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O: Felix's reflections

Felix caminaba solo bajo las luces parpadeantes de la ciudad, envuelto en pensamientos que parecían no tener fin. El silencio de la noche era su única compañía, y aunque solía encontrar en esas caminatas una especie de calma, esta vez sentía algo diferente, algo incómodo que no podía sacudirse. La noche, con su calma inquietante, parecía reflejar su propio estado interior.

En su cabeza rondaba la misma pregunta de siempre: ¿por qué el amor era tan complicado? Pensaba en las relaciones pasadas, en las expectativas y decepciones, en el vacío que le dejaban los intentos fallidos de encontrar a alguien con quien realmente encajar. Recordaba esos momentos donde sentía que estaba cerca, que por fin había encontrado a alguien que llenaba el espacio que llevaba dentro, solo para ver cómo todo se desmoronaba sin entender del todo por qué.

-Ese cupido está ciego -murmuró para sí mismo, pateando una pequeña piedra que encontró en su camino. No podía evitar pensar que tal vez todo esto del amor era una especie de juego cruel, algo que todos buscaban con desesperación pero que, al final, no hacía más que dejar heridas. ¿Y si no estaba hecho para él? Tal vez la idea de compartir su vida con alguien era solo una ilusión que se había creado en su cabeza.

Mientras avanzaba sin rumbo, sus pensamientos se interrumpieron al oír un sonido familiar. Una vieja canción de amor se escapaba de un pequeño café abierto en la esquina de la calle. La melodía se mezclaba con el aire de la noche, y Felix sintió que su pecho se apretaba, como si la canción despertara en él emociones que había intentado ignorar. Con una mezcla de nostalgia y curiosidad, se acercó a la ventana del café, observando a las pocas personas que aún ocupaban sus mesas, cada uno inmerso en su propia historia.

Suspiró, alejándose lentamente y regresando a su paseo nocturno. En ese instante, sin saber cómo, comenzó a sentir que algo lo guiaba, como si una fuerza invisible le indicara hacia dónde ir. Era una sensación extraña, pero decidió no cuestionarla. Tal vez era el cansancio o esa sensación de soledad que llevaba arrastrando todo el día, pero algo en su interior le decía que debía seguir caminando.

Después de un rato, llegó a un parque iluminado por la luz de la luna, el mismo donde siempre terminaba sin proponérselo. Era su refugio, su lugar de escape, un espacio donde podía sentarse y perderse en sus pensamientos sin preocuparse por el tiempo. Sin embargo, esa noche no estaba solo.

Al fondo, junto a un grupo de árboles, divisó a un joven que parecía también atrapado en sus propios pensamientos. Felix sintió un ligero escalofrío, como si estuviera viendo una versión de sí mismo en la distancia. El joven lo miró, y en ese instante, Felix sintió que algo en él se desmoronaba. Había algo en su mirada, una especie de tristeza familiar, mezclada con una calma que lo invitaba a acercarse.

Casi sin pensarlo, comenzó a caminar hacia él. No estaba seguro de qué lo había impulsado a dar ese paso, pero algo le decía que ese encuentro tenía un propósito, como si el universo hubiera estado conspirando para que se encontraran en ese preciso lugar y momento.

Cuando estuvieron a unos metros de distancia, el extraño sonrió suavemente, y Felix sintió que el peso de sus propios pensamientos se aligeraba, aunque fuera por un segundo. Sin decir una palabra, ambos continuaron caminando, como si fuera lo más natural del mundo.

El silencio entre ellos no era incómodo; de hecho, tenía una extraña sensación de paz. En sus pensamientos, Felix seguía preguntándose si el amor verdadero realmente existía, si era posible encontrar a alguien que realmente llenara ese espacio vacío que llevaba dentro. Pero ahora, al lado de este extraño, sintió que esas preguntas perdían importancia, como si el simple hecho de caminar juntos en silencio fuera suficiente.

Felix miró de reojo al joven que lo acompañaba, sin atreverse a preguntar su nombre aún, como si no quisiera romper la magia del momento. Había algo en él que le resultaba familiar, aunque estaba seguro de que nunca lo había visto antes. Era una extraña conexión, una especie de magnetismo que lo mantenía pegado a su lado, aunque ni él mismo entendía por qué.

La luna los seguía desde lo alto, iluminando su camino, y aunque ninguno de los dos decía una palabra, parecía como si ambos estuvieran compartiendo sus propios pensamientos, como si aquel silencio fuera la conversación más profunda que habían tenido en mucho tiempo.

Finalmente, sin poder contenerse, Felix suspiró y miró al joven a su lado.

-¿Alguna vez has sentido que... que algo falta? Que buscas algo, pero no sabes qué es?

El joven lo miró con una expresión suave, casi comprensiva, y después de un instante respondió:

-Sí, lo he sentido. Todas las noches que no puedo dormir... creo que he estado buscando algo o... a alguien.

El corazón de Felix dio un pequeño vuelco al oír esas palabras. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que alguien realmente entendía su soledad, su búsqueda interminable. Ambos siguieron caminando bajo la luna, sin preocuparse de a dónde iban, sin necesidad de cuestionar si ese encuentro era casualidad o destino. Estaban juntos, y por esa noche, eso era lo único que realmente importaba.

Read you soon...
-Mimi 🦋

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