vaso, se acomodaron al frente de la barra para tener mejor vista del club (un basurero, por cierto)—. Y me sentí presionado a volver y a renunciar a esto y no quiero, no quiero seguir dudando o que alguien me... estoy cansado de vivir por otras personas, estoy cansado de siempre dejar lo que quiero de lado.
—Eiji. —Ash intenta tomarle las manos—. No hay prisa.
—Pero la hay. —De repente, sus defensas se desmoronan—. Porque me conozco y ¿por qué todo el mundo me cuestiona tanto por querer un bebé?, ¿tan incompetente soy?
—No es eso.
—Necesito aire. —Eiji se levanta de la barra—. Necesito...
—¡Cuidado!
Aslan lo ataja antes de que un borracho lo empuje, lo atrapa entre sus brazos usándose igual que un escudo humano, sosteniéndolo como si estuviera sosteniendo su propia vida, lo mantiene escondido contra su pecho y ajeno a lo que pasa en la cantina, las luces iridiscentes cambian de colores, el club apesta a alcohol, la pared se concibe húmeda y el dj está gritando algo, pero nada importa, el mundo podría dejar de girar y eso no importaría mientras estuviera así. Poco a poco afloja el agarre. Ninguno se aleja del otro, solo quieren mirarse, Ash sonríe, lo primero que vislumbra al enfocar sus jades ante su acompañante es un montón de cabello esponjoso de pájaro bebé.
—Lo siento, fue instintivo reaccionar. —Sus ojos se conectan y no los quiere soltar más, Eiji está rojo y Ash se pregunta si es a causa del alcohol o de otra cosa—. No quise aplastarte.
—No me estás aplastando. —De repente esa incomodidad fantasma desaparece y vuelven a ser ellos como si sus emociones se estuvieran derritiendo en el candor del abrazo—. G-Gracias.
—No es nada.
—Mi héroe. —Entonces dice con una sonrisa divertida—. Te dije, si un día estaba en peligro vendrías a salvarme.
—Sí. —Ríe con nostalgia, fue una de sus primeras conversaciones, cuando todavía no medía lo hondo de su enamoramiento y para molestarlo le respondió:—. Eso te convierte en una damisela en apuros.
—Eres un pesado.
—Un pesado y todo, pero estás entre mis brazos y no entre los de alguien más. —Sus palabras yacen cargadas de emociones que si bien, no explicitará, impresionan compartir en esta mirada agonizante, Eiji se está aferrando a los bordes de la chaqueta del lince con tanta desesperación—. Estás conmigo.
—Estoy contigo, sí. —De repente Ash se inclina y sus respiraciones se sienten muy calientes—. Quizás no quiero estar con nadie más.
—Quizás yo tampoco. —Los dedos de Ash se deslizan entre los mofletes del nipón, usa toques suaves y dulces, queda embelesado por la manera en que el rosa se convierte progresivamente en una gama de vergüenza, es precioso como solo Eiji sabe serlo—. Quizás no quiero que te vayas con ninguno de estos sujetos. —Con nadie más que yo.
—Quizás tampoco quiero irme con alguno de ellos.
—Tal vez. —Ash presiona con su pulgar los labios de Eiji, es la primera vez que los toca, hay resqueme de alcohol en forma de gotas todavía encima de ellos, se sienten húmedos, dulces, tentadores—. Tal vez quiero besarte.
—Tal vez. —Eiji se alza en la punta de sus pies—. Tal vez quiero que me beses.
—Eiji.
—Pero no lo harás. —Una palma entabla distancia al apoyarse en su pecho—. No me besarás porque eres un cobarde, Ash.
—Yo no...
—Y ya estoy cansado de esperarte, me rindo.
¿Se rinde? ¿Eso es todo?
Eiji no le habla el resto de la velada, de hecho, lo ignora deliberadamente para conocer a los distintos sujetos que hay en el club y vaya que le va bien, ja, uno de estos no demora en abordarlo para sacarlo a la pista de baile y es todo ¿cierto? Eiji eligió de candidato a ese extraño aunque ni siquiera conozcan sus antecedentes ni nada ¡no! ¿para qué trabajó tanto estos meses? Le da rabia que se rinda después de insistirle e insistirle sobre la importancia de elegir al papá y al final será un follón casual, pero luce feliz con ese extraño y más feliz de lo que ha lucido con Ash en mucho tiempo. Le duele. Mierda. No. Le da igual. ¡Al diablo!
—Joder. —Aslan golpea la jarra de cerveza en contra de la barra, las luces del club cambian de colores de manera intermitente. Son azules. Moradas. Verdes. Amarillas.
Su mirada salta hacia Eiji.
—Deme otra jarra.
El cantinero obedece pese al reproche en su mirada.
Esto no debería sentirse así de jodido, tendría que estar feliz por Eiji, ¿verdad? Luego de meses al fin dieron con un candidato decente para ser el padre de su hijo, el tipejo es macizo, bien parecido (claro que no tanto como él) a juzgar por cómo Eiji no ha dejado de reír impresiona ser encantador e incluso parece ser japonés también, qué suerte ¿eh?, ¿cuál era la probabilidad de que se conocieran? Asume que eran ínfimas y aunque su misión está cumplida, algo de la escena le molesta igual que un guijarro en el zapato que lleva demasiado tiempo atascado ahí, agujereando las medias y erosionando la piel.
Debería estar feliz.
Sí.
Eiji encontró un papá para su hijo después de todo este tiempo, misión cumplida, ¡ya nada los atañe!
¿Por qué le molesta tanto?
Quizás por la forma en que el tipejo de casi dos metros desliza sus manos desde esa delicada (aunque masculina) cintura hacia sus caderas, lo está haciendo mal, a Eiji no le gusta ser tocado abruptamente igual que un animal en celo, no, hay que ir con ternura, deslizar las yemas sobre la ropa para degustar poco a poco de su piel, disfrutar de la calidez que emana, de su aroma, su suavidad, de esa repentina timidez que le resulta irresistible aunque en teoría es dos años mayor. Este sujeto no sabe tratarlo o al menos, no con la devoción que merece. Es que Eiji. Joder. Eiji tiene una belleza que se desenvuelve pero solo para el espectador correcto. Es algo que se debe tomar tiempo para descubrir y amar, pero este idiota impresiona tan urgido que ya lo está manoseando en medio de la pista.
Él no está tratando a Eiji como corresponde. Él no es el indicado ni ninguno de los candidatos de Eiji.
Ash sí sabría cómo tratarlo.
Pero puff, Aslan es solo el intermediario en esta transacción así que, le da igual. Sí. Le da exactamente lo mismo quién se convierta en el papá de su bebé.
Mentira, eres un desastre, se dice a sí mismo.
—Ja, supongo que tenías razón y ustedes no eran una cosa después de todo. —Y definitivamente no está de humor para lidiar con Arthur y sus habladurías—. No creo que ellos duren mucho más tiempo acá si entiendes lo que quiero decir. —Está fumando un porro con una sonrisa sañosa que le recuerda a una hiena, no debería sorprenderle que esté acá, el club se encuentra en su territorio, pero es toda una molestia.
—No es tu asunto.
—Curioso que digas eso considerando que ni siquiera me dejaste acercarme al samurai boy. —Rueda los ojos intentando con todas sus fuerzas fingir que esto no le afecta pero sí lo hace y lo está matando saber que Eiji se irá con otro sujeto—. No me habría molestado ser el donador de esperma e inclusive creo que habríamos tenido un hijo lindo si me hubieras dejado postular.
—En tus sueños, cerdo.
—¿Cómo me llamaste? —Arthur deja caer el porro al piso.
—Me escuchaste. —Ash está borracho y herido—. Cerdo.
—Estás colmando mi paciencia, Lynx. —De una sola zancada Arthur lo toma del cuello de la chamarra en busca de una pelea, Ash sonríe, es justamente lo que quería, la música está fuerte, Eiji yace dentro de su propio mundo, no están ni Griff ni Max para regañarlo, es perfecto—. No tengo la culpa de que hayas sido demasiado cobarde para cogerlo, ni siquiera tú te creías esa farsa sobre...
Crack. Arthur no puede seguir hablando.
Ash se acaricia los nudillos.
A la mierda la guerra de pandillas.
—Vaya que tienes la mandíbula dura.
—Bastardo.
Lo ha tirado con un solo puñetazo en la quijada, los nudillos le duelen y le quedan impregnados entre el resqueme de la sangre y la peste de la marihuana barata, Ash chasquea la lengua y trata de aligerar sus nudillos presionándolos contra las palmas hasta que los huesos le crujan, Wookie ha corrido para auxiliar a un Arthur todavía drogado maldiciendo en el piso. Ash no sabe si es por la adrenalina. O si es por el hecho de efectivamente ver a Eiji bailando con alguien más. No sabe si es una epifanía entre sus celos y sus verdaderos sentimientos. O un mero arranque de deseo. No tiene ni idea de qué será.
Pero va a la pista de baile.
Va por Eiji.
—Disculpa. —Eiji impresiona medio intoxicado colgándose del cuello del otro tipejo quien lo observa con una cólera mal disimulada por la irrupción—. Creo que él ha bebido mucho, me lo llevaré a casa.
—¿A-Ash? —Aún está en sus cinco sentidos—. ¿Todavía sigues aquí?
—¿Cómo podría dejarte con un desconocido?
—Estoy bien. —Insiste—. Puedes irte, no soy un niño para que me cuides.
—Ya lo escuchaste. —El indeseable acomoda sus manos en su cadera en señal de posesión, pretende ponerlo celoso con un movimiento patético que lo peor es que funciona. A Ash le hierve la sangre al cerebro—. Él está cómodo conmigo.
—No se ve muy cómodo contigo.
—Esto es entre Eiji y yo.
—Pues yo creo que no. —Aslan no puede evitarlo, toma a Eiji y lo atrae hacia su pecho, su compañero luce totalmente confundido con esos adorables ojos de gacela abiertos y su boca en forma de "o" es un estornudo a medio contener, acá lo entiende, no quiere que Eiji estornude el nombre de este tipo ni de nadie más—. Puedes retirarte, yo me haré cargo de ahora en adelante.
—¿Por qué? —Eiji tensa sus puños contra su pecho, tiene la frente cristalizada por el sudor—. ¿Acaso no dijimos que así encontraríamos al candidato?
—Sí. —Ash apoya sus manos sobre su cintura como ha deseado hacerlo más tiempo del que admitirá en voz alta—. Pero encontré un candidato mejor.
—¿Quién? —Ash sonríe con coquetería—. ¿Quién podría ser mejor candidato?
Yo.
Yo sería mejor candidato que todos ellos.
Pero no le contesta, no con la voz, en su lugar, prefiere sacarlo a bailar y demostrarle la química entre sus cuerpos. Apasionada. Sexual. Chispeante. Efervescente. Adictiva.
Mierda.
Bailar con Eiji se siente bien.
Por supuesto, Eiji se tensa apenas siente el toqueteo, no es la primera vez que se coquetean con una intención escondida, más, esos roces no eran en serio y algo se concibe completamente distinto con Ash deslizando sus palmas sobre la cintura del nipón, estrujando cada una de sus curvas para atraerlo al ritmo de la música, aunque les toma tiempo relajarse y dejar ir la incomodidad el alcohol los ayuda y pronto tiene a un Eiji con las mejillas completamente ruborizadas siguiéndole el juego, envolviendo sus brazos alrededor de su pálido cuello, enganchando sus dedos en sus mechones rubios y mojados.
Sensual y adorable ¿quién diría que esa combinación era posible?
—Ash.
—Shh. —Lo detiene—. No hables.
El lince se da la libertad para explorar el cuerpo ajeno sin pudor, toca, estrecha y agarra liberando de manera progresiva un deseo que no sabía que tenía acumulado. Va desde su espalda, se desliza hacia la curva donde termina su camisa y se posa en su trasero antes de apretarlo con recelo, aunque sabe que está siendo sumamente infantil espera que ese tipejo esté mirando. Eiji es suyo y no va a cederlo.
¿Y Eiji?
Mierda, las caricias de Eiji son pura adicción.
Ash no tiene palabras para describir lo malditamente sensual que se siente tener las caderas pegadas restregándose al vaivén de la música, ni siquiera está escuchando la tonada pegajosa o los gritos que yacen alrededor, no le importa la intermitencia de las luces que le da un aspecto estrambótico a toda la pista de baile, no le importan los otros cuerpos sudorosos saltando a su alrededor, el único centro de su atención es su compañero.
Eiji y sus ojos cargados con una intensidad que le hace temblar las piernas. Eiji y sus movimientos de a poco menos tímidos. Eiji y sus cabellos rebotando y pegándose a su frente por el sudor. Su piel aun perlada bajo la intensidad de los focos. Sus labios apetitosos. Su camisa desarreglada. Sus pantalones ajustados. Su piel bronceada. Sus músculos de pertiguista. Ja. Vaya manera de enterarse de lo mucho que lo trae loco este hombre. Pero da igual. El embarazo da igual. Los pretendientes. Su amistad. No le importa nada más que estrechar a Eiji con una dureza desesperada en su contra y moverse con un hambre que ha estado escondiendo desde que lo conoce y se ha difundido hasta resultarle imposible de controlar o de disimular. Es apasionada. Salvaje. Indomable.
Desenfrenada.
—Pensé que no te importaba a quién finalmente elegía. —Su corazón frena los latidos ya que la boca de Eiji está demasiado cerca y su voz se escucha irresistiblemente ronca enlazada a la música popular del club—. O eso me has dado a entender con tu cobardía.
—No me importa a quién elijas. —Miente—. Pero me preocupa tu integridad.
—Ash. —Adora cómo pronuncia su nombre—. Te contraté por algo.
—Ambos sabemos que es más que eso a estas alturas.
—¿Lo es?
—El contrato es una excusa barata para mantenernos juntos.
—No es una excusa, realmente quiero tener un hijo.
—¿Podrías callarte por un minuto? —Se arrepiente de haberlo dicho porque no quiso sonar bruto y esas cosas se le dan naturales, cree que ha arruinado el ambiente, sin embargo...
—Cállame. —Eiji, joder, siempre es tan impredecible—. Hazme callar.
—No vayas a arrepentirte de eso. —Ash ronronea despacio estrechándolo aún más, fundiéndose en el éxtasis líquido que los empapa. Hace calor. Demasiado calor—. ¿Te vas a arrepentir? —Eiji tararea.
—Dijiste que querías besarme.
—Tú también lo dijiste.
—Entonces. —Eiji sonríe—. Pruébame.
Es todo lo que necesita para devorarle los labios.
Eiji amortigua un gemido contra sus lenguas apenas toma posesión de la boca, el lince no se contiene ni cree que podría hacerlo, su cara está caliente, su corazón late errático y Eiji de a poco se derrite al son de sus toques apasionados, no lo suelta mientras lo besa y de hecho, acrecienta la intensidad de las caricias junto a la temperatura, pronto ambos han sucumbido ante la tentación, el japonés parece completamente entregado a Ash siguiendo el ritmo que ha marcado y dejándolo hacer lo que anhele hacer, por supuesto, Aslan no pierde oportunidad y amasa su trasero, desliza sus palmas heladas por los bordes de la camiseta hasta tocar un poco de piel desnuda. Besa. Devora. Muerde.
Eiji se aferra desesperado a su espalda clavando sus uñas e incitándolo a llevarlo a su límite, no logra articular ningún pensamiento coherente en esto. Porque la boca de Eiji se siente bien. Es dulce. Tibia. Suave. Adictiva. Tentadora. Sexy.
—A-Ash.
Joder, le encanta cómo gime su nombre.
—Eiji. —Gruñe en respuesta abandonando su boca solo para morder y tirarle el labio inferior—. Eiji.
—Ash. —El nombrado traga duro al apartarse, ni siquiera ha bebido tanto, no obstante se profesa al límite solo por escuchar tan efervescente tono ¿cómo se escuchará mientras lo jode?, ¿cómo jadeará su nombre y solo el suyo?—. ¿Por qué?
La pregunta lo hace sonreír.
No se aparta de Eiji, al contrario, lo estrecha aún más y más hasta que se acarician como si no hubiera ropa que los separara. Es erótico. Prohibido. Es una línea que no debe cruzar.
—¿Por qué? —Pero que va a cruzar de todos modos—. ¿Qué clase de pregunta es esa, onii-chan?
Ash sonríe abrazándolo aún más cerca.
—¿Acaso no es obvio?
—No. —Eiji niega—. No lo es.
—Porque quiero ser quién te preñe. —Confiesa sin vergüenza—. Déjame embarazarte.
Y llegamos finalmente al prologo, si quieren saber que pasa luego mañana se los doy pero con un lujo y detalle increible, pero se imaginan que finalmente pasamos a su arquito de pareja y sus conflictos de pareja, so.
Nos vemos~
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