Hi~ Como les comenté ayer en la tardecita, estos capítulos son muy de transición mientras esperamos que se asienten más las emociones entre Ash y Eiji porque gracias a la charla de ayer se rompió una barrera por así decirlo y también nos da más chance de apoyarnos en Max, so~ espero que les guste.
Si bien, la literatura e impartir clases se encuentran en el mismo rubro Ash odia la segunda, plantarse frente a un aula de trogloditas que realmente no están escuchando ni la mitad de lo que diserta saca el canon de su idea de diversión, si lo hace es ya que le suma puntos para el currículo y aprecia cierta presión fantasma acerca de sostener su reputación de genio, Dios sabe las trabas que colocaron para que no tomara los créditos que quería y terminara demasiado antes su carrera, temieron por la fama de la facultad que acabara demasiado antes, más Ash probó con creces que era capaz y por eso pudo acortarla prácticamente a la mitad. Las ayudantías, tutorías o llámese como quiera son un gaje de la ventaja que obtuvo, nunca había sido tema, no hasta...
Clic. Clic. Clic.
Y de repente se tuvo que pedir un descanso ya que no soportaba las miradas, por supuesto ha tenido que ir retomando su vida poco a poco, sin embargo, las miradas que le lanzan sus alumnos lo marean.
—¿Qué haces acá? —Pero como Ash ya estaba predispuesto al caos dando su primera cátedra en un nivel importante no contó con lo impredecible que podía ser Eiji.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —El bastardo finge inocencia—. Vine a clases, obviamente, asumo que para ser un genio no tienes muy afinado el cerebro.
—Eiji.
—¿Si?
—No. —Espeta—. Largo.
—Prometo no molestar. —Le dice con esos ojos grandes e injustamente brillantes—. Vine acá porque quiero darte apoyo moral.
—Puedes darme apoyo moral al otro lado de la puerta.
—¡No! —Pero el moreno se planta con firmeza enfrente de su escritorio, con las cejas tensas, la boca apretada en una línea y sus pupilas hirviendo con su inquebrantable terquedad, Ash sabe que perdió.
—¿No? —Más, eso no evitará que lo moleste un poco.
—No me pienso ir. —Eiji se alza en la punta de sus pies para parecer intimidante—. Me quedaré a tu lado y miraré tu clase aunque no lo quieras.
—Estás muy cerca. —Susurra con la voz aterciopelada—. Voy a pensar que me estás coqueteando si no te alejas.
—¡Y-Yo no...! —Ash aprovecha el ataque de nervios para encerrarlo contra la pared, Shorter utilizaba esa técnica para coquetear extendiendo una palma encima del muro e inclinándose para quedar casi con las caras pegadas—. No quería coquetearte. —Dice absolutamente avergonzado, no debe existir nada más adorable que ese tipo de rostro—. No estaba tratando de hacer nada raro.
—Es bueno aclarar el malentendido, onii-chan. —Le muerde la oreja.
—Pero ahora tú pareces quererme coquetear ¿estamos coqueteando? —Y claro que Eiji no le da una respuesta normal porque ¡vamos! No hay nada normal en Eiji—. No me molesta pero avísame, deseo preparar antes mi corazón para hacerlo. —Ash suspira y se deja caer sobre el hombro de Eiji, se rinde ¿cómo se supone que puede pelear si ni siquiera usa argumentos coherentes? A veces aborrece esta parte del nipón, pero la mayoría del tiempo le encanta—. ¿Ash?
—Realmente no te soporto. —Gimotea.
—¡Oye!
—En serio eres. —No sabe cómo terminar la frase—. ¿Por qué tienes que ser tan irracional? Disfrutas de un talento nato para volverme loco.
—Porque alguien debe equilibrar el exceso de racionalidad. —Le da risa que la respuesta resulte aún más delirante, ¿por qué esperó otra cosa?—. No podía dejarte solo, me dijiste que te genera angustia el tener que dar una clase.
—Eiji. —Ash no anhela despegarse de su hombro puesto que aprecia la expresión que está poniendo con sus mejillas rojas, sus jades luminosos y su boca tiritona, aun si le cuesta ser franco entiende que su cara debe tener escrito un: «estoy enamorado de ti, Eiji Okumura» inmenso—. ¿Por qué lo haces?
—Porque no puedo dejarte solo en los momentos difíciles. —Los cálidos brazos de Eiji lo acunan casi como si fuera un tesoro digno de ser protegido—. Tengo que estar contigo para siempre, ¿recuerdas?
—Lo haces sonar como una sentencia. —Ríe.
—O como un matrimonio. —Ambos arden—. Yo no... —Eiji es el primero en exteriorizar el pánico al tratar de huir retrocediendo contra la pared y pegándose en la cabeza al hacerlo.
—Ten cuidado. —Su instinto lo traiciona—. No te lastimes.
—Ash.
Aslan se eleva para sostener la nuca del contrario con sus palmas, más, quedan a milímetros del otro y su corazón apenas puede soportarlo, están tan cerca que puede oler el café con leche (como es un bebé odia los sabores amargos) impregnado en los labios de Eiji, traga duro sin quitarle la mirada de encima ¿cómo podría cuando sus racimos de pestaña se abanican proyectando sombras infinitas? Si se inclina un poco más puede ver en primera fila cómo la luz blanca del aula lo hace lucir más sublime de lo que es, es una belleza distinta a la suya, no es sucia como las fotografías, ni tampoco se asemeja a la que Dino describe como indomable o magnánima, Eiji es suave, no es una espada, ni una flor en medio de espinas, al contrario, Eiji va con su corazón desnudo sangrando.
Es precioso. Dulce. Cálido.
Y de pronto, Ash se vuelve consciente de las ganas que tiene de besarlo, Dios sabe que no lo hará ya que eso sería imperdonable, no sabe qué es con Eiji y no anhela tentar ese ínfimo equilibrio, el riesgo a perderlo es demasiado, más, Max le dijo que hablaran, que así lo clarificarían, pero da tanto miedo.
—Estás viendo mucho mis labios. —Eiji es el primero en dar un paso.
—Es que no te callas nunca.
—Entonces... —Le sonríe con coquetería y joder—. Deberías hacerme callar.
Pero la campana suena y las clases comienzan.
¿Hacerlo callar?
Mierda.
¿Qué diablos significa eso? Debe ser su mente enferma la que lo está malpensando, si bien, prometió que se quedaría a su lado para siempre eso no implica que Eiji lo vea de manera romántica, en estos momentos sabe mejor que nadie que es el peor candidato para preñarlo, inclusive Arthur impresiona más decente a estas alturas, no obstante, a veces Eiji le da unas miradas tan cariñosas o lo toca como los poetas dicen que se tocan los amantes, se queda vislumbrándolo con las pupilas cristalizadas, es casi como si esperara algo ¿ser correspondido?, ¿ser confrontado? Lo único que sabe es que, si antes sus emociones dolían ahora son caminar descalzo sobre vidrio molido y extremadamente afilado en medio del infierno con fuego alrededor, cuchillos incrustados a las manos, marcas de fierros calientes en su piel desnuda y una estaca en el corazón. Joder.
Así que intenta prestarle atención a cualquier otra persona mientras imparte su lección, más su alma es traicionera y se posa en Eiji antes de que sea capaz de reaccionar, vamos, no debe ilusionarse y si se ilusiona es en vano, Eiji ha sido amable del inicio porque él es así, realmente no debe asumir nada.
Eiji quiere un bebé.
Ash no se lo dará.
Punto.
Así que, usa el último gramo de fuerza de voluntad para sacar adelante la clase hasta que de pronto...
Clic.
Alguien le ha tomado una fotografía.
Ash no quiere que esto escale, no, no, si escala probablemente lo graben y lo humillen aun más y les dé razones al comité para retrocederlo de curso y por ende, extender su agonía acá, pero sus piernas se sienten como si estuvieran hechas de gelatina y debe afirmarse en el escritorio para no caerse, su frente se siente caliente e impregnada con vapor de tetera en forma de sudor, va a vomitar, no puede vomitar en medio de la clase, es un problema ¿qué pasa si esa foto acaba difundida? ¡Qué risa! Creyó que podría retomar sin que sus pecados lo siguieran ¡estúpido!, ¡ingenuo! De pronto no se encuentra dentro del aula sino que está en el camarín deportivo. Hay risas. Hay ecos. Un presentimiento perece entre sus tripas. Debe irse. Es mala idea estar acá. Pero se siente mareado.
Y entonces escucha una voz. Y siente el toque de alguien. Y está tan expuesto y asustado que termina soltando la toalla, es su culpa ¿no? Se le insinuó, obviamente no vino a cambiarse por el partido sino que vino buscando otra cosa. Clic. Se le tira un flash. Su cuerpo no es suyo. No responde. Ni su mente.
Va a pasar.
—¿Por qué Holden es un protagonista tan insoportable? —Ash frunce el ceño mareado, se siente en la línea entre la disociación y la reexperimentación y es una mierda.
—Holden. —Logra repetir.
—Así es, el protagonista es un pesado.
—¡Ni siquiera estamos hablando de él en esta clase! —Logra traerse de regreso al aula, a los alumnos con caras tremendamente aburridas jugar con sus teléfonos, a los cuchicheos, ellos saben, lo miraron y como no es un profesor formal, si no un alumno mal pagado no tiene derecho—. ¿Quién preguntó?
—¡Yo! —Claro que no debería sorprenderle que Eiji haya...—. Sé que estamos hablando de otra cosa, pero usted mencionó que ese era su libro favorito y me dio curiosidad.
—Oh.
—¿Podría explicarnos un poco más? —Eiji no posee idea de trauma o de Grounding y aun así lo supo sacar a la perfección por instinto—. Por favor, sería muy útil.
—¿Alguien se opone? —Ni les interesa—. Bien. —Ash mira a Eiji—. Puedo darle una larga explicación de por qué Holden es un maravilloso protagonista.
El resto de la clase es pan comido.
No siente si hay otras fotografías a lo largo de la lección o si sus alumnos murmuran por su reputación ni le importa, está demasiado enfocado con las preguntas sagaces de Eiji y el interés progresivo entre un grupo menor, es la primera vez que logra detener la catástrofe así, una de las razones para cogerse un descanso y aislarse fue la imposibilidad de controlar el malestar frente a los estímulos como si un flash o una mirada demasiado lujuriosa despertara una picazón en una costra que sentía curada pero al verla la encuentra llena de pus y tenía que rascarse para calmarla. Se rascaba y rascaba. Pero nunca mitigaba el dolor, al contrario, la abría dejándola fresca e infectada. Esto fue diferente. Ganó. Aunque fue una victoria ínfima y compartida, es una victoria.
—¿Qué te pareció la clase? —Ash le pregunta totalmente embelesado cuando no queda nadie y los ensayos se encuentran sobre la mesa.
—Un poco aburrida. —Tararea con las manos atrás—. Me dio hambre.
—¿Tú no tienes clases en tu propia facultad?
—Hoy no. —Eiji esboza una sonrisa traviesa con sus ojos cariñosos—. Hoy vine para mirar al profesor Callenreese impartir clases.
—Estás desquiciado. —Gimotea, más, lo abraza por los hombros—. Vamos a comer, tenemos mucho que discutir en relación a tus citas.
—Es cierto. —Eiji se acurruca bajo su brazo—. Ya van quedando los candidatos finales ¿no? Tenemos que irlos a ver para decidir quién será el donador.
—Así es. —Se le hunde el corazón—. Tenemos que irlos a entrevistar para que entiendan la seriedad.
—Pero... —Eiji se pega aun más, no es brusco ni demandante, busca una seguridad que solo él puede darle—. Pero si no se aparecen podríamos salir a esos lugares juntos, a comer, ver películas, turistear e incluso usar ropa bonita y de pareja, ya sabes, casi como...
—¡Casi como una cita! —Grita emocionado.
—¡Exacto! ¡Cómo si fuera una cita! —Ambos se miran y enrojecen—. Sin serla, por supuesto, si fuera una cita sería de amigos además.
—Claro. —Aslan le sigue la corriente con la cara hirviendo—. Los amigos tienen citas, yo y mis amigos siempre tenemos citas heterosexuales ante la pandilla y cosas así para reforzar amistad, obviamente.
—Sí, sí. —Eiji se rasca la nuca frenético—. Yo igual, no es nada raro.
—Nada raro. —Ash tararea.
—Entonces... —Eiji esconde su expresión al restregarse igual que un conejito regalón—. ¿Es una cita?
—Es una cita, onii-chan.
Okey, tal vez no está disimulando sus sentimientos como debería, más, ¿pueden culparlo? Existe algo en Eiji que anula absolutamente toda regla, lógica o mecanismo de supervivencia al que podría haber exento en el pasado, en parte vislumbra que es culpa de "los lentes del enamoramiento", si bien, Eiji es objetivamente lindo el nivel en que le deja el corazón doliendo es absurdo y acá llega su karma al recordar todas estas veces que se burló de Max por babear ante Griffin por el mero hecho de respirar y vaya, helo acá haciendo absolutamente lo mismo. Pero no es solo el enamoramiento. No. La belleza de Eiji de por sí llama su atención. Es una belleza dulce. Suave. Del tipo girasol. Ternura. Hogar. Tibieza y confort. El tipo de belleza de diente de león.
Sí.
Los dientes de león son conocidos gracias a sus propiedades medicinales, todos los buscan deseando que los ayuden a sanar algo, más, nadie se toma el tiempo de vislumbrar su beldad antes de cortarlos y explotarlos, están cubiertos por una serie de delicadas flores amarillas en forma de globo que junto a su tallo firme hacen que tengan un aspecto inquebrantable. Pero no. Son frágiles. Son tan delicados que basta de una ínfima brisa para que perezcan sus brotes. Si alguna planta necesita de espinas son ellas. La gente arranca las rosas por su belleza. Los dientes de león por lo sanadores que son. Necesita de espinas para protegerse y no las tiene. Tonto. Incluso siendo consciente de lo vulnerables que son se permiten arrancar en el acto de incondicionalidad y benevolencia que solo se equipararía con Eiji.
Eiji sin duda es un diente de león, sí.
Ash es una rosa.
—No pongas esa cara. —Mientras más lo piensa menos podría funcionar, Eiji requiere cuidado en la cercanía o acabará lastimado y Ash tiene espinas que no es capaz de controlar—. No siempre podrás tener un almuerzo que te guste, esto también es bueno para ti.
—Ah, sí. —Ash vuelve a la universidad, están sentados frente a la cancha de deportes en el pasto, el nipón ha acomodado dos cajas metálicas, una con el dibujo de un conejo y otra de un gato, vaya que se le da la originalidad—. ¿Es natto?
—No es natto. —Gruñe abriendo las preparaciones—. Es pescado.
—Tch. —Chasquea la lengua relajándose en la hierba, el pasto está húmedo, no hay muchos alumnos a esta hora por el campus y le alegra, deben estar en la cafetería—. No me gusta el pescado.
—Eres un gato. —Enfatiza indignado—. Claro que te gusta el pescado.
—Un lince. —Lo corrige—. No un gato.
—Un lince o un gato. —Eiji tararea restándole importancia, usando los palillos para partir el almuerzo como si fuera mantequilla—. Ambos son felinos, los linces solo son gatos más grandes.
—No lo son. —Gimotea—. Los linces son depredadores.
—Qué miedo. —Eiji rueda los ojos, pequeña mierda.
—Deberías. —Gruñe—. Los linces se comen a los conejos.
—Sí, sí. —El irrespetuoso le mete un trozo de pescado en la boca para callarlo y de hecho...Ash queda gratamente sorprendido por el sabor, permite que las texturas se derritan en su lengua y las degusta.
—Está delicioso. —Concluye—. Serías una buena esposa.
—No sabía que habían norteamericanos que odiaran las hamburguesas. —Dice porque es un racista.
—No es tan raro. —Canturrea sosteniendo los palillos, robando uno de los camarones perteneciente al bento de conejo—. No a todos los japoneses les gusta el natto.
—Sigues enojado por eso. —Suspira—. Como sea, no dejaré de hacer natto.
—Espero que seas más adorable con los candidatos o nunca vamos a encontrar a un voluntario, debe ser triste para ellos descubrir que tras tu cara de bebé hay un carácter de mierda.
—¡Ah! —Eiji gimotea ofendido—. ¡No tengo un carácter de mierda!
—Claro que lo tienes.
—¡No lo tengo!
—Mira, estás portándote tan infantil, así no los atraerás.
—¡Ash!
—Salud. —Eiji impresiona a punto de explotar por la rabia hasta que cae rendido sobre el pasto, sus manos se acomodan encima de su vientre, de pronto, Ash tiene muchas ganas de acostarse a su lado para comprobar si el cielo luce igual desde su punto de vista, lo hace—. ¿Estás nervioso?
—Bastante. —Lo suelta con tanta desesperación que impresionaba atado a su lengua—. Estos meses he conocido a mucha gente y he tenido que acercarme amorosamente a ellos, cuando ni siquiera he dado mi primer beso, ha sido raro. —Eiji sonríe con melancolía, Ash no quiere presionarlo—. Muchas veces he pensado "con él podría funcionar, con él debería decidirme" y he querido decirlo.
—¿Cuál es el problema entonces?
—Qué no son tú, Ash. —El nombrado se atraganta con su propio corazón apenas lo escucha—. Nadie me hace sentir tan cómodo y querido como tú, ese es el problema.
—O-Oh. —De repente, su corazón no está latiendo—. Pero no quieres un vínculo emocional ¿cierto?
—No, pero ahora los comparo contigo. —Ríe para sí mismo—. Porque aunque no lo quieras o puedas creer por las cosas que has vivido pienso que serás un papá maravilloso, no te lo digo con intenciones escondidas ni nada similar, te lo digo como amigo, sé que te limitas cuando se trata de ser feliz, como si tú no tuvieras el derecho y todos sí, creo que lo que estoy tratando de decirte es que mereces ser feliz, Ash. Y si algún día eliges que tu felicidad está formando una familia eso estará bien.
—¿Y si mi felicidad no está con una familia? ¿Y si no quiero hijos?
—También estará bien. —Eiji es comprensivo y honesto, como si verdaderamente le dijera esto dado que se le cruzó por la cabeza y lo sintió correcto—. La cosa es que hagas lo que te hace feliz y aunque es difícil, empieza a permitírtelo, la felicidad que elijas.
—En serio eres... —Pero no puede procesar eso todavía—. ¿Qué hay de ti?
—¿Qué hay de mí? —Repite confundido—. Mi felicidad es un bebé y eso estoy tratando de concebir.
—Me refiero al salto de pértiga.
—No.
—¿Hace cuánto no saltas para ti mismo? —Los ojos de Eiji se van apenas le hace la pregunta, ven un lugar lejano que solo habita en la memoria de una estrella caída—. Podrías intentarlo, es lo más justo luego de semejante discurso motivacional.
—No quiero que miren.
—Pero nadie está mirando ahora.
—Ash. —Le ruega.
—Y yo realmente quiero verte saltar.
—Bien.
—¿Qué?
—Si es algo que tú quieres... —Eiji se levanta determinado—. Entonces te mostraré.
Es todo.
Aunque Ash es la rosa, Eiji acaba soplando cada una de sus flores hasta dejarlo totalmente vulnerable y desnudo, no es posible que Eiji ceda para algo tan importante como lo es la pértiga solo porque se encaprichó con verlo ¿cierto? Sin embargo, ya están metidos en los vestidores sacando los uniformes de muestras para que pueda correr con mayor libertad y...
—Ash... —Eiji se ruboriza furiosamente mientras intenta sacarse la camisa—. ¿Puedes darte vueltas?
—Puff. —Chista apoyado en la puerta del camarín—. No tienes nada que yo no tenga, por si lo olvidas los dos somos hombres.
—Sí, pero. —Eiji se encoge aún más con la camisa a medio sacar—. Pero me da vergüenza.
—Los japoneses son raros. —Concluye.
—Los yankees son unos exhibicionistas. —No alcanza a contradecirlo cuando a Eiji se le iluminan los ojos en una especie de catarsis—. ¡Por eso duermes en ropa interior y no usas pijama! ¡Tiene sentido y mucho! Yut-Lung me advirtió que era por otra cosa, algo como que querías aparearte, no le entendí por la diferencia de idiomas, supongo.
—Alto, alto, alto. —Lo frena—. ¿Yut-Lung?
—Sí.
—¿Desde cuándo ustedes son amigos?
—Desde que me dijo que sacara a bailar a muchos chicos en la fiesta. —Hijo de puta doble cara—. Y fue porque así sacarías "tu verdadera naturaleza" o algo así, es un chico interesante.
—No, él no lo es.
—Sí, sí lo es.
—Claro que no.
—¿Podemos tener esta discusión más tarde? Realmente me quiero vestir.
Aslan de mala gana se da vueltas y es raro, ha tenido sexo ante un sinfín de hombres y mujeres desde que salieron esas fotografías para reafirmar su reputación y aun así nunca le llamó la atención ver el cuerpo de alguien más, no obstante, con Eiji se lo pregunta y definitivamente se lo pregunta aun más al verlo con shorts deportivos y una musculosa que deja a la vista sus fuertes brazos. Es un deportista.
—¿Estás listo? —Eiji se ha posicionado en la pista y Ash enfrente.
—Muéstrame como se vuela, onii-chan.
Ash está listo para arrojar otra broma sagaz cuando pasa.
De repente, los ojos de Eiji se encienden en una determinación incontrolable cuyas llamas lo devoran hasta dejarlo hecho cenizas, Ash contiene el aliento, nunca antes ha visto a Eiji con esa expresión, la concentración es palpable en la estática que se forma a su alrededor, sus cejas se arquean sutilmente hasta engancharse entre sus pestañas, su boca se aprieta en una línea, su manzana de Adán sube en movimientos suaves y gráciles, es fuerte como una tormenta pero frágil como un diente de león, sus manos tocan la pértiga como si fuera la misma extensión de su cuerpo. Devoto. Apasionado. Brillante como nunca ha visto nada brillar. Pasa un latido de corazón. Dos. Tres.
Ocurre en un abrir y cerrar de ojos.
Eiji se transforma ante él, no solo es la brisa que se sopla a sí mismo sino que es la llama que envuelve su tallo, Eiji corre, clava la pértiga en el soporte y se alza en el aire en una declaración inquebrantable por la libertad. Ash queda boquiabierto. Nunca olvidará ese momento, lo sabe. Porque Eiji voló alto, tan alto que parecía ligero igual que esos brotes salvajes y dorados. El cielo se iluminó haciéndolo lucir irreal, hermoso, etéreo y todas esas cosas que Eiji es y niega ser.
Deslumbrante.
—¡Eso fue maravilloso!
Ash corre a recogerlo a la colchoneta, lo toma entre sus brazos y lo empieza a girar en el aire, Eiji ríe apenado arrojando la nuca hacia atrás y él desea permanecer así por siempre.
—¿Te gustó?
—Eres impresionante. —Balbucea enamorado—. Eres... wow.
—Ash.
—Chico. —Una tercera voz irrumpe—. ¿Puedes venir un instante? —A juzgar por el uniforme asume que es un entrenador de la facultad, lo ha visto antes, sin embargo ¿qué tenía de entretenido ver un partido antes de Eiji? Nada, absolutamente nada—. Creo que serías una gran adición al equipo.
—Ve. —Ash le da la confianza—. Ve a hablar con él, seguiré acá.
—Bien.
Eiji se va y Ash se queda atontado mirándolo brillar por la propuesta, es un alivio que reconozcan su talento y es un alivio aún más grande que a pesar de todo Eiji se haya atrevido a saltar, memorar que su zona segura pasó a convertirse en presión hace que se le apriete el corazón, pero tal vez, así como Eiji lo ha ido ayudando a rehabilitarse de las fotografías él lo pueda hacer con la pértiga.
O tal vez no.
Al estar tan concentrado en los pensamientos, Ash no se percata de que hay alguien más mirándolos.
Clic.
¿Fue importante lo que pasó? Sobretodo al final, sip, que Eiji retome la pertiga es un punto bien imprescindible para la trama, así que, nos andamos viendo mañanita~
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