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Amiga y problema

El bello cielo nocturno cubría la gran ciudad de Japón en estos momentos. Nadie deambulaba por las calles a estas horas de la noche, debido a que muchos se encontraban sumergidos en el reino de los sueños; descansando profundamente luego de un largo día.

Todo parecía estar tranquilo y en paz... Pero en cierta parte de la ciudad, en estos
momentos, había un pequeño grupo de ladrones, conformado por tres integrantes, que estaban forzando la cerradura de una
pastelería uno de los integrantes del grupo; y una vez que lograron abrir la cerradura, los tres entraron al local de manera silenciosa.

Ladrón 1: Muy bien- entrando a la pastelería- Tomen el dinero de la caja registradora y la caja fuerte. ¡Pero no se coman nada! Esta tienda es de mi abuelita.

Rápidamente, los tres iban a proceder a robar todo el dinero del lugar, pero antes de que pudieran hacerlo, en ese preciso instante, de pronto sus pies fueron atrapados por una especie de telaraña pegajoso y resistente.

Y entonces..

???: Entonces pueden robar la alcancía, pero no tocar las galletas. ¡Wow...! Definitivamente debes calificar para nieto del año.

En ese momento, un extraño mono de color azul pero lo más curioso tenía 4 brazo y ojos se encontraba sujetando aquella telaraña como cierto super héroe arácnido afuera del local; mientras veía con una sonrisa confiada y burlona a los tres ladrones riendose a estilo de un mono.

Aquella criatura, por supuesto, se trataba
de ni más ni menos que de nuestro querido protagonista, quien se hallaba transformado en uno de los alienígenas del Omnitrix, el cual era conocido como... Mono araña!

Los tres ladrones miraron a su alrededor, intentando encontrar la fuente de aquella voz burlona. Al ver que sus pies estaban atrapados en telarañas pegajosas y que no podían moverse, comenzaron a entrar en pánico.

Ladrón 2: ¿Qué demonios es esto? ¡No puedo moverme!

Ladrón 3: ¿Quién está ahí? ¡Déjanos salir!

Desde lo alto de la entrada de la pastelería, Mono Araña -la forma alienígena de Taiyo- se columpiaba con gracia y soltaba una risa que resonaba en el silencio de la noche. Sus ojos verdes brillaban con picardía mientras observaba a los ladrones atrapados, disfrutando del momento.

Mono Araña: Vamos, ¿en serio pensaron que podían robarle a la abuelita sin que alguien interviniera? Y tú -señaló con una de sus cuatro manos al primer ladrón-, ¿qué clase de nieto roba en la pastelería de su propia abuela? Eso es bajo... incluso para un ladrón.

El primer ladrón, avergonzado, intentó defenderse.

Ladrón 1: ¡Esto... esto es un malentendido! Solo quería... ¡un poco de dinero!

Mono Araña soltó una carcajada y, con una agilidad increíble, balanceó sus cuatro brazos mientras se acercaba más a ellos, mostrando su habilidad para moverse entre las telarañas como si fuera su hogar.

Mono Araña: ¡Oh, claro! Todos los nietos roban de las cajas registradoras y cajas fuertes de sus abuelitas, ¿verdad? No me hagas reír.

Con un movimiento rápido, Mono Araña lanzó más telarañas, envolviendo aún más a los ladrones y asegurándose de que no tuvieran escapatoria. Los tres quedaron completamente inmovilizados, cada uno atrapado hasta el cuello en las pegajosas redes.

Ladrón 3: ¡Por favor, déjanos ir! ¡No queremos problemas!- mencionó desesperado por huir de aquel alienígena.

Mono Araña bajó hasta el suelo, justo enfrente de ellos, y se cruzó de brazos, adoptando una pose confiada.

Mono Araña: Demasiado tarde para arrepentirse, amigos. Ahora van a esperar aquí hasta que llegue la policía... Y quien sabe, tal vez les den una lección de honestidad en el proceso. Ah, y por cierto, si intentan comerse una sola galleta mientras esperan, tendré que considerar dejarlos atrapados en mis telarañas por un tiempo más.

Los ladrones tragaron saliva, sin atreverse a protestar más. Mono Araña, satisfecho con su trabajo, se columpió hasta un poste cercano, observando cómo las luces de un coche de policía se acercaban por la calle. Antes de desaparecer en la noche, miró a los ladrones por última vez y les dedicó un saludo burlón.

Mono Araña: ¡Nos vemos, chicos! Recuerden, la próxima vez, no roben en la pastelería de la abuelita... O mejor aún, no roben en absoluto.

Con esas palabras y una última risa juguetona, Mono Araña se lanzó hacia el cielo, balanceándose entre los edificios mientras las sirenas de la policía se acercaban.

Mono Araña llegó a su vecindario en silencio, asegurándose de no ser visto por los pocos autos que pasaban a esas horas de la madrugada. Sabía que no podía entrar por la puerta principal, ya que el sistema de alarma nocturno se activaría al instante, y eso despertaría a toda la casa... o peor, haría que su madre empezara a hacer preguntas.

Observó su habitación en el segundo piso, recordando el plan que había ideado desde que empezó a usar el Omnitrix: entrar siempre por la ventana. Con sus habilidades de Mono Araña, escaló la pared con facilidad, utilizando sus cuatro brazos para balancearse y sujetarse en silencio. Cuando llegó a la ventana, la deslizó cuidadosamente, abriéndola solo lo suficiente para colarse dentro de su habitación sin hacer ruido.

Una vez dentro, suspiró con alivio. Todo estaba en orden, su cama perfectamente tendida y su escritorio lleno de libros y papeles de la escuela, como si nadie hubiese estado peleando con ladrones hacía apenas unos minutos. Se acercó a la ventana y la cerró con cuidado antes de tocar su reloj. En un instante, el cuerpo azul y musculoso de Mono Araña se desvaneció, y Taiyo volvió a su forma humana, con el Omnitrix en su muñeca emitiendo un leve brillo verde.

Taiyo: Uf... otra noche de patrullaje completada -susurró, estirándose y sintiendo un poco el cansancio en sus piernas después de tanto balancearse por la ciudad.

Taiyo se dejó caer en su cama, mirando el techo y sonriendo con satisfacción. Sabía que aún quedaban muchas cosas por aprender y dominar con el Omnitrix, pero cada vez se sentía más cómodo y confiado en su papel como héroe. Recordó la cara de los ladrones cuando los atrapó con sus telarañas, y una pequeña risa escapó de sus labios.

Taiyo: "Mono Araña, el héroe nocturno," suena genial, ¿no? -murmuró, imaginándose en aquel apodo.

Justo en ese momento, escuchó un ruido en el pasillo. Su corazón se aceleró al pensar que alguien podría haberlo escuchado entrar. Pero después de unos segundos de silencio, el ruido desapareció. Parecía que nadie había notado su llegada.

Taiyo apagó la lámpara de su mesita de noche y se acurrucó en la cama, aún con una sonrisa en el rostro. Cerró los ojos y dejó que el cansancio lo envolviera, pensando en cómo sería la próxima aventura, y en qué otro alienígena podría probar para proteger la ciudad.

A la mañana siguiente

Taiyo se levantó con la energía de quien sabe que su noche fue todo menos normal. Se lavó los dientes y se arregló rápidamente, todavía sintiendo un leve orgullo por su hazaña nocturna. Al salir del baño, notó el aroma del desayuno recién hecho, y se dirigió al comedor, donde sus hermanas lo esperaban.

Kronni: Buenos días, pequeño genio -le dijo su hermana mayor, quien estaba terminando de preparar los últimos detalles del desayuno.

Taiyo: Buenos días a ustedes, hermanas -respondió Taiyo con una sonrisa, tomando asiento en la mesa junto a Saori, quien ya estaba lista con un gran desayuno dispuesto frente a ellos.

Los tres comenzaron a desayunar tranquilamente, charlando de cosas cotidianas mientras la televisión transmitía las noticias de la mañana en la sala. Taiyo comía despreocupado, pero entonces escuchó algo que le hizo prestar especial atención.

Reportera: Tres asaltantes fueron encontrados esta mañana afuera de una pastelería, atados y colgados sobre un poste de luz con alguna especie de telaraña -reportaba el presentador-. Las autoridades aún no pueden explicar el material resistente que los mantenía colgados ni cómo fueron inmovilizados, pero la policía investiga este misterioso incidente...

Taiyo apenas pudo ocultar una sonrisa al escuchar la noticia, recordando el caos que había causado en la pastelería y cómo había dejado a los ladrones para que las autoridades los encontraran. Era su forma de contribuir al orden, de mantener su ciudad un poco más segura, aunque nadie más supiera de su doble vida.

Saori: ¿Y a ti qué te pasa, Taiyo? -preguntó mirándolo con una ligera sospecha-. Pareces más contento de lo normal esta mañana.

Él disimuló rápidamente, recuperando la compostura.

Taiyo: Nada, nada. Solo... dormí muy bien anoche, eso es todo -dijo, llevándose otro bocado mientras apartaba la mirada.

Su hermana mayor arqueó una ceja, pero no dijo nada más, y continuaron desayunando. Sin embargo, Taiyo sabía que tenía que tener cuidado. Sus hermanas eran inteligentes, y cualquier error en su comportamiento podría levantar sospechas. Aun así, no pudo evitar sentirse satisfecho. La ciudad estaba a salvo por otra noche, y él, aunque en secreto, había hecho la diferencia.

La noticia continuó con una entrevista a un experto en fenómenos inexplicables, un hombre de aspecto serio, con el cabello bien peinado y unas gafas que ajustaba constantemente, dándole un aire de erudición. La reportera, intrigada, lanzó la pregunta que todos en el estudio parecían estar esperando.

Reportera: Doctor Yamashita, ¿qué puede decirnos sobre este material inusual encontrado en los ladrones de la pastelería? ¿Cuál es su opinión sobre este incidente? -preguntó ella, mostrando una expresión de curiosidad y escepticismo a la vez.

El doctor Yamashita ajustó sus gafas y miró directamente a la cámara, hablando con una calma que contrastaba con las risas y murmullos de algunas personas en el fondo del estudio, que parecían encontrar sus teorías ridículas.

Yamashita: En los últimos dos años -dijo con voz grave-, hemos registrado un aumento en reportes de fenómenos fuera de lo común: luces en el cielo, personas reportando haber visto criaturas que no se ajustan a la fauna terrestre... Y ahora, una telaraña de composición desconocida. Todo esto nos lleva a una única conclusión lógica. Estamos siendo visitados, y estos eventos no son otra cosa que las señales de que seres extraterrestres están entre nosotros.

La reportera lo miró con los ojos abiertos, tratando de mantener la compostura.

Reportera: ¿Está diciendo que los extraterrestres están en Japón? -preguntó, con un toque de incredulidad.

Yamashita: Exactamente, señorita -respondió el doctor Yamashita-. Estos avistamientos son solo el principio. La tecnología y habilidades de estos seres superan cualquier cosa que poseamos en la Tierra. Lo que ocurrió anoche es una prueba más de que no estamos solos en este universo, y quizás... no hemos estado solos por mucho tiempo.

La reportera asintió lentamente, aunque algunos del público en el estudio se reían y murmuraban entre ellos, claramente escépticos ante las palabras del investigador. A través de la pantalla, Taiyo, su hermana mayor y Saori observaban la escena, cada uno con una reacción diferente.

Saori: ¡Uf, aliens! Este tipo está en otro planeta -rió encogiéndose de hombros y mirando a Taiyo-. Como si eso fuera posible.

Taiyo soltó una leve risa para no levantar sospechas, aunque en su mente intentaba no reaccionar demasiado. Por un momento, pensó en lo irónico que era ver a alguien tan convencido de la verdad... y a la vez tan desacreditado por todos los demás. En realidad, aquel doctor Yamashita tenía razón, aunque ninguno de sus hermanos, ni siquiera su familia, supiera de sus aventuras y de lo que el Omnitrix realmente significaba.

Kronni: ¿Y tú qué opinas, Taiyo? -preguntó su hermana mayor, dándole un pequeño codazo para llamar su atención.

Taiyo: Oh, yo... creo que es entretenido pensar en eso -respondió con una sonrisa-, pero no sé si sea verdad. Quizás solo fue un truco, algo para llamar la atención.

La noticia terminó con el doctor Yamashita defendiendo apasionadamente su teoría, mientras Taiyo volvía a centrarse en su desayuno, tratando de parecer tan despreocupado como sus hermanas. Sin embargo, en su interior, sabía que aquel investigador tenía razón sobre una cosa: los extraterrestres no solo estaban entre ellos, sino que uno de ellos, con habilidades especiales, estaba desayunando justo a su lado, en silencio y con una gran responsabilidad a cuestas.

Taiyo:( No pensé que mis acciones atraería a personas paranoicas sobre el tema de los aliens)- pensó ya que esto podría traer problemas a futuro.

Taiyo continuó comiendo su desayuno con calma, aunque en su mente revivía el momento de la noche anterior en que dejó a los ladrones colgados con telarañas. Intentó no reaccionar demasiado mientras la reportera hablaba de "extrañas criaturas" que habían sido vistas salvando vidas en distintas situaciones. No era la primera vez que los noticieros mencionaban incidentes en los que estaba involucrado, pero nunca se acostumbraba a escuchar sus propias "hazañas" mientras estaba en la mesa con su familia.

Saori: ¿Creen que sean reales? -preguntó su hermana observando la televisión con ojos curiosos-. Dicen que hasta tienen superpoderes y ayudan a la gente. ¡Sería increíble ver a uno en vivo!

Kronni: Seguro solo es un invento para las noticias como menciona taiyo-respondió su hermana mayor, mientras servía más café. Miró a Taiyo de reojo con una sonrisa divertida-. Aunque, si esos héroes existen, tal vez tengan un secreto, ¿verdad, pequeño genio?

Taiyo se rió para disimular. Su hermana siempre lo llamaba "pequeño genio" como broma por sus buenas calificaciones, aunque a veces sospechaba que Kronni era más perceptiva de lo que él creía.

Taiyo: Supongo que si existen, tienen que mantenerlo en secreto -respondió, tratando de sonar casual mientras se llevaba otro bocado a la boca-. Pero suena a algo de películas, ¿no creen?

Kronni se encogió de hombros, pero antes de decir algo más, el sonido de la televisión captó nuevamente la atención de los tres. La reportera mencionaba que la policía estaba perpleja con las extrañas sustancias encontradas en la escena, las cuales parecían algún tipo de telaraña resistente. Taiyo contuvo una risa al escuchar eso, recordando cómo los agentes parecían no tener idea de qué había usado para sujetar a los ladrones.

Saori: Me pregunto cómo lo hacen. Debería ser alguien fuerte y rápido, casi como... un superhéroe, -comentó mirando a Taiyo con una sonrisa soñadora-. Hermano, ¿crees que alguien como tú podría convertirse en héroe?

Taiyo la miró con sorpresa. No había esperado una pregunta así, y su mente empezó a buscar una respuesta adecuada.

Taiyo: Bueno, nunca se sabe... -contestó finalmente, sonriendo con un brillo cómplice en los ojos-. Tal vez cualquiera pueda ser un héroe, si tiene el deseo de ayudar a los demás.

Kronni le lanzó una mirada curiosa, pero no comentó nada. Los tres continuaron con su desayuno, cada uno sumido en sus propios pensamientos, mientras la noticia cambiaba de tema. Taiyo sabía que, aunque su familia no sospechaba de su secreto, era solo cuestión de tiempo antes de que ellos también se dieran cuenta de que el "superhéroe anónimo" que veían en las noticias era alguien mucho más cercano de lo que imaginaban.

La relación de taiyo y su hermana había mejorado bastante ahora, salía algunos días a divertirse, claramente ese fue un gran cambio para los 3 ya que sentía que esa relación de hermanos volvía. Los tres hermanos salieron juntos de la casa para ir a sus respectivas escuelas. Taiyo, con su habitual sonrisa tranquila, se despidió de sus hermanas dándoles un beso en la mejilla, antes de cruzar la calle hacia su escuela.

El día avanzaba con normalidad, y las clases transcurrían sin incidentes, como cualquier otro día. Taiyo se mantenía concentrado, aunque su mente de vez en cuando vagaba hacia los eventos de la noche anterior y el incómodo interés de las noticias en el "misterioso héroe alienígena". Sin embargo, era cuidadoso en no dejar que nadie notara sus pensamientos.

Llegó el receso, y Taiyo decidió ir al patio para disfrutar de la tranquilidad del sol. Sin embargo, mientras caminaba por los pasillos, no pudo evitar escuchar a varios de sus compañeros hablando emocionados sobre lo sucedido.

??: ¿Supieron sobre el héroe que atrapó a los ladrones anoche? -comentó un chico con entusiasmo.

??: ¡Sí! Los dejó colgando con una especie de telaraña alienígena o algo así. ¿Te imaginas? -respondió una chica, asombrada-. Dicen que podría ser un extraterrestre de verdad. ¡Es increíble!

Taiyo, que escuchaba desde el borde del pasillo, reprimió una sonrisa. Era surrealista oír a sus propios compañeros hablar sobre él sin saber que el "héroe" en cuestión estaba justo a su lado. En ese momento, uno de sus amigos, se acercó y le dio un ligero golpe en el hombro.

??: Oye, Taiyo, ¿escuchaste? Dicen que ese héroe raro atrapó a los ladrones cerca de la pastelería del barrio. ¿Te imaginas? -le preguntó con una mezcla de entusiasmo y curiosidad-. ¿Qué piensas tú? ¿Crees que realmente sea un alien?

Taiyo se encogió de hombros, fingiendo interés sin comprometerse demasiado.

Taiyo: Quién sabe... -respondió, manteniendo una expresión neutral-. Tal vez fue solo alguien con una tecnología especial. Digo, eso de los aliens es... un poco exagerado, ¿no?

El chico rió, dándole una palmada en la espalda.

??: ¡Eso! ¡Sabía que no te tragabas esas teorías! Pero, ¿sabes? No deja de ser emocionante pensar que algo o alguien tan increíble está en nuestra ciudad.

Taiyo asintió, sonriendo levemente mientras veía a su alrededor cómo otros chicos seguían hablando de "el héroe alienígena." Por dentro, sintió una mezcla de orgullo y diversión; era irónico ser el centro de tanta atención sin que nadie sospechara siquiera de su verdadera identidad.

Mientras el receso continuaba, Taiyo disfrutó del aire fresco, pensando en el equilibrio de su vida como un adolescente normal y, a la vez, un héroe secreto. Sabía que mientras mantuviera el secreto, podría seguir protegiendo a los demás sin complicaciones.

Y, de alguna manera, también disfrutar de la calma de una vida normal... al menos hasta la próxima aventura.

Después de despedirse de sus amigos y dirigirse al salón, Taiyo, distraído en sus pensamientos sobre las noticias, no vio a una chica que venía en dirección opuesta y terminó chocando accidentalmente con ella, provocando que ambos perdieran el equilibrio.

Taiyo: ¡Oh, lo siento mucho! -se disculpó agachándose rápidamente para ayudarla a recoger los libros que se le habían caído.

??: No te preocupes, yo tampoco estaba prestando atención a dónde iba -respondió la chica con una sonrisa amable mientras ambos recogían sus cosas.

Uno de los libros que Taiyo levantó llamó particularmente su atención. En la portada, podía ver claramente el título que decía "Fenómenos Paranormales". La curiosidad le picó un poco, pero se limitó a entregarle el libro sin decir nada al respecto. Al devolverle el último de sus libros, miró a la chica, notando su cabello claro y ojos brillantes que parecían llenos de energía y entusiasmo por lo que llevaba en sus manos.

Taiyo: Aquí tienes, creo que eso es todo -dijo dándole una sonrisa.

La chica le agradeció con un ligero sonrojo en sus mejillas.

??: Gracias, eres muy amable -respondió ella-. ¿Te interesan las cosas paranormales?

Taiyo, sorprendido por la pregunta, dudó un momento antes de responder.

Taiyo: Bueno... tal vez un poco. Nunca se sabe lo que uno puede encontrar, ¿no?

La chica suspiró, como si estuviera acostumbrada a recibir miradas extrañas por sus intereses, y murmuró.

??: Probablemente suene rara y extraña por interesarme en estas cosas... Sé que no es lo típico que una chica de mi edad debería comentar, ¿verdad?

Taiyo le dedicó una sonrisa cálida y sincera, negando suavemente con la cabeza.

Taiyo: Nadie debería decirte qué te tiene que gustar. Si te fascina lo paranormal, no tienes por qué cambiar eso -le dijo con voz tranquila-. No tengo derecho a juzgar la vida de los otros. Solo debo juzgarme a mí mismo y elegir o rechazar en función de mi persona.

La chica lo miró, sorprendida por sus palabras. Un leve sonrojo apareció en sus mejillas, y desvió la mirada hacia otro lado, algo apenada, pero también con una pequeña sonrisa en los labios.

??: Vaya... Nunca había pensado en eso de esa manera -susurró, casi para sí misma-. Eres... diferente.

Taiyo rió levemente, rascándose la nuca con modestia.

Taiyo: Digamos que todos tenemos nuestras rarezas -respondió-. Además, el mundo sería muy aburrido si todos fuéramos iguales.

La chica lo miró de nuevo, con una mezcla de admiración y curiosidad. Sin darse cuenta, la conversación se había vuelto mucho más cercana, como si en esos breves minutos hubieran encontrado una pequeña conexión.

??: Gracias por decir eso -dijo, más confiada-. A veces me cuesta hablar de estas cosas sin sentirme juzgada.

Taiyo asintió, comprensivo.

Taiyo: Cuando quieras hablar de cosas paranormales o extraterrestres, aquí tienes a alguien que te escuchará sin juzgar.

Ambos rieron suavemente, y durante un breve instante, el mundo parecía haberse reducido solo a ellos dos.

??: ¡oh! Es cierto se me olvido presentarme-dijo con entusiasmo mirando taiyo-. Mi nombre es Yuki Yamamoto, de primer grado... o mejor dicho, segundo, ya que estoy cerca de terminar el ciclo escolar.

Taiyo, un poco más alto y con una expresión despreocupada, le respondió.

Taiyo: Encantado, Yuki. Yo soy Taiyo Uchūsei, también de primer año... o mejor dicho, ¡voy a entrar al segundo!

Ambos se rieron al darse cuenta de lo similar de sus situaciones, creando un momento ligero entre ellos. La alegría de Yuki era contagiosa, y Taiyo no pudo evitar sonreír.

Taiyo: Oye, Yuki ya que te gusta las cosa paranormales -preguntó con curiosidad- ¿tienes cosas paranormales que me podrías enseñar?

La pregunta sorprendió a Yuki, pero su rostro se iluminó aún más. Con ojos brillantes de emoción, tomó la mano de Taiyo sin pensarlo dos veces y comenzó a caminar rápidamente hacia la biblioteca.

Yuki: ¡Vamos! ¡Te voy a mostrar algo increíble! -exclamó.

Taiyo soltó una pequeña risa, sorprendido por la energía de la chica, pero no se molestó en absoluto. A pesar de que no estaba seguro de qué esperar, la emoción de Yuki lo hacía sentir que estaba a punto de vivir una aventura. Mientras se dirigían a la biblioteca, se preguntaba qué secretos paranormales podría descubrir junto a su nueva amiga.

En la biblioteca, el ambiente era tranquilo, con el suave murmullo de estudiantes estudiando y el leve aroma de libros antiguos en el aire. Taiyo estaba sentado junto a Yuki, quien parecía emocionada mientras hojeaba uno de sus libros sobre lo paranormal. Ella sacó una hoja con varias notas, mapas y dibujos, y la extendió sobre la mesa entre ambos, señalando con el dedo un punto específico.

Yuki: Mira esto -dijo en voz baja, para no molestar a los demás-. Estaba investigando sobre la Yuki Onna, el espíritu que dicen aparece cerca de ciertos lagos en Japón. Según las leyendas, uno de los lugares donde más se la ha visto es el Lago Biwa.

Taiyo arqueó las cejas, interesado. El Lago Biwa, uno de los lagos más antiguos y grandes de Japón, tenía una rica historia y se decía que era un lugar rodeado de misticismo. Yuki continuó explicando, moviendo su dedo por el mapa para mostrar la ubicación del lago.

Yuki: Dicen que Yuki Onna aparece durante el invierno, especialmente en las noches de nieve. Es una figura enigmática, siempre vestida de blanco, y algunas historias cuentan que atrae a viajeros desprevenidos, que nunca vuelven a ser vistos. -Hizo una pausa, su voz baja y cautivadora-. La leyenda dice que esta mujer es el espíritu de alguien que murió congelada, y ahora busca a otros que compartan su destino.

Taiyo escuchaba atentamente, fascinado por la dedicación de Yuki a sus investigaciones. Se inclinó un poco más hacia ella, observando sus notas.

Taiyo: Es increíble toda la información que has reunido. ¿Tienes alguna teoría sobre por qué Yuki Onna aparece específicamente en el Lago Biwa? -preguntó genuinamente intrigado.

Yuki asintió, pensativa.

Yuki: Algunas teorías dicen que es por la conexión espiritual que tiene ese lugar. Muchas culturas creen que los cuerpos de agua, especialmente los lagos y ríos, actúan como puertas entre este mundo y el más allá. Quizá el Lago Biwa sea uno de esos portales... -Su voz bajó aún más, como si estuviera contando un secreto-. Algunos creen que ella está atrapada ahí, entre ambos mundos, buscando a alguien que pueda liberarla.

Taiyo sonrió, impresionado por la profundidad de las creencias de Yuki y la dedicación que tenía hacia estos temas.

Taiyo: Bueno, tal vez en otra vida fuiste una cazadora de espíritus -bromeó, haciéndola reír suavemente.

Yuki lo miró, todavía sonrojada por el recuerdo de la conversación anterior, y sonrió con una mezcla de timidez y satisfacción.

Yuki: Quizá, aunque preferiría ser una amiga de los espíritus que una cazadora -dijo, sus ojos brillando con emoción-. ¿Te gustaría acompañarme alguna vez al Lago Biwa para investigar?

Taiyo asintió sin dudar, aunque claro sabiendo que este mundo tenia mucho de que hablar.

Yuki: Claro, aunque no prometo ser muy valiente si aparece un espíritu de verdad -respondió, riendo.

Ambos se miraron, compartiendo un momento de complicidad mientras las páginas del libro seguían abiertas entre ellos, llenas de historias y leyendas que, por un instante, parecían cobrar vida en la cálida atmósfera de la biblioteca.

El timbre resonó en los pasillos, señalando el fin del receso y el regreso a las clases. Taiyo se levantó, preparando sus libros y mirando a Yuki, que permanecía sentada con la mirada fija en el suelo, visiblemente pensativa. Al notar su silencio, Taiyo inclinó la cabeza y preguntó con curiosidad.

Taiyo: ¿Pasa algo?

Yuki levantó la vista, con una mezcla de timidez y determinación en sus ojos. Luego de un momento, suspiró y, con un leve sonrojo, respondió:

Yuki: Es solo que... me gustaría verificar si realmente ese espíritu existe... y me preguntaba si... -hizo una pausa, luchando por encontrar las palabras adecuadas antes de continuar-. Querría que me acompañaras.

Taiyo se quedó un momento en silencio, sorprendido. No había esperado esa propuesta, pero podía entender lo nerviosa que debía sentirse al pedírselo. Para Yuki, alguien que se interesaba en temas paranormales y que a menudo debía lidiar con las miradas de extrañeza de los demás, tener un amigo que la escuchara y la tomara en serio seguramente era un gran alivio. Él sonrió, percibiendo lo importante que era este momento para ella.

Yuki: Sé que sueno egoísta o algo raro, pero... tú eres el primer amigo que tengo que realmente me escucha sobre estos temas. No quería pedir demasiado, pero... ¿me acompañarías? -lo miraba, esperando su respuesta con ojos brillantes y llenos de esperanza.

Taiyo se acercó un poco más, inclinándose para verla a los ojos, y le dedicó una sonrisa cálida y sincera.

Taiyo: Para nada eres egoísta. -Sus palabras fueron suaves, pero llenas de seguridad-. No tienes que disculparte por ser tú misma. Es un placer acompañarte, Yuki. ¡Además, si llegamos a descubrir algo paranormal, seríamos los primeros en presenciarlo juntos! -agregó, dándole un toque entusiasta.

Las palabras de Taiyo iluminaron el rostro de Yuki, quien le devolvió la sonrisa con emoción. Parecía aliviada y profundamente agradecida.

Yuki: Gracias, Taiyo. -respondió en un susurro, casi como si le costara creerlo-. En serio, gracias por escucharme y... por aceptar. No sabes lo feliz que me hace.

Taiyo asintió, y ambos se levantaron de la mesa. Mientras caminaban juntos hacia si respectiva aula, un vínculo de complicidad y entusiasmo parecía haberse formado entre ellos. Era como si, a partir de ese momento, no solo fueran compañeros de clase, sino dos aventureros listos para descubrir los secretos ocultos del mundo paranormal.

Las clase siguieron aunque taiyo pusiera atención y siempre respondía de manera correcta, no podría pensar en lo que estaba pasando ahora.

Taiyo:( Existe anoditas en este mundo, además de Yuki interesada en lo paranormal)- pensó dándose cuenta que su presencia estaba afectado al mundo-( Gracias a los aliens que transformó la gente empieza sospecha de los alienígenas).

El estaba consciente de que si reecarnaba en otro mundo no todo será igual como la historia original, reecarna y pedir poderes tenía consecuencia, por eso los aliens de ben 10 como las anoditas existía en ese mundo acaso........

Taiyo:( Hay posibilidades que más aliens del mundo de ben 10 este aqui)- pensó no podría negar esa opción, ya que si existen las anoditas, que otra raza incluso-( Espero que no allá un vilgax aquí)

Así las clases terminado donde taiyo y yuki comentado sobre su planes el día de hoy sin más se fueron a prepararse.

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Era una noche fría y tranquila. La luna iluminaba débilmente el lago, reflejándose en el agua serena mientras el viento helado susurraba entre los árboles cercanos. Taiyo llegó al lugar acordado, después de haberle mencionado a su hermana que iría a hacer tarea con una amiga y asegurarse de que ella no se preocupara demasiado. Esperó un momento hasta que finalmente vio a Yuki acercarse, envuelta en una bufanda y con una linterna en la mano.

Taiyo: Muy bien, ya estamos aquí -murmuró mientras observaba los alrededores. Las sombras se extendían sobre el agua, dándole un aire misterioso al lugar.

Yuki echó un vistazo alrededor con una mezcla de emoción y nerviosismo, como si no pudiera creer que realmente estaban ahí.

Yuki: Este lugar... es perfecto para lo que estamos buscando. -dijo, con un brillo en los ojos.

Sin embargo, Taiyo frunció el ceño, recordando un detalle importante que le había llamado la atención en su investigación sobre el espíritu.

Taiyo: Pero... según lo que decías, ¿no es cierto que este espíritu suele aparecer en invierno? -preguntó, algo confundido.

Yuki asintió y explicó:

-Sí, normalmente se cree que aparece en invierno. Hay muchas teorías al respecto, pero la más común es que el Yuki Onna, o "mujer de la nieve," se vuelve más fuerte durante esa temporada, aprovechando el frío para manifestarse con más poder. -La emoción en su voz era palpable, como si estuviera contando una historia antigua y prohibida.

Taiyo asintió, procesando la información. La idea de un espíritu que se fortalecía en invierno le resultaba intrigante, aunque un poco inquietante.

Taiyo: Entonces, ¿cuál es el plan? -preguntó, curioso por saber lo que Yuki tenía en mente.

Yuki sacó de su mochila un pequeño cuaderno, abriéndolo para mostrarle sus apuntes. Le explicó en voz baja:

Yuki: Primero, vamos a colocar algunas ofrendas cerca del lago, cosas simples como arroz y unas monedas. Es una creencia antigua que estos espíritus se sienten atraídos por las ofrendas. Luego, encenderemos una pequeña linterna y esperaremos en silencio... en teoría, el Yuki Onna aparece atraída por la energía de los humanos que buscan su presencia.

Taiyo la escuchaba atentamente, impresionado por la dedicación que Yuki había puesto en su investigación. Parecía haber pensado en todo.

Taiyo: ¿Y qué hacemos si... realmente aparece? -preguntó, intentando sonar casual, aunque en el fondo sentía una mezcla de curiosidad y precaución.

Yuki lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y nerviosismo.

Yuki: Si aparece, no debemos hacer ningún movimiento brusco. Solo observar y mantener la calma. Se dice que el Yuki Onna puede volverse hostil si se siente amenazada... pero si mostramos respeto, quizás solo se manifieste y luego desaparezca sin hacer daño.

Taiyo asintió, tratando de ocultar una pequeña sonrisa. Aunque no creía completamente en la leyenda, no podía evitar sentirse emocionado ante la posibilidad de presenciar algo extraordinario junto a Yuki. Con el plan en mente, ambos se acercaron a la orilla del lago y comenzaron a preparar las ofrendas en silencio, dejando que el ambiente nocturno los envolviera en su manto de misterio.

Después de un momento, se sentaron juntos en la hierba, iluminados solo por la tenue luz de la linterna, y se quedaron en silencio, esperando...

La noche avanzaba en un silencio casi absoluto, roto solo por el murmullo del viento y el suave susurro de las hojas. Taiyo y Yuki estaban sentados a la orilla del lago, con la linterna brillando débilmente entre ellos y las ofrendas dispuestas cuidadosamente en el suelo. A medida que pasaban los minutos, Taiyo empezaba a notar una incomodidad en el aire, como si el silencio se volviera más pesado a cada segundo.

Miró de reojo a Yuki, que estaba absorta en la oscuridad del lago, esperando algún indicio de la presencia del Yuki Onna. Decidió que un poco de conversación no les vendría mal, así que, tras dudar un instante, le habló en voz baja para no romper la atmósfera completamente.

Taiyo: Así que... ¿qué te llevó a interesarte tanto en lo paranormal? -preguntó Taiyo con una sonrisa amable, tratando de desviar la tensión de la espera.

Yuki parpadeó, sorprendida por la pregunta, y le dirigió una pequeña sonrisa.

Yuki: Bueno, supongo que siempre me han llamado la atención las cosas que no se pueden explicar fácilmente -dijo, bajando la mirada por un momento, como si recordara algo distante-. De niña, mi abuela solía contarme historias de espíritus y seres sobrenaturales... Y, no sé, creo que esas historias me hicieron ver el mundo de una forma diferente, como si siempre hubiera algo más allá de lo que podemos ver.

Taiyo asintió, comprendiendo un poco más sobre ella.

Taiyo: Eso suena interesante. Yo nunca he tenido ninguna experiencia así, pero... supongo que todos buscamos algo que nos haga sentir que el mundo es más grande de lo que parece.

Yuki lo miró de nuevo, sorprendida por sus palabras, como si no esperara que él compartiera esa visión. Le sonrió, un poco más relajada.

Yuki: ¿Y tú? -preguntó, aprovechando la oportunidad para conocerlo mejor-. ¿Alguna vez has sentido algo... inexplicable?

Taiyo se quedó pensativo unos segundos antes de responder.

Taiyo: Supongo que no en el mismo sentido... pero a veces, cuando estoy solo, siento como si alguien o algo estuviera observándome. No es aterrador, solo es... raro, como si fuera consciente de algo más allá de lo común. Pero, claro, eso podría ser solo mi imaginación.

Ambos se rieron suavemente, encontrando consuelo en la compañía mutua y en el intercambio de sus pensamientos. La tensión de la espera se disolvió, y la noche les pareció un poco menos sombría.

Después de un rato, Yuki suspiró y miró al lago, con una expresión de esperanza.

Yuki: Gracias por venir conmigo, Taiyo. Sé que esto puede parecer una locura, pero... estar aquí contigo lo hace menos aterrador. Quizás el Yuki Onna no aparezca, pero al menos no estoy sola.

Taiyo le sonrió, genuinamente conmovido.

Taiyo: No hay problema, Yuki. Siempre es un placer acompañarte, y quién sabe... tal vez esta noche nos llevemos una sorpresa.

Con las palabras de ánimo entre ellos, volvieron a quedarse en silencio, pero esta vez el ambiente era diferente, menos tenso y más sereno. Ambos compartían un vínculo sutil, algo que parecía tan misterioso como el mismo espíritu que estaban esperando.

Ambos sintieron un escalofrío recorrerles la espalda cuando la temperatura descendió de manera drástica. Taiyo frotó sus brazos y miró a Yuki, quien se abrazaba a sí misma, temblando por el repentino frío.

Yuki: Oye, ¿soy yo o hace mucho más frío ahora comparado a cuando llegamos? -murmuró mirando a su alrededor con una mezcla de desconcierto y emoción.

Taiyo asintió, sintiendo la helada mordida en el aire.

Taiyo: Sí... tienes razón. El ambiente cambió repentinamente. Algo está pasando.

Ambos dirigieron la mirada al lago, justo a tiempo para ver cómo la superficie comenzaba a cubrirse de una fina capa de hielo, expandiéndose desde el centro hacia las orillas como si una fuerza invisible congelara el agua a propósito. El crujido del hielo formándose se entremezclaba con el susurro del viento, creando un sonido inquietante que les erizó la piel.

Entonces, vieron algo. En el centro del lago, donde el hielo era más grueso, una figura comenzó a emerger lentamente de la niebla y el frío. Con cada paso que daba, el hielo se hacía más denso, como si el ambiente respondiera a su presencia. La figura de una mujer apareció ante sus ojos, vestida con un kimono blanco que brillaba bajo la tenue luz de la luna, y su cabello largo y oscuro flotaba en el aire helado. Sus ojos, fríos e imperturbables, parecían mirar directamente a los de Taiyo y Yuki, aunque estaban a varios metros de distancia.

Yuki tomó el brazo de Taiyo, aferrándose con fuerza, sin poder apartar la mirada de la aparición.

Yuki: ¿Eso es...? -susurró, su voz temblando tanto por el frío como por el asombro.

Taiyo: Es... ella -murmuró sintiendo cómo su corazón latía acelerado-. El Yuki Onna...

La figura se quedó en silencio, observándolos desde la distancia. Un aire etéreo la rodeaba, y el hielo que había cubierto el lago se extendió aún más hacia la orilla, acercándose a ellos. Taiyo sintió un impulso instintivo de retroceder, pero Yuki lo sostuvo, con los ojos llenos de fascinación y respeto.

La mujer finalmente alzó una mano, como si los estuviera invitando a acercarse, o tal vez advirtiéndoles que no debían dar un paso más.

Taiyo tragó saliva y miró a Yuki.

Taiyo: ¿Qué... qué hacemos ahora? -preguntó, tratando de mantener la calma.

Yuki, aunque temblorosa, parecía decidida. Inspiró profundamente y se soltó del brazo de Taiyo, dando un paso hacia el lago.

Yuki: Quiero hablar con ella... preguntar si realmente es el Yuki Onna y por qué aparece aquí -susurró, aunque en el fondo también estaba aterrada.

Taiyo la miró con sorpresa y, pese a sus dudas, decidió acompañarla, avanzando juntos hasta la orilla congelada. El espíritu los observaba sin moverse, su presencia tan gélida como imponente. Ambos estaban a punto de presenciar algo único y aterrador, algo que podría cambiar su perspectiva sobre lo paranormal para siempre.

Yuki y Taiyo avanzaron con cautela hacia el espíritu, observando cómo la figura permanecía inmóvil, su mirada penetrante clavada en ellos. Yuki intentó reunir valor para hablar, pero las palabras no salían. Finalmente, cuando abrió la boca para decir algo, Taiyo sintió un intenso escalofrío, una advertencia que le erizó la piel. Sin pensarlo dos veces, tomó a Yuki y la empujó hacia un lado, justo a tiempo para esquivar varios picos de hielo que surgieron del suelo, afilados como cuchillas, donde ellos estaban parados.

Taiyo: Eso estuvo cerca... -murmuró su respiración acelerada mientras observaba al espíritu. Ahora, el Yuki Onna los miraba con una expresión aterradora, sus ojos como dos pozos de hielo eterno.

Yuki, aún en shock por lo que acababa de pasar, sintió un nudo en el estómago. Si no hubiera sido por Taiyo, esos picos la habrían alcanzado. Miró al espíritu con incredulidad, incapaz de comprender por qué estaba siendo atacada.

Taiyo: Oye, ¿qué te hizo Yuki para que la atacaras? -exclamó Taiyo, sin poder ocultar su molestia. Aunque sabía que no obtendría respuesta, no podía evitar expresar su frustración.

Sin embargo, el Yuki Onna parecía completamente indiferente a sus palabras. Sus ojos se entrecerraron y, sin previo aviso, lanzó una nueva serie de estacas de hielo hacia ellos. Taiyo tomó la mano de Yuki, y ambos comenzaron a correr, esquivando los ataques del espíritu que parecía empeñada en alcanzarlos.

Yuki: ¿Qué hacemos? -preguntó mirando a Taiyo con el rostro pálido de miedo mientras corrían por la orilla helada del lago.

Taiyo: ¡Sigue corriendo! -respondió Taiyo, sus ojos escaneando frenéticamente el área en busca de una salida. Sabía que no podía transformarse con Yuki a su lado; si ella descubría el reloj, toda su identidad como un ser alienígena se vería comprometida. Además, no estaba seguro de cómo reaccionaría si supiera la verdad.

En ese momento, una gran columna de hielo emergió de la tierra frente a ellos, cortándoles el paso. Yuki gritó, y Taiyo la apartó hacia un lado, esquivando por poco el impacto. Ambos cayeron al suelo, jadeantes, con el frío envolviéndolos y la presencia del Yuki Onna acercándose cada vez más.

Taiyo apretó la mano de Yuki con fuerza, su mente buscando desesperadamente una solución. El espíritu avanzaba hacia ellos, cada paso que daba congelaba el suelo bajo sus pies, y su aura helada parecía sofocar cualquier intento de escape.

Taiyo: Yuki, escucha -murmuró Taiyo, mirándola a los ojos con seriedad-. Cuando te dé la señal, quiero que corras hacia el bosque, ¿entiendes? Yo la distraeré.

Yuki lo miró, todavía aterrada, pero asintió. Sabía que Taiyo estaba tratando de protegerla, y aunque la idea de dejarlo solo la llenaba de inquietud, confiaba en él.

Ambos se pusieron de pie, y Taiyo lanzó una última mirada al Yuki Onna, quien parecía lista para lanzar otro ataque. La batalla entre ellos y el espíritu estaba a punto de llegar a su punto más crítico, y Taiyo sabía que debía actuar rápido para proteger a Yuki, sin revelar su verdadera identidad.

Taiyo observó a Yuki y, con una voz firme, le dijo.

Taiyo: ¡Corre, Yuki! No te preocupes, yo estaré bien.

Yuki lo miró, dudosa, su corazón latiendo con fuerza. Se sentía culpable; si no lo hubiera arrastrado a esta situación, él no estaría en peligro. Este era el tipo de problemas que siempre la alejaban de las personas, la razón por la que nunca había tenido amigos de verdad. Pero ahora, su cuerpo comenzaba a entumecerse. Una capa de escarcha se extendía lentamente sobre sus brazos y piernas, atrapándola en su lugar.

Taiyo: Maldición... -murmuró chasqueando la lengua mientras veía cómo el Yuki Onna se acercaba peligrosamente. Sus ojos, fríos como el invierno, se enfocaron en él primero, pero luego desviaron su mirada hacia Yuki, como si la estuviera evaluando.

La parálisis por el frío había atrapado a ambos, y Taiyo sabía que el tiempo se agotaba. No podía quedarse quieto y ver cómo Yuki era herida, pero eso significaría revelar su identidad. Su vida secreta y sus poderes podrían ponerse en riesgo, pero ante la idea de perder a alguien inocente, tomó una decisión.

Con gran esfuerzo, levantó la mano y tocó el Omnitrix en su muñeca. En un destello de luz verde, su cuerpo se transformó, adoptando la figura de una silueta clásica: un alienígena de fuego.

Yuki, todavía atrapada en el hielo, observó horrorizada cómo el Yuki Onna se le acercaba. La presencia del espíritu era sofocante, y cuando vio que su boca se abría lentamente, pareciendo dispuesta a devorarla, cerró los ojos, resignada a su destino. Pero antes de que el frío la reclamara por completo, un destello de luz llenó el lugar, envolviéndolo todo en un resplandor ardiente.

??: ¡FUEGO! -rugió una voz desconocida, poderosa y llena de energía.

El Yuki Onna, sorprendida, cubrió sus ojos ante el repentino brillo. En cuanto logró abrirlos, lo único que vio fue una enorme bola de fuego que se dirigía hacia ella. La energía ardiente impactó directamente, haciendo retroceder al espíritu con un chillido escalofriante mientras el calor empezaba a derretir la escarcha y el hielo que había creado a su alrededor.

Yuki abrió los ojos, aún sorprendida, y observó a la figura envuelta en llamas que había aparecido entre ella y el Yuki Onna. Apenas podía comprender lo que estaba viendo, pero una sensación de alivio la invadió. El ser en llamas, que no era otro que Taiyo en su forma alienígena, se mantuvo firme entre ambos, listo para protegerla a toda costa.

La batalla no había terminado, pero ahora Yuki tenía un aliado inesperado.

Fuego se acercó a Yuki, que lo miraba con una mezcla de sorpresa e incredulidad. Ella, aún temblando y con restos de escarcha en su cuerpo, logró formular la pregunta que le rondaba en la mente:

-¿Taiyo... eres tú?

Fuego asintió, tomándose un segundo antes de responder. -Sí, Yuki... soy yo. -Con una expresión seria pero cálida, extendió su mano cerca de ella, generando un calor lo suficientemente fuerte como para derretir el hielo sin tocarla directamente-. Sé que esto es... difícil de entender. Probablemente tengas muchas preguntas o incluso te sientas extraña conmigo ahora. Pero no soy un monstruo... solo...

Antes de que pudiera terminar, un repentino pilar de hielo lo golpeó desde un costado, lanzándolo varios metros hacia atrás. Yuki dio un pequeño grito de alarma al ver cómo su salvador era empujado brutalmente. La mirada de Yuki Onna, fría y llena de resentimiento, se clavó en el Pyronita, que ahora intentaba levantarse del suelo, claramente adolorido.

Fuego se reincorporó, respirando hondo mientras su cuerpo de lava chisporroteaba.

Fuego: Así que... eso es todo, ¿verdad? -murmuró para sí mismo, mirando a la Yuki Onna con determinación. Luego, gritó hacia ella-. ¡No dejaré que lastimes a nadie más!

Yuki, aún conmovida por el sacrificio de Taiyo y aturdida por la situación, se armó de valor y levantó la voz hacia el espíritu.

Yuki: ¡Por favor, detente! ¡No queremos hacerte daño! -exclamó, esperando que sus palabras pudieran llegarle de alguna forma.

La Yuki Onna la observó con una mezcla de furia y desdén, pero por un breve instante, su expresión se suavizó. Parecía dudar, como si recordara algún sentimiento olvidado o reprimido. Sin embargo, esa duda duró solo un segundo antes de que su mirada se endureciera nuevamente, y levantara sus manos, preparándose para lanzar otra ráfaga helada.

Sin perder tiempo, Fuego se lanzó hacia adelante, lanzando una pequeña llamarada para interceptar el ataque del espíritu, generando una explosión de vapor cuando el hielo y el fuego colisionaron. La niebla creada envolvió la zona, dificultando la visión para ambos lados.

Fuego: Yuki, ¡corre hacia los árboles! -le gritó Fuego, sin apartar la vista de su oponente.

Yuki asintió, retrocediendo poco a poco, aunque sus ojos no se apartaban de Taiyo. Sabía que él estaba arriesgándolo todo por protegerla, y en su interior crecía un sentimiento de gratitud y respeto que nunca antes había experimentado.

El Pyronita se quedó solo frente a la Yuki Onna, preparándose para el próximo ataque, con una mezcla de miedo y determinación en sus ojos. Sabía que debía ser cuidadoso, no solo para mantener su identidad, sino también para proteger a Yuki de cualquier daño colateral.

Fuego: Muy bien damisela, me daría el honor de baila con usted- mencionó solo para derritir estaca de hielo- eso tomaré como un si.

Fuego se impulsó hacia adelante, sus llamas estallando con un brillo intenso mientras cargaba directo hacia la Yuki Onna. Ella levantó una barrera de hielo en forma de glaciar, pero él apenas titubeó, lanzándose con todo su poder y perforando el glaciar hasta desintegrarlo en mil pedazos.

Sin perder el ritmo, Fuego se acercó rápidamente a la Yuki Onna, extendiendo su puño envuelto en llamas.

Fuego: ¡Toma esto! -exclamó, y el impacto fue brutal. La fuerza del golpe la lanzó hacia atrás, pero él no tenía intención de darle tregua. Con una velocidad impresionante, Fuego la siguió, adelantándose a su trayectoria.

Cuando la Yuki Onna aún estaba en el aire, Fuego se posicionó debajo de ella, calculando el momento perfecto. Justo cuando ella descendía, él lanzó una poderosa patada en su espalda, enviándola aún más alto. El Pyronita usó esa oportunidad para impulsarse una vez más hacia arriba, elevándose por encima de ella en el aire.

Fuego: ¡Esto termina ahora! -gritó, levantando ambos puños por encima de su cabeza y propinándole un golpe de martillo. El impacto envió a la Yuki Onna en picada directa al suelo, creando un cráter de hielo y nieve alrededor de ella al aterrizar con un sonido ensordecedor.

Mientras descendía lentamente, Fuego observó a la Yuki Onna en el cráter, esperando que esto hubiera sido suficiente para detenerla. Sin embargo, para su sorpresa, la figura del espíritu se incorporó lentamente, rodeada de un aura helada aún más intensa que antes. Su mirada seguía siendo aterradora, ahora cargada de una furia glacial que hacía temblar el mismo aire.

Fuego: No me rendiré -murmuró encendiendo sus llamas aún más, su determinación ardiendo a la par con su fuego-. ¡Si quieres seguir, aquí estaré hasta el final!

Yuki corría entre los árboles, sus pasos apresurados y su respiración entrecortada mientras las explosiones retumbaban a la distancia. Cada estallido iluminaba el cielo por un segundo, como un recordatorio constante de la feroz batalla que Taiyo estaba librando. Aún en medio del pánico, su mente se llenaba de pensamientos amargos y recuerdos de la soledad que siempre la había seguido.

-Siempre es lo mismo... -murmuró, sintiendo el peso de cada decepción pasada. Bajó la mirada, casi tropezando con las raíces sobresalientes mientras una sensación de culpa y tristeza la llenaba-. Siempre que intento acercarme a alguien, algo malo pasa. Y esta vez, por mi culpa, Taiyo está en peligro.

La idea de perderlo, de que él también se alejara después de esto, la llenó de un dolor inesperado. Mirando en dirección a las explosiones, se sintió atrapada entre el miedo y un impulso desconocido.

-Yo solo... quería tener un amigo, -murmuró con voz temblorosa-, alguien que me escuchara y entendiera, incluso alguien como los espíritus. No quería hacerle daño a nadie...

Pero ahora, ahí estaba Taiyo, luchando con todas sus fuerzas, transformado en un ser hecho de fuego y roca, enfrentándose a un espíritu antiguo solo para protegerla. Ese acto la sobrecogió. Recordó su mirada, la sonrisa que le había dado antes de decirle que corriera. Esa era la primera vez que alguien hacía tanto por ella sin esperar nada a cambio, y esa idea la llenó de un sentimiento de gratitud y determinación.

Yuki se detuvo en seco, apretando los puños con fuerza mientras las explosiones continuaban iluminando el bosque.

Yuki: No... no puedo dejarlo solo. Es mi amigo, y no puedo abandonarlo ahora.

Respirando hondo, Yuki giró en dirección a la batalla, sus pasos rápidos pero firmes mientras volvía hacia donde estaba Taiyo.

Fuego que estaba volando lanzado varias bolas de fuego cosa que la espíritu bloqueaba con paredes de hielo, pero era inútil ya que aquel fuego era más potente que de uno normal.

Fuego: muy bien es hora de acaba con esto

Lanzado múltiples ráfaga de fuego pero no iba a yuki onna, iba a suelo congelado donde a momento de impacta elevó una gran cantidad de vapor cosa que la espíritu no supo en donde atacar.

Fuego: Golpe de meteoro!!!

A escucha eso miró hacia arriba lo único que vio fue múltiple bolas de fuego que impactado de lleno contra ella para ver cómo una bola de fuego aún más grande impacto en ella generado una gran explosión, generado una nube de humo.

Fuego descendía lentamente, su silueta envuelta en ligeras llamas que chisporroteaban mientras tocaba el suelo cerca del cráter. El aire estaba impregnado de vapor, y el suelo, antes congelado, se derretía en pequeños charcos de agua que reflejaban las brasas de sus ataques. Observó a Yuki Onna, debilitada y agotada en el fondo del cráter, su respiración agitada y su mirada, aunque aún desafiante, mostraba un cansancio palpable.

Fuego: Te lo advertí, -dijo con firmeza mientras se acercaba-. No tienes por qué hacer esto, solo queremos respuestas. No tienes por qué atacar a los humanos, ni a nadie.

La Yuki Onna alzó la vista, y aunque parecía vulnerable, su mirada mantenía una fría determinación. Apenas pudo susurrar, pero sus palabras se oyeron claras:

Y.O: Ustedes... los humanos... invaden mi hogar, profanan mi paz... No puedo permitirlo.

Fuego suspiró, bajando la guardia un poco mientras sus llamas parecían disminuir en intensidad. Entendía un poco la frustración de Yuki Onna, pero también sabía que esto no podía terminar en una guerra eterna entre su mundo y el de los espíritus. Extendió una mano hacia ella, su fuego controlado para que no le quemara, como una señal de tregua.

Fuego: No todos los humanos son así, -dijo con calma-. Hay quienes te respetan y desean entenderte, como Yuki. Ella... ella solo quiere ser tu amiga, y quería conocerte porque ha sentido esa soledad que tú también sientes.

Yuki Onna observó la mano extendida de Fuego y luego desvió la mirada, aún tensa. Sus facciones parecían suavizarse mientras consideraba sus palabras, y el hielo que la rodeaba comenzó a derretirse lentamente. A pesar de la debilidad que sentía, una ligera chispa de comprensión cruzó su rostro.

Y.O: Amistad... -murmuró, como si la palabra le resultara extraña, y luego miró a Fuego, con un atisbo de tristeza-. ¿Crees que, realmente, alguien podría querer ser amiga de un ser como yo?

Fuego asintió, seguro de sus palabras.

Fuego: Yuki está aquí porque cree eso. Yo también creo que es posible, pero todo depende de si estás dispuesta a dar una oportunidad.

En ese momento, el sonido de ramas rompiéndose se escuchó a lo lejos. Yuki, quien había regresado, se acercó al cráter, mirando la escena con ojos llenos de esperanza y determinación. Aún con el miedo latente, dio unos pasos hacia la Yuki Onna y habló con voz temblorosa, pero sincera.

Yuki: Yo... sé lo que es estar sola, -dijo acercandose-. No quiero que estés sola. Si... si me dejas, me gustaría conocerte, ser tu amiga.

La espíritu no podría creer lo que escuchaba esa humana, estaba dispuesto a ser una amiga, no sabia que decir en eso momento.

Fuego corrió hacia Yuki, aterrorizado al ver la herida en su estómago, tratando de sostenerla suavemente mientras su respiración era apenas un susurro. El brillo en los ojos de Yuki Onna se apagó, sustituyéndose por una expresión de furia al reconocer al yokai que había causado este ataque.

Y.O: ¡Kasha! -murmuró con una mezcla de ira y desesperación en la voz-. ¿Por qué...? ¿Qué quieres aquí?

A la distancia, el yokai de fuego, Kasha, permanecía inmóvil, con una sonrisa cruel. Su figura parecía emerger de las sombras del bosque, sus ojos llameantes y su cuerpo envuelto en un aura de fuego, que absorbía la luz a su alrededor.

Kasha: Los humanos deben aprender a no meterse en los asuntos de los yokai -dijo su voz goteando desprecio-. Esa humana no tenía derecho a acercarse a ti, Yuki Onna. Y menos a formar algún lazo. Los lazos solo nos debilitan.

Fuego apretó los dientes y miró a Yuki, quien apenas lograba mantenerse consciente. Colocó una mano con cuidado cerca de su herida, intentando proporcionarle algo de calor, desesperado por estabilizarla, aunque sabía que necesitaban ayuda médica urgente.

Fuego: ¡¿Qué clase de monstruo hace esto?! -gritó hacia Kasha, sus llamas intensificándose, preparándose para luchar de nuevo.

Yuki Onna se colocó al lado de Fuego, reuniendo el poco poder que le quedaba. Su mirada se dirigió hacia Kasha, con una determinación fría y letal.

Y.O: No tienes derecho a decidir quién puede acercarse a mí, Kasha. Ya no tienes poder sobre mi soledad ni sobre quiénes quiero a mi lado. Si debo defender a esta humana para mantener mi paz, así será.

Kasha soltó una risa burlona y cargó contra ellos, lanzando esferas de fuego oscuro que caían en su dirección como meteoros. Fuego esquivó, lanzando ráfagas de llamas hacia las bolas de fuego oscuro para desintegrarlas, mientras Yuki Onna creaba escudos de hielo que se derretían al contacto pero lograban ralentizar los ataques de Kasha.

Fuego miró a Yuki Onna, sabiendo que necesitarían trabajar juntos si querían vencer a Kasha y salvar a Yuki.

Fuego: ¿Podrás aguantar? -preguntó con voz firme.

Y.O: Por ella, sí. -respondió lanzando una última mirada decidida a Yuki, quien les observaba con una mezcla de dolor y esperanza-. Vamos a detener a este monstruo juntos.

Ambos se lanzaron al combate, una alianza entre hielo y fuego en una batalla para salvar a quien, por primera vez, había mostrado compasión y amistad hacia un espíritu.

Continuará....

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