El llamado de Aqualis parte final: Nos volveremos a ver
Taiyo abrió los ojos lentamente, parpadeando para acostumbrarse a la luz suave que llenaba la habitación. Lo primero que notó fue el techo, alto y decorado con intrincados detalles tallados que reflejaban un diseño claramente Zora. Las paredes tenían tonos azulados, con conchas y piedras luminosas incrustadas que proyectaban destellos suaves de luz, creando un ambiente sereno.
Intentó moverse, pero un peso en su cuerpo le recordó el agotamiento que sentía. Sus músculos estaban tensos, pero no le dolían demasiado; parecía que alguien había cuidado de sus heridas.
Taiyo: ¿Dónde estoy...?
Antes de que pudiera decir algo más, la puerta de la habitación se abrió lentamente. Mipha entró con una bandeja de alimentos y agua, seguida de Sidon, quien traía un tono alegre y aliviado.
Mipha: Por fin despiertas. Estabas tan exhausto que llevas dos días descansando.
Sidon: Hermano, si no fuera por tu ruidosa respiración mientras dormías, habríamos pensado que estabas en coma.
Taiyo dejó escapar una risa suave, aunque todavía se sentía débil.
Taiyo: Bueno... supongo que pelear contra un ejército de crustáceos alienígenas no es tan fácil como parece...
Mipha se acercó, dejando la bandeja sobre una mesa cercana.
Mipha: Hiciste más que eso. Salvaste nuestro reino, y por eso siempre tendrás un lugar aquí en Aqualis.
Sidon asintió con entusiasmo.
Sidon: La familia real está en deuda contigo, Taiyo. Y no solo nosotros, sino todo el pueblo Zora. Eres un verdadero héroe.
Taiyo se incorporó lentamente, apoyándose en los cojines de la cama.
Taiyo: No hice esto por reconocimiento. Solo quería cumplir mi promesa... y asegurarme de que ustedes estuvieran a salvo.
Mipha, con un leve sonrojo en sus mejillas, tomó asiento cerca de la cama.
Mipha: Aun así, lo que hiciste es más de lo que podríamos haber soñado. Y por eso... gracias, Taiyo.
Sidon, notando la atmósfera, dio una palmada amistosa en el hombro de Taiyo antes de levantarse.
Sidon: Te dejaré descansar un poco más. Parece que mi hermana tiene mucho que decirte.
Taiyo levantó una ceja, pero antes de que pudiera responder, Sidon salió de la habitación, dejándolos solos.
Mipha jugó nerviosamente con sus manos antes de hablar.
Mipha: Taiyo... no sé cómo expresar lo que siento. Nunca podré agradecerte lo suficiente por lo que has hecho. Pero quiero que sepas que siempre tendrás un lugar aquí... conmigo.
Taiyo sonrió, dejando escapar un suspiro aliviado.
Taiyo: Mipha... saber que estás a salvo ya es suficiente para mí. Pero creo que aceptaré esa invitación. Después de todo, Aqualis no está tan mal.
Ambos rieron suavemente, mientras el ambiente se llenaba de tranquilidad y gratitud.
La puerta de la elegante habitación se abrió de golpe, revelando a Yuki y Hana. Al ver a Taiyo despierto, ambas gritaron su nombre al unísono.
Yuki: ¡Taiyo! ¡Estás despierto!
Hana: ¡Sabíamos que no te rendirías!
Sin pensarlo dos veces, ambas corrieron hacia él y, antes de que Taiyo pudiera reaccionar, se abalanzaron sobre él, envolviéndolo en un abrazo lleno de emoción.
Taiyo: ¡Oigan, oigan! Estoy bien... pero, ¡me aplastan!
Yuki y Hana rieron, pero no aflojaron el abrazo.
Yuki: ¡Nos tenías preocupadas! Pensamos que te habías pasado de la raya esta vez.
Hana: Pero como siempre, no podías fallarnos, ¿verdad?
Taiyo sonrió, aunque algo incómodo por la intensidad del gesto. Pero lo que no pasó desapercibido fue el cambio en la expresión de Mipha. Su sonrisa amable se desvaneció por un instante, reemplazada por un leve fruncimiento de labios. Sus ojos se desviaron hacia el abrazo y luego rápidamente hacia otro lado, tratando de ocultar el inesperado malestar que sentía.
Sidon, quien había estado observando desde un rincón de la habitación, no pudo evitar notar la reacción de su hermana. Una sonrisa traviesa apareció en su rostro, y con un tono ligeramente burlón, comentó.
Sidon: Hermana... parece que alguien se siente un poco... desplazada, ¿no crees?- susurrando para que solo Mipha lo escuchara
Miph: ¡No sé de qué hablas, Sidon! Solo... estoy feliz de que esté bien, eso es todo- nerviosa, con un leve sonrojo
Sidon dejó escapar una risa suave, pero no insistió más. En su interior, estaba más que encantado de ver a su hermana mostrando emociones que raramente dejaba salir.
Mientras tanto, Yuki y Hana finalmente soltaron a Taiyo, quien tomó una gran bocanada de aire fingiendo dramatismo.
Taiyo: Pensé que habían venido a asegurarse de que sobreviviera, no a matarme con sus abrazos.
Hana: Solo queríamos asegurarnos de que supieras lo importante que eres para nosotras.
Mipha, recuperando la compostura, dio un paso adelante, aclarando su garganta para llamar la atención de todos.
Mipha: Taiyo aún necesita descansar. Si no les importa, pueden venir a verlo más tarde. Estoy segura de que estará aquí un tiempo.
Sidon tuvo que morderse el labio para no soltar una carcajada al notar el leve tono firme en la voz de su hermana.
Yuki: Tienes razón, Mipha. Lo dejaremos descansar, pero regresaremos pronto.
Hana: No te atrevas a desaparecer antes de que volvamos- guiñando un ojo hacia Taiyo
Ambas se despidieron con una sonrisa y salieron de la habitación, dejando a Taiyo con Mipha y Sidon.
Cuando la puerta se cerró, Sidon rompió el silencio.
Sidon: Bueno, hermana, parece que tus rivales no son fáciles de ignorar- con un tono burlón.
Mipha: ¡Sidon! ¡No digas tonterías!
Taiyo, observando la interacción, solo se rascó la cabeza, sin entender del todo lo que estaba pasando.
Taiyo: ¿De qué hablan? ¿Rivales?
Sidon soltó una carcajada, mientras Mipha le daba un leve empujón para que se callara.
Mipha: Nada, nada importante. Lo que importa es que estás bien. Ahora, descansa, Taiyo.
Taiyo asintió, aunque seguía algo desconcertado. Sidon, mientras salía de la habitación, le lanzó una última mirada a Mipha, divertida pero también llena de complicidad. La princesa Zora suspiró, deseando que su hermano no fuera tan observador.
Tras caminar por los pasillos del palacio, Taiyo, Hana, Yuki y Kael'thor llegaron frente a una gran puerta de coral adornada con grabados de olas y criaturas marinas. Dos imponentes guardias Zora, equipados con lanzas ornamentadas, custodiaban la entrada. Al ver al grupo acercarse, intercambiaron miradas y asintieron antes de abrir las puertas con un movimiento sincronizado.
El sonido del agua corriendo y un leve murmullo de voces se escucharon desde el interior. La sala del trono era majestuosa, con columnas de coral brillante y cascadas que caían suavemente a los costados. En el centro de la sala, sobre un trono hecho de perlas y conchas gigantes, se encontraba el Rey Zora, con una expresión solemne pero curiosa. A su derecha estaba Sidon, el príncipe, con su característica sonrisa confiada. A la izquierda del rey, Mipha, Muruh y Lyssal estaban de pie, todas elegantemente vestidas con atuendos tradicionales de su pueblo.
Cuando el grupo entró, todas las miradas se volvieron hacia ellos.
Rey Zora: Así que estos son los héroes que ayudaron a liberar nuestro reino de la amenaza de los Tarak'gor. Bienvenidos sean a mi corte.
Taiyo, sintiendo el peso de la mirada del rey, dio un paso adelante e hizo una leve reverencia, seguido por Hana, Yuki y Kael'thor.
Taiyo: Majestad, fue un honor ayudar a Mipha y a su pueblo. Nadie merece sufrir bajo el yugo de invasores.
El rey asintió lentamente, su mirada fija en Taiyo, evaluándolo.
Rey Zora: Mipha me habló de tus hazañas, joven Taiyo. Dijo que fuiste tú quien enfrentó al líder de los Tarak'gor y puso fin a su amenaza. También mencionó que usaste una forma similar a la nuestra... algo inusual para alguien de la superficie.
Taiyo sonrió con cierta timidez, tocando el Omnitrix en su muñeca.
Taiyo: Este dispositivo me permite adaptarme a muchas formas. Pensé que sería apropiado combatir como un Zora para proteger su hogar.
El príncipe Sidon rió, dando un paso hacia adelante.
Sidon: ¡Y vaya que impresionaste a todos! No todos los días alguien de fuera logra ganarse el respeto de los Zora, y mucho menos de mis hermanas.
Mipha, quien había estado observando en silencio, bajó ligeramente la mirada al escuchar el comentario de Sidon. Muruh y Lyssal, por otro lado, intercambiaron sonrisas cómplices.
Muruh: No solo impresionaste, sino que lograste algo que nadie más pudo: unificar a nuestras fuerzas para combatir una amenaza común.
Lyssal: Y, claro, tu habilidad con el tridente fue... fascinante.
Yuki y Hana, notando la atención que Taiyo estaba recibiendo, no pudieron evitar sentirse algo celosas.
Hana: Bueno, Taiyo siempre ha tenido un talento especial para llamar la atención.
Yuki: Pero no olviden que no lo hizo solo. Nosotros también estuvimos allí.
El rey levantó una mano para silenciarlos, aunque su expresión era amable.
Rey Zora: Todos ustedes jugaron un papel crucial en la liberación de Aqualis. Por ello, tienen mi gratitud eterna. Pero debo preguntarte algo, Taiyo... ¿cuál es tu verdadero propósito aquí? No creo que simplemente pasaras por casualidad.
Taiyo miró al rey directamente, su expresión volviéndose seria.
Taiyo: No soy más que un viajero que busca proteger lo que es justo. Cuando escuché sobre lo que estaba pasando aquí, no pude quedarme de brazos cruzados. Ahora que su reino está libre, no espero nada a cambio. Solo espero que la paz regrese a Aqualis.
El rey lo miró en silencio por un momento antes de levantarse de su trono, una figura imponente pero llena de dignidad.
Rey Zora: Tienes un espíritu noble, Taiyo. Y aunque dices no esperar nada, el pueblo Zora no deja pasar la valentía sin recompensa.
Se volvió hacia Mipha, quien dio un paso adelante con un pequeño cofre en sus manos. Al abrirlo, reveló una joya luminosa que parecía estar hecha de agua pura.
Mipha: Este es el Corazón de Aqualis. Es un símbolo de nuestra gratitud y un recordatorio de que siempre serás bienvenido aquí.
Taiyo miró la joya, sorprendido, antes de inclinar la cabeza en señal de respeto.
Taiyo: Gracias, su majestad. Esto significa mucho para mí.
Mientras tomaba la joya, sintió una cálida conexión con el pueblo Zora, sabiendo que había ganado algo más que una simple victoria: había encontrado aliados y amigos en un reino lejano.
El rey Zora se levantó de su trono con majestuosidad, su voz resonando con autoridad y calidez.
Rey Zora: Aqualis tiene un nuevo protector. Su nombre es Taiyo Uchūsei, el héroe que nos devolvió nuestra libertad. ¡Que su nombre sea recordado en nuestras aguas por generaciones!
Un estallido de vítores llenó la sala, los Zora alzando sus voces en señal de celebración y agradecimiento. Taiyo, algo avergonzado por la atención, sonrió ligeramente mientras Hana y Yuki aplaudían emocionadas a su lado.
Rey Zora: Es momento de festejar. Hoy, la victoria es nuestra.
De inmediato, la familia real condujo al grupo hacia una burbuja de agua cristalina que se formó a su alrededor, flotando hacia las profundidades de un espectacular arrecife de coral. A medida que descendían, se podía ver cómo los Zora se reunían para realizar un musical, sus movimientos sincronizados creando un espectáculo visual y sonoro único. Corales brillantes emitían luces de colores, mientras peces de diversos tamaños y formas nadaban al ritmo de la música.
Hana: Esto es increíble... ¡Es como un sueño!
Yuki: Jamás había visto algo tan hermoso. ¡Es pura magia!
Mipha, observando la escena, no pudo evitar sentirse igualmente emocionada, pero algo captó su atención. Giró la cabeza y vio cómo sus hermanas mayores, Lyssal y Muruh, estaban muy cerca de Taiyo. Muruh, siempre curiosa, sostenía el brazo de Taiyo mientras examinaba el Omnitrix con gran interés. Lyssal, por otro lado, parecía disfrutar demasiado del contacto, apoyando discretamente su pecho contra el brazo opuesto de Taiyo, quien intentaba mantenerse estoico pero claramente estaba incómodo.
Muruh: Este dispositivo... es extraordinario. ¿Quién lo diseñó? Parece mucho más avanzado que cualquier cosa que haya visto.
Taiyo, intentando concentrarse pese a su situación, respondió con seriedad sabia que no era malo contarle sobre su origin y propósito, sabiendo que en este mundo Azmuth no existía además usaba su nombre y diseño como su perfil como mangaka.
Taiyo: El Omnitrix fue creado por Azmuth, uno de los seres más brillantes del universo. Su propósito principal no era el combate, sino algo mucho más profundo.
Las hermanas lo miraron con interés mientras él continuaba.
Taiyo: Azmuth diseñó el Omnitrix para fomentar la paz y la comprensión entre especies. No es un arma, sino una herramienta para experimentar la vida desde perspectivas diferentes, promoviendo empatía y unidad. Además, preserva la diversidad genética al almacenar el ADN de distintas especies. Podría incluso salvar civilizaciones enteras.
Muruh: Eso es... impresionante. ¿Y tú entiendes todo eso? No cualquiera podría manejar algo tan complejo.
Taiyo: Hago lo mejor que puedo. Azmuth eligió al portador del Omnitrix basándose en su potencial para hacer el bien, no en su perfección.
Lyssal sonrió, estrechando el brazo de Taiyo con un toque de coquetería.
Lyssal: Bueno, parece que eligió bien. Aunque no me sorprende que un héroe como tú sea también tan... intrigante.
Mipha frunció ligeramente el ceño, sintiendo una punzada de celos mientras observaba la escena. Su hermano Sidon, que había notado su reacción, se inclinó hacia ella con una sonrisa traviesa.
Sidon: Parece que a nuestras hermanas les gusta mucho nuestro nuevo protector... aunque diría que a ti tampoco te es indiferente.
Mipha: ¡No digas tonterías, Sidon!
Sidon rió suavemente mientras Mipha desviaba la mirada, su rostro ligeramente sonrojado. Entretanto, Taiyo, tratando de recuperar algo de espacio personal, volvió su atención al espectáculo que continuaba frente a ellos, agradecido por el momento de paz tras la batalla.
En medio de las celebraciones, Taiyo miró a Mipha, quien estaba algo alejada, observando el espectáculo de los Zora. Por unos segundos, Taiyo se quedó en silencio, como si estuviera tomando una decisión importante. Sin dudar más, tocó el Omnitrix en su muñeca.
Taiyo: Es el momento perfecto para esto.
En un destello de luz verdosa, su cuerpo comenzó a cambiar, transformándose en Ocean. Los presentes quedaron perplejos, especialmente los Zora, quienes no entendían por qué Taiyo había asumido esa forma nuevamente. Con su figura ahora adaptada a las aguas, nadó con gracia hasta donde estaba Mipha, extendiendo una mano hacia ella.
Ocean: Si me permite, princesa Mipha, ¿me daría el honor de bailar con usted?- con una ligera reverencia
Mipha parpadeó, sorprendida por la propuesta. Su rostro, ya de por sí rojizo por naturaleza, adquirió un tono más intenso. Por un momento, parecía sin palabras, mirando a Ocean con los ojos bien abiertos.
Mipha: Yo... sería un honor- finalmente, con una sonrisa nerviosa
Con una tímida pero encantadora sonrisa, Mipha tomó la mano de Ocean. En ese instante, ambos salieron de la burbuja que los mantenía en el arrecife. Al cruzar la barrera, Mipha usó su propia magia para transformar la parte superior de su cuerpo, adoptando la forma de una cola de sirena que la hacía aún más elegante en el agua.
Los demás los observaron con asombro. Lyssal y Muruh intercambiaron miradas, claramente sorprendidas de ver a su hermana menor tan cómoda y radiante. Hana y Yuki no pudieron evitar sonreír, mientras Sidon soltaba una risa baja.
Sidon: Ese chico sí que sabe cómo sorprendernos.
Mientras tanto, Ocean y Mipha comenzaron a moverse con fluidez en el agua, siguiendo el ritmo del musical Zora que continuaba en el arrecife. Cada giro y movimiento parecía un poema en movimiento, con Mipha mostrando una gracia natural y Ocean adaptándose perfectamente a la danza acuática.
Mipha: No esperaba que supieras bailar así... y menos en el agua- mirándolo, todavía algo sonrojada
Ocean: Digamos que esta forma me inspira... además, con una compañera como usted, todo es más fácil.
El comentario hizo que Mipha desviara la mirada, aún más sonrojada, pero su sonrisa permaneció. La danza continuó, mientras los Zora presentes aplaudían y vitoreaban, celebrando no solo su victoria, sino también un momento único entre su princesa y el protector de Aqualis.
Mientras Ocean y Mipha continuaban su danza, los aplausos y vítores de los Zora llenaban el ambiente. El agua alrededor de ellos parecía vibrar con la energía del momento, reflejando las luces de los corales bioluminiscentes. Taiyo, en su forma de Ocean, notaba cada movimiento fluido de Mipha y cómo ambos parecían sincronizarse naturalmente, como si el agua misma los guiara.
Ocean: Debo admitir que eres una bailarina increíble, princesa. Es como si el agua obedeciera tus movimientos.
Mipha: Tú también lo haces muy bien. Creo que… el agua no solo me sigue a mí, sino también a ti.
Mientras giraban, Mipha se atrevió a mirarlo directamente a los ojos, notando la determinación y la amabilidad en su mirada. Por un momento, todo lo demás desapareció para ella, solo estaban ellos dos, compartiendo un momento único.
Desde la burbuja, Sidon cruzó los brazos con una sonrisa amplia en su rostro.
Sidon: ¡Parece que mi hermana ha encontrado un digno compañero para bailar! Ocean, cuídala bien, ¿eh?
El comentario de Sidon provocó risas entre los presentes, aunque Mipha rápidamente se giró hacia su hermano con una mirada avergonzada.
Mipha: ¡Sidon, por favor!
Ocean, por su parte, rió suavemente, manteniendo su elegancia mientras continuaban la danza. Al finalizar, ambos se inclinaron ligeramente hacia los espectadores, quienes estallaron en aplausos. Los músicos Zora redoblaron el ritmo, cambiando a una melodía aún más festiva.
De vuelta en la burbuja, Hana y Yuki no podían contener su entusiasmo.
Kael’thor, que observaba en silencio, esbozó una ligera sonrisa, como si entendiera algo que los demás no.
Cuando Ocean y Mipha regresaron a la burbuja, las hermanas mayores, Muruh y Lyssal, no perdieron la oportunidad de bromear.
Muruh: Vaya, hermana. No sabía que eras tan talentosa para estos momentos especiales.
Lyssal: Parece que nuestro protector sabe cómo conquistar a los Zora, en más de un sentido.
Mipha, aún algo sonrojada, no pudo evitar reír suavemente.
Mipha: Gracias… por este momento. No lo olvidaré- mirando a ocean.
Ocean asintió, devolviéndole la sonrisa.
Ocean: El honor fue mío. Ahora, deberíamos regresar con el rey. Estoy seguro de que aún hay mucho por hacer para Aqualis.
Con esas palabras, el grupo comenzó a moverse hacia el centro de la burbuja, mientras la música y las celebraciones continuaban. Sin embargo, en el fondo de su mente, Taiyo sentía que este momento no era solo una victoria para los Zora, sino también el inicio de algo más profundo entre él y Mipha.
La escena en el puerto de Aqualis era un emotivo punto de despedida. La nave de Kael'thor estaba lista, y los motores resonaban suavemente en el ambiente acuático. Hana y Yuki se encontraban de pie junto a la rampa de acceso, observando a los Zora congregados para despedirse. El Rey Zora, flanqueado por Sidon y sus tres hijas, ofrecía palabras de agradecimiento.
Rey Zora: Taiyo Uchūsei, Hana, Yuki, Kael'thor… ustedes no solo salvaron Aqualis, sino que también restauraron nuestra esperanza. Les debemos más de lo que podríamos pagar. Si alguna vez necesitan algo, consideren este reino su hogar.
Taiyo, aún en su atuendo heroico, dio un paso adelante y levantó una mano en un gesto amistoso.
Taiyo: Fue un honor ayudar. Si alguna vez nos necesitan, no duden en llamarnos. Un héroe siempre responde.
El rey asintió con gratitud, mientras Sidon le daba una palmada en la espalda a Taiyo.
Sidon: Héroe o no, amigo, siempre serás bienvenido en nuestro hogar. ¡Y espero verte pronto, tal vez para otra danza!
Taiyo rió, pero antes de que pudiera responder, Mipha se acercó. Su caminar era delicado, pero había determinación en sus ojos.
Mipha: Quería despedirme personalmente, Taiyo. No solo por lo que hiciste por mi pueblo, sino también por lo que significaste para mí.
Taiyo se rascó la nuca, claramente algo incómodo pero agradecido.
Taiyo: Solo hice lo que un héroe debería hacer: proteger a los demás, sin importar quiénes sean.
Mipha rió suavemente, ese sonido claro como el agua que los rodeaba.
Mipha: Siempre dices lo correcto… pero espero que volvamos a vernos. Tal vez incluso pueda visitar tu mundo algún día.
Taiyo sonrió, asintiendo.
Taiyo: Eres más que bienvenida en la Tierra. Estoy seguro de que Hana, Yuki y yo te mostraríamos lo mejor de nuestro planeta.
Cuando Taiyo estaba a punto de dar media vuelta para abordar la nave, sintió la mano de Mipha sujetar suavemente su brazo. Giró para verla, solo para ser atraído inesperadamente hacia ella. Antes de que pudiera reaccionar, Mipha lo besó en los labios.
El momento fue breve, pero para Taiyo, se sintió eterno. Su mente estaba en caos, pensando en todo lo que había pasado: salvar un planeta, descubrir nuevos aliados y ahora… esto. Cuando Mipha se separó, una sonrisa cálida y tranquila adornaba su rostro.
Mipha: Tú no solo fuiste el héroe de Aqualis, Taiyo. Tú fuiste mi héroe.
Hana y Yuki, que habían estado observando, se quedaron con la boca abierta.
Hana: ¿Qué… acaba de pasar?
Yuki: Parece que nuestro héroe tiene más admiradores de lo que creíamos.
Taiyo, todavía aturdido, apenas logró articular una respuesta.
Taiyo: (¿Por qué siento que debería revisar si tengo un pariente lejano llamado Tennyson…?)- pensó en voz alta ya era 2 veces que alienígenas lo había besado.
Mipha rió suavemente, mientras el resto de los presentes, incluidos los Zora, empezaban a aplaudir y vitorear.
Mientras Taiyo era prácticamente arrastrado hacia la nave por Hana, quien tenía una expresión claramente celosa, Yuki caminaba detrás de ellos cruzada de brazos, murmurando algo que parecía una mezcla de frustración y reproche.
Hana: ¡Ya basta de conquistar princesas alienígenas, Taiyo! ¡Vamos a casa antes de que alguna otra decida hacerte su héroe!
Yuki: Primero Mipha, luego esas hermanas… Me pregunto si tienes alguna idea del caos que generas.
Taiyo, aún en shock por lo que acababa de suceder, tocó sus labios y murmuró en voz baja.
Taiyo: ¿Un héroe…? ¿Su héroe? Esto se está pareciendo demasiado a algo que le pasaría a un Tennyson… ¿Qué sigue? ¿Una invasión alienígena en mi boda?
Kael’thor, quien estaba esperando junto a la rampa de la nave, no pudo evitar soltar una risa profunda al ver la escena.
Kael’thor: Debo decir que tu estancia en Aqualis fue más que productiva, joven Taiyo. No todos los días un terrícola se convierte en el héroe de un reino submarino… y en el centro de atención de una princesa.
Taiyo: ¿Puedes no hacer esto más incómodo de lo que ya es, Kael’thor?
En ese momento, el Rey Zora, junto a Sidon, se acercaron para despedirlos formalmente.
Rey Zora: Taiyo Uchūsei, Hana, Yuki, y Kael’thor… siempre serán bienvenidos en Aqualis. Su valentía y sacrificio no serán olvidados. Si alguna vez necesitan nuestra ayuda, no duden en llamarnos.
Sidon: Hermano de las aguas, cuida bien de tus compañeras… aunque parece que tendrás que lidiar con más que monstruos y villanos.
Taiyo solo pudo sonreír nerviosamente mientras observaba cómo Mipha, aún con una expresión serena, se acercaba una vez más.
Mipha: Espero que vuelvas algún día, Taiyo. Este mundo estará más seguro gracias a ti… y si decides regresar, recuerda que siempre tendrás un lugar aquí.
Antes de que Taiyo pudiera responder, Mipha colocó su mano en su pecho, justo donde latía su corazón, y sonrió con calidez.
Mipha: Eres más que un héroe, Taiyo. Eres una inspiración.
Al girarse para regresar a la nave, Taiyo sintió una mezcla de emociones difíciles de describir, pero no tuvo tiempo para procesarlas. Hana, visiblemente molesta, lo empujó suavemente hacia el interior mientras la rampa comenzaba a cerrarse.
Hana: Inspiración… claro. Pero en casa, solo eres nuestro idiota.
Kael’thor activó los controles, y la nave comenzó a despegar. Desde las ventanas, podían ver a los Zora reunidos, vitoreando y despidiéndose mientras la nave ascendía hacia la superficie.
Taiyo suspiró, dejándose caer en uno de los asientos.
Taiyo: Bueno, eso fue algo… único.
Yuki: Espero que estés listo para responder preguntas cuando volvamos a la Tierra… especialmente sobre esa parte del beso.
Kael’thor: Y quién sabe, tal vez tu destino no termine aquí, joven héroe. Los caminos del cosmos están llenos de sorpresas.
Con una última mirada hacia Aqualis a través de la ventana, Taiyo sonrió suavemente, preparándose para lo que le esperaba en casa… aunque, en el fondo, sabía que este no sería el fin de su conexión con el reino de los Zora.
Taiyo solo suspiró, una ligera sonrisa en su rostro.
Taiyo: Supongo que ser un héroe nunca deja de sorprenderme.
Con eso, la nave se adentró en el espacio, dejando atrás Aqualis pero llevando consigo los recuerdos y lazos forjados en aquel reino acuático.
Continuará...........
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