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Una nueva amistad

Estaba en una situación bastante complicada. Frente a mí, Hana me observaba con una mezcla de curiosidad y seriedad, y aunque había tratado de negarlo, sabía que no iba a funcionar. Ella había visto con sus propios ojos cómo me transformaba en XLR8, y su expresión dejaba claro que esperaba una respuesta honesta.

Hana: Entonces, ¿vas a decirme la verdad o no? —me preguntó, cruzándose de brazos.

Noté un leve brillo en sus ojos, como si esperara que mi respuesta fuera un "sí." No parecía asustada ni preocupada, sino más bien… intrigada. Era como si quisiera confirmar algo que ella ya sospechaba.

Taiyo: Mira, esto no es algo que pueda decirle a cualquiera —respondí, evitando su mirada por un momento mientras pensaba qué decir—. Si te lo cuento, tienes que prometer que no le dirás a nadie. Ni una sola palabra.

Hana asintió lentamente, manteniendo su mirada fija en mí.

Hana: No voy a decir nada, te lo prometo. Pero, por favor, dime la verdad, Taiyo. ¿Eres… algún tipo de alien o… algo así?

Suspiré, sin saber cómo explicarle todo esto sin que sonara completamente extraño. Finalmente, decidí que la verdad era lo único que podía ofrecerle.

Taiyo: Bueno… no soy un alien, exactamente —le dije—. Lo que viste fue el Omnitrix, un dispositivo que me permite transformarme en diferentes formas alienígenas. Técnicamente sigo siendo humano, pero puedo convertirme en seres que… bueno, no son de este mundo.

Sus ojos se abrieron más, y pude ver la fascinación en su rostro. No había miedo, sino una mezcla de emoción y asombro.

Hana: ¿Entonces, realmente puedes transformarte en… en cualquier cosa? —preguntó, incrédula pero emocionada.

Taiyo: Más o menos. No es cualquier cosa, solo ciertos seres alienígenas. Y cada uno tiene habilidades únicas… como XLR8, que me permite moverme a súper velocidad.

Hana sonrió, visiblemente emocionada, como si acabara de descubrir el secreto mejor guardado del universo.

Hana: Esto es increíble, Taiyo. No puedo creer que tengas algo así —dijo con una sonrisa que dejaba ver su asombro—. ¿Te das cuenta de que es como… algo de otro mundo?

Taiyo: Sí, créeme que lo sé —respondí, soltando una risa nerviosa—. Pero tengo que ser cuidadoso. No puedo dejar que cualquiera vea esto, o podrían pasar cosas malas… y no quiero poner a nadie en peligro, especialmente a las personas cercanas a mí.

Hana asintió, y su expresión se suavizó. Parecía entender la responsabilidad que llevaba el Omnitrix, y eso me hizo sentir un poco más tranquilo.

Hana: Lo entiendo. No te preocupes, Taiyo, no le diré a nadie. Pero… ¿crees que podrías mostrarme otra transformación algún día? Solo… tengo mucha curiosidad.

La idea me hizo sonreír. No podía prometerle mucho, pero, viendo su entusiasmo, decidí que tal vez, en algún momento seguro, podría enseñarle más.

Taiyo: Veremos. Pero tienes que ser paciente y mantener el secreto, ¿de acuerdo?

Hana asintió emocionada, y por primera vez, sentí que podía confiar en ella con este extraño, pero maravilloso, secreto.

Estaba sentado en una de las ramas del viejo árbol del patio, disfrutando de la sombra y la tranquilidad del lugar. Yuki estaba junto a mí, mordisqueando su almuerzo mientras yo trataba de poner en palabras todo lo que había pasado con Hana. Sus ojos se abrieron ligeramente cuando terminé de contarle.

Yuki: ¿Entonces… ella sabe? —preguntó con sorpresa y preocupación en su tono—. ¿Le contaste del Omnitrix?

Taiyo: Bueno, no tuve mucha opción —me encogí de hombros, mirando hacia el cielo—. Me atrapó transformándome en XLR8. Ya tenía pruebas, así que, de todas formas, no iba a funcionar fingir que era otra cosa.

Yuki suspiró, llevándose la mano a la frente.

Yuki: Supongo que fue cuestión de tiempo… pero ¿crees que puedes confiar en ella? —preguntó, observándome con seriedad—. Este tipo de secreto no es algo que pueda tomarse a la ligera.

Taiyo: La verdad… —hice una pausa, tratando de ordenar mis pensamientos—. Creo que sí. No se veía asustada ni nada por el estilo. Más bien parecía… intrigada, emocionada incluso. Prometió que no le diría a nadie.

Yuki asintió lentamente, aunque en su rostro aún había algo de preocupación.

Yuki: Bueno, Hana es una chica confiable, pero… ya sabes cómo funciona esto. Entre más personas sepan de esto, más riesgo hay de que el secreto salga. Y si alguien descubre el poder del Omnitrix… las cosas podrían ponerse peligrosas.

Taiyo: Lo sé, y créeme que no planeo contárselo a nadie más. Pero, honestamente, fue un alivio poder compartirlo con alguien fuera de mi círculo de siempre. Es como si, por primera vez, alguien más viera esto como algo genial y no como un problema.

Yuki sonrió, apoyando su cabeza contra el tronco del árbol.

Yuki: Bueno, para eso tienes amigos, ¿no? Supongo que mientras puedas confiar en ella, todo estará bien. Solo… ten cuidado. Si alguien más lo descubre, las cosas podrían complicarse muy rápido.

Taiyo: Lo sé, lo sé. Prometo ser más cuidadoso de ahora en adelante —dije con una sonrisa.

Ambos nos quedamos en silencio un momento, dejando que el viento refrescara el ambiente. Después de un rato, Yuki miró de reojo y me dio un leve empujón en el brazo.

Yuki: Por cierto, ¿crees que podrías mostrarme a otro alienígena en algún momento? Admito que tengo un poco de curiosidad…

Taiyo: —solté una risa—. Ya sabía que lo ibas a pedir. Tal vez… solo tal vez.

Yuki rió suavemente y se acomodó en la rama, dejando que el silencio regresara. Estar aquí, con alguien en quien realmente podía confiar, me hacía sentir que todo estaba en equilibrio otra vez.

Las clases terminaron y el bullicio de la escuela poco a poco se fue apagando hasta que solo quedaba el eco de pasos lejanos y las puertas cerrándose. Me encontraba en la azotea, sintiendo la brisa fresca que se deslizaba entre los edificios mientras el sol comenzaba a bajar. A mi lado, Hana se apoyaba en la barandilla, observando el horizonte en silencio.

Hana: Gracias por venir aquí… —murmuró sin mirarme directamente—. Tenía algunas cosas en la cabeza desde que… bueno, desde que vi lo que vi.

Taiyo: Claro… —respondí, poniéndome algo nervioso—. Supongo que no es todos los días que ves a alguien transformarse en un alienígena.

Hana sonrió, pero su expresión mostraba algo más que sorpresa o simple curiosidad; parecía haber un atisbo de genuina preocupación.

Hana: Es raro, ¿sabes? Pensar que todo este tiempo has estado… viviendo una doble vida. Me hace preguntarme cuántas veces te habré visto y no sabía lo que realmente podías hacer.

Taiyo: No es como si tuviera opción —dije, mirando el Omnitrix en mi muñeca—. Desde que lo tengo, no hay mucha normalidad en mi vida. Pero es mejor así… no todos entenderían.

Hana asintió, levantó la vista hacia el cielo, donde las primeras estrellas comenzaban a asomarse mientras el sol desaparecía en el horizonte. Una suave sonrisa apareció en su rostro, como si observar las estrellas la llevara a un lugar especial.

Hana: ¿Sabes? Siempre he sido fan del espacio… —murmuró con un tono nostálgico—. Mi papá fue astronauta. Él solía contarme sobre las misiones y cómo era mirar la Tierra desde allá arriba, y creo que desde entonces me atrapó la idea de los misterios que hay en el universo.

La miré sorprendido. No imaginaba que Hana tuviera esa conexión con el espacio, ni que ocultara algo tan importante sobre su familia.

Taiyo: ¿Tu papá fue astronauta? Eso es increíble, Hana… —respondí, impresionado.

Hana soltó una pequeña risa, pero sus ojos reflejaban una mezcla de emoción y timidez.

Hana: Pensé que sonaría raro. En la escuela nadie habla de esas cosas, y menos de la posibilidad de que haya vida allá afuera. No quería que me vieran como alguien… ¿cómo decirlo? Como una “chica rara” obsesionada con los extraterrestres.

Taiyo: Créeme, si alguien puede entender eso, soy yo —le dije con una sonrisa—. Y no hay nada de raro en que te guste el espacio. Es alucinante, y si alguien en este mundo tiene el derecho a emocionarse por lo desconocido, eres tú.

Hana bajó la mirada un momento, pero en sus ojos había un brillo de alivio, como si se hubiera quitado un peso de encima.

Hana: Es curioso. Toda mi vida he soñado con conocer algo más allá de nuestro mundo, pero ahora que he visto con mis propios ojos que existen… —se detuvo, mirándome con una mezcla de asombro y determinación—. Ahora sé que hay tanto que no entiendo, pero quiero hacerlo. Quiero saber más sobre el universo… y sobre ti, Taiyo.

Sus palabras me sorprendieron y me hicieron sentir una calidez inesperada. En ese instante, algo se sintió diferente entre nosotros; no solo había confianza, sino una especie de conexión por el misterio que compartíamos, el mismo misterio que la fascinaba desde pequeña.

Taiyo: Si estás lista para conocer todo lo extraño y peligroso que trae el espacio… entonces puedo mostrarte ese otro lado.

Ella asintió, mirando de nuevo al cielo con una sonrisa más abierta, y en ese momento supe que tener a Hana como aliada en este camino podía hacer toda la diferencia.

Justo cuando el momento se sentía perfecto, el suelo comenzó a vibrar de manera extraña. De pronto, mechones de cabello largo, negro y lleno de espinas emergieron de entre las grietas del concreto, extendiéndose hacia nosotros con movimientos amenazantes y rápidos. Reconocí ese ataque de inmediato; no había duda, era Harionago.

Taiyo: ¡Cuidado! —exclamé, tomando a Hana del brazo para apartarla justo antes de que uno de esos mechones espinosos tratara de atraparnos. Ella se quedó congelada por un instante, completamente sorprendida por lo que estaba sucediendo.

Hana: ¿Qué... qué es eso? —preguntó Hana, mirando los cabellos con terror, su voz temblorosa.

Taiyi: Bueno esto es una de la cosa por la que estoy ocupada, Es una yokai llamada Harionago. No es el tipo de criatura que te gustaría encontrarte —dije mientras la apartaba y me preparaba para enfrentar la situación.

Sin tiempo que perder, busqué el Omnitrix en mi muñeca, sabiendo que la situación requería algo más que fuerza humana. Pero antes de activarlo, me aseguré de que Hana estuviera bien protegida detrás de mí.

Taiyo: Hana, escucha. Quédate detrás de mí y no te alejes. Harionago odia a los hombres, así que probablemente vendrá directamente a por mí — le expliqué rápidamente, apretando el Omnitrix sin perder de vista el movimiento de los cabellos—. Quédate cerca, Hana.

Ella asintió, aunque sus ojos seguían clavados en los cabellos que continuaban brotando del suelo, extendiéndose en todas direcciones como si fueran serpientes. Sin embargo, con la tensión del momento, presioné el reloj con demasiada fuerza y, en lugar de convertirme en el alienígena que tenía en mente, el Omnitrix eligió otro al azar. Una descarga de energía envolvió mi cuerpo y, al abrir los ojos, me di cuenta de que no era el alien que esperaba.

??: Que demonios!!- mencione a notar mi apariencia- Este alien...... soy el Vitanexus que atacó a elyra aunque claro- viendo mi apariencia actual.

Hana retrocedió un poco, observándome con una mezcla de asombro y curiosidad. Ahora era un Vitanexus, la misma especie alienígena que había intentado capturar a Elyra. Mi cuerpo estaba cubierto de placas bio-orgánicas negras y blancas, y un resplandor azul emanaba de los circuitos y líneas que recorrían mi estructura, dándome un aspecto intimidante.

??: Esto no era lo que planeaba, pero… funcionará.

Hana parecía desconcertada, pero no había tiempo para explicaciones. Harionago no iba a detenerse, y sus cabellos espinosos ya avanzaban hacia nosotros como si intentaran rodearnos. Usando mis nuevas habilidades, extendí mis brazos, canalizando la energía que emanaba de mi cuerpo y creando un campo de fuerza que bloqueó los cabellos.

??: Hana, necesito que retrocedas. ¡Esto va a ponerse peligroso!

Hana asintió y, aunque todavía impresionada, se alejó rápidamente. Mientras, observé los movimientos de Harionago y comencé a analizar sus patrones. Según los Vitanexus tenía una percepción aumentada, lo que me permitía anticipar sus ataques con precisión milimétrica. Con un movimiento rápido, extendí un brazo y disparé una descarga de energía azul hacia el cabello, que se desintegró al instante en una pequeña explosión.

Harionago soltó un chillido que resonó por toda la azotea. Sus cabellos se retorcían y azotaban el suelo con furia, al tiempo que trataba de reorganizar su ataque.

??: No te voy a dejar ganar tan fácil, Harionago.

La yokai arremetió nuevamente, lanzando sus cabellos hacia mí en un intento de atravesar mi defensa. Con mis reflejos mejorados, esquivé cada ataque, aprovechando cualquier espacio para lanzar ráfagas de energía que debilitaban sus cabellos. Sin embargo, sentía que la transformación estaba consumiendo mucha energía, y el tiempo era limitado.

Entonces, escuché la voz de Hana detrás de mí.

Hana: ¡Taiyo! ¡Cuidado, detrás de ti!

Giré rápidamente para ver un grupo de cabellos espinosos que se levantaban del suelo, intentando atraparme desprevenido. Sin pensarlo dos veces, aumenté la intensidad del campo de fuerza, logrando desintegrarlos antes de que me alcanzaran.

??: Gracias, Hana. Eres un buen apoyo.

Mientras me movía para esquivar los ataques de Harionago, notaba cómo su cabello espinado intentaba atraparme desde diferentes ángulos. Aunque estaba manejando la situación, no podía bajar la guardia en ningún momento. A pesar de que no conocía bien las habilidades de esta transformación, algo dentro de mí me instaba a seguir adelante, confiando en mis reflejos y en la energía extraña que sentía correr por mis brazos.

De pronto, escuché la voz de Hana gritar desde atrás.

Hana: ¡Taiyo, detrás de ti!

Sin perder un segundo, me giré rápidamente, y ahí estaba: un grupo de cabellos afilados que se acercaban peligrosamente. Instintivamente, extendí mi brazo hacia adelante, como si algo dentro de mí supiera exactamente qué hacer. Para mi sorpresa, sentí cómo mi brazo comenzaba a cambiar de forma, transformándose y moldeándose en un cañón robusto y metálico, similar a la imagen de un arma poderosa que había visto en algún lugar antes.

Al terminar la transformación, sentí una descarga de energía. De mi cañón emergió un proyectil que se encendió en una ráfaga de llamas al salir, volando directo hacia los cabellos espinosos. Al impactar, el proyectil se convirtió en una explosión abrasadora, incinerando los cabellos y dejando una marca de ceniza en el suelo.

Harionago soltó un chillido agudo y furioso, retrocediendo mientras intentaba reformar sus cabellos para lanzar otro ataque.

??: ¡Eso fue inesperado, pero efectivo!

Hana me miraba con los ojos muy abiertos, sorprendida por el poder que había desatado.

Harionago, recuperada de su sorpresa, se lanzó con aún más ferocidad, extendiendo su cabellera en todas direcciones, intentando crear una red que me atrapara. Pero yo ya estaba preparado. Moviendo mi brazo-cañón con precisión, disparé otro proyectil, esta vez apuntando a los puntos donde los cabellos parecían más densos.

Cada explosión cortaba o incineraba las hebras, manteniéndola a raya y obligándola a retroceder, frustrada. Sin embargo, Harionago no se rindió y comenzó a cambiar su táctica, haciendo sus cabellos más delgados y rápidos, atacando en patrones impredecibles. Sabía que si fallaba, podría ser fatal.

Hana, aún impresionada, me gritó de nuevo para advertirme de algunos ataques ocultos, y gracias a su ayuda pude reaccionar a tiempo. Con cada disparo, la presión aumentaba, pero mantenía la calma, confiando en esta nueva habilidad para darme la ventaja.

A medida que el cabello espinoso de Harionago seguía arremetiendo contra mí, me daba cuenta de que el número y la velocidad de los ataques estaban incrementando de manera alarmante. Disparar con el cañón que había creado en mi brazo derecho me daba cierta ventaja, pero cada vez llegaban más hebras, más rápidas y en mayor cantidad, rodeándome y forzándome a esquivar en un esfuerzo frenético para evitar quedar atrapado.

En ese momento, sentí un cambio en mi otro brazo. Mientras concentraba mis energías en el combate, mi cuerpo parecía responder a mi necesidad de defensa. Vi cómo mi brazo izquierdo comenzaba a transformarse, tomando la forma de un arma diferente: una ametralladora Gatling de tres cañones que emitía un brillo rojizo, como si estuviera canalizando alguna forma de energía intensa.

Taiyo: ¿Una Gatling? Esto es nuevo… ¡pero justo lo que necesito!

Con ambos brazos transformados, comencé a disparar a toda potencia. La ametralladora Gatling disparaba ráfagas continuas de moléculas activadas por calor, un tipo de munición que se volvía más letal cuanto más se calentaba el arma. Las balas impactaban contra los cabellos espinosos de Harionago, quemándolos y fragmentándolos con cada golpe, desintegrando las hebras en cenizas. El calor de cada disparo cortaba a través del cabello como si fuera mantequilla, permitiéndome mantener a raya la ofensiva.

Sin embargo, Harionago no se detenía. Sus cabellos surgían cada vez más rápido del suelo, formando patrones cada vez más intrincados, como si intentara rodearme desde todos los ángulos posibles. Mi cañón de proyectiles en un brazo y la ametralladora Gatling en el otro trabajaban al máximo, pero comenzaba a sentir el peso de la situación. Los disparos incesantes empezaban a sobrecalentar mis brazos, y notaba que mis movimientos se volvían un poco más lentos.

Taiyo: A este paso… podría perder.

Con cada segundo, el combate se volvía más caótico. Harionago soltó un chillido de frustración, y de repente, una gran cantidad de sus cabellos se lanzaron hacia mí en un solo ataque masivo. Sin pensarlo dos veces, levanté ambos brazos y abrí fuego con todo lo que tenía. Las balas de la Gatling y los proyectiles del cañón incendiaron la cabellera en una tormenta de llamas y chispas, creando una barrera de fuego que me protegió de la embestida.

Finalmente, después de un último y desesperado disparo, la ofensiva de Harionago pareció tambalearse. Sus cabellos, chamuscados y fragmentados, caían al suelo sin fuerza, consumidos por las explosiones y el calor abrasador de mis armas. Respiré profundo, notando cómo mi cuerpo volvía a enfriarse lentamente, y cómo mu cuerpo comenzaba a desactivar las armas, devolviendo mis brazos a su forma normal.

??: Parece… que por fin acabé contigo.

Harionago, debilitada y derrotada, lanzó una última mirada de odio antes de retirarse en silencio hacia las sombras, sus cabellos desmoronándose detrás de ella. Sabía que esta victoria podría ser temporal, pero por ahora, habíamos ganado.

Hana, quien había estado observando desde un lugar seguro, se acercó cautelosamente, con una mezcla de asombro y alivio en el rostro.

Hana: Taiyo… eso fue impresionante. Nunca había visto algo así.

??: Créeme, yo tampoco. Parece que todavía tengo mucho que aprender sobre estos poderes.

Hana: ¿Eres… en serio un alien? Porque eso fue… increíble.

??: Algo así- mirando mi cuerpo- Creo que me estoy acostumbrando a estas transformaciones.

Compartimos una sonrisa rápida antes de dejar la azotea, sabiendo que, aunque la amenaza de Harionago había sido neutralizada, aún podría regresar en cualquier momento.

Con la batalla terminada, desactivé el Omnitrix y regresé a mi forma humana, respirando con algo de agotamiento.

Taiyo: Parece que tus conocimientos sobre el espacio y los alienígenas van a expandirse más rápido de lo que esperabas, Hana.

Ella soltó una risa nerviosa, y en sus ojos brillaba la emoción y el alivio.

Mientras salíamos de la escuela, noté que Hana caminaba a mi lado, sumida en sus pensamientos, con una expresión que oscilaba entre el asombro y la curiosidad. La miré de reojo, intentando captar lo que pasaba por su mente.

Taiyo: ¿Pasa algo?

Hana negó con la cabeza y soltó un suspiro antes de mirarme.

Hana: Es solo que… no pensé que todo esto de lo sobrenatural y lo extraterrestre fuera real. Todavía estoy tratando de asimilar que hoy conocí a un yokai.

Sonreí al escuchar eso, disfrutando de la sorpresa en su voz.

Taiyo: Bienvenida a mi mundo.

Ella sonrió levemente, aunque su expresión pronto se volvió más seria. Se detuvo un momento, mirándome directamente a los ojos, como si estuviera evaluando la mejor forma de decir lo que tenía en mente.

Hana: Entonces, aquella imágenes de la noticia… y lo que sucedió en aquel incidente con ese robot misterioso… ¿también eras tú?

La pregunta quedó en el aire, y por un instante me quedé en silencio, recordando ese incidente y todo lo que implicaba. Sabía que no podía esquivar la verdad, no con Hana, que ya había visto tanto.

Taiyo: Sí, era yo. Aunque… dejé de patrullar o de intentar ser un “héroe” por razones personales.

Hana asintió lentamente, sin presionarme para dar más detalles, aunque su mirada reflejaba un entendimiento profundo. Ella sabía que, como cualquier otra persona, yo también tenía mis motivos, mis dudas y mis propias luchas internas.

Hana: No tienes que decirme más. Solo… me sorprende que lleves todo eso sobre tus hombros.

Taiyo: No es algo que elegí llevar, pero alguien tiene que hacerlo. Solo intento hacer lo correcto… aunque a veces ni siquiera yo estoy seguro de qué significa eso.

Ella me miró con una mezcla de respeto y compasión, y al final, con una sonrisa cálida que aligeró el ambiente.

Hana: Bueno, al menos sabes que no estás solo en esto. Ya sabes, si alguna vez necesitas ayuda… no dudes en decírmelo.

Sentí una chispa de alivio al escuchar esas palabras. Era reconfortante saber que, incluso en medio de tanto caos y misterio, había personas dispuesto a ofrecer su apoyo, aunque el peso de mi secreto siguiera ahí. Mientras continuábamos nuestro camino, el silencio entre nosotros se sentía menos pesado, como si aquella charla hubiera fortalecido un nuevo lazo que nos unía, y ambos sabíamos que esta historia apenas comenzaba, bueno más para hana.

En otra parte

El laboratorio del Doctor Yamashita estaba inmerso en una atmósfera de misterio y expectación. Los monitores de su computadora mostraban imágenes nítidas y detalladas de varias siluetas alienígenas captadas en momentos de actividad en distintas partes de japon. Una de las imágenes destacaba especialmente: un ser similar a un dinosaurio enfrentándose a un robot de proporciones imponentes en una batalla que parecía sacada de una película de ciencia ficción. Yamashita observaba la pantalla con una sonrisa que denotaba su interés y ambición.

En ese momento, su asistente entró en la sala, interrumpiendo su análisis.

Asistente: Doctor Yamashita, ya lo hemos traído.

El doctor asintió sin desviar la mirada del monitor, y luego, tras unos segundos, se levantó con una calma inquietante. Caminó hacia una amplia ventana de vidrio que daba al área de pruebas del laboratorio, un espacio perfectamente iluminado y cubierto por varias cámaras de seguridad. Desde allí, pudo ver dos figuras clave en su plan.

Primero, el robot de las noticias, el mismo que había sido reportado por causar estragos y que ahora reposaba inerte, como si estuviera esperando órdenes. A su lado, los restos de una nave destruida, un testimonio de una tecnología y poder más allá de la comprensión humana actual.

Doctor Yamashita: je- con una sonrisa contenida- El futuro ya está aquí... y nosotros seremos quienes lo dominen.

Mientras observaba con satisfacción los avances de sus investigaciones, no se percató de un detalle importante dentro de la nave. Entre los escombros y las chispas de metal retorcido, yacía un cuerpo en apariencia destruido, destrozado por el impacto. Sin embargo, una leve y casi imperceptible luz comenzó a emanar de su interior, pulsando suavemente como si despertara de un largo letargo.

Esa luz se fue intensificando poco a poco, como si algo estuviera intentando recomponerse o activarse nuevamente. El cuerpo, aún envuelto en su forma alienígena yacente, emitía destellos cada vez más brillantes, resplandeciendo con una energía desconocida que escapaba a la comprensión de cualquier tecnología humana.

Yamashita seguía de espaldas, ignorando el fenómeno que ocurría tras la ventana. Su mirada estaba centrada en el robot, y su mente, ocupada en los próximos pasos de su investigación. Pero sin que él lo supiera, algo en ese cuerpo alienígena estaba comenzando a despertar, algo que cambiaría el curso de su investigación… y quizá, pondría en peligro a todos en el laboratorio.

Continuará......

Mi gente espero que de allá gustado el capitulo, además de comentó aquí mismo para que ustedes elijan el nombre para el Vitanexus de taiyo.

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