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Capítulo Único



Dedicado a
AlejaDeMin



Ver bailar a Karen me conquista, la forma en que marca sus pasos, y como menea sus caderas, como sonríe por inercia, todo de ella me encanta.

Aún recuerdo cuando la vi por primera vez entrar al salón, desde entonces juré invitarla a salir, para mí suerte, desde el minuto en que cruzamos miradas no nos separamos más.

Lamentablemente, ella ya tenía novio y lo sigue teniendo, un chico que al principio me agrado y mi plan de conquista se canceló. Sin embargo, aquella tarde lluviosa en Seúl me hizo retomar la decisión de tener su corazón.

Ella lloraba, podía oír sus hipos y sollozos a través del teléfono, lo primero que hice fue tomar las llaves de mi carro y correr como en rápidos y furiosos por las calles hasta donde ella estaba.

Cuando la mire vestida con un vestido negro y tacones afuera del cine me encanté, deslumbraba a todo el que pasará por su lado a pesar de la tristeza en sus ojos. Me acerque y limpie sus mejillas, no pregunte nada, compré dos nuevos boletos y nos tocó ver una comedia que le hizo olvidar su tristeza y a mí, me dió la dicha de oir su risa a cada tanto.

— Este paso no me sale —reclama frustrada a punto de ceder y rendirse luego de repetirlo varias veces. Y de paso, me despierto de mis recuerdos.

Viste un chandal negro con hebilla dorada, es ancho Pero bajo el puedo distinguir su cuerpo con los movimientos de los pasos de baile, una camiseta color celeste y un divertido dibujo de algo así como una ardilla en su frente, y a decir verdad, se ve tan hermosa como cada día.

Me levanto del lugar, quedé a su espalda y mirando el espejo gigante frente a nosotros, tomó sus caderas en un abrazo y mi rostro se metió en el hueco de su cuello, tomando el aroma de su piel suavemente exquisita. Podría morder y besarla, y eso nos llevaría a otras cosas más de las que mi mente trama cada día.

Una forma diferente de tomarla y reclamar como mía.

— Hoseok —dice en una risa tierna, su piel se eriza a mi tacto y quiero pegarme tanto a su cuerpo como me sea posible.

Guío su brazo en alto, tomando mi nuca y nuestras miradas se fijan, sus mejillas toman un color cálido y su respiración se agita.

Mis manos pican por voltear su cuerpo y besarla tanto que jadee mi nombre. Pero no, me aferró a sus caderas y quitó mis pensamientos pecaminosos en dónde la haría gemir de mil maneras diferentes.

— Sígueme —le susurro sobre sus labios, ella asiente y le ayudo con la sincronización del paso que le sale perfecto.

Podría apostar que solo lo hizo para tener atención, sí, porque no es primera vez, incluso, diría que ella siente algo por mí, estoy seguro que estaríamos juntos si no fuera por el idiota de su novio.

Que más quisiera yo que ella me dé una señal para actuar y rescatarla del ogro que es Woo. No sé cómo Alguien tan tierno y risueño está con alguien tan agrio y aburrido.

Hablando del rey de los idiotas, cruza la puerta quedando hipnótico frente a nuestra posición, su ceño se frunce y Karen casi en un salto se aleja de mí.

Ese acto me rompe el corazón, pero no esperaba menos, bajo mi mirada decepcionante y noto como ella quiere volver a acercarse, sin embargo, la voz molesta de Cha la interrumpe.

— ¿Interrumpo algo? —pregunta como si no se diera cuenta nunca que casi nos ha pillado a punto de besarnos.

— El ensayo —respondo con obviedad, me giro y camino a un rincón de la sala donde mi teléfono grababa el ensayo junto a mi bolsa hasta mi bolso

— Linda forma de ensayar —reclama el tipejo y agarre mi bolsa con brusquedad.

— Oppa —susurra ella, como odio que le diga asi, yo soy su Oppa, a mí debería decirme así, yo quiero estar en su lugar. 

Camino de regreso deseando que dijera algo, lo que sea, dame una razón para tirar toda esa perfecta dentadura que tienes, pero no, nada sale de su boca, entonces me dirijo a la puerta, no sin antes volver a ver a ambos y despedirme.

— Nos vemos mañana, bonita —le guiño un ojo a mi compañera y casi puedo adivinar los insultos que me dice solo con la mirada.

La metí en un problema con el idiota, quisiera que todo lo que le dice a ella me lo dijera a mi para romperle la cara de niñito perfecto.

Debe ser tan aburrido como se ve en persona.

Al final del pasillo oigo los gritos de él, no distingo lo que se dicen pero si los oigo, meto la mano a mi bolso y agarró los audífonos, espero el elevador para irme, pero al buscar mi teléfono me doy cuenta que no lo llevo, miro la puerta de la sala de ensayo y no quiero volver.

A la mierda, si tiene que decirme algo aquel imbécil que lo haga, es la excusa perfecta para poder defenderla y demostrarle que Eun Woo no vale la pena. A ver si por fin tira por la borda el fracaso de noviazgo que tienen.

— Eun Woo. —reclama ella con la voz baja, empujó la puerta levemente para oír mejor

— Estoy muy seguro, Karen, tú sientes algo por ese idiota, nadie me lo saca de la cabeza.

— Por dios, me rindo, esto se acabó.

— Sí, sí, como digas, me cansé que me veas la cara de idiota.

— Entonces lárgate yá… terminamos. —mi corazón se aceleró tanto que podría jurar que me dará taquicardia.

— Sí, terminamos —sale encontrándose de plano conmigo— te la regalo, idiota —dice a medida que pasa por mi lado, pero mi mano se empuña por la falta de respeto que tiene hacia ella.

Esto no lo voy a tolerar.

Sin pensarlo mucho, camino a él, tomó su hombro y al girarlo en su eje, mi puño impactó de lleno con su mejilla, lanzando directo al piso, dejándolo en shock por mi respuesta y a mi orgulloso por al fin reaccionar a sus estupideces.

— No me la regalas, imbécil, yo la conquistaré… vas a arrepentirte por esto —aseguro mis palabras, me mira desde abajo temeroso, no estoy seguro si es por mi actuar o porque la perdió.

Una sonrisa socarrona aparece en sus labios y la pregunta sale del fondo de su pecho.

— ¿También te gusta?

— No me gusta —respondo pero no está convencido— estoy enamorado de ella —confieso y decido alejarme.

A mis espaldas puedo oír sus maldiciones hacia nosotros lo que me enorgullece. Mientras más nos maldice, más tiempo viviremos y espero que sea juntos.

Al volver a la sala de ensayo, Karen está sentada en un rincon, con la cabeza entre sus rodillas y mi teléfono a su lado. Me acerco lento y me siento a su costado, ella, deja caer su cuerpo y apoya su cabeza en mi hombro.

— Él no te merecía.

— HoSeok  —toma aire profundamente— ¿es malo que no me duela perderlo?

— No, simplemente tu corazón sabía que ya no lo querías.

— ¿Y es malo que me guste otro chico?

— ¿Quien?

—Uno muy lindo que me hace reír y sabe bailar muy bien.

—Malo debería ser que no le digas tus sentimientos.

— ¿Debería?

— Mm!... Es malo que quiera besarte ahora con más ganas que antes? —levanta su mirada conectando con la mía.

— ¿Así de repente? —sonrie— ¿Cuál es la diferencia?

— Antes, estabas con él, ahora, sé que ya no podría traerte problemas, y no sé si pueda contenerme.

— Oppa, Eun Woo tenía razón en algo.

— ¿En qué?

— Tú me gustas, desde hace mucho tiempo —sonrió desviando la mirada.

— No sabes cuántas veces intenté sacarte de mí, te juro que pondré todo de mi para hacerte feliz, te seré fiel y te respetaré, así que —vuelvo a mirarla— no regreses con él, Karen, y dame una oportunidad.

Su respuesta no fue oída, no, porque su respuesta fue acercarse a mi boca y tomar mis labios.

Fue el primer y más fascinante beso que he dado en mi vida, algo que esperé mucho, y que disfrutaré desde ahora en adelante.

Nuestros labios se separan por un par de centímetros, mi brazo se mete bajo sus piernas para tomarla en mis brazos y sentarse cómodamente sobre mi regazo, quiero más de sus besos, y quiero que esté día no acabe.

Me expresa una hermosa y tierna sonrisa, sus ojos brillan y su frente descansa en la mía.

— Es una locura —lame sus labios— feliz día de San Valentín Oppa —dice.

Mis ojos se mueven por alguna razón hasta mi teléfono, ella miraba el vídeo grabado pero no la parte de la discusión con él, sino, la parte en dónde estuve a punto de besarla con anterioridad, esa imagen estaba puesta en pausa.

— Feliz San Valentín, Hermosa mía —respondo y ya no controlo el impulso de besarla de nuevo. Sus brazos se envuelven en mi cuello y yo me aferró con fuerza a su cintura.

Este es el primer día juntos, de muchos que vendrán, riendo, actuando, queriendo y bailando juntos.

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