Un problema acaba y otro comienza
Ken y Momo observaban desde la distancia cómo Taiyo, transformado en su imponente forma de Humungousaurio, estaba frente a una criatura aún más extraña y amenazante. Con una altura similar a la de Taiyo, el ser tenía una figura robusta y musculosa, con una apariencia que recordaba a un luchador de sumo: piel rugosa de un tono grisáceo, ojos brillantes de un amarillo intenso, y una serie de tatuajes alienígenas que resplandecían débilmente en sus brazos y torso.
Ken: No puedo creerlo… —murmuró sin apartar la vista del enfrentamiento.
Momo: ¿Qué? ¿Qué es lo que no puedes creer? —preguntó quien apenas lograba mantenerse tranquila mientras observaba la escena.
Ken tragó saliva antes de responder, señalando al extraño ser frente a Taiyo.
Ken: Ese… ese es el Floodwoods Monster. Es una leyenda urbana entre las revistas de conspiraciones y avistamientos alienígenas. Supuestamente, se aparece en lugares aislados para luchar contra cualquier cosa que invada su territorio. Nunca pensé que fuera real…
Momo arqueó una ceja.
Momo: ¿Y qué hace un "monstruo legendario" en nuestra ciudad? —preguntó con escepticismo.
Ken negó con la cabeza, todavía sorprendido.
Ken: No lo sé. Pero lo más impactante no es eso… —volvió su mirada hacia Taiyo—. ¡Es que él…! ¡Él es el mismo que apareció en las noticias peleando contra ese robot gigante hace unos años!
Momo giró hacia Ken, ahora confundida.
Momo: ¿Qué? ¿Estás diciendo que Taiyo fue el que causó ese desastre en la ciudad?
Ken: ¡No lo causó! —corrigió rápidamente—. Lo enfrentó. Hubo un video breve en internet antes de que lo eliminaran, mostrando a un alienígena gigante peleando contra un robot desconocido. ¡Ese alienígena era Humungousaurio, o sea, Taiyo!
Antes de que Momo pudiera procesar toda esa información, Taiyo habló desde su posición, interrumpiendo su conversación.
Humungousaurio: Floodwoods Monster, ¿eh? No esperaba verte aquí. Pensé que te mantenías en los límites del bosque de Redwood —dijo con un tono grave, su voz amplificada por su forma masiva.
La criatura rugió en respuesta, el sonido reverberando en el aire como un trueno. Su postura cambiaba ligeramente, preparándose para un combate.
Humungousaurio: Parece que no eres de hablar mucho, ¿verdad? —continuó adoptando una posición defensiva. Sus garras se apretaron mientras el suelo crujía bajo su peso—. Está bien, yo tampoco tengo tiempo para charlas.
Ken y Momo se miraron, sus corazones latiendo con fuerza.
Ken: Momo, ¿crees que Taiyo pueda manejar esto? —preguntó con una mezcla de preocupación y fascinación.
Momo: No lo sé… pero si fue capaz de enfrentarse a un robot gigante, quizás tenga una oportunidad —respondió tratando de convencerse a sí misma.
La tensión en el aire aumentó cuando Floodwoods Monster cargó hacia Taiyo, sus pasos retumbando como si fueran terremotos menores. Taiyo reaccionó rápidamente, chocando con él en un impacto titánico que sacudió todo a su alrededor.
Ken: ¡Esto va a ser peor que un terremoto! —gritó aferrándose al borde de una pared mientras observaba la colisión.
La batalla estaba apenas comenzando, y aunque Taiyo parecía tener ventaja por su fuerza bruta, ambos sabían que no podían subestimar a su oponente. La criatura no era una simple leyenda: era real, y estaba lista para pelear.
Taiyo, en su forma de Humungousaurio, dejó escapar un rugido ensordecedor mientras su cuerpo comenzaba a crecer de manera imponente. Sus músculos se expandieron aún más, y su altura se disparó hasta alcanzar los 18 metros. La tierra tembló bajo su inmenso peso, y tanto Ken como Momo tuvieron que retroceder varios pasos para no perder el equilibrio.
Ken: ¡¿Qué demonios?! —exclamó asombrado al ver cómo Taiyo se hacía aún más gigantesco.
Momo: ¿Siempre puede hacer eso? —preguntó mirando boquiabierta.
Antes de que alguno de los dos pudiera procesar lo que estaba sucediendo, Humungousaurio lanzó un gruñido y cargó directamente contra Floodwoods Monster con una velocidad sorprendente para su tamaño. El impacto fue devastador: el alienígena de apariencia de sumo fue embestido como si fuera un muñeco de trapo, chocando violentamente contra una pared cercana. La fuerza del golpe fue tal que lo dejó atrapado en el concreto, con grietas extendiéndose como telarañas desde el punto de impacto.
Ken: ¡Eso fue impresionante! —dijo Ken, visiblemente emocionado.
Momo: Espera, creo que no ha terminado —respondió señalando la escena.
Taiyo no perdió tiempo. Avanzó con pasos pesados, el suelo cediendo bajo su peso, y comenzó a golpear a Floodwoods Monster con sus enormes puños. Cada golpe era como el retumbar de un trueno, y el concreto de la pared comenzó a desmoronarse, formando un cráter alrededor del cuerpo de su oponente.
Ken: ¡No puedo creer lo fuerte que es! —gritó con los ojos brillando de admiración.
Sin embargo, Floodwoods Monster no se quedaría de brazos cruzados. Después de soportar varios golpes, el alienígena atrapado en la pared dejó escapar un rugido gutural y, con una explosión de fuerza, liberó su brazo derecho. Su puño se estrelló contra el torso de Humungousaurio, enviándolo volando hacia atrás y haciéndolo caer al suelo con un estruendo que sacudió toda la zona.
Momo: ¡Taiyo! —gritó preocupada.
Taiyo, ahora en el suelo, dejó escapar un gruñido de dolor mientras trataba de levantarse. Floodwoods Monster se desprendió completamente de la pared, su cuerpo cubierto de polvo y escombros. Sus ojos amarillos brillaban con ferocidad mientras se acercaba lentamente hacia Humungousaurio, claramente listo para continuar el combate.
Ken: Esto no pinta bien… —susurró sintiendo que la balanza del enfrentamiento podía inclinarse en cualquier momento.
Taiyo levantó la mirada hacia su oponente, sus ojos llenos de determinación.
Humungousaurio: Esto apenas comienza… —gruñó, preparándose para lo que vendría.
Floodwoods Monster adoptó una postura característica de sumo, flexionando sus piernas y extendiendo sus brazos mientras daba un fuerte pisotón que hizo vibrar el suelo. Ken observó el movimiento, y algo encajó en su mente.
Ken: ¡Taiyo! ¡Es un duelo de sumo! —gritó desesperadamente—. ¡Si lo derribas al suelo, podría desaparecer o rendirse!
Humungousaurio, aún en el suelo, alzó la mirada hacia Ken y asintió con un gruñido. Lentamente, comenzó a levantarse, sacudiéndose los escombros de su cuerpo gigante. Una vez de pie, adoptó también una postura de sumo, separando las piernas y estirando los brazos como si fuera un auténtico luchador.
Ken: Esto será interesante —comentó con una mezcla de emoción y preocupación.
Momo: Vamos, Taiyo… tú puedes —murmuró observando cómo ambos colosos se preparaban para el enfrentamiento.
Humungousaurio y Floodwoods Monster avanzaron al mismo tiempo, chocando sus cuerpos como si fueran dos montañas colisionando. Ambos comenzaron a empujarse con toda su fuerza, intentando desbalancear al otro. El sonido de sus gruñidos y el crujir del suelo bajo su peso era ensordecedor.
Momo: ¡Lo está haciendo bien! —exclamó esperanzada, viendo cómo Humungousaurio resistía.
Humungousaurio, con los ojos en blanco por el esfuerzo, replicó con voz grave y jadeante.
Humungousaurio: Lo estoy haciendo todo…
Ese breve momento de distracción fue suficiente para que Floodwoods Monster aprovechara. Con un movimiento rápido y sorprendentemente ágil para su tamaño, deslizó su brazo por debajo de uno de los de Humungousaurio y giró, utilizando toda su fuerza para desequilibrarlo.
Ken: ¡No bajes la guardia! —gritó pero era demasiado tarde.
A pesar de su imponente tamaño, Floodwoods logró levantar ligeramente a Humungousaurio y darle un giro. El gigantesco alienígena fue lanzado hacia atrás con un estruendo ensordecedor, atravesando la casa de Momo como si fuera de papel.
Cuando el polvo se asentó, Momo estaba petrificada, mirando la destrucción de su hogar. Parte del techo estaba colapsado, las paredes agrietadas y muebles destrozados. Pero lo que realmente hizo que su rostro se contrajera de horror fue un pensamiento específico.
Momo: ¡Mis cosas de Ken Takakura! —exclamó con desesperación, recordando que su habitación estaba llena de pósters, autógrafos y coleccionables de su actor favorito.
Ken se volteó hacia ella, también en estado de shock.
Ken: Espera… ¿Ken Takakura? ¿El actor? ¿Tenías cosas suyas?
Momo: ¡Sí, en mi habitación! —respondió con un grito de frustración mientras se llevaba las manos a la cabeza.
Dentro de los escombros, Humungousaurio dejó escapar un gruñido, levantándose lentamente con trozos de madera y concreto cayendo de su espalda. Miró la devastación que había causado y luego a Momo, claramente entendiendo que la situación acababa de empeorar.
Humungousaurio: Eeh… lo siento, Momo… —murmuró, encogiéndose de hombros, lo que solo hizo que ella lo fulminara con la mirada.
Floodwoods Monster, por su parte, dio un fuerte pisotón, preparándose para otro ataque, mientras Taiyo sacudía la cabeza, recomponiéndose para no cometer el mismo error otra vez.
Ken: ¡No te distraigas ahora, Taiyo! —gritó —. ¡Tienes que terminar esto antes de que todo termine peor!
Momo, con los puños cerrados y una vena pulsando en su frente, murmuró para sí misma.
Momo: Esto no puede empeorar… ¿verdad?
El caos de la batalla continuaba mientras Humungousaurio y Floodwoods Monster intercambiaban golpes brutales, cada impacto resonando como un trueno. Ken observaba con el corazón en la garganta, impotente ante el enfrentamiento. Cada vez que Taiyo recibía un golpe, Ken sentía la urgencia de ayudar, pero no sabía cómo.
Fue entonces cuando una idea desesperada se cruzó por su mente.
Ken: Ayase… —se giró hacia Momo, que aún miraba incrédula los escombros de su casa. Ella volteó hacia él, aún furiosa pero alerta.
Momo: ¿Qué? —preguntó, claramente molesta por la interrupción.
Ken: Necesito que liberes un poco de la maldición de la Turbo Abuela.
El rostro de Momo pasó de la confusión al absoluto asombro.
Momo: ¿Estás loco, Okarun? ¡No sabemos lo que puede pasar! ¡Podría poseerte por completo! —exclamó, dando un paso atrás como si el mero pensamiento fuera peligroso.
Ken apretó los puños, bajando la mirada antes de alzarla con una determinación ardiente.
Ken: Lo sé, pero ahora mismo Taiyo está peleando por nosotros. ¡Está arriesgando todo para protegernos! —miró hacia la batalla, donde Humungousaurio intentaba evitar otro embiste de Floodwoods Monster—. No puedo quedarme aquí sin hacer nada. Por favor, te lo pido como amigo.
Momo lo miró, indecisa, mientras sus pensamientos luchaban contra el temor de lo que podría desatarse. Finalmente, suspiró profundamente.
Momo: Espero que sepas lo que estás haciendo, Okarun… —dijo, con un tono lleno de advertencia.
Ken asintió, firme en su decisión.
Momo cerró los ojos y levantó las manos, canalizando sus poderes psíquicos para debilitar temporalmente el sello que mantenía a la Turbo Abuela contenida dentro de Ken. De inmediato, una energía oscura comenzó a emanar de su cuerpo, como si una tormenta se estuviera desatando desde dentro.
Ken dejó escapar un jadeo cuando su lado derecho comenzó a cambiar. Su brazo se alargó, tomando un aspecto más huesudo y retorcido, con garras afiladas en los dedos. Su ojo derecho brilló con un resplandor rojo intenso, y su cabello adquirió mechones blancos como la ceniza.
Ken: Esto… es más intenso de lo que imaginé… —murmuró mientras la risa siniestra de la Turbo Abuela resonaba en su mente.
Momo: Okarun… — lo observaba, preocupada.
Ken: Estoy bien, Ayase. ¡Confía en mí! —respondió aunque su voz ahora tenía un eco extraño, como si dos personas hablaran al mismo tiempo.
Con un movimiento rápido, Ken saltó hacia la batalla. Su velocidad era inhumana, casi un borrón que se acercaba a los dos colosos. Humungousaurio retrocedió un paso, sorprendido por la repentina aparición de su amigo, mientras Floodwoods Monster giraba para enfrentarlo.
Ken, o más bien la mitad de él que ahora era la Turbo Abuela, extendió su brazo derecho, apuntando directamente a Floodwoods.
Momo: ¡Okarun, no te acerques demasiado! —gritó Momo desde la distancia.
Ken: No planeo hacerlo —respondió él, su voz aún entrelazada con la risa de la Turbo Abuela.
La atmósfera se tensó al ver el cambio que había tomado Ken. Su apariencia ahora era una mezcla inquietante de su ser humano y la esencia oscura de la Turbo Abuela. Con su cabello parcialmente blanco, su ojo derecho brillando en rojo y su brazo derecho deformado y lleno de energía oscura, Ken se sentía poderoso, pero algo sombrío.
Ken: Esto… esto es increíble… —murmuró mientras sentía el poder recorriendo su cuerpo. Sin embargo, una sombra de melancolía cruzaba su expresión, haciéndolo parecer más serio y frío.
Humungousaurio observó a su amigo con preocupación, sabiendo perfectamente lo que había hecho para obtener esa fuerza.
Humungousaurio: ¿Estás listo para pelear? —preguntó en su forma gigantesca, su voz grave resonando en el lugar.
Ken asintió con un movimiento firme, su mirada fija en Floodwoods Monster.
Ken: Siempre estoy listo.
Momo, desde la distancia, observaba la escena con una mezcla de asombro y temor.
Momo: (Esto no solo lo cambió físicamente… también tocó algo dentro de él)- pensó mientras apretaba los puños, preocupada por su amigo.
Sin perder tiempo, Ken desapareció en un borrón, moviéndose a una velocidad abrumadora de 100 km/h. Floodwoods Monster apenas podía seguirlo con la mirada, recibiendo múltiples golpes rápidos que lo hacían tambalearse. Humungousaurio aprovechó la distracción para cargar con fuerza, propinando un golpe devastador que hizo retroceder a su oponente.
Ken, sin dudar, saltó hacia Floodwoods y, con un movimiento feroz, usó su mandíbula ahora fortalecida para arrancar una de las piernas del monstruo. La criatura soltó un rugido ensordecedor mientras empezaba a caer en cámara lenta.
Momo: ¡Lo lograron! —exclamó con alivio, pero la victoria fue breve. Floodwoods, en un acto grotesco, regeneró no una, sino cuatro nuevas piernas en el lugar de la que había perdido. Con un movimiento rápido, golpeó a Ken con una de sus patas, enviándolo volando hacia un edificio cercano. Luego, con otro ataque, hizo retroceder a Humungousaurio varios pasos.
Momo: ¡Oye, eso no es justo! —gritó Momo indignada desde su posición.
Humungousaurio: Tiene razón… —gruñó mientras se levantaba, su mirada fija en Floodwoods—. Pero tampoco vamos a jugar limpio.
Ken, aún aturdido por el golpe, levantó la vista con una expresión de confusión.
Ken: ¿Qué quieres decir?
Humungousaurio no respondió de inmediato. En su pecho, presionó el dial del Omnitrix, haciendo que el símbolo cambiara a una “X”. De inmediato, una luz brillante envolvió su cuerpo mientras comenzaba a transformarse.
H.S: ¡Humungousaurio Supremo! —rugió Taiyo mientras su tamaño crecía aún más, alcanzando proporciones colosales. Su armadura se volvió más resistente, con picos adicionales y un aura intimidante que hacía temblar el suelo con cada paso.
Momo y Ken lo miraron con asombro.
Ken: Eso… eso es impresionante… —murmuró su tono sombrío apenas cambiando ante la vista de la nueva forma de su amigo.
H.S: Ahora… ¡vamos a enseñarle cómo se pelea de verdad! —exclamó Humungousaurio Supremo mientras se preparaba para el siguiente asalto contra Floodwoods Monster, su determinación más fuerte que nunca.
Ken se lanzó nuevamente a una velocidad impresionante, moviéndose como un borrón alrededor de Floodwoods Monster. Su objetivo era distraerlo, manteniéndolo desorientado mientras Humungousaurio Supremo se posicionaba para el siguiente golpe. Floodwoods intentó seguir los movimientos de Ken, pero la velocidad era demasiado para él, lo que lo dejó vulnerable.
De repente, Humungousaurio Supremo apareció detrás de Floodwoods. Con su fuerza abrumadora, lo levantó como si no pesara nada y lo estrelló contra una pared cercana, dejando un cráter aún más grande que el anterior. Antes de que Floodwoods pudiera levantarse, los brazos de Humungousaurio Supremo comenzaron a transformarse. De las placas en sus antebrazos emergieron lanzadores de misiles imponentes.
H.S: ¡Esto te mantendrá en el suelo! —gruñó disparando una ráfaga de misiles directamente contra Floodwoods.
Las explosiones retumbaron por todo el área, levantando una nube de polvo y escombros mientras el monstruo gritaba en dolor. Desde la distancia, Momo observaba la escena con los ojos muy abiertos, completamente sorprendida por el despliegue de poder de Humungousaurio Supremo.
Momo: Esto… esto es increíble… —murmuró, mientras una sonrisa de emoción comenzaba a formarse en su rostro- (Los aliens son más impresionantes de lo que imaginaba)- pensó.
En medio del caos, Humungousaurio Supremo giró su cabeza hacia ella y gritó.
H.S: ¡Momo, ve al cráter!
Momo, comprendiendo de inmediato su intención, corrió hacia el cráter que Taiyo había creado al inicio de la batalla. Sabía que el plan era arriesgado, pero también que no tenían otra opción si querían acabar con Floodwoods de una vez por todas.
Mientras Momo corría, Floodwoods la notó y lanzó un rugido furioso, intentando perseguirla. Sin embargo, Humungousaurio Supremo lo interceptó nuevamente, lanzándolo hacia atrás con otro golpe brutal y disparando más misiles para mantenerlo a raya.
Finalmente, Momo llegó al cráter. Con su poder psíquico, comenzó a concentrarse, atrayendo el cuerpo de Ken, que todavía contenía la esencia de la Turbo Abuela.
Momo: ¡Vamos, Okarun! ¡Te necesito aquí! —murmuró, enfocando toda su energía para traerlo al cráter.
Ken, aún envuelto en el aura oscura de la Turbo Abuela, fue arrastrado hacia Momo. En el momento en que estuvo lo suficientemente cerca, Momo colocó el talismán sobre unos de los pilares. El efecto fue inmediato: una luz brillante emanó del talismán, creando un vínculo entre él y Floodwoods Monster.
El cuerpo de Floodwoods comenzó a retorcerse mientras las llamas místicas lo envolvían. Rugió de agonía mientras sus extremidades se desmoronaban, quemándose hasta desaparecer por completo.
Todo quedó en silencio. El cielo, antes oscuro y cargado, comenzó a despejarse.
Momo: ¿Lo logramos? —preguntó respirando con dificultad mientras observaba los restos del cráter.
Ken, recuperando el control de sí mismo, asintió débilmente mientras la oscuridad de la Turbo Abuela retrocedía.
Ken: Sí… lo logramos.
Humungousaurio Supremo, todavía en su imponente forma, volvió a su tamaño original, dejando a Taiyo jadeando pero aliviado.
Taiyo: Buen trabajo, equipo… pero, ¿alguien más necesita un descanso? —bromeó, cayendo al suelo con una sonrisa agotada.
Momo soltó una pequeña risa, aún sintiendo el peso de la batalla, pero satisfecha de que todo hubiera vuelto a la normalidad.
El polvo aún flotaba en el aire mientras Ken, Taiyo y Momo trataban de recuperar el aliento tras la intensa batalla. Pero de repente, algo extraño sucedió. Los tres sintieron cómo una fuerza invisible los inmovilizaba y, en un parpadeo, se encontraron atados de pies y manos con cuerdas firmemente sujetas.
Taiyo: ¿Qué demonios? —gruñó Taiyo, luchando por liberarse, pero sin éxito.
Ken: ¿Qué está pasando ahora? —preguntó Ken, mirando a su alrededor con los ojos entrecerrados.
Antes de que pudieran procesar lo ocurrido, una presencia abrumadora llenó el espacio. Frente a ellos apareció una figura que irradiaba un aura siniestra y dominante. Era una anciana de cabello blanco recogido en un moño desordenado, con un bate de madera desgastado pero robusto apoyado en su hombro. Su expresión era severa, y sus ojos parecían atravesarlos como dagas.
??: Mocosos… —comenzó la mujer, dejando que la palabra colgara en el aire mientras movía el bate lentamente. La voz de la anciana era áspera, pero con un tono autoritario que hizo que Taiyo y Momo se tensaran.
Momo: Oh, no… —murmuró su rostro palideciendo al instante.
Taiyo: Estamos jodidos… —susurró reconociendo a la anciana de inmediato.
Ken: ¿Quién es esta señora? —preguntó claramente confundido, pero sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.
La anciana dio un paso al frente, observándolos con una mezcla de desprecio y molestia. Luego señaló con su bate hacia el cráter en el suelo y los restos de la casa.
Seiko: ¿Qué demonios hicieron con mi casa? —gruñó la abuela de Momo.
El silencio era sepulcral. Los tres intercambiaron miradas nerviosas, pero ninguno tuvo el valor de hablar.
Seiko: ¿Qué? ¿Se quedaron mudos? —continuó golpeando su bate contra el suelo con un thud que hizo eco en la zona.
Momo: ¡Espera, abuela, no es lo que parece! —intentó decir pero su voz temblaba.
Seiko: ¿No es lo que parece? —replicó con una risa sin humor—. Mocosos peleando en mi propiedad, destruyendo mi casa y dejando un desastre monumental. ¿Cómo no va a ser lo que parece?
Taiyo tragó saliva, sintiéndose minúsculo pese a su tamaño.
Taiyo: Lo siento mucho… señora… —comenzó, pero fue interrumpido de inmediato.
Seiko: ¡No me llames señora! ¡Soy Seiko Ayase, y esta es mi casa! —exclamó, apuntándolo con el bate.
Ken, por su parte, intentó mantener la calma, pero la mirada penetrante de Seiko lo hacía sudar frío.
Ken: Yo solo… bueno… yo… —balbuceó, sin encontrar las palabras.
Seiko: Tú solo nada, mocoso. ¿Sabes lo cerca que estuve de venir aquí y ver cómo mi casa terminaba hecha polvo por sus payasadas? —dijo acercándose a ellos mientras su aura oscura parecía intensificarse.
Los tres estaban completamente atrapados, incapaces de defenderse o siquiera justificar lo ocurrido.
Takyo: Un problema acaba y otro comienza… —murmuró resignado, mientras Seiko levantaba su bate con una sonrisa siniestra que no auguraba nada bueno.
Seiko: Ahora, van a explicarme qué demonios pasó aquí… o van a desear no haber sobrevivido a su pequeña aventura. —La abuela los miró fijamente, haciendo que los tres tragaran saliva al unísono.
Continuará.
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