17. Capítulo 16.
Hi~ noches de lluvia, inundación y un posible corte de luz por estos lares así que aprovecho de dejarles el capítulo mientras las condiciones siguen óptimas, como les referí hace un par de notitas, este y el otro son los más densos para el AshEiji por así decirlo, así que espero que les guste.
Mil gracias por el apoyo.
—¿Realmente vas a seguir con esto adelante? —La voz de Ash retumba por el apartamento, la noche ha caído y Eiji está a punto de cometer una locura, por ende alguien debe mostrarle lo irracional que está siendo (la ciudad es muy peligrosa y Eiji la subestima)—. ¿En serio te decidiste por un candidato?
—¿Qué tiene de malo? —Eiji lo ignora paseándose por la habitación, escaneando con sus ojos dulces e inocentones cada rincón como si estuviera buscando algo, se clavan por la cómoda, la cama y hasta en la alfombra, ¿qué estará buscando?—. Tarde o temprano elegiría.
—Es cierto. —Aslan aprieta los puños ahogado en la cólera—. Pero el tipejo es gigante y tú eres tan...
—¿Tan qué? —Eiji lo mata con la mirada—. Dilo, ten las pelotas y dilo.
—Nada.
—Termina la frase, Lynx. —Lo desafía aún más—. Anda.
—Pequeñito. —Ash teme haberla jodido—. Físicamente, me refiero, el sujeto es un maniático acerca de los músculos ¿no te da miedo morir aplastado o que te fracture?
—Ash.
—O peor, ¿qué pasa si te rompe?, ¿cómo podrás tener un bebé estando lesionado? Además, el tipejo tiene una fachada de rompecorazones y se nota que sabe endulzar con mentiras a los ingenuos como tú.
—¿Ves porque no te quise decir nada? —El nipón gimotea rendido—. Sabía que verías esto como un tema grande cuando no lo es, hemos estado entrevistando y lidiando con candidatos durante meses.
—Aun así, no creo que él sea el correcto, no deberías conformarte.
—Ajá. —Eiji lo ignora retomando su búsqueda.
—Es en serio. —Le insiste—. El tipo ni siquiera es americano y si estás en América podrías aprovechar para conseguirte a un estadounidense, si quisieras a un ruso irías a Rusia, además ¿qué psicópata se pone de seudónimo un color de señora? No confío en él.
—Aslan. —Eiji finalmente se voltea, cabreado—. Tú lo aprobaste, dijiste que estaba limpio, es seguro.
—Sí, pero...
—¿Por qué te molesta tanto?
¿Molesto? ¿Acaso está molesto? Porque el sentimiento se siente sumamente diferente a todo lo que ha sentido antes, si bien, es una sensación efervescente de tetera hirviendo que se parece al disgusto no es igual, no, esta es más intensa, violenta, posesiva y tiene un mordisco de pena, como si el simple pensamiento de que Eiji tuviera un bebé con alguien más lo incitara a aferrarse al nipón como si toda su vida, alma, corazón y cordura dependieran de eso, es una sensación de posesión, no ansía que un desconocido toque a Eiji, ni lo abrace, ni lo bese, ni lo haga sonreír como él lo hace, es que cualquiera lo hará mal. Porque Eiji tiene un idioma y una forma muy particular de leerse y mostrarse, se necesita de paciencia para apreciar su belleza y apreciarla de verdad. Un sol. Un girasol.
Un diente de león.
No solo hay que soplarlo para pedir un deseo o arrancarlo para hacer medicina, no, hay que adorarlo.
Son celos.
Ah.
Está celoso.
La realización lo hace sonreír con amargura, odia dicha parte del enamoramiento que hace que todos se porten raros e incómodos, no es voluntario, no obstante, a veces sus pulmones dejan de funcionar cerca de Eiji o su corazón se traba o le queda un nudo en la garganta que de pronto quiere deshacerse en lágrimas, es difícil de explicar, pero enamorarse de Eiji lo volvió un millón de veces más consciente de todo lo que hace, dice e incluso lo que piensa en relación al nipón, es como si hubiera desarrollado una especie de sintomatología de hiperalerta, una alarma mental que solo se enciende si se trata de Eiji y la peor parte no es esa, sino que entra en cortocircuito cerca del moreno, "se pone todo menso" como diría Shorter y es la verdad. Menso. Tonto. Impulsivo. Emocional. No le gusta.
Y acá está con sus neuronas ya fundidas, sus alarmas en alerta, su cerebro quemándose, una pantalla inmensa anunciando una secuencia de autodestrucción en su cabeza y todo por el tipejo con nombre de señora.
—No tienes que ir conmigo si no quieres. —Es la simple conclusión a la que llega Eiji—. Ya acordamos que él sería el elegido, nos estamos juntando por mera formalidad para ver como lo hacemos.
—El tipo tiene como 50 años más que tú.
—Ash.
—Imagínate, debe ser mucho más viejo que Max, ¡qué Max!, podría ser tu tatarabuelo o algo así, en serio creo que deberías reconsiderar tu elección, hay mejores candidatos.
—Para. —Le advierte—. No cambiaré de parecer.
—Dijiste que querías a otro candidato ¿no? —Su desesperación lo sabotea—. ¿Por qué no tratas con él?
—Porque me quedó claro que él no quería. —De repente Eiji se abraza a sí mismo y eso provoca que el aire se le atore en la garganta y su corazón se apretuje al verlo tan herido—. Y me siento tonto, no quiero perder más tiempo y esperar algo que nunca va a llegar, quiero un bebé, si existe la posibilidad de que quede embarazado voy a seguir adelante, no es tan sencillo o común para un hombre ¿sabes?
—Lo sé. —Griffin lleva años intentándolo—. De verdad que lo sé. —Entonces tiene que acomodar la mierda que está despilfarrando por el bienestar de quién ama—. Iré, iré para apoyarte, soy tu amigo.
—Gracias. —La sonrisa de Eiji lo mata—. Significa mucho para mí.
—Pero... —Ash lo analiza de pies a cabeza—. ¿Qué diablos estás vistiendo?
—¿Qué tiene? —El nipón parpadea igual que una lechuza curiosa—. Los americanos se visten mucho más llamativos para ir a una fiesta ¿no es así?
Llamativo, no es la palabra que usaría.
El conjunto es ridículamente estereotipado y gay, Eiji está usando una chaqueta rosada fosforescente que apenas le cubre las clavículas, de hecho se ha resbalado dejando a la vista su hombro, el atuendo no mejora debajo de esta puesto que hay una musculosa negra y ajustada resaltando esa curva entre su cintura y su cadera, probablemente deje a la vista sus tonificados brazos pero no lo puede apreciar con certeza en post de su cordura, unos horrendos pantalones blancos con un estampado de ¿hojas? es lo que usa en la parte de abajo y para rematar, lo que estaba buscando eran unos anteojos rosados de botella que son la cereza del pastel.
Debería verse estúpido. Ridículo. Desaliñado. Simplón. Feo.
Debería lucir así.
Pero no, Aslan queda boquiabierto mirando el atuendo y no sabe el motivo, tiene sentido de la moda y objetivamente el traje es una aberración para los que tienen ojos y aun así, en Eiji... Eiji se ve bonito.
Bonito. Adorable. E incluso sexy.
Diablos, definitivamente los lentes del enamoramiento le están dando una mala pasada, se pregunta si estará pagando una especie de karma y se ríe por su propia suposición.
—¿Qué tiene de malo? —Se lo cuestiona con sus ojos grandes y muy grandes, repasando su atuendo reiteradamente y es aquí viendo lo preocupado que Eiji está por cómo se ve que se rompe su burbuja de disociación: Eiji realmente quiere gustarle a este tipo—. ¿Ash? —Está pasando. Va a cerrar el trato con el futuro papá de su bebé, es todo.
—No es nada. —Lo más noble es dar marcha atrás—. Déjame arreglarlo. —Ash se para enfrente con la excusa de acomodarle la chaqueta, acuna con suma delicadez el borde de la prenda para cubrir el hombro que tiene desnudo y se aparta—. Ya está. —Lo deja ir.
—¿Me veo bonito?
—Precioso. —Suspira—. Te ves precioso, Eiji.
Y van a encontrarse con el candidato.
No es la primera vez que Ash está en un sitio así, de hecho, Shorter y él solían frecuentar esos lugares antes de que Yut-Lung le pusiera correa, por supuesto, Ash siempre los detestó, venir a lugares llenos de personas intoxicadas pasándose porros, bebiendo alcohol, restregándose con desconocidos en el sudor ajeno y tocándose casi como animales en celo nunca ha sido la idea de diversión, es la pesadilla de los introvertidos, Max solía burlarse y Ash le cede la razón, su fachada de rompecorazones era un personaje al que interpretaba y se desmoldó.
Sí.
Ash odia esta clase de lugares.
Pero Eiji, Dios, Eiji es su perdición, porque le toma un simple atisbo al nipón para olvidar el desagrado traumático y sonreír ya que Eiji luce como si fuera Alicia entrando al país de las maravillas, sus pupilas se pasean sobre estimuladas por doquier reflejando la iridiscencia del club, sus pestañas de hollín se enfocan en el modesto escenario, (donde probablemente actúe el indeseable, qué cliché ser músico) posándose en la barra con vasos fosforescentes y tragos de autor, se pasean por la gente socializando en distintas instancias como si fueran diferentes microcosmos y Eiji quisiera entender a dónde puede encajar. Conmigo, quiere decirle. Encajas conmigo. Pero como es un cobarde acomoda el brazo sobre los hombros de Eiji y lo arrastra hacia una mesa apartada para tantear terreno.
—No lo veo por acá. —Eiji impresiona sumamente ansioso—. Me dijo que se presentaría en la noche.
—Y te invitó a verlo. —No es una pregunta—. Qué pedazo de presumido.
—¿Presumido?
—Sí, se escucha como todo un cretino narcisista esperando que seas su groupie.
—Si sigues actuando así voy a creer que estás celoso. —La palabra se le atora en la garganta, es obvio que está celoso y de hecho, puede imaginarse la mueca burlona de su mejor amigo, pero ser un papá adolescente no está en sus planes y eso es igualmente válido. No está haciendo nada malo, tener un bebé no deseado es mucho peor, Griff y él lo vivieron en carne propia—. ¿Acaso lo estás?
—Deberías empezar a tomar. —¿Entonces por qué se siente así?—. Tengo ganas de beber esta noche.
Ahogar sus penas en alcohol se ve como la salida más tolerable.
Vaya que lo ayuda a relajarse o al menos a volverse menos tenso en relación a la cercanía de Eiji, ese enamoramiento lo ha hecho todo más complicado e incómodo, aunque Eiji es su zona segura aprecia que no ha estado actuando como él mismo al sobrepensarlo y dejar que eso lo ahogue, por fin puede divertirse con Eiji en estos momentos y dejar esa sensación casi de paranoia que lo atañe.
—Es tu primera vez bebiendo. —Se burla porque la cara de Eiji ha enrojecido apenas tras dos botellas de cerveza—. Realmente eres un bebé.
—Cállate. —Intenta patearlo debajo de la mesa y falla—. El soju es una bebida que tomaba. —La voz le sale rasposa y arrastrada como si la lengua le pesara, así sabe que es un peso ligero y seguramente ya está ebrio, eso es lindo, piensa, Eiji es lindo.
—¿Sí? —Por ende, quiere aprovechar esta chance para molestarlo—. ¿Cuándo la bebías?
—Con mis amigos en la universidad. —Eiji frunce el ceño, desvía la mirada como si estuviera mirando los pensamientos dentro de su cabeza—. No sé si éramos amigos pero estábamos en el equipo juntos y al menos... siempre me fue difícil encajar, yo era pequeño en comparación y no tenía tiempo, nunca podía hacer las cosas que los chicos de mi edad hacían, tenía responsabilidades... eso les aburrió, de pronto no tenía a nadie que me esperara y me quedé completamente solo.
Por favor, ¿qué tan difícil puede ser hacer amigos?
Mucho. Es muy difícil hacer amigos.
Esa fue una de las primeras cosas que Eiji le contó sobre sí mismo y de repente Ash siente al recuerdo caerle igual que una piedra a lo más profundo de sus tripas, tirándolo para abajo del asiento, el suelo, el club y la tierra. Fue un idiota. No cabe duda, no sabía nada de Eiji en ese entonces, más Ash asumió que lo sabía todo en base a la personalidad acogedora e ingenua que le mostró, no, le costó entender que Eiji no se recubre con espinas como los demás, sino con pétalos esponjosos, suaves y tan frágiles a la vista que uno jamás sospecharía que esas serían sus espinas. Su diente de león. Su Eiji. Maldición.
—¿Cuándo empezó a pasar eso? —No lo indaga con la intención de echarle sal a la herida, lo impulsa el mero deseo de comprender y aliviar su dolor, debió sentirse tan solo, desamparado y abandonado.
—Cuando me lesioné, luego vino esto del embarazo y fue mucho peor. —Eiji lo memora mostrándole una sonrisa calma y eso le duele—. Creo que por eso me hirió tanto cuando me dijiste que no éramos amigos, debí parecerte intenso, recién nos conocíamos y solo te había contratado en teoría, pero no tenías idea de lo desesperado que estaba por un amigo... alguien, creo que por eso elegí este método para tener un bebé, odio admitirlo, pero también quiero a alguien y a alguien de verdad, no obstante, no obligaré a nadie y por eso no estoy atando al papá del bebé.
—Eiji.
—Debe ser lindo que te quieran, Ash. —Balbucea apoyando su mejilla contra la tercera botella, cierra sus párpados y los abre a causa del sueño, más su expresión es tan sincera que sabe que debió haber estado pensando esto más de lo que admitirá—. Es lo único que no he tenido pero quiero... con todo mi corazón quiero amar a alguien como nunca me amaron a mí.
—Perdón. —No sabe por qué se disculpa—. Debió ser muy duro para ti pasar por todo, lamento que te hayan cargado con tanto y lamento que hayas sentido que no tenías espacio.
—Ashu... —Su nombre se arrastra y esa pequeña «u» es mucho más notoria de lo que nunca ha sido.
—Pero ya no estás solo. —Sus ojos se cristalizan—. Me tienes a mí.
—Para. —Eiji le arrebata las manos antes de que pueda tomarlas—. Me confundes tanto, no sé cómo te sientes y estaría bien sino me quisieras de esa forma pero me gustaría que lo aclararas, es que me siento tan tonto haciéndome ilusiones.
—¿Ilusiones?
—Sí. —Eiji arrastra las palabras demasiado rápido en su lengua natal por lo que le es imposible captar algo además de:—. Aishiteru.
¿Qué cosa? —No lo escuchó bien—. ¿Eiji?
—Y mucho, Ash.
Es imposible sostener una conversación coherente con un Eiji borracho y aun así hay algo en la forma que el nipón sonríe cuando le cuenta algún chiste con la intención de aligerar el ambiente o pone un puchero apenas escucha el nombre de Hemingway o Salinger o cómo sus ojos brillan bajo reflectores intermitentes cuando de repente sus miradas se conectan casi como si Aslan fuera lo más valioso de su universo o mejor dicho su universo entero, que le retuerce las entrañas y acá se lo cuestiona, sabe que no quiere un hijo y que Eiji lo desea más que nada, sabe que ha venido como un "amigo" a pesar de su evidentemente doloroso enamoramiento pero ¿será capaz de entregárselo a alguien más? Ash sabe que se ha vuelto egoísta y malditamente egoísta.
Es que Eiji, joder, la belleza de Eiji se proyecta igual que una luz proveniente de su interior, es una luz que hasta ahora solo impresiona brillar para él y no quiere compartirla con nadie más, así que...teme.
No quiere que alguien más sea el papá de ese bebé.
—Lamento la demora. —Pero justo cuando su cerebro hace un cortocircuito catártico un tipo que es tres veces su tamaño se sienta en su mesa sin su permiso, Ash debe matarlo con la mirada dado que su sonrisa calma y gentil vacila el instante que se mete en el ambiente—. Vine apenas la presentación terminó ¿les gustó?
—Ni siquiera la escuchamos. —Okey, Griff sí lo regañaría por estar siendo innecesariamente grosero.
—Ya veo. —Más, el adulto no impresiona ofendido—. Él parece estar noqueado, inclusive se durmió.
—Sí. —Sus jades se posan en Eiji casi como si fuera el otro extremo de su imán y de pronto, no puede mantenerse tan duro como quisiera, su mano sigue apretando la del nipón, no sabe cuándo la apretó pero no quiere soltarla—. Es un peso ligero.
—Debió aburrirse para tomar así, lamento el retraso.
—No. —Se bebe la culpa—. Yo lo incité a beber, yo estaba de humor para tomar, no creí que después de dos tragos quedaría noqueado.
—Ah.
No dicen más por un largo tiempo, Ash se dedica a repasar de pies a cabeza al inmenso hombre y ha hacer memoria de sus antecedentes, odia admitirlo y no lo admitirá, sin embargo lo aprobó con justa razón, no tiene ni siquiera una multa de tráfico en sus antecedentes, es culto, tiene estudios y carrera que lo respalda, se desempeña como psiquiatra, gana bien y para rematar en su tiempo libre se halla en una banda y practica artes marciales, es decir, el tipejo es prácticamente perfecto, aunque tendría que estar feliz con eso como su amigo, un mordisco de celos se lo está comiendo vivo.
—¿Cuáles son tus intenciones con Eiji? —Entonces suena como Max con su pregunta de ultratumba.
—Mis intenciones. —Repite divertido—. Pensé que las había dejado en claro.
—Lo hiciste.
—¿Entonces?
—Eiji es ingenuo y creerá cualquier cosa que digas. —Sus jades se tornan fríos e implacables tal como un témpano de hielo, es una expresión con una inexpresividad practicada que no teme mostrar—. Y yo no soy de la misma manera, no me trago las mentiras.
—No hay mentira en lo que le dije, me ofrecí como el padre de su bebé porque a estas alturas de mi vida quiero pensar en una familia.
—Podrías pensar en una familia de forma más tradicional, ¿sabes? Existen aplicaciones de citas, pero debe ser conveniente esto, Eiji no está pidiendo mantención ni pensión, puedes tener un bebé y con un hombre además, desligarte completamente pero jugar al papá de vez en cuando para sentirte un poco más realizado y satisfecho con tu patética vida ¿es eso?
—Vaya, sí eres arisco. —Ash se engrifa igual que un gato tras escuchar eso—. Pero lo entendiste mal.
—¿Perdón? —Eso lo ofende—. ¿Lo entendí mal?
—Sí. —El tipejo le resta importancia—. No quiero desligarme de Eiji ni del bebé. —Alto. Alto. Alto.
—¿Qué? —Ash palidece y siente cómo el alma se le sale del pecho—. ¿No quieres desligarte? Eiji no necesita al papá del bebé ahí, lo dejó más que claro.
—Tal vez. —El adulto tararea con una calma francamente irritante—. Pero siendo honesto, él es muy reconfortante y creo que podría funcionar si lo intentamos, me gusta Eiji y creo que yo le gusté o no estaría acá ¿cierto? De hecho, eso le quería decir hoy, que aceptaba pero esperaba que intentáramos al menos ser una familia.
—No. —¿Qué diablos está diciendo? Esto no le incumbe—. Eso no funcionará.
—Eso me corresponde hablarlo con Eiji en otra reunión.
—Pero...
¿Eiji formando una familia con alguien más? De pronto, quiere llorar.
Porque Eiji le prometió un «para siempre» y no se puede.
Solo por ahora, le pidió y es lo que tendrá, más su corazón aprieta como si estuviera muriendo, tonto, sabe que es sumamente tonto ya que nadie se ha muerto de amor, no obstante, sus ojos punzan con lágrimas contenidas, sus pulmones dan respiraciones que se sienten como beber magma que derrite sus órganos desde adentro, la cabeza le palpita y su cuerpo deja de responderle, no tiene derecho a concebirse tan mareado, dejó la línea clara entre ellos dos, pero lo dio por sentado ¿verdad? Puesto que en el fondo asumió que Eiji nunca encontraría a nadie y se quedarían así. Vaya pedazo de mierda.
¿Qué clase de amigo es?
—T-Tienes que adecuarte a sus hábitos en ese caso, Eiji puede parecer siempre bien y es convincente cuando lo hace, pero no es verdad, sus ojitos no mienten, no puede esconder si algo le da pena o se siente enrabiado o como una carga, Eiji tiene tema con eso, le aterra sentirse como una carga y tienes que dejarle en claro que no lo es. —Empieza, es lo único que puede hacer—. Y también debe gustarte Nori Nori.
—¿Nori Nori?
—Sí. —Sonríe—. Es ese pajarraco horrendo que usa siempre, puede que a veces te obligue a vestirlo, debes fingir que no te das cuenta cuando eso pasa, el bastardo ama salirse con la suya y eso es lindo, no debes usar zapatos dentro de la casa y debes adecuarte a sus hábitos de viejo como levantarse a las seis de la mañana, tienes que ser un buen modelo para inspirarlo, Eiji ama tomar fotografías y su arte es malditamente bueno, no dejes que se rinda, comete su comida apestosa y valorara, Eiji cocina con mucho cariño y merece saberlo.
Ash trata de seguir adelante, sin embargo, su voz se rompe y las lágrimas empiezan a caer de manera silenciosa y sutil, se dice que es por el alcohol, mentira, le está partiendo el corazón esto.
—Debes apreciar su pronunciación de estornudo.
—¿Estornudo? —Eso lo descoloca.
—Sí. —Pero Ash sonríe—. Ya sabes, como cuando dice "Ash" con una u al final y parece un estornudo.
—No lo había notado.
—Debes notar esas cosas. —Lo regaña—. Debes notar lo deslumbrante que es, puede que su belleza no sea como la clásica porque Eiji tiene particularidades que son como las semillas de los dientes de león que lo recubren pero debes ir con los ojos correctos para apreciar lo precioso, asombroso, cálido y terco y extraordinario que es, sí, te dirá que es común cuando no hay nada de ordinario y de hecho, muchas veces me cuestioné si era real o si estaba un poco loco o quizás ambas. Eiji es alguien a quien nunca entenderás, va con su corazón sangrando sin temor a ser herido, pasa barreras sin forzarlas y está ahí, pero está ahí en serio sin juzgarte.
—Oh, vaya.
—Sí. —Lo saca todo—. Es fácil enamorarse de él.
—Ya comprendí. —El adulto esboza una sonrisa cómplice repleta de cosas que Ash no entiende ni le gustaría entender, tiene miedo y se perdió en sus pensamientos—. No puedo ser yo.
—¿Eh?
—Estás enamorado de él. —Los ojos azules se posan en un Eiji durmiente sobre la mesa—. Ya entendí muchas cosas.
—Yo no... —¿Vale la pena negarlo?—. Sí. —Se hunde en su polera—. Estoy muy enamorado de él, es jodido admitirlo.
—¿Entonces?
—No quiero ser papá. —Sí, pero hay algo además—. Me da miedo ser papá.
—Eso es comprensible, eres joven todavía.
—Lo sé.
—¿Pero? —Porque el desgraciado lo leyó igual que un libro—. Sé que hay un "pero" que debes estar considerando para contarme todo esto.
—Me da más miedo perderlo.
—Ahí lo tienes. —El adulto se levanta—. Mucha suerte con él.
—¿No querías discutir sobre su relación?
—No creo que alguna vez pueda competir con eso. —Las grandes manos del ruso los repasan—. No creo que nadie pueda y deberías aprovecharlo.
—Lo sé. —Se encoge—. Sé que debería. —Pero estoy aterrado, roto y sucio. Pero fui indeseado. Temo que mi bebé sea otro Aslan y yo me convierta en Jim. Temo que vea esas fotos. Temo nunca poderme arreglar y hacerme digno.
—Ser amado es algo muy bonito. —Le explica—. Te envidio en ese sentido, tienes suerte.
—¿Qué quieres decir?
—Adiós. —Blanca se da la vuelta—. Les deseo realmente lo mejor.
La mente de Ash es un acertijo sin respuesta cuando vuelven al apartamento, la salida de hoy resulta sumamente surreal, no solo por lo consciente que se volvió de su enamoramiento y lo desmesurado que en realidad es, sino que las palabras de Blanca le permiten albergar esperanza en que Eiji lo ama de la misma manera. No es tonto. Sabe que detrás de sus caricias, sus sonrisas y sus miradas repletas de ternura se esconde un cariño no dicho en voz alta pero ¿acaso es de la misma forma? Y aun si lo fuera...¿qué harían con un bebé? Ash teme ceder por la presión y acabar resintiendo a Eiji o a su hijo por una decisión que él tomó.
No quiere pensar en nada de eso.
En su lugar, prefiere tumbarse junto a un Eiji borracho en la cama, uno de los descubrimientos lindos que tuvo esta noche es que a pesar de todo Eiji es un alcohólico pegajoso o al menos con Ash porque desde que llegaron no lo ha dejado de abrazar igual que un koala lo haría con su mamá. Luce suave. Vulnerable. Tan descuidado. Le preocupa que sea así de ingenuo siendo franco, teme que lo rompan.
—No tienes ni una pizca de autocuidado. —Entonces lo regaña más para sí mismo—. Te fuiste porque te lo pedí en el bar sin chistar ¿qué habría pasado si hubiera sido alguien peligroso?
—Sabía que no lo eras. —Un Eiji adormilado le responde, se ha aferrado a su cintura con recelo y se está restregando contra su pecho igual que un conejito regalón que impregna su olor para marcar el territorio—. Eres Ash, Ash es seguro.
—Mierda. —Su cara está roja, muy roja—. ¿Puedes dejar de decir esa clase de cosas? Haces que me sienta todo raro y menso.
—Tú ya estabas todo raro y menso.
—¡Pequeña mierda! —Pero Eiji no se separa y al contrario el sueño impresiona ganarle y poco a poco se deja caer sobre el pecho de Aslan—. ¿Estarías bien con alguien como yo? —Cuestiona anticipando la imposibilidad de una respuesta—. ¿Estaría bien eso?
—Te dije. —Eiji se queja por la irrupción del sueño—. Aishiteru, Aslan.
¿Esto tiene fecha para que explote? Sep, mañana especificamente, así que nos vamos con todo, ya pasamos la mitad de la trama, a ver cómo seguimos la otra patita.
See ya~
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