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Jimin no cree en los fantasmas. 🎃🐣💖🥺💗

¿La razón por la que la gente se disfraza en Halloween? Para escapar de los fantasmas. La intención es protegerse en un día donde la raya que separa el más allá de nuestro mundo se rompe por completo, dejando a los muertos vagar libremente por las calles, y también a los malos espíritus, que es justo a quiénes todos quieren evitar.
O bueno... Al menos esa fue la principal razón por la que empezó la festividad que conocemos hoy en día, donde la verdad ahora todos no se disfrazan por ninguna otra razón que no sea tener un poco de diversión.

Pero Park Jimin... A él nunca le ha interesado Halloween. No se confundan, no odia la festividad. No tiene ningún problema con ella. Sólo que jamás ha entendido por qué todos parecen siempre estar tan emocionados por aquel día, cada uno planeando su disfraz desde días, semanas e incluso meses antes. Comprando dulces y decorando casas. ¡Todos hacían de ese día algo muy grande! Cada Halloween era memorable, explosivo. Pero Jimin nunca entendió por qué tanto escándalo. Sentía que la gente ahora se concentraba más en Halloween que la navidad, y él jodidamente era más un chico de navidad. Toda la comida y los regalos ganaban puntos con él, mientras que no veía razón para ir disfrazado de cualquier mierda a pedir dulces de casa en casa.

En conclusión, jamás había hecho nada para Halloween. Siempre se quedaba en casa en pijama y veía pelis de terror que pasaban en la tele hasta la madrugada, porque aunque no amaba demasiado el Halloween, era fanático de las noches de películas de suspenso y horror.

Y mientras él se quedaba en casa disfrutando de dulces para él solito al ver películas en su sofá, siempre sus amigos asistían a alguna fiesta o hacían planes con amigos para llevar disfraces a juego.

Y claro que siempre lo invitaban a unirse, de hecho recibía un montón de invitaciones cuando se acercaba Halloween. Era considerado un chico cool en su instituto, formaba parte del equipo de hockey y todos morían por su sonrisa.

Siempre rechazaba cada invitación a fiestas y reuniones más pequeñas, pero ese Halloween, rechazar sería más complicado de lo que pensaba.

Su mejor amigo estaba más insistente de lo normal, rogándole, pidiéndole y estando encima de él todo el tiempo para que diera una respuesta positiva. No aceptaría un no por respuesta y Jimin lo sabía, Taehyung estaba dispuesto a hacerlo ir a aquella dichosa fiesta de noche de brujas.

— ¡Esta vez será algo muy grande, Jimin! Somi consiguió hacer la puta fiesta en un jodido cementerio abandonado, ¿Puedes creerlo? Es literalmente la mejor manera de pasar Halloween de toda la vida. Tienes que venir. Todos estarán ahí: Namjoon, Seokjin, el equipo, las animadoras y hasta los calladitos del salón que ni sabemos que existen. Vamos, hombre. De lo que te vas a perder si dejas pasar esta oportunidad. Además, tengo una idea para un disfraz en conjunto. — haciéndole pucheros, Taehyung se abrazaba a su brazo mientras le miraba con esos ojos brillantes que le suplicaban sin descanso.

Era bueno haciendo esa maldita cara de perrito regañado. Jimin ya no lo soportaba.

— ¿Bailar sobre personas muertas? No es realmente lo mío. Lo encuentro poco respetuoso. — sacudió a Taehyung lejos, rodando los ojos —. Creo que paso.

Sí, intentaría resistir lo más que pudiera. Taehyung era bueno convenciendo, pero Jimin podía lograr sacárselo de encima.

— ¿Desde cuándo te importa ser respetuoso? Además, si es que vas, hago tus actividades de la clase de arte por todo lo que queda del mes. — lanzó su jugada.

Cuatro meses. — le contestó Jimin, llevando sus ojos a él para dedicarle una sonrisa burlona.

Estaba seguro de que Taehyung no aceptaría algo así. Sólo que se equivocó, porque en cuanto la burla también pintó el rostro de Taehyung, supo que había perdido...

— Está bien, Jimin. Cuatro meses serán. — riéndose emocionado, Taehyung dio un saltito y se lanzó hacia Jimin.

— ¡Pero-...! — se intentó quejar Jimin, pero al ser apresado por los brazos de Taehyung fuertemente, se tragó todas sus palabras.

— ¡Nos vamos a disfrazar juntos! — celebró su mejor amigo, restregando sus mejillas juntas.

Jimin suspiró, no muy animado con la idea. No tenía idea de si podría divertirse.

— No pienso usar un disfraz. No me gustan esas cosas.

— ¡¿Qué?! Todos deben usar uno en Halloween. Es para alejar a los espíritus malos. Lo que pasa es que ahora casi nadie lo sabe, pero los muertos cruzan la frontera hacia acá cada 31 de octubre y la muerte también se pasea libremente por ahí-...

— No creo en fantasmas. — lo detuvo Jimin, saliendo de sus brazos para apresurar su paso hacia la parada de autobuses.

Iban saliendo del instituto, tenía ganas de llegar a casa para darse una ducha y echarse a la cama. Se sentía exhausto y no tenía idea de si en realidad cumpliría con asistir a la fiesta en el cementerio abandonado.

— ¡Ojalá te encuentres con uno para que te comas tus palabras! — chilló Taehyung, persiguiéndolo.

Ninguno de los dos tenía idea de la experiencia que viviría Jimin esa noche.

(...)

31 de octubre, otoño y un clima algo húmedo. Faltaban pocas horas para la gran fiesta que Jeon Somi daría en aquel cementerio abandonado, pero su hermano mayor, Jeon Jungkook, no estaba invitado a aquel evento. Sólo le quedaba observar desde lejos la felicidad de su hermana, porque como siempre, ella no lo tomaría en cuenta para nada. No importaba que compartieran la misma sangre, ella jamás iba a quererlo. Tampoco sus padres iban a quererlo. Si se ponía a pensar... Nunca nadie en su vida lo había querido.

Apenas cumplía sus dieciocho. Era un chico con ansiedad social, jamás abandonaba su casa si no era para visitar aquella biblioteca que siempre estaba silenciosa y sola. Se sentía raro y avergonzado de sí mismo. No tenía amigos, jamás había dado su primer beso, se la pasaba deprimido y hundiéndose en libros para poder olvidar esos sentimientos negativos. Tomaba clases en casa, también. No conocía a ninguno de los amigos de Somi, no tenía idea de quiénes asistirían a esa fiesta... Pero algo en su interior le pedía ir.

Por primera vez quería tener contacto con gente, aunque no podía con la presión de las interacciones sociales y la timidez que le causaban estas, sólo por una noche quería intentarlo.

Sólo por una noche quería dejar su irracional ansiedad atrás y exponerse a alguno nuevo. Sólo por una noche ya no quería estar deprimido. Sólo por una noche quería ser diferente.

Y quizás si fuera diferente ya no se sentiría tan triste, miserable y no se odiaría tanto a sí mismo.

Así que sin más, decidido, cerró el libro que tenía en las manos y lo dejó a un lado, para así dirigirse escaleras abajo, justo de dónde provenían las voces de su madre y hermana.

Guardó las manos detrás de su espalda, jugando con sus dedos nerviosamente a medida que se acercaba a ellas y su corazón enloquecía más, llenándolo de nervios y ansiedad.

— Está genial. ¿No crees? — presumiendo sus rizos dorados, Somi daba vueltas en su vestido de princesa ante la mirada de su madre, riendo divertida —. Llevo meses guardándolo.

— Ya veo. — susurró la mujer mayor, analizando el disfraz con la mirada —. Debiste esperarte a estar a unas semanas de la fiesta para comprarlo, ¿No crees que te queda un tanto ajustado? Digo... Se nota que has engordado desde que lo compraste.

Jungkook observó el rostro de su hermana cambiar drásticamente, pudo ver ese dolor combinado con miedo en su mirada y realmente se sintió mal por ella. Sabía lo mucho que su madre la hacía sentir mal acerca de su aspecto constantemente, pero aún así todo lo que le decía a su hermana, no se comparaba con los tratos que le daba a él. Así que Jungkook no podía hacer nada para ayudarla, ya se odiaba lo suficiente a sí mismo como para ayudar a otros a amarse.

Jamás había recibido amor. Ni de su familia ni de nadie. Siempre había estado solo y había sido rechazado.

No conocía esos sentimientos... No podía ni amarse a sí mismo.

— ¿Eso crees? — preocupada, Somi revisó su vestido. Jungkook pudo oír ese destello de amargura en su débil voz —. Pero he estado bajo dieta...

— No sé qué dieta, querida. — se burló su madre, sonriendo de una manera muy poco agradable —. Has comido como una cerda. Y ahora también te ves como una. Deberías comprar un disfraz nuevo antes de la fiesta.

En silencio, sabiendo que ambas mujeres aún no notaban su presencia, Jungkook pensó en irse y mejor olvidar todo lo que tenía en mente. Pero entonces algo que dijo su hermana le llamó la atención.

— El chico que me gusta estará ahí. O eso espero. Le pedí a su amigo que lo llevara sí o sí. — frustrada, Somi caminó en círculos —. No puedo dejar que me vea como una cerda. ¿Qué hago?

— Sí, definitivamente como una cerda no le gustarás. — la cruel risa de su madre resonó por todo el lugar.

Jungkook había querido quedarse sin hacer nada, pero no podía. Era un chico con sus valores bien definidos y sabía lo que era empezar a menospreciarse a sí mismo por lo que los demás decían.

Así que sin poder callarse, sintiendo una opresión en su pecho, finalmente alzó la voz para hacer notar su presencia.

— En realidad a quién le vas a gustar de manera sincera te querrá como eres y sin ningún cambio, de lo contrario no te querrá de verdad, ¿y para qué quieres a alguien que no te quiera en realidad? Sería sólo perder tu tiempo. Además no importa cuánto peses mientras sea un peso saludable, sé que estás matandote de hambre, eso sí que no te dejará saludable. Estás bien ahora.

Las palabras salieron de su boca sin dudar por primera vez en su vida. Y podía decir que se sentía orgulloso de sí mismo.

Claro que la emoción no podía durar mucho.

— ¿Y tú por qué te metes en lo que no te importa? Ni siquiera podrías saber lo que le gusta a los chicos. No eres un chico de verdad después de todo, puta marica de mierda. — con veneno en sus ojos y mirada, Somi se retiró la tiara de la cabeza y la arrojó con rabia al suelo, gruñendo —. ¡Este día no podría ser peor!

— Pero, hermana... — Jungkook intentó hablarle una vez más.

Pero con todo el dolor que ahora se había instalado en su pecho, la tuvo que ver marcharse entre maldiciones y grandes pisadas.

Sí, a veces olvidaba que era mejor no intentar acercarse a ellos. Jamás le iban a querer. Con sus acciones ya se lo recordaban siempre.

— Una vergüenza mirarte. No sé qué hice para merecer esto, Dios mío. — suspirando, la señora Jeon tomó del suelo la tiara de Somi y pasó a un lado de Jungkook para perseguir a su hija, dejándolo atrás con el corazón roto.

Tal vez si hubiera sido un asesino eso le habría decepcionado menos a su familia que el hecho de que era Gay.

Apretando su mandíbula, Jungkook intentó deshacer el nudo de su garganta para no terminar llorando.

Su día a día era ser despreciado sin descanso alguno.

Ni siquiera le había dado tiempo de preguntar si podía asistir a la fiesta. Aunque ahora con lo que acababa de pasar se daba cuenta de que no decir nada había sido lo mejor, la respuesta sería un no. Y eso le causaría más dolor del que ya sentía.

Como cada día, Jungkook fue por su bicicleta para pasar por la biblioteca del pueblo a recoger un libro. Eso siempre lo ayudaba a animarse un poco.

La biblioteca siempre estaba vacía, era un lugar solitario y lleno de paz. Era cómodo para Jungkook. No tenía que exponerse a mucha gente, así que la visitaba seguido para tomar libros y volver a casa... A encerrarse en su habitación como de costumbre.

(...)

¿Cuánto faltaba para la fiesta? Jimin no tenía la menor idea y seguía dudando en si realmente iría. Taehyung había insistido bastante, pero no era muy fanático de hacer cosas que no le apetecían y después de todo todavía no estaba muy convencido con la idea de tomar ponche sobre miles de tumbas antiguas.

Para despejar su mente, decidió hacer una visita rápida a la biblioteca del pueblo para recoger algún libro de Stephen King. El último que había leído había superado sus expectativas, llevando su mente a un nivel de enamoramiento hacia cada palabra escrita al cual muchas veces no llegaba.

Pero si era sincero, la principal razón por la cual visitaba seguido aquel lugar, no era sólo por los libros.

Sí, no se veía del tipo de chico que leía, pero al carajo con los estereotipos de los chicos guapos de la preparatoria. Su madre, cuando él estaba pequeñito y ella aún vivía, lo llevaba a la sección de niños de la biblioteca del pueblo, leyéndole cuentos de terror para niños que a Jimin le encantaban.

Había sufrido demasiado el proceso con el cáncer de su madre. Y cuando ella murió Jimin empezó a visitar todos los días la biblioteca para sentirse más cerca de ella, así que eventualmente se interesó mucho más en la lectura.

Sí, por mucho tiempo su principal razón de ir a buscar libros fue su madre.

Pero entonces un día de tantos que visitó aquel lugar que siempre estaba vacío y olía a libros viejos, cuando se paseaba por los pasillos repletos de libros, lo vio a él.

Él no era más que un desconocido que estaba sumergido en su lectura, sosteniendo un gran libro en sus manos, mordiendo su labio inferior nerviosamente a medida que sus ojos se desplazaban por las páginas, pero Jimin no le pudo quitar la mirada de encima en ningún momento.

Simplemente era tierno. Sus ojos grandes, su cabello que lucía suave. Y muy, muy guapo. Con su mandíbula fuerte y esos brazos. Además era hermoso. Y era el único chico en todo ese pueblo que seguía yendo por libros a la biblioteca además de Jimin.

Entonces inevitablemente Jimin sintió curiosidad por él, por quién era. Cómo se llamaba.

Pero no tuvo el valor para acercarse, sólo era un gay de closet con un padrastro alcohólico y homofóbico y una madre muerta a la que jamás le pudo decir nada. Amigos homofóbicos, conocidos homofóbicos. Gente que pensaría que estaba enfermo. El pueblo de Mooji era bastante religioso, cerrado de mente e ignorante.

Nadie le permitiría ser él libremente. Así que aunque ese chico le atrajo de vista, jamás se acercó. No parecía tener el mismo derecho de un chico que se sintiera atraído por una chica para intentar conocer a ese desconocido, así que lo ignoró.

Pero entonces empezó a verlo todos los días y nunca pudo dejar de mirarlo.

Lo peor empezó cuando ese chico empezó a notar su mirada. Se sonrojaba, se ponía rojo hasta las orejas y lo miraba con esa timidez que lo hacía sólo ver más bonito. Además de que ni siquiera le podía sostener la mirada por más de unos segundos.

¡Es adorable! Pensaba Jimin, riendo por lo bajo al ver cómo el chico desviaba la mirada.

Sin poder evitarlo se acostumbró a encontrar la mirada del chico con la suya, absolutamente todos los días. E incluso a veces le sonreía y tal vez era la sonrisa más sincera que regalaba a alguien en todo su día.

Así que por mirarlo aunque sea unos segundos, jamás faltaba a la biblioteca. Y una sola mirada por parte de ese desconocido le alegraba el día entero.

(...)

Jungkook tenía que ser sincero consigo mismo. La razón por la que seguía yendo a la biblioteca del pueblo no sólo era porque fuera cómoda y callada, sino que ese chico rubio de bonitos labios que también siempre iba, que de hecho era el único que iba además de sí mismo, ese chico le gustaba.

¿Cómo podía describirlo Jungkook? No había manera de describirlo. Tenía una mirada encantadora en esos ojos color miel. Parecía ser de otro mundo con la manera en la que sonreía, era como un ángel. Era algo celestial y sublime. Era más que precioso. No existían las palabras correctas. Sus gruesos labios, sus mejillas tiernas, su pequeña nariz bonita... Todo. Él era perfecto. Él era el segundo más bonito de todos los días de Jungkook, el único que no lo miraba juzgándolo. La única persona que le sonreía.

Y a Jungkook le gustaba tanto ese desconocido rubio que no dejaba de pensarlo una y otra vez, además aunque se podía muy nervioso al verlo, valía la pena soportar toda la ansiedad que se acumulaba en él. Y sólo para ver esa preciosa sonrisa.

Ese día, al entrar, ya lo encontró ocupando una de las mesas, sosteniendo un libro en sus manos.

Y estaba mirando en dirección a la puerta de entrada, como si lo esperase.

Cuando sus miradas conectaron, Jungkook se estremeció.

Realmente quería hablarle. No sólo quería, lo necesitaba. Necesitaba hablarle.

Buscaba fuerza para hacerlo, pero nada ocurría.

Sólo se había quedado plantado en la entrada, mirándolo como un tonto enamorado.

Empezó a sentir su cara caliente, se estaba sonrojando y su pecho dolía demasiado.

— Hola. — entonces el chico habló primero.

Jungkook se dio cuenta de que era la primera vez que escuchaba su voz. Se dio cuenta de que era la voz más hermosa de todas, que era melodiosa y te dejaba sin palabras. Que era profunda, pero también suave. Era la voz de un ángel.

Jungkook se enamoró de esa voz.

Buscó dentro de sí algo que decir, pero sentía vergüenza de su ser frente a tan hermoso ángel.

Él lo miraba con tanta vida en sus ojos color miel y Jungkook tenía un alma que estaba muriendo. Él tenía tanta ilusión en su rostro y Jungkook se sentía desmotivado cada mañana al despertarse, pero al menos por mucho tiempo, esos ojos y esa sonrisa lo habían mantenido con vida.

— Revival. Es mi obra favorita de Stephen King. — le mencionó Jungkook con un hilo de voz, mirando atentamente a sus ojos con mucho brillo en la mirada.

Pensó que aquel sentimiento de estar hablándole, mirándole y sintiendo también su mirada encima, podría acabar con su pobre corazón en poco tiempo.

— ¿En serio? Oh, es genial saber que voy a disfrutar de este libro. — riendo de manera tímida, aquel hermoso ángel le sonrió de la manera más honesta de todas, con esa sencillez y sinceridad que hizo a Jungkook querer llorar de la emoción —. Siempre te veo. Todos los días te veo.

— Yo también te veo a ti. — le confesó Jungkook, viendo que al rubio tampoco le importaba confesarlo.

— ¿Estarás aquí mañana? Sería bueno hablar de este libro. — alzando el libro en su mano, le dijo para mostrárselo sin quitar su dulce sonrisa.

Jungkook sintió que le apuñalaban el pecho.

— Nos vemos mañana. — le dijo el precioso ángel.

Y Jungkook asintió, pero le dolió asentir. Porque justo en su camino a la biblioteca, había tomado la decisión que definiría su vida.

Leería algunas páginas de un libro.

Y al volver a casa...

Se quitaría la vida, se suicidaría. Porque estaba cansado de vivir como vivía, de no sentirse querido y de no tener esperanza de que alguien llegaría a querer y amar todo de él. Y porque él tampoco se daría ese amor, así que nada tenía sentido. No veía un futuro y se sentía perdido.

Y jamás podría volver a ver a ese rubio ni ese rubio a él.

(...)

Nueve en punto. La fiesta sólo acaba de empezar. ¿Un disfraz? Jimin no llevó ninguno, pero usó su camisa favorita que lucía transparente en la parte de su espalda. Le gustaba el maquillaje, se maquilló levemente. Casi nadie notaba cuando se maquillaba. Así que no habían comentarios.

Aún sin llevar disfraz alguno, atrajo la mirada de todos, lo que era normal pues era su primera vez haciendo acto de presencia en una fiesta de la preparatoria.

No quería estar realmente ahí, pero no tenía nada más que hacer esa noche y su padrastro se había puesto ebrio. No quería tener que soportar su muy mal humor de borracho, así que terminó por confirmarle a Taehyung que iba a ir.

Habría intentando no ser tan aguafiestas y disfrazarse, pero jamás había celebrado Halloween, por lo tanto no tenía ninguno. Así que simplemente fue con la ropa que llevaría a cualquier noche de fiesta.

Claro que cuando su mejor amigo lo vio, le miró como si estuviera cometiendo el más grande de los pecados.

— No me mires así. — le gruñó Jimin enseguida.

— No diré nada, cariño. Te ves alucinante. Llamas la atención de todos... Seguramente también les encantas a los miles de muertos que fueron enterrados aquí que volverán este día por los que no van disfrazados. — mirándolo con burla, Taehyung le habló. Y entre sus risas, lo tomó del brazo para tirar de él, así se adentraban hacia la fiesta juntos.

Jimin miró a su alrededor. Todo decorado con calabazas y telarañas, música que tenía a todos bailando, personas usando las tumbas para sentarse, una mesa también decorada con dulces de Halloween y bebidas. Luces de colores por todo el lugar. Por poco olvida que es un cementerio, pero el frío pasto en sus píes se lo recuerda.

— Taehyung, los fantasmas no existen. — lo regañó Jimin, frunciendo el ceño.

— Ajá, como sea. No hablaremos de los fantasmas, que por cierto sí existen. Mejor vamos a pasarla bien.

— Me alegra que por primera vez digas algo bueno en tu vida. No hablemos de fantasmas. — riendo, Jimin le habló y se soltó de su agarre con cuidado, listo para irse por su cuenta y pasarla bien ahora que ya estaba ahí —. Iré por algo de beber. Nos vemos.

— ¡Un momento! — Taehyung alzó su voz para detenerlo, tomándolo del brazo una vez más.

Jimin lo miró de mala gana, apretando sus labios con fuerza. Sabía perfectamente de qué quería hablarle Taehyung.

Somi me pidió personalmente que te convenciera de venir, porque le gustas. Eres el chico que le gusta. — susurró él, hablándole de cerca —. Al menos ve a saludarla. Ella se tomó muchas molestias contigo.

Controlándose, Jimin fingió una sonrisa.

— Yo no le pedí que se preocupara por mi asistencia. — le contestó el rubio a su mejor amigo con sencillez —. Y ya te dije que no estoy interesado en Somi, ahora si me disculpas, voy por algo de beber y no me vuelvas a retener otra vez.

Taehyung suspiró al haber fallado a Somi. No podría hacer que Jimin se acercara a hablarle como se lo había prometido.

Y Jimin, cansado, también suspiró mientras se alejaba.

¿Cómo le explicaba a su mejor amigo que se estaba enamorando de un completo desconocido con el que cruzaba miradas en la biblioteca?

(...)

Jimin se la pasó bien él solito. Taehyung parecía algo molesto con él ahora que se había negado para hablar con Somi, así que Jimin lo mandó a la mierda. Bailó solo, comió solo, saludó y platicó brevemente con las personas que se le acercaron, sorprendidos de verlo ahí.

Su mejor amigo se fue con otra gente y ni siquiera le dirigió la mirada. Para ese punto a Jimin no le dolía, sabía que su amistad con Taehyung no era una amistad sincera. El chico siempre quería que Jimin hiciera todo lo que él quería, todo lo que él hacía. Sólo lo quería controlar y hacerlo una segunda versión de sí mismo. Además, Taehyung era extremadamente homofóbico y no volvería a dirigirle palabra alguna a Jimin si supiera que era Gay.

Jimin era consciente de que no era una verdadera amistad, nadie que te quiere te dejaría de hablar por algo que no puedes cambiar y que no está mal. Sólo seguía con él por costumbre, tal vez. Porque jamás había dicho que estaba interesado en las chicas ni había salido con una para esconderse, pero tampoco había hablado de su orientación sexual porque no lo veía necesario. No lo compartiría con una bola de gente ignorante que no estaba en lo correcto y sólo lo iban a discriminar. Si seguía viendo y hablando con Taehyung, era sólo porque planeaba irse del pueblo al graduarse y no ver a toda esa gente ignorante nunca más.

Cuando se acercaba la medianoche se cansó y fue a sentarse, apartado de los demás para tener un descanso de todo el ruido y la música.

Encontró la tumba más alejada, estaba rodeada de pasto bastante alto y ya ni siquiera se podía distinguir el nombre tallado en ella.

La música se hizo lejana y Jimin se sintió en paz en la oscuridad, con una fría brisa golpeando su rostro y meciendo sus cabellos.

— No tengo idea de quién eras y sinceramente nunca imaginé tomar asiento sobre un muerto, pero lo siento. Espero hayas tenido una larga y buena vida, supongo. A menos de que hayas sido una persona mala que hiciera daño, ahí sí te digo que lo siento, pero no te deseo nada. — riendo tontamente, Jimin acarició aquella piedra vieja y la admiró con ojos brillantes —. El punto de todo es... Por favor no vengas por mí aunque no tenga disfraz. ¡Ja! Es broma. No creo en los fantasm-...

Entonces un frío recorrió su cuerpo entero, le erizó la piel y lo hizo estremecerse.

Y escuchó esa voz. Aquella voz a su lado.

También sintió aquella presencia sentada junto a él.

— Así que así se siente el primer Halloween estando muerto. Curioso. — dijo esa voz a su lado, riendo tiernamente.

Y es que Jimin podría reconocer esa voz dónde sea cuándo sea, sin importar que sólo la hubiera escuchado una vez.

Le gustaba tanto ese chico de la biblioteca, que lo mantenía en mente cada segundo para así reconfortase a sí mismo cada día.

Y desde que había escuchado su voz horas antes, no había dejado de reproducirla en su mente.

Sin poder creerlo, Jimin giró la cabeza lentamente en su dirección.

Entonces lo vio.

Bajo el cielo estrellado, con esos ojos brillantes, esos dos diamantes que lo alumbraban desde su rostro. Esa mirada que no abandonaba la suya y lo dejaba sin fuerzas. Esa sonrisa tímida ladeada en sus lindos labios.

Jimin no tuvo palabras y sólo pudo quedarse observándolo, como un total idiota enamorado.

— ¡E-Eres el chico de la biblioteca! ¡Wow! ¿V-Vas a nuestra escuela...? Nunca te he visto ahí... Un momento, un momento. ¡¿Dijiste muerto?! Sí, sí. Qué genial. Pero las bromas de Halloween jamás han funcionado conmigo.

Sonrojándose hasta más no poder, Jimin desvió su mirada.

Pero sólo fueron unos segundos, pues enseguida tomó aire para agarrar valor y sonriendo como nunca, devolvió su mirada al frente.

Sólo que cuando lo hizo, allí no había absolutamente nadie. Sólo quedaba la sensación de un frío interminable.

Jimin se confundió mucho y su pecho dolió.

¿Acaso estaba perdiendo la cabeza? ¿Acaso aquello no había sido más que una alucinación suya?

Entonces pensó y pensó, pero no le encontró respuesta.

Y fue ahí cuando un grito desgarrador que provenía de la fiesta, donde antes todo era música y risas, llamó su atención.

— ¡AAAAAAAH! — nuevamente gritaron, haciendo al corazón de Jimin descontrolarse.

Supo que algo pasaba enseguida que los murmullos empezaron, así que se puso de píe y corrió devuelta con la gente, mirando en todas las direcciones para buscar alguien que le pudiera decir lo que ocurría.

Sólo pudo ver de lejos a Somi llorar y ser abrazada por sus amigas.

— Su hermano murió. — escuchó la voz de Taehyung a un lado suyo, fría y clara —. Más bien se suicidó hoy mismo mientras estábamos todos aquí, y ella se enteró por las noticias.

Sintiendo un dolor en el pecho por ella, Jimin miró a Taehyung afligido. Era una muy triste situación.

— Puedes ver, mira. Yo estaba leyendo el artículo. — le dijo su mejor amigo, pasándole el móvil.

Jimin lo tomó y observó la pantalla brillante, quedando helado al instante.

Hijo mayor del gobernador de Mooji se suicida este Halloween. Mira la foto familiar que pusieron para acompañar el artículo y se da cuenta de que además de la señora Jeon, el señor Jeon y Somi... También está el chico de la biblioteca.

Se le cerró la garganta por un momento y creyó que tendría un ataque al corazón también. Su pecho nunca, nunca había dolido tanto después de la muerte de su madre. Supo que se estaba poniendo pálido por la manera en la que Taehyung lo miró y por cómo sentía que sus piernas le fallarían y caería al suelo en cualquier momento.

— Toma...

Con voz débil y aguda, Jimin le devolvió el móvil sin detenerse ni siquiera a darle una última mirada, para así correr entre la gente y empezar un camino nuevamente hacia aquella alejada zona donde había estado segundos antes de escuchar aquel grito por parte de Somi.

Entonces mientras corría, con el pecho agitado y el corazón destruido, lo vio a él observándolo a lo lejos con una pequeña sonrisa que cargaba mucha tristeza.

Temblando entre el pánico, la amargura, el miedo y aquella punzada de dolor, Jimin llegó junto a él y se plantó en frente, mirándolo con ojos cristalizados.

¿Era real o sólo se había vuelto loco? ¿Estaba ahí o su mente lo traicionaba?

Jimin no lo sabía, pero eran demasiadas coincidencias y se veía tan hermoso y angelical.

— Entonces es cierto. Estás muerto, chico de los libros. — con todo su pesar, Jimin le habló en una voz que no era más que un hilo tembloroso.

— Lamento causarte dolor, ángel. Sólo mereces cosas buenas. — le respondió con voz susurrante, derramando lágrimas sin parar.

Jimin podía sentir todo el dolor por el que pasaba con sólo ver la expresión de su rostro.

— ¿Por qué lo hiciste? Yo... Yo no entiendo...

— Mi vida fue un dolor constante. — cortó los balbuceos de Jimin, sonriendo cansado —. Nunca pude sentir el cariño ni el amor de nadie. Mi familia... Mi familia siempre me despreció sólo por el hecho de ser un chico gay. Nunca les hice sentir orgullo, nunca tuve amigos. ¡Nunca di mi primer beso! Y ahora, estoy muerto por mi decisión. Porque quería parar el dolor, pero aún así, aquí sigo. Porque mi último deseo era que mi hermana me invitara a su fiesta de Halloween y me tomara en cuenta por primera vez en su vida, pero no pasó. Así que supongo que ahora soy un alma en pena que viaja a ese lugar donde está anclado.

— ¿Así de lindas se ven las almas en pena? — Jimin habló divertido, sonriendo entre lágrimas —. Lo siento mucho por todo. Nunca pude hablarte, pues jamás me llené de valor. Pero dejame decirte que siempre fuiste el momento y el sentimiento más dulce de mis días, así que no te sientas con tan poco valor. Para mí habría sido grandioso conocerte. También me siento poco querido y solo, tampoco he dado mi primer beso y también tengo que vivir todos los días rodeado de la homofobia, cuando en realidad nada está mal conmigo. Supongo que ambos somos perdedores.

— No, no digamos eso. Digamos que los perdedores son ellos.

Riendo entre su llanto, Jungkook se vio reflejado en la infinita mirada de Jimin y pudo sentir en su pecho algo que no fuera dolor.

— Está bien. Mi nombre es Jimin y no soy un perdedor, y tú tampoco lo eres. — acompañándolo en su risa, Jimin dio un paso más hacia adelante. Y sin más, extendió su mano hacia el chico, sin dejar de verlo atentamente a los ojos —. Toma mi mano y cerremos este pacto, ¿sí? Ahora que te irás, al menos puedes hacerlo en paz.

— De todos modos no creo poder irme, Jimin. Lamentablemente siento que me falta algo para poder dejar este mundo.

Jungkook suspiró, la tristeza volviendo a él. Miró la mano de Jimin estirada en su dirección y no se sintió digno de rozar con la suya aquella preciosa piel.

— ¿Qué es lo que tanto deseas?

— Deseo algo de amor. — le respondió agachando la cabeza, pues ese latiente dolor no desparecía aún.

Mirándolo ahí, bajo la luz de la luna, con los árboles estremeciéndose a sus alrededores por la fría brisa y murciélagos volando cerca de ahí, Jimin se maravilló con lo hermoso que lucía, su piel bañada en la luz del estrellado cielo.

Entonces lo observó y lo observó, triste por cómo tanto odio había matado a aquel chico que sólo necesitaba amor en lugar de ese odio.

Al sentir su intensa interminable mirada encima de él, aquel chico de los libros alzó la mirada, y esos ojos grandes que lo miraban con curiosidad y cómo se intensificó la brisa en el ambiente, moviéndole los cabellos, le dieron a Jimin la respuesta a todo.

Así que en un impulso, sin avisar ni nada, se lanzó hacia el chico y se abrazó a su cuello, para chocar sus bocas juntas de golpe. Juntó sus labios a los contrarios con delicadeza, como si lo acariciara. Fue un contacto efímero, un roce sublime. Un húmedo contacto de un segundo. Pero fue el primer beso de ambos.

Cuando le dieron fin al beso, un hilo de saliva unía a Jimin a la boca contraria todavía.

Y queriendo disfrutar un poco más del momento, siguió abrazándolo con fuerza mientras que lo miraba fijamente sin pausa alguna.

— Ya tuviste a alguien que te quiso. Puedes descansar en paz. — susurró Jimin sobre sus labios, mirándolo de manera honesta y sonriendo sutilmente.

Gracias. — le susurró de regreso el chico, saliendo de sus brazos, despacio como si en realidad no quisiera dejarlo. Como si ahora no quisiera irse, como si rogara por volver a la vida.

— En otra vida, espero verte. — Jimin le dijo, viéndolo retroceder lentamente.

El chico le dedicó la sonrisa más hermosa de todas.

El corazón de Jimin estalló en mil pedazos.

— Soy Jeon Jungkook. — esta vez se presentó él, riendo —. No soy un perdedor, y tampoco tú. — imitó la frase de Jimin, mirándolo por última vez con esa profundidad que tenían sus ojos, para después darse la vuelta —. No dejes que ellos te quiten también la alegría a ti. Huye de este lugar.

En el momento que sus miradas desconectaron y Jungkook le dio la espalda, Jimin se sintió destruido.

Imaginó su sonrisa una vez más mientras lo veía alejarse y pensó en la manera en la que lo miraba cuando lo vio desaparecer entre las sombras. Enseguida que ya no encontró ni su rastro con la mirada, rompió en llanto.

Y no lo volvió a ver.

Pero jamás olvidó a Jeon Jungkook.




(...)

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