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Entrenamiento

Momo cerró los ojos, concentrándose profundamente mientras su poder psíquico envolvía el lugar con una ligera vibración. Frente a ella, Ken intentaba mantenerse firme, con las piernas temblorosas y un evidente gesto de incomodidad en su rostro.

Ken: En serio, ¿estamos haciendo esto en esta situación? —gruñó esforzándose por mantener su postura mientras sudaba profusamente—. ¡Me estoy aguantando!

Momo: ¡Concéntrate, Okarun! —replicó  apretando los dientes mientras intensificaba su habilidad—. Yo también estoy esforzándome aquí.

Ken resopló, con los labios apretados y el rostro ligeramente rojo.

Ken: ¿Y qué tiene que ver esforzarte conmigo aguantando ir al baño?

Momo: Oye, ¡yo también quiero mejorar! —exclamó abriendo los ojos por un momento para mirarlo fijamente—. Cuando tú y Taiyo se enfrentaron a ese alien, me sentí como alguien que solo necesita ser defendida. ¡Y no quiero eso!

Ken suspiró, cruzando los brazos con dificultad mientras trataba de no moverse demasiado.

Ken: Ya lo entiendo, Momo, pero... ¿no podríamos entrenar después de que resuelva este pequeño problema?

Momo: ¡No! Este es el mejor momento —insistió Momo con determinación—. Si puedo mantener a la Turbo Abuela alejada de aquí por más tiempo, seré una aliada útil y no una carga.

Ken gruñó algo entre dientes, pero sabía que Momo no iba a ceder.

De repente, Momo frunció el ceño, su concentración tambaleándose por un segundo.

Momo: ¿Pero por qué tarda tanto ese idiota? —murmuró, refiriéndose a Taiyo—. Dijo que fue a traer a alguien, pero ya pasó demasiado tiempo.

Ken aprovechó la distracción para dejarse caer en el suelo, cruzando las piernas y abrazándose el abdomen.

Ken: ¡Si Taiyo no aparece pronto, me voy a convertir en un yokai por acumulación!

Momo no pudo evitar soltar una risa pequeña, aunque rápidamente recuperó la seriedad.

Momo: Aguanta un poco más, Okarun. Estoy segura de que ese idiota está tramando algo para ayudarnos… aunque, conociéndolo, probablemente esté perdiendo el tiempo.

El viento sopló levemente, y ambos miraron hacia la distancia, esperando que Taiyo llegara antes de que todo se descontrolara... o antes de que Ken tuviera un accidente.

Ken: ¡POR FAVOR, AYASE! - exclamó
mientras tenía sus manos en su entrepierna.

Momo: ¡Esto es malo! Okarun tiene.. Ganas de ir al baño!- exclamó mientra sveía al chico desesperado.

Seiko: Que vaya- dijo casualmente.

Momo: No lo entiendes, es un problema más serio de lo que parece- explicó con seriedad- Si hay alguna cosa que obstruya mi vista, Entonces la maldición se activará, ¡Eso significaría que tendría que verlo haciendo popó!.

Seiko: Solo velo- dijo casulamente.

Momo: Claro que no! Me rehuso a hacerlo!- ella exclamó mientras dejaba de ver a Ken .

Ken: ¡Yo tambien me rehuso a que me vea! ¡Eso es como darle una patada a mi dignidad!- exclamó parcialmente transformado en la Turbo Abuela- Por favor no te alejes mucho de mi!

Momo: Abuela, mejor piernsa en una solución- pidió para impedir que algo muy desagradable pase

Seiko inhaló profundamente de su cigarro, exhalando una densa nube de humo mientras observaba la caótica escena frente a ella con una mezcla de aburrimiento y diversión.

Seiko: ¿Solución? —repitió, arqueando una ceja mientras giraba el cigarro entre sus dedos—. ¿Por qué habría de preocuparme por algo tan trivial?

Ken/Momo: ¡¿Trivial?! —gritaron al unísono, ambos con los rostros completamente rojos.

Momo: ¡Esto no es trivial, abuela! —protestó todavía manteniendo su vista fija en Okarun para evitar activar la maldición— Si dejo de verlo, ¡la maldición se activará y… y tendré que verlo en una situación muy incómoda!

Ken: ¡Y si eso pasa, mi dignidad estará completamente arruinada!- temblando de la vergüenza, añadió:

Seiko simplemente se encogió de hombros.

Seiko: Bueno, mocosos, parece que la solución es sencilla: o lo ves o lo aguantas hasta que explote.

Momo: ¡Eso no es una solución! —gritó  desesperada, mientras Ken se dejaba caer al suelo con un gemido de frustración.

En ese momento, Taiyo apareció, caminando tranquilamente con una bolsa de papel en la mano.

Taiyo: ¿Qué pasa aquí? —preguntó con curiosidad, mirando a Momo que estaba al borde de un colapso nervioso y a Okarun parcialmente transformado en la Turbo Abuela, sudando y gimiendo.

Momo:: ¡¿Qué pasa?! —exclamó furiosa, señalándolo con un dedo tembloroso—. ¡Tardaste una eternidad y ahora Okarun está a punto de explotar!

Taiyo suspiró, sacando algo de la bolsa con calma.

Taiyo: Tranquilos, traje esto —dijo, sosteniendo un pequeño espejo de mano—. Si Momo no puede quitarle los ojos de encima, solo necesitamos que el reflejo haga el trabajo.

Seiko dejó escapar una pequeña risa, claramente entretenida.

Seiko: Ingenioso, pero algo arriesgado. Aunque debo admitir que este idiota tiene sus momentos.

Momo tomó el espejo con rapidez, apuntándolo hacia Okarun mientras mantenía la vista fija en el reflejo.

Momo: ¡Funciona! —exclamó emocionada, viendo cómo la maldición permanecía inactiva.

Okarun se puso de pie de inmediato, con lágrimas de alivio en los ojos.

Ken: ¡Gracias, Taiyo! ¡Eres un genio!

Taiyo sonrió con autosuficiencia.

Taiyo: Por supuesto que lo soy. Ahora, Okarun, ¡corre antes de que sea demasiado tarde!

Sin dudarlo, Okarun salió disparado hacia el baño más cercano mientras Momo suspiraba, agradeciendo que la situación finalmente estuviera bajo control.

Seiko, observando la escena, dio otra calada a su cigarro y murmuró.

Seiko: Mocosos… siempre haciendo un espectáculo de todo.

Seiko observó a Taiyo con una ceja arqueada, claramente curiosa.

Seiko: ¿Y a dónde demonios fuiste? —preguntó, exhalando humo de su cigarro.

Taiyo, con su usual calma, señaló hacia la entrada del santuario.

Taiyo: Fui a buscar a alguien —respondió, como si fuera la cosa más natural del mundo.

Seiko/Momo: ¿Alguien? —repitieron al unísono, mientras Momo, todavía enfocada en mantener la maldición de la Turbo Abuela bajo control, fruncía el ceño.

Taiyo dio un par de pasos hacia la entrada antes de alzar la voz.

Taiyo: Vamos, Hana. Puedes entrar.

De las sombras de la entrada apareció una joven de su misma edad, vestida con un kimono blanco y rojo. Su porte elegante y su sonrisa tranquila irradiaban un aura de dulzura y serenidad que contrastaba con la caótica atmósfera en el santuario. Se detuvo frente a todos e hizo una reverencia respetuosa.

Hana: Es un placer conocerlos —dijo con voz suave—. Mi nombre es Hana.

Momo parpadeó varias veces, desconcertada por la presencia inesperada.

Momo: ¿Y qué hace esta chica aquí? —preguntó, claramente confundida.

Taiyo cruzó los brazos y sonrió con una ligera pizca de orgullo.

Taiyo: Ella será tu maestra. Aunque no lo creas hana tiene una similitud a ti con esto de los poderes psíquicos o el Chi y no hay mejor experta que ella.

Momo abrió los ojos como platos, mientras Seiko soltaba una carcajada corta y seca.

Momo: ¿Maestra? —repitió incrédula—. ¿En serio? ¿De qué?

Taiyo asintió con seriedad.

Taiyo: Hana forma parte de los Detectives Yokai es la tercera miembro del grupo.

Momo hizo una mueca, claramente no impresionada.

Momo: Ese nombre suena… infantil.

Hana mantuvo su dulce sonrisa y dio un paso adelante.

Hana: Entiendo que pueda sonar extraño, pero es algo que hemos estado siendo desde la secundaria- menciono tranquila- pero permíteme mostrarte por qué Taiyo me ha traído aquí.

Sin más, Hana extendió su brazo hacia adelante, y una serie de brazos psíquicos translúcidos comenzaron a formarse a su alrededor, brillando con un tenue resplandor azulado. Luego, con un movimiento fluido, los brazos tomaron forma sólida, como si fueran extremidades humanas, pero hechas de energía pura. Los movió con gracia, haciendo que levantaran objetos a su alrededor, moldearan figuras en el aire e incluso crearan un escudo brillante frente a ella.

Hana: Estas son extensiones de mi energía psíquica —explicó con calma—. Con práctica, no solo podrás usar tu poder para defenderte, sino también para moldearlo y adaptarlo a cualquier situación.

Momo la observó boquiabierta, completamente pasmada. Su rostro tenía la misma expresión inexpresiva que un muñeco muppet, incapaz de procesar lo que acababa de ver.

Momo: Ella… está en una liga completamente diferente… —murmuró todavía aturdida.

Seiko soltó una risa baja y miró a Taiyo.

Seiko: Tienes estilo, chico. No pensé que fueras tan listo.

Taiyo se encogió de hombros.

Taiyo: Solo hago lo necesario.

Mientras tanto, Hana volvió a mirar a Momo con una sonrisa alentadora.

Hana: No te preocupes, aprenderás rápido. Solo necesitas confiar en tus habilidades… y un poco de paciencia.

Momo tragó saliva y asintió lentamente.

Momo: S-Supongo que puedo intentarlo…

Taiyo, satisfecho, cruzó los brazos mientras miraba la escena.

Taiyo: Bueno, con eso, creo que estaremos listos para enfrentarnos a la Turbo Abuela. ¿No crees, Momo?

Momo, todavía abrumada, simplemente asintió mientras pensaba: ¿Qué demonios está pasando con mi vida?

Seiko observó a Taiyo mientras encendía otro cigarro, sus ojos entrecerrados mostrando interés.

Seiko: ¿Y de dónde conoces a esta chica, Taiyo? —preguntó, exhalando una nube de humo.

Taiyo, con la misma calma de siempre, se cruzó de brazos.

Taiyo: Por accidente. Descubrió mi capacidad para transformarme en aliens.

Seiko arqueó una ceja que tan idiota pudo ser para que lo descubriera en eso mimento, incluso se sorprendería que algunos ya lo descubruera.

Seiko: ¿Accidente?

Taiyo asintió y continuó:

Taiyo: Bueno antes de que ella fuera miembro de los Detectives yokai tuvimos una mision con una amiga que inicio todo eso de lo paranormal llamada yuki, y claramente ella me llamo para verificar si era un alien. Estábamos en la azotea de la secundaria cuando un yokai nos atacó.

Momo: ¿Un yokai? —preguntó sin quitar la vista de Hana mientras aún intentaba procesar su nivel de habilidad.

Taiyo: Era Harionago, —explicó con tranquilidad—. La yokai con cabello para atacar y que odiaba a los hombres.

Seiko chasqueó los dedos, como si un recuerdo distante volviera a ella.

Seiko: ¡Ah, ya me acordé! La primera vez que nos encontramos, estuviste a punto de morir si no fuera por que llegue ahi. Siempre fue una molestia, cazando hombres desprevenidos.

Taiyo asintió.

Taiyo: Sí, esa misma aunque me sorprende mucho que te acuerde de eso y eso que nos conocimos una vez. Fue un encuentro complicado, pero logramos superarlo. Después de eso, Hana se unió a los Detectives Yokai.

Seiko soltó una risa seca.

Seiko: ¿Así que tú la reclutaste o ella se metió sola?

Taiyo: Más bien, el destino decidió —continuó —. Nuestra primera misión juntos fue derrotar a una ballena yokai llamada Bake-kujira. Estaba causando problemas en la bahía.

Hana, que había estado escuchando en silencio, intervino con una voz suave y tranquila:

Hana: Fue durante esa misión que descubrí mis poderes psíquicos.

Momo: ¿Tus poderes? - levantó una ceja, intrigada.

Hana asintió y continuó con una leve sonrisa.

Hana: Después de aquello, fui a ver a mi abuela. Descubrí que mi familia, hace mucho tiempo, formaba parte de los exorcistas. Pero con el tiempo, esas habilidades se desvanecieron… hasta que nadie más pudo usarlas.

Hana levantó una mano, y una serie de brazos psíquicos translúcidos se manifestaron a su alrededor, moviéndose con fluidez.

Hana: Hasta ahora.

Momo observaba boquiabierta mientras Hana manipulaba los brazos psíquicos, levantando objetos, moldeando barreras, y creando formas detalladas de energía en el aire.

Momo: Es impresionante —murmuró Momo, sintiendo una mezcla de envidia y admiración.

Seiko soltó una carcajada.

Seiko: Así que esta niña no solo es parte de los Detectives Yokai, sino que también viene de un linaje de exorcistas. Vaya, Taiyo, te rodeas de personas interesantes.

Taiyo simplemente encogió los hombros.

Taiyo: Hago lo que puedo. Además

Hana sonrió con modestia, bajando los brazos psíquicos.

Hana: Estoy aquí para ayudar. Y para enseñarte lo que pueda, Momo. Estoy segura de que lograrás alcanzar tu potencial.

Momo: Entonces, ¡vamos a hacerlo! No pienso quedarme atrás- apretó los puños, determinada.

Seiko apagó su cigarro en el suelo del santuario y miró a los tres con un aire de aprobación.

Seiko: Bueno, parece que tienen un buen equipo aquí. No la desperdicien. Ahora, ¿qué sigue?

Taiyo: Prepararnos para derrotar a la Turbo Abuela- sonrió ligeramente.

Hana asintió, su expresión tranquila pero decidida.

Hana: Y asegurarnos de que todo salga bien. Estoy lista.

Ken regresó apresuradamente, limpiándose el sudor de la frente tras su apresurada visita al baño.

Ken: ¡Por fin! —exclamó mientras entraba al santuario, deteniéndose en seco al notar la presencia de Hana. Sus ojos se agrandaron de sorpresa- ¿Hana? ¿Qué haces aquí?

Momo, quien aún estaba tratando de entender la situación, giró bruscamente hacia Ken.

Momo: ¿Tú también la conoces?

Hana le devolvió una dulce sonrisa a Ken mientras hacía una reverencia ligera.

Hana: Estoy aquí para ayudar. Taiyo me pidió que viniera.

Antes de que Ken pudiera responder, Hana extendió sus manos, manifestando sus brazos psíquicos. Los miembros brillantes y translúcidos se movían con una precisión casi artística, moldeando barreras, levantando objetos y creando intrincadas formas en el aire.

Ken: ¡¿Qué rayos?! — se quedó boquiabierto—. ¿Tienes poderes psíquicos?

Hana: Sí -asintió con serenidad- descubrí mis habilidades hace algún tiempo. Pensé que podrían ser útiles aquí.

Ken miró a Momo, luego a Hana, y luego de vuelta a Momo.

Ken: Esto… es increíble. Hana, tus poderes son incluso más avanzados que los de Momo.

El comentario cayó como un martillo en el orgullo de Momo. Su expresión pasó de la sorpresa a la indignación en un instante.

Momo: ¡¿Cómo que más avanzados?! —gritó, su voz llena de frustración mientras se ponía de pie—. ¡Yo también puedo hacer cosas increíbles, ¿sabes?!

Hana se giró hacia ella con su habitual amabilidad.

Hana: No fue mi intención menospreciarte, Momo. Estoy segura de que puedes lograr mucho más con un poco de entrenamiento.

Momo: ¡No necesito entrenamiento! —insistió Momo, cruzándose de brazos—. ¡Estoy perfectamente bien como estoy!

Taiyo, observando la escena desde un lado, se llevó una mano al rostro con resignación.

Taiyo: Esto se está saliendo de control...

Ken intentó calmar a Momo.

Ken: Vamos, Momo. No lo tomes así. Hana solo vino a ayudar, no a competir contigo.

Momo: ¡Pues parece que sí lo está haciendo! —respondió señalando los brazos psíquicos de Hana, que seguían flotando en el aire como si estuvieran presumiendo.

Hana dejó caer los brazos suavemente, intentando disipar la tensión.

Hana: Lo siento, Momo. No quería causar problemas. Mi intención es que trabajemos juntas, no compararnos.

Aunque las palabras de Hana eran sinceras, Momo no podía evitar sentirse desafiada.

Momo: Está bien —respondió finalmente, con los brazos aún cruzados—. Pero que quede claro: ¡no me quedaré atrás!

Ken, viendo el fuego en los ojos de Momo, soltó una pequeña risa nerviosa.

Ken: Bueno, al menos ahora tienes una razón para esforzarte más.

Hana sonrió nuevamente, esta vez con una pizca de entusiasmo.

Hana: Entonces, ¿empezamos? Estoy segura de que juntas podemos lograr grandes cosas.

Momo respiró hondo, dejando ir parte de su enojo, aunque su orgullo seguía un poco herido.

Momo: De acuerdo. Pero que conste: ¡no me rendiré fácilmente!

Taiyo suspiró, pero no pudo evitar sonreír ligeramente.

Taiyo: Con este equipo, tal vez tengamos una oportunidad contra la Turbo Abuela. Solo espero que no acabemos peleándonos entre nosotros antes de llegar al túnel.

Hana miró a Ken con una calma desconcertante, lo que hizo que el chico diera un paso atrás con una mezcla de confusión y cautela.

Ken: ¿Qué estás mirando? —preguntó  inclinando la cabeza.

Sin responder, Hana levantó una mano, y de repente un brillo psíquico envolvió sus dedos. Ken sintió una extraña energía recorrer su cuerpo justo antes de que un círculo lleno de símbolos brillantes apareciera sobre él.

Ken: ¡¿Qué rayos hiciste?! —exclamó mientras su cuerpo comenzaba a emitir una suave luz blanca.

Hana bajó la mano y le explicó con serenidad.

Hana: He colocado un sello de contención en tu cuerpo. Si te quedas dentro del área marcada, la Turbo Abuela no podrá atravesar la barrera que genere. Aunque, claro, no es tan poderoso como los sellos que solía hacer mi abuela.

Ken abrió la boca para replicar, pero antes de que pudiera articular palabra, una cubeta cayó ruidosamente sobre su cabeza, cubriéndolo de agua.

Ken: ¡¿Pero qué demonios?! — gritó mientras quitaba la cubeta y miraba furioso a Momo, quien estaba de pie con los brazos cruzados y una mirada desafiante.

Momo: Si te atreves a decir algo tonto o a quejarte, te juro que te mando volando varios metros —le advirtió Momo, con un tono lo suficientemente serio como para que Ken no lo tomara a la ligera.

Ken, aún chorreando agua, levantó las manos en señal de rendición.

Ken: ¡Vale, vale! ¡No diré nada!

Hana, mientras tanto, observaba la escena con una mezcla de curiosidad y diversión.

Hana: Ustedes dos tienen una dinámica interesante —comentó suavemente, ocultando una pequeña sonrisa detrás de su mano.

Taiyo, que estaba apoyado en la pared, no pudo evitar soltar una carcajada.

Taiyo: Ya te acostumbrarás, Hana. Esto es el pan de cada día con estos dos.

Momo fulminó a Taiyo con la mirada, pero decidió no responder, enfocándose en su tarea de mantener la maldición bajo control.

Ken: En serio —murmuró mientras escurría su camisa—. Entre yokais, maldiciones y compañeros que te tiran cubetas encima, uno no puede tener un momento de paz.

Hana aprovechó el momento para dar una última instrucción.

Hana: Ken, recuerda no salir del área marcada por el sello. Si lo haces, la Turbo Abuela podría escapar, y el esfuerzo que hemos puesto sería en vano.

Ken suspiró, resignado.

Ken: Entendido. Aunque esto parece más complicado que las tareas de matemáticas de la escuela.

Momo lanzó una mirada asesina hacia Ken, levantando otra cubeta amenazadoramente.

Momo: Ni lo digas.

Ken se calló al instante, mientras Taiyo y Hana compartían una risa ligera, aliviando un poco la tensión. Sin embargo, todos sabían que la verdadera prueba aún estaba por venir.

Momo, mientras mantenía su enfoque psíquico sobre la maldición de la Turbo Abuela, no pudo evitar dirigir una mirada curiosa a Ken.

Momo: Oye, Okarun —dijo con un tono aparentemente casual, aunque sus ojos no dejaban de observarlo—. ¿Cómo es que conoces a Hana?

Ken, que aún intentaba secarse después del incidente con la cubeta, ajustó sus lentes con un gesto automático antes de responder.

Ken: Oh, bueno, ella es amiga de Taiyo —respondió Ken con naturalidad—. Fue él quien me la presentó junto a sus otras dos amigas.

Momo: ¿Otras dos amigas? —repitió  arqueando una ceja, aunque trató de sonar indiferente.

Ken: Sí —continuó Ken con entusiasmo repentino—. Pero Hana fue la que más me llamó la atención. Es una fanática del espacio exterior y de los misterios. ¡Incluso tiene un telescopio enorme en su casa! — hizo un gesto amplio con las manos para enfatizar el tamaño, mientras sus ojos brillaban de emoción—. Hablar con ella sobre teorías extraterrestres es como... como estar en un programa de ciencia ficción en vivo.

Momo notó cómo los ojos de Ken parecían llenarse de pequeñas estrellas mientras hablaba. Por alguna razón, esa expresión de fascinación genuina la incomodó de un modo que no lograba entender. Sintió un nudo en el pecho, como si algo se apretara sin razón aparente.

Momo: ¿Y eso qué? —murmuró, cruzando los brazos y frunciendo el ceño, aunque su tono sonaba más cortante de lo que pretendía—. Apuesto a que sólo estás impresionado porque tiene un telescopio.

Ken giró la cabeza hacia ella, parpadeando, confundido por su comentario.

Ken: No es solo eso, Momo. Es que... ella es realmente interesante. Tiene un montón de teorías sobre vida fuera de la Tierra y...

Momo interrumpió de golpe.

Momo: ¡Pues qué bien por ella! Seguro son teorías súper originales. —Giró la cara, intentando concentrarse nuevamente en la maldición, aunque sentía una extraña mezcla de irritación y malestar que no lograba sacudirse.

Taiyo, que observaba la interacción desde un lado, sonrió con picardía al captar la atmósfera tensa entre los dos.

Taiyo: Bueno, bueno, parece que alguien está de mal humor —comentó, inclinándose hacia Hana—. ¿Verdad que Ken se emociona con cualquier cosa relacionada al espacio?

Hana rió suavemente, llevándose una mano a la boca.

Hana: Sí, lo noté. Es algo encantador.

Momo apretó los dientes al escuchar eso, aunque no entendía por qué. Finalmente, soltó un suspiro frustrado y volvió a enfocarse en su tarea, aunque una pequeña parte de ella deseaba que Ken dejara de hablar de Hana de esa manera.

La tarde comenzó a desvanecerse mientras el grupo ultimaba los detalles del enfrentamiento. El ambiente estaba cargado de tensión, pero también de determinación. Momo y Ken estaban sudorosos y exhaustos tras el intenso entrenamiento, pero sus expresiones mostraban firmeza.

Hana, con su característico tono sereno, se acercó a Momo, colocando suavemente una mano en su hombro.

Hana: Recuerda todo lo que te enseñé hoy, Momo. Cada técnica, cada enfoque... no dejes que el miedo nuble tu mente. La clave está en mantener el control.

Momo asintió con decisión, aunque su mirada delataba una mezcla de nerviosismo y emoción.

Momo: Lo tengo, Hana. Gracias por todo —respondió mientras ajustaba su banda en el cabello.

Ken, un poco más atrás, ajustaba sus lentes mientras revisaba mentalmente los pasos del plan. Aunque intentaba mantener la calma, no podía evitar sentir cierta ansiedad al recordar lo peligroso que era enfrentarse a la Turbo Abuela.

De repente, el sonido de un zumbido veloz llenó el aire. Taiyo, en su forma de XLR8, apareció frente a ellos en un destello azul. Su figura estilizada y sus movimientos rápidos exudaban confianza.

XLR8: Bien, nos veremos en la entrada del túnel esta noche —dijo con un tono casual, aunque su postura denotaba la seriedad del momento.

Ken y Momo asintieron al unísono, su nerviosismo camuflado tras expresiones determinadas.

Hana se acercó a Taiyo, quien extendió una mano hacia ella sin titubear.

XLR8: Hora de movernos —dijo mientras Hana tomaba su mano con elegancia. En un instante, la levantó con facilidad y la colocó sobre su espalda.

Hana miró hacia atrás, lanzando una última sonrisa a Momo y Ken.

Hana: Confío en ustedes. Nos veremos en la noche, y recuerden: la fuerza no solo está en el cuerpo, sino también en la mente.

Antes de que pudieran responder, Taiyo desató su velocidad característica y desapareció en un destello, dejando tras de sí una ligera brisa que revolvió el cabello de los presentes.

Momo se cruzó de brazos, suspirando profundamente mientras observaba el horizonte.

Momo: Bueno, aquí vamos —dijo, intentando ocultar su inquietud.

Ken ajustó sus lentes nuevamente y la miró con una media sonrisa.

Ken: Al menos no estamos solos en esto, ¿verdad?

Momo lo miró de reojo, asintiendo ligeramente mientras intentaba esbozar una sonrisa.

Momo: Sí, supongo que tienes razón... Pero más te vale no perder el enfoque, Okarun.

Ken soltó una pequeña risa nerviosa.

Ken: Claro, claro... Aunque podrías dejar de llamarme así por un día.

Momo: Ni en tus mayores sueño okarun- menciono burlonamente.

Ambos rieron levemente antes de que el silencio volviera a caer. El túnel los esperaba esa noche, y con él, el destino de su enfrentamiento contra la Turbo Abuela.

La llegada al templo de la abuela de Hana fue silenciosa, pero cargada de emociones contenidas. El crepúsculo teñía el cielo de tonos anaranjados mientras XLR8 frenaba suavemente frente al hogar tradicional, dejando a Hana con delicadeza en el suelo.

Taiyo: Gracias por aceptar venir y ayudar a Momo —dijo mientras volvía a su forma humana, sus ojos brillando con un agradecimiento genuino.

Hana alisó las arrugas de su kimono mientras se giraba hacia él con una expresión serena.

Hana: No tienes que agradecerme, Taiyo. Aunque no estoy en una misión oficial de los Detectives Yokai en este momento, no podría simplemente ignorar algo tan importante. Especialmente si involucra a alguien como tú o Ken.

Un silencio momentáneo se apoderó de ellos, solo interrumpido por el susurro del viento que jugaba con las hojas de los árboles. Taiyo, ahora con las manos en los bolsillos, miraba al cielo como si buscara algo entre las nubes.

Hana: La echas de menos, ¿no es así? —preguntó su tono tranquilo pero directo.

Taiyo no respondió de inmediato. Sus ojos permanecieron fijos en el horizonte, y un leve suspiro escapó de sus labios antes de hablar.

Taiyo: Un poco... pero sé que está cumpliendo su sueño. Igual que nosotros.

Hana observó su expresión seria y distante, una pequeña sonrisa melancólica curvando sus labios. Sin embargo, su semblante cambió de repente cuando infló las mejillas en un puchero inesperado, mirando a Taiyo con ojos acusadores.

Hana: Eso no quita que hayas ido a misiones de los Detectives sin mí. ¡Eso es muy malo, Taiyo!

La reacción de Hana desconcertó a Taiyo por un momento, pero pronto no pudo evitar reírse con suavidad.

Taiyo: Lo siento, Hana. No fue planeado. Simplemente ocurrió... ya sabes cómo son estas cosas.

Hana aún mantenía su expresión molesta, aunque la comprensión empezaba a suavizar sus facciones.

Hana: Está bien, te perdonaré por esta vez. Pero la próxima vez quiero estar ahí.

Taiyo asintió con una sonrisa amable.

Taiyo: Lo prometo. Y gracias por dejarlo pasar. Vendré por ti más tarde, cuando sea el momento.

Hana asintió ligeramente, viéndolo alejarse mientras volvía a transformarse en XLR8. El viento agitaba su cabello mientras lo veía desaparecer en un destello azul. Aunque el ambiente era tranquilo, un nuevo sentimiento de conexión se había forjado entre ellos, uno que iba más allá de las palabras.

Hana miró el templo por un momento antes de entrar, preparándose para lo que vendría esa noche. Sabía que no sería fácil, pero con Taiyo, Momo y los demás, confiaba en que podrían superar cualquier desafío.

Continuará.........

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