Detectives Yokai
Fuego se lanzó nuevamente hacia Kasha, sus manos encendidas y dispuestas a acabar con el yokai. Con una velocidad impresionante, Fuego lanzó múltiples ráfagas de fuego, las cuales iluminaron el área en una serie de estallidos ardientes. Sin embargo, Kasha apenas se inmutó; el yokai simplemente levantó su espada envuelta en llamas y bloqueó los ataques con facilidad, su expresión arrogante mientras observaba el esfuerzo de su oponente.
Kasha: ¿En serio crees que eso me lastimará? —dijo con una sonrisa burlona, y con un movimiento rápido, lanzó un tajo de fuego oscuro que se dirigió directo hacia Fuego, rasgando el aire con una fuerza abrumadora.
Fuego, en lugar de retroceder, se plantó firme y, con un movimiento controlado de sus manos, desvió la energía ardiente de Kasha hacia el suelo, disipándola en una explosión que dejó una nube de humo a su alrededor. Cuando el humo se disipó, Fuego se encontraba ileso y con una sonrisa desafiante.
Fuego: Eso debería decirte a ti, ¿no crees? —replicó sin dejar de sonreír, lo que hizo que el rostro de Kasha se contrajera de furia.
En ese momento, Yuki Onna aprovechó la distracción y, con un gesto decidido, levantó sus brazos, invocando un glaciar masivo desde el suelo. El frío extremo envolvió el área, formando un muro imponente de hielo que avanzaba rápidamente hacia Kasha, amenazando con encerrarlo.
Kasha, sin embargo, no parecía impresionado. Soltó una carcajada mientras sus llamas oscuras se intensificaban, y con un movimiento de su espada, desató una onda de calor tan intensa que el glaciar comenzó a derretirse antes de tocarlo. Gotas de agua helada caían al suelo y se evaporaban al instante al entrar en contacto con el calor abrasador del yokai.
Kasha: ¿Es esto lo mejor que pueden hacer? —se burló girando su espada con arrogancia.
Fuego intercambió una mirada rápida con Yuki Onna; ambos sabían que Kasha era mucho más fuerte de lo que habían anticipado. Pero también entendían que, aunque sus habilidades parecían ineficaces por separado, tal vez juntos podrían encontrar una forma de detenerlo.
Fuego: Yuki Onna, ¿puedes crear otra distracción? Necesito un momento para concentrar mi ataque —dijo sus llamas incrementando en intensidad mientras cargaba energía para un golpe definitivo.
Yuki Onna asintió, su mirada determinada mientras extendía sus manos hacia el suelo, formando una serie de espinas de hielo que avanzaban hacia Kasha, obligándolo a retroceder y desviar su atención. Kasha bloqueaba y destruía cada espina con facilidad, pero la constante presión lo estaba impidiendo avanzar.
Yuki onna: ¡Ahora!
Aprovechando la distracción, Fuego inhaló profundamente y concentró toda su energía en sus manos, creando una esfera de fuego más brillante y poderosa que cualquier otra que hubiera generado antes. El calor era tal que incluso el suelo comenzó a derretirse a sus pies. Con un grito de determinación, Fuego lanzó el ataque directamente hacia Kasha, quien se vio forzado a mirar hacia él en el último momento.
El impacto fue devastador. La explosión resultante generó una onda de choque que derribó los árboles a su alrededor, y el suelo tembló bajo sus pies. La figura de Kasha quedó envuelta en una mezcla de fuego y vapor, mientras el aire se llenaba de humo y cenizas.
Cuando el humo se disipó, Kasha estaba arrodillado, visiblemente afectado y con su espada agrietada. Aun así, se levantó, tambaleante pero con una sonrisa de odio en su rostro.
Kasha: No han ganado… aún puedo destruirlos —gruñó con una voz ahogada, aunque su cuerpo mostraba claros signos de desgaste.
Fuego, agotado pero decidido, se preparó para otro ataque, mientras Yuki Onna se colocaba a su lado, lista para luchar hasta el final. Sabían que la batalla aún no había terminado, pero, por primera vez, tenían la esperanza de que podían vencer.
Yuki Onna miraba a Yuki, observando cómo la vida se escapaba lentamente de su cuerpo, su respiración se debilitaba con cada segundo. Sentía una mezcla de culpa y desesperación al darse cuenta de que, en su deseo de ser amiga, había puesto en peligro a la única persona que la había tratado con bondad. Fue entonces cuando decidió que debía hacer algo para salvarla, aunque costara su propia existencia.
Fuego, al ver el sufrimiento de Yuki, comprendió la gravedad de la situación. Sabía que su amiga necesitaba ayuda urgentemente, y también dudaba que un médico humano pudiera salvarla de una herida causada por fuerzas sobrenaturales. Sin embargo, se sorprendió cuando Yuki Onna se acercó y le habló con una determinación que no había mostrado antes.
Yuki Onna: Oye, chico fuego —dijo ella, su voz firme aunque cargada de preocupación.
Fuego: En realidad soy Fuego… —respondió él, intentando aclarar mientras el calor de su cuerpo emanaba en oleadas.
Yuki Onna: Como sea… —respondió sin importarle la corrección—. Necesito que te ocupes de Kasha. Puedo salvarla, pero necesitaré tiempo, y él no nos lo va a dar.
Fuego miró a Yuki Onna con un momento de duda, pero al ver la determinación en sus ojos, comprendió que ella estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para salvar a Yuki. No podía permitir que la chica que se había convertido en su primera amiga terminara de esa manera, y tampoco estaba dispuesto a dejar que Yuki Onna cargara sola con esa responsabilidad.
—Entiendo, cuenta conmigo —dijo Fuego, encendiendo sus llamas con más fuerza, listo para enfrentarse a Kasha una vez más.
Mientras tanto, Yuki Onna se arrodilló al lado de Yuki, quien estaba pálida y con la respiración cada vez más débil. La energía vital de la chica parecía estar escapando con cada segundo que pasaba, y el frío que la rodeaba había empeorado su estado. Yuki Onna se sintió llena de culpa; todo lo que quería era encontrar compañía, un amigo… y en su desesperación había terminado dañando a la única persona que le había extendido una mano de amistad.
Yuki Onna: Yuki… yo… nunca quise hacerte daño… —susurró, acariciando suavemente la mejilla helada de la chica, mientras en su mente comenzaba a formular una técnica desesperada, algo que jamás había intentado antes.
Fuego: ¡Hey, aquí estoy! —gritó Fuego hacia Kasha, lanzándole una gran ráfaga de llamas. Sabía que su fuego no era suficiente para vencerlo en condiciones normales, pero todo lo que necesitaba era tiempo. Kasha se giró con una sonrisa cruel, su espada aún alzada y con las llamas oscuras danzando a su alrededor.
Kasha: Tienes agallas, pequeño, pero no eres rival para un verdadero yokai de fuego —dijo Kasha, lanzándose hacia él en un torbellino de fuego y acero.
Fuego, aprovechando su habilidad para maniobrar rápidamente, esquivó los ataques de Kasha, evitando cada tajo mortal y contrarrestando con ráfagas de fuego para distraerlo y alejarlo de Yuki y Yuki Onna. Sabía que solo podía mantener la distracción durante un tiempo limitado, pero estaba decidido a darle a Yuki Onna la oportunidad que necesitaba.
Yuki Onna, por su parte, había cerrado los ojos y colocado ambas manos sobre el pecho de Yuki. Inhaló profundamente, concentrándose en la energía que aún le quedaba. Sabía que estaba arriesgando su propia esencia al intentar esta transferencia de energía, pero no le importaba. Sentía que, por primera vez, estaba actuando por alguien más que por su propio deseo de compañía.
Yuki Onna: Por favor, Yuki, no te vayas… —susurró mientras una luz azul comenzó a brillar entre sus manos, un resplandor helado y suave que envolvía a ambas.
Mientras tanto, Fuego lograba esquivar otro ataque de Kasha, quien lanzaba su espada en un arco de fuego oscuro. Aunque Fuego estaba logrando mantener a Kasha ocupado, comenzaba a sentir el agotamiento de la pelea. El yokai era poderoso, y su propio fuego estaba empezando a debilitarse.
Kasha: ¿Eso es todo lo que tienes? ¡Patético! —gritó Kasha, lanzando otra ráfaga de fuego oscuro que impactó en el suelo, levantando una cortina de humo y piedras. Pero cuando el humo se disipó, Fuego estaba aún en pie, jadeando pero con una expresión decidida.
Fuego: No… permitiré que te acerques a ella —dijo su voz llena de firmeza, sus llamas encendidas una vez más.
En ese momento, Yuki Onna, agotada pero decidida, completó el proceso de transferencia. La luz azul alrededor de Yuki comenzó a desvanecerse.
En otra parte
Yuki miró a su alrededor, rodeada por un blanco infinito, como si estuviera suspendida en una nada absoluta. ¿Acaso esto es el limbo? Se preguntó mientras trataba de recordar cómo había llegado hasta allí. Poco a poco, los eventos recientes comenzaron a aclararse en su mente: la batalla, la herida, y cómo Taiyo se había transformado en aquella figura de fuego. Recordó haber visto a un espíritu, a una entidad que solo había conocido en cuentos y leyendas.
Yuki: Solo quería ser su amiga… —murmuró en voz baja, sintiendo una mezcla de tristeza y resignación—. Supongo que, al menos, he podido confirmar que los espíritus existen.
De repente, una voz profunda y helada resonó en el vacío.
??: Y para mí lo eres.
Yuki giró, encontrándose cara a cara con Yuki Onna en su forma terrorífica. Aquella figura emanaba un aura intimidante, sus ojos brillaban como fríos destellos de hielo en medio de la nada, y su piel era pálida como la nieve.
Yuki: ¿Yuki Onna? —preguntó, sobresaltada.
El espíritu la observó en silencio, y Yuki pudo ver que había algo diferente en su expresión, una vulnerabilidad oculta detrás de su mirada glacial.
Yuki Onna: Dime algo… —continuó en un tono bajo—. ¿Por qué quisiste ser mi amiga? Yo soy… un fenómeno, una criatura que trae el invierno y el frío. A donde voy, solo dejo soledad y temor. ¿Qué viste en mí?
Yuki la miró fijamente, sorprendida de que una entidad tan poderosa y temida tuviera esos sentimientos. Después de un momento, encontró el valor para responder.
Yuki: Puede que seas un espíritu, y puede que traigas el frío —comenzó, su voz suave pero firme—, pero yo no te veo como un fenómeno. En el tiempo que estuviste cerca de mí, pude sentir que también querías compañía, aunque quizás no sabías cómo pedirla. Yo… sé lo que es sentirse sola, y eso fue lo que vi en ti.
La expresión de Yuki Onna se suavizó, y por un momento, toda su apariencia terrorífica pareció desvanecerse en vapor, dejando ver a una figura más humana, vulnerable y hermosa.
Yuki Onna: Tú… ¿me ves de esa manera? —preguntó en voz baja.
Yuki asintió, sin dejar de mirarla.
Yuki: Sí. No importa si eres un espíritu o una humana. Para mí, eres alguien que merece tener un amigo, igual que cualquiera.
La mirada de Yuki Onna se llenó de una mezcla de sorpresa y gratitud, y entonces dio un paso hacia ella. En ese instante, Yuki sintió una calidez desconocida, como si el frío en torno a ambas comenzara a disiparse.
Yuki Onna: Gracias… Yuki —dijo sus palabras apenas un susurro—. Puede que nuestras existencias sean distintas, pero… aprecio tus palabras. Y, quizás… en algún lugar y de alguna forma, podamos seguir siendo amigas.
Yuki asintió, sintiendo una extraña paz. Sabía que esto era una despedida, pero también un nuevo comienzo, una promesa silenciosa entre ellas.
La blancura alrededor comenzó a desvanecerse, y Yuki sintió que algo la jalaba hacia la realidad, dejando atrás ese limbo. Pero las palabras y la imagen de Yuki Onna permanecerían en su memoria, como un recuerdo de su conexión inesperada y sincera.
Volviendo a la realidad
Los labios de la chica se movieron ligeramente, recuperando un leve color. Yuki Onna sonrió débilmente, su esencia habiéndose reducido considerablemente. Sabía que había arriesgado todo, pero el sacrificio había valido la pena.
Yuki Onna: Lo logré… Yuki estará bien… —murmuró, sintiendo cómo su energía vital estaba llegando al límite.
Fuego, al percibir que Yuki estaba a salvo, soltó un suspiro de alivio y se preparó para un último ataque, concentrando sus fuerzas. Sabía que no tenía mucho más que dar, pero aún quedaba una última ráfaga de energía en su interior.
Yuki miró lentamente a la espíritu de hielo con una sonrisa
Yuki: Lo lograste....
Yuki Onna: Sí… pero a un gran costo —respondió susurrando mientras su figura comenzaba a desvanecerse lentamente en el aire. Había dado parte de su propia esencia, y sabía que, aunque había salvado a Yuki, su existencia estaba llegando a su fin.
Fuego miró a Yuki Onna con respeto y tristeza, comprendiendo el sacrificio que había hecho. Pero antes de desvanecerse por completo, Yuki Onna le dedicó una última sonrisa.
Yuki Onna: Gracias por darme una segunda oportunidad —dijo ella, y, con un último suspiro, desapareció en una lluvia de nieve, dejando a Yuki a salvo y a Fuego con la promesa de protegerla.
Fuego: Kasha… esto termina ahora —dijo, y con un grito lanzó una columna de llamas hacia el yokai, poniendo todo su poder en un último intento por acabar con él.
Kasha intentó bloquear el ataque, pero el fuego de Fuego era demasiado potente esta vez, y el impacto lo lanzó hacia atrás, dejándolo debilitado. Fuego aterrizó pesadamente, agotado, mientras Yuki Onna miraba con gratitud al héroe que había arriesgado su vida para proteger a su amiga.
Yuki, quien comenzaba a abrir los ojos lentamente, alcanzó a ver a Fuego y a los copos de nivel al borde de sus fuerzas. Aún débil, pero consciente de lo que habían hecho por ella, murmuró.
Yuki: Gracias…
Rápidamente el combate contra el yokai no iba a terminar así por que así, era momento de sacar la artillería pesada.
Fuego: Bueno un tipo fuego es débil a tipo agua- Oprimio el reloj donde un destello de color apareció.
Amenaza Acuática, con su cuerpo cubierto de escamas brillantes y tonos azules oscuros, observó a Kasha con una mirada fija e intimidante. El yokai, sorprendido al ver la nueva transformación de Taiyo, retrocedió un paso, aún evaluando a su oponente.
Kasha: ¿De verdad crees que una simple criatura acuática podrá vencerme? —dijo con arrogancia, aunque en su voz había una pizca de duda.
A.A: Pronto lo verás —respondió, manteniendo la compostura. Sin más aviso, apuntó ambas manos hacia el yokai y lanzó un potente chorro de agua a presión. El torrente golpeó a Kasha directamente, obligándolo a retroceder mientras su fuego comenzaba a extinguirse.
Kasha intentó contrarrestar con sus llamas, pero el agua de Amenaza Acuática era implacable, apagando las llamas en el acto y debilitando a su enemigo. El yokai se tambaleaba, claramente afectado, y dejó salir un gruñido de frustración.
Kasha: ¡No puede ser! ¿Cómo es posible que…?
Amenaza Acuática sonrió con confianza, dando un paso más cerca.
A.A: Deberías saberlo ya, Kasha. Tus llamas no son rival para el agua de alguien como yo.
Sin darle tiempo para reaccionar, Amenaza Acuática lanzó otro potente chorro, esta vez directamente a la cara del yokai, cegándolo momentáneamente. Kasha gritó y trató de cubrirse, pero el agua era demasiado intensa, apagando más y más de su poder con cada segundo.
Aprovechando la distracción, Amenaza Acuática se deslizó rápidamente alrededor de Kasha, usando su velocidad en el agua para crear un círculo de agua a presión, atrapándolo en una especie de torbellino acuático. La presión del agua aumentaba, y Kasha luchaba para mantenerse en pie, cada vez más debilitado.
A.A: ¡Esto es por Yuki! —gritó lanzando una última onda expansiva de agua que envió a Kasha volando y lo dejó tirado en el suelo, exhausto y sin poder usar sus llamas.
El yokai, jadeando y sin fuerzas, miró a Amenaza Acuática con odio y frustración, pero sabía que la batalla estaba perdida. Con una última mirada, intentó levantarse, pero cayó de rodillas, derrotado.
Amenaza Acuática, aún sosteniendo a Yuki para ayudarla a mantenerse en pie, suspiró mientras regresaban lentamente hacia el bosque. Los restos de la batalla se esparcían a su alrededor: el suelo quemado, fragmentos de hielo derretido, y Kasha, aún tendido a lo lejos, lanzando miradas de odio antes de desvanecerse en la niebla, prometiendo su venganza.
Yuki: ¿Taiyo...? —susurró mirándolo con ojos aún algo incrédulos. Sentía cómo la confusión y el alivio se mezclaban en su expresión mientras procesaba que su amigo realmente era... algo más.
Taiyo, en su forma de Amenaza Acuática, soltó una pequeña risa y asintió.
A.A: Sí, soy yo, Yuki. Todo acabó. Estamos a salvo —le dijo con una sonrisa amable, pero cansada, mientras la ayudaba a caminar.
Mientras se alejaban de la escena, Yuki murmuró en voz baja, recordando a Yuki Onna.
Yuki: Ella… me salvó, ¿no?
Amenaza Acuática se quedó en silencio por un momento antes de responder, asintiendo lentamente.
A.A: Sí. Supongo que ella no era tan mala después de todo. Solo quería... compañía.
Yuki sonrió suavemente, comprendiendo un poco más de aquel espíritu. Sin embargo, mientras avanzaban, su curiosidad la llevó a mirar a Taiyo, y luego al reloj en su muñeca.
A.A: Oye, sobre tu… —dudó un segundo antes de continuar, sin saber si debía preguntar.
Taiyo soltó un largo suspiro, comprendiendo que ya no había forma de ocultarlo.
A.A: Supongo que ya no puedo seguir escondiéndolo, ¿verdad? —Se encogió de hombros.
Amenaza Acuática se transformó lentamente de vuelta en Taiyo, mientras ayudaba a Yuki a sostenerse. Él le dio una sonrisa cansada, y juntos se alejaron de la escena de la batalla. A lo lejos, Kasha, todavía maltrecho, lanzó una última mirada llena de odio antes de desvanecerse entre la niebla.
Yuki, aún procesando todo lo que había visto, se detuvo un momento para mirar a Taiyo.
Yuki: ¿Entonces... tú eres...?
Taiyo suspiró, sabiendo que no podía evitar la conversación por más tiempo.
Taiyo: Sí, Yuki. Tengo un dispositivo que me permite transformarme en… seres diferentes- mostrando el Omnitrix- Aunque creí que era bueno manteniendo secreto veo que no es cierto jeje.
Yuki, recuperándose poco a poco, asintió lentamente, aún sorprendida.
Yuki: Nunca pensé que algo así pudiera ser real… pero, después de lo de hoy… —murmuró, esbozando una pequeña sonrisa—. Supongo que no debería sorprenderme más.
Él le devolvió la sonrisa, aliviado de que ella lo tomara tan bien.
Taiyo: Gracias por no entrar en pánico… honestamente no sabía cómo reaccionarías al descubrirlo.
Yuki: Bueno, después de todo lo que pasó hoy, creo que puedo manejarlo —respondió ella en tono de broma—. Además, tú me protegiste… y ella, también.
Taiyo asintió, recordando a Yuki Onna y su sacrificio.
Taiyo: Sí, supongo que los espíritus no siempre son lo que parecen. Ella solo quería tener una amiga.
Ambos caminaron en silencio por unos momentos, procesando lo vivido. Finalmente, Yuki rompió el silencio.
Yuki: Taiyo, gracias… No sé si alguna vez podría haberte pedido que arriesgaras tanto por mí. Pero lo hiciste.
Taiyo negó con la cabeza mirando a yuki con una sonrisa.
Taiyo: No fue nada, Yuki. Eso hacen los amigos, ¿no?.
Timeskip 2 días depues.
En la academia, Taiyo caminaba hacia la salida, ajustándose la mochila mientras pensaba en los eventos recientes. Al llegar a la entrada, vio a Yuki esperándolo, sonriendo y saludándolo con la mano en alto. Esa sonrisa tranquila le dio una sensación de paz que no solía experimentar.
Taiyo: ¿Estás lista? —preguntó al acercarse, y Yuki asintió con una cálida sonrisa.
Ambos caminaron en silencio hacia el lago cercano, un lugar apartado donde habían construido un pequeño altar improvisado en honor a Yuki Onna. Sobre el altar, habían colocado una ofrenda de flores blancas y una pequeña vela encendida, en agradecimiento por el sacrificio del espíritu. Yuki y Taiyo se arrodillaron frente al altar, inclinando la cabeza en una silenciosa oración.
Mientras el viento susurraba a su alrededor, Yuki cerró los ojos, sintiendo una paz que pocas veces experimentaba. Después de un momento, habló en voz baja, sin abrir los ojos.
Yuki: Gracias por protegerme… —murmuró, sus palabras fluyendo hacia el lago como una despedida para el espíritu. Taiyo miró la ofrenda, sintiendo un respeto profundo hacia el sacrificio de Yuki Onna, reconociendo que no solo era un espíritu, sino alguien que también buscaba amistad y comprensión.
Después de un rato, Taiyo rompió el silencio.
Taiyo: ¿Crees que pueda descansar en paz ahora? —preguntó en voz baja, mirándola.
Yuki asintió lentamente, con una leve sonrisa en el rostro y los ojos aún cerrados.
Yuki: Quiero pensar que sí. Quiero creer que, de alguna manera, encontró lo que buscaba.
Ambos se miraron, sintiendo una conexión más fuerte que antes. Habían compartido una experiencia que no muchos podrían entender, y en ese momento, supieron que siempre tendrían un vínculo especial. Mientras el sol se ocultaba en el horizonte, se quedaron en silencio, permitiendo que el recuerdo de Yuki Onna se desvaneciera en paz junto al susurro del lago.
Mientras caminaban de regreso, Yuki se adelantó, girando para mirar a Taiyo mientras caminaba de espaldas, con una sonrisa pensativa en el rostro.
Yuki: ¿Sabes? He estado pensando mucho en lo que pasó hace dos días —mencionó con calma. Taiyo notó su tono sereno pero también la chispa de emoción en su mirada. El recuerdo de Yuki Onna seguía fresco para ambos, y aunque había pasado poco tiempo, sentía que algo había cambiado en Yuki.
Taiyo: ¿Tienes algo pensado? —preguntó tratando de adivinar hacia dónde se dirigía su amiga con esa nueva reflexión.
Yuki asintió con entusiasmo, alzando una mano como si anunciara algo importante.
Yuki: Así como Yuki Onna no era mala, estoy segura de que existen otros espíritus con sentimientos similares, que también buscan algo más que causar miedo —dijo con convicción. Taiyo solo escuchaba, aunque no pudo evitar sentir una mezcla de curiosidad y precaución. La historia de Yuki estaba tomando un giro interesante, y lo que ella decía despertaba tanto su interés como su desconfianza.
Entonces, Yuki lo miró con determinación, y, tras una breve pausa, anunció su plan
Yuki: He pensado en crear un proyecto llamado "Detective Yokai". La idea es entender mejor a los espíritus, saber qué es lo que quieren en realidad, y si podemos ayudarlos a encontrar paz.
Taiyo la miró sorprendido, aunque una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.
Taiyo: ¿Detective Yokai, eh? —repitió, divertido—. ¿Y piensas que alguien se ofrecerá como voluntario para ayudarte en esto?
Yuki rió suavemente, caminando de nuevo a su lado.
Yuki: Bueno, para empezar, tú eres mi primer voluntario. Después de todo, ya tenemos algo de experiencia.
Taiyi: Oh, claro —contestó, fingiendo resignación pero sin poder ocultar la diversión en su voz—. Ya me veía venir esto. Pero, ¿de verdad piensas que podremos ayudar a los yokai?
Yuki: No lo sé —respondió mirando el horizonte—. Pero creo que vale la pena intentarlo.
Taiyo: Quién saber, incluso a lo mejor allá espíritu que pueda cambia, así como tu te hiciste amiga de yuki onna- Diría con una sonrisa.
Yuki a escucha esa palabra de devolvió la sonrisa aunque de cierta manera estaba avergonzada.
Taiyo: Además me alegra que aún no de has contando a los demás sobre esto- mostrando el Omnitrix.
Yuki: Bueno dudo mucho que alguien me creía si dijera que mi amigo es capaz de transformar en monstruo con un reloj- diría en broma ambos riendo- Aún así me salvaste, pero se que tu no eres alguien malo, entiendo tus motivos por esconder todo eso, pero no puedo creer que sea un superhéroe.
Taiyo: Te refiere a las noticia sobre que menciona a varias criatura salvado a la gente.
Yuki: Si no debo ser una tonta para asumir que esa transformación era tu, ya que tu utilizar tu poder para bien.
Taiyo: Sí, tengo un poder.....- viendo el Omnitrix- Pero todo poder tiene una gran responsabilidad.
Yuki: Que palabra tan sabia.
Taiyo: Supongo que lo escuché por ahí- menciono pero sabía de dónde lo había sacado- Entonces detective yokai- alzando su puño a yuki.
Esta a ver esto supo que taiyo estaba de acuerdo a su proyecto no pudo evitar y chocó su puño con una sonrisa.
Yuki: Detective Yokai
Así ambos cerrando el pacto con ese choque de puño, donde se metería más en lo paranormal.
Cambiado de escena se podría ver in edificio abandonado, donde se podría ver la oscuridad total, pero se repente unos paso empezando a escucharse los paso resonaba de manera metálica, donde se podría ver una silueta humanoide pero tenía rasgo de un lobo.
??: Que comience la cazeria- mencionó mientras su garras se volvía filosa.
Aparece los problemas no iba acabar todavía, pero quien será la misteriosa silueta y que es lo que esta buscando.
Continuará........
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