✰ SHOW OO5
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│ ❜ Daydream ❛ { ✧ } . . .
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( ✰ ) ;; J-Hope [BTS]. PDOGG.
( ✰ ) ;; Hope World.
( ✰ ) ;; SamanthaHirszenberg
Había un letrero que parpadeaba cuando doblabas la calle cuarenta y tres con rumbo a Apple's Sun.
Como que medio mundo sabía que al dar la vuelta todo lo que considerabas adecuado en la vida se ponía de cabeza. Lo observó un rato, no conforme con el parpadeo de un foco averiado y un mal mantenimiento. Y aunque lo buscó por todas partes —en serio que lo buscó— no pudo encontrar el valor para irse. Tenía un pastel entre las manos, de esos baratos que compras a último momento en cualquier pastelería. Incluso la palabra “World” estaba mal escrita y decía algo así como “Wolrd” en merengues azules y rojos. Yoon Gi no era un experto en inglés, pero sabía que eso estaba mal. (Al menos las chispitas de colores le daban un toque).
Claro que este escueto conocimiento no le impidió tirar los yuanes en el mostrador y salir corriendo si bien la encargada le entregó su compra con una cara de pocos amigos. (Necesitaba llegar antes del cierre, y no tenía tiempo para reparar en los malos tratos).
Si tiene que confesar algo, es que nunca fue bueno preparando obsequios. Y que tampoco era bueno llegando a tiempo.
Corrió un poco para llegar hasta allí, también que gruñó otro poco la notar el cielo burlón chispeando a su costa. ¡Cómo te atrevías cielo de los mil demonios a llover cuando no podía pagar el autobús! Pero después de un par de minutos de carrera a contrarreloj, por fin había dado con Dance & Hope, el estudio de baile en el que lo habían citado desde una semana atrás.
Yoon Gi podría decir que nada de lo que había pasado en su tiempo fuera de la ciudad importaba, si tan solo la alegría de su compañero lo abrazaba en un intento de bienvenida. Y pensó que se tiraría a sus brazos, (a pesar de que el contacto físico no era de sus cosas favoritas), pues Yoon Gi no le encantaban, pero Ho Seok era lo que llamaban "una persona de contacto". Él necesitaba tocar, abrazar, besar, tan eufórico y cariñoso, tan dulce y luminoso como su misma personalidad, para demostrar su amor. Ho Seok era una persona nacida del sol, pues a donde caminara, la vida se iluminaba en tan solo una chispa.
Eso fue lo que pensó al estar de pie frente al gran ventanal transparente del estudio. Las calles yacían sumidas entre penumbras y escuetos nubarrones de sereno. Pero el rectángulo que formaba la ventana del estudio, parecía una televisión en vivo. Encendida en medio de la noche y a un volúmen tan bajito que era casi relajante.
Había risas, por supuesto.
Parejas en traje de fiesta que reían y se saludaban entre copas. Otros menos formales, tomaban cerveza en alguna esquina, mientras charlaban tan amenamente, de las que que de tanto en tanto se escuchaban fuertes carcajadas.
Todo en el cuadro tenía una vibra pintoresca y casual. De alguna manera, los vibrantes colores que emanaban de sus esquinas, te incitaban a seguir mirando para encontrar todos los detalles. Pero entonces a tus ojos llegaban este personaje y oh... Sombrero de ala corta, traje rosa mexicano a la medida, y una sonrisa tan grande y vibrante que tan solo con verla ya sentías que el humor te cambiaba de aquí a tus últimas tres vidas pasadas.
Jung Ho Seok era tan brillante como risueño. Justo como lo recordaba.
Ojos cebtelleantes, y un cabello cobrizo rizado desde el que descendían un par de decorados de colores a maneras de pequeñas rastas. El muy malnacido había mantenido tan buena piel como en la preparatoria, porque era lisa y parecía humectada. Bastó poner un pie dentro del recinto, para que escuchara un par de gritos a los costados, como de viejos amigos diciendo:
"¿¡Pero miren quién llegó?!"
Y así lo hicieron. Tal vez juzgándolo por llegar en un atuendo tan casual, o por aparecerse a tan altas horas de la noche.
Pero a Yoon Gi no le importó. O al menos no pudo poner la atención requerida para ofenderse porque pronto los brazos de un trajeado con aroma a azúcar y mantequilla fresca lo rodeaban con tal fuerza que era imposible pensar que hubiese estado a punto de cancelarle con un:
"Lo siento, surgieron unos pendientes. No podré asistir a tu fiesta de cumpleaños. Asegúrate de pasarla bien; te quiere, MY".
Lo había escrito por supuesto.
Pero no tuvo el valor de enviarlo.
—¡Bienvenidoooo! —Jung alargó la "o" a propósito porque sabía que era un gesto que a Yoon Gi le aparecería cursi. Y al ver cómo se ruborizaba al entregarle el pequeño pastel, supo que había válido completamente la pena—. ¡es que eres tan amable, Yoonie! —Y cuando se volteó para mostrar su pastel a los demás invitados, Yoon Gi enrojeció de la vergüenza—. ¡Todos, miren el obsequio que me ha dado Yoon!
No mencionó nada sobre la palabra mal escrita. Solo tomó la caja transparente entre sus manos y levantó su celular para tomarse varias fotografías juntos. Sin saber muy bien qué hacer con sus manos, formó el signo de la paz con su dedo medio e índice, sintiéndose un poco anticuado al inicio, pero aliviado al momento en que Ho Seok imitó el gesto. Tomó unas cuatro fotos y un video de él dándole un beso en la mejilla a manera de broma. Supuso que pronto estarían colgadas en su instagram con algún filtro coqueto y sonrió ante la posibilidad de ser etiquetado.
Ho Seok era un sueño.
Y no solo para Min. Sino para cualquiera que lo conociera. Se sabía que el estudio de baile que había montado estaba ganando fama poco a poco, y por ahí decían que entrenaba a los mejores bailarines de la ciudad. No había mejor maestro del baile en toda Apple' Sun que Jung Ho Seok.
Y entonces te dabas una idea de qué clase de persona era: Su mundo era despampanante. Siempre se lo vio alegre y de buen humor, los insultos y la descortesía no eran su rollo (a pesar de que era muy bueno ganando argumentos de forma ruda y tajante). Adjudicada esa amabilidad a la dulzura de su madre y a la determinación de su padre, quienes habían volado desde Gwangju solo para el cumpleaños de su hijo. Los podía encontrar disfrutando aperitivos al fondo también. Lo cierto era que la reunión era más un asunto muy familiar.
Una mesa de madera en medio de la sala, y muchas decoraciones pegadas a los espejos. El entramado de madera le hizo soltar una risita, no había cambiado nada en su personalidad tampoco. Recuerda que lo escuchaba con las orejas hartas de la misma historia:
“Cuando me gradúe, tendré mi propio estudio. Voy a ser el más cabrón de los cabrones. No habrá nadie que pueda ganarme”.
Años después, Yoon Gi podía presumir que había visto a ese muchachillo soñador contar sus planes como si no fueran castillos sobre nubes. Y no es que dudara, (después de todo, por eso estaba allí con un pastel), sino que sí fue un poco difícil para él sortear los comentarios de sus compañeros más amados.
“Es que Jung es demasiado lindo. No podría regañar a sus pupilos, aunque hicieran cosas malas”.
“Demasiado bueno y demasiado blando para ser maestro”.
Pero ellos no conocían a Jung en lo absoluto. No como él, que lo había visto de tan incontables maneras que es casi imposible no ruborizarse. Porque además de constatar que no había profesor más severo que Jung, también había probado otro tipo de lecciones cuando tenían la oportunidad de aprovechar la privacidad y los “cartuchos de inocencia” que te da la adolescencia temprana. Sí, esos mismos cartuchos que te permiten hacer tonterías con la excusa de “es que éramos demasiado jóvenes para entender lo que hacíamos”, ¿se entiende?
Y no es como si alguno de los dos quisiera esos días de vuelta. Al menos Ho Seok nunca dio señales al respecto. Aunque para ser justos, quizá estaba distraído con el arsenal de conocidos y amigos que reclamaban su atención, ¿y qué podía hacer? No era como si Min quisiera exigir algo por parte de Jung, no, no. Si asistió a esa fiesta, era por la misma razón por la que todos los demás estaban allí: Amaban a Ho Seok. ¿Y cómo no hacerlo? El sistema planetario giraba en torno a su sonrisa amplia y blanca dentadura. Todos los invitados (incluido Yoon Gi), daban vueltas a su alrededor porque vamos, era el tipo de persona que siempre tiene algo interesante qué contar. Alguna anécdota graciosa, o uno que otro pensamiento interesante sobre la vida o la cerveza (sí, la cerveza, es que le gustaba mucho, aunque de vez en cuando hacía muecas graciosísimas al beberla).
Platicó durante unos minutos con un par de conocidos de Ho Seok que nunca había visto en la vida, tiempo en que de tanto en tanto, dedicaba una mirada de reojo hacia donde se encontraba al sol.
Bien dicen que nunca debes mirarle a los ojos si no quieres quedar ciego. Pero era tan cautivador, que ¿ignorarle?, ¿y obviarle?, ¡El doble de imposible!
Su perfil respingado y de proporciones casi perfectas (y decía casi, nada más para no dejar muy en evidencia su indudable atracción hacia él), se paseaban sobre su rostro como una tentación. ¿O quizá sólo se trataba de admiración?
De camiseta negra y arremangada, cabello recientemente de colorado a blanco, y unas mejillas trigueñas que comenzaban a tomar un tinte rosáceo, cortesía del vino y el buen ambiente, esa fue otra imagen que quiso grabarse. Al cabo de unas horas, prendieron las velitas de su pastel, Ho Seok había pedido que le cantaran el “feliz cumpleaños” con el pastel de la falta ortográfica y Yoon Gi no recuerda haberse sentido más conmovido alguna vez.
Cortan el pastel.
Ríen de nuevo.
Un poco del dulce esponjoso quedó pegado a su mejilla porque Ji Min, uno de sus compañeros de baile, tomó el merengue con un dedo y cometió la travesura de manchar su rostro. Entonces conectaron la mirada como pocas veces en toda la noche, Ho Seok y Yoon Gi; y allí corroboró que Jung Ho Seok no necesitaba del merengue para ser dulce. Todo lo que hiciera, ya fuera en serio o a manera de broma, era increíble y necesario. Como esa chispa que necesita ser explotada, o esa voz que necesita ser escuchada. Pero en serio, ¿era la voz de Ho Seok quien necesitaba ser escuchada por el mundo?, ¿o era el mundo el que le necesitaba a él?
No estaba seguro.
Lo único que tenía seguro, es que Ho Seok parecía realmente feliz y Yoon Gi no necesitaba más. Y que pensándolo seriamente, tenía que visitar Apple’s Sun más seguido para no perderse a esta persona que aporta tantas cosas bellas a las personas que le rodean. Casi dieron las cuatro de la mañana cuando la fiesta terminó, había dormido en el suelo, recargado en el brazo de alguien, pero tampoco puso demasiada atención.
Hasta que una dulce voz le dijo bajito, para no despertar a los demás que dormían profundamente:
—Deberías quedarte —dijo en un susurro—, esta ciudad ya no es la misma de cuando niños.
Min apostaba eso.
—Tal vez lo piense —respondió con la voz ronca por lo adormilado que se encontraba.
—Hay un departamento a dos cuadras. Es preciosísimo. Y también tiene muchos árboles alrededor, no tendrás que preocuparte del sol que sé que no te gusta —exclamó con mucha suavidad.
—Me gusta el sol —dijo, casi sin pensarlo. Y Ho Seok pareció notarlo porque pronto sonrió ampliamente. Estaba tan sonrojado, que su piel morena parecía encendida. Apretujó la mano de Yoon y lo animó a levantarse.
—Y a mí el pastel —dijo entre risas y tonos amables. Entonces amó tanto su lenguaje de amor, que no pudo evitar levantarse también como un rato y acompañarle—. Vamos a comer un pedazo.
Asintió alegremente, perdido en su ensueño, en el ensueño que era ser llevado a donde fuera, de la mano de Jung Ho Seok.
My name is my life (life)
A hopeful vibe, a positive rather than a negative type.
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© FlyKingSquad, 2022
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