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4.

I think you know the reason why...

La luna llena sería en una semana más, y ese sería el día en que TaeHyung y Kyungpyo tendrían su duelo. Eran esos días en que nuestros lobos eran más fuertes, más veloces y se curaban más rápido.

Kyungpyo aceptó el duelo, por supuesto: como alfa, tenía la posibilidad de negarse, aludiendo a que no sería una pelea justa por la condición omega de TaeHyung. Sin embargo, todos sabíamos que quería matarlo, probablemente influido por el padre de JungKook.

YoonGi corrió donde su hermano mayor, ayudándolo a ponerse de pie y caminando con él en dirección a casa. JungKook no dejaba de llorar.

― Kook, Kook... ― Murmuraba YoonGi, acariciándole las mejillas cubiertas de lágrimas del omega.

― Tienes que hablar con TaeHyung ― Sollozó JungKook, desesperado ―, tienes que decirle que no lo haga, Gigi, por favor...

― Puede que él...

― ¡Kyungpyo lo matará! ― Se rompió JungKook ― Kyungpyo me prometió que apenas pudiera, lo mataría...

YoonGi tragó saliva, tembloroso, apenas respirando. Traté de extender feromonas alfas tranquilizadoras, para que el omega dejara de llorar, tan destrozado.

Entonces, pareció reparar en mí, volteándose a verme, su rostro lleno de esperanza.

― JiMin, JiMin, debes decírselo tú ― Me dijo, su voz empapada en súplica. Parpadeé ― Dile que es una locura, que retire el duelo, que debe seguir vivo ― Lloró unos segundos más ― Debe seguir vivo por mí...

Sentí mucha pena al ver a Jungkook tan destrozado, aferrándose a mí, con su vientre regordete gracias al embarazo. Ya no lucía como ese omega que conocí meses atrás en la fiesta, coqueto y juguetón, ahora se veía desesperado, quebrado. Sus mejillas estaban hundidas, con ojeras bajo el rostro, y un naciente moretón sobre el borde de su labio gracias al golpe que Kyungpyo le dio.

― Hablaré con él ― Le dije, poniendo un tono amable―, trataré de hacer lo que pueda, Kook.

― No, no tienes que tratar ― Insistió JungKook, sacudiendo su cabeza  Tienes que hacerlo, tienes que hacerlo, si TaeHyung se muere... si él muere...

No quería que lo dijera. No quería que dijera esas palabras en voz alta. Pero no pude detenerlo.

― Si TaeHyung se muere, yo me mataré también.

No había posibilidad alguna de hacerlo cambiar de opinión. Todos, en el fondo, lo sabíamos, puede que incluso JungKook lo supiera.

Porque TaeHyung era orgulloso como ningún omega, sin dejar que un alfa pasara por encima de él. Sin que ningún alfa se atreviera a mirar a quien consideraba como el amor de su vida. Y Kyungpyo se atrevió a levantarle la mano a JungKook, y eso, TaeHyung jamás lo iba a perdonar. A mí todavía no me perdonaba haberme atrevido a mirar a su novio.

No quiso escucharme cuando le sugerí retirar el duelo. No cuando JungKook llegó al colegio con el ojo hinchado y morado, el labio partido, tan aterrado.

― Fue papá ― Me susurró YoonGi ―, papá estaba tan feliz con el duelo, y JungKook le gritó que podía irse a la mierda. A papá no le hizo gracia alguna.

No quise decir algo sobre lo peligroso que era para JungKook recibir tantos golpes y estar en ese ambiente tan horrible y pesado. Si seguía de esa forma, inevitablemente, tendría un aborto. Tal vez era eso lo que buscaba el padre de JungKook.

NamJoon trató de hablar con TaeHyung también, incluso SeokJin y HoSeok se esforzaron en convencerlo. YoonGi, incluso, se puso a llorar frente a él, lo abrazo, le rogó, pero nada lo hizo cambiar de opinión. TaeHyung estaba decidido a pelear con Kyungpyo.

― No es tan difícil derrotar a un alfa ― Me espetó dos días antes a la luna llena, cuando quise intentar convencerlo otra vez ― Son grandes, sí, y pesados. Los omegas somos más rápidos. Si lo canso lo suficiente, entonces puedo derrotarlo.

No era un buen plan, porque muchas cosas podían salir mal: si Kyungpyo lo agarraba rápido, podría rematarlo al morderle la yugular. TaeHyung podría esquivarlo, claro, pero cualquier paso en falso sería una inevitable muerte. Y con la cara de salvaje que tenía el alfa, probablemente sería una muerte lenta y sádica.

Durante un recreo, el día antes del duelo, JungKook se me acercó, con ojos rojos y quebrados. YoonGi estaba colgado a mi brazo como un mono, parloteando aunque dejó de hacerlo cuando su hermano mayor se acercó. Observé al omega, notando enseguida la mirada de Kyungpyo, a unos metros de nosotros, vigilándolo.

― TaeHyung no lo hará, ¿cierto? ― Preguntó en un susurro tembloroso, para que nadie más nos escuchara.

Sacudí la cabeza en un gesto silencioso. Observé como el omega sorbía por su nariz, sacando de su bolsillo un sobre arrugado y tendiéndomelo.

― ¿Puedes entregárselo, por favor? ― Siguió preguntando.

Agarré el papel rápidamente, guardándolo en mi chaqueta, pues noté a Kyungpyo acercándose a nosotros. Sonreía tan petulantemente que me dio asco, y YoonGi se escondió detrás de mí cuando el alfa apoyó su mano en el hombro de JungKook.

― Vámonos, cariño ― Ronroneó, agarrándole la mano con fuerza. Kook hizo un mohín― No me gusta que estés lejos de mí, cualquier cosa podría pasarte.

El omega no dijo cosa alguna, dejándose llevar por ese imbécil a quien sabe dónde. YoonGi asomó su cabeza, aunque me le quedé mirando unos segundos.

― Gigi ―le dije, llamando su atención. Cuando quería conseguir algo de él, debía siempre llamarlo por ese sobrenombre. Su omega parecía adorarlo―, no puedes estar siempre detrás de mí, ¿lo sabes?

Sus ojitos cafés, de gatito, me miraron con desconcierto.

― ¿Por qué no? ― Preguntó, poniendo un tono infantil ― Eres mi alfa.

Suspiré, algo agotado con todo lo que estaba ocurriendo.

Sabía, a esas alturas, que YoonGi y yo estaríamos juntos. Probablemente, cuando fuera más grande, le marcaría para convertirnos de forma oficial en alfa y omega emparejados. Mamá siempre decía que YoonGi sería un buen omega para mí, que era bonito y obediente. Mi padrastro decía que YoonGi olía a fertilidad, así que elegí una buena opción para marcar.

Y sabía que el padre de YoonGi también estaba satisfecho de que yo lo protegiera como mi omega. Desde hacía varias semanas decidí ir a buscarlo a su casa, y mientras lo esperaba, su horrible padre fue a saludarme, diciéndome lo feliz que estaba por el hecho de que YoonGi, un omega tan desastroso y débil, ya hubiera pillado un alfa que le cuidara. Su comentario, por supuesto, me irritó demasiado, pero decidí no decir nada al ver a YoonGi aparecer, con las mejillas coloradas, corriendo a tomarme la mano.

YoonGi me gustaba, sí. Mi alfa ya lo relacionaba como mi omega. Pero...

Supongo que me daba lástima que fuera un omega tan dependiente del resto, y no sabía cómo cambiar eso.

Cuando salimos del colegio, fui en busca de TaeHyung, con YoonGi siguiéndome como un cachorrillo. Lo pillé fumando fuera, su mano moviéndose en un gesto nervioso que reconocí como ansiedad. Por supuesto que lo estaría, si al día siguiente tendría ese glorioso duelo.

Me observó, llevando el cigarrillo a su boca.

― Si vas a seguir insistiendo en que cancele...

Saqué la carta de JungKook, mostrándosela.

― JungKook quiere que la tengas ― Le dije, a sabiendas de que el próximo día no podría entregársela.

TaeHyung me la arrancó de las manos, guardándola en su bolsillo.

― De nada ― Me burlé irónicamente.

― Gracias ― Dijo a secas, porque TaeHyung era muy práctico para sus cosas. No le gustaba darle muchas vueltas a un asunto. Miró hacia YoonGi ―. Hey, Gigi, ¿qué tal todo?

― Bien, Tae hyung ― Dijo el cachorro, tomándome la mano― ¡Jimin me defiende de todos, ya nadie se burla de mí!

TaeHyung sonrió, aunque por su expresión, lucía un poco incómodo.

― Eso está bien, pero Gigi, no puedes depender siempre de alguien ― Trató de decir TaeHyung con amabilidad.

YoonGi frunció el ceño, inflando sus mejillas.

― Jimin-ssi es mi alfa ― Respondió YoonGi, dándome un apretón.

― Eso no quita que eres una persona completamente aparte de él ― Continuó TaeHyung ― ¿Qué pasará si JiMin de repente ya no te quiere y te deja?

― ¡Oye! ― Salté, amenazante, pero él no se inmutó.

― ¡JiMin no dejará de quererme! ― Espetó YoonGi, enfadado ―. ¡Cuando cumpla diecisiete, JiMin me marcará! ― Dl niño le sacó la lengua― Estás celoso porque yo si tendré una marca, ¡porque JiMin es un alfa de verdad y puede marcarme, no como tú con Jungkook!

TaeHyung lo abofeteó.

El rostro de YoonGi giró y yo me quedé congelado, demasiado sorprendido por lo que acababa de hacer TaeHyung. El omega escupió al suelo, su rostro helado, mientras YoonGi retrocedía, escondiéndose, una vez más, detrás de mí.

― Vamos, pelea conmigo, YoonGi ― Desafió TaeHyung ―, respóndeme, ¿no puedes defenderte por ti mismo?

Dio un paso y retrocedí junto a YoonGi, también algo asustado por la expresión que tenía TaeHyung. Siendo sincero, yo creo que todos le teníamos un poco de miedo a TaeHyung, porque siempre tenía una expresión de poder aplastarte con la palma de su mano. Esa expresión sólo desaparecía cuando JungKook estaba con él.

―V uelves a hablar de mi relación con Jungkook, YoonGi, y te morderé las patas ― Le advirtió TaeHyung, en una amenaza que daba algo de risa, pero iba muy en serio.

Se marchó enseguida, sin voltearse, y YoonGi se arrimó a mi costado.

― TaeHyung hyung es malo ― Lloriqueó el niño.

― No estuvo bien lo que le dijiste ― Regañé, poniendo un tono amable ― Tú sabes cómo es TaeHyung respecto a Kook, Gigi.

― Tú no me defendiste ― Acusó YoonGi, rabiando.

Le revolví el cabello, pero me respondió con un enfadado manotazo.

― Empieza a defenderte tú mismo, YoonGi ― Respondí, cambiando ahora mi expresión a una grave.

YoonGi se fue enojado todo el camino a casa y no quiso que le diera un beso de despedida.

Al día siguiente, las clases y trabajos fueron suspendidos por la luna llena. Todos en esa pequeña ciudad estuvimos expectantes al momento en que tuviéramos que ir al bosque, para contemplar el duelo entre TaeHyung y Kyungpyo. Incluso mi mamá no dijo muchas cosas, preparando un almuerzo contundente. Recibí un par de mensajes de Jin, NamJoon y HoSeok en el grupo que teníamos. Ni YoonGi ni TaeHyung hablaron, el primero debía seguir molesto, mientras que TaeHyung tendría la mente en otro lado. A JungKook le quitaron el celular así que sabíamos que no iba a contestar.

La noche llegó demasiado rápido. Todos fuimos hacia el centro del bosque, pero a diferencia de otras ocasiones, no se oían demasiadas conversaciones y risas. Un duelo era algo muy raro de ver, excepto cuando alguien desafiaba al Alfa de una manada. Además, significaba que alguien iba a morir esa noche, una familia quedaría desamparada, unos amigos perderían a alguien fundamental.

Yo no me llevaba muy bien con TaeHyung, pero definitivamente no quería que muriera, en especial porque eso afectaría a JungKook de manera directa.

El centro del bosque, donde se llevaban a cabo estas cosas, no estaba tan lleno. Pude ver a TaeHyung allí, junto a su padre, un alfa amable y solitario que trataba de sobrevivir luego de la pérdida de su omega. En ese instante, parecía realmente afectado por lo que iba a ocurrir, hablando en voz baja con su hijo, y pensé en lo horrible que debía estarse sintiendo al saber que podría perder a su único cachorro.

Saludé a TaeHyung con la cabeza, que me respondió con un gesto vago. Namjoon, Jin y HoSeok aparecieron poco después, así que los cuatro nos juntamos, los nervios golpeando nuestros estómagos.

―L e haremos un baby shower a JungKook, ¿cierto? ― Preguntó Joni, de pronto. Todos lo miramos―. ¡Cuando TaeHyung gane, deberíamos hacerle algo bonito a su bebé!

Jin le sonrió y lo abrazó. NamJoon le revolvió el cabello.

― Claro ― Respondió Jin―. ¡Yo le regalaré un libro de chistes!

― Oh no, por favor, matarás al bebé de aburrimiento ―se lamentó NamJoon.

Sonreí al ver la extraña pareja que hacían. Por varios días creí que su relación debía estar llena de tensión, eran dos alfas discutiendo la atención de un omega, sin embargo, luego aprecié que ellos realmente se querían. NamJoon y Jin jamás peleaban por el cariño de HoSeok, porque él siempre se encargaba de quererlos a los dos.

Quince minutos después, el Alfa llegó con su esposa y dos hijos. Unos minutos atrás, Kyungpyo apareció junto a su familia.

YoonGi corrió hacia mí, abrazándome.

―No quiero estar más enojado contigo ―me dijo―, así que te perdono.

Enarqué una ceja, sonriendo débilmente por su descaro. Supe que era una forma torpe de calmarme, de seguro notando mis nervios. HoSeok les tomó las manos a sus dos novios.

El claro del bosque en el que estábamos era amplio, una especie de desordenado círculo, el centro del lugar revestido con antiguos adoquines de piedra. Esa sería la zona en donde se solían llevar a cabo los duelos. El lugar en el que Taesoo se ubicó era un extremo, donde había unas rocas cubiertas de musgo, y se subió sobre la que servía como una pequeña tarima. JungKook se sentó a su lado, con su marcada panza, mordiendo su labio inferior, tan asustado de lo que fuera a ocurrir allí. Su madre se ubicó detrás de él.

― Bienvenidos a todos ― Saludó Taesoo, su voz amable pero fuerte. Antes, me había parecido un buen alfa, pero a medida que más le conocí, sabía que era déspota y cruel―, hoy tendremos una Luna Llena diferente a la que estamos acostumbrados. Hoy, dos chicos se disputan por... el cortejar a mi hijo Jeon JungKook, y decidieron llevar a cabo un duelo a muerte por los derechos sobre él. Es una situación poco vista, y más extraña aún, considerando que uno de esos chicos es un omega, Kim TaeHyung.

Todas las miradas se posaron en el omega, que lucía tranquilo, aunque toda esa situación no me estaba dando buena espina. ¿Qué pretendía Taesoo con tanta palabrería?

― Por supuesto, podría detener todo esto, porque es difícil que un omega derrote a un alfa, ¿no es así? ―se escucharon unos murmullos afirmativos―. Pero en nuestra manada, respetamos las tradiciones, y si un lobo desafía a otro por un cortejo, entonces esta es la forma en la que lo solucionamos.

Claro, claro, Taesoo apuntaría a las tradiciones para justificar la posible muerte de un omega en manos de un alfa. Dios, que repugnante resultaba todo.

―Las reglas son claras ―agregó Taesoo―. Ambos contrincantes adoptaran sus formas de lobo, enfrentándose hasta que cualquiera de ellos caiga muerto primero, se rinda o su vida sea perdonada por el contrario en un acto de benevolencia. Lobos, pueden transformarse.

JungKook, en toda ese discurso, estuvo derramando lágrimas silenciosas, conteniendo sus sollozos, sin importarle si todo el mundo le veía así, tan destrozado. De alguna forma, se veía bonito y frío, lejano a nosotros.

Kyungpyo se transformó primero: un lobo de Alaska, grande, gris, salvaje y monstruoso. Era más grande que yo en mi forma lobo, y que TaeHyung, obviamente, por lo menos un cuarto más grande que el lobo negro de Yukón del omega.

TaeHyung seguía siendo enorme para ser un omega, pero ¿cuáles eran las probabilidades de derrotar a ese alfa tan grande?

―Comiencen ―ordenó Taesoo, su voz tranquila aunque una sonrisa de júbilo pintaba su cara.

Kyungpyo fue el que se lanzó primero, probablemente, para querer rematar a TaeHyung de una, pero TaeHyung fue mucho más rápido, esquivándolo sin demasiada dificultad. El lobo de Alaska gruñó, volteándose a verlo, queriendo atraparlo otra vez entre sus enormes fauces, aunque otra vez, TaeHyung pudo esquivarlo, lanzándose hacia la derecha.

Por varios minutos, Kyungpyo se dedicó a perseguir a TaeHyung, lanzando mordiscos a diestra y siniestra, queriendo atrapar lo más mínimo del omega con sus dientes –sabiendo, con toda probabilidad, que eso bastaría para dejarlo malherido. Sin embargo, TaeHyung era... era realmente rápido, escabulléndose por sus costados sin mucho problema, y cada tanto, lanzando zarpazos hacia las piernas de Kyungpyo, sin hacerle demasiado daño aunque molestándolo lo suficiente para enojarlo más.

A esas alturas, Kyungpyo estaba enfurecido, mostrando sus enormes dientes, la saliva escurriendo de su boca, todos sus pelos erizados. Santa mierda, si el lobo de Alaska llegaba a agarrar a TaeHyung...

El lobo negro daba vueltas alrededor de Kyungpyo con calma, aunque sus ojos amarillos lucían atentos y astutos, sin mostrar un poco rabia o ira, sólo calmada concentración.

Kyungpyo soltó un gruñido alfa, tan fuerte que incluso varios omegas a nuestro alrededor temblaron. YoonGi se apegó más a mí, tiritando, y tanto Jin como Namjoon respondieron con gruñidos bajos al sentir las feromonas asustadas de HoSeok.

Pero TaeHyung no hizo algún gesto de sumisión ni de respeto. Alzó su cabeza, sus ojos volviéndose un poco burlones mientras le devolvía la mirada a Kyungpyo.

JungKook, sentado en la roca, parecía estar rezando a la Luna.

El lobo de Alaska volvió a lanzarse contra TaeHyung, tan sorpresivamente que estuvo a segundos de agarrarlo por la cola. Kyungpyo era grande y pesado, por lo tanto, sus movimientos eran más lentos, como me dijo TaeHyung días atrás. Su respiración era mucho más pesada que la del omega.

Taesoo no lucía un poco complacido tampoco. Parecía esperar que Kyungpyo pudiera derrotar a TaeHyung sin dificultad alguna.

Vamos TaeHyung, vamos, vamos...

Mi respiración se cortó cuando Kyungpyo siguió lanzándose contra el lobo negro, que ralentizó su huida. El alfa agarró al omega por la cola, TaeHyung se volteó y golpeó con un zarpazo el rostro de Kyungpyo, obligándolo a que lo soltara.

Al levantar la cabeza, la sangre escurría del ojo izquierdo del lobo de Alaska, mientras que TaeHyung metió un instante la cola entre sus patas, probablemente sopesando el dolor.

Kyungpyo, tan enojado e iracundo, volvió a atacar a TaeHyung, pero el omega se escabulló por el costado izquierdo, su lado ciego gracias al zarpazo que recibió, y le mordió la pata trasera izquierda. El lobo gris aulló, girándose para morderlo, sin embargo, el omega retrocedió, alejándose de los dientes de Kyungpyo.

Todos en el lugar estábamos conteniendo el aliento, observando la batalla. La respiración del alfa no hacía más que aumentar.

El lobo de Alaska se lanzó hacia TaeHyung una vez más y el omega se escabulló hacia la derecha, pero a último momento, Kyungpyo cambió de dirección, sorprendiéndolo. TaeHyung tuvo que cambiar su huida precipitadamente, pero no lo suficiente como para que Kyungpyo no agarra una de sus patas.

Resonó un crujido y TaeHyung giró, volviendo a tirarle un zarpazo a su izquierda otra vez. Kyungpyo lo soltó.

TaeHyung cojeó, jadeando, teniendo que esquivar una nueva lanzada de Kyungpyo. Ahora se echó al suelo, rodando, gimiendo al tener que apoyar su pata rota. En su forma animal, podría curarse más rápido, pero no lo suficiente en el duelo. Una pata rota era muy peligroso.

La sangre escurría del rostro animal de Kyungpyo, sus cortes más profundos, así como de la pata de TaeHyung. El pasto tenía un rastro de líquido carmesí mientras ellos giraban en círculos.

El alfa arremetió contra TaeHyung, que tuvo que esperar más por si Kyungpyo volvía a cambiar de dirección a última hora. Lo esquivó a tiempo, y atacó. TaeHyung se lanzó al cuello de Kyungpyo.

Ambos animales rodaron por el suelo lanzándose mordiscos y zarpazos, los gruñidos resonando en todo el lugar. En un instante, TaeHyung logró morder el cuello de Kyungpyo, la sangre salpicando, pero Kyungpyo, más enorme, lo lanzó contra el suelo.

TaeHyung no alcanzó a ponerse de pie cuando Kyungpyo le mordió el lomo. El lobo negro aulló.

YoonGi dejó de mirar la pelea, ocultando su cara en mi pecho.

Kyungpyo lanzó a TaeHyung a un costado, el omega gimoteando por el dolor, sangre barboteando de sus heridas.

Levántate. Levántate, TaeHyung, levántate, ¡esquívalo!

Pero el dolor debía ser mucho, porque TaeHyung no alcanzó a levantarse en el instante en que Kyungpyo, con su hocico sangrante y su cuello herido, lo agarró una vez más de las patas traseras, otro crujido resonando. TaeHyung volvió a aullar, probablemente cegado por el sufrimiento.

― ¡No, no, no! ― Sollozó JungKook.

― Mierda ― Escuché que murmuró NamJoon a mi lado.

HoSeok estaba llorando en silencio, Jin se veía a segundos de vomitar. El padre de TaeHyung, a metros de nosotros, cubría su rostro con ambas manos.

Kyungpyo lo lanzó, una vez más, al suelo. Por la posición, las piernas traseras de TaeHyung debían estar rotas. El alfa comenzó a caminar en círculos alrededor del omega.

TaeHyung sólo... sólo comenzó a arrastrarse hacia JungKook, que sollozaba destruido.

Kyungpyo empujó con una pata a TaeHyung, dejándolo de costado. Ladeó la cabeza, gruñéndole, esperando que el lobo negro bajara las orejas y le mostrara la garganta en una señal de sumisión. Sin embargo, TaeHyung lo estaba ignorando totalmente.

Enfurecido, Kyungpyo soltó un nuevo gruñido alfa, la señal de que lo iba a matar.

Y JungKook se soltó del agarre de su madre, corriendo hacia TaeHyung, lanzándose sobre su cuerpo. Inmediatamente quedó empapado en sangre, pero no parecía importarle.

― No, no, Kyungpyo, por favor ― Lloró JungKook, aferrándose al lobo negro, con los ojos cerrados y una respiración lenta ―. Por favor, por favor, perdónale la vida. Perdónasela, te lo ruego...

― JungKook ― Gruñó su padre, caminando hacia donde estaba él ―, suéltalo, ahora, ¡no puedes meterte en esto!

― Padre, padre, por favor ― Siguió rogando, sin dejar de llorar―, por favor, perdónalo, ¡perdónalo! Haré lo que quieras, ¡lo que desees! No voy a reclamar más, te lo juro, seré un buen omega para Kyungpyo, para la manada, ¡dejaré que me marque, le daré cachorros legítimos, por favor, por favor!

Taesoo se detuvo, haciéndole un gesto a Kyungpyo, que se alejó unos metros.

― ¿Lo juras, JungKook?

― Lo juro, lo juro, por la madre Luna, lo juro.

― TaeHyung tendrá que irse ― Espetó Taesoo, completamente frío―, con su padre, los dos deberán irse de la manada. No lo verás nunca más, JungKook, nunca más.

JungKook lloró pero asintió con la cabeza, destrozado por completo.

Taesoo levantó la vista, observando al padre de TaeHyung.

― Kyunghoo ―gruñó Taesoo―, recoge a tu hijo, puedes curarlo. Luego se van a ir.

― Gracias por su benevolencia, Alfa ―murmuró Kyunghoo, corriendo hacia TaeHyung.

―Mi amor, mi amor ―hipó JungKook, meciendo el enorme cuerpo de TaeHyung ―, te amo, te amo, para siempre, mi amor...

―¡Pueden irse ahora! ―gritó Taesoo, agarrando a JungKook.

No era una sugerencia, sino una orden clara. Toda la gente comenzó a huir del lugar lo más rápido posible, queriendo escapar de la ira del Alfa. Yo empujé a YoonGi lejos de allí, siguiente a Hobi, Jin y Namjoon.

―¿No veremos nunca más a TaeHyung? ―susurró YoonGi, su tono quebrado.

― No creo, Gigi ―le dije, mi voz rota, escuchando el llanto de JungKook todavía en mi cabeza.

Nunca en mi vida había visto a un omega llorar tan destrozado como JungKook en ese instante.

¡Gracias por leer!

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