10. Capítulo 9.
Hi~ Hoy de a poquito nos vamos adentrando más en Ash y en los conflictos de otros personajes así que se puede decir que es de transición, pero el de mañana es demasiado lindo, así que relajense y preparense para hoy.
Muchas gracias por leer.
—Entonces... —Ash tensa los dedos encima de la tapa dura del libro, los jades no dejan de vislumbrar palabras que se sabe de memoria y tienden a ser sus favoritas, más, ahora solo sirven de evasiva, es perspicaz, anticipa que si lo mira irse será su perdición—. Realmente irás a tus citas, te está pasando.
—Sí. —La voz de Eiji retumba en el apartamento. Gélida. Pétrea. Distante—. Estoy ansioso por verlos en persona.
—Sí. —Ash ríe y es una risa falsa—. Los candidatos que seleccioné son seguros, investigué de manera exhaustiva sus antecedentes, están limpios y parecen encajar con el perfil que estás buscando, hasta hay algunos que impresionan ser agradables y con los que te podrías llevar bien.
—Gracias. —Hay una tensión incómoda en el aire—. Gracias por tanto.
—Eiji. —La desesperación retumba en su voz.
—¿Sí? —Una desesperación que se equipara con el tonito de cachorro pateado que el nipón entona.
Quédate conmigo.
No vayas.
—Si te sientes en peligro o te desagradan puedes llamarme y te pasaré a buscar.
—Pero eso sería descortés.
—Al carajo la cortesía. —Sus dedos se hincan aún más en los bordes de su novela—. Lo relevante es tu seguridad, ni siquiera lo dudes.
—Ash.
—No me discutas, por favor.
—Lo siento.
No hay más que decir.
Finalmente llegaron a esa parte del acuerdo, Aslan seleccionó a una reducida cantidad de candidatos en donde podría residir el elegido para que Eiji tenga a su preciado bebé, le llevó tiempo comprender a cabalidad cada uno de los hombres que seleccionó, más, finalmente hizo una propuesta de élite y debería estar contento por eso ¿verdad? Eiji es su preciado amigo y este es un paso importante, Ash quiere alegrarse, realmente lo anhela, no obstante, lo único que siente es un palpitar atronador bajo su tráquea, traga duro intentando mitigarlo, olvidarlo o atacarlo, pero no se va, nunca se va del todo.
Y al contrario la sensación se amplifica al punto de que teme padecer un accidente cardiovascular o un paro cardíaco incluso, no es normal sufrir de una taquicardia tan violenta, la siente expandirse al torso y escalar a su cabeza como si estuviera derrumbando su interior, dejando un tipo de caparazón vacío en su lugar, Ash se hunde en el sofá apretando los bordes del libro, sabe que no es una cuestión de enfermedad sino que es una emoción de la que todavía no puede hacerse cargo. ¿Qué será? Pese a no saberlo apuesta que tiene que ver con Eiji.
De todo corazón quiero quedar embarazado y asegurarme de hacer una elección correcta.
Con Eiji yéndose por esa puerta con alguien más.
—¿Realmente harás eso? —Ash cierra de golpe el libro—. ¿Qué planeas? Nada asegura un embarazo a la primera.
—Lo sé. —La voz de Eiji es un susurro—. Estoy dispuesto a hacerlo hasta que pase.
—Entonces ese es el trato, ¿él te da un bebé y tú le das sexo?
—Ash.
—Lo siento. —Se enfría la cabeza—. No quise sonar agresivo. —Además, ¿quién se cree para sacarle algo así a la cara? Con su reputación. Su fama. Su cuerpo. Vaya hipocresía—. Pero no me encanta la idea de que te vayas a juntar con diferentes desconocidos, eres ingenuo, no quiero que te pase nada por un descuido.
—Tú elegiste a los candidatos. —Eiji intenta calmarlo.
—Sí pero... —Nada de lo que diga podría apaciguar la catástrofe creciendo como si le hubieran tirado un galón de bencina—. Pero investigarlos es diferente a verlos.
—Ash... —Odia que lo llame con ese tono tan indulgente—. Estaré bien. —Ya que si musita con tanto amor su nombre es imposible mantener cualquier defensa alzada, esa es la cosa con Eiji, a diferencia de los demás él no va armado a la contienda, no, Eiji marcha en el campo de batalla descalzo con un corazón sangrante entre sus manos y Ash no puede defenderse de eso—. Lo prometo.
—No puedes prometerme eso.
—¿Acaso no confías en mí?
—No es que no confíe en ti. —Grave error, el libro cae al piso y lo ha mirado—. Es que no quiero ver que te lastimen.
—A veces es inevitable que te lastimen.
—Supongo. —El contacto visual dura un latido. Dos. Tres.
—Eiji. —Se rompe—. Te ves lindo.
"Lindo" se queda corto de hecho.
Se ve extraordinariamente suave con un conjunto holgado, no está usando ningún suéter con alguna clase de estampado horrendo, al contrario, ese chaleco es inclusive bonito y estiloso, todas sus ropas son de un color crema que hace resaltar lo bronceada y vibrante que es su piel, Ash lo repasa todavía más con sus ojos, se detiene en cada prenda, en el pantalón café, la camisa blanca y el suéter mullido y ancho que lo hace lucir tan reconfortante como una manta en invierno, es precioso, de repente le duele mucho el corazón y se siente como si se fuera a morir y acá lo entiende.
No quería verlo a la cara porque sabía lo mucho que le dolería dejarlo ir aun si son solamente amigos.
—Te ves bonito. —Repite con las palabras rompiéndose en el aire igual que lo haría un cristal, no se mueve del sillón ni quiere hacerlo.
—Gracias. —Eiji impresiona igualmente constipado, sus manos están jugueteando contra los bordes de la prenda y parecen sudadas, Ash se dice que son los nervios—. Entonces me iré.
—Sí. —Por favor, no te vayas, odio la idea de que te vayas, quédate conmigo—. Buena suerte con la primera tanda.
—Sí. —Eiji se rasca la nuca igualmente incómodo—. Nos vemos.
—Si sabes que podrías ir a un banco por donaciones de esperma si eso quieres ¿no? También podrías adoptar o ver alguna otra alternativa.
—Lo sé. —Eiji toma el marco de la puerta—. Pero así quiero hacerlo yo.
Se va.
Ash intenta distraerse el resto del día, los quehaceres no le faltan, necesita gestionar cosas asociadas tanto a la pandilla como los estudios, si asumió la responsabilidad de volver para confrontar a Arthur debe hacerlo bien, espera que eso lo ayude a aplacar la sensación de culpa que sube hacia su tráquea igual que un globo de aire que no lo deja respirar, Eiji va a iniciar la universidad pronto, seguramente si los ven juntos se esparzan aún más rumores o peor Eiji escuche los existentes, pero no es divertido que divulguen tus fotografías privadas y más si te las tomaron contra tu voluntad.
Ash suspira.
Toma el guardián entre el centeno.
Pero en vez de regresar a la lectura puesto que anticipa que será en vano, lo acomoda sobre su torso para poderlo abrazar, se deja caer en el sillón poco a poco hasta que queda hecho una cáscara hueca de sí mismo ¿por qué le afecta tanto? Eiji será feliz y él ansía que sea feliz más que nada en el mundo.
—¿Incluso si es sin mí? —De pronto, su propio egoísmo lo hace sentir enfermo al punto de sentir un ataque de arcadas desde lo más profundo de su vientre—. Mierda.
Será malo quedarse en casa solo hirviendo en los pensamientos catastróficos, intrusivos, culpógenos y de autodestrucción, por supuesto, sino quiere hacer nada estúpido debe buscar un ambiente salvo para que le hagan compañía, no porque sea dependiente pero en estos momentos siente que morirá de pena si nadie lo consuela. Es patético ¿verdad? Es un adulto y aun así, va a su viejo departamento.
—¿Mocoso? —Claro que Max no sabe qué hacer ya que no es comunicativo, entró, se sentó al medio del comedor, forjó un refugio con sus brazos y escondió su cabeza tal como un avestruz cobarde, no tiene mente ni corazón para luchar contra nada—. ¿Ash?
—Vete, anciano.
—Mocoso. —Su tono es cariñoso como solo el de un papá sabe serlo—. Habla conmigo, te lo ruego.
Pero Ash no puede hablar con Max o acabará hecho mierda, así que lo ignora y se sume en la tristeza.
¿De dónde viene tanta pena de todas formas?
Ni puta idea.
Antes estaba bien.
O quizás nunca ha estado bien desde que pasó lo de Dino porque en vez de procesarlo y hablarlo en un ambiente sano se aisló y se llenó de muros, quizás acumuló más de lo que piensa, quizás es frágil.
—¿Qué pasó acá? —Qué Griffin regrese del trabajo es mil veces peor, ¿por qué diablos vino? Se está volviendo débil sin duda, antes habría tolerado su dolor solo, es lo que merece y lo acostumbra pero no, acá vino a hacerles show ¡bravo! Deberían darle el premio del hermano del año. Clap. Clap. Clap.
—No sé, está así desde que llegó.
—¿Aslan?
—No va a responderte, ya lo intenté.
—Aslan. —No me llames con esa voz—. Hola. —Intenta animarlo con una sonrisa maternal que hace que la culpa se acreciente a niveles irrefrenables y de repente, la emoción no tiene techo.
—Te lo dije. —Max y Griffin la han tenido tan difícil formándose como una pareja estable, ¿acaso se ha convertido en un sádico? Es obvio que los está poniendo en una posición inocua al arrastrar tanto sus traumas como su trasero deprimido a su apartamento, los está incomodando—. Desde que llegó no ha dicho ni hecho nada más que eso, pero tengo la sospecha de que es por Eiji.
Ei-ji.
El nombre lo hace tiritar inconscientemente, Ash debe abrazarse a sí mismo con tanta fuerza y cólera que teme que al soltarse acabará rompiéndose en millones de pedazos, pedazos que al caer se harán polvo, polvo que transmutará en cenizas, cenizas que perecerán ¿qué quedará de él en ese instante?
—Déjame hablar con el primero, Max.
—¿Estás seguro, amor?
—Seguro. —La voz de Griffin suena tan cariñosa que apenas lo puede soportar—. Pero me serías de gran ayuda si pudieras poner el agua para hacerle un té.
—Entendido.
Quedan a solas.
—Hola, pequeño. —Ash se hunde con aún más ganas entre sus brazos, no quiere verlo porque tiene la certeza de que llorará si lo hace, esa es la cosa con Griffin, más que un hermano hizo de mamá y papá al mismo tiempo, por ende, los ama por los dos y eso es injusto—. ¿Quieres hablar?
—No. —Odia estarse comportando como un crío con estas rabietas, de nuevo es un adulto y debería tener la madurez suficiente para no hacer pataleta—. No quiero.
—Aslan.
—Perdón.
Porque nunca nada le ha dolido así y no sabe cómo lidiar con eso.
Mierda.
Es como si la tensión con Eiji hubiera tirado el hilo invisible que recubría sus heridas, pasando a llevar cada cicatriz de la que se enorgullecía a sí mismo, no porque efectivamente hayan sanado, Dios sabe que si Ash sanó fue gracias a la disociación y a sus mecanismos defensivos, más, ahora que ese tema con Eiji rasgó su fibra sensible se ha vuelto consciente de lo lastimado que está y eso no le gusta, no quiere cargar aún más a sus seres amados porque es un inestable pero no sabe cómo salir y le frustra ser una pelota de mocos en la sala de estar, ni siquiera es su casa.
¿De qué se queja? A diferencia del resto de la pandilla puede ir a la universidad, tiene amigos (o por lo menos un mejor amigo que lo adora), tiene una familia amorosa, está trabajando y estudiando el último año aunque ni siquiera le corresponde, tiene una vida que se ve objetivamente "normal" aun así Ash nunca se siente normal porque estos temas lo llevan comiendo desde adentro, es como si al ver esas fotografías se hubiera encontrado con una aberración, siempre ha vivido en su interior pero era más fácil no verla y ahora cada día se vuelve consciente de cómo crece y crece y así estaba bien.
Pero ya no lo está más. No está bien.
Y ahora se siente tan poco humano arrastrando a Griffin y a Max a sus problemas, no lo hizo cuando estalló el problema en la universidad ni cuando dejó ir a sus cercanos o cuando empezó a ser tratado como si... ya aguantó todo eso ¿por qué se rompe acá? Estaba tan lejos del inicio. Pero se cayó. Cayó y no sabe cómo podría volverse a arreglar y esto no es solo por Eiji.
Es por Ash.
Por Aslan.
—No me gusta verte así. —Grandioso, Griffin se siente culpable, odia que lo haga—. Si pudiera haría lo que fuera para quitarte esa carga y llevarla yo.
—Eso no sería justo. —Sale de su refugio—. No tienes que cargar con mis problemas, puedes irte de todo esto, puedes irte... —De mí.
—¿Cómo podría? —Su pecho se estruja horrible cuando los pulgares de su hermano se deslizan por la comisura de su rostro, acá siente la humedad y el calor descender en hilitos de pena—. ¿Cómo siquiera puedes decir eso? Nunca te dejaría solo, eres mi hermano y te amo.
—A veces ese es el problema. —Divaga—. Estoy grande, debería podérmelas ingeniar por mí mismo.
—Estar grande no significa que debas hacerlo todo tú solo.
—Griff.
—Míranos a Max y a mí. —Su voz es suave y dulce—. Estamos viejitos pero seguimos necesitándote.
—Detente. —Qué diga eso con tanta sinceridad lo hace trizas—. No quiero oírlo.
—Te necesitamos, Aslan. —Ya para—. Así que, por favor necesítanos también aunque sea de vez en cuando porque te amamos y nos duele quedarnos afuera.
—¡Griff...!
Así que hace lo que ha querido hacer desde hace meses y se tira a sus brazos y solo tras ser protegido por los toques gentiles de su hermano, por sus manos deslizándose entre sus cabellos, por su aroma tan familiar y nostálgico, por la manera en que su barba fantasma le hace cosquillas contra su mejilla, por sus palabras reconfortantes en su oreja. Te amo. Puedes llorar. Puedes sacarlo todo. Gracias por confiármelo y permitirme acompañarte en esto. Eres mi niñito, Aslan. Solo ahí se percata de que ni siquiera se ha podido sostener a sí mismo estos meses, nada más estaba taponeando la tristeza casi como si pudiera desaparecer por arte de magia pero no se fue, al contrario, creció y ahora se lo está comiendo vivo, Eiji solo fue el gatillante y Griff paga los platos rotos. Le da pena.
Griff es la mejor familia que pudo tocarle, realmente lamenta ser un hermano fallado, Ash no escoge estar así ni quiere estar así, quiere estar bien para que su hermano no sufra. Le duele que Griff sufra.
—¿Esto tiene que ver con Eiji? —Qué sea tan susceptible debería darle risa, Ash se encoge entre ese hueco que queda sobre su hombro y su cuello igual que un polluelo, se permite sanar por las palmas gentiles de la única persona que le importó lo suficiente de niño para volver—. ¿Aslan?
—Quizás. —Se intenta abrir, va de a poco—. ¿Cómo supiste?
—Porque te conozco. —Su risa le quema los cabellos y le hace cosquillas en la nariz, le recuerda a la brisa veraniega con la que solía jugar entre los campos de trigos—. Y cualquiera puede ver lo especial que es Eiji para ti, no tengo que ser un genio como tú para notarlo. —Pero tú eres mucho más genial.
—Las cosas estaban bien esta mañana, yo estaba bien. —Ash se aparta, su cuerpo se relaja de forma progresiva por la ternura del mayor, se derrite igual que derretía malvaviscos de crío con Max—. Le he estado ayudando y hemos estado bien, de verdad, hace mucho tiempo no me sentía... —En nula hiperalerta, menos sintomático, menos traumado, menos fachada—. Así de feliz.
—Eiji te hace feliz. —Su hermano enfatiza mirándolo cara a cara, no lo deja ir muy lejos y al contrario, lo sostiene de las mejillas como si tuviera esa misma grasa de bebé y esas pequitas doradas—. Puede hacerte feliz, no le veo lo malo.
—Yo tampoco. —Su voz tiembla—. Pero desde que me empezaron a llegar candidatos para él, desde que he tenido que separar e investigar perfiles de sujetos que quieren darle un bebé he sentido casi como si estuviera fuera de mí mismo, no lo sé. —Le frustra no saberlo explicar bien—. Acá. —Agarra su camiseta del estómago—. Y acá. —Y del pecho—. Me ha empezado a doler horrible.
—¿Cómo si te estuvieran apretando?
—Sí. —Sus ojos arden—. No sé qué hay de malo conmigo.
—Oh, Aslan. —Su hermano luce completamente enternecido—. No hay nada de malo contigo.
—No entiendo lo que me pasa, nunca me ha pasado y no me gusta porque cuando esas sensaciones aparecen empiezo a pensar demasiado y no sé cómo cortar esos pensamientos y entonces comienzo a llorar y ni siquiera sé la razón, puedo estar tomando con los chicos o leyendo un libro cuando ¡puff! Aparece Eiji y soy un desastre.
—Lo refieres como si fuera algo triste.
—Sí. —Ash baja la mirada—. Lo es.
—¿Qué clase de cosas te pones a pensar?
—Cosas normales. —Tensa los puños sobre sus rodillas, Griffin ni siquiera se sentó, está arrodillado a su altura igual que lo haría con un niño, el mensaje no es infantilizarlo sino que se deje cuidar pero es duro hacerlo—. Cosas como que me gusta vivir con Eiji porque usa un aromatizante agradable en la ropa o que cuando estoy teniendo un mal sueño y lo miro dormir eso me da paz, su horrible cocina es algo que me hace sonreír.
—Aslan. —Lo regaña ligeramente sin ser despiadado—. Tienes suerte de que te cocine el pobrecito.
—También sabe cocinar bien. —Lo defiende—. A veces, cuando no coincidimos para almorzar juntos él de todas maneras me prepara algo y lo decora muy bonito.
—¿Lo decora? —El gesto le derrite el corazón.
—Sí. —Ríe—. ¿Cómo me dijo que se llamaba? ¡Bento! Eiji me hace bentos con forma de gato porque dice que me parezco a un gato caprichoso, también pienso en lo fácil que es hablar con él, me da un poco de miedo la intimidad y no suelo hablar de mis cosas, pero con Eiji, joder, con Eiji sale solo, me gusta escucharlo también, por supuesto y sacarlo a pasear y que sus ojos se iluminen si ve algo lindo.
—¿Los ojos de Eiji se iluminan? —De repente Griff ha cambiado el tono—. Nunca te había escuchado hablar así de alguien.
—Se iluminan como estrellas. —La sonrisa de Ash cesa—. Y entonces, recuerdo que nada de esto va a ser para siempre porque Eiji quiere tener un bebé y yo no encajo en ese panorama.
—Aslan.
—Eiji quiere un bebé más que nada en el mundo y yo soy su amigo. —El corazón le sangra—. Y estoy muy orgulloso de ser su amigo, imagínate lo afortunado que soy, eso es suficiente, tendría que serlo.
—¿Pero? —Porque siempre hay un pero.
—Pero a veces nos quedamos viendo el uno al otro demasiado tiempo o a veces nos tocamos mucho más de lo que debe ser un roce accidental, pero a veces hacemos cosas que se sienten bien y duelen como el infierno y entonces me digo a mí mismo que debo dejar lo que sea que esté sintiendo aparte o será traicionar su confianza.
Y esa es la cuestión.
Ash no quiere ser cualquier amigo para Eiji, no, quiere ser la clase de amigo que piensa en el otro el día entero, con quién comparte secretos en la noche, con quien los toques se sienten consensuados, con quien las cicatrices saben dulces y no existen muros tan altos para atravesarlos.
—Así que prefiero distraerme con cualquier cosa, con mi tesis, con los chicos o lo que sea, ya sé que estará Eiji... y el resto del mundo, y eso duele en cierta medida, todo me recuerda a él día a día, creo que sin importar lo que haga, lea un libro, esté en clase, hable con alguien o haga lo que sea siempre me termino torturando y pensando: ah, a Eiji le encantaría esto. Como si ya no estuviera lo suficiente en mi mente, es tonto, lo sé, debo estar enfermo.
—No estás enfermo. —Griff tiene la palabra en la punta de la lengua, ambos lo saben—. Pero no sé qué tanto puedas sostener una amistad con Eiji sino te sinceras.
—No puedo sincerarme.
—¿Por qué?
—Porque Eiji quiere un bebé y así ha sido del inicio, si renuncia a eso por mí...¿cómo podría llamarme amigo? No es justo sacrificar un sueño por alguien más, no está bien.
—Aslan. —El nombrado se levanta.
—Gracias por escucharme.
Y empaca todo lo que siente y aun no le ha puesto nombre porque así y solo así, podrán continuar siendo "amigos".
¿Pero por cuánto más?
Pues la respuesta a esa última pregunta se responde más o menos mañana pero vamos con toda la fe del mundo, mil gracias por estar acá, oficialmente estamos al 1/3 del evento y todo luce bien hasta ahora asjas tengo fe con terminarlo.
See ya~
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