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Capítulo 4

— Espero que tengas un buena escusa para haber arruinado nuestro descanso Degel  — Exclamó molesto Kardia cruzándose de brazos como un niño pequeño mientras observaba al de cabellos verdes buscar con desesperación unos documentos.

— Lamento hacer eso Kardia, sabes que esto es así. La última vez me tocó a mi hacerme pasar por un mesero del bar de la ciudad en plena época de vacaciones — Se giró para ver al griego quien aún se mostraba muy enojado.

— Ya, ya — Se levantó de la silla irritado — Esto es así, ojalá a la otra cuando estés con Sísifo... Les interrupan su noche pasional así como lo hiciste con nosotros — Se burló no sin antes sonreírle al galo con un toque de malicia.

En ese momento se fue acercando el castaño para tratar de minimizar esa tensión entre ellos dos.

— Descuida Kardia... Aún El Cid no decide a quien mandará a Grecia. Puedes estar tranquilo.

Y ahí estaba nuevamente el castaño sonriendo como si posara para un comercial de pasta de dientes. Al verlo Kardia rodó los ojos y nuevamente tomó asiento; se sentía muy incómodo porqué frente a él, Degel y Sísifo no dejaban de regalarse guiños y besos en el aire.
Ahora maldecía que su Camus no estuviera en ese momento con él, solo esperaba que no tardara en regresar.

— ¡Espero que estén todos presentes! — Una voz ronca y muy autoritaria se hizo presente en el lugar sacando de sus pensamientos a más de uno.

Los demás agentes, detectives y miembros de la policía que se encontraban en esa oficina rápidamente se incorporaron para darle la bienvenida a su superior.

— Kardia levántate — Susurró Sísifo cerca del heleno.

Aquel caballero de mirada seria, de cabellos azabache entraba con pasos firmes a la oficina sosteniendo un sobre en sus manos.
Analizaba cada uno de los empleados desde la cabeza hasta los pies para ver que sus atuendos estuvieran en perfecto orden, tal y como lo pedia; siempre con prendas y calzado presentables y limpios.

— Lamento interrumpir las actividades de cada uno de ustedes — El Cid comenzó hablar mientras caminaba frente a los demás empleados.

— ¿Donde está Camus? — Cuestionó Degel acercándose al oído de Kardia para no interrumpir las palabras de El Cid.

— Fue a la cafetería... Ahorita viene.

Al escuchar la respuesta de Kardia, el galo nuevamente se incorporó tomando su lugar para seguir escuchando a su jefe.

— El departamento de investigación de Grecia ha solicitado de inmediato nuestro apoyo. Las dos mafias que existen en las tierras griegas han presentado una fuerte rivalidad entre ellos y han pasado a llevarse a muchas personas inocentes.

La mayoría de los presentes escuchaba con deteniendo a su jefe, otros como Kardia simplemente trataban de mirar para otra dirección  porqué comenzaban a impacientarse.

— Es por ello que decidí mandar a uno de ustedes a esta honorable misión...

Los murmullos no se hicieron esperar, algunos se preguntaba  a quien mandarían a esa misión, a otros simplemente les daba lo mismo.
Sísifo tomó la mano de Degel esperando que no fueran ellos los afortunados de llevar esa misión.

En ese preciso momento Camus entraba a la oficina sosteniendo en su mano aquel vaso de café que había comprado en la cafetería.
Ni siquiera sabía como estaba aqu asunto del que tanto hablaba su jefe, esa noticia le cayó como un  balde de agua fría sobre su cuerpo.

— Necesito mandar a una persona hábil, inteligente y sobre todo discreto para esta misión  — Habló El Cid — Camus... Tu eres el ideal para esta misión.

Al escuchar su nombre no pudo evitar escupir el café que estaba tomando en esos momentos.
Kardia se levantó de su silla para poder responder antes de que su amado pelirrojo lo hiciera.

— ¡Si vas a mandar a Camus... También iré yo! Ni pienses que voy a dejarlo solo — Se quejó Kardia colocándose frente al Cid observándolo con molestia.

— Deja de ser impertinente Kardia  — Le respondió El Cid con una mirada desafiante — No tengo opción, Camus irá a esta misión y tu también pronto saldrás, a ti te toca ir a Italia; tu viaje sale mañana y el de Camus sale esta noche.

Camus se acercó a ellos dos — ¿A donde hay que ir Cid?

— Me alegra que lo preguntes... Ojalá tu buena disposición la tuviera tu pareja, es muy molesto; no entiende razones.

El joven de cabellos escarlata no pudo evitar soltar una risa tierna, se acercó a Kardia y besó su frente esperando que calmara un poco sus locos impulsos.

— Deuteros solicitó nuestra ayuda. Menciona que los Pólux están tomando casi todo el control de la ciudad de Athenas y esto deriva a que sus contrapartes causen disturbios a cualquier hora del día, sobre todo en las zonas donde hay muchas personas inocentes.

El Cid mientras hablaba, sacó los documentos que llevaba en ese sobre y los colocó sobre el escritorio.
Todos los presentes se acercaron para escuchar más sobre esa situación.

— Schizas es uno de los miembros de esa organización. Creemos que es la mente maestra de su grupo y quien organiza todo a su favor en la ciudad de Athenas comprando el silencio de los ciudadanos.

Camus tomó una de las imágenes que El Cid había dejado en el escritorio.
En él, se podía apreciar a un joven casi como de su edad de cabellos rubios, tez morena y ojos de tonalidad azul... Portando un traje negro y salía de lo que parecía ser un centro nocturno.

— Deuteros nos mencionó que hace poco mandaron a incendiar el edificio donde se resguardaba los expedientes de los criminales... Creemos que ellos tuvieron que ver con ese incidente. Es por ello que irás primero Camus  — El Cid se acercó al galo — Necesitamos que averigues el itinerario que manejan, así mismo como sus negocios para que en el momento indicando lo arrestemos por todos los delitos que han causado.

— ¿Cómo se llama el sospechoso? — Cuestionó Sísifo tomando una de las imágenes.

— El principal sospechoso es Milo Schizas y el segundo de cabello azul creemos que se llama Saga.

Señaló El Cid a cada uno de ellos en las fotos mientras que Camus intentaba memorizar cada detalle de su próximo objetivo.

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