Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El plan para enfrentar a la turbo abuela

Seiko permanecía firme, el bate descansando pesadamente sobre su hombro mientras los observaba con una mirada gélida que parecía traspasarles el alma. Taiyo, quien normalmente se sentía invencible incluso en su forma normal, ahora no podía evitar sentir que esta anciana era más aterradora que cualquier enemigo con el que se hubiera enfrentado antes.

Seiko: Bien, mocosos. Empiecen a hablar. Y que sea rápido, porque tengo poca paciencia —ordenó apuntando su bate hacia Momo.

Momo: ¡Abuela, puedo explicarlo! —exclamó Momo nerviosa, tratando de mantener la calma—. Todo comenzó cuando un espíritu maligno apareció en la casa, y bueno… Ken y Taiyo ayudaron a deshacernos de él…

Seiko: ¿Un espíritu maligno? —interrumpió alzando una ceja—. ¿Y tú pensaste que sería una buena idea destruir mi casa en el proceso?

Momo: ¡No fue intencional! —protestó sus palabras atropellándose.

Seiko: Y no en la casa estaba tu cosa de tu tal Ken Takakura- menciono y cuando dijo eso ahora momo miraría de manera sombría a taiyo olvidado ese detalle, aunque este parecía está tranquilo.

Taiyo: Pero bueno que se de va hacer- menciono taiyo tranquilo a principio si de dio miedo, pero luego de haber vivido varias aventuras fuera de lo normal y misteriosa ya se acostumbra- Además puede dormir debajo de un puente conozco un puente bastante agradable.

Momo: Eso te parece gracioso- exclamó molesta por como actuaba taiyo que este se encogió de hombros

Taiyo: Nop persona en silla de rueda intentado subir una escalera eso si me parece gracioso- Menciono tranquilo

El ambiente se tensó aún más tras las palabras de Taiyo, quien esbozó una sonrisa despreocupada mientras Momo lo fulminaba con la mirada.

Momo: ¡Taiyo! —gritó, su tono cargado de indignación—. ¡No es momento para bromas!

Taiyo levantó las manos, simulando rendición, pero con una chispa de burla en los ojos.

Taiyo: Tranquila, tranquila… solo intentaba aligerar el ambiente. —Se encogió de hombros—. Aunque si lo pensamos bien, esa casa ya estaba algo vieja, ¿no?

Momo apretó los dientes mientras un aura sombría se apoderaba de ella.

Momo: ¿¡Vieja!? Esa casa pertenecía a mi abuela y está llena de recuerdos familiares, ¡y tú la destruiste sin siquiera pensarlo dos veces!

Taiyo: Oye, que no fui yo el que la lanzó contra la casa, fue ese tipo de las cuatro piernas extra… —replicó señalando hacia el cráter donde había estado Floodwoods hace unos momentos.

Mientras la discusión entre Taiyo y Momo se intensificaba, Ken permanecía en silencio, aún lidiando con los efectos residuales del poder de la Turbo Abuela. Finalmente, suspiró profundamente, cerró los ojos por un momento, y luego los abrió con determinación.

Ken: Ya basta, ustedes dos. —Su tono era firme, algo raro en el, lo que hizo que ambos se callaran al instante.

Seiko observó el intercambio con un aire de impaciencia, golpeando el bate contra el suelo para llamar la atención.

Seiko: Esto es adorable, pero no explica cómo mi casa terminó en ruinas y la  colección de cosas de Ken Takakura quedó bajo los escombros. —Su mirada fija en Ken hizo que este tragara saliva con fuerza.

Ken: Fue un accidente… —comenzó Ken, pero lo interrumpió.

Seiko: ¿Un accidente? ¿Y qué hay de esa cosa rara que invocaste? —preguntó la anciana sabrosa, refiriéndose al fragmento visible del poder de la Turbo Abuela que aún residía en él.

Ken bajó la mirada, consciente de que la explicación sería complicada.

Ken: Es una… maldición, señora Ayase. Una que Momo ha estado ayudándome a mantener bajo control. —levantó la mirada con seriedad—. Pero esta vez, decidí usarla para protegernos a todos.

Seiko entrecerró los ojos, evaluándolo detenidamente.

Seiko: Así que usaste una maldición que no puedes controlar, destruiste mi casa y casi matas a mi nieta. —hizo una pausa, el bate ahora descansando entre sus manos—. Mocoso, eso no es valentía; es estupidez.

Ken no supo qué responder. La sinceridad de Seiko lo dejó sin palabras, mientras Momo intentaba intervenir.

Momo: ¡Abuela, no es su culpa! Lo hizo por protegernos…

Seiko: No me interesa quién tuvo la culpa. —Su voz cortó a Momo de inmediato—. Lo que me importa es cómo van a arreglar esto.

Los tres intercambiaron miradas. Taiyo finalmente rompió el silencio con una sonrisa forzada.

—Bueno, tal vez podamos… no sé, reconstruirla.

Seiko lo miró con incredulidad, pero antes de que pudiera responder, Ken dio un paso adelante.

—Lo arreglaremos. —Su tono era decidido—. Lo prometo.

Seiko lo miró por un largo momento, su expresión indescifrable. Finalmente, soltó un suspiro y giró sobre sus talones.

—Más les vale, mocosos. —Con un movimiento rápido, levantó el bate y señaló hacia los escombros—. Porque hasta que mi casa no esté como nueva, ninguno de ustedes sale de aquí.

El peso de sus palabras cayó sobre ellos como una montaña.

—Bueno… —murmuró Taiyo—. Supongo que no será tan difícil.

Momo lo miró con incredulidad.

—¿No tan difícil? ¿Tienes idea de lo que acabas de decir?

Mientras la discusión entre ellos reiniciaba, Seiko se alejaba con calma, dejando claro que su paciencia era limitada y que este sería un castigo más que memorable.

El ambiente seguía tenso, con los escombros de la casa de Momo como el recordatorio del caos que acababan de enfrentar. Taiyo se frotó la nuca, mirando la destrucción con una mezcla de resignación y cansancio.

—En serio, qué fastidio son... —murmuró, dejando escapar un profundo suspiro mientras se acercaba a los restos de la casa.

Los demás lo observaron en silencio, cada uno con expresiones diferentes. Momo cruzó los brazos, todavía molesta por el estado de la casa. Ken, por otro lado, parecía intrigado por el extraño comportamiento de Taiyo. Incluso Seiko, normalmente imperturbable, levantó una ceja, observándolo con interés.

Taiyo se detuvo frente a los escombros y giró hacia ellos, señalándose a sí mismo con el pulgar.

—Pero bueno, también tengo la culpa por bajar la guardia, ¿no? —dijo con una sonrisa despreocupada, aunque su tono tenía un dejo de autocrítica.

Antes de que alguien pudiera responder, activó el Omnitrix en su muñeca. El sonido del dispositivo captó la atención de todos, y una pantalla holográfica con siluetas alienígenas apareció frente a él. Taiyo comenzó a mover las opciones con calma, mientras los demás lo observaban con evidente confusión.

—¿Qué... está haciendo? —preguntó Ken, entre curioso y emocionado.

—No lo sé, pero más le vale no empeorar las cosas —murmuró Momo, entrecerrando los ojos.

Seiko permanecía en silencio, con el bate aún descansando sobre su hombro, pero sin dejar de analizar cada movimiento de Taiyo.

Finalmente, Taiyo encontró lo que buscaba y presionó el Omnitrix con decisión. Un destello cegador de luz verde inundó el lugar, obligando a todos a cubrirse los ojos. Cuando la luz se disipó, ya no estaba Taiyo en su forma humana. En su lugar, un ser mecánico de aspecto impresionante se alzaba ante ellos.

El alienígena tenía un cuerpo que parecía estar compuesto por engranajes y mecanismos complejos, como si fuera un reloj viviente. De su cabeza sobresalía una pequeña manivela, y su pecho emitía un leve resplandor verde.

??: ¡Clockwork! —gritó el alienígena con una voz resonante, presentándose.

Ken dio un salto de emoción.

Ken: ¡Eso es increíble! —exclamó, con los ojos brillando de entusiasmo.

Momo, aunque aún molesta, no pudo evitar sentirse intrigada.

Momo: ¿Un alienígena que parece un reloj...? —murmuró, ladeando la cabeza—. ¿Qué planea hacer ahora?

Seiko, por su parte, no dijo nada. Su mirada se mantuvo fija en Clockwork, evaluándolo con calma.

Clockwork levantó ambas manos hacia su cabeza y comenzó a girar la manivela con movimientos firmes. Un zumbido mecánico llenó el aire, y un campo de energía verde comenzó a formarse a su alrededor. Poco a poco, el campo se expandió, cubriendo todo el terreno donde antes se encontraba la casa destruida.

La energía brilló con intensidad durante unos segundos antes de desaparecer de repente. Cuando el campo se disipó, todos quedaron en silencio, sin atreverse a moverse.

Finalmente, Momo fue la primera en romper el silencio.

Momo: No puede ser… —susurró, con los ojos muy abiertos.

Delante de ellos, la casa estaba completamente restaurada, como si nunca hubiera sido destruida. Cada detalle, desde las paredes hasta los muebles, estaba exactamente como antes del enfrentamiento.

Ken miró la casa y luego a Clockwork con incredulidad.

Ken: ¡Es como si nunca hubiera pasado nada!

Momo, aunque aún procesando lo que veía, finalmente soltó un suspiro de alivio.

Momo: Supongo que al menos sirves para algo, Taiyo.

Clockwork se cruzó de brazos, respondiendo con una voz grave.

Clockwork: De nada.

Seiko, finalmente, rompió su silencio, dejando escapar un leve "Hmph" mientras giraba sobre sus talones.

Seiko: Bueno, mocoso. Aún no has ganado puntos conmigo, pero al menos arreglaste esto.

Mientras se alejaba, Ken y Momo miraron a Clockwork, quien poco después presionó nuevamente el Omnitrix, regresando a su forma humana.

Taiyo: ¿Qué puedo decir? —dijo con una sonrisa tranquila—. A veces soy todo un genio.

Momo solo rodó los ojos.

Momo: Si fueras un genio, no habrías destruido la casa en primer lugar.

El grupo se permitió un momento de calma mientras contemplaban la restaurada casa, agradeciendo que, al menos por ahora, no tendrían que enfrentarse a la furia de Seiko. Aunque, como todos sabían, con Taiyo cerca, la paz nunca duraba mucho tiempo.

Con la casa restaurada y la amenaza de Floodwoods completamente eliminada, el grupo finalmente pudo relajarse… al menos por el momento. Aunque sabían que, con su suerte, otra aventura los esperaba a la vuelta de la esquina.

Ken, aún con los ojos brillando de emoción, se acercó a Taiyo, quien se estaba sacudiendo el polvo tras volver a su forma humana.

Ken: ¡Oye, Taiyo! ¿Quién era ese alien? —preguntó con entusiasmo—. Se veía increíble, como si fuera un reloj viviente.

Taiyo sonrió, notando la curiosidad en su amigo.

Taiyo: Ese alien se llama Clockwork —respondió, mientras señalaba el Omnitrix en su muñeca—. Es de una raza conocida como Cronosapiens.

Momo, que también estaba escuchando, cruzó los brazos mientras arqueaba una ceja.

Momo: ¿Cronosapiens? ¿Y qué tiene de especial? —preguntó, tratando de sonar casual, pero claramente interesada.

Taiyo levantó una mano, como si estuviera a punto de dar una lección.

Taiyo: Los Cronosapiens tienen el poder de manipular el tiempo —explicó, su tono mezclando orgullo y emoción—. Pueden retroceder, avanzar o incluso detener el tiempo dentro de un área determinada. Es como si tuvieran control absoluto sobre cómo fluye el tiempo a su alrededor.

Ken abrió la boca, asombrado.

Ken: ¡Eso suena increíble! Entonces, ¿eso fue lo que hiciste? ¿Retrocediste el tiempo para restaurar la casa?

Taiyo asintió, con una sonrisa confiada.

Taiyo: Exactamente. Retrocedí el tiempo justo antes de que la casa fuera destruida. Por eso todo volvió a estar como antes.

Momo, aunque impresionada, no pudo evitar tener sus dudas.

Momo: ¿Y no hay consecuencias por manipular el tiempo de esa manera? —preguntó, entrecerrando los ojos—. Siempre hay reglas con estas cosas, ¿no?

Taiyo rió entre dientes, rascándose la nuca.

Taiyo: Bueno, sí, se supone que no debería abusar de este poder. Es por eso que lo uso solo en emergencias… como esta, pero solo me enfoque en el punto de la casa y no de por así decido una ciudad, solo restauré la casa.

Ken, aún emocionado, levantó un puño cerrado.

Ken: ¡Eso es genial, Taiyo! ¡Tienes literalmente el poder de controlar el tiempo!

Taiyo: Sí, pero también tiene sus límites —admitió volviéndose más serio—. No puedo retroceder demasiado tiempo de una sola vez, y hacerlo requiere mucha energía. Además, si lo uso imprudentemente, podría causar problemas más grandes.

Momo asintió lentamente, procesando la información.

Momo: Bueno, al menos usaste ese poder para algo útil por una vez.

Taiyo soltó una pequeña risa y alzó las manos en un gesto de paz.

Taiyo: Vamos, Momo. Dame algo de crédito, ¿sí?

Mientras el grupo se relajaba un poco tras la explicación, Seiko, que había estado escuchando desde la distancia, soltó un resoplido.

Seiko: Manipular el tiempo, ¿eh? Solo espero que no uses ese truco para tratar de arreglar cada lío que causes, mocoso —dijo, con su tono severo pero con un leve matiz de aprobación.

Taiyo le sonrió con confianza.

Taiyo: Solo cuando sea necesario, abuela.

Ken, aún emocionado, no podía dejar de pensar en las posibilidades de un poder tan increíble, mientras Momo se preguntaba qué otras sorpresas podría ocultar el Omnitrix. Por ahora, al menos, parecía que podían respirar tranquilos… hasta que surgiera el próximo desastre.

Mientras el grupo se encontraba aún asimilando la restauración milagrosa de la casa, Momo cruzó los brazos, lanzándole una mirada inquisitiva a Taiyo.

Momo: Oye, Taiyo —comenzó, su tono curioso—. ¿Qué hay del alien que usaste antes? Ya sabes, ese dinosaurio gigante.

Taiyo sonrió al recordar la transformación anterior.

Taiyo: Ah, sí, ese es Humungousaurio —respondió, mientras levantaba el Omnitrix ligeramente, como si quisiera mostrarlo—. Es un Vaxasaurio, una especie alienígena que básicamente está diseñada para la fuerza bruta.

Ken, que todavía estaba emocionado por todo lo que estaba escuchando, interrumpió.

Ken: ¡Lo sabía! Ese alien se veía como un tanque viviente. ¿Qué tan fuerte es?

Taiyo: Muy fuerte —respondió Taiyo con orgullo—. Humungousaurio puede levantar hasta 60 toneladas en su forma normal. Es ideal para combates donde se necesite pura fuerza física.

Momo levantó una ceja, recordando un detalle crucial.

Momo: Pero cuando estábamos peleando contra Floodwoods, cambiaste de forma. Te hiciste más grande y parecías aún más poderoso. ¿Qué fue eso?

Taiyo asintió, preparado para explicar.

Taiyo: Eso fue Humungousaurio Supremo —dijo, enfatizando la palabra Supremo.

Momo: ¿Supremo? —preguntó intrigada.

Taiyo: Sí. Es una mejora o evolución de algunos de mis aliens. Básicamente, el Supremo les otorga mejores capacidades. En el caso de Humungousaurio, no solo aumenta su tamaño y fuerza, sino que también obtiene armas adicionales, como los lanzamisiles que viste. Que aparecieron en mi brazos

Ken abrió los ojos, sorprendido.

Ken: ¡Eso es increíble! ¿Entonces todos tus aliens tienen una forma Suprema?

Taiyo dudó por un momento antes de responder.

Taiyo: No todos… al menos no todavía. Es algo que el Omnitrix desbloquea en ciertas situaciones, pero debo admitir que todavía estoy investigando cómo funciona exactamente esa transformación.

Mientras decía esto, Taiyo pensó en silencio.

Taiyo:(Aunque debería investigar si la forma de convertir en Supremo no es la misma que utilizó Albedo. No quiero que algo salga mal y los Supremos se rebelen contra mí.)

Momo, sin notar la breve pausa en su explicación, asintió lentamente.

Momo: Tiene sentido. Esa forma definitivamente fue útil contra Floodwoods. Aunque… podrías haber tenido cuidado con el daño colateral.

Taiyo: ¡Hey, restauré la casa, ¿recuerdas?! —protestó alzando las manos en defensa.

Momo: Aun así… —murmuró cruzando los brazos nuevamente, aunque una leve sonrisa traicionaba su intento de mantenerse seria.

Ken, por su parte, estaba completamente absorto en todo lo que había aprendido.

Ken: Esto es lo mejor que he visto en mi vida. Taiyo, ¿puedo probar el Omnitrix algún día?

Taiyo: Con gusto lo haría, pero no puede ya que esto no se puede quitar ya que esta ligado a mi ADN lo que quiere decir es que solo lo que tenga mi ADN podría utilizado.

Seiko, que había estado observando la conversación, soltó un leve resoplido.

Ken: Espero que todas estas transformaciones no sean solo para presumir. Más vale que uses ese reloj para algo más útil que arruinar casas, mocoso.

Taiyo: ¡Lo haré, abuela! —dijo tratando de sonar convincente.

El grupo comenzó a relajarse nuevamente, aunque la curiosidad de Momo y Ken sobre el Omnitrix no había disminuido ni un poco. Taiyo, por otro lado, sabía que el verdadero desafío sería evitar que las formas Supremas causaran más problemas de los que resolvían.

Taiyo: Pero ahora debemos enfocarnos en problema de salchicha- observaba a Seiko mientras la anciana encendía otro cigarro con calma, su rostro iluminado momentáneamente por el encendedor. Luego, inhaló profundamente y habló con una voz seria que hizo que todos se quedaran en silencio.

Seiko: La Turbo Abuela… —comenzó dejando que el humo escapara lentamente de sus labios—. Te has metido con el peor yokai, mocoso.

Taiyo: ¿Qué tiene de especial? —preguntó cruzándose de brazos, aunque algo inquieto por el tono sombrío de Seiko.

La anciana lo miró con intensidad.

Seiko: Antes, la llamaban “La abuela de los cien kilómetros por hora.” Era un yokai moderno al que le encantaba desatar el caos por donde pasaba. Aceleraba cualquier vehículo que tocaba, provocando accidentes y dejando un rastro de destrucción.

Ken tragó saliva, recordando la increíble velocidad que había experimentado al usar los poderes de la Turbo Abuela.

Seiko: Hace muy poco escuché rumores de que ese monstruo llevaba un tiempo vagando por un túnel embrujado cerca de aquí —continuó—. Así que fui a comprobarlo por mi cuenta.

Momo se inclinó ligeramente hacia adelante, su interés despertado.

Momo: ¿Y qué pasó? —preguntó, su voz cargada de preocupación.

Seiko exhaló otro soplo de humo antes de responder.

Seiko: Fue muy extraño… Sentí una energía tan intensa que ni siquiera pude poner un pie en ese túnel.

Taiyo y Ken intercambiaron miradas.

Ken: : ¿Por qué?

Seiko: ¿Has oído hablar de los espíritus ligados? —preguntó ignorando su impaciencia.

Taiyo: Son fantasmas que permanecen atados a un lugar por un fuerte apego emocional —explicó cosa que llamo la atencion de todos—. Esos seres son prácticamente invencibles en su propio territorio. Ningún médium sensato se enfrentaría a ellos directamente. Verdad?

Seiko: Aparece desde la última vez que te vi ha mejorado y buscando información eso me agrada- mencionó cosa que taiyo lo tomó como un elogio.

Ken frunció el ceño.

Ken: ¿Qué tiene que ver eso con la Turbo Abuela?

Seiko apagó el cigarro en un cenicero cercano y los miró con seriedad.

Seiko: En ese túnel al que fue tu amigo había un espíritu ligado. Uno muy antiguo y poderoso. Lo peor es que parece que la Turbo Abuela y ese espíritu se fusionaron en uno solo.

El silencio cayó sobre el grupo. Incluso Taiyo, que normalmente tenía una respuesta rápida para todo, parecía sin palabras.

Seiko encendió otro cigarro y miró a Momo directamente.

Seiko: No pelees contra esa cosa —le advirtió—. Yo tampoco quiero perder a mi querida nieta. Y tú no estás del todo involucrada, niña. Así que olvídate de tu amigo y regresa a tu vida normal.

Momo abrió los ojos con sorpresa.

Momo: ¿Olvidarme? ¿Dejar a Okarun? —preguntó, atónita.

Seiko asintió, exhalando humo lentamente.

Seijo: Es lo más sensato.

Sin embargo, las palabras de Seiko no lograron convencerla. Momo apretó los puños, sus ojos brillando con determinación.

Momo: ¿Qué haría mi amado Ken Takakura si estuviera en mi lugar y no yo? —murmuró para sí misma, pero lo suficientemente alto para que los demás la oyeran—. Siempre que no sé qué hacer, intento pensar en eso, y nunca me he arrepentido.

Seiko levantó una ceja mientras Momo continuaba.

Momo: Además, estoy totalmente segura de que mi Ken lo salvaría. ¡Así que voy a hacer lo mismo!

Ken se sonrojó ligeramente al escuchar las palabras de Momo, mientras Taiyo sonreía de lado.

Taiyo: Bueno, no voy a quedarme atrás si tú estás tan decidida —dijo Taiyo, cruzándose de brazos.

Seiko los observó en silencio por unos momentos, luego suspiró profundamente y apagó su cigarro.

Seiko: Son un par de mocosos tercos… Pero si insisten en enfrentarse a esa cosa, más vale que se preparen bien. Porque si no lo hacen, van a terminar como alimento para yokais.

El grupo asintió, sabiendo que tenían un camino peligroso por delante, pero determinados a salvar a Ken y enfrentar a la Turbo Abuela fusionada con el espíritu ligado.

Seiko exhaló profundamente, rodando los ojos mientras miraba a Momo con algo de exasperación.

Seiko: Si insistes tanto… —murmuró, comenzando a descender las escaleras del santuario. Cuando llegó al último peldaño, se giró hacia su nieta con una mirada seria—. Reta a la Turbo Abuela a una carrera.

Momo: ¿Qué? —exclamó confundida.

Seiko: Ese monstruo confía plenamente en sus piernas y velocidad. Si la provocas de alguna manera, ten por seguro que responderá —explicó mientras recogía un palo del suelo y comenzaba a dibujar en la tierra un esquema rudimentario de un túnel y sus alrededores—. Pero tenemos un problema: el territorio del espíritu está en Shono, así que deberás atraer a la Turbo Abuela fuera de la ciudad. Obvio, sin que te atrape. Si consigues alejarla de su territorio, ella se debilitará, e incluso ustedes podrán derrotarla.

Momo dio un paso atrás, negando con las manos.

Momo: No, no, no. Solo mira mis piernas flacas. No hay forma de que le gane a la Turbo Abuela en una carrera —protestó, cruzándose de brazos—. ¿Qué te parece si mejor haces algo con esa cosa que crea barreras? Tal vez podrías ponerla en el túnel.

Seiko negó con la cabeza, alzando el palo como si estuviera reprendiendo a un niño.

Seiko: No funcionaría. Mejor dicho, no puedo ayudarte con eso —explicó con calma—. Solo puedo usar mi barrera tomando prestado el poder del dios que habita en esta tierra.

Ken: ¿Un dios? —preguntó levantando una ceja.

Seiko: Exacto. Pero no puedo usar mi habilidad fuera de la ciudad en que vivimos —continuó cruzándose de brazos— Cada pedazo de tierra tiene su propio dios. Es como un territorio. Aquí estoy en casa, pero si salgo, pierdo mi ventaja. Por eso, esta es la única forma de derrotar a la Turbo Abuela.

Momo miró a su abuela, aún incrédula.

Momo: ¿Estás hablando en serio, abuela? Incluso si empiezo a entrenar ahora, no podré ni siquiera participar en un torneo de atletismo de la prefectura.

Seiko no respondió de inmediato, solo observó a su nieta con una mezcla de paciencia y dureza.

En ese momento, Taiyo intervino. Desde un rincón, con los brazos cruzados y una expresión de fastidio, dejó escapar un largo suspiro antes de mirarla con los ojos en blanco.

Taiyo: ¿Acaso olvidaste a XLR8?

Un silencio absoluto se apoderó del lugar.

Momo parpadeó, confundida, mientras Ken se inclinaba ligeramente hacia adelante, intrigado.

Ken: ¿Qué es XLR8? —preguntó  rompiendo el incómodo silencio.

Taiyo se levantó lentamente, sacudiendo la cabeza como si estuviera rodeado de incompetentes.

Taiyo: El alien que use para llevado hasta aqui- menciono donde el foco de ambos hicieron un click- Ese se llama XLR8, el alien más rápido que tengo en el Omnitrix. De la raza Kineceleran, especializados en velocidad extrema. Puede correr tan rápido que parecería detener el tiempo. Si nos vamos a enfrentar con velocidad entonces peleemos fuego con fuego.

Seiko levantó una ceja, interesada.

Seiko: ¿Estás diciendo que puedes igualar, o incluso superar, la velocidad de la Turbo Abuela?

Taiyo: No solo eso —respondió con una sonrisa confiada—. Puedo hacer que esa anciana yokai coma polvo antes de que termine de parpadear.

Momo cruzó los brazos, mirando a Taiyo con cierta incredulidad.

Momo: ¿Y por qué no dijiste eso desde el principio?

Taiyo: Porque es más divertido verlos entrar en pánico —respondió  con una sonrisa burlona.

Seiko suspiró, pero no pudo evitar una ligera sonrisa.

Seiko: Bueno, chico, si tienes un plan, más vale que funcione. Porque si fallas, todos estaremos en serios problemas.

Momo cruzó los brazos, aún algo incrédula.

Momo: ¿Y si algo sale mal? ¿Qué hacemos entonces?

Taiyo giró el Omnitrix en su muñeca, deteniéndose en la pantalla.

Taiyo: Por eso no voy solo. Si algo falla, puedo cambiar a otro alien. Pero créanme, no va a ser necesario. XLR8 se encargará de esto. Pero además deberá de perfección eso poderes tuyo momo, si queremos más chance debemos de dar nuestra parte.

Un silencio se instaló en el santuario, roto finalmente por Seiko, quien apagó su cigarro con calma.

Seiko: Bueno, mocoso, parece que tienes confianza. Solo no subestimes a Turbo Abuela. Es más astuta de lo que parece.

Taiyo sonrió ampliamente, lleno de determinación.

Taiyo: Confía en mí. Esto será pan comido.

Momo suspiró, aún preocupada, pero algo en la actitud de Taiyo comenzaba a contagiarle su seguridad.

Momo: De acuerdo. Si crees que puedes hacerlo, yo te apoyo… pero más te vale que tengas cuidado.

Taiyo: Eso siempre —respondió con una mezcla de confianza y emoción mientras miraba el Omnitrix.

La misión estaba clara: enfrentar y vencer a Turbo Abuela con la velocidad de XLR8. La pregunta era… ¿sería suficiente para derrotar a una yokai con semejante reputación?

Continuará..............

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro