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Algo inesperado

El viento soplaba en el parque desierto, arrastrando hojas y polvo mientras la atmósfera se cargaba de tensión. Okarun, de pie entre las sombras, observaba al Yautja con una mirada que destilaba melancolía y cansancio. Su cuerpo, ahora de un tono gris claro con líneas rojas en los bordes, irradiaba un aura distinta. Su flequillo, separado en mechones laterales, dejaba al descubierto una frente que parecía marcada por la experiencia y el dolor.

El Yautja, aún recuperándose del impacto anterior, giró su casco hacia Okarun, analizando la nueva amenaza. Apretó su lanza, activando un campo eléctrico que chisporroteaba con energía.

Okarun: No voy a permitir que sigas lastimando a mis amigos —dijo con voz calmada, aunque cargada de un peso emocional que resonaba en cada palabra.

El manto que rodeaba su cuerpo se agitó como si tuviera vida propia, y el bordado de dientes gruesos y afilados en su cuello se abrió ligeramente, mostrando una amenaza latente. Okarun respiró profundamente, y sus ojos rojos centellearon con un brillo sombrío.

Okarun: Prepárate, cazador. Este es tu límite.

El Yautja rugió, cargando hacia él con velocidad inhumana. Pero antes de que pudiera alcanzar a Okarun, este levantó una mano, y de su manto brotaron filamentos de energía roja que interceptaron el ataque, creando un escudo momentáneo.

El impacto resonó en el aire, pero Okarun permaneció firme, su expresión imperturbable. Con un movimiento fluido, el manto se abrió por completo, liberando una ráfaga de energía que obligó al Yautja a retroceder.

Okarun: Tu tecnología es impresionante, pero... —Se inclinó hacia adelante, desapareciendo de la vista por un instante.

El Yautja apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Okarun apareció detrás de él, moviéndose con una velocidad sobrenatural. Con un golpe certero, utilizó los bordes de su manto como si fueran cuchillas, cortando a través del blindaje del cazador y dejando un surco brillante en su torso.

El Yautja rugió de dolor, girándose rápidamente para contraatacar con su lanza. Esta vez, Okarun no se defendió; en su lugar, el bordado de dientes en su cuello se abrió por completo, revelando una boca voraz que atrapó la lanza y la desintegró en un instante.

Okarun: No eres el único que sabe cómo cazar —dijo su voz ahora más profunda, casi inhumana.

El Yautja, ahora desarmado, retrocedió un paso, analizando cuidadosamente a su oponente. Pero Okarun no le dio tiempo para planear su próximo movimiento. Con un gesto de su mano, las líneas rojas en su cuerpo brillaron intensamente, y una serie de proyectiles energéticos se materializaron alrededor de él.

Okarun: Esto termina aquí —sentenció, lanzando los proyectiles hacia el Yautja en una lluvia devastadora de energía.

El cazador demostrando por qué de decía así se movía agilmente evadiendo cada uno de los ataque de okarun como si nada a pesar de perder su armas era muy fuerte.

El aire en el parque era denso, cargado de tensión mientras Okarun, usando la velocidad de la Turbo Abuela, se movía como un borrón, sus pasos apenas perceptibles para el ojo humano. Su figura zigzagueaba alrededor del Yautja, buscando un punto ciego, un instante de vulnerabilidad. Pero el cazador no mostraba señales de desconcierto.

Okarun lanzó un golpe rápido, directo al torso del Yautja. Antes de que pudiera impactar, el cazador levantó su brazo derecho hacia un costado con precisión calculada, interceptando el movimiento de Okarun con un golpe devastador. El impacto lo envió rodando por el suelo, deteniéndose varios metros más allá.

Mono: ¡Okarun! —gritó con preocupación, sus ojos llenos de angustia mientras luchaba contra las ataduras invisibles que la mantenían inmóvil.

Okarun se levantó lentamente, limpiándose la sangre de la comisura de los labios mientras observaba al Yautja acercarse.

Okarun: Rayos... incluso moviéndome más rápido no sirvió de nada. Fue capaz de predecir cada uno de mis movimientos —dijo, su tono frustrado pero determinado.

El Yautja, con pasos firmes, desató un arma de su brazo: unas garras retráctiles que brillaban con un filo mortal. Sus ojos se fijaron en Okarun, quien apenas podía mantenerse de pie.

Antes de que el cazador pudiera atacar, un estruendo ensordecedor llenó el aire. Una onda sónica lo impactó directamente, enviándolo varios metros hacia atrás. La fuerza del golpe levantó una nube de polvo que cubrió la escena por un instante.

Cuando el polvo se disipó, la figura de Taiyo se hizo visible, convertido en Echo Echo, su forma blanca y azul brillante emanando energía.

EcoEco: No te atrevas a tocar a mis amigos —declaró su voz resonando con una intensidad amplificada mientras múltiples copias de sí mismo comenzaban a materializarse a su alrededor, listas para el enfrentamiento.

El Yautja apenas tuvo tiempo de procesar el impacto antes de ser lanzado hacia atrás por una poderosa onda sónica que reverberó en el aire, partiendo ramas y agrietando el suelo. De pie, donde antes estaba Okarun, apareció Taiyo, ahora convertido en Echo Echo, su forma alienígena reflejando una presencia imponente.

Okarun: ¡Taiyo! —exclamó desde el suelo, limpiando la sangre que corría por la comisura de su boca tras el golpe previo.

Momo, aunque seguía inmovilizada, dejó escapar un suspiro de alivio al ver que Taiyo había intervenido. Sin embargo, el peligro no había terminado.

El Yautja se incorporó rápidamente, sus movimientos fluidos y calculados. Sus garras retráctiles brillaban con un tono metálico amenazador mientras levantaba la cabeza para estudiar a su nuevo oponente. El alienígena cazador no subestimaba a nadie y rápidamente ajustó su postura de combate.

EcoEco: Déjame decirte algo, cazador —dijo su voz reverberando como si proviniera de múltiples fuentes a la vez—: Puedes ser fuerte, pero no puedes con la fuerza del sonido.

Eco eco con su clones abriendo la boca donde comenzó a generar un estruendo ensordecedor. Múltiples réplicas de Echo Echo se materializaron alrededor del Yautja, cada una con la misma actitud desafiante. El Yautja miró a su alrededor, midiendo a cada clon con sus sensores, intentando identificar al verdadero.

Ecoeco: ¡No puedes escapar de esto! —gritó uno de los clones mientras todos al unísono lanzaban una nueva onda sónica, creando una explosión de energía que sacudió todo el parque.

El Yautja fue lanzado nuevamente, pero esta vez logró estabilizarse en el aire con un salto acrobático, aterrizando en una posición defensiva. Sin embargo, su máscara estaba agrietada, y un leve siseo salió de su respirador. El ataque había comenzado a desgastar sus defensas.

Okarun, aún recuperándose, observó el enfrentamiento con asombro.

Okarun: Es impresionante... Taiyo ha aprendido a usar esa forma con eficacia, pero...

El Yautja reaccionó rápidamente, activando un pequeño dispositivo en su muñeca. De inmediato, un pulso electromagnético se expandió, desintegrando las réplicas de Echo Echo y dejando solo al Taiyo original.

Ecoeco: ¡No puede ser! —exclamó al sentir cómo sus clones desaparecían uno tras otro.

El Yautja aprovechó la distracción y se lanzó hacia Taiyo, sus garras retráctiles preparadas para un ataque letal. Pero antes de que pudiera alcanzarlo, Taiyo golpeó el suelo con ambas manos, liberando una onda sónica dirigida que desvió al cazador en el último momento.

Ecoeco: ¡Okarun, necesito tiempo! —gritó Taiyo, mirando a su amigo.

Okarun asintió, poniéndose de pie con esfuerzo.

Okarun: Entendido. Solo mantén la distancia.

El Yautja, frustrado pero implacable, se giró hacia Taiyo. Sin embargo, Okarun apareció frente a él, aprovechando su velocidad de la Turbo Abuela. A pesar de saber que el cazador podía predecir sus movimientos, Okarun se lanzó con una serie de fintas y golpes veloces, distrayéndolo lo suficiente para que Taiyo pudiera preparar su próximo ataque.

Taiyo: ¡Este es nuestro momento!.

El parque era un campo de caos. Echo Echo se multiplicaba sin cesar, rodeando al Yautja en un torbellino de clones idénticos. Cada uno de ellos lanzaba ráfagas sónicas, creando una cacofonía ensordecedora que desorientaba al cazador. Sin embargo, el Yautja, con su experiencia como cazador supremo, mantenía la calma, buscando un punto débil entre los movimientos coordinados de los clones.

En un instante, el Yautja giró y lanzó un golpe con su brazo, dispersando a varios clones con un movimiento brusco. Pero antes de que pudiera recuperarse, Okarun apareció a toda velocidad detrás de él, ejecutando una patada doble en la espalda que lo hizo tambalearse hacia adelante.

El Yautja se incorporó rápidamente, sus instintos afilados detectando a Okarun y a los clones de Echo Echo que se alineaban a su lado, avanzando en formación. Con un movimiento veloz, el Yautja sacó una red tecnológica de su arsenal, que se expandió en el aire y atrapó a Okarun en un abrir y cerrar de ojos.

Algunos clones de Echo Echo dejaron de atacar al Yautja para liberar a Okarun, mientras el resto continuaba lanzando ráfagas sónicas desde diferentes ángulos para distraerlo. Pero el Yautja no era presa fácil. Con precisión letal, contraatacó: Un dispositivo congelante activado desde su brazo atrapó a uno de los clones en un bloque de hielo. Una ráfaga de fuego incineró a otro, desapareciendo en el acto. Otro clon fue electrocutado por una descarga emitida desde un arma oculta.
Un cuarto clon fue cortado con las garras retráctiles del Yautja, desvaneciéndose en un destello de luz.

Desde su posición inmóvil, Hikari y Hana observaban con horror cómo los clones eran eliminados uno por uno. Aunque sabían que no eran más que duplicados de Taiyo, el impacto emocional era innegable.

Finalmente, el verdadero Echo Echo fue atrapado por el Yautja, quien lo levantó con facilidad y lo azotó brutalmente contra el suelo. Desde su hombro, un cañón de plasma emergió, apuntando directamente al real, listo para disparar.

En el último segundo, Okarun, habiendo escapado de la red con la ayuda de los clones, cargó hacia el Yautja con todas sus fuerzas y lo impactó con un golpe que lo envió volando varios metros.

Okarun: ¡No te atrevas a subestimar a mis amigos! —exclamó jadeando mientras observaba al Yautja levantarse lentamente en la distancia, su mirada llena de determinación.

Taiyo, de vuelta a su forma humana, observaba el combate desde el suelo, con el pecho subiendo y bajando con dificultad por el esfuerzo. Su rostro estaba marcado por una mezcla de preocupación y frustración al ver cómo Okarun, a pesar de su velocidad y poder, apenas lograba mantenerse frente al Yautja.

El cazador alienígena se movía con una precisión aterradora, como si cada ataque de Okarun ya hubiera sido predicho antes de ejecutarse. Con un golpe calculado, bloqueó una patada de Okarun, giró sobre su eje y lo lanzó al suelo con una llave precisa. Okarun se levantó de inmediato, pero el Yautja lo persiguió con la misma determinación fría, obligándolo a retroceder.

Taiyo: Es inútil... —murmuró apretando los puños. Su mente trabajaba a toda velocidad mientras evaluaba la situación. Sabía lo que enfrentaban. Sabía que un Yautja no era cualquier enemigo. Eran cazadores élite, entrenados para adaptarse y superar cualquier obstáculo. Si habían encontrado una debilidad en Eco Eco, no había duda de que harían lo mismo con cualquier táctica repetitiva.

Hikari, aún inmóvil pero consciente, notó la expresión sombría de Taiyo.

Hikari: ¿Qué quieres decir? —preguntó, aunque su voz temblaba por el miedo.

Taiyo: Los Yautja son expertos cazadores —explicó su voz cargada de impotencia—. Estudian a sus presas. Analizan cada movimiento, cada debilidad... No importa qué tan rápido o fuerte seas, ellos siempre encontrarán la forma de contrarrestarte. Por eso... —hizo una pausa, mirando fijamente el combate—, Okarun está teniendo problemas.

En ese momento, Okarun intentó un ataque directo, corriendo a toda velocidad para golpear al Yautja con un puñetazo cargado. Pero el cazador, con una calma inquietante, se inclinó hacia un lado, atrapó su brazo y lo inmovilizó en una llave, presionándolo hasta que Okarun soltó un grito de dolor.

Momo: ¡Okarun! —gritó sus ojos llenos de desesperación.

Taiyo apretó los dientes y se levantó tambaleándose, a pesar del dolor en su cuerpo. No podía quedarse de brazos cruzados mientras su amigo luchaba solo.

Taiyo:(Si no podemos encontrar una debilidad en él...)- pensó-(...entonces necesitamos cambiar el juego)

Mientras el Yautja mantenía a Okarun inmovilizado, Taiyo comenzó a manipular el Omnitrix, buscando algo que pudiera darles una ventaja.

Taiyo:(No puedo usar Eco Eco de nuevo. Ya entendió cómo contrarrestarlo)- pensó. Sus dedos temblaban mientras revisaba las opciones, pero su determinación no flaqueaba.

La presión del momento era abrumadora, pero Taiyo sabía que no podía permitirse más errores. Mientras el Yautja se enfocaba en Okarun, quien apenas lograba mantenerse en pie, Taiyo comenzó a manipular su reloj desesperadamente, su mirada fija en una figura específica que había identificado en el Omnitrix.

Taiyo: Espero que esto funcione... —murmuró, apretando los dientes mientras presionaba el símbolo.

Una luz verde intensa se desató, iluminando todo el campo. El Yautja, Okarun, y las chicas inmovilizadas dirigieron su atención hacia Taiyo. La transformación tomó solo unos segundos, pero el cambio fue impactante. En lugar de Taiyo, ahora se alzaba un ser robótico, con una estructura imponente de metal pulido, engranajes visibles y partes móviles que parecían piezas de un automóvil. Su torso tenía un parabrisas fracturado, y sus brazos terminaban en poderosas manos mecánicas con destellos de energía corriendo por ellas.

Los ojos de la nueva figura brillaban con un azul intenso, y un emblema metálico en su pecho recordaba a los Autobots. Taiyo, ahora en esta nueva forma, flexionó sus extremidades, ajustándose rápidamente a las nuevas capacidades de su cuerpo.

Okarun: ¡Taiyo! ¿Qué... qué eres ahora? —preguntó con dificultad, aún procesando lo que veía.

??: Un Autobot... —respondió con una voz profunda y resonante, su tono cargado de determinación. Miró directamente al Yautja, que ahora analizaba su nueva forma con un interés renovado.

El Yautja ajustó un dispositivo en su muñeca, emitiendo un zumbido mecánico mientras desplegaba una lanza de energía más grande. Su casco proyectó símbolos que Taiyo interpretó como un análisis en tiempo real de su estructura robótica.

??: No me importa cuán experto seas —dijo Taiyo mientras su brazo derecho se transformaba en un cañón de energía—. No permitiré que lastimes a mis amigos.

Con un rugido metálico, Taiyo cargó hacia el Yautja, sus pasos haciendo temblar el suelo mientras activaba una serie de proyectiles que dispararon hacia el cazador. El Yautja reaccionó rápidamente, bloqueando algunos con su lanza y esquivando otros con movimientos ágiles, pero la potencia del ataque lo obligó a retroceder.

En un movimiento rápido, Taiyo transformó su brazo izquierdo en un escudo, bloqueando un disparo láser del Yautja, y luego aprovechó la apertura para embestirlo con fuerza. La colisión envió al cazador varios metros atrás, estrellándolo contra un árbol.

??: ¡Momo! ¡Hana! ¡Hikari! ¿Están bien? —preguntó  girando ligeramente su torso hacia las chicas atrapadas.

Momo: ¡Sigue luchando, Taiyo! ¡Nosotras estaremos bien! —respondió Momo, aunque su preocupación por él era evidente.

El Yautja se levantó lentamente, su casco dañado y su lanza fracturada, pero su postura seguía firme, sus ojos ocultos brillando con desafío.

??: Esto no ha terminado... —susurró para sí mismo mientras su cuerpo metálico emitía un leve zumbido de energía acumulándose para el próximo asalto. La batalla entre el Autobot y el cazador intergaláctico estaba lejos de terminar, y ambos sabían que el siguiente movimiento sería crucial.

El combate se intensificaba a cada segundo, con Taiyo en su forma de Autobot igualando las habilidades del Yautja en una pelea que parecía interminable. El cazador intergaláctico, frustrado por no poder tomar ventaja, liberó sus garras retráctiles, las cuales brillaban con un tono rojizo, listas para atravesar el metal. Sin embargo, Taiyo reaccionó rápidamente, sus brazos transformándose en sierras mecánicas que bloquearon las garras en un choque de chispas y fuerza bruta.

??: ¡No te dejaré ganar! —gruñó su voz resonante amplificada por su estructura metálica mientras sus sierras giraban a toda velocidad, empujando al Yautja hacia atrás.

Mientras tanto, Okarun intentaba incorporarse, con el cuerpo aún tembloroso tras haber agotado el poder de la Turbo Abuela. Observaba la pelea con preocupación, sintiéndose impotente al ver cómo Taiyo enfrentaba al Yautja casi en solitario. Pero entonces, algo extraño sucedió.

El Yautja, en un movimiento astuto, lanzó un pequeño dispositivo magnético que se adherió al torso de Taiyo. En cuestión de segundos, piezas metálicas del entorno, como postes, señales y restos de automóviles abandonados, comenzaron a volar hacia Taiyo, golpeándolo sin piedad. Taiyo intentaba moverse, pero el peso y la distracción lo estaban frenando.

Okarun: ¡Taiyo! —gritó notando que el Yautja aprovechaba la situación para moverse en sigilo, con sus garras listas para un ataque letal.

Okarun, desesperado, buscó algo con lo que ayudar. Sus manos tocaron un trozo de metal en el suelo, y de repente sintió un extraño hormigueo recorrer su cuerpo. Sus ojos se abrieron de par en par mientras su piel comenzaba a endurecerse y cubrirse de una capa metálica que se extendió rápidamente, formando una especie de armadura natural.

Okarun: ¿Qué... qué es esto? —se preguntó, sorprendido por su transformación.

El Yautja, ahora a pocos metros de Taiyo, levantó su brazo para el golpe final. Pero antes de que pudiera atacar, un sonido metálico resonó en el aire. El Yautja se detuvo y miró hacia abajo, encontrando una mano de metal sujetando su muñeca.

Okarun: ¡Ni lo pienses! —exclamó usando toda su fuerza para detener el ataque.

Las chicas, aún atrapadas, observaban con asombro cómo Okarun, ahora completamente cubierto de metal, se enfrentaba al cazador.

Momo: ¿Okarun? —murmuró incapaz de creer lo que veía.

Taiyo estaba en completo shock a ver a okarun siendo un ser de metal pero solo había un alien que podría absorber la energía o la materia.

??:( Me tienes que esta jodiendo que en este mundo hay)- pero no debía de pensar en eso ahora estaba en pelea , aprovechando el momento, se liberó del magnetismo transformando su brazo en un potente cañón de energía —¡Gracias, Okarun! ¡Es mi turno!

El cañón brilló intensamente antes de disparar una ráfaga de energía que impactó directamente en el Yautja, enviándolo a volar varios metros hasta estrellarse contra un árbol, dejando un cráter en el impacto.

Okarun retrocedió, su respiración pesada mientras el brillo metálico de su cuerpo comenzaba a apagarse lentamente.

Okarun: Eso fue... algo nuevo... —murmuró, antes de desplomarse de rodillas, agotado por el esfuerzo.

Taiyo corrió hacia él, ayudándolo a levantarse.

??: Hiciste un gran trabajo, Okarun. Me salvaste la vida.

Mientras tanto, el Yautja se levantaba lentamente, tambaleándose pero todavía determinado a luchar, su mirada feroz dirigida hacia Taiyo y Okarun. La batalla aún no había terminado.

El aire estaba cargado de tensión. Taiyo, en su forma de Autobot, se colocó en posición, sus ojos mecánicos brillando intensamente mientras el Yautja, aún tambaleándose por el impacto anterior, ajustaba sus garras retráctiles y activaba su camuflaje. El silencio del campo de batalla era roto únicamente por el chisporroteo de cables y piezas metálicas caídas.

Okarun, aún debilitado, observaba desde el suelo junto a las chicas atrapadas, que mantenían sus ojos fijos en los dos guerreros.

Okarun: Todo se decidirá ahora... —murmuró, sus puños apretados con impotencia.

Taiyo apretó sus sierras y las dejó girar con un zumbido amenazante, mientras su brazo derecho comenzaba a transformarse nuevamente en un cañón cargado con energía pura. Frente a él, el Yautja desactivó su camuflaje por completo, mostrando su imponente figura, como si aceptara el desafío de enfrentarse de frente.

Ambos combatientes se miraron fijamente, midiendo al otro. Luego, como si una señal invisible hubiera sido dada, se lanzaron al ataque.

El Yautja se movió primero, su agilidad sorprendente para alguien de su tamaño. Las garras retráctiles brillaban, listas para cortar cualquier cosa en su camino. Pero Taiyo no se quedó atrás. Con un rugido mecánico, se impulsó hacia adelante, sus ruedas chirriando mientras sus sierras giraban a máxima velocidad.

¡CLANG!

El choque fue ensordecedor. Las sierras de Taiyo bloquearon las garras del Yautja en una lluvia de chispas, mientras ambos luchaban por tomar ventaja. El Yautja retrocedió momentáneamente y giró rápidamente para lanzar un golpe horizontal, pero Taiyo se agachó, esquivándolo por poco y lanzando un contraataque con su cañón.

¡BOOM!

La explosión sacudió el suelo, obligando al Yautja a retroceder varios pasos. Pero no estaba acabado. Activó un dispositivo en su muñeca que liberó una descarga eléctrica, obligando a Taiyo a desactivar temporalmente sus sierras para evitar un cortocircuito.

??: ¡No te dejaré ganar tan fácil! —exclamó cargando hacia adelante nuevamente.

El Yautja esquivó el ataque y, con un salto, aterrizó detrás de Taiyo, lanzando un golpe directo a su espalda. Sin embargo, Taiyo reaccionó rápidamente, girando su torso en un movimiento inesperado y lanzando una ráfaga de energía desde su cañón, golpeando al Yautja en el pecho.

El Yautja cayó de rodillas, jadeando. Pero en un último esfuerzo, sacó una lanza con una hoja brillante que vibraba con energía, y se lanzó hacia Taiyo con todo lo que le quedaba.

Taiyo, viendo la inminente amenaza, reunió todas sus fuerzas y transformó ambos brazos en cañones, cargándolos al máximo.

??: ¡Esto termina ahora!

¡ZAP!

La lanza del Yautja y los cañones de Taiyo chocaron en un destello de luz cegadora. La explosión resultante fue tan poderosa que levantó una nube de polvo y escombros, envolviendo a ambos combatientes.

El silencio reinó por unos momentos mientras todos contenían el aliento. Finalmente, cuando el polvo se disipó, Taiyo se mantenía de pie, aunque visiblemente dañado, con humo saliendo de varias partes de su cuerpo metálico. Frente a él, el Yautja estaba en el suelo, derrotado pero consciente, mirando a Taiyo con una mezcla de respeto y desafío en sus ojos.

??: Has ganado... —murmuró el Yautja en su lengua, antes de desactivar todas sus armas como un gesto de rendición.

Taiyo bajó lentamente sus brazos, su cuerpo volviendo a la normalidad mientras decía.

Taiyo: Esto no es solo una victoria para mí, sino para todos los que protejo.

Mientras las chicas finalmente eran liberadas de sus ataduras y corrían hacia Taiyo, Okarun se levantó con esfuerzo, observando al Yautja que, aunque derrotado, todavía mantenía su dignidad intacta. El conflicto había terminado, pero todos sabían que la batalla sería recordada como una prueba de verdadera fuerza y determinación.

La atmósfera de tensión se disolvió cuando Hikari y Hana corrieron hacia Taiyo, abrazándolo con fuerza.

Hana: ¡Estás bien! —exclamó con alivio, mientras Hikari lo sostenía con lágrimas contenidas.

Hikari: ¡No vuelvas a asustarnos así, idiota! —agregó aunque su tono traicionaba su preocupación genuina.

Por otro lado, Momo no pudo contenerse más y se lanzó hacia Ken, envolviéndolo en un abrazo apretado.

Momo: ¡Pensé que te había pasado algo! —dijo con voz temblorosa, mirando sus ojos con una mezcla de enfado y alivio.

Ken, sorprendido, sintió su rostro enrojecerse.

Okarun: E-Estoy bien… —respondió, rascándose la cabeza.

Sin embargo, la tranquilidad fue interrumpida cuando el Yautja se levantó lentamente, haciendo que todas las chicas retrocedieran instintivamente.

Momo: ¿En serio ni siquiera sabes cuándo rendirte? —dijo con evidente molestia, mientras sus poderes psíquicos se manifestaban a su alrededor, levantando pequeñas rocas y objetos cercanos.

Antes de que pudiera hacer algo, Taiyo extendió su brazo frente a ella.

Taiyo: Tranquila, Momo. Se ha rendido. No tiene sentido atacar ahora. Además, el debe respetar sus tradiciones.

El Yautja miró a Taiyo con un destello de sorpresa en sus ojos. Era raro que un humano entendiera algo sobre el código de honor de su especie. Sin embargo, no dijo nada y se limitó a observarlos con interés.

Sin previo aviso, el Yautja sacó un extraño cubo metálico de su cinturón y lo lanzó hacia Taiyo y Okarun. Ambos lo atraparon instintivamente, pero el movimiento alarmó al grupo.

Hana: ¿Qué es eso? —preguntó nerviosa, mientras Momo fruncía el ceño.

Taiyo observó el objeto con curiosidad. Tenía un diseño alienígena, y en su centro había un pequeño botón.

Taiyo: Supongo que no sabremos hasta que… —presionó el botón sin dudarlo, haciendo que el cubo comenzara a desplegarse y transformarse frente a sus ojos.

En cuestión de segundos, el cubo se convirtió en dos patinetes flotantes, con un diseño futurista que brillaba suavemente. Okarun y Momo abrieron los ojos de par en par de forma casi cómica.

Momo: ¿Es en serio? —dijo con incredulidad, mientras Okarun miraba la patineta como si no pudiera creer lo que veía.

El Yautja se limitó a cruzar los brazos, emitiendo un leve gruñido que, según Taiyo, parecía ser una especie de aprobación.

Taiyo: Parece que nos ha dado un regalo… o tal vez una forma de salir de aquí —dijo  sonriendo levemente mientras se subía a una de las patinetas.

Momo: Esto es ridículo —murmuró pero no pudo evitar una leve sonrisa mientras miraba a Okarun, quien parecía tan desconcertado como todos los demás.

Okarun: Al menos, tiene estilo… —añadió aunque su tono seguía siendo ligeramente avergonzado por los eventos recientes.

En eso el Omnitrix empezó a pitar mientras que de la nada escaneo a Yautja.

[ADN Desbloqueado: Yautja a sido registrado en la base de datos]

Taiyo: Genial un nuevo alien- menciono con una sonrisa- Y pensar que todo eso empezó cuando teníamos que buscar la joya de okarun.

......

.....

.....

....

..

Continuará...

Mi gente espero que de allá gustado además quisiera que comentaran un nombre para el alien Autobot y el Yautja.

Además de que opina ustedes quiere que de llame okarun o que siga siendo Ken para más comodidad de ustedes.

Si si lo se de que de allá darlo a Ken/okarun los poderes de un osmosian fue algo que prontamente a algunos no de Vaya a gustar pero créame que tengo algo en mente para eso, pero se necesita más tiempo.

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