Volviendo a lo no Normal
La escena ahora transcurría en la acogedora casa de Momo, donde el grupo se había reunido para celebrar su victoria contra la Turbo Abuela. La mesa estaba repleta de platos deliciosos, preparados con esmero por Momo y algunos aportes de los demás.
Seiko estaba sentada a un lado, disfrutando de un gran tazón de ramen mientras miraba a todos con una sonrisa. Su actitud relajada y despreocupada contrastaba con el entusiasmo de Momo, quien comía de manera exageradamente animada, como si quisiera hacer reír a todos con su expresión cómica al morder un enorme pedazo de carne.
Seiko: ¿Sabes, Taiyo? —dijo señalándolo con los palillos— Tú fuiste el que derrotó a esa vieja loca. Me soprende mucho lo fuerte que te has convertido.
Taiyo, sentado entre Hana y Ken, dejó su tazón de sopa sobre la mesa y negó con la cabeza, mostrando una sonrisa modesta.
Taiyo: No podría haberlo hecho sin ellos —respondió, mirando al grupo—. Todos aportaron algo importante para que saliera bien.
Hana asintió, una pequeña sonrisa en su rostro.
Hana: Bueno, tampoco exageres. Fue impresionante cómo manejaste todo como Atomix. Pero sí, fue un esfuerzo en equipo. Especialmente la barrera psíquica que puse para evitar que nos aplastara la explosión.
Ken, por su parte, masticaba tranquilamente un trozo de sushi. Su actitud siempre calmada contrastaba con las emociones del resto.
Ken: No sé ustedes, pero creo que el verdadero mérito aquí es que estamos vivos después de todo eso —comentó con una sonrisa de medio lado.
Mientras tanto, Momo seguía devorando su comida con un entusiasmo cómico, atrayendo miradas de vez en cuando. Su actitud despreocupada y las manchas de salsa en su rostro hicieron que Seiko soltara una carcajada.
Seiko: ¡Momo, pareces una niña pequeña comiendo así!
Momo se detuvo un momento, tragó rápidamente y levantó un pulgar hacia arriba con una gran sonrisa.
Momo: ¡La comida sabe mejor cuando estás feliz! —exclamó, antes de volver a atacar su plato de curry con la misma intensidad.
El ambiente era relajado y festivo. Por un momento, todos olvidaron los riesgos y el caos del enfrentamiento contra la Turbo Abuela. Seiko levantó su vaso de jugo y miró al grupo con seriedad fingida.
Seiko: A un brindis, entonces, por el equipo que acabó con una abuela mutante gigante. Y también por Momo, porque claramente ha demostrado ser la MVP comiendo hoy.
Todos rieron mientras chocaban sus vasos. Taiyo miró a sus amigos con una sonrisa tranquila, sintiendo una profunda gratitud por tenerlos en su vida.
Taiyo: A ustedes —dijo en voz baja, apenas audible, pero con sinceridad.
Y así, la noche continuó entre risas, anécdotas y un festín que marcaba el final de una batalla difícil, pero también el fortalecimiento de su amistad.
La cena en casa de Momo transcurría entre risas y una atmósfera animada cuando la abuela de Momo, Seiko, miró fijamente a Ken desde el otro extremo de la mesa. Con un tono serio pero con ese toque irreverente que la caracterizaba, lanzó su inesperado comentario.
Seiko: A ver, muchacho, bájate los pantalones.
El sonido de Ken escupiendo su bebida rompió el silencio repentino que cayó sobre la sala. Todos se giraron hacia él mientras intentaba recuperar la compostura, tosiendo y limpiándose la boca con una servilleta.
Taiyo:( Oh cierto recuerdo esto)- pensó viendo a Ken
Ken: ¡¿Qué?! —exclamó con las mejillas encendidas. Su habitual calma se desmoronó por completo.
Seiko: Ya me oíste —respondió con total naturalidad, mientras se servía más té—. No podemos confiarnos después de todo lo que pasó.
Ken retrocedió instintivamente en su silla, cubriéndose con las manos como si eso fuera suficiente para proteger su dignidad.
Ken: ¡N-no creo que eso sea necesario! —protestó, visiblemente sonrojado—. ¡No voy a dejar que una mujer mayor vea… eso!
Seiko arqueó una ceja, claramente divertida por su reacción.
Seiko: No te pongas nervioso, chico. Además, dudo que tengas algo tan impresionante como para que valga la pena mirar.
Ken abrió la boca, claramente ofendido.
Ken: ¡Eso no es cierto!
Seiko: ¿Ah, no? —entrecerró los ojos, inclinándose hacia él—. Apesto a mentira desde aquí. Apuesto a que es pequeño.
Ken: ¡No lo es! —gritó poniéndose de pie y retrocediendo aún más, casi tropezando con su silla mientras agitaba las manos para evitar cualquier acercamiento.
La discusión continuó con Seiko lanzando comentarios mordaces y Ken negándose desesperadamente, todo mientras Momo intentaba ocultar su risa tras su mano y Seiko parecía disfrutar cada segundo.
Mientras tanto, Taiyo y Hana permanecían sentados, observando la escena con expresiones de resignación.
Taiyo: Nada es normal aquí… —murmuró Taiyo, frotándose las sienes.
Hana, divertida, dejó escapar una suave risa.
Hana: Pero, si te soy sincera, eso es lo que lo hace especial, ¿no crees?
Taiyo la miró, y tras un breve momento, una sonrisa tranquila apareció en su rostro.
Taiyo: Tal vez tienes razón.
Mientras tanto, Ken seguía en pie, defendiendo su dignidad mientras Seiko, con una sonrisa astuta, parecía estar ganando la discusión. La noche, como siempre, se convertía en algo completamente inesperado, pero extrañamente reconfortante para el peculiar grupo de amigos.
La noche ya había caído completamente, y la brisa fresca envolvía a Ken, Taiyo y Hana, quienes estaban en la entrada de la casa de Momo despidiéndose. Desde la puerta, Momo y su abuela Seiko observaban, con Momo aparentemente cansada pero con una sonrisa amable.
Ken se giró hacia Taiyo, un poco más relajado después de la caótica cena.
Ken: Gracias por todo, Taiyo. —Dijo con una pequeña sonrisa, rascándose la nuca—. En serio, no sé cómo habría manejado a esa maldita Turbo Abuela sin tu ayuda.
Taiyo le devolvió una sonrisa cálida y amistosa.
Taiyo: No hay problema, Ken. —respondió con tranquilidad—. Siempre estaré ahí para ayudar a un amigo, ¿sabes?
Ken asintió, algo avergonzado, pero agradecido.
Ken: Lo sé. Pero de verdad, gracias.
Taiyo, notando el momento un poco serio, decidió suavizarlo.
Taiyo: Bueno, antes de que te pongas sentimental, tengo algo más que hacer. —Miró hacia Hana, quien esperaba pacientemente a su lado—. Tengo que llevar a Hana a su casa. Es tarde, y quiero asegurarme de que llegue bien.
Hana, con su típica calma, sonrió ligeramente.
Hana: Gracias, Taiyo. Pero sabes que no es necesario.
Taiyo: Lo sé. —respondió él con una ligera risa—. Pero insistiré de todos modos.
Ken asintió y les hizo un gesto con la mano mientras se despedía.
Ken: Está bien, entonces. Nos vemos mañana, chicos. Y cuídense en el camino.
Hana: Tú también. —respondió mientras hacía un pequeño gesto con la mano.
Taiyo: Nos vemos, Ken. —agregó antes de girarse junto a Hana y empezar a caminar por la acera.
Desde la puerta, Momo les lanzó un último adiós con la mano mientras Seiko, con su característico tono burlón, murmuraba algo que nadie alcanzó a escuchar, aunque probablemente se trataba de algún comentario mordaz dirigido a Ken.
Mientras Taiyo y Hana se alejaban de la casa, el ambiente entre ellos era tranquilo, lleno de una silenciosa complicidad. Hana miró a Taiyo de reojo, notando la determinación en sus ojos mientras caminaban juntos.
Hana: Gracias, Taiyo. —murmuró finalmente.
Él se giró ligeramente hacia ella, sonriendo.
Taiyo: ¿Por qué me agradeces?
Hana: Por ser siempre tú.
Taiyo soltó una pequeña risa y continuaron su camino, dejando atrás la casa iluminada de Momo y el ruido de una noche que aún guardaba calma en su seno.
En medio de la ciudad, la luz de los faroles apenas alcanzaba a iluminar las calles vacías, dejando amplias zonas sumidas en penumbras. En ese silencio nocturno, solo el sonido leve de unos pasos rápidos resonaba entre los callejones. Una pequeña criatura cuadrúpeda se movía entre las sombras, ágil y casi imperceptible.
Su cuerpo era escamoso, y una aleta dorsal se alzaba desde su espalda, reflejando un destello débil cuando pasaba por debajo de las luces. Sus ojos brillaban con un tono amarillento mientras husmeaba el aire, claramente en búsqueda de algo.
La criatura se detuvo en una esquina, olfateando intensamente. Sus fosas nasales parecían captar un aroma, uno que le resultaba conocido pero difuso, como si estuviera mezclado con otros olores. Su respiración se aceleró, y su cola se movió con impaciencia.
De repente, levantó la cabeza, girándola hacia un edificio cercano. Parecía haber encontrado una pista. Con un movimiento rápido, se deslizó hacia una alcantarilla abierta, descendiendo con sorprendente habilidad.
En la profundidad del sistema subterráneo, el eco de sus movimientos resonaba en la oscuridad. La criatura continuaba su búsqueda, siguiendo el rastro del aroma, pero había algo extraño en su actitud: no mostraba agresividad ni desesperación, solo una insistencia inquebrantable.
Mientras tanto, en la superficie, un hombre cerraba su tienda, ajeno a lo que se ocultaba bajo sus pies. La ciudad parecía tranquila, pero en las sombras, algo estaba moviéndose, buscando... aunque ni siquiera sabía exactamente a quién o qué estaba persiguiendo.
A la mañana siguiente, Taiyo estaba sentado en la mesa de la cocina junto a sus hermanas mayores, Kronni y Saori. El ambiente era relajado mientras compartían un desayuno sencillo pero delicioso. La conversación giraba en torno a temas cotidianos: Saori hablaba sobre su trabajo, mientras Kronni comentaba sobre una novela que había estado leyendo. Taiyo escuchaba con una sonrisa tranquila, disfrutando del momento familiar.
Antes de salir para la escuela, sus hermanas se acercaron para despedirse. Saori le dio un abrazo cálido mientras le recordaba no saltarse el almuerzo, y Kronni le revolvió el cabello con cariño, diciéndole que se cuidara. Taiyo sonrió ampliamente.
Taiyo: No se preocupen, estaré bien- les dijo antes de salir.
En el camino hacia la escuela, Taiyo se encontró con Hikari, quien caminaba a paso tranquilo.
Hikari: ¡Buenos días, Taiyo!- saludó ella con una sonrisa, a lo que él respondió con un gesto de la mano. Se pusieron a caminar juntos, charlando sobre lo que habían estado haciendo últimamente.
Cuando Hikari le preguntó directamente qué había estado haciendo él, Taiyo decidió contarle la verdad. Con una expresión relajada, le relató lo que había sucedido con los aliens y la Turbo Abuela, explicando cómo, con la ayuda de sus amigos, lograron detenerla.
Hikari se detuvo por un momento, sorprendida por lo que escuchaba.
Hikari: Eso suena increíble, Taiyo... pero...- Su expresión cambió, y una sombra de melancolía cruzó su rostro- Supongo que yo nunca podría hacer algo así. Soy solo una humana normal, no como Yuki, que tiene poderes de yokai, o Hana, con sus habilidades psíquicas...
Taiyo notó su tristeza y, sin decir una palabra, levantó la mano para acariciarle la cabeza suavemente. Hikari lo miró sorprendida, mientras él le dedicaba una sonrisa cálida.
Taiyo: No pienses en lo que no puedes hacer, Hikari. Lo importante no es eso, sino lo que puedes hacer. Todos tenemos algo que aportar, y tú no eres menos por no tener poderes. Eres increíble a tu manera.
Hikari parpadeó, procesando sus palabras, y poco a poco una sonrisa apareció en su rostro.
Hikari: Gracias, Taiyo. Eso significa mucho para mí.
Taiyo: Siempre- respondió él con una sonrisa confiada mientras seguían caminando hacia la escuela. La atmósfera se sentía más ligera, y el día parecía más brillante gracias a ese pequeño pero significativo intercambio.
Mientras Taiyo y Hikari caminaban por la calle, sumidos en su conversación, no notaron que en un callejón cercano una pequeña criatura los observaba con atención. Su forma cuadrúpeda y la aleta dorsal eran apenas visibles en la penumbra, pero lo que más destacaba era su comportamiento. En lugar de mostrar hostilidad, parecía... feliz. Movía su cuerpo con emoción contenida, como si los reconociera, pero permanecía oculta, asegurándose de que nadie más la notara.
Por otro lado, un poco alejado de la escuela, Ken caminaba lentamente, sus pensamientos consumidos por el dilema que tenía frente a él. En la entrada de la escuela se encontraba Momo, de pie con los ojos cerrados, como si estuviera esperando algo. Ken se detuvo en seco.
Ken: (¿Qué hago? ¿La saludo? ¿O paso de largo? ¿Qué tal si se ve raro?)- pensaba mientras hacía miles de expresiones faciales imaginando diferentes escenarios. Desde un saludo casual con la mano hasta un exagerado-(¡Buenos días!")- acompañado de una inclinación teatral, pero ninguno le parecía adecuado.
Finalmente, decidió que lo mejor sería pasar de lado discretamente y evitar cualquier incomodidad. Sin embargo, justo cuando intentaba escabullirse, Momo abrió los ojos y comenzó a caminar. Sin darse cuenta, ambos terminaron chocando hombro con hombro.
Ken se giró rápidamente, nervioso, para disculparse, pero antes de que pudiera decir algo, Momo lo miró con un leve rubor en las mejillas.
Momo: Has tardado- dijo con una voz suave, como si realmente lo estuviera esperando.
Ken parpadeó, sorprendido, y luego balbuceó una disculpa torpe.
Ken: L-lo siento, no pensé que... bueno... ¡Lo siento!
Momo lo observó durante un segundo más antes de sonreír ligeramente.
Momo: No te preocupes. Vamos.
Ken, todavía un poco desconcertado, caminó junto a ella hacia la escuela. Mientras avanzaban, algo en el ambiente cambió. Había una conexión nueva, sutil pero significativa. Ambos habían pasado por mucho juntos recientemente, y aunque no lo dijeran en voz alta, ese pequeño gesto de Momo marcaba el inicio de una amistad que probablemente crecería con el tiempo.
Desde la distancia, Taiyo y Hikari, que ahora estaban cerca de la entrada, notaron la interacción. Taiyo sonrió y murmuró para sí mismo.
Taiyo: Parece que Ken está encontrando su lugar también.
Hikari lo miró con curiosidad, pero no preguntó, contenta de ver que todos parecían estar avanzando de alguna manera, incluso en las pequeñas cosas de la vida.
En diferentes salones, cada uno vivía su propio momento de caos interno.
Ken, por su parte, estaba sentado al fondo de su salón, hojeando su revista de alienígenas con una expresión soñadora. Había pasado mucho en los últimos días: su amigo Taiyo resultó ser el portador de un reloj increíble que lo convertía en alienígenas, y además, él había logrado hacer su primera amiga sin depender de Taiyo. Su cara reflejaba una felicidad cómica mientras imaginaba futuros encuentros heroicos con alienígenas o momentos amistosos con Momo. Sin embargo, su felicidad fue interrumpida bruscamente cuando una hoja de papel voló y se estrelló en su rostro.
Extra: ¡Oye, Ken! Baja de tu nube, tenemos clase- le gritó un compañero mientras Ken quitaba el papel de su cara con una expresión de ligera irritación, aunque no pudo evitar reírse un poco.
Mientras tanto, en otro salón, Ayase permanecía inmersa en sus pensamientos. Su amiga rubia intentaba llamar su atención reflejando la luz del sol con un pequeño espejo hacia sus ojos.
Rubia: No reacciona. Creo que la perdimos- dijo la rubia en tono teatral, mientras continuaba jugando con el reflejo.
La castaña, que estaba sentada al lado, cruzó los brazos con aire de sospecha.
Castaña: Esto es raro. No respondió mis mensajes, dice que perdió su teléfono y ni siquiera vino a la escuela ayer.
Rubia: ¿No crees que tal vez volvió con su exnovio?- preguntó arqueando una ceja con picardía.
Castaña: ¡Wow! Ahora que lo mencionas, podría ser. Quizás estaban tan mal que ella decidió romper su teléfono para olvidar todo- añadió la castaña con dramatismo.
Ambas se miraron, como si una idea acabara de conectar sus mentes, y luego giraron la cabeza hacia Momo, que estaba en la misma fila, con la cabeza apoyada sobre el escritorio y los brazos extendidos hacia los lados, claramente derrotada.
Las dos: Es probable", dijeron al unísono, observando a Momo con ojos llenos de conspiración.
Momo, sintiéndose observada, levantó apenas la cabeza con una mueca de agotamiento y luego la dejó caer nuevamente sobre el escritorio.
Momo: Sí, claro. Hablen todo lo que quieran... No me molesta.
Rubia: ¡Ahí está! Hora de la agonía- anunció con un tono teatral, señalando a Momo.
Castaña: Es el momento en el que recuerda su pasado y sufre- añadió la castaña con un suspiro dramático.
En otro salón, Ken estaba lidiando con su propia tormenta interna. Movía la pierna con impaciencia mientras dibujaba el fantasma cangrejo en su cuaderno, sus pensamientos girando en espiral.
Ken:(¡Quiero hablar con Ayase! ¡Y hablar de fantasmas!)- Su mente no dejaba de gritarle mientras apretaba el lápiz contra el papel. Había estado tan nervioso esa mañana que no pudo decir nada coherente, a pesar de que Ayase le había hecho varias preguntas con interés.
Al mismo tiempo, Ayase, en su ensimismamiento, tenía un deseo similar.
Momo:(¡Quiero hablar con Okarun! Pero... no sé cómo hacerlo sin que suene raro)- pensó mientras su mirada vagaba hacia la ventana, tratando de encontrar una solución.
Ambos, sin saberlo, compartían el mismo deseo de comunicarse, atrapados en su propia inseguridad. La pequeña criatura que los había observado la noche anterior habría encontrado esta escena adorable si estuviera presente.
En su salón, Momo estaba atrapada en una vorágine de pensamientos mientras fingía prestar atención a la clase.
Momo:(¿Qué comerán esos extraterrestres que nos atacaron? ¿Insectos? ¿Basura espacial? ¿O será que comen algo completamente extraño? ¿Y usan ropa interior? ¡No, no, no! ¿Por qué pienso en esto ahora? ¡Eres un idiota, Ken! ¡Maldito tonto! Esto es tu culpa por estar siempre hablando de aliens y cosas raras. ¡Quiero hablar con Okarun!)
Ken:(Tengo que compensarlo rápido, o me odiará para siempre)
Momo: (¡Quiero hablar, quiero hablar!)
Mientras tanto, en su propio salón, Ken finalmente dejó de distraerse con sus dibujos y pensamientos sobre fantasmas y extraterrestres. Decidió concentrarse en la clase, aunque un leve rubor seguía presente en sus mejillas al pensar en Ayase.
Por su parte, Ayase, que había estado inquieta toda la mañana, contaba los minutos para que llegara la hora del almuerzo. Su impaciencia era evidente, pues no podía evitar mirar el reloj cada pocos segundos.
Momo: En cuanto toque la campana, iré a buscar a Okarun... ¡Tengo que hablar con él! No puedo dejar que las cosas sigan así. Él podría pensar que lo estoy ignorando o algo peor."
Sin embargo, en otro salón, Taiyo estaba teniendo un momento completamente diferente. Destacaba entre sus compañeros al resolver con facilidad varias operaciones matemáticas en el pizarrón, ganándose los elogios del profesor.
Maestro: ¡Muy bien hecho, Taiyo! Siempre tan dedicado- dijo el maestro con una sonrisa.
Pero, mientras regresaba a su asiento, un pensamiento irrumpió en su mente como un rayo.
Taiyo:(¿Apagué la estufa esta mañana? ¡A la madre! ¿Y si no lo hice?)
Su rostro permaneció impasible, pero internamente estaba en pánico.
Taiyo:(¿Y si la casa se quema? No, no, no... Saori o Kronni deben haberlo notado. Sí, seguro lo hicieron. Pero, ¿y si no?)
El resto de la clase continuó mientras Taiyo trataba de convencerse de que todo estaba bien, aunque su concentración había desaparecido por completo.
En cada rincón, los estudiantes enfrentaban sus propias batallas internas, desde preocupaciones triviales hasta momentos cargados de tensión emocional. La campana del almuerzo prometía ser el punto de encuentro donde todas estas historias se entrelazarían.
El conserje, un hombre de mediana edad con cabello gris y una postura encorvada, estaba completamente sumergido en su música. Llevaba unos audífonos grandes y parecía tararear una melodía mientras limpiaba el pasillo con una mopa vieja. Movía los pies al ritmo de la canción, olvidándose casi por completo de su tarea.
De repente, un pequeño ser pasó rápidamente por el pasillo. Era ágil, casi indetectable, pero en su apuro, golpeó el cubo de agua del conserje con su cuerpo. El cubo volcó, derramando todo el contenido sobre el suelo pulido.
El conserje no se dio cuenta de inmediato, tan enfrascado estaba en la música. Pero cuando sintió el agua fría empapando sus zapatos, se quitó los audífonos de un tirón.
Conserje: ¡Por el amor de...! ¿Quién dejó esto así? —gruñó, mirando el desastre frente a él.
Buscó la causa del problema y alcanzó a ver una pequeña sombra que se movía rápidamente al final del pasillo.
Conserje: ¿Qué demonios fue eso? —se preguntó en voz baja, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
Rápidamente, tomó un montón de toallas viejas y empezó a secar el agua, murmurando algo sobre estudiantes descuidados. Pero mientras lo hacía, una idea lo golpeó: Ese pequeño ser... no era un estudiante.
Al mirar más de cerca, notó que el objeto de agua que solía usar estaba desaparecido.
Conserje: ¡Oh, no, no, no! —exclamó, recordando lo importante que era ese objeto para mantener la presión adecuada en los grifos de la escuela.
Dejó la mopa y las toallas, y comenzó a seguir el rastro del pequeño ser. Mientras corría, apenas podía creer que algo tan pequeño pudiera causar tanto problema. Su curiosidad ahora competía con su frustración.
Al final del pasillo, justo antes de girar una esquina, vio un destello de lo que parecía una pequeña aleta dorsal. Su expresión se endureció.
Conserje: Tú y yo tenemos un asunto pendiente, pequeño ladrón —murmuró antes de apresurarse tras la criatura.
El sonido de la campana marcó el inicio del receso, y Taiyo guardó sus cosas con rapidez. Estaba listo para reunirse con sus amigas, pero justo cuando se levantaba de su asiento, el Omnitrix comenzó a pitar incesantemente.
Taiyo: (¿Qué demonios?)- pensó, mirando la pantalla del dispositivo.
Sin perder tiempo, salió apresuradamente del salón, ignorando las miradas curiosas de algunos de sus compañeros. Se dirigió al baño más cercano, asegurándose de que no hubiera nadie alrededor antes de encender el holograma.
Taiyo: Cortana, ¿qué está pasando? —preguntó en voz baja, su tono urgente.
El holograma de Cortana apareció frente a él, cruzándose de brazos.
Cortana: He detectado la firma de un alien en la escuela —respondió con calma, aunque su expresión mostraba preocupación.
Los ojos de Taiyo se abrieron de par en par ante la noticia.
Taiyo:(¿Qué? Eso no debería estar pasando aquí… Esto no es parte de los acontecimientos) — pensó claramente alterado.
Debido a que en esto momento Ken y Momo se tenia que buscar por que ya saben se empieza atraer, pero a momento esto se dieron un beso y pues que se "peleando" además de que Ken descubre que no tiene su joya.
Taiyo:( Nuevamente los cambio en la línea temporal) — penso sabiendo que no siempre se puede mantener la historia original —(Pero no podemos ignorarlo)
Taiyo respiró hondo, tratando de calmarse, sabiendo muy bien que esta como loco no iba ayuda así que miró nuevamente su reloj.
Taiyo: ¿Dónde está? —preguntó con firmeza.
Cortana proyectó un mapa holográfico de la escuela, señalando un área en rojo intermitente: el almacén de limpieza.
Cortana: La firma alienígena proviene de esta ubicación. Sugiero actuar rápido antes de que alguien más lo note.
Taiyo asintió, apagó el holograma, y salió del baño con una expresión decidida. Mientras se dirigía al almacén, trataba de pensar en cómo manejar la situación sin llamar la atención.
Mientras tanto Ken y Momo
(LO SE ME DIO FLOJERA HACER LA ESCENA NO ME JUZGUE XD)
Volviendo con taiyo
Taiyo llegó al almacén de limpieza justo cuando el conserje también se dirigía al mismo lugar, murmurando algo para sí mismo mientras miraba alrededor con ojos agudos.
Conserje: Sea lo que sea… estudiante, animal o lo que haya por aquí, no se escapará —dijo apretando un trapeador como si fuera una lanza improvisada.
Taiyo:(Oh, genial)- pensó frustrado aparece se habia encontrado con el alien-(Esto es lo último que necesito.)
Sabía que no podía dejar que el conserje entrara y descubriera al alien, fuera lo que fuera. Miró rápidamente alrededor, buscando una manera de distraerlo, y tuvo una idea.
Taiyo: ¡Oiga! —llamó corriendo hacia él con una expresión urgente. —El director me pidió que lo buscara. Dice que hay problemas con algunos baños, parece algo urgente.
El conserje se detuvo, entrecerrando los ojos mientras lo evaluaba.
Conserje: ¿Problemas en los baños? ¿Otra vez? ¿Por qué siempre me tocan a mí? —se quejó, dejando el trapeador a un lado.
Taiyo asintió con seriedad, tratando de sonar convincente.
Taiyo: Sí, parece que algo importante pasó. Dijo que necesitaba su ayuda de inmediato.
Conserje: Tch, esos mocosos siempre hacen un desastre. Está bien, voy para allá, pero si encuentro a quien haya causado este problema, no se la va a acabar —gruñó caminando rápidamente en dirección contraria.
Taiyo suspiró aliviado mientras lo veía desaparecer por el pasillo.
Taiyo: Menos mal que funcionó.
Volvió su atención al almacén, empujó la puerta lentamente, y entró con cuidado. Encendió una linterna pequeña que llevaba consigo, iluminando el lugar.
Taiyo: Bien… lo que seas, sal de donde estés. No voy a hacerte daño… —murmuró, avanzando entre los estantes llenos de productos de limpieza.
Un leve sonido detrás de un balde llamó su atención. Cuando movió el objeto, vio a la pequeña criatura alienígena, con su cuerpo cuatrípedo y aleta dorsal, mirándolo con ojos brillantes.
Taiyo: Ahí estás… —dijo Taiyo en voz baja, tratando de no asustarlo.
La criatura inclinó la cabeza, aparentemente curioso. Pero antes de que Taiyo pudiera hacer algo, el Omnitrix comenzó a brillar intensamente, como si estuviera reaccionando a su presencia.
El ser que Taiyo había encontrado finalmente salió de su escondite, y su apariencia resultó ser sorprendentemente adorable. Tenía un cuerpo pequeño y compacto. Su aleta caudal parecía moverse como si fuera una cola, y sus grandes ojos brillaban con curiosidad y emoción al ver a Taiyo.
Taiyo: Vaya… eres mucho más tierno de lo que imaginaba —murmuró dejando escapar una pequeña risa mientras se inclinaba para observarlo más de cerca.
El pequeño alien, como si entendiera sus palabras, comenzó a mover su aleta con entusiasmo, casi como un cachorro emocionado. Dio un pequeño salto hacia Taiyo y empezó a frotar su mejilla contra la de él, dejando escapar un sonido suave y alegre.
Taiyo: ¡Jajaja! ¡Eso hace cosquillas! —exclamó riendo mientras trataba de apartarlo suavemente.
El alien no parecía peligroso en lo absoluto, y su comportamiento era más juguetón que hostil. Taiyo extendió la mano y comenzó a acariciarlo con cuidado.
Taiyo: Hola, pequeño. No sé qué haces aquí, pero parece que solo querías jugar, ¿verdad?
El alien soltó un sonido feliz, como un chirrido, mientras se inclinaba hacia la caricia. Taiyo no pudo evitar sonreír.
Taiyo: Bueno, ahora que sé que no eres una amenaza… supongo que deberíamos sacarte de aquí antes de que alguien más te encuentre. ¿Te gustaría eso?
El pequeño alien respondió con un movimiento aún más rápido de su aleta, como si entendiera perfectamente. Taiyo suspiró, tomando al alien en sus brazos.
Taiyo: Cortana, ¿alguna idea de qué tipo de criatura es este? —preguntó mientras el Omnitrix seguía brillando suavemente.
Cortana: Es un Norphlorian, una especie alienígena conocida por su naturaleza amistosa y su capacidad de adaptarse a diferentes ambientes. Parece que está buscando algo, pero no representa ninguna amenaza.
Taiyo: Perfecto. Ahora solo falta descubrir qué busca y cómo llevarlo a casa —dijo mirando al alien con una mezcla de ternura y determinación.
Mientras tanto con Ken
Este luego de haber tenido su pelea con Momo decidió ir al baño pero ahí mismo se empezó a maldecir el mismo debido a que se lamentaba por todo lo que de dijo a Momo.
Kem: Solo dije esas cosas por impulso- murmuró lamentandose mientras entraba al baño- Pero aún tengo muchas ganas de
habla..Tengo que disculparme!.
El chico empezó a orinar tranquilamnete,
cuando de repente, mira hacia abajo, notando algo.
Ken: ¿Que?- dijo sorprendido mientras miraba su entrepierna.
No tengo huevo
Continuará
Hola mi gente si se que me tarde en publica pero como verán tuve que disfrutar de la navidad con mi familia y bueno aquí estamos, una cosa que decir es que como siempre ha notado siempre hago como podríamos decirle una maraton de capítulo incluso eso se veía en mis demás historia, pero en esto momento he tenido poca inspiración para escribir y no es que me vaya a tomar un hiatus o descanso simplemente que si ven que no publico tan seguido es por eso en fin agradezco mucho el apoyo que de dar esta historia y espero que siga así en el futuro yo me despido y nos vemos en la próxima adiós.
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